FEZ (Febrero, 2015)

Este año el viaje de las chicas nos ha conducido a tierras marroquíes, en concreto a la fascinante ciudad de Fez cuya medina es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1981.
Sábado, 14 de febrero
A las 7 de la mañana salíamos del Altozano en el bus, como siempre, de Francisco y Antonio con dirección al aeropuerto de Barajas de donde salía nuestro vuelo con la espantosa Ryanair.

El avión despegó en punto y en apenas dos horas aterrizábamos en Fez donde nos esperaban los chóferes del servicio de recogida que habíamos contratado (Medina Tours) y que nos llevaron hasta el riad Dar 7 Louyat (www.dar7louyat.com). El camino desde la plaza Seffarine (la más cercana) hasta la casa era un laberinto de callejuelas y callejones cada vez más estrechos, oscuros y tortuosos; la puerta estaba prácticamente escondida y no había ninguna identificación en ella, pero dentro encontramos un lugar acogedor y agradable, muy bonito aunque algo frío. (Mi crítica en Tripadvisor: http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g293733-d6401756-r255288044-Dar_7_Louyat-Fes_Fes_Boulemane_Region.html#CHECK_RATES_CONT)
Nada más llegar nos recibió Abdul, el encargado del riad, e hicimos el reparto-sorteo de las habitaciones. Dejamos el equipaje y fuimos a comer a un restaurante Le Jardín Blue, que no estaba lejos y que nos recomendó Abdul. Vino un joven del local a recogernos y con él llegamos en 5 minutos. El sitio era bonito; una típica casa con patio árabe, pero la comida no era nada especial. De hecho hemos probado cuscús mejor incluso en España. En fin, al terminar, se supone que el mismo individuo debía acompañarnos de vuelta al riad pero nos llevó, sin pedirlo, a hacer una tourné por los zocos hasta que acabamos en la tienda de alfombras de su primo y al decirle que no queríamos alfombras nos dejó tiradas en la medina (menos mal que estábamos cerca del riad) Cuando llegamos tuvimos otro problema: Aldul se había largado y no había nadie. Tuvimos que llamarlo por teléfono y esperar en el oscuro callejón en el que se encuentra el alojamiento ¾ de hora. En fin, nos acomodamos en las habitaciones y salimos por la medina a dar una vuelta por los zocos. Anduvimos deambulando por los zocos mucho tiempo, viendo tiendas y demás hasta llegar a una de las puertas de la muralla. Compramos unas provisiones en lata y unos panes y volvimos al riad para cenar y descansar. Y entonces llegó el segundo problema del día: nos perdimos. De hecho en la medina hay 9500 calles de las que 2/3 no tienen salida y hasta los propios habitantes de Fez que no han vivido en ella se pierden. Preguntamos a unos chicos y ese fue el problema, se iban uniendo a la excursión cada vez más jóvenes y cuando llegamos a la plaza Seffarine íbamos rodeadas de unos 15 chicos bastante impertinentes y pesados. Daba un poco de miedo meternos, con esa trupe tras nosotras, por los callejones oscuros que conducían a nuestra casa, pero como si fuera un milagro, apareció de repente la cocinera del riad que se enfrentó a los chicos y nos libró de ellos; volvimos juntas hasta la casa.
Cenamos en el patio que estaba iluminado de manera muy acogedora: unas latas de sardinas y atún en aceite y pan árabe que está riquísimo. Abdul nos invita a unas botellas de vino (riquísimo) en desagravio por la espera de esta tarde. Charlamo un poco después de la cena y nos vamos a dormir. El día de hoy no ha sido muy bueno, pero espero que mañana todo será mucho mejor.
Domingo, 15 de febrero
A las 8:00 tomamos el desayuno en una mesa primorosamente preparada por Abdul en la que dispuso una vajilla de cerámica marroquí y una enorme cantidad de productos típicos (además de las usuales tostadas, café…) entre los que había…¡churros marroquíes! que parecían buñuelos y se servían atados por una hoja muy alargada de una planta desconocida para mí. (en mi Málaga natal se vendían también atados por un junco)
A las 09:00 en punto ha llegado Khlafa que será nuestro guía durante todo el día de hoy. Hemos reservado un tour de seis horas (que luego han sido nueve) a través de internet con Civitatis, una empresa online que funciona de maravilla (según anteriores experiencias en otras zonas del mundo). La excursión incluye una visita de varias horas a pie por la medina y otra en autobús por las zonas de la periferia y los barrios nuevos.
Según nos informa Klafa, hoy vamos a empezar por el tour en bus para después perdernos andando por la zona vieja.
Comenzamos la visita por el Palacio Real (una de las muchas residencias que los reyes tienen diseminadas por todo el país y en la que trabajan -¡cuando no están!- unas 4000 personas). El Palacio fue construido en el siglo XIV y es uno de los más grandes y antiguos de Marruecos. Debido a su gran tamaño, el recinto se edificó fuera de la antigua medina por lo que, tras su construcción, surgió una nueva medina, Fez el-Jdid, para abastecer las necesidades de palacio. Por ello, esta ciudad se divide en tres zonas: la antigua y la nueva (como todas) y además la zona media que es esta alrededor del palacio.
En las proximidades se sitúa el Barrio Judío (Mellah) que, tras sus tiempos de gloria, yace destartalado recordando tiempos mejores y que atravesamos sin bajar del autobús. Los judíos viven aquí justo a los pies de la gran muralla en bonitas casas con grandes balcones de madera. Algunos de ellos con estupendas vistas de los jardines de palacio. Las familias viven arriba y en la parte baja tienen sus talleres. Llegaron aquí cuando fueron expulsados de España en el siglo XIV y muchos fueron acogidos como trabajadores de palacio.
De ahí nos dirigimos a la Borj Nord (Puerta Norte) y el Museo de las Armas (en lo alto de una colina) desde donde se divisa una de las mejores vistas de Fez que incluyen las dos fortalezas (norte y sur) sobre los dos montes que flanquean la ciudad y que se hallan conectadas a través de un túnel (por debajo incluso del río) desde el que se accede al interior de la medina por dos salidas con el fin de poder tener un acceso rápido en caso de conflictos o revueltas de su población.
Una vez de vuelta en la parte baja visitamos, en las afueras, una fábrica de cerámica artesana donde se realizan los mosaicos de manera totalmente manual.
A continuación ascendemos de nuevo a la zona más alta de la ciudad donde se encuentran las famosas Tumbas Merinies. Llegar aquí tiene un doble premio: por un lado, se puede disfrutar de las magníficas ruinas de las Tumbas sobre la colina El-Kolla y, por otro, tener a nuestros pies la mejor vista de la emblemática ciudad marroquí.
Dotada de una atmósfera muy especial, esta antigua necrópolis fue levantada para albergar los restos de los últimos sultanes meriníes y, aunque ahora apenas quedan unos muros en ruinas, aún se puede apreciar la belleza de estas tumbas que gozaron en su tiempo de una gran majestuosidad, gracias a sus mármoles, tallados y sus epitafios.
Construidas en el siglo XIV durante el reinado de la dinastía Meriní, que duró más de 200 años, estas tumbas son uno de los monumentos más sobresalientes de esos años.
La necrópolis se alza en lo alto de una de las colinas de olivos que enmarcan la ciudad, concretamente al norte de Fez el- Bali, la ciuda vieja. Desde allí, se puede divisar una panorámica espléndida que abarca toda la medina, presidida por la mezquita de Al-Qarawiyyi; Fès-Djid, con el palacio real lindando con el mellah (antigua judería) y, por supuesto, la ciudad nueva, con sus avenidas y parques de estilo afrancesado que contrastan tanto con la estructura de callejuelas alborotadas que ofrece la parte antigua.
Al iniciar el descenso pudimos contemplar por doquier las pieles que los fasíes dejan extendidas sobre las plantas al sol para secarlas.
Desde aquí nos dirigimos a la puerta más conocida y bonita de la muralla desde la que comenzamos el recorrido a pie. 


La Puerta Bab Bou Jeloud es el acceso principal a la Medina Fez el-Bali, la zona más antigua y con más encanto de la ciudad. Se trata de una preciosa puerta monumental, construida en 1913, compuesta por tres arcos de herradura simétricos embellecidos con una rica decoración compuesta por azulejos de tonos azulados; también es conocida como Bab Boujloud o "La Puerta Azul".
La medina de Fez ocupa 350 hectáreas, el equivalente a otros tantos campos de fútbol, y toda ella fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1981; se dice que es la zona peatonal más grande del mundo.
El paseo comienza en la preciosa Medersa Attarin, construida entre los años 1323 y 1325 bajo las órdenes del sultán Abu Said, que destacó por ser una de las principales escuelas de la religión coránica en las que los estudiantes podían residir durante sus estudios. La medersa se extiende en torno a un patio abierto en cuyo centro se alza una fuente de mármol. Al final del patio, una cúpula de madera de cedro con abundante ornamentación cubre la sala para la oración en la que se puede contemplar el mihrab señalando la dirección de la Meca.
Las paredes de la medersa están decoradas con preciosos mosaicos sobre los que se encuentran inscritas algunas frases del Corán a modo de decoración. En la parte superior de las paredes se puede apreciar un detallado trabajo realizado en estuco representando cuidados motivos florales. Las plantas superiores del edificio están ocupadas por las pequeñas habitaciones en las que los jóvenes estudiantes pasaban sus años de estudio.
Desde aquí y tras callejear por varias zonas y zocos hicimos un alto para comer en un restaurante marroquí recomendado por el guía; un acierto pues la comida era fabulosa y el lugar espectacular. Ha sido la mejor del viaje.
Continuamos la excursón vrecorriendo algunos otros lugares de interés y algunas tiendas de perfumes, aceites y hierbas o alfombras donde nos conduce (¡cómo no!) el guía.
Uno de los más importantes puntos de la visita fue el Mausoleo de Mulay Idris II, cuyo cuerpo fue hallado cinco siglos después de su muerte, en el año 1308, en perfecto estado por lo que se le consideró desde ese momento santo patrón y la zona se transformó en un lugar sagrado (Zaouia).
El mausoleo, localizado en la Place de Marche Verte, comenzó su construcción en el año 1717 y se vio finalizado en 1824, momento desde el cual se convirtió en el lugar más sagrado de la medina.
Con el paso de los siglos el edificio ha sido modificado y reemplazado casi por completo. En el siglo XVIII, Mulay Ismail lo modificó en un estilo alauita.
El edificio forma parte de un conjunto arquitectónico compuesto por la casa el Quitún (supuesta residencia de Mulay Idrís), la Mezquita al Asraf, la fuente y la casa del wudú (lugar para realizar las abluciones). El conjunto, conocido como al-haram (lo prohibido), constituía un lugar en el que los musulmanes podían encontrar refugio y asilo.
El santuario se encuentra abierto las 24 horas del día, siempre disponible para que los centenares de musulmanes que se acercan desde todas partes de Marruecos puedan obtener su bendición. No obstante, al igual que en la mayoría de los lugares de la ciudad, los no musulmanes tienen prohibida la entrada al santuario, pero conviene acercarse hasta la puerta para contemplarlo desde el exterior y conseguir una pequeña panorámica del imponente edificio.
A continuación nos dirigimos a la Place el-Nejjarine donde se erige la fuente más bonita y antigua de Fez, decorada con bellos mosaicos; y el Fondac o Caravansar el-Nejjarine (una antigua fonda para caravanas), que alberga hoy el pequeño Museo de la Madera; entre ambos pudimos contemplar la primera oficina postal abierta en el continente africano.
El broche de oro a la excursión lo puso la visita de la Curtiduría Chouwara, las tenerías donde curten y tiñen la piel los cordobanes que llevan cinco siglos dando fama a Fez. El intenso hedor se distingue desde lejos y antes de subir a la tienda desde donde las contemplamos nos obsequiaron con unas hojas de hierbabuena que apenas mitigan la mezcla olores de las pieles crudas, que primero se tratan con cal viva para eliminar los restos de carne y grasa que puedan llevar adheridos, y luego con los componentes esenciales que se usan para teñirlas de mil colores: heces de paloma y orina de vaca con ceniza. Aunque luego se añadan, siguiendo la tradición de solo utilizar productos de origen natural, cromo, tanino, alumbre, índigo, azafrán y amapola para darles color, el aroma no cambia mucho. No obstante, el olor aquí es bastante soportable; nada en comparación con la pestilencia de las tenerías de Marrakech.
Pero el espectáculo supera todos los inconvenientes. Desde las terrazas de las tiendas de artículos de piel, se observa el duro trabajo que ha variado muy poco desde la época medieval, y las condiciones higiénicas y de seguridad que han variado igual de poco. Es una combinación multicolor que parece salida de un artista del cubismo. En la curtiduría Swara, la más grande de las cuatro que actualmente existen en la Medina, los curtidores, a veces niños o adolescentes, se sumergen hasta las rodillas en las tinajas de colores y pisotean las pieles de oveja, cabra, buey o camello hasta que se impregnan completamente, luego, con considerable esfuerzo porque han multiplicado su peso, las ponen a secar al sol, a un sol que en verano puede ser de 50 grados.
El resultado final son unas pieles de gran suavidad, color uniforme y apreciada calidad. Subimos a una terraza, aun más alta, desde donde había unas vistas impresionantes. Y para bajar a la calle hay que recorrer las varias plantas de venta de artículos de piel en la que todas compramos algún recuerdo.
Anochecía y llovizneaba al salir de nuevo a la calle. Compramos algo para la cena y volvimos, acompañadas por Khlafa, hasta la plaza Seffarine y de ahí, solas, al riad.
Para mañana hemos reservado una excursión de todo el día a Meknes y Bolubilis.
Lunes, 16 de febrero

Desayuno, igual que ayer, a las 08:00. A las 09:00 hemos quedado en la plaza Seffarine cerca del riad. Esta pequeña plazoleta está ubicada en el corazón de Fez el-Bali y en ella aún se conserva uno de los oficios más antiguos de Fez, el de los caldereros artesanos. Los caldereros se dedican a trabajar el cobre desde tiempos inmemoriales para producir algunos artículos como teteras, bandejas, ollas y otros recipientes trabajados en cobre rojo. Aunque la plaza es conocida sobre todo por el oficio que se lleva a cabo en ella, también se pueden descubrir algunos prestigiosos monumentos como la Biblioteca Karaouine y la Madraza Seffarine.
A la hora en punto nos esperaban los dos chóferes que serían al mismo tiempo nuestros guías-acompañantes durante el día de hoy. Salimos en dos furgonetas de seis plazas y en menos de dos horas, realizando alguna parada en bonitos enclaves del camino, aparcábamos en el parking de la ciudad romana de Bolubilis donde nos esperaba un guía que hablaba español bastante bien.
En esta zona se encuentran los restos arqueológicos mejor conservados y más visitados de Marruecos. La ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997 y se encuentra situada a 33 kilómetros al norte de Meknes. Su nombre en árabe se pronuncia Oualili o Walili.
Las excavaciones muestran que los primeros habitantes de la ciudad fueron los cartagineses en el siglo III a.C. Posteriormente, en el año 42 d.C., la ciudad fue anexionada al Imperio Romano.
La ciudad romana llegó a contar con más de 20.000 personas dedicadas en su mayoría al cultivo del trigo, ya que la producción la ordenaba Roma. Volúbilis formó parte del Imperio Romano hasta finales del siglo III, cuando quedó en manos de bereberes, griegos, sirios y judíos.

A finales del siglo VIII, Idrís I hizo de Volúbilis su refugio. Tras proclamarse emir manifestando ser descendiente directo de Mahoma, Idrís I convirtió Volúbilis en el punto de nacimiento del Islam en la zona.
Volúbilis quedó en abandono en el siglo XVIII, cuando el terremoto de Lisboa destruyó sus edificios y la ciudad fue saqueada para construir palacios en Meknes.
Durante una hora recorrimos la zona visitando los lugares más emblemáticos como el Foro, la Basílica y Templo de Júpiter: situados en la parte alta de Volúbilis, estos tres lugares eran el centro de la vida pública de la ciudad. Las Termas: aunque su estado es bastante descuidado, aún se puede apreciar el sistema de calefacción utilizado por las termas romanas. A su lado se encuentran las letrinas comunales. El Arco de Caracalla: construido en mármol en el año 217 en honor al emperador y su madre. Cuando se construyó estaba coronado por una cuadriga de bronce.
Es curioso que todas las columnas se hallan coronadas por nidos de cigüeñas que ya no emigran y viven en la ciudad durante todo el año.
Pero sin duda lo más famoso de Volúbilis son sus mosaicos: Las Pruebas de Hércules, El Baño de las Ninfas, el Acróbata, Baco y Ariadna o el Baño de Diana son algunos de los más famosos.

Finalizada la visita nos dirigimos a la ciudad más modesta de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos: Meknes.
Los primeros habitantes de Meknes fueron los meknasíes, una tribu bereber que dio nombre a la ciudad. Se asentaron en el siglo X y poco a poco fueron ampliando la medina.
En el siglo XVII Mulay Ismaíl estableció en Meknes la capital de Marruecos, creando las murallas y sus magníficas puertas. Su fallecimiento, en 1727, hizo que la ciudad comenzara su decadencia hasta perder el título de capital poco tiempo después.
La llegada de los franceses en el siglo XX hizo que Meknes se recuperara económicamente.La visita comenzó por Heri es-Souani, unas enormes naves que fueron en su tiempo los establos reales de Mulay Ismaíl, con capacidad para 12.000 caballos.

Es un edificio enorme y es bastante interesante. Allí nos atendió un guía loco que se pasó toda la visita gritando y haciendo aspavientos, tomando unas fotos fatales entre y todo ello corriendo; no nos dejaba ni detenernos para hacer nuestras propias fotos. Gritaba y gritaba sin parar. Y lo pero es que, al final, nos pidió propina, después de haber pagado la entrada,  y le dimos 10 € (1€ por cabeza). Un despropósito. Es obvio que fue un error. En fin.


Nos hicimos unas fotos en un lago artificial que había junto a las las caballerizas y nos dirigimos a un restaurante cerca del mausoleo de Mulay Ismaíl en que degustamos una sabrosa comida al sol sentadas en una mesa de la azotea. Un placer.
Finalizada lka comida realizamos una de las visitas emblemáticas de la ciudad: el mausoleo que constituye la tumba del sultán que marcó los orígenes del Marruecos actual: Mulay Ismaíl, "el sanguinario", que supuestamente engendró a cientos de niños, o puede que más de 1.000. Ahora, con las simulaciones por ordenador se sugiere que esto sólo podría haber sido posible si el gobernante hubiese tenido relaciones sexuales una vez al día durante 32 años. Su gobierno fue el más largo de la historia de Marruecos.
El mausoleo se encuentra dentro la soberbia mezquita que lleva el mismo nombre, y una de las pocas en Marruecos donde pueden acceder las personas que no profesan la religión musulmana. La visita y la entrada son gratis.
 A continuación dimos un paseo hasta la plaza el-Hedim que es a Meknes lo que la Plaza de Jamaa el Fna es a Marrakech, el centro de la vida pública y cultural de la ciudad.
Los restaurantes y las terrazas se han instalado en las zonas donde antaño se presenciaban las ejecuciones públicas y los anuncios reales. Toda la plaza rebosaba de gente y de animación. Entramos al mercado para dar una vuelta y ver los productos típicos y de ahí callejeamos un poco por los zocos, compramos algunos recuerdos y volvimos al punto de encuentro con los chóferes para volver a Fez.
Al llegar les pedimos que nos dejaran en la zona nueva y pasamos el resto de la tarde paseando por ella y comprando algunos regalos en la tienda de un compatriota, Paco de Zaragoza, que llevaba viviendo 12 años en Fez y que estaba liquidando la tienda para volverse a Zaragoza. “El mejor momento para volver”-pensamos.
Esta noche le pedimos a Abdul una cena de despedida en el riad pero nos ha gastado una jugarreta. Al llegar no había cena sino que nos llevó a un restaurante (probablemente de algún colega) donde no pudimos ni tomar una cerveza y donde tuvimos que cenar muy rápido ya que parecía que estaban deseando que termináramos y nos fuéramos. La comida estaba muy rica pero no queríamos ese tipo de cena ni en ese sitio. Hubo algunas otras cosas raras por parte de Abdul (que aclaro en la crítica del Tripadvisor). Al acabar la cena nos acompañó al riad aunque estábamos un poco molestas por la “sorpresa”. Tertulia en el patio y a dormir

Martes, 17 de febrero

Tras el desayuno preparamos el equipaje y recogimos todo. 

  
Salimos a dar una vuelta pero estaba casi todo cerrado y además llovía y granizaba de vez en cuando así que volvimos al riad. Entes de llegar, en la plaza, nos aborda Abdul que dice que nos invita a un té verde en la azotea de una casa de la plaza. Subimos. Las vistas eran preciosas y, para despedirnos, salió el sol. Pero al final tuvimos que pagar nosotras e incluso invitarlo a él. En fin, resultó un poco “fullero”.
Desde la terraza se veía toda la ciudad que ofrecía una imagen espectacular bajo el cielo completamente azul turquesa y gris.
A las 11:30 salimos hacia el punto de recogida de los taxis que nos llevaron hasta el aeropuerto. Fez nos despidió con un cielo tremendamente encapotado, casi negro.
En dos horas llegamos a Madrid. Cogimos el bus que nos esperaba y a las 20:30 estábamos en casa. El año que viene hemos decidido que toca Roma, la ciudad eterna.

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