ALTEA (Septiembre, 2009) Finde con las chicas

Pese al tiempo horroroso que había estado haciendo durante toda la semana en Albacete, nos decidimos a pasar el fin de semana en la playa para despedir el verano que con el comienzo del curso escolar toca a su fin.

Tras una agobiante mañana en el instituto por ser el primer día real de clase sonó el ansiado timbre que indicaba el comienzo del asueto que supone el viernes y la perspectiva de unos estupendos sábado y domingo.

Para no perder tiempo en volver a casa a por el equipaje (que era poco dada la brevedad del viaje) lo llevamos con nosotras al trabajo y a esa hora, las 14:30, estaba ya bien colocado en el maletero del coche.

Encaminamos nuestros pasos al Corte Inglés y picamos allí algo para rápidamente salir hacia Altea.

El viaje no tuvo ningún contratiempo y en poco menos de dos horas estábamos ante la chica de recepción del Cap Negret cogiendo las tarjetas de nuestras dos habitaciones.

Pasamos el resto de la tarde paseando por la playa y “cascando” sentadas junto a la piscina.

Al caer la noche nos acercamos andando al paseo marítimo y degustamos unos mejillones al vapor acompañados por otras tapas muy ricas en una de las terrazas de éste. Sobre decir que, aunque en Albacete llovía a cántaros, en Alicante todavía era verano.

El sábado amaneció con un sol radiante y una temperatura fabulosa por lo que pasamos la mañana tumbadas en las hamacas de la piscina, paseando por la playa y bañándonos en el mar, pues el agua todavía no estaba fría. Comimos en el hotel y después nos sentamos en el chiringuito de la piscina a tomar café...y más sol.

Ya al atardecer subimos al pueblo antiguo y vagabundeamos por sus encantadoras callejuelas entrando y saliendo de todas las tiendas que encontrábamos en nuestro camino y que, todo hay que decirlo, tienen artículos bastante estilosos. No obstante, llegamos justo a tiempo a una pizzería que nos gustó para coger una mesa en el exterior; en 5 minutos todo estaba a rebosar de gente e incluso había cola para pedir mesa.

La cena fue estupenda y nada cara, por cierto.

El domingo, nuestro último día, amaneció nublado y , aunque confiábamos en que se despejaría, no fue así por lo que decidimos coger el coche e ir a dar una vuelta por el mercadillo de segunda mano y trastos cutres de “El cisne” y nos compramos algunas cosas allí.

Volvimos al hotel para comer con idea de pasar la tarde en la piscina e incluso darnos un último baño, pues el sol asomaba tímidamente de vez en cuando.

Pero conforme pasaba el tiempo el cielo se cubría de nubes más y más e incluso se oían truenos a lo lejos. Sólo pudimos tomar un café en la piscina pues decidimos salir cuanto antes dado que los truenos se oían cada vez más fuerte y más cerca. Por el camino soportamos varios chaparrones aunque íbamos rodeando la tormenta y no nos cogió de lleno. Hasta Albacete, nubes y claros.

Dos horas más tarde habíamos llegado a nuestra casa y con esa vuelta dábamos por finalizado el verano del 2009¡Una buena despedida, creo!

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

MADRID (Septiembre, 2009) Concierto de Leonard Cohen

Hace ya varios meses que guardaba como un tesoro las entradas para el concierto que el cantoautor y poeta Leonard Cohen ofreció el pasado día 12 de septiembre en Madrid.
Al fin llegó ese día tan esperado por mí y el sábado por la mañana cogimos el coche y nos acercamos a esa ciudad, colocándonos en casa de mi cuñada -dicho sea de paso-, para disfrutar de un espectáculo que , francamente, me hacía mucha ilusión. Y es que este hombre, su clase en el escenario, su porte aristocrático, distante y distinguido, y su música me fascinan. Y no sólo a mí, al parecer, ya que en el recinto del reformado Palacio de los Deportes nos dimos cita diez mil incondicionales del canadiense. Ni un solo asiento quedó sin ocupar.
Cuando Cohen apareció sobre las tablas todo el público, puesto en pie, le tributó una enorme ovación lo que, después de 15 años sin pisar un escenario, emocionó visiblemente al artista que correspondió dando las gracias con unas emotivas palabras de agradecimiento. Y no defraudó en absoluto; las tres horas que duró el espectáculo fueron un verdadero placer y a lo largo de ellas mostró su elegancia innata y su saber hacer, con una voz grave que llega hasta lo más profundo del alma y esas letras a veces románticas a veces comprometidas.


Sigue leyendo...
Poco me importa si, como cuentan, se ha visto obligado a realizar esta gira por el descalabro económico al que le ha llevado su representante pues, sea por lo que fuere, eso ha hecho que podamos disfrutar aquí y hoy de la presencia y la música del que llaman ya un artista de culto. El propio autor comentó al presentar el show, y tras agradecer la cálida acogida, que no sabía cuándo podría volver a repetirse por lo que intentaría dar lo mejor de sí y disfrutar del momento.
Sonaron a continuación los primeros acordes de la balada “Dance me to the end of love” y con ella dio comienzo un recorrido (interrumpido sólo por un brevísimo descanso) por los que han sido sus temas más representativos: “Tower of song”, "Waiting for the miracle", "Everybody knows", “Suzanne”, “If it is your will” y muchos otros, acompañado en todo momento por su banda y por las dulces voces de Sharon Robinson y las hermanas Charley y Hattie Webb con las que pudimos disfrutar de la emblemática "There ain't no cure for love". Con “Take this waltz” recordó a Lorca del que, como él mismo ha declarado en varias ocasiones, es un ferviente admirador. Impresionante estuvo con “The Gypsy’s wife” y debo destacar los varios minutos de aplausos que se sucedieron al concluir “The partisan” y que verdaderamente ponía los pelos de punta (aun con el tufillo de viejos tiempos pasados): Oh, the wind, the wind is blowing, Through the graves the wind is blowing, Freedom soon will come; Then well come from the shadows. En general cuando la gente oye canciones o poemas que hablan de ideales, de muerte, de los que no se doblegan ante la tiranía y de libertad siempre sienten un irrefrenable deseo de aplaudir, lo cual siempre me sorprende; quiero decir, que se emocionen con las palabras pero no tanto, según muestra la realidad, con los hechos.
En fin, el concierto concluyó, como no podía ser de otro modo con el tema “Closing time”, aunque empujado por los aplausos que no cesaban se decidió a cantar algo más.
Se despidió del público madrileño con unas bonitas palabras: “Gracias por mantener vivas mis canciones”; y, al igual que hizo en varias ocasiones ante los miembros de su grupo, se quitó el sombrero en señal de respeto y agradecimiento. Fue emocionante poder contemplar sobre el escenario a uno de los pocos caballeros que quedan en el panorama musical actual.

El resto del finde fue muy cultural: nos dedicamos a visitar todas las ampliaciones de museos e instalaciones que no conocíamos. El primer lugar fuimos a la ampliación de Prado; en mi opinión de profana del arte una construcción que , al menos al exterior, es bastante feucha y simplona, sin gracia ninguna (aunque sea obra del archirreconocido Moneo). No me dice absolutamente nada. Las famosas megapuertas gigantescas de bronce con forma de tronco de árbol...un horror. Sólo me gustó la entrada bajo el bosque de bog, si bien es cierto que, aunque por fuera es bastante feo (al menos discutible), por dentro la perspectiva de los espacios comunes es interesante. Un poco decepcionados, nos dirigimos al edificio de Caixa Forum; y éste sí nos sorprendió. El jardín colgante es curioso, pero la fusión entre el antiguo edificio existente y la parte moderna creada por los suizos Herzog y De Meuron resulta muy atractiva; el interior nos encantó. Fuimos allí para conocer el edificio y visitar una exposición sobre el Islam, que es un tema que me apasiona, pero ya la habían retirado. No obstante, acababan de inaugurar otra sobre los edificios de Richard Rogers que es una maravilla; en ella se presentan vídeos del arquitecto (que es, además, un gran pensador), maquetas, fotos, planos etc. de todas sus creaciones: La T4 de Barajas, el edificio de Lloyd´s en Londres, el puente de la expo de Zaragoza, el centro Pompidou..., además de los proyectos no realizados y de los actuales. Muy, muy interesante, tanto el Caixa Forum como la exposición.
De ahí nos dirigimos al Reina Sofía para ver la ampliación de Jean Nouvel que también es impactante y original; y rematamos en la Casa Encendida (centro cultural alternativo que reúne cultura, medio ambiente, solidaridad y educación con iniciativas diversas, exposiciones y talleres varios; todo ello, of course, minimalista, moderno y ecológico).
La terraza (no sé si llamarla zen) es “una pasada”, con su huertecito y todo.
Después tocó comer algo, y así con unos buenos filetes de buey y una ensalada dimos por concluido un fin de semana estupendo.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

SIGÜENZA y RUTA DEL ROMÁNICO RURAL (Agosto, 2009)

Este verano hemos repartido las vacaciones en varias escapadas breves, como venimos haciendo desde que nuestra Molly tiene que tomar una pastilla diaria y ya no podemos hacer los grandes viajes de 20 ó 30 días que solíamos. Pero no importa, los hacemos cortos y así visitamos varios lugares dispares en un solo verano. Es otro modo de entender las vacaciones que no es que nos guste más, pero ahora es lo que toca. Este año lo hemos repartido entre la semana en Madeira (que ya colgué en el blog), algunos días por la playa, Málaga, Benidorm, Altea y Torrevieja, y los pocos días que hemos pasado en Sigüenza y los pueblos que constituyen la llamada “Ruta del Románico Rural”. Éste último es el que voy a relatar.
El viaje comenzó el día 9 de agosto que salimos de Albacete; no era muy temprano y además, como no teníamos prisa, perdimos bastante tiempo en llegar. Incluso paramos en Guadalajara a comer en un bar-restaurante de carretera.
A primera hora de la tarde llegábamos a nuestro alojamiento, un hotel rural de diseño y encantador llamado La Cabaña, en la localidad de Pozuelos a 5 Kms. de Sigüenza. Como siempre podéis leer la crítica y ver fotos tomadas por mí en http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g1437553-d1458033-r37728961-Hotel_Rural_La_Cabana-Palazuelos_Castile_La_Mancha.html#CHECK_RATES_CONT. La primera impresión fue buenísima y la verdad es que resultó una elección muy acertada.
Una vez que estábamos instalados, como era todavía bastante temprano, cogimos el coche y nos dirigimos a Sigüenza a dar una vuelta por el pueblo. Aunque ya habíamos estado anteriormente, siempre resulta agradable pasear por sus calles medievales. Al llegar a la famosa Casa del Doncel que hoy es, en parte, un restaurante, y otra parte está gestionada por la Universidad, encontramos un cartel en el que se informaba de que los días que estábamos en la zona no abría por lo que nos lamentamos de no poder visitarla por dentro. En esto estábamos cuando oímos que nos llaman desde una de las ventanas superiores de la casa por la que asomaba un chico que estaba colgando un cartel de “se vende”. Nos preguntó si queríamos subir para ver desde su casa el patio interior de la del Doncel, ya que ambas (además del restaurante) eran antaño la misma vivienda. Subimos y pasamos con el joven un ratito; nos enseñó su casa y los arreglos que estaba haciendo en ella y nos explicó que, aunque estaba colgando el cartel, no tenía claro si lo haría o no; Vivía en Guadalajara y no venían mucho a Sigüenza; además, cuando lo hacía, se instalaba en casa de sus padres o suegros por lo que esta casa estaba deshabitada casi todo el tiempo. Nos contó también que él vivió de pequeño en la Casa del Doncel ya que pertenecía, en parte, a sus padres. Después se vendió a un alemán por “dos perras” para finalmente, ya dividida, pasara a la Universidad. Nos resultó muy interesante la visita y la charla.
Paseamos un rato más por las calle de la localidad; recorrimos la alameda en la que se estaba preparando la feria y por los aledaños de la catedral, construida sobre las ruinas de una vieja basílica visigoda, cuyo interior pudimos visitar ya que a esa hora se encontraba abierta. Subimos al castillo, hoy Parador de Turismo, donde nos tomamos un café.
De Sigüenza nos dirigimos a Saúca y después subimos a Jodra del Pinar por los que dimos una vuelta y visitamos las respectivas iglesias románicas.
Al anochecer, volvimos a Sigüenza y tomamos unas tapas en un bar de la alameda. Por la noche, la localidad iluminada en tonos amarillos era una preciosidad.
Ya de regreso en el hotel, descansamos muy bien pues al encontrarse en pleno campo, no se oía ni una mosca.
El día siguiente decidimos dedicarlo a la Ruta del Románico Rural. Comenzamos por Carabias que posee una de las más bonitas iglesia románicas (preciosa), luego Palazuelos (donde le hice una foto a un gato muy bonito) y Pozancos. Decidimos, a continuación, visitar la villa medieval de Atienza que es muy interesante. De camino, visitamos unas salinas romanas (que aún hoy se siguen explotando), las salinas de Imón y ya allí, subimos a Imón, un pueblecillo pequeño, agradable y tranquilo aunque sin mucho encanto.
Comimos en un restaurante en Atienza (El Mirador) con buenas vistas y una carta original, pero en realidad no tenían la mayoría de los platos que anunciaban. El trato fue correcto aunque algo seco al principio pues, aunque no había casi nadie en el local, no pusieron buena cara cuando pedimos (casi tuvimos que exigir), una mesa cerca de la ventana. No estuve a gusto en ese sitio. Luego dimos una vuelta por el pueblo: la plaza del mercado, el arco de Arrebatacapas (por la corriente de aire que siempre sopla en él), algunas iglesias como Santa María del rey, el Salvador, la Trinidad o San Bartolomé… Tomamos un café en un bareto de la parte alta mientras esperábamos que abrieran el museo sacro de la iglesia de San Gil, el cual resultó ser una colección de objetos religiosos recogidos por un cura de la localidad y cedidos por diferentes vecinos de la villa.
De aquí nos dirigimos a Cañamares que posee, como único atractivo, un puente romano; Ujados (con una pequeña iglesia y un bonito gato) y Albendiego cuya iglesia, Santa Coloma, es una maravilla y tiene la denominación de Monumento Nacional; en ella destacan el ábside y las ventanas adornadas con celosías mudéjares. De ahí subimos a Somolinos donde dimos un paseíto por la orilla del pequeño riachuelo y nos hicimos unas fotos en su cuidada iglesita.
En el siguiente pueblo, Campisábalos, nos tomamos un helado en una terraza delante de su iglesia que es también impresionante y que posee en su fachada un calendario agrícola tallado en la piedra del siglo XII muy interesante. A continuación pasamos por el castillo de Galve de Sorbe.
Empezaba a declinar el sol y el cielo se oscurecía además con negros nubarrones. Por indicación de Domingo decidimos acercarnos a un pueblo de la Ruta de los pueblos negros que ya habíamos hecho hace algunos años, si bien, no visitamos en esa ocasión Valverde de los Arroyos; Domingo sí lo conocía y aunque nos llevó un rato llegar hasta él por una carretera que no estaba en muy buen estado, mereció la pena el viaje pues se trata de un precioso pueblecillo todo de piedra y pizarra. Lo tienen esmeradamente cuidado y conservado, todo absolutamente limpio y lleno de flores. Una verdadera preciosidad que me recordó a los encantadores pueblos de la zona de la Bretaña francesa.
Volvimos tarde al hotel y, sin parar en él, nos acercamos a Sigüenza donde cenamos unas tapas (todo de fritos y empanados) en un bar muy concurrido de la Avenida en la que posteriormente nos tomamos una copa al fresco, sentados en una terraza.
El día siguiente tuvo menos piedras románicas y más naturaleza ya que lo pasamos recorriendo el parque natural del Barranco del Río Dulce, un paraje cercano a Sigüenza. Es una zona llana y elevada cortada por una red fluvial muy encajada que origina profundos barrancos. Realizamos una pequeña ruta de senderismo por una senda que recorría las orillas del río que discurre por el fondo del barranco. La subida al pueblo donde habíamos dejado el coche (Pelegrina) fue un poco dura debido a lo empinado del camino que ascendía desde el cauce del río. Pero tuvimos la recompensa en un pequeño restaurante con un mirador de espléndidas vistas en el que comimos.
El día siguiente, tras el desayuno emprendimos el viaje de regreso pasando por Guadalajara para conocer un poco la ciudad. Pasamos la mañana visitando sus calles y lugares de interés que no son muchos, la verdad. Es una ciudad muy verde, nueva y pequeña y, con tantas obras, ofrecía un aspecto bastante destartalado. Comimos en El Corte Inglés, el menú de verano que es riquísimo (gazpacho andaluz, calamares y melón). A media tarde, después del café, retomamos la carretera y en unas horas estábamos de vuelta en casa.
Ha sido una escapada corta más que un viaje, tal y como entendemos éste, pero ha merecido la pena. Al menos, hemos cambiado de aires.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS