Leonard Cohen, el trovador de la angustia

Hoy se ha hecho pública la noticia de la muerte de Leonard Cohen, uno de los mejores cantoautores del siglo XX, aunque al parecer el fallecimiento tuvo lugar el pasado lunes, 7 de noviembre.


Como homenaje personal a este artista excepcional incluyo en nuestro blog, exclusivo para entradas de viajes, un artículo que publiqué sobre el artista a propósito de la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el 2011: http://revistadeletras.net/leonard-cohen-el-trovador-de-la-angustia/

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PLASENCIA y Comarca de la Vera (Puente de los Santos, 2016)

Sábado, 29 de octubre

Este puente de los Santos hemos cogido un paquete de tres noches con cena romántica en un hotelito con encanto en la comarca de la Vera, en la provincia de Cáceres,   a través de la web Weekendesk. 
Salimos de Albacete no demasiado temprano y el viaje se desarrolló sin contratiempos y bastante rápido durante la primera parte, aunque cuando tomamos la carretera de Extremadura la cosa cambió y el tráfico fue espantoso y denso hasta casi nuestro destino donde llegamos a la hora de comer.
Tras instalarnos en nuestro hotelito El Turcal(ver crítica en Tripadvisor:


https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g609024-d1477868-r447134894-Hotel_El_Turcal-Torremenga_Province_of_Caceres_Extremadura.html#SHOW_USER_REVIEW) nos acercamos al pueblo de al lado, Jaraiz de la Vera, a picar algo. Nos sentamos en una terracita, con una temperatura casi veraniega,  y nos tomemos unos callos.
En este pueblo comenzamos la ruta de hoy por la carretera que recorre la zona. Hay que destacar que todos los pueblecitos que vamos a visitar han sido declarados Conjuntos de Interés Histórico-Artístico. 
El primer pueblo en el que paramos es Jarandilla de la Vera donde se encuentra el parador de turismo ubicado en el antiguo palacio de los Condes de Oropesa, donde vivió Carlos V hasta que fueron finalizadas las obras de sus dependencias en el monasterio de Yuste. En el patio se dispone la terraza de la cafetería donde nos sentamos y nos tomamos un café con un dulce típico de la zona, y delicioso: perrunillas de Jarandilla, una especie de mantecados que se deshacen en la boca. Riquísimos. 
Después dimos una vuelta por los alrededores del palacio y seguimos ruta hacia Valverde de la Vera, la segunda parada. 
Este pueblo es muy autentico y se encuentra bien conservado; data del siglo XII. Sus calles son muy estrechas y en ellas no se permite aparcar, pero al final del pueblo hay un pequeño parking. Deambulamos durante un rato por sus calles y entramos a visitar la iglesia de Santa María de las Fuentes Clara, que nos pereció grande para el pueblo tan pequeño en el que se encuentra, y junto a la que se pueden contemplarse los restos del castillo de los Condes de Nieva, del que solo quedan dos paredes y que hoy se usa para actuaciones (para lo que se han dispuesto frente a la pared que sigue en pie, unas gradas)
Como curiosidad, el pueblecito tiene unos canales tallados en la piedra del suelo, por el centro de las calzadas, por los que circula el agua. Resulta muy curioso.
Este pueblo es también conocido en toda España por su ritual de Semana Santa de Los Empalaos cuyo origen se remonta al siglo XVI, en que la orden de la Cofradía de Nuestro Señor Jesucristo ya realizaba estos actos de penitencia, por los que se llamaban entonces Hermanos de Disciplina, que con el paso del tiempo pasaron a llamarse “Empalaos”:
Una promesa o "manda" hecha ante Dios supone el inicio de un vía crucis, por las calles de la localidad, en el que todos los penitentes son anónimos. En este recorrido de penitencia el empalao camina descalzo, sobre sus hombros lleva un timón de arado sujeto por una soga de esparto que le rodea pecho y brazos desnudos. Una enagua blanca  le cubre de cintura para abajo y de la mitad de sus brazos penden un par de vilortas, con tres aros cada una, y una toga, símbolo del Crucificado. Un velo blanco que sujeta con una corona de espinas, cubre su rostro, sobresaliendo por encima de la cabeza dos espadas cruzadas. Este rito religioso y ancestral se desarrolla en el más absoluto silencio; el empalao va en todo momento acompañado por la figura del Cirineo, que se oculta bajo una manta y le alumbra el camino con un farolillo. Los momentos cumbres de la procesión se producen en el cruce de dos empalaos en que ambos se arrodillan en señal de respeto
 mutuo.
Finalizado el paseo nos sentamos en la plaza, en una terracita, y nos tomamos unas bebidas disfrutando de la paz, la tranquilidad y el concepto del tiempo de por aquí.
Abandonamos Valverde y nos dirigimos hacia Villanueva de la Vera, Una localidad en la que salvo la ermita de San Antón, la plaza porticada, el ayuntamiento y algunas casas con arquitectura típica, no tiene mucho que ver así que damos una vueltecita por sus calles y seguimos camino hacia Madrigal de la Vera. Al llegar nos sorprende la animación de sus calles y al cabo de un rato nos enteremos de que aquí celebran el puente de los Santos con varias actividades que se desarrollan por las calles y en las que participan los habitantes de la localidad y los visitantes; lo más llamativo es un mercadillo nosturno instalado en una enorme carpa, donde se presentan productor típicos de la zona entremezclados con tenderetes de artesanía local. También hay puestos cestería artesanal por las calles e incluso un castillo hinchable para deleite de los más pequeños. Pese a lo animado del pueblo, no tiene mucho que ver. A las afueras hay un puente romano muy bien conservado y de bastante relevancia pero ya está anocheciendo y no encontramos el camino para llegar a él. 
Desde aquí volvemos a Torremenga que es donde se encuentra nuestro hotelito. Tardamos bastante en llegar aunque solo hay 30 kms. de distancia, porque la carretera, aunque no es mala, es estrecha, tiene muchas curvas, las líneas están casi borradas y la noche es oscura como boca de lobo. 
Al llegar a Jaraiz de la Vera (el pueblecillo anterior a Torremenga) decidimos parar a cenar ya que cerca del hotel no hay nada para picar algo y en Jaraiz sí. Nos cuesta muchísimo aparcar y es que están las calles repletas de coches; sorprende que un pueblo tan pequeño tenga tanto tráfico y tantísimos vehículos. 
Entramos en una crepería que vimos el día anterior, La Cuisinette, un local muy, muy recomendable; estaba lleno a rebosar pero pudimos coger una pequeña mesita redonda junto a la ventana y, aunque tardaron bastante en servirnos, mereció la pena la espera.
Los crepes estaban deliciosos, el sitio es muy agradable; la decoración, estilosa y la chica que atiende el local, encantadora. Pedimos uno de jamón serrano y queso emental y otro de queso de cabra con canónigos, bacon y nueces; de postre, uno de dulce de leche para compartir. Y bebidas. Todo por unos 15€. Nos encantó.
Domingo, 30 de octubre

Hoy comenzamos con un desayuno estupendo en el hotel antes de iniciar el camino hacia el Monasterio de Yuste que está muy cerca. Llegamos unos minutos antes de las 10:00, la hora de apertura. Al abrir la puerta, seguimos a todo el mundo que se dirige a la iglesia donde hay un cartel que pone "visita". Todos se sientan en los bancos y nosotros hacemos lo mismo pensando que la visita comienza así, con alguna explicación.
 De repente salen varios sacerdotes ataviados con sus casullas verdes y uno se dirige al púlpito y comeinza lo que parece una misa. Son de la orden de los paulinos y eran polacos, aunque el del púlpito hablaba muy bien español. Nos cuenta que están celebrando los no sé cuántos años de la fundación de la ordeny que hay una coral polaca que cantará desde el coro. Y cantan, y comienza la misa que se alarga porque se intercalan los cánticos. Aguantamos hasta que acaba el sermón (45 minutos) aunque nos extraña que para visitar el monasterio haya que oír misa. Decidimos salir para preguntar y el guardia de seguridad nos indica que se entra por otro sitio, en el que paradógicamente pone "salida"; resumiendo, resulta que todos los domingos hay misa a las 10:00 en la capilla y nos hemos metido, confundidos por la gente, en ella, en vez de entrar por el acceso. 
Una vez subsanado el error llegamos a un vestíbulo donde se saca la entrada (7€); una vez con los tickets se puede optar por una visita guiada o por comprar unas audioguías (3€), opción que elegimos nosotros ya que la próxima es una hora más tarde. Debemos decir que esto de las audioguías lo tienen bastante mal organizado: Una vez terminada la visita y cuando se llega a la salida, en la otra punta del complejo, hay que volver a la entrada a dejar la audioguía, pero no permiten salir por ahí sino que hay que volver de nuevo a recorrer todo para llegar de nuevo a la salida y salir; por otro lado, para devolver la audioguía hay que hacer la misma cola que lara cogerla por lo que se pierde mucho tiempo en la cola (cogerla lleva un rato por la explicación, dejar los datos...) y devolverla es solo un segundo.
Durante la visita se visitan los dos claustros, el refectorio, la iglesia y la cripta (donde reposaron los restos del emperador durante 20 años, hasta que su hijo Felipe II decidió trasladarlo a El Escorial) y la residencia real.
La iglesia es un templo gótico tardío, con una sola nave y cabecera poligonal. Se comunica con el claustro gótico y la austeridad marca su esencia. El claustro nuevo es renacentista y más amplio que el anterior. Está más ornamentado, con volutas y guirnaldas en sus columnas. En su origen tuvo 3 pisos pero hubo que eliminar el superior porque, debido al agua del subsuelo, comenzó a moverse todo el edificio y corría riesgo de hundimiento.
El origen de este monasterio se remonta al siglo XV, cuando un grupo de vecinos de La Vera tomó la decisión de construir un cenobio para cobijar a los ermitaños y, posteriormente, a los monjes de la Orden de San Jerónimo. Este pequeño edificio terminó convirtiéndose en el conjunto monacal que conocemos hoy. Con la llegada del Emperador se construyeron sus dependencias, una casa-palacio sencilla, sin muchos elementos decorativos. 
Un dato curioso: el dormitorio del rey estaba al lado del coro de la iglesia, por lo que podía asistir a los oficios desde su propia alcoba. Un alivio para su majestad teniendo en cuenta que estaba aquejado de la enfermedad de gota. El dormitorio es sorprendente por lo tétrico y es que están todas sus paredes recubiertas de grandes paños negros (así lo estaban cuando dormía allí el monarca) para recordarle el luto por su amada esposa Isabel de Portugar (por cierto, "la señora de Albacete")
Finalizada la visita de Yuste nos dirigimos al pueblo -según dicen- más bonito de la zona: Garganta La Olla cuyo nombre latino fue "Ad Fauces" que significa Garganta, y "la Olla" por el hoyo en el que está situada.
Antes de comenzar el paseo por El pueblo es interesante hacer una parada en el mirador de “La Serrana de La Vera” (en la carretera de Yuste), donde se levanta una escultura de esta mujer de leyenda que, según cuentan, era Isabel de Carvajal (poderosa familia de Garganta la Olla) que fue abandonada casi en el mismo altar antes de casarse con el sobrino del obispo de Plasencia. Dicen que en venganza por este desprecio, La Serrana se fue a vivir a una cueva de la Sierra donde embaucaba a los hombres y allí mismo los mataba. Las vistas del pueblo desde el mirador merecen la pena.

Ya en el pueblo, lo primero que se ve es la Ermita del Cristo del Humilladero, cuyo altar está recubierto de azulejos de Talavera. Aquí hay que dejar el coche pues es casco antiguo es solo peatonal. Desde ahí parte la calle Chorrillo, la más importante del pueblo con sus peculiares casas y sus balconadas sobre vigas de madera como la famosa Casa de Postas, construida en 1576, según indica la inscripción en el capitel de la columna que preside su entrada. La casa servía de alojamiento a los viajeros en la época de Carlos V. En la misma calle se puede ver una de las casas más importantes y famosas de la localidad: la Casa de las Muñecas, inconfundible con su fachada de color azul añil. Era uno de los prostíbulos más concurridos de los tres que tenía el pueblo en aquella época y que era casi de uso exclusivo de los soldados del emperador. 
En el dintel en piedra que adorna la puerta se ve la pequeña escultura labrada de una muñeca vestida con el traje tradicional. Resulta llamativo que este pequeño lugar tuviese tres burdeles en el siglo XVI y da una idea de la importancia y riqueza que tuvo en épocas pasadas. Curiosamente, aquí surgió la expresión “irse de picos pardos” porque las prostitutas de Garganta la Olla, por orden de los Reyes Católicos, debían llevar los picos de sus enaguas visibles y de color pardo para dejar claro su “oficio”.
Esta casa se encuentra ya casi en la plaza que no es muy grande pero resulta coqueta y armoniosa, con un pilón en el centro. El edificio del ayuntamiento la preside y bajo sus soportales  se expone la antigua picota del siglo XVII.
Justo detrás de la Plaza Mayor, en la calle Toril, visitamos el Museo de la Inquisición, con su calabozo, sala de torturas y artilugios varios para poner los pelos de punta a todos sin excepción. Además, este lugar es también un interesante museo etnográfico donde se exponen enseres de la vida cotidiana. La entrada se saca en la tienda de productos típicos que hay un poco más arriba en la que compramos (¿cómo no?) una cajita de pimentón de la Vera picante.

Volvemos a la plaza desde la que hay una buena perspectiva de la Iglesia de San Lorenzo, en la zona más alta del pueblo a la que se llega en pocos minutos andando. La iglesia es del siglo XVI y ha sido declarada Monumento Histórico Artístico. De su exterior destaca la torre campanario de más 30 metros, coronada por una cruz que, según cuentan, fue colocada como homenaje a las víctimas que murieron a manos de La Serrana de la Vera.
 
Unos pasos más adelante en dirección contraria a la plaza llama la atención la Casa de la Peña, una de las más originales de Garganta la Olla, cuya imagen es el símbolo principal del escudo del pueblo. Tres vigas de madera sujetan la balconada de esta peculiar casa descansando en una peña que parece surgir de la nada, fuera de lugar y en mitad de la calle (ahí lleva la peña siglos, sujetando la casa y creando una de las estampas más llamativas de este pueblo).
Concluimos el paseo visitando el Barrio de la Huerta, detrás de esta casa, que es una pequeña calle circular porticada con sus típicos balcones de madera. Hay que mencionar otra curiosidad de esta localidad que son las estrechísimas callejuelas por las que apenas cabe una persona y que salpican el casco antiguo.
Terminada la visita de esta bonita localidad, buscamos un sitio para comer, pero todo está hasta los topes, y además los sitios son muy pequeños; comemos finalmente en un restaurante muy recomendable, La Fragua, en la calle que va desde la plaza al museo de la Inquisición. La verdad es que cogemos la última mesa libre y a partir de ese momento fue imposible encontrar sitio para la gente que llegó después. Relación calidad-precio estupenda.

Desde Garganta nos dirigimos a Pasarón de la Vera, otro pequeño pueblecito con encanto y también declarado Conjunto Histórico-Artístico.
Allí damos una vuelta por el pueblo y encontramos por casualidad el Museo Pecharromán, y tenemos suerte porque hoy estaba el director, el propio artista que es una persona bastante peculiar, como sacado del siglo XIX, y ha sido él mismo el que nos ha mostrado todo el museo y nos ha explicado su obra que se guarda aquí. El precio es 5€.
El Museo está ubicado en un Edificio Protegido del S. XVII construido en madera y piedra que consta de tres plantas y bodegas y que en época de Afonso XIII fueron escuelas públicas; esta casa acoge el museo como tal desde 1996 gracias a la generosidad del pintor, que combina su actividad con la conservación.
Las colecciones pretenden ser capaces de dar forma a una línea de actuación rigurosa y profunda, para conocer satisfactoriamente la obra artística de Pecharromán teniendo en cuenta su  momento histórico-social y su desarrollo histórico- artístico en relación con los movimientos estéticos de las vanguardias. Algunas de estas colecciones que pudimos ver son: Movida Madrileña, Juegos Olímpicos, Diálogo de la Pintura con la Música desde la Postmodernidad y una serie de colecciones dedicadas a diferentes pintores, entre ellos Goya, Zurbarán o Dalí.
En la planta de acceso está la sala de exposiciones temporales. La planta principal se destina a exposiciones rotativas de dibujos y pinturas de Pecharromán que se conservan en los fondos del Museo y a una serie de documentos relacionados con la vida del pintor madrileño. Y en la planta estudio, además de otras pinturas, se encuentran los fondos documentales, la sala de lectura y una gran terraza-solana en fachada principal, propia de estos edificios de la Comarca de la Vera. 
Tras la visita y la despedida personal del artista con un apretón de manos, continuamos durante un rato deambulando por las callejas del pueblo. Nos tomamos unos tés en una terracita de la plaza y volvemos al hotel donde tenemos hoy la cena romántica a la luz de las velas de nuestro paquete de viaje.
A las 21:00 llegamos al comedor y nos acomodamos en una mesita a un lado. Al momento nos sirven el primer plato que es una ensalada de setas con pimientos que es original y está buena. De segundo tomamos solomillos en base de patatas con salsa (un poco duros, la verdad); y de postre, una crema de limón que es lo mejor de toda la cena. La bebida no está incluida en la cena por lo que nos parece todo un poco caro. La verdad es que no merece la pena cenar en el hotel.

Lunes, 31 de octubre

Tras el desayuno salimos en dirección a Plasencia donde hemos decidido pasar el día de hoy. 
Fue fundada como ciudad por el rey Alfonso VIII de Castilla en 1186. Su establecimiento en el lugar se debió a razones de estrategia militar propias de la Reconquista, pues a escasos kilómetros de la ciudad se hallaban las fronteras castellanas con el reino de León al oeste y con los musulmanes al sur. El nombre de la ciudad viene del lema que aparecía en el escudo: Ut placeat Deo et hominibus (para agradar a Dios y a los hombres). La ciudad es hoy conocida como "La perla del Norte" o "La perla del valle".
Dejamos el coche en un parking cerca del centro porque es imposible aparcar en la calle y desistimos de hacerlo después de varias vueltas al casco antiguo.
 Subimos por la calle Talavera, una calle peatonal que conduce a la plaza Mayor en la que hoy se celebraba el mercado de frutas y verduras frescas además de algunos otros productos de la tierra.
En la Plaza Mayor se encuentra el Palacio Municipal (Casa Consistorial), edificado en el siglo XVI siguiendo un estilo gótico renacentista que incluye en la fachada una doble arcada.
En la parte izquierda se puede ver un escudo de Carlos V. Y en la torre del campanario se encuentra uno de los símbolos de la ciudad: el Abuelo Mayorga, que es una figura enorme de un hombre agarrado a la parte exterior del campanario.
Buscamos la oficina de turismo para que nos indiquen lo que debemos ver aquí, pero nos cuesta un poco encontrarla porque no está en la plaza Mayor sino que se ubica en el convento de Las Claras. Tomamos café en una terracita al sol y comenzamos, ya con nuestro plano, la ruta recomendada. Lo primero es visitar la catedral, o mejor dicho, las catedrales ya que hay dos, una nueva y otra vieja aunque ambas incompletas (la vieja porque se dividió para construir la nueva y esta porque no se terminó por problemas económicos)
La construcción de la primera comenzó en el siglo XIII y fue ampliada a mediados del siglo XV. En la fachada se encuentra una bella portada románica, con arco de medio punto.
En el interior podemos ver un bonito claustro rectangular que da paso a la Capilla de San Pablo (románico - gótico), sobre la que se encuentra la conocida como Torre del Melón, una de las tres cúpulas escamadas que se conservan en España. También se ubica en ella el Museo Catedralicio, que cuenta con una colección importante de pinturas, esculturas y elementos religiosos de los siglos XV al XVII.
La Catedral Nueva comenzó a construirse en 1498 y se finalizó en 1578. Tiene dos bellísimas fachadas renacentistas, de estilo plateresco. La fachada principal es obra de Juan de Álava (1558) y la fachada del Enlosado o de Siloé, más antigua, es obra de Diego de Siloé y es anterior a 1548.
En la nave central destaca el Retablo Mayor, del siglo XVII, en el que se encuentra la imagen en madera de la Virgen del Sagrario (siglo XIII)
Entre otros elementos dignos de ser contemplados, la catedral tiene uno de los coros más bellos de España, hecho en madera de nogal siguiendo un estilo gótico pero no lo podemos ver porque lo están restaurando.
Frente a la fachada de la catedral vieja se encuentra un bonito edificio en el que se ubica el Obispado del que se puede visitar el patio en cuyo centro pueden contemplarse unos enormes limoneros.
Continuamos recorriendo el casco histórico y algunos de los palacios y casas señoriales más relevantes como la Casa del Dean (en la Plaza de la Catedral) del siglo XVII, en la que destaca el balcón en ángulo con las columnas de estilo corintio y el escudo de la famila Paniagua de Loaisa; la Casa-Palacio de los Monroy,  también llamada de las Dos Torres, del siglo XIII que es el palacio más antiguo de Plasencia, de fachada románica; el Palacio de Mirabel, un palacio renacentista del siglo XV, o el antiguo Convento de San Vicente Ferrer, convertido en el Parador Nacional, que alberga en su interior un bonito claustro del mismo siglo.

Volvemos a la plaza, damos otra vuelta y nos sentamos a comer en Tentempié, un gastrobar que en Tripadvisor está el segundo de los 59 restaurantes en Plasencia. El sitio es moderno, de diseño con unos camareros muy eficientes. Tomamos unas verduras en tempura y Pluma ibérica con lecho de patatas y pimientos de padrón, además de la tapa que nos pusieron con la que casi se podía comer (pisto de verduras con un huevo frito para cada uno). La verdad es que es un sitio muy recomendable; relación calidad-precio inmejorable, todo rico y abundante.
Finalizada la comida damos un paseo por el centro en dirección a la Plaza de Santa Ana para ver las murallas (de la que se conservan 21 de las 71 torres originales) y el acueducto.
Volvemos a la plaza, hacemos unas fotos, nos sentamos en una terraza a tomar un café y abandonamos la ciudad. Como aún es temprano y quedan algunas horas de sol decidimos visitar un último pueblo que no hemos tenido tiempo de ver de los más bonitos que componen esta Comarca de la Vera: Cuacos de Yuste, al igual que los otros declarado Conjunto de Interés Histórico-Artístico. Con típicas calles, plazas y plazuelas en las que se encuentran muchas muestras de la arquitectura popular serrana como muros de adobe con entramado de madera, balconadas en voladizo, y fachadas porticadas sostenidas por troncos de madera y base de granito, es una delicia pasear por el casco antiguo en el que a cada vuelta se descubre un rincón encantador o una coqueta plaza.


 


 













 Este ha sido, con diferencia, el pueblo que más nos ha gustado (y eso que lo hemos visitado por casualidad); es el que mejor conservado está, tiene más rincones bonitos y el que ha mantenido el sabor de las construcciones típicas en las obras nuevas. Realmente es precioso.

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PONTEVEDRA y RÍAS BAJAS. ORENSE y ZAMORA (Agosto, 2016)



Miércoles, 17 de agosto

Salimos de Albacete en dirección a las Rías Bajas sobre las 9:45. De un tirón nos plantamos en Medina del Campo donde comemos en un restaurante de la plaza. El pueblo es un pueblo normalito con una plaza Mayor coqueta.

Damos una vuelta y seguimos en dirección a Benavente donde tenemos reserva para dormir. Llegamos a nuestro alojamiento, La Trapería (ver crítica en TripAsvisor. https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g319797-d8413713-r407663230-Hostal_La_Traperia-Benavente_Province_of_Zamora_Castile_and_Leon.html#SHOW_USER_REVIEW )
con tiempo de sobra para ver el pueblo.
Comenzamos por un jardín que asciende por una ladera en cuya cima se encuentra el parador de turismo, ubicado en el famoso castillo de la Mota que tiene como atractivo principal una torre. Es un parador precioso. Entramos para echar un vistazo y nos tomamos un café en la terraza que a esa hora es muy agradable.
Desde el parador hay unas vistas espectaculares del valle y de la puesta de sol. Continuamos callejeando un rato por el casco viejo que sin ser excepcional está bien. Cenamos en un restaurante llamado El pícaro que nos ha recomendado la del hostal y que no es nada especial aunque la comida está muy rica; probamos la especialidad: mollejas a la zamorana, riquísimas (son mollejas en una salsa parecida a los callos y muy picante). Después de cenar nos tomamos un helado en La Ibense, la mejor heladería del pueblo pero en la terraza hace ya bastante fresco y nos vamos a dormir.

Jueves, 18 de agosto
Después de desayunar salimos hacia Pontevedra. Como pasamos por Orense, ciudad que no conocemos, y paramos toda la mañana para visitar lo más emblemático. Nos acercamos a la oficina de turismo donde nos indican los monumentos y enclaves principal.
Comenzamos por la catedral (entrada 5€) que se recorre con audioguía. La verdad es que es una joyita con un retablo magnífico y una capilla (la del Santo Cristo) espectacular (más que rococó)
Fue edificada entre mitad del siglo XII y avanzado el XIII. Este templo tiene honores de basílica menor desde el año 1867. El Santo Cristo es una imagen gótica que impacta por su tremendo naturalismo. La cabeza es de un realismo impresionante con una boca profundamente abierta que contribuye a dar la sensación de muerto al Cristo. La barba, el bigote y el pelo son postizos de pelo natural, circulando por la ciudad la leyenda de que le crece. La herida del costado es muy profunda y por todo el tronco aparecen multitud de llagas y verdugones de gran realismo. La figura mide dos metros de alto.
Finalizada la visita callejeamos un poco por el casco antiguo (ayuntamiento, plaza de la Madalena, plaza mayor...) y nos sentamos a comer en una terraza de la zona de los bares que son las calles que transcurren por la parte trasera de la catedral.
Una de los monumentos más importantes de Orense, además de la catedral, es As Burgas, unas fuentes y manantiales  de aguas termales que datan de la época romana y que salen a la superficie a una temperatura de 65-67°C. Comprobado, nos hemos quemado al tocarla. En el mismo lugar hay una poscina termal con las mismas aguas pero a 37 grados.
Nos han dicho que merece mucho la pena el claustro de san Francisco que es una maravilla, pero a esta hora está cerrado y no queremos que se nos haga tarde así que queda pendiente para otra visita a la ciudad. 
Abandonamos Orense y partimos hacia Pontevedra (dando una enorme vuelta ya que nos equivocamos y llegamos hasta Vigo) y de ahí a Pedre que está a unos 20 kms. y que es donde tenemos el alojamiento Casa Florinda (ver crítica en TripAdvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g2587924-d2676910-r411177607-Casa_Florinda-Cerdedo_Province_of_Pontevedra_Galicia.html#SHOW_USER_REVIEW )

Nos instalamos, bajamos al río a ver una calzada y un puente romano, descansamos un poco en el jardín y vamos a cenar al pueblo siguiente que es Cerdedo a un restaurante que podemos recomendar: O novo camareiro; la comida es rica, aunque no hay mucha variedad, y el personal es amable (es de lo mejor que hemos encontrado por los alrededores) y tiene buen vino.

Viernes, 19 de agosto

Después de desayunar salimos para Pontevedra; hoy pasaremos la jornada conociendo la ciudad.
El día ha amanecido bastante gris y llueve bastante a ratos. Llegamos sin problemas pero estos comienzan al entrar en la ciudad pues todo el centro es peatonal y además están en fiestas, y nosotros nos metemos con el coche. Nos cuesta salir a zona de tráfico pero, tras un rato de agobio, lo conseguimos aunque vemos que es imposible aparcar en la calle y metemos el coche en el parking Central (OJO: Un bono para un día vale 6€; a nosotros unas 8 horas nos ha costado 12€. Tiene cuenta coger el bono si se va a dejar el coche mucho tiempo)
Nos dirigimos al centro y nos sentamos a tomar un café. Lo primero que hacemos es ir a la oficina de turismo que está en la Plaza de las Verduras una placeta muy, muy coquetona y con sabor antiguo; de hecho, era la zona donde se instalaba el antiguo mercado de las verduras. Allí nos dan algunas informaciones sobre lo más importante de la ciudad y nos un plano en el que aparece la ruta recomendada;, muy útil.
Comenzamos por esta placita y, tras callejear un poco, llegamos a otra más grande, Plaza de Méndez Núñez, donde se ha colocado una estatua de Valle-Inclán, como si fuera un transeúnte más,  a tamaño natural. Continuamos el recorrido por el Museo Provincial que es un precioso y ecléctico edificio, con parte antigua y parte nueva de arquitectura muy moderna. Frente a él se puede ver el Instituto donde estudió el famoso escritor hasta 1885.
No lejos de ambos edificios se encuentra el conocido Convento de las clarisas que se encuentra cerca del río, al lado de la plaza Barcelos, y en la calle de Santa Clara. El convento fue fundado en 1271 y tiene una portada ojival donde se representa la Resurrección. Dicen que pudo haber anteriormente un convento de templarios. Excepto por las vidrieras de la iglesia, el resto del exterior es de un aspecto austero casi a modo de fortaleza (y que necesitaría una restauración ya que se encuentra bastante deteriorado) y como es de clausura no puede visitarse, solo contemplar la capilla a través de un cristal (a veces la abren los domingos)

Llegamos paseando a la Plaza de la Leña (aquí todo está cerca porque el casco antiguo de la ciudad es relativamente pequeño) que es una de las que más nos ha gustado. Presidida por un crucero de piedra, recibe el nombre del producto que en ella se vendía para las antiguas cocinas. Es una de las estampas más típicas de Pontevedra con el crucero en el centro y los pequeños pazos que acogen el museo. De carácter regular se encuentra rodeada de casas típicas del centro histórico. Destacan en un lateral los edificios del Museo Provincial: primero el de Fernández López, luego el de Castro Monteagudo y unido a este por un gracioso puente el de García Flórez. Estos dos últimos una buena muestra de los pazos urbanos del siglo XVIII. Tanto la plaza como las calles adyacentes son lugares de tapas, vinos y comidas y a esas horas estaba muy animada repleta de terrazas donde los pontevedreses y los turistas tomaban un aperitivo. Nos sentamos en una de ellas a tomar un vino y unas tapas.
Tras el descanso, seguimos la ruta que nos condujo a la Iglesia Catedral o Basílica de Sta. María que está cerrada y a la que volveremos tras la comida (cuando abran). Datada en el siglo XVI, es desde 1962 Basílica, por decreto del Papa Juan XXIII. Actualmente, está considerada como Bien de Interés Cultural y fue declarada Monumento histórico-artístico en 1931.


Paramos un rato a comer en una de las muchas terraza del casco histórico y nos tomamos un pulpo a la gallega y unos mejillones que están riquísimos. De ahí nos dirigimos a la oficina de información de las Rías Bajas, que es diferente de la Oficina de Turismo local. Nos dan algo de información para visitar toda la zona (aunque no demasiado ni demasiado diferente de lo que se puede encontrar en interés en una búsqueda no muy minuciosa)









Buscamos el Parador de turismo y tomamos café en él (nos encanta tomar café o refrescos en los paradores). Bajamos a dar un paseo por la ría y accedemos desde la parte de abajo a la Basílica qye ya ha abierto y que es espectacular. Pasamos el resto de la tarde callejeando por la zona antigua y la ciudad nueva. Visitamos la famosísima capilla de La Peregrina, patrona de la ciudad.
Todo el centro está a rebosar de gente. Todo es bullicio y hay personas por todos lados: resulta que es la cabalgata de feria. Nos sentamos en un banco a ver el ambiente. Por cierto, frente a nosotros se encuentran tomando un café Manuel Manquilla, un famoso actor gallego que ha participado entre otras en  Airbag, Rey gitano o Torrente, el brazo tonto de la ley y que se encuentra  rodando una película en la zona; de hecho, ruedan una escena en la cafetería donde están: cámaras y micrófonos por todos lados y gente pidiéndole autógrafos y haciéndose fotos con él.
Ya cansados compramos unas empanada en un super y nos vamos al pueblo para cenar tranquilamente.

Sábado. 20 de agosto

De camino a nuestra casa rural hemos visto varias indicaciones de un parque arqueológico cercano que hoy hemos decidido visitar. Su nombre es  Parque Arqueológica de Arte Rupestre de Campo Lameiro (lo esencial son los geroglifos que pueden verse por todos lados) y pasear por él es una verdadera experiencia para los sentidos. Patrimonio Cultural y paisaje se dan la mano y desvelan la magia de sus piedras al contemplar los motivos principales y las escenas palmadas en los grabados rupestres gallegos en el contexto ambiental que le da sentido.
Los petroglifos se conservan en el tiempo, modificando su significado. El arte rupestre es un fenómeno que abarca varios milenios de duración, el conjunto principal de grabados gallegos se generó durante los milenios III y II a. C., en la edad de Bronce.
Al llegar, sorprende que en esa zona tan recóndita en medio de una sierra se encuentre semejante complejo. La visita al Parque Arqueológica incluye el acceso a tres espacios diferentes. La exposición estable, situada en el Centro de Interpretación y Documentación, es el lugar donde el visitante reúne la información necesaria para entender los enigmas escondidos en los petroglifos y descubrir los modos de vida de nuestros antepasados de la Edad de Bronce, aproximándote a su rico mundo simbólico.
Al acabar la visita a la exposición, ya eran las 12:30 hora en la que comienza  la visita con el guía (que era muy majo y explicaba todo a la perfección pero de forma muy amena y comprensible para todos, acompañándola de algún que otro chascarrillo), siguiendo un cómodo recorrido por el área arqueológica, desde el que se permite observar los diseños geométricos y naturalistas propios del arte rupestre gallego y observar alguno de los petroglifos más notables de Galicia mediante un itinerario de más de 3 kilometros de longitud salpicado por  áreas de descanso y  fuentes y atravesando un paisaje cultural extraordinario caracterizado por la alta densidad de petroglifos.
Finalizada la visita era hora de comer pero el pueblo más cercano solo tenía un restaurante y había lista de espera, así que decidimos volver a Pedre y mirar si en Cerdedo (el pueblo más cercano podíamos encontrar algo abierto para comer). Camino de este pasamos por una gasolinera en la que había una casa de comidas y allí paramos: un menú del día baratísimo y de comida casera. El sitio era sencillo pero el servicio y la comida, muy buenos; de hecho, tomamos una de las mejores sopas de marisco de nuestra vida.
Por la tarde, por medio de la propietaria de nuestra casa rural que nos puso en contacto con un chico llamado Tony (supermajo) que prepara rutas de senderismo por los parajes de la zona, nos apuntamos  esa tarde a una excursión que parecía interesante. El grupo se reunía para salir en la puerta del Ayuntamiento de La Estrada, un pueblo-ciudad a unos 30 Kms. de Pedre hacia el interior de la sierra.
Desde allí, en coche fuimos a una zona en el campo desde donde partía el sendero por el que íbamos a recorrer la zona. El recorrido era de 15 kms. pero no se hizo largo ni pesado pues la mayor parte del trayecto era terreno llano y tan variado que no resultó aburrido; incluso algunos de los parajes visitados eran espectaculares (y no había nadie!!)
Al finalizar, y por gentileza del guía, nos llevó a una verbena popular en la que tocaba un grupo de música folk gallega tradicional y nos invitó a chorizos a la sidra y sidra, Lo pasamos genial. Bailamos, comimos, nos reímos… daba pena irse a dormir, aunque se hizo un poco tarde y, tras despedirnos de todos y agradecer sus atenciones, volvimos a nuestra casa a descansar. Durante la ruta, una de los participantes llamada Rita que era de Cambarro (lugar que teníamos pensado visitar) nos recomendó varios lugares para ver y comer, entre ellos uno pequeño y original ene l que la especialidad era una exquisita ensalada de sandía (Rúa 19).
En el trayecto desde La Estrada a Pedre se pasa por un pueblo famoso por una fiesta local conocida como “A rapa das bestas”, y la verdad es que casi nos comemos (literalmante) las bestas ya que en mitad de la carretera había un gran número de caballos salvajes que eran un verdadero peligro, especialmente por la noche y por esta carretera de montaña; fue un pequeño susto que tuvimos a la vuelta.

Domingo, 21 de agosto

Tras levantarnos y desayunar nos dirigimos  Tui y nos quedamos impactados porque, aunque eran las 11:30 parecía una ciudad fantasma: ni una persona por la calle y todo cerrado. Vamos a la oficina de turismo (delante de la catedral) a por información y nos enteramos de que aquí abra todo sobre las 13:00. En esta ciudad comienza el llamado “Camino portugués” hacia Santiago. Intentamos entrar en la catedral de Santa María pero está cerrada y abrirá más tarde para un concierto (al final no llegamos a verla pues lo intentamos varias veces a a diferentes horas pero no nos dejaron entrar con excusas varias (genial la forma de fomentar el turismo aquí!!!)
Por fuera, esta catedral es muy curiosa porque realmente no parece un templo sino más bien una fortaleza si no fuera por el pórtico. El edificio catedralicio actual comenzó a tomar forma a lo largo del siglo XII tras los convulsos períodos de invasiones sarracenas y normandas cuando la ciudad es erigida nuevamente como sede episcopal. Es entonces cuando los obispos, con el apoyo de reyes y nobles, impulsan la construcción del templo consiguiendo para este fin numerosos privilegios y concesiones.
La presencia de murallas y fortificaciones denotan el carácter defensivo de la ciudad, dada su importancia estratégica como cruce y confluencia de caminos. Al parecer es muy interesante en el interior pero, por desgracia, fue imposible el acceso.
Nos sentamos en la terracita de una cafetería, Santiamén, justo frente a este imponente edificio a tomar un café. A continuación callejeamos por el casco histórico (cárcel vieja, Iglesia de San Telmo…) y luego bajamos hasta la zona del río Miño para contemplar las preciosas vistas desde uno delos miradores.
Abandonamos Tui en dirección a La Guardia y nos dirigimos directamente a la zona del puerto y paseo marítimo que es donde se encuentran la mayoría de bares y restaurantes. Estaba repleto de gente y todo lleno a rebosar. Cogemos –de milagro- una mesita en una terraza frente al mar (Restaurante El Paseo: muy buena relación calidad-precio) y pedimos algunos platos típicos que estaban deliciosos: Mejillones, pulpo a feira, langostinos a la plancha y pimientos de padrón. De postre nos compramos un helado artesano en La fábrica del gelatto y nos lo tomamos mientras recorremos el paseo.

Hacemos unas fotos del pueblo desde la playa que se ve precioso y emprendemos camino hacia Bayona. En el trayecto paramos para ver un precioso monasterio que se erige justo a orillas del mar, Monasterio de Oia, que no pasa desapercibido ya que es espectacular y se ve desde la carretera.
 Pero cuando llegamos a Bayona…¡HORROR! No recordábamos que se está celebrando la vuelta ciclista y justo hoy a esta hora pasa por aquí. Resumen: todo cortado y caótico, incluidos los accesos a Bayona por lo que nos vemos obligados a tomar una carretera de circunvalación y resignarnos a pasar de largo por esta localidad que teníamos interés en conocer. Tampoco podemos tomar café en el parador de Bayona que era nuestra primera intención.
Seguimos pues bordeando la costa  haciendo algunas paradas en lugares bonitos y miradores como en el faro Silleiro. Llegamos a Vigo después de aguantar un atasco monumental debido al caos de la vuelta ciclista.
Vigo no nos gusta mucho, Es una ciudad incómoda, llena de cuestas, pequeña y un poco insulsa. No tiene nada especial.
 
La verdad es que nos ha parecido una ciudad grande pero “ni fu ni fa”Recorrimos el caso antiguo, subimos al castillo (no hay nada más que alguna muralla, pero las vistas son muy chulas), visitamos la cocatedral y la plaza de la Constitución que estaba muy animada y en la que nos tomamos un refrigerio sentados en una de la terrazas que la llenaban. Callejeamos un poco más por la zona antigua que han restaurado y no está mal. Es una ciudad, en nuestra opinión, prescindible.
Volvemos a Pedre y vamos a cenar al pueblo de al lado, Cercedo.

Lunes, 22 de agosto

Hoy salimos hacia Combarro con idea de probar en Rúa 19 la famosa ensalada de sandía y ver el pueblo. Resulta una localidad con encanto pero pequeñísima, con casitas típicas de piedra y muy cuidado. Lo más emblemático son los hórreos que se disponen a orillas del mar y que conforman una bonita y original imagen.

Entre unos y otros discurren hasta el agua unas rampas por las que antaño bajaban las embarcaciones. La verdad es que el pueblo es excesivamente turístico; debe de ser una maravilla en invierno, con la marea alta y sin turistas. Hoy era un poco agobiante pues las callecitas son estrechísimas y había cientos de turistas gritones. Y tiendas de souvenires a cada paso (lo que estropea bastante la imagen bucólica del lugar), ¿pero qué sitio bonito y especial no está hoy día repleto de tiendas de recuerdos?. Además a la hora en que lo visitamos había marea baja y el paisaje era un poco feo y daba impresión de sucio.
 
Nos sentamos en un lugar junto al mar, un bar restaurante que en el exterior tenía una terraza enorme con cientos de mesas de madera. A nuestro lado una familia andaluza y vulgar que hablaba a gritos y lanzaba risotadas escandalosas. Para remate pido un café solo corto y me ponen una taza de café con leche llena de café de puchero aguado. O sea, que aunque el pueblo era precioso, no elegimos el mejor momento para visitarlo y la impresión general no fue muy buena.
Desde Cambarro seguimos ruta hasta Sanxenxo que, por el nombre, siempre nos imaginamos como un pueblecito típico y tranquilo, con encanto. ¡¡Qué gran decepción!! Un horror. Es la Marbella del norte: playa, miles de sombrillas, turistas por miles, chiringuitos, ruido, apartamentos… ¡Un horror! Un sitio sin nada que ver interesante. Lo único bueno fue enl paseo que dimos por un camino junto al mar y donde encontramos un restaurante a la orilla del mar (Rest. Marlima) con muy buena pinta y tranquilo en el que decidimos comer. Muy recomendable y no demasiado caro.


Mesas y sillas cómodas, manteles de tela, servicio atento y esmerado y comida exquisita: Fideua de almejas, para chuparse los dedos. Vino bueno: Ramón Bilbao.
Desde aquí nos acercamos a la isla de La Toja, que no tiene nada de especial salvo el balneario en el que no entramos. Hacía mucho calor así que nos sentamos bajo unos pinos a descansar un rato y abandonamos el lugar, “sin pena ni gloria”
El último lugar que visitamos fue Cambados. Si llegamos a saber cómo era (si hubiéramos preparado más este viaje y no hubiera sido tan precipitado) , habríamos pasado de largo por La Toja y Sanxenxo y habríamos pasado el día en este pueblo. Precioso y muy cuidado. De los que más nos han gustado. Es un placer recorrer sus calles y plazas. Un lugar que merece mucho la pena. Cambados es un auténtico museo al aire libre esculpido en granito, que atesora uno de los conjuntos históricos mejor conservados de Galicia por la infinidad de pazos señoriales, calles nobles,  monumentos, esculturas…  
Cambados nace de la fusión de tres villas históricas que mantienen su autenticidad: Fefiñáns, con un marcado carácter noble, Cambados con sus bellas plazas, calles y ruinas de Santa Mariña, y el  carácter eminentemente marinero de San Tomé. Su unión hace de Cambados un lugar único en Galicia.
Lo primero que hicimos fue acercarnos a la oficina de turismo para que nos dieran indicaciones sobre qué ver en la tarde que íbamos a pasar aquí. Se encuentra en el Paseo de A Calzada, la unión natural entre las antiguas villas de Fefiñáns y Cambados. Se construyó en el año 1852 con piedras del antiguo convento de San Francisco y posteriormente se plantaron los árboles en el 1855. Se encuentra ubicada en un pazo al lado de del Ayuntamiento.
Recogida la información nos encaminamos al Parador de Turismo donde tomamos un café con pastas. El Parador se ubica en el antiguo Pazo de Bazán, construido por D. Pedro Bazán de Torres, párroco de Cambados, en el s.XVII, restaurado en el  XVIII por Pedro Bazán de Mendoza, siendo residencia de su hijo Pedro Pablo Bazán de Mendoza famoso traductor de Voltaire, y Luisa Bazán, bisabuela de la conocida escritora Emilia Pardo Bazán.
A continuación nos dirigimos a la plaza Plaza de Fefiñáns que está formada por el pazo de Fefiñáns, el arco-puente, la atalaya Torre del Homenaje, y por la iglesia de San Benito, siendo uno de los conjuntos arquitectónicos más bellos y admirados de Galicia. Antiguamente era conocida como la plaza del mercado, pues allí era donde se celebraba este semanalmente.  El Pazo de Fefiñáns fue declarado Bien de Interés Cultural en el 2012. Es un edificio imponente cuya construcción comenzó en el s.XVI y finalizó un siglo después, en el s.XVII.
 
El pazo, posee una clara influencia de la arquitectura renacentista italiana, patente sobre todo en la composición de sus fachadas.  Tiene forma de "L" con dos bellos balcones circulares de indiscutible belleza situados a ambos extremos del edificio. Dos grandes portalones de acceso, y sobre ellos, dos grandes escudos de linajes familiares, introducidos por D. Fernando de Valladares embellecen la fachada de la espectacular edificación. El lado norte del palacio está dedicado a D. Fernando de Valladares y el lado de poniente a D. Gonzalo.
Una gran torre almenada y un arco-puente de traza barroca en el extremo norte del pazo, que, antiguamente estaba acompañado por otros tres, complementan el conjunto arquitectónico.
Hoy en día, en los bajos del palacio se sitúan dos bodegas de vino albariño, bodega Joaquín Gil Armada y bodega Palacio de Fefiñanes; ésta última fue la primera bodega que comercializó el vino albariño con marca y etiqueta.
El pazo estaba abierto al mar antiguamente, para controlar las invasiones que se dirigían a Santiago que era una ciudad muy rica desde el descubrimiento de la tumba del apóstol.
Se puede visitar el interior del mismo (dos visitas por la mañana y una por la tarde, de 6 a 7, que fue la que nosotros hicimos, con un precio de 6€). Se recorren algunos de los salones (no todo ya que hay una parte privada en la que viven los propietarios) y los viñedos, muy interesantes por ser los primeros viñedos que produjeron vino albariño de forma industrial: la primera botella etiquetada para la venta al público salí de aquí. (una de las visitas incluye una cata de vino pagando un suplemento) Además se recorre un sorprendente y salvaje bosque interior en el jardín en el que se pueden contemplar ejemplares de árboles centenarios.
Finalizada la visita que dura casi dos horas, damos un paseo por la zona recorriendo las calles, plazas y edificios señoriales antes de sentamos a tomar un refresco en la plaza, entre otros edificios, los más llamativos son: Plaza de As Rodas (esta plaza era antiguamente conocida con el nombre de plaza Diaria, puesto que era un lugar en el que se podía adquirir productos frescos, como pescado y verduras diariamente; hoy es un lugar para el tapeo), Pazo del Torrado (del siglo XVIII), Plaza de Ramón Cabanillas, Pazo de Fajardo o Salgado (del s. XVII), Plaza de Alfredo Bañas, Casa de las Conchas, Casa Fariña o Casa Ricoi que alberga hoy el Museo Etnográfico y del Vino (Antigua casa rectoral del s. XVI),
Ya anocheciendo nos dirigimos a la zona del muelle para contemplar la Torre de San Sadurniño, restos de una estructura defensiva que vigilaba la entrada de piratas y bandidos a la ría y comunicaba la invasión con hogueras que se veían de una a otra torre. Hoy son solo ruinas.
Volvemos al centro para recoger el coche ya de noche y cuando salíamos del pueblo pasamos por Ruinas de Santa Mariña Dozo, situada en la falda del monte de A Pastora, en las inmediaciones de un antiguo castro, y que son son los restos de la antigua iglesia parroquial de Santa Mariña, patrona de Cambados.  Sus restos fueron declarados Monumento Nacional en el año 1943.

 Es un lugar impactante, misterioso y macabro –especialmente si se visita de noche-ya que estas ruinas albergan hoy en día “el más melancólico camposanto del mundo” en palabras del escritor Álvaro Cunqueiro. Hoy es el cementerio del pueblo. Un lugar que no se puede dejar de visitar.

Martes, 23 de agosto

Hoy hemos decidido visitar Santiago de Compostela pese a que ambos conocemos esta ciudad.
De entrada, imposible aparcar. La ciudad está a rebosar de locales y de peregrinos llegados de todos los rincones del mundo. Dejamos el coche en un parking y nos sentamos en una cafetería a tomar un café. Nos dirigimos lo primero a la plaza del Obradoiro y…¡CHASCO!, la catedral está en obras; la están restaurando y está cubierta de paneles y redes.
 Preguntamos en la oficina de turismo y nos dicen que ha habido filtraciones de agua y humedades en la fachada principal y en el famoso Pórtico de la Gloria (que no vemos porque está tapado). Parece que las obras deberían acabar en el 2020, pero cada año –nos dicen- las previsiones se prolongan en el tiempo. Vemos que han limpiado una de las torres y…¿HORROR OTRA VEZ!, la han dejado de blanco nuclear, igual que hicieron en la de Burgos y que le ha hecho perder gran parte de su encanto. En turismo nos dan planos muy útiles y horarios de sitios para visitar.
Nos acercamos a la catedral para visitarla pero las colas son kilométricas y decidimos no pasar ya que ambos la hemos visto anteriormente (si luego hay menos gente, entraremos)
Nos dedicamos toda la mañana a callejear por el maravilloso casco histórico de esta bella ciudad.
Nos acercamos al famoso Colegio de Fonseca en cuyo claustro ahora hay una exposición de ciencia e investigación de la Universidad de Santiago. A continuación nos acercamos a la también famosa Casa de la Troya cuyo interior nunca hemos visitado y que han inaugurado el año pasado; pero cierra de 14:00 a 16:00 así que nos vamos a buscar dónde comer para volver más tarde. Al pasar por la puerta de la catedral, la cola ha desaparecido y accedemos al interior sin esperar ni un minuto (¡vaya suerte!)
Al salir vamos a comer a un restaurante muy recomendado en TripAdvisor, Casa de Xantar: Bierzo Enxebre. Nos pedimos dos entrecot de ternera y una ensalada. El sitio es bonito pero la comida nada del otro mundo, más bien regular.
Al salir entramos a visitar la Casa de la Troya que es muy curiosa y está muy bien recreada con la mayoría de las piezas originales. Era una pensión particular en la que se hospedaban estudiantes universitarios de carácter alegre y a los que les iba bastante la juerga; de hecho, en el salón ensayaba frecuentemente la tuna. Aparte de las estancias privadas, la casa contaba con dos habitaciones para estudiantes: una con cuatro camas y otra con una cama (obviamente más cara). La visita merece mucho la pena.

El resto de la tarde lo pasamos recorriendo la ciudad y visitando algunos de los lugares más interesantes, siguiendo la ruta recomendada en el mapa. Merendamos en un precioso hotel, Monumento San Francisco, un convento de franciscanos reconvertido en hotel con la iglesia al lado en la que se ubica el Museo de Tierra Santa.
Una vez cae la tarde, regresamos a Cerdedo a cenar. Hacemos unas fotos de su preciosa iglesia y nos vamos a dormir.

Miércoles, 24 de agosto
El viaje se ha acabado y emprendemos la vuelta. Galicia nos despide llorando, pero con un berrinche enorme porque diluvia y la temperatura ha caído hasta los 16ºC
Hemos previsto volver por Zamora, ciudad que no conocemos, y pasar allí el día para continuar el viaje hacia Albacete al día siguiente.
Lo primero que hacemos, dado que casi son las tres de la terde, es buscar un sitio para comer (en el hostal nos han dado muchísima información sobre zonas de comida, tapas, noche…) así que nos dirigimos a un plaza cercana donde al parecer hay varios sitios; está todo lleno pro encontramos una mesita en una callejuela peatonal en un local llamado El Maestro, donde finalmente hemos comido de maravilla: brochetas de langostinosrebozados y aliñados con salsa tártara, huevos rotos con picadillo zamorano, alcachofas rellenas de bechamel de gambas alabardadas con bacon y rebozadas con tempura, morcilla zamorana con salsa dulce de Oporto, pasas y piñones, tomatito aliñado y, de postre, crema de tiramisú casera. Todo muy de diseño, muy original y riquísimo; y el precio muy ajustado. Una buena elcción.
Sobre esta ciudad debemos decir que nos ha impactado. Es una verdadera maravilla. PRECIOSA.
Y el casco histórico es muy grande y espectacular; muy, muy cuidado. Verdaderamente nos ha sorprendido mucho esta joya tan desconocida.
Nos dedicamos todo el resto del día a recorrer la ciudad que se divide en varias zonas. Llegamos, atravesando la plaza de la catedral, hasta el castillo que está muy bien conservado, bastante bien restaurado y con unas vistas preciosas y paseamos por su interior.

La casa del Cid, el mirador del Troncoso, puente de piedra, puerta de Doña Urraca, plaza de la Constitución, iglesia de San Andrés, Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, Iglesia de Santa María Magdalena, Iglesia de San Andrés, Palacio de los Momos, Convento del Tránsito,
Hay multitud de iglesias diseminadas por todo el casco antiguo.
Bajamos al río y visitamos las Aceñas de Olivares, un conjunto de cuatro molinos de origen medieval (siglo XI) situados sobre el cauce del río Tajo y que fueron la primera industria de la ciudad. Se levantaron hasta siete ruedas para la molienda del trigo con sus correspondientes presas o azudes. En la primera aceña, completamente reconstruida, se ubica la recepción de visitantes, mientras que en cada una de las otras tres aceñas se ha reconstruido un martillo pilón, un batán y un molino respectivamente.
La parte de arriba se ha dedicado casi exclusivamente a museos.
En la primera de ellas, conocida como “La Primera”, se enseña la importancia de los ríos como origen de las civilizaciones, el nacimiento de Zamora, las noticias más antiguas de las Aceñas de Olivares y los rudimentos de la tecnología molinera. En la segunda, llamada “La Manca” se abordan los recursos económicos aportados por el río, la ciudad en la Edad Media, los diferentes tipos de molinos hidráulicos y el organigrama social y de trabajo en las Aceñas. En la última, “ La Rubisca”, se explica el devenir de Zamora en el Siglo de Oro y la evolución de las Aceñas y el barrio de Olivares hasta el siglo XX.
Terminada la visita damos un paseo por una senda que bordea el río y nos lleva hasta el famoso puente romano, perfectamente conservado, y subimos por una de las muchas cuestas, cerca del puente de piedra, hasta el casco histórico.
Finalmente volvemos a la Plaza Mayor o del Ayuntamiento, nos sentamos en una terraza y cenamos muy bien a un buen precio: por 13€, un plato de salchichón ibérico, un plato de queso curado, una cerveza grande y una copa de Ramón Bilbao.
 Para rematar la visita de la ciudad vamos al Parador, ubicado en el antiguo palacio de los Condes de Alba y Aliste, a tomar algo caliente.

Jueves, 25 de agosto
Nos levantamos, desayunamos en un café frente al hostal y emprendemos el viaje de vuelta. Llegamos a Albacete a media tarde sin novedad.

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