BUCAREST (Semana Santa, 2010)

La semana santa de este año nos hemos decidido por conocer la capital de Rumanía, Bucarest; no obstante aún tenemos pendiente una ruta por los Cárpatos que hace tiempo tenemos en mente. Hemos pasado allí 4 días (del 30 de marzo al 2 de abril)
El viaje de ida estuvo bien, sin retraso y sin problemas para llegar hasta el hotel. Al salir del aeropuerto (que es muy pequeño) hay que cruzar la carretera y justo enfrente está la parada del bus que lleva al centro (hay que comprar el billete en el kiosko y vale sólo 1 €; no como en otras ciudades que te cuesta una pasta por ir al aeropuerto. Éste es un autobús urbano normal y corriente)
Pese al tráfico caótico, en una hora más o menos llegamos a la Plaza Universitii y de allí al hotel son unos minutos. El hotel que elegimos fue el Rembrand por las buenísimas críticas que tenía en TripAdvisor y, la verdad, es que fue un acierto porque pese a ser de tres estrellas es un establecimiento precioso, estupendamente ubicado y con mucho encanto (y uno de los recepcionistas habla –estudia- español y le encanta practicar con los huéspedes. He dejado mi crítica en Trip: http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g294458-d535187-r63239287-Rembrandt_Hotel-Bucharest.html#CHECK_RATES_CONT
Nada más llegar, nos instalamos en la habitación del ático que habíamos reservado y nos lanzamos, como es nuestra costumbre, a la calle a reconocer el terreno.
Comprobamos en seguida que estábamos en todo el centro. Cenamos en uno de los muchos restaurantitos de la zona al lado del hotel una estupenda “ goulash” y ensalada (sopa típica y muy consistente. Exquisita) y nos fuimos a dormir para coger fuerzas para el día siguiente.
El día 2º nos levantamos temprano y nos dirigimos a recorrer las calles del barrio antiguo: el pasaje Hanul Cu Tei (único pasaje de posadas que queda del antiguo Bucarest. “Árbol del Tilo Inn) Fue construido en 1833 por Anastasie Gheorghe Hagi Polizu y Popovici Stefan, en la calle comercial de Lipscani . También se le llamó la Bezesten de pe Ulita yegua cea un Marchitanilor ("La posada de la calle ancha de la Tienda"). Es la única posada en Bucarest que ha conservado su forma histórica. En ella se hospedaban comerciantes importantes de todo el país. Había 14 propietarios, cada uno con su tienda en la parte superior de las bodegas abovedadas y con profundidad. Sólo el pasaje peatonal y la sala de tutores eran de propiedad compartida.
Deambulamos un poco por las callejas y luego nos dirigimos a visitar la pequeña iglesia ortodoxa de Stavropoleos que es una verdadera preciosidad. Construidda en 1974 por un príncipe de la Valaquia, combina la arquitectura bizantina rumana con una preciosa fachada de columnas. Es una joya arquitectónica con bellos frescos e iconos religiosos. Recorrimos la Curtea Veche (La corte antigua) que son los restos del palacio que en el segundo tercio del siglo XV mandó construir el Príncipe (Domnitor) de Valaquia Vlad Tepes. Gran parte de las ruinas son restos de ampliaciones de épocas posteriores, dejaron también sus huellas en el edificio otros grandes nombres de la historia rumana como Matei Basarab,Cantacuzino, Constantin Brancoveanu, etc. Con lo que un pequeño palacio de unos 400 metros llegó a tener 25.000 metros cuadrados en el siglo XVII. La desidia de posteriores gobernantes sumado a guerras, terremotos e inundaciones (téngase en cuenta que el río Dâmboviţa pasa a escasos metros de allí) terminó por convertir el palacio en un puñado de ruinas a merced de saqueadores y un foco marginal, mientras que los dirigentes rumanos construyeron y habitaron otros palacios de la ciudad.
A continuación recorrimos el bulevard Regina Elisabetha en el que visitamos el Museo Nacional. Después y corriendo para que nos diera tiempo llegamos al Parlamento o Casa del Pueblo (o Palacio de Ceausescu) El Palacio del Parlamento Rumano (en rumano: Palatul Parlamentului din România), también llamado Palacio del pueblo, es un edifico de usos múltiples que alberga las dos cámaras de parlamento de Rumania. Según el libro de los Guinness Récords mundiales, es el segundo edifico administrativo más grande del mundo (después de El Pentágono). Se extiende sobre un área total de 350.000 m² y se ubica en la Ciudad de Bucarest.
El nombre original era Casa del Pueblo (Casa Poporului), pero se le cambió el nombre tras la caída del gobierno socialista. No obstante, muchos rumanos lo siguen llamando Casa del pueblo. Su construcción se inició en el año 1985 a instancias del presidente Nicolae Ceauşescu, bajo la dirección de la arquitecta jefe Anca Petrescu. Fue necesario el derribo de varios barrios de la parte alta de la ciudad con un total de doce iglesias, dos sinagogas, tres monasterios y más de 7.000 casas.
Los números de esta mole blanca son impresionantes: 12 plantas en superficie, 8 subterráneos, únicamente 4 terminados, 315.000 metros cuadrados de extensión, de los que más de 250.000 superan los 84 metros de altura y 25 metros de profundidad. Trabajaron más de 20.000 personas en turnos las 24 horas del día, miles de ingenieros y arquitectos.
Para su decoración se utilizaron maderas nobles (nogal, cerezo, olmo, roble), mármoles, alfombras de 5 cm de espesor, lámparas en bronce, aluminio y cristal con cientos de bombillas, candelabros de casi 2 metros de altura, puertas de 5 toneladas de peso, etc.
El palacio se compone de unas 40 salas, ideadas para banquetes y recepciones, despachos, habitaciones, etc.
Es impresionante la vista desde el famoso balcón bajo el que se extiende el bulevard Unirii (copia de los Campos Elíseos de París, ciudad por la que el presidente sentía una admiración enfermiza)
El resto de la tarde (pues ya era casi de noche al salir lo dedicamos a visitar la zona de la ciudad de la parte alta del río a donde llegamos siguiendo su curso. En primer lugar subimos al famoso monasterio Antim Con sus paredes interiores y exteriores pintadas con frescos de colores vivos y luminosos; después de picar algo y tomar café nos dedicamos a vagar por las calles del centro y la ciudad vieja (como la preciosa iglesia rusa, muy cerca del hotel). Rematamos cenando en un restaurantito y tomando una limonada en un bareto de moda de “la zona” (la limonada es como aquí la cerveza, la atienen en todos los sitios y todo el mundo la toma a cualquier hora como copa o acompañando a la comida)
El día 3 (1 de marzo) nos levantamos temprano, para variar, y comenzamos nuestra ruta que hoy era también a pie pero a toda la zona norte de la ciudad. Visitamos el Museo de Historia Natural, el parque Herastrau en que había una decoración especial (enormes huevos rojos de Pascua). La intención era ver el Museo al aire libre del campesino, pero estaba cerrado en restauración. Contemplamos el Arco del Triunfo (otra total imitación del que existe en Paarís). Dimos una vuelta por los jardines y nos metimos a una pizzería muy pijita, en el parque, a comer (todo muy rico). Por la tarde seguimos paseando, tomamos café en otra cafetería muy chic (hoy tocaban sitios guays) y visitamos el Museo del Campesino Rumano que estaba en un edificio precioso, pero el museo era un poco birrioso. Continuamos nuestro paseo después por la parte nueva de la ciudad hasta la hora de la cena.
El último día, callejeamos un poco y recorrimos algunas iglesitas coquetas de la zona vieja. En una placita cuyo nombre no recuerdo nos tomamos un café riquísimo frente a una de ellas.
A continuación fuimos a ver el Museo de Arte Moderno que se encuentra en una de las alas traseras de la Casa del pueblo. Por fuera está muy bien (tiene un ascensor transparente como el Reina Sofía) pero por dentro le falta mucho, mucho, mucho. Subimos a la terraza de la azotea que es chill out y nos tomamos un café disfrutando de las preciosas vistas y del día tan soleado que hacía.
Desde allí subimos a ver la Catedral Patrialcal que – dicho sea de paso- es impresionante. Es un recinto enorme, una verdadera obra de arte del siglo XVII y principios del siglo XVIII. Se le llama Patriarquía y está situada en las cercanías del Palacio del Parlamento, en el bulevar Unirii. Se comenzó a construir durante el mandato de Constantin Serban en 1654, y fue terminada en 1665 (aunque el campanario es posterior, de 1698). Las doce columnas de la fachada representan a los doce Apóstoles, y las torres no excesivamente altas invitan al recogimiento. De las pinturas originales sólo se conservan las de la parte superior de la puerta de entrada (las interiores son recientes y representan a personalidades y generosos donadores de fondos). En el interior de la Iglesia se celebran todas las ceremonias importantes ortodoxas y es la necrópolis de todos los patriarcas. El tesoro más valioso conservado en su interior es el ataúd de plata donde están los restos de San Dumitru Basarabov, patrón y protector de la ciudad.
Ese día debía de haber alguna celebración especial en ella porque estaba la televisión (por cierto que salimos en el reportaje) y había una enorme cola de gente para entrar; en el interior había una mesa (parecía de plata) y la gente pasaba gateando por debajo de ella varias veces. Fue muy interesante.
De ahí nos fuimos en metro al Jardín Botánico que “ni fu ni fa”, un poco descuidado aunque la ida hasta él fue interesante porque pudimos visitar zonas de la ciudad diferentes (más residenciales).
Rematamos nuestra última noche cenando en un restaurante chulo una exquisita sopa “goulash” para despedirnos. Paseamos por la ciudad antigua caída ya la noche y volvimos al hotel a preparar el equipaje pues al día siguiente partíamos por la mañana para España.
Para terminar, las cosas que más me han sorprendido de Bucarest son:
-La limonada (casera siempre, por supuesto) es la bebida típica en la ciudad
-El poco turismo que hay
-Sobre todo, me llamó muchísimo la atención lo parecidos que son a nosotros los rumanos, tanto físicamente como en sus gestos, forma de expresarse, forma de vestir, tono al hablar… Son iguales a los españoles. Quizá mi idea sobre ellos se basaba en prejuicios formados a partir de los rumanos que pueblan nuestras calles actualmente. Nada que ver con la realidad de ese pueblo. Los que vienen aquí son realmente gitanos y allí me dio la impresión de que es un grupo marginal igual que lo es aquí. La población en general no tiene nada que ver con este tipo de personas que, por lo que vi, allí también se dedican a mendigar por la calle.

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