RUMANÍA. Monasterios y castillos de los Cárpatos

La Semana Santa de este año la hemos pasado en Rumanía, 8 días haciendo una ruta por el norte del país (Transilvania y Moldavia, principalmente) para visitar los monasterios pintados de Bucovina y algún castillo de la zona de los Cárpatos.

El 31 de marzo, salimos desde Madrid en vuelo directo a Bucarest donde nos hospedamos. Tras acomodarnos en el hotel Ibis (las reseñas de todos los hoteles las tenéis en la pestaña Mi tripadvisor de este blog o en la web”) y después de la cena (temprano como es la costumbre) nos fuimos en metro al centro, que ya conocíamos pues pasamos hace dos años unos días en la ciudad, por el que dimos una vuelta y que estaba muy animado con muchísimas terracitas y pub por las calles pues el buen tiempo, primaveral, acompañaba.

Esta primera noche salimos con las que serían nuestras compañeras de viaje y, a partir de ahora, amigas, Marivi y Laura, a las que se unirían unos días después Jesús e Isabel (“El sexteto de los Cárpatos”)

El día 2, tras desayunar realizamos una visita panorámica por la ciudad de Bucarest visitando la zona antigua, La Casa del pueblo, la Patriarquía y el Museo del pueblo que es un complejo al aire libre de casas típicas de Rumanía traídas aquí desde sus respectivas zonas. Tras comer en un restaurante muy elegante, Noblesse, salimos hacia el norte en dirección Sinaia localidad que toma su nombre del monasterio que fue construido en esta zona a imitación del del monte Sinaí y que dio origen a la localidad. Visita de la ciudad.

Día 3. Tras el desayuno continuamos la ruta a través del valle del río Prahova, con paisajes preciosos, atravesando tierras de Transilvania en dirección Miercurea Ciuc. Antes de la comida realizamos una parada en Prejnev, para visitar su extremadamente bien conservada iglesia luterana fortificada que es además patrimonio de la Humanidad (es impresionante la cantidad de lugares que tiene Rumanía declarados Patrimonio de la Humanidad y que son bastante desconocidos). El reciento en cuestión nos ha parecido excepcional y nunca habíamos visto algo similar: se trata de una especie de fortaleza redondeada en cuyo interior se encuentra, además de la iglesia, una serie de cuartos, tipo celdas, alrededor de varios patios y dispuestas en tres plantas unidas por laberínticos corredores. Estos cuartitos están numerados y esa numeración es la misma que poseían las casas del pueblo; de esta forma, en caso de peligro o ataque a la aldea, cada familia se refugiaba dentro de la fortaleza y ocupaba el cuarto correspondiente al número de su vivienda. En tiempos de paz se usaban como almacenes para las familias. En el interior había además una escuela. Muy curioso.

Tras el almuerzo continuamos a través del desfiladero de Chaili Bicaz (gargantas famosas) donde paramos a comprar un dulce típico elaborado en las brasas (consiste en una especie de masa blandita que se coloca alrededor de un cilindro metálico que, cual pinchito moruno, se coloca sobre unas ascuas girándolo continuamente para que no se queme; luego se reboza de azúcar, nueces picadas, etc. Está buenísimo.

Bajamos al lago Rojo y pasamos un rato muy agradable comiendo dulce y contemplando el extraordinario paisaje (el lago se encuentra totalmente helado)

Continuamos viaje hacia Piatra Neamt (llamada también Miercurea Ciuc) donde llegamos, damos una vuelta (aunque la ciudad no tiene salvo una iglesia bonita) y después de cenar y hablar un poco con los amigos, nos vamos a dormir.

El 4º día, por fin, toca visitar los preciosos monasterios de Bucovina que son Patrimonio de la Humanidad (unos por las pinturas y otros por la arquitectura). Están pintados tanto el interior como el exterior lo cual es sorprendente pues la pintura se mantiene perfecta, con las extremas condiciones meteorológicas de la zona, desde la Edad Media. Comenzamos por el de Agapia (que no está pintado pero es Patrimonio por la arquitectura); de éste nos dirigimos al de Voronet (“La joya de Bucovina”) y finalmente el de Humor. Almorzamos en el restaurante Elegance, muy agradable. Por la tarde nos detenemos en Suceava, en el recinto formado por el monasterio e iglesia de Campulung Moldovenesc, con preciosas cúpulas de azulejos esmaltados. Damos una vuelta por la ciudad , donde visitamos además el Museo de la Madera, y retomamos la carretera para llegar a dormir a Raudati (localidad que no ofrece nada interesante).

El día 5 continúa la ruta de monasterios, hoy recorremos por la mañana los de Sucevita y Moldovita. Tras la comida enfilamos la carretera hacia el Paso Borgo, lugar en el que Bram Stocker sitúa el comienzo de la novela de Drácula. Parada para visitar el lugar que está ambientado como el castillo, según nos dicen, aunque en nuestra opinión no se parece en absoluto a la idea que tenemos de ese lugar por la lectura de la novela: en el hotel en el que aterriza el abogado que busca el castillo del conde. Continuamos a Bistrita donde llegamos tarde. Dado que aquí se sitúa el punto de inicio de la novela, hoy tenemos una cena especial en el hotel Coroana de Aur, con Drácula y todo que nos da la bienvenida ofreciéndonos un sangriento cocktail en la entrada al restaurante; un dúo de piano y violín amenizan el evento en el que podemos degustar los platos más típicos de la región que además están buenísimos. Cenamos, pues, estupendamente, charlamos nos reímos y dormimos.

El 6º día lo dedicamos a visitar Sighisoara, una de las ciudades más bonitas que hemos visitado (el casco antiguo recuerda a Praga).

Comenzamos por la ciudad moderna que es agradable y se ve una ciudad muy animada. Anduvimos por la plaza Trandafirilor, con forma rectangular y que es el centro de la ciudad. Tiene un parque en el centro, y muchos edificios bastante bien reformados a ambos lados. En un extremo de la plaza se encuentra la iglesia ortodoxa y en el otro el Palacio de Cultura que es un edificio impresionante que encierra una sala con unas vidrieras impresionantes (que representaron a Rumanía en una expo universal por su belleza y delicadeza). A continuación, subimos a la ciudadela amurallada medieval, con sus puertas, pasajes secretos, calles todas adoquinadas y llenas de casitas de dos plantas pintadas de vivos colores, la Torre del Reloj del siglo XVI, una curiosísima escalera cubierta (construida en el XVII) de 174 escalones que sube desde la plaza a la zona alta donde se encontraba la escuela y era utilizada por los niños para no mojarse en invierno) y la casa donde nació Vlad Tepes que hoy día es un restaurante precioso en el que comemos; en el interior hay un retrato al óleo del conde así como elementos alusivos a su leyenda. Vlad Tepes, el conde Drácula de la novela, fue un príncipe rumanoconocido como Vlad, El Empalador , del que se cuenta que era un ser cruel y que empalaba a sus víctimas aunque en realidad solo empalaba a sus enemigos , principalmente otomanos. Esa es la realidad, el dato histórico; el resto (vampiros que muerden, conde que bebe sangre y mata a sus víctimas para ser inmortal etc.) es únicamente la leyenda que surge a raíz de la publicación de la novela de Stocker. En Rumanía, en contra de lo que cree mucha gente, no hay ninguna tradición ni leyendas sobre vampiros ni nada parecido, no obstante, toda la historia fantástica alrededor de este perverso y misteriososconde le ha venido muy bien desde el punto de vista del turismo.

Abandonamos tras la comida la maravillosa ciudadela y nos dirigimos a Brasov, otra ciudad que merece mucho la pena. Antiguamente conocida como Kronstadt, hoy es una animada ciudad que conserva el aire antiguo en los monumentos que pueblan sus calles pero a la vez es moderna y dinámica. El centro lo constituye la plaza Sfatului, que está muy bien conservada. En el centro hay un edificio que alberga un museo, y la plaza la forman típicos edificios de dos o tres plantas con fachadas de colores; en ella están concentrados los monumentos medievales más conocidos: la Iglesia Negra, la Casa Hirche o los edificios en estilo barroco de la época austro-húngara. Pasamos la tarde recorriendo sus calles y admirando su arquitectura para al anochecer subir a la estación invernal de Poiana Brasov, una de las más conocidas y frecuentadas en Rumanía, donde cenamos y nos alojamos .

El día 6 por la mañana, antes de partir hacia Bran donde podemos descubrir el famosísimo castillo conocido como “El castillo de Drácula”, visitamos una peculiar escuela que es a la vez Museo de Libros antiguos (impresionante lo que tienen allí); un catedrático de la Universidad nos explica todo lo referente a estos antiguos volúmenes. De ahí emprendemos el camino hacia Bran para conocer su encantador castillo construido por los habitantes de Brasov en 1377 para la defensa de su ciudad. El castillo de Bran (en húngaro:Törcsvári kastély) es una fortaleza medieval húngara, que goza de gran atractivo turístico por su relación con la novela de Bram Stoker. Situado cerca de Braşov en Transilvania, es un monumento nacional y uno de los puntos clave del turismo rumano, si bien su valor estriba en su antigüedad y arquitectura y no en su vínculo con el personaje del conde Drácula, que es ficticio. Por otra parte se sostiene que Vlad III Drăculea, el personaje histórico real en el que se inspiró Stoker, jamás estuvo en este castillo, y que su verdadera fortaleza fue el Castillo de Poenari, hoy parcialmente en ruinas.

Este castillo es una preciosidad, muy coqueto, nada grandioso y relativamente pequeño, que merece muchísimo la pena su visita; está amueblado completamente y es perfectamente habitable (hasta épocas recientes ha sido la residencia preferida de la reina María que lo ha visitado con frecuencia)

Comimos al lado del castillo y emprendimos camino hacia el castillo de Peles que es realmente un palacio pues se trata de la antigua residencia de verano de la familia Real que hospeda una colección de armas y armaduras única por su riqueza y su diversidad. Este palacio es de los más bonitos que hemos visto con sus laberintos de pasillos y el exterior con pintura y madera; uy en un enclave excepcional.

Llegamos a Bucarest por la tarde y nos dirigimos directamente a una cervecería famosa a cenar y ver unos bailes típicos rumanos. El local estaba a tope y a medio de la cena, una joven rumana vestida con un traje regional sacó a Domingo a bailar que se marcó unos pasos con gran soltura.

Nos retiramos pronto pues al día siguiente salíamos muy temprano de regreso a España donde llegamos en hora y sin contratiempo.

Para finalizar, como nota de interés es necesario añadir que hay que pagar en la mayoría de los monumentos por hacer fotografías interiores; en el caso de los monasterios de Bucovina incluso se paga por hacer fotos del exterior.

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