ISLAS AZORES: Terceira. (Navidad, 2014)

Este año hemos decidido, a última hora, pasar las vacaciones de Navidad en las islas Azores, en concreto en Terceira. La razón es sencilla: el precio, ya que por unos 600€ hemos reservado un paquete que incluye el vuelo directo desde Madrid, 6 días en un hotel de 5* en régimen de media pensión, traslados y un coche para los 5 días de estancia. Nos ha parecido bastante barato. El paquete básico valía menos de 400€.

Viernes, 26 de diciembre
Partimos hacia Madrid a media tarde para dormir en el SHS donde dejaremos el coche hasta nuestro regreso. Cenamos unos bocatas, vemos unas pelis y nos acostamos.

Sábado, 27 de diciembre
Salimos de Barajas a las 12:30 en punto hacia las islas Azores con la compañía local SATA que en tres horas hace el vuelo directo Madrid-Terceira. El tiempo en Madrid es frío y está nublado por lo que esperamos ilusionados que en las Azores nos reciba el famoso "anticiclón". Cuando anuncian por megafonía del avión que vamos a aterrizar nos encontramos sobre un tupido manto de nubes amenazadoras y muy oscuras que tenemos que atravesar. Cuando logramos traspasarlas nos damos cuenta de que el tiempo aquí es aún peor que en España: cielo totalmente encapotado, nubarrones negros de tormenta y una niebla tan espesa que casi no se divisa el océano sobre el que sobrevolamos ya a muy baja altura. El aterrizaje fue todo un episodio espeluznante no apto para cardíacos: el avión dando tumbos y bamboleándose debido al fuerte viento que soplaba, y con una visibilidad más que reducida a causa de la niebla, da la impresión de precipitarse sobre el agua cuando en el último momento toca tierra bruscamente. Tras un breve lapso de tiempo, al ser conscientes de que no estábamos bajo el agua, el avión casi al completo comenzó a aplaudir con fuerza (hasta a mí, que no me gusta nada esa costumbre del aplauso, me daban ganas de hacerlo). Cuando se abren las puertas y salimos al exterior nos sorprende la buena temperatura y el viento húmedo huracanado, aunque no nos recibe el famoso anticiclón sino un cielo triste, gris y una espesa niebla.



Nos reparten en autobuses y nos trasladan a los hoteles; el nuestro, Angra Marina (Ver crítica en tripadvisor), una enorme construcción junto al puerto que se asemeja a un barco varado y que ha sido centro de una gran polémica debido al impacto paisajístico. 



Nos instalamos en la habitación 521 que tiene unas vistas fabulosas y salimos a dar una vuelta por la ciudad y capital de la isla, Angra do Heroísmo y por los alrededores.
Recorremos sus calles adoquinadas, iluminadas con luces navideñas y adornadas con los típicos árbolitos, y flanquedas de casas coloridas. Observamos que tiene muchas iglesias. Es una ciudad muy tranquila y muy, muy limpia. Coqueta y agradable, aunque con empinadas cuestas.
Hacemos una parada para tomar un tentempié en una plaza llamada Largo prior do Cato (donde se puede ver un kiosko de madera en cuyo centro crece un enorme árbol, se puede decir que el kiosko rodea el árbol) en la pastelería Central: un cafë con leche muy rico y unos pastelillos rellenos de crema y tostados al horno que nos recordaban a los de Belén, en Lisboa.
Angra es la capital de la isla Terceira que forma parte del archipiélago de las Azores perteneciente a Portugal. Su nombre hace referencia a que fue la tercera isla del archipiélago en ser descubierta, después de la Santa Maria y la de San Miguel.
Tiene aproximadamente 18 km de ancho por 29 km de largo, un perímetro de 90 km y una superficie de 396,75 km². El punto más alto se encuentra a 1.022 m en la sierra de Santa Bárbara, en la zona Oeste. Es también conocida como la isla Lila debido a la gran abundancia de hortensias que bordean sus carreteras.
A la isla se suele llegar por vía aérea, al Aeropuerto Internacional de Lajes, al noreste, que sirve tanto para fines civiles como militares e incluye el Comando Militar de las Azores así como una importante base de la Fuerza Aérea norteamericana allí localizada.
Angra do Heroísmo -donde nos hospedamos- es, además de capital, la ciudad más grande de la isla; declarada de interés público, está incluida en la lista de la UNESCO del Patrimonio Mundial desde 1983. La ciudad posee una de las mejores Bibliotecas Públicas y Archivos de Portugal y guarda algunas importantes colecciones de arte privadas. El ayuntamiento se sitúa en una majestuosa construcción del siglo XIX, un ejemplo importante del rico patrimonio arquitectónico de Angra. Otros monumentos importantes son la Sé Catedral de Angra, la iglesia de Misericórdia, el Convento de S. Francisco (Museo de Angra), el Palacio de Capitães Generais y la Fortaleza de S. João Batista.


Comienza a anochecer. La ciudad se transforma poco a poco y podemos ver ahora las calles en todo su esplendor con su decoración navideña mientras paseamos al son de los villancicos que se oyen por los altavoces  colocados en ellas. Nos acercamos a un mercadillo de Navidad que hemos visto anteriormente en la plaza del Ayuntamiento, pero continúa cerrado. Volvemos al hotel a cenar y nos retiramos temprano.

Domingo, 28 de diciembre
Nos levantamos pronto y con la esperanza de que haya llegado "el anticiclón", pero desde la terraza solo se ve un cielo encapotado, niebla y un mar gris que ruge de forma atronadora. Ya tenemos claro que "el anticiclón de las Azores", del que tanto hablan los del tiempo de la tele, es solo un mito.
Desayunamos temprano y a las 10 en punto recogemos nuestro coche, un Peugeot 208 nuevecito con el que pensamos recorrer toda la isla si el tiempo lo permite.
Nos ponemos en marcha rápidamente tomando la carretera que conduce a Praia da Victoria, es decir, nos dirigimos hacia el norte para conocer la zona este de la isla. Abandonamos la ciudad por una carretera que pasa al lado de la plaza de toros, una tradición esta muy arraigada en la zona; de hecho, son muy típicas las "tauradas" que es una suelta de reses bravas por las callesd e los pueblos; en muchos locales hay fotos antiguas de esta tradición.  Frente a ella se erige un enorme monumento que representa tres enormes toros negros metálicos entrelazados. Espeluznante.



Decidimos que subiremos por el interior y bajaremos por la carretera que bordea la costa. Conforme nos alejamos del mar y nos adentramos en tierra, por las estribaciones de la sierra, la niebla se hace más espesa hasta que llega un momento en que no vemos prácticamente nada por lo que debemos dar marcha atrás y continuar por una carretera más cercana a la de la costa. Dejamos para otra ocasión un mirador desde el que se divisa todo el valle que con sus cuadrados y rectángulos de diferentes tonos de verde parece una manta de patchwork. 
Atravesamos por la nueva ruta varios pueblecillo y nos llama la atención el gran número de una especie de capillitas muy coloridas y decoradas que vemos por todas partes y que luego descubrimos que son altares y que se llaman "Imperios", la mayoría consagrados al Espíritu Santo; cada pueblo tiene el suyo.
La isla es muy pequeña y no hay casi distancia entre un lugar y otro. En poco tiempo llegamos a San Sebastián, una localidad muy bonita en la que paramos para dar un paseo y tomar un café (a 0,75€)
Recorremos sus calles, visitamos el interior de la iglesia (en blanco y piedra como la mayoría de ellas) y subimos hasta una pequeña ermita que corona el pueblo. Por el camino nos cruzamos a algunos personas que nos saludan amablemente como si nos conocieran. La gente de Terceira es muy simpática, agradable y acogedora.





La verdad es que el tiempo no acompaña pues aunque no hace frío, el viento huracanado no cesa y es bastante molesto. Dejar la cámara sobre el trípode para tomar fotografías es bastante problemático y arriesgado.
De vuelta a a la carretera pasamos por algunas localidades donde vamos realizando pequeñas paradas, especialmente para fotografiar los Imperios, algunas de ellas con nombres curiosos como Fuente del Bastardo, cerca de San Sebastián, hasta llegar a Praia da Victoria que es la segunda ciudad más importante de la isla. Aparcamos en el centro, que es todo zona azul pero que hoy, al ser domingo, es gratis y dedicamos el resto de la mañana a pasear por esta encantadora villa, primero por la playa y después por sus calles y plazas. 




Comenzamos por la plaza principal en la que se levanta el ayuntamiento, un edificio señorial de piedra con doble escalinatas laterales y dos centrales a modo de tunel, muy elegante. Praia do Victoria tiene muchos otros edificios interesantes entre los que destaca la iglesia de la Misericordia, que destaca por su pintura color azul y blanco, y la Casa de las Tías, un elegante edificio , de una sola planta pero de larguísima fachada, en tono amarillos albero y blanco con un balcon de forja de hierro negro, muy elaborado, que se extiende a lo largo de todo el frente.








También aquí nos saludan sonrientes todas las personas que nos cruzamos. Desde el paseo marítimo divisamos en lo alto de un monte cercano una figura de un Cristo que debe de ser enorme, así que cogemos de nuevo el coche y ascendemos por una empinada carretera que bordea el mar hasta la estatua que se halla situada en un mirador cerca del Pico do Facho desde el que se divisa toda la ciudad. 



Las vistas son impresionantes ¡y el viento también! Hacemos unas fotos a riesgo de salir volando y continuamos por la misma carretera secundaria hasta Santa Rita cuyo imperio se encuentra junto a una iglesita muy coqueta; sacamos algunas fotos y tomamos de nuevo la carretera principal en dirección a Lajes (que no tiene nada especial salvo que es el lugar donde se encuentra el aeropuerto) 



Como ya es la hora de comer paramos en el único restaurante que encontramos y que está abierto, Ramo Grande. En principio, el local anuncia en la puerta menú completo por 6€, pero al final tomamos lo que todo el mundo: una especie de cocido con varias carnes, col, zanahoria, batata y patata, y sopa de pan y col, servida juntamente; y nos cuesta 13€ a cada uno (sin postre y con agua y cerveza). Supongo que nos ha visto cara de turistas que no volverán nunca más. ¡Pelillos a la mar!



Al terminar de comer, el viento ha arreciado, la niebla se está espesando y comienza a llover. Continuamos con el coche hasta Vila Nova y Agualva donde damos un pequeño paseo y entramos en la iglesia, en mitad de la misa cantada que se está celebrando...¡a las tres de la tarde!
Desde aquí y con el tiempo empeorando emprendemos el regreso hacia Praia da Victoria para tomar desde allí la carretera vieja de la costa hasta Angra. La ruta resulta ser muy pintoresca, serpenteando a unos metros del agua. El primer lugar donde paramos es Porto Martins una encantadora localidad donde toda la decoración navideña está fabricada con objetos reciclados (botellas de plástico en su mayoría, pero también neumáticos, corchos, latas...) muy original, ecológico y barato.



Muy cerca de Porto Martins llegamos a una zona recreativa y de esparcimiento llamada Largo dos Salguiros, con mesas y bancos junto al mar y en la que hay también zona de baño con una piscina natural. Aunque hoy, la verdad, daba incluso un poco de miedo estar ahí debido al fuerte temporal y la furia del viento que levantaba enormes olas.



Continuamos por esa carretera que en algunas zonas se convertía en camino hasta llegar a Porto Judeu que se veía algo más animado aunque no nos detuvimos porque comenzaba a atardecer y se estaba yendo la luz. Frente a esta localidad se alzan dos enormes islotes, las Islas de las Cabras, que gozan de especial protección por ser una zona de gran valor ecológico.
Llegamos a Angra al caer la tarde pero antes de dejar el coche en el hotel bajamos hasta la explanada del puerto, donde varios pescadores lanzaban sus cañas a pesar del mal tiempo y la poca luz, y contemplamos nuestro hotel desde esa perspectiva. Visto desde aquí se entiende la polémica que suscitó su construcción pues supone una radical ruptura con el entorno. Nos recordaba al Algarrobico de Almería tanto por la estructura,el diseño escalonado, como por la localización en un acantilado y el impacto paisajístico que supuso su construcción.
Terminamos el día dando un paseo por la ciudad a cuyo centro accedemos hoy por el paseo que transcurre junto al puerto, por la zona baja. 
Recorremos las mismas calles que ayer pero hoy descubrimos además el jardín municipal, Jardín Duque de Terceira, que es pequeño pero está cuidadísimo y tiene especies interesantes entre las que destacan los helechos enormes que más parecen árboles que arbustos. Todo el pavimento está adoquinado en blanco y negro, como el resto de la ciudad, y decorado con figuras de plantas y animales.





Después de la cena reservamos una excursión en barco para avistar cetáceos para el martes día 30, que al parecer hará buen tiempo, y nos retiramos a descansar.

Lunes, 29 de diciembre
Hoy también nos despertamos con la esperanza de ver el anticiclón, pero no solo no ha llegado sino que el tiempo ha empeorado: hoy, además de haber niebla y viento fortísimo, diluvia. Nuestra idea era recorrer toda la zona occidental de la isla por la carretera de la costa hasta el norte.
Después de desayunar no nos hemos amilanado por la lluvia y hemos comenzado la ruta haciendo algunas paradas a las afueras de Angra para tomar fotografías.
La primera localidad importante que visitamos es San Mateus un pequeño pueblo a las orillas del mar. Lo primero que se ve de él desde la carretera es la iglesia, en cuya puerta aparcamos. Nos dirigimos hacia el mar y nos encontramos un precioso puerto pesquero en el que se concentra un gran número de pequeñas barcas pintadas con vivos colores y de nombres todas ellas curiosos. Los barcos se encuentran, la gran mayoría, en tierra, sostenidos con soportes variopintos; no sabemos si no estaban amarrados en el puerto por el temporal, porque son demasiados para el tamaño del puerto o porque  necesitaban una puesta a punto. Recorremos la zona sorteando barcos y un paseo inferior con plantas y patos que recorre una parte del perímetro para acabar tomando un café en un bar cerca del puerto (0,50€). El café en Portugal es muy bueno, parecido al expreso italiano.




Continuamos por la carretera de la costa atravesando pueblos y con la niebla cada vez más densa y la lluvia cada vez más fuerte: San Bartolomé, Cinco Ribeiras, Santa Bárbara, pero no podemos ni salir del coche del turbión que cae. La carretera por muchas zonas se ha convertido en lagunas y se ha inundado, de forma que al llegar a Doze Ribeiras paramos frente a la iglesia para esperar a que escampe y poder continuar; pero la lluvia torrencial y el viento huracanado no cesan así que decidimos volver a Angra y dejar la excursión para otro día. 



Conforme nos dirigimos hacia el sur, la lluvia va menguando y la niebla se disipa. Al llegar a la ciudad ya no llueve. Aprovechamos el intervalo para subir al cerro do Brasil. Conforme ascendemos dejamos atrás un fuerte de piedra que sigue funcionando como cuartel militar. El cerro está coronado por una cruziña (una cruz de piedra) y cerca de esta se extiende una zona de recreo y un pequeño zoo (unas cuantas jaulas con aves especialmente y un recinto con gamos). Las vistas desde la cima son impresionantes. Damos una vuelta por el área, pero empieza a llover y volvemos al coche para bajar.







Decidimos parar a comer por el centro pero no hay sitio y además todo es de pago por lo que volvemos al hotel a dejar el peugeot y bajamos al centro andando. Nos decidimos por entrar en un local que hemos visto los días anteriores, A minha casa, un restaurante ubicado en la primera planta de una casa típica con una decoración moderna e informal y regentado por varios chicos muy jóvenes. Cuando llegamos no hay casi nadie pero pronto se va llenando hasta que todas las mesas están ocupadas. El menú consiste en una sopa de legumbres (aquí llaman sopa al puré), un sandwich grande de pan casero de queso y otro de salmón, una ensalada grande que llevaba mil cosas y que no nos pudimos terminar, y dos cafés por 18€. Bien. Y el servicio y la atención estupendos.





Después del descanso de la comida nos acercamos a la oficina de turismo que está en la puerta de al lado a pedir información de la ciudad. Con el consabido mapita salimos a la calle en dirección al Museo que, según nos indican, cierra a las 17:00, pero al llegar nos dicen que hoy es fiesta y solo abre por la mañana. Dejaremos la visita para el día 31. Fallido el plan del museo damos una vuelta por el Jardín del Duque de Terceira que tiene en la parte superior otra zona que no visitamos el día anterior. Desde aquí nos acercamos a la catedral de El Salvador que está abierta, y después hasta anochecer callejeamos un poco por el centro y por el paseo que discurre por el acantilado sobre la costa. 







Luego nos tomamos un té a la mandarina (0,65€) en el café O Internacional (inaugurado en los años 50), nos asomamos a algunas tiendas y volvemos al hotel a cenar. Mañana hay que madrugar pues a las 08:30 tenemos que estar en el puerto para la excursión en barco de avistamiento de cetáceos.

Martes, 30 de diciembre
Hoy parece que el tiempo es mejor. Ha amanecido un día precioso. 



Nos levantamos y desayunamos temprano para estar a las 8:30 en el puerto, pero al llegar nos dicen que el pronóstico no  es bueno y que se retrasa hasta mañana la excursión en barco. Según dicen, ayer dejaron un mensaje para nosotros en el hotel avisando del cambio, pero no nos lo dieron y nos hemos dado un madrugón para nada. Así pues, nos encontramos en la calle a las 9 de la mañana con todo cerrado y sin plan a la vista. Como parece que el tiempo no es malo, decidimos hacer la ruta que tuvimos que abandonar ayer y recorrer la zona occidental de la isla. Llegamos en muy poco tiempo a Doze Ribeiras y seguimos por Serreta haciendo paradas en los miradouros que vamos encontrando; nos acercamos al farol de la Punta do Queimado desde donde hay unas vistas preciosas de los acantilados y los verdes corrales en los prados que llegan casi hasta el mar. 


A continuación Raminho, Altares y Biscoitos. A estas alturas el cielo está cada vez más encapotado y la niebla más y más cerrada, especialmente en el interior de la isla donde, al parecer, siempre hay niebla. En Biscoitos se encuentra el museo del vino pero abre a las 13:30 por lo que decidimos adentrarnos en la sierra en dirección a las Fumas do Enxofre, una zona de fumarolas de azufre que salen de las profundidades de la tierra y que dejan clara constancia del carácter volcánico de la isla. La entrada es gratuita y no hay casi nadie porque el viento es horroroso (como siempre) y además llueve un poco. Unas pasarelas recorren varias colinas rodeando las fumarolas; algunas partes están llenas de barro debido a la lluvia. De hecho, en esta isla  llueve tanto y hay tanta humedad que hasta la carretera está verde del moho.


Cuando abandonamos la zona ya llueve bastante y decidimos volver a Biscoitos a comer para ir esta tarde a ver las cuevas que son la atracción más conocida de la isla y que solo abren hoy y el día 2 de enero de 14:30 a 17:00.
Como terminamos la comida temprano, nos acercamos a las 13:30 al Museo del Vino que parece cerrado; de repente llega una señora corriendo y nos explica que están haciendo obras  de mejora por haber tenido humedades (humedades!!!) y que solo podemos visitar la exposición exterior que comprende una zona con viñas y una exposición de diferentes objetos de piedra relacionados con la fabricación del vino. Resulta curiosa la manera en que plantan la viña, a ras del suelo, debido al fuerte y continuo viento pues de esta forma los muretes de piedra, que son el sello distintivo de la isla, los pueden proteger. A continuación, nos muestra la bodega y nos ofrece una copa de vino dulce muy rico.
Abandonamos Biscoitos en dirección a la Gruta do Natal. Al llegar sacamos una entrada combinada para visitar las dos cuevas y protegidos con unos cascos que nos ofrecen nos adentramos en las entrañas de la tierra por un tunel de lava volcánica solidificada.

La Gruta do Natal es una formación geológica bastante extensa, resultante de la creación de un tubo de lava en el interior de la isla. Se halla localizada en los limites de la Reserva Florestal Natural de la Sierra de Santa Bárbara y Misterios Negros, frente al bonito Lago de Negro. Está compuesta por lavas fluidas, hoy solidificadas, que corrieron en diferentes direcciones, formando varios túneles, ramificaciones y estafilites, comprendiendo el túnel de lava principal cerca de 697 metros de largo. Una de sus curiosidades es el hecho de que se localiza en gran parte por debajo de una laguna, la Lagoa do Negro (Laguna del Negro) donde hacemos unas fotos al salir pues se trata de un paisaje de cuento, especialmente hoy que está semioculto por la niebla. La pequeña laguna se encuentra justo en la entrada de la cueva, junto a un tupidísimo bosque de árboles altísimos.


En otros tiempos esta cueva fue llamada “Gruta do Cavalo” porque aqui se encontraron restos del esqueleto de un caballo que había caído por la abertura en la entrada de la Gruta; posteriormente pasó a ser conocida como Gruta de Natal porque aquí celebra la misa de Navidad  (Natal) desde 1969, año en que se abrió al público.



Al salir de la cueva el tiempo ha empeorado notablemente; la niebla impide ver más allá de unos metros, hace fresco, mucho viento y chispea. Tomamos el coche y en diez minutos llegamos a la segunda cueva, la Gruta de Algar do Carvão, ya que se hallan a poca distancia.
La palabra, Algar, es una palabra portuguesa que designa una cavidad natural en la tierra y que, a diferencia de la mayoría de las cuevas o cavernas, es vertical en su orientación, como un pozo. La palabra portuguesa deriva de la palabra árabe, al-Gar, que significa “el pliegue”. Carvão significa “carbón” en portugués, pero el Algar do Carvão no es una fuente de carbón, de modo que llamar a este accidente geológico “caverna del carbón” es más una alusión a la negrura de la roca en la que se formó.
Esta caverna volcánica fue creada durante una erupción hace unos 2.000 años y consta de numerosas grutas llenas de estalactitas y estalagmitas formadas por depósitos de ácido silícico, algo muy poco común en esta zona. La entrada al interior se realiza bajando por una larguísima escalera cuyos peldaños descienden rodeando la chimenea de un volcán extinto que conduce, a través de varias enormes galerías, hasta un lago subterráneo que se alimenta de agua de lluvia y que, dependiendo de la temporada, puede llegar a los 15 metros de profundidad.


Tanto esta cueva como la de Natal se visitan en una media hora cada una. Y, de nuevo, en el exterior el tiempo empeora: ahora diluvia, y desde la salida de la cueva hasta el coche, que está aparcado a unos metros, nos "ponemos como una sopa". Emprendemos el regreso a Angra a 30 kms. por hora ya que la niebla es demasiado espesa para poder ir más rápido, hace mucho viento y además llueve. En Agra el tiempo es mejor pero nos vamos al hotel a tomamos un té caliente en el bar. Está anocheciendo y no nos apetece mucho salir así que nos quedaremos en el hotel a ver un poco la tele y escribir el blog.

Miércoles, 31 de diciembre
Último día del año; esto se acaba. Y aquí sigue nublado, pero el mar está tranquilo por lo que hoy sí saldremos a navegar. A las 8:30 estábamos en las oficinas de Ocean Emotion, en el puerto y poco después subíamos al pequeño barco que elegimos (ofrecían la opción de barco o zodiac; nosotros elegimos el primero porque el cielo estaba amenazante y el barco tenía una carpa que cubría la mitad de los asientos) La excursión, que dura aproximadamente 3 horas, cuesta 50€ y es recomendable (aunque solo sea por el placer de navegar un poco en la inmensidad del Atlántico) y debe ser también interesante cuando se avisten ballenas porque nosotros en esta época ver, lo que se dice ver, no hemos visto muchos cetáceos; es cierto que las ballenas se divisan desde marzo a septiembre más o menos, pero nos dijeron que ahora se podían ver cachalotes, aunque realmente solo hemos visto unos cuantos delfines (que ni saltaban ni nada) y ni rastro del cachalote. 










Una recomendación importante para esta excursión es no olvidarse de tomar pastilla para el mareo porque de lo contrario el viaje puede transformarse en una pesadilla; de hecho, hoy, el 80% de los que iban en el barco se han pasado todo el trayecto blancos como la pared y vomitando.
De vuelta a la ciudad hemos tomado un café con pastelillos en una terraza pues aún no llovía y paseado un poco.





Decidimos aprovechar el resto de la mañana hasta la hora de la comida visitando el convento de San Gonzalo y el Museo de la ciudad (MAH), pero al llegar al primero resulta que de 12:00 a 14:00 permanece cerrado; nos dirigimos entonces al museo que está también "closed" a cal y canto, pese a que no es día de cierre, ni pone nada en la puerta y a que la chica de Turismo nos dijo que hoy "aquí trabajaban" cuando le preguntamos si hoy abriría el museo (y lo dijo encima con retintín), pero no, no estaba abierto. Los horarios que tienen en la isla son "alucinantes", no acabamos de entenderlos. Y para colmo tampoco apetecía pasear pues llovía con fuerza y no habíamos traído paraguas así que pensamos que lo mejor era entrar a algún restaurante a comer; elegimos O Patio, al lado de la pastelería Central donde tienen plato del día: sopa (puré, pero esta vez más ligero, muy sabroso y con pasta), carne con patatas fritas y café, por 13€ los dos. 
Tras la comida hacemos un segundo intento en el convento y lo hallamos cerrado de nuevo, pero hay un timbre en la puerta y decidimos llamar para preguntar si se puede visitar; la puerta se abre y entramos en un zaguán de piedra. Por 2€ que vale cada entrada ofrecen una visita por todo el recinto y regalan un folleto con muy buenas fotos de gran calidad sobre el sitio. La verdad es que el recorrido ha sido una visita privada porque solo íbamos nosotros dos y una monja que nos guiaba y explicaba lo que íbamos viendo (el convento fue de carmelitas hasta el siglo XIX pero ahora pertenece a las madres Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús). El complejo está constituido por una iglesia, claustro, dos alas de celdas y un colegio, además de patios. Hemos comenzado por la iglesia que es una joya con sus paredes cubiertas de azulejos portugueses y un coro con el techo primorosamente pintado muy interesante también. La zona de celdas está hoy transformada y cada habitación es un miniapartamento en el que viven junto con las "3" monjas que forman la congregación 36 mujeres sin familia. El convento fue reformado completamente hace unos años y la verdad es que parece un hotel por dentro. Al finalizar la visita damos una vuelta por la ciudad pero llueve bastante y nos metemos a tomar un té en el café O Internacional y nos volvemos al hotel. Cenamos en el restaurante: sopa de col con chorizo, arroz con pato y un postre típico de aquí. 



Y así termina el 2014 y nuestro penúltimo día en la isla...¡y sin haber visto el sol!

Jueves, 1 de enero, 2015
Primer día del nuevo año que esperamos nos traiga a todos SALUD, suerte y tranquilidad. 
En nuestra terraza encontramos restos de confeti y serpentinas de la fiesta de Nochevieja.



Dado que es el último día que pasaremos en la isla podemos constatar que el anticiclón de las Azores es una tomadura de pelo: en seis día solo hemos visto niebla, más niebla, mucha más niebla, viento y lluvia, y más lluvia. La verdad es que estas islas deben de ser preciosas y agradables en verano, pero en Navidad son un horror debido al tiempo. Ha sido imposible visitar el interior de la isla pues aunque hemos recorrido todas las carreteras no se podía ver absolutamente nada por la niebla y de los miradores que hay por todas las sierras solo hemos visto los letreros y las barandillas. La verdad es que, por barato que sea el viaje, creemos que es mejor elegir otro destino en esta época. Nosotros que hemos viajado por muchos lugares del mundo y en todas las épocas del año, curiosamente, nunca hemos tenido un viaje con tan mal tiempo como este en el que deberíamos haber disfrutado del famoso anticiclón.
Y hoy no ha sido diferente. Antes de salir del hotel nos sorprendió el pronóstico del tiempo para hoy: NIEBLA (¿cómo "niebla", si todos los días ha habido niebla?). Lo hemos entendido perfectamente a los pocos kilómetros de la ciudad cuando todo estaba cubierto por una espesísima bruma blanca (más que humo) que se movía a una velocidad considerable; no se veía a más de 10 metros, NADA. ¡La tensión, conduciendo en estas condiciones, creo que me ha producido una contractura! Únicamente había visibilidad en la franja que discurre junto al mar.



Hemos empezado la ruta subiendo a la Sierra de Cune, a través de Fontinhas donde hemos tomado café en uno de los escasísimos bares que hoy, uno de enero, está abierto. La zona de la sierra debe de ser bonita pero de ella no vimos nada más que bruma blanca. La hemos rodeado y pasado cerca de una laguna (Lago do Junco) que medio vislumbramos. Hemos continuado hacia el oeste con la idea de subir al pico de Santa Bárbara, en la sierra del mismo nombre, pero a los pocos kilómetros hemos tenido que dar la vuelta porque era temerario continuar entre la poca visibilidad, la lluvia, y el deterioro y encharcamiento del firme que era más bien una pista forestal.
Así las cosas, la única opción ha sido volver a Angra con la idea de ir a la Confitería Central, que también tiene comidas, a picar algo. Pero nos damos cuenta enseguida de que todo, absolutamente todo, está cerrado así que entramos en el único sitio abierto, Copacabana, frente a Correos, que está a rebosar de gente; la verdad es que el dueño ha tenido buen ojo y ha hecho el agosto hoy. Menú de Año Nuevo, una delicatesse: hamburguesa con patatas fritas, agua, cerveza y un pastelillo.
Y volvemos al hotel donde pasamos el resto de la tarde leyendo, escribiendo y viendo la tv. en la que, por cierto, acaban de decir que para el próximo año habrá una exposición de Modigliani en Madrid y otra de Jeff Koons en Bilbao. ¡A ver si pudiéramos ir a verlas!
Por lo pronto nos conformamos con la vista del Monte Brasil cubierto por la niebla desde la terraza de nuestra habitación. ¡Espectacular!

 
Viernes, 2 de enero
Nos levantamos y tras el desayuno preparamos el equipaje y salimos a dar un paseo por el centro.
A la hora en punto nos recogen en el hotel y nos trasladas al aeropuerto donde recibims la noticia de que el vuelo lleva dos horas de retraso.
Llegamos a Madrid con dos horas y media de retraso pero, aun así, cogemos el coche y emprendemos el regreso a Albacete donde llegamos bastante tarde pero tranquilos.
Ahora toca esperar las próximas vacaciones.

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