ROMA (Diciembre, 2010). Viaje de estudios 2º bach.

Cuatro atrevidos profesores nos hemos decidido a acompañar a nuestros alumnos de 2º de bachillerato en su viaje de fin de estudios a Roma del día 18 al 22 de diciembre del 2009.
El grupo salió temprano de la puerta del instituto en dirección a Madrid donde cogeríamos el avión con destino a Roma.
El embarque y demás transcurrió sin mayores problemas y por la noche todos estábamos instalados en nuestras habitaciones del hotel Porta Maggiore (ver mi crítica en TripAdvisor: http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187791-d250498-r64188271-Hotel_Portamaggiore-Rome_Lazio.html#CHECK_RATES_CONT)
El primer día, nos levantamos temprano (como todos los demás) y comenzaron las visitas: la primera fue la Ciudad del Vaticano.




Su nombre viene del Monte Vaticano (probablemente del latín "Vaticinĭum": predicción; pues antiguamente la colina era la sede de un oráculo etrusco o tal vez del nombre de un poblado del mismo origen; en ella visitamos los Museos (son las galerías y demás estancias de valor artístico propiedad de la Iglesia y accesibles al público en la Ciudad del Vaticano. Muestran obras de una extensa colección de la Iglesia Católica Romana. Su base fundacional fue la colección privada de Julio II, que fue elegido papa en el año 1503; más tarde otros papas han ido aumentando las extensas colecciones de que constan estos museos. Este conjunto museístico se compone de diferentes edificios de museos temáticos, edificios pontificios, galerías, monumentos y jardines. A este conjunto de edificios también pertenece la Biblioteca Vaticana, una de las mejores del mundo. Además pudimos recorrer el Patio de la Piña con su enorme bola metálica, el cambio de la guardia vaticana asó como la famosísima cúpula de la Capilla Sixtina con la pintura de La creación de Adán de Miguel Ángel (Fue construida entre 1471 y 1484, en la época del papa Sixto IV, del cual procede el nombre por el que es conocida. En su interior tienen lugar los cónclaves y otras ceremonias oficiales, como los nombramientos papales. Es célebre por su decoración pictórica, obra de Miguel Ángel. En el centro de la bóveda se representan nueve escenas rectangulares sobre la creación y la caída del hombre, rodeadas por profetas y sibilas, los antepasados de Jesús y arquitecturas y esculturas fingidas. Posteriormente y una vez visitada la basílica de san Pedro, algunos se decidieron a subir a la cúpula para ver desde allí las vistas de la ciudad mientras otros nos fuimos a comer (los profes nos dividimos para que no quedaran los alumnos solos)
Cuando bajaron todos, nos reunimos de nuevo y dimos un paseo por la ciudad recorriendo lugares emblemáticos como el Castillo de Sant'Angelo o Castel Sant'Angelo (también conocido como el Mausoleo de Adriano) que es un monumento romano situado en la orilla derecha del río Tíber, en frente del pons Aelius (actual puente de Sant'Angelo), a poca distancia de la Ciudad del Vaticano) , la Plaza Navona y finalmente el Panteón de Agrippa que es un templo circular construido en Roma a comienzos del Imperio romano dedicado a todos los dioses (la palabra panteón significa templo de todos los dioses). En la ciudad se lo conoce popularmente como La Rotonda, de ahí el nombre de la plaza en que se encuentra. Los autobuses nos recogieron al pie del Monumento a Vittorio Emanuele II – El Altare della Patria, desde donde nos llevaron al hotel para cenar. Tras la cena todos se dispersaron entre las habitaciones y la sala de estar abajo donde estuvieron los chicos tocando el piano y nosotros tomando unos “limoncellos”
El segundo día comenzó con la visita del Coliseo que dejó a la mayoría de los chicos estupefactos ya que es grandioso. Se trata de un gran anfiteatro de la época del Imperi romano, construido en el siglo I en el centro de la ciudad de Roma. Originalmente era denominado Anfiteatro Flavio (Amphitheatrum Flavium), en honor a la Dinastía Flavia de emperadores que lo construyó, y pasó a ser llamado Colosseum por una gran estatua ubicada junto a él, el Coloso de Nerón, no conservada actualmente. En la antigüedad poseía un aforo para 50.000 espectadores, con ochenta filas de gradas. Los que estaban cerca de la arena eran el Emperador y los senadores, y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad. En el Coliseo tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. Se construyó justo al Este del Foro Romano al que accedimos una vez finalizada la visita al Coliseo. En el foro pasamos el resto de la mañana hasta que llegó la hora de la comida. Tras ella quedamos con los chicos en la Plaza del Campidoglio(al lado del monumento a Enmanuelle) para dar un paseo por el centro con los que quisieran y así, acompañados de un gran número de chicos, nos dirigimos a la Fontana de Trevi. También tuvimos tiempo de hacer algunas compras. Ya de noche, nos recogió el bus y nos llevó al hotel a cenar. Tras la cena salimos todos juntos a una zona cercana (zona universitaria) a dar una vuelta con idea de dejara los chicos tiempo libre, pero no había buen ambiente para adolescentes y nos los llevamos de vuelta al hotel.
El tercer día nos dirigimos en autobús hacia Nápoles y Pompeya. En Nápoles apenas paramos (aquí nos engañó la agencia o el chófer pues teníamos una visita a esta ciudad que no pudimos realizar pues paramos sólo un momento). Lo más sorprendente era el caos de tráfico (causa a la que el conductor achacó el no poder visitar la ciudad pues no podía – según dijo- parar; aunque lo que sucedió es que no quería hacerlo)
Todo el resto de la mañana lo dedicamos a recorrer la ciudad de Pompeya con bastante mal tiempo (incluso nos llovió en algún momento). Pompeya (Pompeii en latín) era una ciudad de la Antigua Roma ubicada junto con Herculano y otros lugares más pequeños en la región de Campania, cerca de la moderna ciudad de Nápoles y situados alrededor de la bahía del mismo nombre en la provincia de Nápoles. Fue enterrada por la violenta erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79 d. C.
Llegamos a Roma por la noche, con un tráfico de ataque de nervios y diluviando. Ni qué decir tiene que no salimos a ningún sitio tras la cena.
El cuarto día comenzamos nuestro recorrido en la Plaza del Popolo que es considerada una de las mejores obras urbanísticas de la ciudad. Se encuentra en el punto de confluencia de 3 calles importantes, como son la Via del Corso, del Babuino y de Ripeta. Se caracteriza especialmente por la Porta del Popolo, obra de Bernini, que era la puerta de acceso a Roma para los viajeros que venían del norte por la Via Flaminia. En el centro de la plaza se encuentra el segundo más grande obelisco de Roma, el Obelisco Egizio, obra del 1200 a.C. En la pendiente de la terraza del Pincio se levanta la iglesia Santa María del Popolo, de la época medieval y completamente renovada en el Renacimiento. Sobre la plaza se encuentran dos iglesias externamente muy similares: Santa Maria in Montesanto y Santa Maria dei Miracoli, realizadas en el siglo XVI por Bernini.
De ahí nos dirigimos paseando hasta el edificio que conserva el Ara Pacis (Altar de la Paz) que es un monumento conmemorativo de la época del Imperio romano. Fue construido entre el 13 y el 9 a. C. por decisión del Senado, en acción de gracias por el regreso del emperador Augusto tras sus victoriosas campañas en Hispania y Galia y la paz que éste había impuesto. Está dedicado a la diosa de la Paz y se levantó en Roma, en el Campo de Marte, donde cada año se debían sacrificar un carnero y dos bueyes. De ahí nos dirigimos (ya sin los alumnos a los que dimos tiempo libre para comer) a las calles más chic de tiendas y rematamos comiendo unos espaguetis en el famosísimo restaurante Alfredo (lPlaza Augusto Imperatore, 30) en el que pudimos degustar los exquisitos, únicos y originales fettuccine de Alfredo. De ahí nos dirigimos a la Plaza de España donde nos tomamos un té con pastas en el más famoso y antiguo salón de té de Roma (Sala da de Babington) y donde nos pegaron el mayor clave de la historia de unos profesores de viaje: 56 € por tres tés y 6 pastitas.
Luego paseamos de nuevo, volvimos a la fontana de Trevi y terminamos en el monumento a Enmanuele que era el lugar donde nos recogía el bus. Antes de volver intentamos llegar a ver
la Boca de la verdad (en italiano: Bocca della Verità) que es una antigua máscara de mármol pavonazzetto, colocado en la pared del pronaos de la Iglesia de Santa Maria in Cosmedin en el año 1632. La escultura, datable alrededor del siglo I, tiene un diámetro de 1,75 metros y representa un rostro masculino con barba en el cual los ojos, la nariz y la boca están perforados y huecos. La leyenda cuenta sobre este monumento que quien miente pierde la mano al introducirla en la boca. Cuando llegamos acababan de cerra así que decidimos seguir bajando un poco más y visitar el circo romano del que no queda nada más que la forma y el espacio.
Volvimos al hotel a cenar y a preparar todo para la partida al día siguiente.
El último día nos levantamos temprano y, acompañados por un grupete de alumnos que se animaron, nos acercamos a visitar la grandiosa iglesia de San Juan de Letrán con su famosa escalera por la que los penitentes suben de rodillas.
Volvimos al hotel, cogimos las maletas y nos trasladamos al aeropuerto (que –dicho sea de paso- era un caos absoluto) para tomar el vuelo hacia Madrid. Y desde allí el autobús que nos dejaba al caer la noche en la puerta del instituto otra vez con gran alegría por nuestra parte ya que, aunque la mayoría de los alumnos fueron encantadores, sensatos y se portaron muy bien, hubo un grupo que nos amargó la vida todo lo que pudieron y más y nos tuvieron sin dormir las cinco noches que duró el viaje. Moraleja: “Cualquier viaje es mejor solo en pareja”

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LANZAROTE (Puente de diciembre, 2009)

Este año hemos decidido pasar el puente de diciembre en Lanzarote (del 4 al 8).

Hace tiempo que deseábamos conocer las islas Canarias, pero por un motivo u otro nunca nos decidimos. Ahora, por fin, lo hemos hecho y hemos visitado Lanzarote; tenemos que decir que estamos encantados porque es un isla preciosa que aún conserva el aspecto natural de aquellas zonas afortunadas en las que la especulación inmobiliaria todavía no ha clavado sus garras.
Salimos de Albacete a las 7:30 con dirección a Madrid, bajo un cielo gris que amenazaba tormenta y un frío “pelón”. El viaje transcurrió sin sobresaltos aunque bajo una espesísima niebla la mayor parte del camino. Llegamos sin novedad al hotel SHS en el que dejamos, como siempre hacemos, el coche y desde el cual nos trasladaron a la T1 de Barajas donde nos encontrábamos a las 11:10. Aunque había mucha gente, tuvimos suerte y en unos minutos estábamos al otro lado del control, tomando un café (espantoso, como suele ser el de los aeropuertos) y esperando el embarque.
Pese a un pequeño retraso, a las 15:30 aterrizábamos, con unos maravillosos 22ºC y un sol radiante, en el aeropuerto de Lanzarote en el que nos esperaba el Seat Altea que habíamos alquilado.
Sin problema ninguno llegamos rápidamente a Arrecife, donde teníamos el hotel reservado que era el Diamar (muy bien situado y fácilmente accesible desde la autovía del aeropuerto). Como siempre he dejado mi crítica en tripadvisor: http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187478-d1007935-r55302587-Hotel_Diamar-Arrecife_Lanzarote_Canary_Islands.html
Cogimos la habitación y nos deleitamos un rato en la terraza con las maravillosas vistas de las que disponíamos (justo encima de la playa) para a continuación salir a dar un paseo para tomar el primer contacto con la ciudad. Anduvimos por el paseo marítimo y llegamos hasta el castillo de San Gabriel al que llegamos cruzando el puente de la Bolas. Estaba atardeciendo y la luz del sol a esa hora con el contraste del azul del mar y la antigua piedra de la fortaleza eran un panorama inigualable. El primer contacto con la isla no pudo, pues, ser mejor.
Continuamos callejeando por el centro de la ciudad que es muy pequeña pero agradable (tomamos un cola-cao en una cafetería del centro, en la calle principal) y concluimos el día al lado del hotel, donde hay un Gambrinus en el que nos aplicamos una buena cena (papas con mojo -¡cómo no?-, croquetas de ibéricos, puntas de calamares y una exquisita sopa de cocido casera).
El segundo día nos levantamos temprano porque queríamos visitar el parque nacional de Timanfaya y no deseábamos hacer cola para entrar. El parque se encuentra cerca del pueblo de Yaiza y a toda la zona se le llama Montañas de Fuego. Fue declarado Parque Nacional en el año 1974 y en él se pueden encontrar distintos testimonios de actividad volcánica, como alineaciones de volcanes, calderas de explosión, grietas eruptivas, lagos de lava y malpaíses. En la actualidad, el Parque Nacional de Timanfaya es uno de los parajes más bellos y espectaculares del mundo.
Llegamos, pues, de los primeros y no tuvimos que esperar ni para acceder al parque ni para tomar el autobús obligatorio en el que se realiza la visita alrededor de 14 Kms. entre calderas, cráteres y espectaculares formaciones rocosas de lava volcánicas (que se llamaban de dos formas según el tipo de formación que se creaba una vez solidificada la lava: lavas aa, malpaís y pahoe-hoe (lavas cordadas).
Tras hacer la ruta verdaderamente espectacular, nos tomamos un café en la cafetería y vemos la demostración de las fumarolas.
De ahí nos dirigimos al centro de interpretación y posteriormente a Los Hervideros (formaciones rocosas de lava que se han originado al entrar ésta en contacto con el mar produciéndose cuevas y grutas por las que entra el agua salada y rompen con fuerza las olas. De ahí vamos al Charco del chico (pequeño lago, de 8 metros de profundidad, de agua de extraño color verde intenso producido por las filtraciones en una playa salvaje)
Para comer, nos dirigimos a El Golfo, un paraíso natural en la zona oeste de la isla. Nos acomodamos en un restaurante llamado Costa Azul (caro, pero muy recomendable; en un enclave privilegiado con un servicio exquisito y una comida fabulosa), sobre las mismas piedras de la playa y allí nos deleitamos con un exquisito arroz con bogavante y unos mejillones al vapor. Daba pena abandonar este lugar porque era verdaderamente maravilloso; y el tiempo acompañó también pues disfrutamos de un sol radiante y una temperatura muy agradable por lo que pudimos comer en una mesita al aire libre. Tras el café, tomamos la carretera de la costa y bordeando ésta nos dirigimos a Playa Blanca haciendo unas cuantas paradas por el camino; una que mereció mucho la pena fue el faro Pediguera desde el que se podía contemplar la isla de Fuerteventura. Una vez en Playa Blanca, que es una localidad preciosa, recorrimos sus callejas (todas en colores verde y blanco) y el paseo marítimo (en una de cuyas terracitas nos tomamos un helado) comprobando que, aunque saturada de hoteles, mantiene el aspecto natural por el tipo de edificaciones que, al igual que en el resto de la isla, se ha conseguido integrar perfectamente en el paisaje. Una de las cosas que más nos ha sorprendido en Lanzarote es precisamente cómo se ha logrado conservar el entorno y, a la vez, creado infraestructuras para el turismo. Realmente, nos pareció una isla encantadora.
De aquí volvimos a Arrecife por una serie de carreteras secundarias que nos ofrecían unos paisajes maravillosos: Femés (con un estupendo mirador desde la altura), Puerto Calero, Playa Grande, Puerto del Carmen (muy animada a esas horas), etc. Al llegar a la ciudad nos dirigimos al hotel después de comprar algunas provisiones para la cena en un supermercado cercano regentado por chinos y que siempre permanecía abierto.
El día tercero nos levantamos un poco tarde y, tras el desayuno, nos encaminamos a la parte este de la isla. Comenzamos visitando el monumento al campesino, un estrambótico, blanco, grande y moderno monumento en piedra con un precioso centro de artesanía al lado; éste se encuentra instalado en una antigua finca tradicional de típica construcción isleña en colores blanco y verde; de ahí nos fuimos a ver la Fundación César Manrique que se encuentra ubicada en una de las casas de las que el artista fue propietario. Tiene dos plantas: la superior (más museo) y la inferior (vivienda excavada en la propia lava) denominada “las burbujas” que se halla distribuida en estancias cuyos nombres responden al color predominante en su decoración y mobiliario (burbuja roja, burbuja blanca, burbuja verde...). Lo más sorprendente y curioso es el enorme jardín volcánico de pahoe-hoe de que dispone la casa. Tiene además una piscina muy coqueta en un jardín interior bajo el nivel del terreno. Toda ella es realmente ¡una pasada!.
Desde aquí nos dirigimos al Jardín del cactus, diseño también de César Manrique (como casi todo aquí) que resulta una creación interesante construida utilizando una cavidad existente: diseño circular con el interior formando terrazas superpuestas circulares también en las que se disponen cientos de especies de cactus y que se extienden alrededor de una zona central ajardinada. Por supuesto, perfectamente integrada en el ambiente. En el terreno se pueden observar numerosos ejemplares de Lagartos de Haría, una especie endémica, símbolo de la isla (la guía dice de ellos que son "pequeños y graciosillos" y hemos puesto una foto de estos bichos en el álbum).
Una vez visitado este Jardín Botánico Autóctono cogimos el coche para dirigirnos a la costa y visitar los Jameos del Agua (un jameo es un tubo vocánico derrumbado: los tubos volcánicos son un tipo de canal subterráneo de curiosa formación. Cuando se produce una erupción, la lava sale al exterior y fluye por las laderas del volcán. La parte externa y superficial de lava se va enfriando y endureciendo, mientras que en su interior continúa siendo líquida y sigue fluyendo hasta que desaparece. Cuando esto ocurre, se forma una cavidad a la que se denomina tubo volcánico. Si una parte se la superficie del tubo se desploma se forma un jameo, por el que se pude acceder al interior del tubo). A mí, personalmente, no me ha parecido nada interesante ni este agujero ni todo el turístico complejo en el que se ubica y que dispone incluso de un auditorio construido en la roca. Hay que destacar que el jameo estaba repleto de una especie de cangrejitos blancos cuyo nombre no recuerdo y que, al parecer, sólo viven aquí. Para los zoólogos debe de ser importante. Además, es el tubo más largo de Europa con sus 6 Kms. de longitud.
A continuación bajamos a comer a un pueblecillo costero llamado Orzola y nos decidimos por un pequeño restaurante del puerto cuyo nombre era Bahía (menú del día por 10 € y pico, con cocido canario, un pescado grande y raro a la plancha muy fresco, acompañado de papas con mojo, bebida y postre) Muy bien.
Dado lo poco que nos había gustado el jameo, decidimos suprimir la visita que teníamos prevista para la tarde a la Cueva de los Verdes (que también es un jameo) y nos dirigimos al Mirador del Río: un restaurante en la zona alta desde la que hay unas vistas fabulosas de la costa y de la isla La Graciosa.
Antes de volver a Arrecife bajamos a dar un paseo por a Costa Teguise que, aunque muy turística, es bastante agradable.
Ya en la capital, visitamos el castillo de San José que es hoy el Museo de Arte Contemporáneo y nos fuimos de compras al centro, a dar una vuelta por el Charco de San Ginés y después al cine a ver “2010”, tema del diluvio universal en versión moderna.
El último día, pasamos un buen rato disfrutando de la terraza al sol y de las vistas y luego salimos a dar un último paseo por la capital: el Almacén (obra también de Manrique), café en el Charco, paseo marítimo, etc.
A última hora de la mañana recogimos y nos dirigimos al aeropuerto para tomar el vuelo de regreso. Unos días maravillosos en una isla maravillosa. Un destino muy recomendable. Volveremos.

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