VALLADOLID: Una joya desconocida

Valladolid es una ciudad impresionante. Hemos pasado en ella tres días (del 15 al 18 de marzo) y nos ha sorprendido muy gratamente. Es monumental, limpísima, tranquila y se respira en ella un ambiente muy agradable. Nos fuimos el jueves al salir de trabajar, en el tren que pasa por Albacete a las 15:30 y va directo a Valladolid a donde llegamos en 4 horas. Nos alojamos en el hotel Mozart (cuya crítica he dejado en Tripadvisor) que era supercéntrico y perfecto. Al llegar nos acomodamos en la habitación, dejamos el equipaje y nos lanzamos a la calle para un primer contacto con la ciudad. Nos dirigimos al Campo Grande donde se encuentra la oficina de turismo pero ya han cerrado así que volvemos hacia el centro dando un paseo por la calle Santiago hasta la Plaza Mayor: una preciosidad. Por las callejas anexas a la plaza se extiende la zona de tapas. Hace una noche estupenda, primaveral así nos sentamos en una terraza a tomar un vino y unas tapas (los jueves las tapas son baratas y está a tope de gente la zona); los vinos son fabulosos y los sirven en copa alta y grande: un placer. Luego nos volvemos al hotel a descansar. El segundo día nos levantamos y vamos derechos a la churerría El Castillo (a 10 metros de la puerta del hotel) que habíamos localizado el día anterior y nos tomamos un chocolate con churros para empezar la jornada con fuerza. Volvemos a Turismo y ahora sí la encontramos abierta. Nos informamos de todo y nos hacemos con varios mapas. Nos ofrecen la opción de la tarjeta Valladolid card que sólo vale 5 € y con la que tenemos acceso gratis a casi todos los museos y además un recorrido en el bus turístico (la sacamos y amortizamos con los dos primeros museos que vimos). También reservamos una visita guiada de 2 horas por los conventos y claustros para el sábado a las 17:00 (por 3 €). Vimos otra visita muy interesante: una ruta por los escenarios de El hereje, la novela de Miguel Delibes, pero era el domingo, día en que volvíamos a Albacete, y nos tuvimos que conformar con los claustros. De ahí nos dirigimos lo primero al Museo Nacional de Escultura, una maravilla con piezas de imaginería de una delicadeza extraordinaria; el museo ocupa tres edificios: el colegio de Teología de San Gregorio, la Casa del Sol (con réplicas de grandes figuras dedicadas en especial al culto a la belleza corporal) y el Palacio (alguna sala) de los marqueses de Villena donde se halla expuesto un belén napolitano del siglo XVIII. Nos tomamos un café en la cafetería exterior del museo y continuamos la ruta hacia el Museo de Arte Contemporáneo (en lo que se conoce cono Patio Herreriano) por el edificio en el que se ubica. En el interior del claustro, sobre el césped se ha colocado una descomunal escultura en metal de los Reyes de España (un horror!!). El lugar es original y las obras… no sé qué decir. La chica del museo, a la que preguntamos por un restaurante, no aconseja un local cercano en el que degustamos un muy buen cocido castellano. A las 16:00 abre el Museo Oriental de los agustinos, al lado de la estación, y a esa hora en punto estábamos en la puerta. ¡Madre mía! Es una verdadera maravilla todo lo que exhiben en él, especialmente los objetos chinos, recogido por los misioneros y traído desde las colonias, aunque muchas piezas fueron donadas por diferentes personas. Salimos a las 16:50 y rápidamente nos dirigimos a la puerta de Turismo para coger el bus turístico que sale a las 17:00; la idea era hacer todo el recorrido pero decidimos súbitamente bajar en el Museo de Ciencias (muy interactivo), edificio moderno e interesante al lado del río Pisuerga, para visitarlo, cosa que tuvimos que hacer muy rápido pues cerraba a las 18:00. A las 17:50 salimos del museo y volvimos a tomar el bus para continuar al ruta turística (el bus solo tiene dos viajes, a las cinco y a las seis). Por desgracia el buen tiempo se esfumó y comenzó a llover por lo que el resto del viaje lo hicimos en el interior y no en la planta superior descubierta que es la guay. Al bajar era ya de noche pero aún podíamos aprovechar la tarjeta Valladolid card visitando la Casa de Colón que cierra a las 20:30 y no tiene nada de casa pero es muy instructiva. Volvemos al centro callejeando (plaza de San Pablo, Universidad Vieja, Catedral…) y acabamos de tapas en la plaza Mayor, divinamente. El sábado desayunamos en la calle Santiago, en un bareto un poco cutre, pero un desayuno muy rico y nada caro. Hoy toca visitar todo lo que nos quedó (que ya procuramos dejar lo que es gratis). Comenzamos por el palacio donde nació Felipe II, el palacio Pimentel, donde observamos el maravilloso vestíbulo con azulejos pintados a mano que representan imágenes importantes de la vida del monarca ligadas a la ciudad de Valladolid, plaza de San Pablo otra vez… y llegamos a la Casa de Zorrilla que merece muy mucho la pena; es una preciosidad y los objetos son auténticos, además es gratis y la visita es guiada por lo que te explican todo (una chica tipo robot que se ha estudiado de memoria el papel, pero que es muy amable). Continuamos el paseo y nos dirigimos al Museo de Valladolid, instalado en un precioso palacete rosa con un claustro muy bonito. De ahí pasamos al Coso Antiguo (la primitiva plaza de toros (muy similar a la que vimos en Tarazona de Aragón) que ahora son viviendas particulares con un patio arbolado central (=coso). Se nos ocurre durante el paseo (al ver anuncios en la pared) que podemos sacar entradas para ir al auditorio nuevo a escuchar un concierto pues hay uno hoy con piezas de bandas musicales de cine con interpretación de la orquesta sinfónica, así que vamos a Turismo y compramos las entradas. De ahí vamos a visitar la Casa de Cervantes (donde vivió durante los 2 años en que se trasladó la Corte a Valladolid) y que resulta interesante (entradas gratis para los profes). Luego subimos hasta la Plaza de España y recorremos las concurridas calles peatonales comerciales acabando comiendo en un restaurante de diseño en el que encontramos sitio de milagro porque estaba todo “petao”; comimos muy bien y había menú del día (aunque el menú es más caro que en Albacete). Luego nos vamos al hotel a descansar un poco antes de la visita guiada que empezamos a las 17:00 (Las francesas, palacio Pimentel, San Pablo, Patio herreriano, colegio San Gregorio, etc.) Al terminar, tuvimos que darnos prisa para coger un bus (el nº 8) que lleva al auditorio Miguel Delibes que está fuera de la ciudad. Asistimos al concierto que estuvo regular y luego cenamos en las tascas de la Plaza Mayor. Dimos un último paseo antes de volver al hotel. Al día siguiente desayunamos en la estación (antigua y muy chula= todavía no la han convertido en un Vialia impersonal) y a las 10:00 cogimos el tren para Albacete donde llegamos justo a la hora de comer. Hemos quedado encantados con el viaje y sorprendidos por una ciudad desconocida a la que es imprescindible conocer.

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VENECIA (Carnaval, 2012)

Este año hemos pasado el carnaval en la ciudad con el carnaval más elegante del mundo: Venecia. Como siempre, hemos ido las 10 chicas y, como siempre también, lo hemos pasado estupendamente,
Salimos de Albacete el sábado en el microbús que contratamos y en dos horas estábamos en Valencia esperando nuestro vuelo que despegó en punto y llegó con 10 minutos de adelanto al aeropuerto de Treviso donde nos esperaba la empresa con la que habíamos reservado el transporte (para la vuelta sacamos los billetes con el bus de Ryanair en el avión)
Nos recogieron en sendos Mercedes (cochazo y furgoneta) y en el trayecto hicimos una paradita para café y “venecianos” (buñuelos con crema y pasas típicos)
Llegamos a la plaza de Roma donde también nos esperaba el taxi privado que teníamos reservado y que nos condujo, a través del Gran Canal, hasta la parada del vaporetto Ca´Rezzonico en la esperamos un ratito a la chica que nos acompañó hasta el apartamento Terrace & Garden que estaba muy bien situado y era precioso (ver crítica en Tripadvisor)
Nos instalamos, fuimos a la tienda a por provisiones, después a la primera tienda a por máscaras y nos dirigimos en vaporetto a la Plaza de San Marcos para ver el ambiente. Dimos una vuelta y cenamos pasta en un restaurante del centro (con pannacota y tiramisú casero de escándalo de postre). Callejeamos un poco y volvimos a casa a tomar unas copas a la luz de unas velas.
El segundo día nos dividimos: un grupo se fue a la Academia y otro a Sta. Mª dei Frari, Guetos etc. Pero el grupo A tenía el museo cerrado y, tras ver la regata en el Gran Canal, decidimos unirnos para hacer la ruta juntas aunque, al final, nadie hizo lo que había pensado sino que pasamos la mañana recorriendo los barrios del centro. Seis de nosotras (Charo, Esperanza, Nani, Carmen Paterna, Maite y yo) realizamos un paseo de una hora en góndola que fue de lo más bonito y agradable pues nos llevó por pequeños canales a lo que solo se accede por el agua y es la única forma de conocer de verdad y a fondo esta mágica ciudad; también nos llevó por el Gran Canal e incluso pasamos bajo el puente Rialto. Fue precioso.
Comimos en La Botega y después el grupo se volvió a dividir: parte a la Academia y parte…”a callejear” Las que callejeamos nos compramos unos “venecianos” en la mejor pastelería de Venecia, y nos tomamos un vino caliente y café en un garito que estaba muy bien. Luego dimos un paseo que nos llevó al Peggy Gugenheim, un hotel alucinante de 5* en el Canal y acabamos en Sta. Mª de la Salute. De ahí nos fuimos a la Casa de Oro y Sta. Mª dei Frari que es impresionante. Casualmente nos encontramos con el resto del grupo y proseguimos juntas hacia el puente de Rialto haciendo algunas compras por el camino. Unas cuantas se fueron a comprar tomates para la cena y nos perdimos. Algunas acabamos en el Mercado de Rialto bailando en una verbena con un chico disfrazado de pollo. Hubo un poco mosqueo por el desbarajuste hasta que nos encontramos, pero finalmente volvimos todo el grupo a casa y cenamos allí divinamente. Unas copas y unas risas y a dormir.
El tercer día amaneció lloviendo. Teníamos la visita al Palacio Ducal a las 10 en punto y a esa hora estábamos entrando. El interior es impresionante y pasar por las mazmorras y el Puente de los Suspiros pone los pelos de punta. Al salir entramos a San Marcos (pues no había mucha cola) que recuerda muchísimo a Santa Sofía de Estambul.
El resto del plan del día era visita por las islas en vaporetto y no hubo problema pues había dejado de llover. La idea era ir a Murano y Burano pero se hizo tarde y solo fuimos a Burano. Comimos en un sitio que nos habían recomendado, El Gato Negro, y fue un acierto porque la comida era fabulosa, el vino riquísimo y el servicio también genial; aunque un poco caro.
Volvimos ya de noche a Venecia y dimos un paseo para hacer compras y despedirnos del puente de Rialto. El grupo volvió a casa a cenar pero Nani y yo nos quedamos dos horas callejeando; acabamos en la Plaza de San Marcos viendo un concierto. Volvimos en vaporetto, cenamos y nos fuimos a dormir.
El último día cada una lo aprovechó a su manera. Todas nos levantamos temprano y salimos a la calle a pasear: Campo de Santa Margarita, Gran Canal, Sta. María del Cármine..., una última vuelta por el barrio del Dorsoduro que era el nuestro.
A la hora convenida volvimos a casa y emprendimos el camino a plaza de Roma a coger el bus al aeropuerto.
El avión salió en hora y llegó en punto a Valencia donde nos esperaba el autobús que nos llevó de regreso a Albacete.
Ha sido una experiencia especial pues, aunque la mayoría ya habíamos visitado Venecia, ninguna lo había hecho en carnaval lo que verdaderamente merece mucho la pena.

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