PARÍS (Semana Santa, 2009)

Este año hemos vuelto a París en Semana Santa. Durante 5 días hemos podido disfrutar de nuevo de la ciudad de la luz; en mi opinión, la más bonita de Europa.
Es la primera vez que viajábamos desde la T4 y, en principio, nos pareció estupenda, pero eso fue antes de llegar a París y ver cómo nuestra maleta no nos acompañaba y volaba por su cuenta hacia no sé qué país(o peregrinaba por los mostradores de la T4); tardó en reunirse con nosotros dos días. Así pues, nos vimos en la terminal en París esperando el autobús con una bolsita de aseo con el logo de Iberia como único equipaje.
Nos hospedamos en el hotel Europe Saint Severin, en pleno corazón del barrio latino (la crítica, como siempre, en Tripadvisor: http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187147-d250927-r32193450-Hotel_Europe_Saint_Severin-Paris_Ile_de_France.html#CHECK_RATES_CONT
Nos instalamos, por decir algo, ya que no teníamos qué colocar en los armarios, y nos fuimos a dar una vueltecita por el barrio. Hacía una tarde fabulosa, soleada y a la vez fresquita por lo que apetecía muchísimo pasear por una ciudad tan hermosa como París.
Tras dar una vueltecita por El Barrio Latino, que a esa hora estaba muy animado, nos dirigimos a Notre Dame ( con la luz del atardecer la piedra de los edificios del París antiguo constituyen una verdadera maravilla) y merendamos en los pretiles de la fachada. A continuación bajamos por el Sena de paseo y nos sumergimos en la marabunta del Barrio Latino de nuevo. Cenamos en uno de los restaurantes coquetones de la zona y nos fuimos a acostar.
El miércoles amaneció nublado y tras desayunar en la terracita de la croissantería de al lado del hotel nos dirigimos al Museo D´Orsay, pero como era un poco tarde (no habíamos madrugado lo suficiente) había muchísima gente y la cola para sacar las entradas lo bastante larga como para desanimar a cualquiera; no nos apetecía perder media mañana esperando así que decidimos dejar el museo para el día siguiente. Descartado el primer plan, optamos por otra alternativa e iniciamos un recorrido por la zona (Palacio del Elyseo, Inválidos, Sena, Torre Eiffel), nos tomamos un café de escándalo en una cafetería cuyo nombre no recuerdo y nos dirigimos, cruzando el puente de Alejandro III al Petit Palace (todo ello son los restos que quedan de la Expo de 1900 en París) Hemos estado varias veces en París pero nunca habíamos entrado a este pequeño palacete; es un lugar encantador, arquitectónicamente hablando, con un pórtico semicircular que rodea un precioso y coqueto patio central alrededor del cual se disponen todas las dependencias y salas del palacete; en el centro del mismo se puede contemplar un bonito estanque repleto de plantas acuáticas variadas y peces de colores.
Hoy día el palacete se utiliza como sala de exposiciones y museo en el que cabe destacar la escalera de hierro forjado al más puro estilo Art Decó que comunica los dos pisos con que cuenta el pabellón. A lo largo de sus pasillos y galerías se disponen un gran número de delicadas piezas entre pintura, escultura y objetos varios. Una delicia.
Al salir llovía levemente por lo que no hubo ningún problema en continuar con el paseo por la ciudad: Plaza de la Concordia, La Madeleine, Plaza Vendome… A continuación nos dirigimos hacia la Plaza de Les Vosgues, una de las más bonitas de París. De paso, echamos un vistazo a la maravillosa iglesia de San Eustaquio que no conocíamos. También el Centro Pompidour. De vuelta, la Plaza del Ayuntamiento y, otra vez, Le Seine.
Cuando viajamos, nos gusta, sobre todo, pasear por las calles y eso ha sido lo que principalmente hemos hecho, además de saborear deliciosos cafés sentados en las numerosas terracitas que, incluso en invierno, se extienden por todas las calles de París.
Al día siguiente, madrugamos un poco y nos dirigimos al D´Orsay, y esta vez conseguimos las entradas en media hora. Dedicamos la mañana a recorrerlo y –cómo no- nos tomamos un cafelito debajo del reloj (El D´Orsay se ha instalado en la antigua estación y, como todas las estaciones de antes, muestra en la fachada del precioso edificio un enorme reloj que por el interior acoge la cafetería y el restaurante)
Como el día iba de museos, antes de comer nos dirigimos al Museo de Ciencias Naturales y Jardín Botánico que depende de la Universidad y era bonito y muy cuidado; como el día era soleado y templado, en los jardines había muchas personas pasando el día. Al salir, comimos (bastante tarde) y después cogimos el metro y paseamos por Mont Matre, Plaza Tetre, Le Sacre Coeur… En las escaleras del templo pasamos un rato muy agradable sentados y oyendo a los acntantes callejeros que ahí habían improvisado su espectáculo. Cuando se puso el sol, nos dedicamos a callejear y callejeando llegamos al hotel.
El viernes amaneció otra vez un día soleado y, tras desayunar en la Boulangerie artesanale (nuestra segunda casa después del hotel) dirigimos nuestros pasos al Museo y Abadía de Cluny que tampoco conocíamos y que nos habían aconsejado visitar. Al fin hemos podido contemplar los tapices del Unicornio que se encuentran expuestos aquí (es una colección de 6 tapices, redescubiertos por Prosper Merimée, que representan los cinco sentidos más un sexto, el amor)
La última tarde en París la dedicamos a visitar otro lugar también recomendado y que no conocíamos: el cementerio Du Pere-Dachaise, que fue el elegido por muchas celebridades de todos los ámbitos como morada final. Entre ellos reposan allí: Moliére, La Fontaine, Delacroix, S. Signoret, Ives Mountand, Oscar Wilde (cuya tumba está decorada por miles de labios rojos que han ido dejando los visitantes sobre la piedra), Paul Eluard, Edit Piaf y Casion (su último amante), Modigliani y Géricault, entre otros. Este cementerio es muy curioso y, aunque no es tan monumental como el de Milán, su visita merece mucho la pena.
Con esta visita concluimos nuestro viaje a París ya que el día siguiente, tras el desayuno, nos dirigimos en metro al aeropuerto desde el que salimos sin problemas ni retrasos en dirección a Madrid.


  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS