CAGLIARI. CERDEÑA (Puente Diciembre, 2011)

Este año hemos pasado el puente de diciembre en la ciudad sarda de Cagliari (Italia).
Salimos desde Madrid el día 3, a las 10:45 en punto en un vuelo de la horripilante Ryanair; digo horripilante porque los trayectos con esta compañía se han convertido en un horror pues desde que se sube al avión hasta que se baja te martilllean los oídos las azafatas a grito pelado por los altavoces vendiendo de todo (comida y bebida, duty free, boletos, loterías…), es como estar en una feria: siempre se llega al destino con dolor de cabeza. En contrapartida están los precios baratos; basta decir que el billete a Cagliari ida y vuelta nos ha costado lo mismo que un billete de tren (solo ida) de Albacete a Madrid que compramos la semana anterior.
Llegamos a Cagliari puntualmente sobre las 13:00 y recogimos el coche que habíamos alquilado allí para los tres días (con AVIS, superbarato). La zona de alquiler de coches está muy bien organizada en este pequeño aeropuerto. Los trámites fueron rapidísimos. En una hora estábamos llamando al timbre del B&B Il Cagliarese (ver la crítica en Tripadvisor: http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187881-d1788908-r121598565-Il_Cagliarese-Cagliari_Sardinia.html#CHECK_RATES_CONT) , en todo el centro de Cagliari, donde teníamos habitación. Un lugar muy, muy recomendable. Mauro, el propietario, bajó a recibirnos, nos enseñó la casa y nos orientó sobre qué visitar, cómo organizar el tiempo y dónde comer y cenar.
Bajamos a tomar un primer contacto con la ciudad y a comer, lo cual hicimos en una trattoría popular que estaba a tope.
Mauro nos indicó qué hacer esa tarde: lo mejor ver la ciudad, y así lo hicimos: Subimos a la plaza Yenne a través del largo Carlo Felice desde donde tomamos el ascensor que sube hasta la zona del castillo (que no conserva del castillo sino las torres de la muralla) hasta la puerta de la torre del Elefante. Recorremos la zona y llegamos a la plaza de la catedral en la que visitamos, además de esta, el palacio Vicerregio en el que está la oficina de turismo y temporalmente una exposición de vestidos antiguos y modernos de grandes modistos italianos. Curioso: en dos semanas hemos visto dos exposiciones de alta costura, la semana pasada en Madrid la de Yves Saint Laurent en la Fundación Maphre y aquí, esta. Seguimos paseando por la ciudad y llegamos al Bastión de St. Remy que constituye uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad y desde donde se divisan unas vistas panorámicas preciosas de la ciudad. Es muy bonito ver el atardecer desde allí. Continuamos con la ruta para llegar a la Cittadella dei Musei (Ciudadela de los museos), a la que se accede desde la plaza del Arsenal y que constituye un pequeño recinto, antiguo y moderno, muy bonito en cuanto a la estructura arquitectónica del propio espacio y de los interiores de los cuatro museos que alberga la ciudadela (visita gratuita de los cuatro: el Museo Arqueológico, la Pinacoteca Nazionale, el museo de las ceras anatomicas “Clemente Susini” y el museo cívico de arte Siamés (MAS) “Stefano Cardu”) construido sobre la estructura del antiguo arsenal militar.
Volvimos paseando por otras callejuelas del barrio antiguo hasta el Bastión en el que tomamos de nuevo otro ascensor para descender a la zona comercial por la que paseamos otro rato hasta desembocar en la plaza Yenne en una de cuyas terrazas nos sentamos para degustar nuestro primer auténtico capuccino italiano. Seguimos la ruta por la zona más antigua de alrededores de la plaza Yenne por la que visitamos numerosas iglesias y callejuelas para volver a la Avda. de Roma por la calle paralela, pasando por la plaza del Carmen. Descansamos un poco en el B&B y después subimos de nuevo a la plaza a cenar; tras intentarlo en varios lugares recomendados por Mauro, sin éxito pues está todo lleno, milagrosamente encontramos una mesa en Grotta Marcello en la misma plaza, un lugar altamente recomendable; es una trattoría montada en una cueva que está puesta con mucho gusto y donde sirven una comida (tomamos pizzas y ensalada) fabulosa ya precios no muy caros. La carta de pizzas es extensísima, incluso hay una de patatas fritas.
El día 4, segundo de viaje, tras un desayuno más que excepcional en Il Cagliarese cogimos el coche y emprendimos ruta hacia la costa Sur: Pula y ruinas romano-fenicias de Nora) que resultaron muy interesante y que solo se pueden visitar con guía. Tras ello continuamos por la carretera de la costa hacia Chía donde subimos a la torre, una de las muchísimas torres de vigilancia que rodean la isla de Cerdeña. Paseamos por la zona y por las playas parndo en lugares pintorescos. La cuestión de la comida se complicó porque, al parecer, el domingo cierra todo, incluidos restaurantes, pero finalmente en Teulada encontramos el restaurante-hostal Media luna en el que la dueña nos ofreció una comida fabulosa, muy rica, aunque la cocina estaba cerrada ya (penne al aglio y asado de carne de caza). Continuamos por la carretera de la costa hasta un pueblo típico que constituye una islita unida por un puente a la isla de Cerdeña, llamado Sant Antioco que recorrimos junto con su puerto durante el resto de la tarde. Comenzó a llover y con una enorme tormenta y una carretera bastante mala volvimos a Cagliari. Al llegar ya no llovía y nos quedamos paseando por el mercadillo navideño que estaba instalado en la Avda. de Roma, a lo largo del puerto debajo del B&B donde compramos algunas tontería y las típicas tortas finas de pan de sémola de trigo duro que ponen para comer en la zona. Tomamos en los soportales el consabido capuccino y cenamos en Ca Serafini, pescado (sepia, lubina y ensalada), muy bien, en este restaurante recomendado por Mauro.
El día siguiente, 5 de diciembre, desayunamos estupendamente para variar y salimos en la ruta del día, hacia el centro de la isla. Por una carretera bastante buena, nos dirigimos hacia Barúmini, un sitio arqueológico de una civilización de la zona llamada Nuraghi: SU NURAXI. Es un asentamiento púnico del 1500 a. C., Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1997. En Cerdeña hay bastante aldeas nuraghis que constituyen unos asentamientos prehistóricos formados por unas construcciones megalíticas defensivas ¿? en forma de cuatro torres-fortaleza y zona de otras edificaciones pequeñas alrededor. Los nuragas se construyeron en época indeterminada (no antes del VI milenio a. C.). Aunque algunos de ellos se han datado del 3500 a. C., la mayor parte de ellos se cree que se construyeron entre mediados de la Edad de Bronce(siglo XVIII-siglo XV a. C.) y la Edad de Bronce tardía. Muchos estaban en uso continuado desde su erección hasta que Roma entró en Cerdeña en el siglo II a. C. El típico nuraga está situado en un lugar panorámico y tiene la forma de una torre cónica truncada, recordando a un tholos. La estructura no tiene cimientos y se sostiene sólo por el peso de las piedras que la forman, que pueden alcanzar varias toneladas. Algunos nuragas miden más de 20 metros de alto. Actualmente, hay más de 8000 nuragas aún existentes en Cerdeña, aunque se ha estimado que en el pasado pudieron existir más de 30.000. Hay un tipo similar de estructura que tiene un corredor o un conjunto de corredores. Algunos autores consideran inadecuado incluir este tipo de estructura dentro de los nuragas y prefieren el término «pueblo nurágico» (este es el tipo del que visitamos nosotros)
De ahí nos dirigimos a visitar el Centro Cultural G. Lilliu (arqueólogo que descubre este asentamiento enterrado bajo una colina) donde vemos una exposición fotográfica de la zona y otra sobre todos los lugares Patrimonio de la Humanidad de Italia (¡¡alucinante, la cantidad!!)
Cerramos la visita con el Palacio Zapata (de aragoneses) que es hoy un museo con varias dependencias; la casa está construida sobre una construcción narughi y se visita sobre un suelo de cristal para poder ver estos cimientos.
Abandonamos la zona y continuamos por la carretera hacia el oeste, a la ciudad de Oristano donde comemos y paseamos el resto de la tarde (plaza de Roma, de Eleonora, catedral, calles típicas). Volvemos a Cagliari, tomamos un capuccino, damos un último paseo por el centro y - ¡¡al fin!!- conseguimos mesa en La oca blanca, una trattoría muy de diseño, muy recomendada y recomendable. Pizzas deliciosas. Cenamos de maravilla.
Al día siguiente, tras desayunar estupendamente, como siempre, hoy pannacota entre otras delicias¸bajamos a comprar bocatas para el viaje y a dar un último paseo por el puerto. Cogemos el coche y en nada de tiempo estábamos en el aeropuerto esperando el vuelo para Madrid. A las 20:00 estábamos de vuelta en casa, en Albacete.

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Málaga

 Hemos pasado unos día en Málaga visitando a mis amigas. Ha siso una desconexión total de la rutina.




















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EDIMBURGO (Junio, 2012)

Hemos pasado 4 días en Edimburgo aprovechando el puente de San Juan. Todo el mundo nos había recomendado conocer esta ciudad escocesa que nos ha parecido de las más bonitas de Europa: accesible, agradable, viva y monumental. Y la gente es especialmebte amable.

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PEÑÍSCOLA (Junio, 2011)

Para celebrar la jubilación de Feli las chicas nos hemos ido a Peñíscola el segundo fin de semana de junio y allí lo hemos celebrado por todo lo alto pues tal y como está el patio de la educación en España no hay nada mejor que jubilarse. Para empezar hay que decir que la casita que se ha buscado –un ático espectacular con una terraza inmensa casi encima de la playa y vistas al mar por todos los sitios- nos ha gustado mucho; aparte, Peñíscola es un lugar muy agradable y bonito con un caso antiguo maravilloso. El viaje transcurrió bien (en tren) entre risas y bromas y al llegar a Benicarló, Feli estaba en la estación esperándonos (Antonio, su marido, muy sagaz, se había venido a Albacete todo el fin de semana para dejarnos solas allí) y en unos minutos estábamos en Peñíscola. Como todas no cabíamos en el piso, algunas nos quedamos en un hotelito muy majo y cercano a su casa (Ver crítica en Tripadvisor: http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g609036-d1194201-r115311673-Mare_Nostrum-Peniscola_Castellon_Province_Valencian_Country.html#CHECK_RATES_CONT


La primera noche Felli nos enseñó un poco la zona de su casa (parte más turística) y nos tomamos unos aperitivos en un barecillo conocido.


Después subir a su casa donde tenía preparada una supercena con exquisiteces varias como mariscos y pescados frescos, ensaladas, aperitivos, etc.









Al día siguiente, tras un maravilloso desayuno en la terraza de la azotea del hotel, con un tiempo buenísimo y mirando el mar, salimos a dar un paseo por el pueblo: tomamos café, fuimos de compras, recorrimos la zona nueva…
 



Para comer: la gran sorpresa: Feli había reservado en una arrocería muy buena y nos invitó a todas a un arroz con bogavante (¡para chuparse los dedos!)




Por la tarde cada una hizo lo que quiso hasta la noche (unas se fueron a andar por la playa, otras nos fuimos al Mandarina a tomar café, otras a la playa…) Al atardecer, subimos al pueblo viejo donde pasamos el resto de la tarde recorriendo las empedradas y empinadas callejuelas. 




Bajamos a cenar a la zona de la playa a un sitio muy “de diseño” cuyo nombre es La Vinoteca, que estaba a tope y donde comimos de maravilla, todo riquísimo.
 

Intentamos tomar tras la cena una copa en el Mandarina, pero fue imposible del gentío que había aunque al final lo agradecimos ya que encontramos otro sitio tipo ibicenco con una terraza chill-out que estaba literalmente sobre el agua del mar y donde estuvimos muy a gusto.


El último día, el domingo, como suele suceder fue un tanto raro pues lo dedicamos prácticamente a recoger : dejamos las maletas en casa de Feli, dimos algún paseo, picamos algo y nos fuimos a Benicarló para tomar el tren de vuelta. ¡Ha sido un fin de semana genial!

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CÓRDOBA. Escapada a los patios (Mayo, 2011)

Al fin, después de varios años intentándolo hemos conseguido viajar a Córdoba durante el famoso concurso de Patios. Hemos estado en esta preciosa ciudad del 27 al 31 de mayo y ha resultado ser mucho más bonito de lo que habíamos imaginado. Además hemos coincidido con la feria y había, por ello, un gran ambiente.

Todo ha salido perfecto pues al hotel que estuvo genial (ver crítica: http://www.tripadvisor.es/Hotel_Review-g187430-d529087-Reviews-Hotel_Riviera-Cordoba_Cordoba_Province_Andalusia.html ) se unió una oferta estrella en Renfe por la que conseguimos billetes de preferente más baratos que turista.

Durante los 4 día que hemos pasado en la ciudad hemos visitado todos los patios que estaban abiertos, además de los lugares emblemáticos como el Cristo de los Faroles, la Mezquita, los Alcázares (en una visita gratis gracias a una invitación que nos regaló el hotel) en los que pudimos aistir a un espectáculo nocturno de luz y sonido, el palacio de Viana, la plaza de la Corredera, la casa sefardí, la casa andalusí, la capilla mudéjar, el zoco e incluso el último día hicimos una excursión a Medina Al-Zahara (que yo no conocía); también vimos los restos de Cosmopoética (el festival poético-callejero) que se había celebrado unas semanas antes.

En resumen, ha sido un fin de semana estupendo en una ciudad que aún mantiene el embrujo y la belleza de la morería.



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LISBOA (Semana Blanca, 2011) Viaje de chicas

EN CONSTRUCCIÓN


Las entradas de viajes anteriores al 2004-6, las voy metiedo poco a poco. 
De algunos viajes  tengo las fotos en CD pero de otros, más antiguos,  están en papel y hay que escanearlas. 

Es un proceso largo y laborioso así que...¡poco a poco!

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MARRAKECH (Navidad, 2010)

Al fin hemos vuelto juntos a Marrakech, otra vez. El día 1 de enero (curiosa fecha 01/01/11) salimos con dirección a la ciudad roja. El viaje, bien. La carretera desde Albacete a Madrid, vacía. El avión sale “on time”, e incluso llegamos 10 minutos antes de la hora prevista; pero hay un “pero”: Ryanair se ha convertido en una pesadilla. Uno de los pasajeros lo ha definido como “el camarote de los hermanos Marx”.
La gente corriendo para coger sitio, cuando todos estábamos acoplados una azafata dice que hay una familia de cinco personas con niños (¡joder con los niños!) que tenían que sentarse juntos y que a ver quién les cambiaba el sitio (ALUCINANTE! Los pasmaos suben los últimos al avión en vez de hacer cola, como todos, para entrar pronto y sentarse con sus nenes. En fin, hay de todo en este mundo) Y para remate, una azafata con voz gritona, y que hablaba tan deprisa que casi no se le entendía, no dejó de parlotear, micrófono en mano, desde que salimos hasta que llegamos a Marrakech: que si los productos de belleza, que si papeletas para un sorteo, que si un calendario con las azafatas de Ryanair en bikini, que si el menú (que la chillona lee a voz en grito completo plato por plato). Azafatas y azafatos parecen, en general, histéricos; corren por el pasillo como desorientados. Y son unos pesados: no se puede leer, ni descansar, ni concentrarse en nada. Y ya ni hablar de las elevadísimas tasas por facturar equipaje que hace que todo el mundo acceda a la cabina cargado de maletas por lo que es absolutamente imposible dejar nada en los estantes superiores. Un horror. Nada que ver con el “low cost” de los comienzos. En fin, por lo demás bien.
Al llegar al aeropuerto que por cierto ha quedado muy bonito (la última vez que estuve lo iban a inaugurar y estaba todo en obras) y tras los trámites pertinentes, nos recoge el taxista que hemos contratado para que nos traslade al riad Karmanda donde nos recibe Ahmed muy amable con un té a la menta que está delicioso y que nos tomamos en el patio. Mientras, nos da unos planos e información acerca de la ciudad (que ya conocemos porque es la tercera vez que estoy yo; Domingo, la segunda)
Luego nos muestra la suit Majorelle que se encuentra en el último piso y a la que se accede por la terraza, que es la que hemos reservado. Cuelgo, como siempre, la crítica en TripAdvisor: http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g293734-d1576859-r94414190-Riad_Karmanda-Marrakech.html.
Dejamos la maleta y nos lanzamos a la calle. Vamos a la plaza de Jemma El Fna (ya teníamos “mono” de su ambiente), cambiamos dinero, compramos unas bebidas y nos comemos los bocatas que nos han sobrado de la comida mientras deambulamos por la plaza y contemplamos la Kotubiya. Tras este primer contacto volvemos al riad a descansar para coger fuerzas para mañana.
El 2º día desayunamos (tortitas, croissant, zumo de naranja y café con leche –que será lo que desayunaremos cada día con alguna pequeña variación) y nos vamos andando hacia la plaza (conforme hemos ido y venido ya varias veces desde la plaza hasta el riad nos damos cuenta de la buena situación que tiene; casualmente está justo al lado del que cogí la última vez, el riad Bakara) y de ahí vamos a visitar el palacio Al Badi con sus murallas llenas de cigüeñas; desde aquí nos acercamos al palacio de La Bahía (“La Bella”).
Hay algunos sitios en los que ya hemos estado y a los que no vamos a ir en esta ocasión (La Menara, las tumbas saadíes o un hamman), pero estos palacios, el museo o la medersa de Ben Youssef sí se merecen otra visita. Al salir callejeamos un poco antes de entrar al museo etnográfico, Dar Si Saïd, desde el que nos vamos a dar una vuelta por los zocos y a comer en un restaurante típico, el Dar Mimoun; el sitio bonito y muy agradable pero la comida, nada del otro mundo (de hecho el cus-cus de verduras lo he probado muchísimo mejor en sitios muchísimo más cutres). Después de comer damos un paseo por la avenida de Mohamed V hasta el barrio nuevo de Guéliz que es como todos: Zara, Mango, Stradivarius… Como queremos ir pasado mañana a Essauira a pasar el día, alargamos un poco más el paseo hasta la estación de trenes y luego a la de los autobuses que van a este pueblo costero, pero nos llevamos un chasco porque al ser año nuevo todo está completo para mañana, y para pasado podemos ir pero podríamos tener problemas para volver por lo que descartamos esta excursión.
Volvemos a la zona vieja pasando por la Kotubiya y por el parque de detrás y nos sentamos en una mesita de Le Glacier a tomar un té y contemplar el espectáculo que supone la plaza por la noche. Cuando nos entra el hambre nos dirigimos a los chiringuitos y en uno de ellos nos tomamos unos calamares, salchichillas, patatas fritas y poco más, aceitunas y salsas picantes y aderezadas.
Al día siguiente, tras el desayuno, hacemos un rato la fotosíntesis en la terraza del riad -y a poco estamos de quedarnos dormidos al sol. La visita de hoy comienza por los jardines Majorette, de Ives Saint-Laurent, que no conocemos. Vamos a la plaza a tomar un taxi y nos despistamos con el preacuerdo del precio por lo que el sinvergüenza del taxista nos cobra 100 dh., es decir, 10 € (a la salida nos volvemos en autobús, el nº 4, que nos deja en la misma plaza por 7 dh. los dos, o sea, 0,70 €; o sea, que nos han timado en toda regla. Los jardines son bonitos y pequeños, pero con una enorme colección de cactus impresionante. Todo muy colorido y muy cuidado (ya se puede a 6 y pico € que cuesta la entrada y que es una pasada teniendo en cuenta que eso es lo que vale el ticket para ver la medersa de Ben Youssef, el museo y la fuente; pero es agradable el paseo por ellos y muy chula la exposición que hay en el museo interior donde se exponen algunos trajes diseñados por el modisto e inspirados en Marrakech que quitan el hipo (sedas, oros, tafetanes, rojos, amarillos, naranjas, buganvillas….)
El bus nos deja en la plaza y desde ella, atravesando todos los zocos –en los que aprovecho para comprar algunos encargos- llegamos al museo, la impresionante medersa y la ruinosa fuente. Nos acercamos a Dar Moha para comer, pero ya habían cerrado (se nos ha hecho tarde) así que comemos en Chef Abhelhay, un sitio cutre, cutre y pintoresco, pintoresco donde encima de hules pudimos degustar una parrillada mixta, que estaba riquísima, con ensalada y té. Callejeamos un poco más y paseando volvimos al riad para disfrutar un poco de él al atardecer; nos sentamos en la terraza, al sol, tomando un té a la menta hasta que se puso el sol. Entonces nos encaminamos de nuevo a la plaza y nos colocamos en la terraza superior del vecino del Tubkal (Puré de verduras, pastilla y té) Dimos unas vueltas por la zona y nos fuimos a dormir.
El último día, como nos falló el plan de Essauira, decidimos improvisar y pasarnos el día perdidos por las callejuelas de la medina descubriendo rincones nuevos. Nos lanzamos a la calle bastante tarde (nos en la terraza al sol casi una hora porque era muy agradable y se estaba allí ¡de muerte!) Y dicho y hecho, nos perdimos por una zona cerca de los palacios y que no conocíamos en la que apenas se veían turistas (allí encontré al fin unos jabones artesanales que me encargó Esperanza, tarea difícil, porque aquí el jabón típico es una pringue grasienta que venden a cucharadas y que parece cera de las piernas a medio derretir)
Cuando volvimos a la plaza vimos un autobús turístico parado cerca de la Kotubiya y lo cogimos (por 14 € puedes usarlo durante todo el día, bajar y subir y tiene dos recorridos: la zona vieja y nueva, y el palmeral) Hicimos la primera ruta entera, luego bajamos a comer en Jemma El Fna en la terraza del resturante Terrace Panoramique en el que primero te colocan las bebidas y después cuando pides el menú que está anunciado abajo y que figura en la carta, te dicen que sólo hay el menú caro y del otro prácticamente no tienen ningún plato. He constatado, con bastante pena, que Marrakech está cambiando muy rápidamente; desde la primera vez que vinimos, el cambio es notorio: a peor. Antes era impensable que intentaran timarte, o al menos no lo hacían con la desfachatez con la que lo hacen ahora (los taxistas, los camareros, los restaurantes que siempre anuncian platos que luego casualmente no tienen (si es medio día resulta que lo hacen por la noche; pero la noche anterior te habían dicho que ya no quedaba y que era por el día cuando había). Los niños eran pesados pidiendo, pero no se atrevían a tocarte y ahora poco menos que te amenazan para que les des algo. Una pena pero el turismo está destrozando la ciudad y a sus gentes, antaño tan hospitalarias.
Después de comer volvimos a tomar el autobús turístico e hicimos la ruta del palmeral. También me sorprendió que está bastante descuidado y que me pareció que permiten construir casas (mansiones y spas) en su interior.
En fin, un paseo agradable.
Para rematar, volvimos a hacer el recorrido del casco histórico “at night” y luego nos acercamos al riad a hablar con Ahmed para reservar el taxi de mañana al aeropuerto y ultimar los detalles del pago. Descansamos un rato y nos tiramos de nuevo a la marabunta de la medina. Cenamos en los tenderetes de la plaza (que hay que decir que es donde mejor está la comida, más barata y no tratan de engañarte): harira, brochetas mixtas y de verduras y “olives”; todo muy rico.
Cerramos la estancia en Marrakech con un té a la menta y un cuerno de gacela (que estaba “de muerte”) en la cafetería inglesa de la plaza.
A la mañana siguiente, desayunamos y nos subimos a la terraza a tomar un poco el sol mientras esperábamos a Ahmed y el taxi que nos llevó al aeropuerto.
Ryanair otra vez, pero en esta ocasión los azafatos estaban más tranquilos y el viaje transcurrió sin gritos ni carreras. Mucho más agradable.

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