GRECIA: ATENAS. ÉFESO. MICENAS. CRUCERO POR LAS ISLAS GRIEGAS (Semana Santa, 2004)

Esta Semana Santa del 2004 la hemos pasado en Grecia, un país al que teníamos muchísimas ganas de ir y al que, sin duda, volveremos porque nos ha faltado bastante tiempo.

Hemos elegido un viaje organizado con minicrucero por las islas griegas y con alguna modificación como las extensiones a Éfeso y Micenas.


Jueves, 1 de abril

Salimos de Albacete lloviendo bastante y no para de diluviar hasta Madrid. Volamos hacia Atenas desde Barajas donde hemos dejado, por primera vez, nuestro coche en el parking de Larga Estancia que ha resultado barato y conveniente. Tras un corto vuelo llegamos a Atenas donde nos espera le guía para llevarnos a nuestro hotel Esperia Palace que es bastante céntrico lo que nos permite dar una vuelta y picar algo antes de dormir.


Viernes, 2 de abril    MIKONOS

Tras el desayuno nos dirigimos al puerto donde embarcamos en el Tritón, con la compañía Royal Olympic Cruises. 

Nos asignan los camarotes (039, el nuestro) y tras el simulacro de seguridad zarpamos del puerto Pireo hacia las islas.

 

Pasamos la mañana recorriendo el barco que tampoco es muy grande y tras la comida atracamos en Mikonos una de las islas del grupo de las Cícladas en el mar Egeo que visitaremos.


Cogemos un bus desde el puerto hasta el pueblo y pasamos varias horas recorriendo sus callejas y rincones. Esta isla es popularmente conocida por su ambiente de fiestas de verano pero en esta época no hay tanto turismo y eso tiene un lado positivo ya que está prácticamente vacía y podemos recorrerla y fotografiarla sin gente. Incluso hemos tenido la suerte de ver al famoso pelícano, un animal que es el emblema de las isla, que anda libre por las calles y al que alimenta la gente del pueblo.

El pueblo es precioso y está cuidadísimo; todas las callejas empedradas y flanquedas por pequeñas casitas blanquísimas con balcones y ventanas pintadas de azul mar.

Lo más importante que hemos visto, aparte de disfrutar perdiéndonos por las angostas calles del casco antiguo es el famoso conjunto de molinos de viento del siglo XVI, Kato Myloi, que se ubican en una colina y Alefkandra, un barrio junto a la costa al que se conoce popularmente como “la pequeña Venecia”.

Por la tarde volvemos a embarcar y esa noche avisan por megafonía de que el barco se iba  amover  porque había temporal. ¡¡¡Y vaya si se movió!!! Daba miedo cómo entraba y salía del agua que parecía que nos íbamos al fondo del mar. Las mesas y sillas se movían (tomamos pastillas para el mareo)


Sábado, 3 de abril   RODAS

Tras la noche de navegación llegamos a la isla de Rodas a las 07:00 de la mañana. Esta isla es  la isla más grande del Dodecaneso una de las más conocidas, quizá por su historia y porque albergó durante la antigüedad una de las maravillas del mundo: el Coloso de Rodas, que fue destruido en el terremoto del año 226 a.C. y que era una estatua de 32 metros del dios griego Helios que estaba situada en la entrada del puerto de Rodas; de esta forma, todos los barcos que querían atracar en el puerto pasaban por debajo de sus piernasera impresionante para su época: para tener una referencia, el tamaño era similar al de la Estatua de la Libertad ubicada en Nueva York (solo medía un metro menos de altura), lo que es excepcional teniendo en cuenta que fue construida más de 2000 años antes. Dimos una vuelta por el puerto viejo en el que hoy solo se pueden ver dos columnas (en el supuesto lugar donde iban las piernas del coloso) con un ciervo arriba cada una (macho y hembra). La ciudad tiene como emblema este animal (la explicación es que cuando se colonizó la isla estaba llena de serpientes. Un colono trajo una pareja de ciervos que procrearon y mataron a todas las serpientes. Desde entonces su caza está prohibida).

Comenzamos visitando la localidad de LINDOS, a 50 kms al sur de la isla y que es conocida por su acrópolis, ubicada en un acantilado. Para llegar debemos seguir las empinadas callejuelas del pueblo hasta un estrecho sendero seguido de unas largas escaleras de piedra. La experiencia es realmente magnifica, poco a poco y entre las altas murallas de piedra accedemos al interior de la fortaleza (a una altitud de 116 m) donde también se ubica la acrópolis de Atenea Lindia (siglo IV a.C construido sobre un templo más antiguo) de la que quedan algunos restos como la gran Stoa helenística o los Propileos, precedidos por una monumental escalinata de piedra desde la que podemos disfrutar de un espectacular paisaje; el complejo incluye unas puertas monumentales del siglo IV a.C. y relieves del año 280 a. C.. En el nivel inferior está el castillo de los Caballeros de la Orden de San Juan, que data del siglo XIV a.C.


Lindos

El casco antiguo de Lindos está conformado por un entramado de estrechas callejuelas llenas de tiendas, tabernas y casitas encaladas de blanco. Las más espectaculares son las llamadas “casas de los capitanes”, con una arquitectura mezcla de estilo gótico y oriental. Entre los blancos edificios del municipio destaca la iglesia de la Virgen María (Panagia) que es una pequeña iglesia ortodoxa que alberga frescos del siglo XV. Es impresionante y merece la pena muchísimo.

Nos tomamos un café y recobramos fuerzas para continuar con la visita de la ciudad antigua de Rodas, la ciudad medieval más grande de toda Europa. En 1988 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Durante las Cruzadas la ciudad estuvo  (del 1309 a 1522) en manos de la Orden de los caballeros de San Juan de Jerusalem, una orden militar católica; durante ese periodo la ciudad creció mucho y pasó a ser una referencia a nivel mundial. De hecho, Rodas poseía unas fortificaciones que ningún otro bastión cristiano en el mundo tenía. Por eso, durante su dominio fue capaz de resistir numerosos asedios aunque, finalmente, en 1522 cayó en manos otomanas.

La calle más importante es la calle de los Caballeros, una vía adoquinada de 200 metros que va desde el Hospital de los Caballeros hasta el Palacio del Gran Maestre y está toda ella flanqueda por impresionantes casas y palacios medievales de piedra de los grandes caballeros de toda Europa (Casa de Francia, España, Italia…). Es considerada como la calle medieval mejor conservada de Europa. Al final de la misma se llega al Palacio del Gran Maestre (hoy museo arqueológico) que fue construido en el siglo XIV por los caballeros de la Orden sobre una antigua ciudadela bizantina.

Pasamos el resto del día recorriendo las calles de la ciudad, comprando recuerdos y finalmente nos sentamos en una terracita-jardín a tomar un café con una parejita de recién casados, Merche y Francis, con la que hemos trabado amistad.

Ya por la noche cenamos en el barco con el grupo de amigos que hemos hecho e iniciamos la navegación. Esta noche tenemos espectáculo griego: un rollazo


Domingo, 4 de abril   PATMOS –ÉFESO (Kusadasi,Turquía)

Hoy amanecemos en la pequeña y preciosa isla de Patmos. Desayunamos temprano en cubierta con la isla con su balnquísimo pueblecito en la ladera de fondo y un sol brillante sobre el mar azul. ¡Espectacular!

La isla de Patmos se conoce como “la Jerusalem del Egeo” y es una de las más sagradas islas del mundo cristiano. Su fama se debe a que, durante la dominación romana, fue lugar de destierro; y, sobre todo, a que el apóstol San Juan, en el 97 d. C., vivió exiliado aquí y fue en este lugar donde escribió los terribles textos del Apocalipsis.

En Patmos hay varias pequeñas localidades: la primera, Skala es un pueblecillo de casas blancas con patios repletos de flores y un puerto. El otro pueblo, Patmos Jora, es la ciudad antigua en cuyo centro se encuentra el famoso monasterio fortaleza de San Juan Teólogo, fundado por el Beato Jristodulos. Destaca su color oscuro y su construcción de gran mole bizantina, rodeada por una muralla almenada; en su Biblioteca se conservan 33 páginas del Evangelio más antiguo conocido, el de San Marcos. Las vistas y la panorámica desde el monasterio son realmente impresionantes. A medio camino entre Skala y Patmos Jora se encuentra la Gruta del Apocalipsis, donde se dice que le fue dictado el Apocalipsis a San Juan a través de una endidura en la roca. 

Kusadasi (Turquía)
La isla es muy pequeña y solo pasamos en ella unas horas y a media mañana iniciamos la navegación por el Estrecho de Samos hacia Kusadasi (Turquía) donde llegamos aún por la mañana.

Kusadasi es el lugar donde se establecieron y confluyeron muchas civilizaciones antiguas desde su fundación 3000 a.C., por tanto, una ciudad llena de historia y es donde se encuentra el recinto arqueológico de Éfeso a donde nos dirigimos nada más poner pie en tierra. La antigua ciudad de Éfeso es una de las joyas de la Humanidad. Es sencillamente IMPRESIONANTE. En nuestra opinión, después de Pompeya, es el recinto mejor conservado y más asombroso e imponente que hemos visitado hasta ahora.

La primera visita es la cercana ciudad de Selçuk donde se encuentran las ruinas del Templo de Artemisa que forma parte de los monumentos mundiales de la Antigüedad (aunque hoy día solo se conserva una columna y varias piedras) y la casa de la Virgen María que se encuentra al suroeste de Selçuk, y que se ha convertido en un sitio de peregrinación ya que supuestamente fue donde llevaron a la Virgen tras la crucifixión y donde pasó sus últimos años de vida.


Casa de la Virgen María

Desde ahí nos dirigimos a la antigua ciudad de Éfeso, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2015. Visitar sus ruinas es como recorrer una ciudad de la antigüedad: en el recinto encontramos edificios públicos, comercios, viviendas privadas, calles aún pavimentadas y otros elementos que componían la ciudad, y todo excepcionalmente bien conservados.

Uno de los edificios más impresionante de la ciudad, es el teatro que cuenta con unas espectaculares gradas todavía en pie, en las que se estima cabían unas 25.000 personas. Es maravillosamente mágico pensar que esas mismas piedras fueron colocadas allí entre los siglos III y II a. C. y que por ella pasaron artistas de teatro, circo y gladiadores. Es, sin duda, una obra colosal con un arco que mide 150 metros de diámetro y tiene una acústica perfecta.

Otro punto esencial de la visita es recorrer la Avenida de los Curetes que eran sacerdotes de la mitología griega encarados de mantener vivo el fuego sagrado en el Pritaneo, sede de los magistrados de la ciudad. Esta calle empedrada es un auténtico museo al aire libre, con restos de viviendas, templos, columnas y un suelo que todavía conserva los mosaicos que lo componían, con soportales de columnas a ambos lados, bajo los cuales circulaban los peatones y en ella se encontraban las letrinas, los baños públicos, el hospital, el burdel o el templo de Adriano. 

A ambos extremos de la avenida se pueden contemplar la Puerta de Maceo y Mitrídates, en el lado de la entrada principal, y la Puerta de Hércules, en el lado del Ágora comercial. Son impresionantes algunos edificios como el templo de Adriano con tallas en piedra que decoran arcos y puertas extraordinariamente conservadas como la de Ceres o Medusa. Esta avenida es la vía principal en torno a la cual se distribuye la mayor parte de las ruinas.

Casi al comienzo de la avenida de los Curetes se encuentra la Biblioteca de Celso, otra de las ruinas más espectaculares de Éfeso, que fue construida en torno a los años 117-135 en honor al senador y procónsul romano de Asia, Tiberio Julio Celso Polemeano. La fachada del edificio se conserva en muy buen estado y es una de las ruinas que más impactan, con dos filas de ocho columnas en dos pisos. Se trataba de una de las bibliotecas más grandes del mundo antiguo, tras Alejandría y Pérgamo, y contaba con una capacidad de 12.000 rollos de pergamino.

A última hora de la tarde volvemos a Kusadasi, damos una vuelta por el bazar y volvemos al barco para iniciar la navegación de vuelta a Atenas donde llegamos por la mañana. Vemos atardecer desde la cubierta.


Lunes, 5 de abril   ATENAS

Llegamos al puerto de Atenas temprano y como no nos dan la habitación en el hotel hasta las 12 dejamos las maletas y comenzamos a explorar la ciudad.

Comenzamos con la visita al museo Benaki (https://www.benaki.org/index.php?lang=el ), una extensa colección de arte especialmente de la cultura griega que incluye más de 45.000 objetos históricos  reunidos por el comerciante griego Antonio Benaki a lo largo de 35 años.

La gran colección del museo, que incluye obras desde el año 3000 a.C. hasta principios del siglo XX, se encuentra dispuesta de forma cronológica a lo largo de los cuatro pisos de la mansión neoclásica en la que se encuentra ubicado. A lo largo de las cuarenta salas del museo se exponen variados objetos, tales como joyas, tallas de madera, piezas bizantinas, objetos de cerámica, trajes regionales griegos y elementos religiosos.

Algunos de los objetos más importantes del museo son varias obras de El Greco, un escritorio que perteneció a Lord Byron, el recibidor de un palacio egipcio del siglo XVII, o un retrato realizado por un artista egipcio en el siglo III d.C. También merece la pena destacar las reconstrucciones de algunas habitaciones de mansiones de Kozani, Siátista e Hidra.

A continuación nos dirigimos al Museo de Arte Cicladico (https://www.atenas.net/museo-arte-cicladico#:~:text=El%20Museo%20de%20Arte%20Cicl%C3%A1dico%20de%20Atenas%20exhibe%20m%C3%A1s%20de,hasta%20el%20siglo%20VI%20d.C.) El museo exhibe más de 3.000 objetos provenientes de las Islas Cícladas, Chipre y la antigua Grecia, que testifican el paso de las diferentes culturas que florecieron en el Egeo y el este del Mediterráneo desde el siglo IV a.C. hasta el siglo VI d.C.

Finalizada esta visita, y saturados de arte, nos vamos a dar un paseo por el parque, recorriendo la zona en la que se encuentra la Residencia Oficial, Academia de las Artes, la Biblioteca Nacional (cuyo interior visitamos también) y el famoso Estadium Penateico (construido en mármol blanco entre 1869 y 1870reformado en 1940)  en el que brilla encendida la llama olímpica para las olimpiadas que son este mismo año. Este Estadio fue el lugar celebración de los primeros Juegos Olímpicos de nuestra era, en 1896.


Estadium

Biblioteca

Hay que decir que no ha sido buen momento para visitar la ciudad porque se encuentra toda ella en obras de cara a las olimpiadas que tendrán lugar en unos meses.

A continuación nos acercamos a ver el Templo de Zeus Olímpico, conocido como el Olimpeion, que fue un grandioso templo construido entre los siglos VI y II a.C. en honor al dios Zeus Olímpico. 


Templo de Zeus Olímpico

Desde ahí bajamos al barrio de Plaka que está cerca de la acrópolis y que es uno de los más bonitos y típicos, todo el formado por estrechas callejuelas empedradas repletas de tiendecitas y cafés; no había mejor sitio para comer hoy que  una preciosa terraza en una  taberna en la plaza rodeados de plantas y fuentes (ensalada griega,¡cómo no!)

Co las fuerzas recobradas continuamos el paseo por la vieja Atenas llegando hasta la catedral (Gran mitrópoli) y su pequeñísima hermana (Mikri Mitrópoli, siglo XII) que se encuentra justo a su lado. Aunque su nombre real es Panagía Gorgoepíkoös, es conocida, por comparación con el tamaño de su vecina, como Mikri Mitrópoli, o pequeña catedral. Y es que mide tan solo 7 metros y medio de largo por 12 de ancho. 


Mikri Mitrópoli

Sin embargo, nada tiene que envidiar a la catedral esta diminuta joya de la arquitectura bizantina griega. Es un monada.

También ha sido una sorpresa encontrar la pequeña iglesia bizantina de Kapnikarea que se encuentra encajonada en una de las calles más importantes de la ciudad, la calle Ermou rompiendo la linealidad de esta. 


Kapnikarea

Está construida en ladrillo visto y dispone de una pequeña cúpula, muy característica, que se ubica encima de un tambor octogonal. En su fachada encontramos algunos frisos y ventanas de medio punto. Se piensa que esta pequeña iglesia bizantina fue construida en el 1050 encima de un templo pagano.

Paseamos un poco por la comercial calle Ermou y desde ahí nos dirigimos a la Torre de los Vientos, un edificio en forma de torre, de planta octogonal, situado en el Ágora romana de Atenas. 


Torre de los Vientos

Se trata de un Horologion o reloj. Sus dimensiones son 12 metros de altura y casi 8 metros de diámetro. La Ágora Romana, también conocido como Foro romano, que es la antigua plaza pública de Atenas. El mercado central y las letrinas públicas se encontraban aquí.)

Desde aquí volvemos al hotel para instalarnos y descansar un rato.

Tras la siesta, y ya casi poniéndose el sol, salimos de nuevo y tomamos el teleférico para subir a ver la puesta de sol al monte Lykavittós, que nos han dicho que merece mucho la pena. Y la verdad es que sí porque el sol ocultándose sobre una colina con la ciudad a los pies es una imagen espectacular. 

Allí mismo hay una cafetería así que decidimos tomar unos refrescos sentados en la terraza contemplado estas vistas excepcionales y viendo salir la luna. Ya de noche bajamos en el teleférico también cuya estación se encuentra en el corazón del glamuroso barrio de Kolonaki. Rematamos el día paseando por este  refinado barrio de compras de lujo, donde boutiques de marcas internacionales y de diseñadores griegos comparten protagonismo con elegantes tiendas conceptuales y galerías. La zona también tiene restaurantes de alta cocina y de gama media donde se sirve cocina internacional y versiones modernas de comida griega, así como bares modernos con jazz en directo o DJ.

Llegamos al hotel y cenamos en un bar de enfrente unos bocadillos de berenjena con patata (algo típico, al parecer)


Martes, 6 de abril   DELPHOS

Hoy nos levantamos temprano para ir a Delphos. El día comienza regular porque nos cuesta mucho encontrar la estación de autobuses y perdemos mucho tiempo, pero al final lo conseguimos y sacamos billete para el siguiente bus que sale bastante tarde,  a las 10:30 y tarda tres horas en llegar. Quizá hubiera sido mejor opción contratar una excursión organizada. A las 13:30 llegamos al pueblo de Delphos en el que se encuentra el museo que visitamos en un santiamén porque solo tiene tres estatuas y está, como todo, gran parte cerrado por obras.

Desde ahí nos dirigimos con un plano al recinto arqueológico en el que se encuentra el famoso oráculo.

La historia del famoso oráculo de Dephos es curiosa, pura mitología, como todo: Zeus envió a la tierra dos palomas que debían dar la vuelta al planeta y en el  punto en el que se cruzaran dejarían caer una piedra y ese sitio sería sagrado. La piedra cayó aquí y en ese mismo punto se encuentra el oráculo; en él había una mujer (la sibila) sentada sobre un trono de piedra (que se conserva aún) desde el que hacía las predicciones entre emanaciones que salían de la tierra alrededor. De todos los rincones de Grecia venía gente a consultar al oráculo que, además, se encuentra al pie del monte Parnaso (el lugar donde según la mitología habitan los dioses)


Trono de la sibila

Comienza el recorrido por la gran roca que, según la leyenda, es el trono de la sibila; de ahí nos dirigimos al templo de Apolo y al teatro, que es enorme y muy bien conservado. Fue construido en el siglo IV en piedra caliza del monte Parnaso y tenía capacidad para 5.000 espectadores. Cada cuatro años alojaba competiciones líricas, dramáticas y musicales que se incluían dentro de los denominados Juegos Píticos, que tenían, al igual que los Juegos Olímpicos, carácter panhelénico y gozaron de gran prestigio en los tiempos clásicos

Continuamos hasta la fuente Castalia (un lugar relacionado directamente con Apolo y su oráculo, y que servía para la purificación ritual tanto de las pitias (=pitonisas), como de los otros sirvientes del oráculo, que se lavaban sus cabellos con sus aguas, como del propio templo de Apolo, sobre el que se vertían gotas de agua para humedecerlo. También se purificaban en la fuente los peregrinos que venían a consultar el oráculo. Además, se consideraba que el agua de la fuente Castalia favorecía la inspiración de los poetas).


Fuente Castalia

Posteriormente, nos dirigimos al tholo (templo de Atenea), el más fotografiado del recinto, que es un templo circular construido en el año 390 a. C. Es uno de los edificios que formaban parte del santuario de Atenea Pronea.


Templo de Atenea

Esto es lo más relevante del recinto desde el que volvemos al pueblo contemplando el monte Parnaso a nuestro lado. Cogemos el bus de vuelta a Atenas a las 16:00 y otras 3 horas de viaje.

Ya en la capital, salimos a cenar a una taberna que nos han recomendado, Barba Yannis, donde cenamos estupendamente y barato. La taberna sirve comida griega y es muy popular entre los locales. Está hasta los topes, pero conseguimos una mesita; pedimos dos especialidades: habichuelas blancas en salsa y albóndigas en salsa blanca de limón. Muy ricas. Después vamos a un pub que también nos recomiendan, en la misma calle, a tomar un “ouzo”, un licor típico anisado con fuerte sabor dulce y olor a regaliz, hecho con base en uvas maduradas y anís, que recuerda a la cazalla. El dueño del pub, un hippy melenudo muy simpático, con pinta de gnomo y una moto impresionante, invita a Domingo a otra copa.


Miércoles, 7 de abril

Hoy vamos a visitar quizá el monumento más importante y famoso de Grecia: el Partenón.

La Acrópolis de Atenas, como cualquier otra acrópolis, era la parte alta o cima (ákros) de la ciudad (pólis). Aunque el término acrópolis se puede utilizar para designar cualquier asentamiento amurallado en una zona elevada, suele restringirse su uso a las antiguas ciudades griegas, donde eran muy frecuentes este tipo de construcciones. La Ciudad Alta era la sede de los principales lugares de culto de la Antigua Grecia. La Acrópolis de Atenas solo constaba de templos y espacios públicos en la época clásica, aunque estuvo habitada en etapas anteriores. Los templos originales rendían culto a diferentes dioses, pero en especial a Atenea. En el s.VI la Acrópolis fue cristianizada y a mitad del s.XVI islamizada. Además, tuvo usos militares durante las ocupaciones persas.

Desde 1987 forma parte de los monumentos patrimonio de la humanidad de la UNESCO.


Entrada a la Acrópolis

El acceso principal al recinto se encuentra en la zona oeste (hay una entrada secundaria por la zona sureste) y la forma más habitual de llegar a esta entrada es tomando el metro hasta la estación Monastiraki (líneas 1 y 3) y atravesando desde ahí el barrio de Plaka a pie por las calles Areos y Dioskouron (unos 700m, 12 min. en subida) o visitando primero el Ágora Antigua y saliendo al pie de la colina. También se puede llegar desde la parada de Thissio (línea 1) caminando después 1km (unos 15 min. en subida). La entrada al recinto de la acrópolis nos ha costado 12 € e incluye la visita a los edificios históricos que se encuentran dentro del recinto de la Acrópolis propiamente dicha (Propileos, Atenea Niké, Partenón, Erecteion, etc.) y a los monumentos que se encuentran en la colina sur: Teatro de Dioniso, Odeón de Herodes Ático, etc. , pero no incluye el Museo de la Acrópolis. Web: http://odysseus.culture.gr/h/3/eh355.jsp?obj_id=2384

El recinto es todo él una maravilla (pese a que hay andamios y obras por todos sitios).

La visita a la Acrópolis podría dividirse en dos: los monumentos del interior de la propia Acrópolis, en lo más alto de la cima, y los monumentos en la ladera sur.

La primera de las construcciones notables que encontramos en la Acrópolis si entramos por el sureste es el Teatro de Dioniso, que es espectacular. Su fundación se remonta a la segunda mitad del siglo VI a. C. y es considerado el primer teatro del mundo, así como el más grande de la Antigua Grecia (tenía capacidad para 17.000 espectadores). En este histórico lugar se estrenaron las primeras obras de Eurípides, Sófocles, Esquilo o Aristófanes, entre otros.

Continuando el ascenso por la ladera sur hacia la zona amurallada, inmediatamente a la izquierda del Teatro de Dioniso os encontraréis con la Stoa de Eumenes. Se trata de un pasadizo porticado que comunicaba el teatro con el odeón, sirviendo no solo como lugar de paso, sino también de reunión. Fue construida en el siglo II a. C. y tenía una longitud de 163 m. El camino que transcurre en paralelo a la stoa lleva directamente al impresionante Odeón de Herodes Ático. Construido por orden del cónsul romano Herodes Ático en el año 161, estaba destinado a acontecimientos musicales y originalmente poseía una cubierta. Aunque era mucho más pequeño que el teatro, hoy en día luce más imponente gracias a las reconstrucciones realizadas a mitad del s.XX. En la actualidad, de hecho, sigue acogiendo diferentes eventos. Desde el odeón, un caminito con escaleras nos lleva a la entrada del recinto de la Acrópolis: los Propileos. Para los profanos en arquitectura griega, los propileos eran las puertas de acceso monumentales, normalmente a un recinto de templos como la Acrópolis. Los Propileos de Atenas fueron construidos dentro del plan de renovación de Pericles hacia el 431 a.C., siendo Mnesicles su arquitecto. Eso sí, debido a las guerra del Peloponeso, nunca fueron terminados. Justo a la derecha de los Propileos, coronando un bastión, se encuentra la primera de las joyas de la Acrópolis: el Templo de Atenea Niké. Este pequeño templo jónico (8 m de altura) fue construido en honor a la diosa de la victoria para conmemorar el triunfo de Atenas en la batalla de Salamina. Es obra de Calícrates y fue finalizado hacia el 420 a.C. El templo que podemos observar actualmente es una reconstrucción de 1835 y está cerrado al público.

Después de atravesar los Propileos llegamos por fin ante la gran obra de la arquitectura griega: el Partenón.

 

Aunque las expectativas suelen ser muy altas cuando uno lo va a visitar, creemos que difícilmente puede decepcionar su contemplación. Con sus cerca de 70 m de largo, sus columnas de más de 10 m de altura y esa armonía perfecta en sus proporciones, resultaría complicado no admirar el gran trabajo de los arquitectos Ictino y Calícrates. Las obras este enorme templo dórico, supervisadas por Fidias (que además fue autor de la decoración), terminaron hacia el 432 a. C. El Partenón estaba destinado a la veneración de la diosa Atenea y tuvo diferentes usos religiosos tras la época griega. Pese a los bombardeos, saqueos, abandonos, etc., el Partenón ha sobrevivido dignamente al paso de los siglos. De los 128 m originales del friso, se conserva un 94% de las esculturas, repartidas entre el Museo de la Acrópolis y el British Museum.

El otro gran templo de la Acrópolis es el Erecteion (con el Pórtico de las Cariátides) ubicado justo al norte del Partenón. El templo del rey Erecteo, consagrado a Atenea y Poseidón, fue completado en el 406 a.C. El arquitecto de este templo, construido por orden de Pericles para albergar distintas reliquias, fue Mnesicles. El elemento más destacado del Erecteón es el famoso Pórtico de las Cariátides, con 6 estatuas de mujeres haciendo de columnas. Estas mujeres representan a esclavas de Karys, pueblo griego que había colaborado con los persas y había sido castigado por ello. Las cariátides que podemos ver en el templo son copias. Cinco de las originales pueden verse en el Museo de la Acrópolis.

El Museo de la Acrópolis se ubica inmediatamente al sur de la entrada secundaria, junto al metro Akropoli. La visita al museo es completamente independiente de la Acrópolis y no se incluye en el ticket combinado. Merece la pena visitarlo y dedicarle al menos una hora. En sus tres plantas se encuentran buena parte de las obras de arte halladas en la Acrópolis, entre las que destacan el friso del Partenón y cinco de las Cariátides originales del Erecteion (la otra se encuentra en el British Museum, como sucede con muchos fragmentos del friso del Partenón).

Terminado el recorrido y con bastante calor pese a estar en abril, visitamos el Ágora Romana donde se encuentra el Templo de Hefesto, sin duda uno de los templos dóricos mejor conservados de toda Grecia, dedicado a Hefesto y a la diosa Atenea, patrona de la ciudad.

  

Hefestos era el dios griego señor de los volcanes así como de la herrería. Son muy interesantes los frisos (con representaciones de Hércules) y las dos estatuas que representan a Hefesto y la otra a Atenea ambas de enormes proporciones.

Después de todo el recorrido cultural nos bajamos al barrio de Monastiraki, animadísimo, y nos sentamos en una terraza a  descansar y a tomar un frappe. 

Damos unas vueltas por el barrio y comemos en la plaza, en una taberna muy recomendable llamada Sigalas (https://www.bairaktaris.gr/) donde sirven comida griega fabulosa (ensalada griega, pasta de yogur con lechuga y kebab)

Pasamos el resto de la tarde recorriendo el barrio y otras zonas céntricas (mezquita de la Fuente Baja, en la misma plaza de Monastiraki, Torre de los vientos (otra vez), Biblioteca de Adriano, Parlamento, Plaza Sintagma…); hacemos algunas compras y disfrutamos del ambiente mezclados entre los paisanos puesto que no había casi ningún turista.


Mezquita de la Fuente Baja


Jueves, 8 de abril

 Hoy hemos contratado una excursión a la Argólida, una zona situada a menos de 100 kilómetros al oeste de Atenas. La Argólida, "tierra del león", se encuentra situada al este del Peloponeso y debe su nombre a la poderosa ciudad de Argos que fue la ciudad más antigua de Grecia y que estuvo habitada ininterrumpidamente desde el año 2.000 a.C.

Nos recogen a las 08:00 y partimos en bus hacia el Canal de Corinto, una vía de agua artificial que une el golfo de Corinto con el mar Egeo por el itsmo de Corinto, abriendo una vía al transporte marítimo​ y separando el Peloponeso del resto de Grecia.​ Mide 6,3 km de largo​ y se construyó entre 1881 y 1893.

Los primeros 80 kilómetros entre Atenas y el estrecho de Corinto, que transforma la península del Peloponeso en una singular isla, son escasamente atractivos. Al llegar al canal hacemos una breve parada y unas fotos antes de continuar ruta hacia MICENAS.

La civilización micénica se desarrolló al final de la Edad del Bronce, entre 1600-1200 a. C. Representa la primera civilización avanzada de la Grecia continental con sus estados palaciales, organización urbana, obras de arte y sistema de escritura. Los micénicos o aqueos, como se denominaban a sí mismos, fueron el primer pueblo propiamente griego que se estableció en Grecia. Hablaban una forma de griego primitivo y adoraban a Zeus, Hera, Poseidon, Hermes, Atenea y Dioniso. Sus gestas fueron contadas por Homero en la Iliada y la Odisea.

La civilización toma el nombre por la ciudad de Micenas, según la idea de Homero en la Iliada de que Micenas era la más poderosa, por ser su rey, Agamenón, el general en jefe de las tropas griegas en la guerra de Troya.
Los aqueos llegaron a Grecia hacia el año 2200 a. C. estableciéndose en el Peloponeso alrededor del año 1600 a. C.
Eran un pueblo guerrero, aunque amante de las artes, que vivía en fortalezas situadas en acrópolis amuralladas.
La sociedad micénica estaba muy jerarquizada, el rey ejercía el poder y autoridad, apoyado en una nobleza guerrera, constituyendo una aristocracia militar en una época en la que Grecia estaba dividida en pequeños territorios cuyos recursos procedían de la agricultura y la ganadería. Las ciudades micénicas más importantes fueron Micenas, Argos y Tirinto.

Recorremos la ciudad a la que accedemos atravesando la famosa puerta de los leones y visitamos el “Secreto de Atreo”, que es en realidad en realidad un tholos, es decir una tumba cupulada de planta circular con un corredor de acceso. 

El Tesoro de Atreo, también denominado Tumba de Atreo o Tumba de Agamenón, se construyó en torno al 1250 a.C. Es la obra maestra de la arquitectura funeraria micénica y, aunque se desconoce la identidad del destinatario para el que fue construido, se da por sentado que se trataba de un rey. Cuenta con una cámara de hasta 13 m de altura (una bóveda impresionante cuando se está en el interior) y un pasadizo de entrada de 37 m de largo. Es un buen ejemplo del arte creto-micénico al seguir el modelo difundido por todo el Mediterráneo de tumba precedida por un corredor. Se trata de un monumento espectacular. Impresiona.

Tomamos de nuevo el bus a última hora de la mañana en dirección a la pequeña ciudad de  EPIDAURO, donde se encuentra uno de los teatros más famosos y mejor conservados del mundo y tradicionalmente considerado el lugar de nacimiento de Asclepio (Esculapio para los romanos); el segundo plato fuerte, fortísimo, del día.

Comemos en el pueblo, ensaladas, musaca y cerdo con arroz y nos tomamos un café italiano (¡¡a 3€ el café!! ) y sin perder un minuto nos dirigimos al famosísimo teatro de Epidauro, que se encuentra aunos 8 Kms. de la ciudad. El teatro fue construido hacia el 350 a.C. para acoger las Asclepeia, una fiesta panhelénica que se celebraban cada cuatro años en honor del dios médico Asclepio en la que se combinaban pruebas gimnásticas y musicales. Asclepio era hijo de Apolo y de la mortal Coronis, princesa de Tesalia, un semidios cuyo don de la curación enfureció a los dioses. Los griegos lo veneraban como tal y dedicaron templos en su honor. Se lo representaba con un bastón sobre el que se enrollaban serpientes, una corona de laureles y una cabra como animal de compañía.

El teatro es el teatro más grandioso que hemos visitado hasta la fecha. Deja sin palabras y emociona pensar que en esas mismas gradas se sentaba toda esa gente hace miles de años. La construcción es imponente y  podía albergar, a 14 000 espectadores. El teatro fue concebido por el arquitecto y escultor Policleto el Joven que lo situó a 500 m al sudeste del santuario de Asclepio.

La acústica del teatro de Epidauro es excepcional: desde la parte más alta de las gradas se puede oír a los actores hablando en voz baja. De hecho, nos hacen una demostración de cómo situándonos nosotros en una de las gradas más altas se oye perfectamente el chaquido de dedos realizado en la arena por el guís. Este teatro deja sin habla!!!!! Actualmente aún tienen lugar representaciones en él.

También nos gustó bastante (y merece mucho la pena) el museo Arqueológico de Epidauro http://odysseus.culture.gr/h/1/gh151.jsp?obj_id=14361 ,que no es muy grande, pero es muy interesante, donde se exponen numerosas piezas e instrumental médico de la época muy, muy bien conservados. Muy curioso. También se puede ver en este museo el que es considerado el capitel corintio más elegante del mundo, ¡Y sí que lo es!


Viernes, 9 de abril

El viaje llega a su fin. Hoy, lo de siempre: Autobús desde el hotel al aeropuerto de Atenas. Vuelo hasta Madrid. Y coche hasta Albacete.

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