SHANGHAI (Navidad, 2015)

Lunes, 28 de diciembre
El viaje ha comenzado a las 19:00, hora a la que salimos de Albacete en dirección a Madrid. El trayecto ha sido cómodo y rápido pues había muy poco tráfico en la autovía. El hotel SHS, como siempre, bien, aunque nunca habíamos visto el parking tan lleno de vehículos. Cenamos, vimos una peli y a descansar que mañana nos espera un viaje de 16 horas hasta la otra punta del mundo: China.

Martes, 29 de diciembre
Después de desayunar en el hotel nos recoge la furgoneta que nos traslada a la T4; en esta ocasión nuestro chófer es un rumano muy parlanchín que en poco más de 15 minutos que dura el trayecto nos cuenta su vida: le gusta - y come- el jamón de pata negra (5 jotas), colecciona botellas de whisky y vive al lado de la Moraleja. En fin, todo muy raro, pero era muy chaval simpático y agradable. Y hablaba español muchísimo mejor que la mayoría de nuestros alumnos del instituto.
A la hora prevista despegamos en un Airbús, 380-800, el mayor de los aviones construidos de pasajeros, con Emirates, que junto con Qatar es, para nosotros, sin duda la mejor compañía aérea del mundo. El vuelo dura 6 horas y pico hasta Dubai que es donde hacemos escala (la diferencia horaria con Madrid es de 3 horas; en Shanghai será de 7 horas.
Llegamos al aeropuerto de Pudong sin novedad y los trámites de entrada y recogida de equipaje fueron muy rápidos. Nos dirigimos entonces al metro cuya estación se halla dentro de la terminal. La línea 2 que sale del aeropuerto va hasta el centro, a la calle Nanjing y People Square. Para sacar el billete hay máquinas expendedoras que admiten billetes y monedas y dan cambio. Hasta el centro vale 7 yuanes (1€). Conviene cambiar algo de dinero en el aeropuerto para los primeros gastos, pero no mucho porque el cambio no es bueno (estaba a 6 yuanes; en Madrid, a 5; en el hotel a 6,7; el cambio real es a 7) Las máquinas funcionan en chino e inglés; hay que seleccionar el idioma al principio; luego se marca la línea donde está la estación de destino (que en este caso es la misma desde la que salimos, la 2, verde) y después aparece una pantalla con esa línea y todas las estaciones de la misma y hay que marcar la estación a la que vamos y el número de billetes que deseamos. A continuación aparece el importe, se introduce el dinero y sale el cambio y los billetes. Al entrar se pasan por un lector para que se abra el torno y al salir hay que introducirlos en una ranura. Las estaciones de metro suelen tener varias salidas que son numeradas (hay algún plano con el lugar a donde sale cada una). En el caso de nuestro hotel que es el hotel Central es la salida número 4 que sale casi a la puerta.
Llegamos al hotel y nos llevamos un chasco porque, aunque es un buen hotel, nos dieron una habitación horrible, pequeña y con vistas a una azotea enorme desde donde solo se veía suelo, además no era un piso alto. ¡Y eso que hicimos la reserva dos meses antes para asegurar una buena habitación! ¡Y no era barata! Según ellos, desde la planta 11 a la última solo es de fumadores. En resumen, una señora muy borde en recepción se negó a cambiarnos y hemos estado 10 días sin descorrer las cortinas de las ventanas (Ver crítica -por supuesto negativa- en Tripadvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g308272-d302998-r351302541-Central_Hotel_Shanghai-Shanghai.html)
Y poco después del primer disgusto nos dimos de bruces con el férreo control y la censura que el Partido Comunista (el partido dirigente y único existente en el país) ejerce sobre la opinión pública, en concreto sobre los medios de comunicación y especialmente en internet. Resumiendo: esta bloqueado Google y todos los servicios asociados como Blogger, Googlemap, Gmail..., además de Facebook, Youtube y otras muchas webs como la del periódico español El País. La red funciona fatal y muchísimas páginas no permiten ser abiertas. El gobierno censura cualquier discurso político y los medios de comunicación por miedo a las críticas sobre el mismo y a que se sepa que continuamente se violan los derechos humanos que dice reconocer. De hecho, hemos leído en el periódico el Mundo (que no está censurado) que durante estos días ha desaparecido un librero de Hong Kong perteneciente a una editorial muy crítica con el régimen (de la misma empresa han desaparecido otros cuatro trabajadores en los meses anteriores). ¡Increíble!
Después de instalarnos salimos a la calle a dar un paseo bastante cabreados por el asunto del hotel y de intermet.
Simplemente cruzando la calle se accede a la peatonal Nanjing y por ella anduvimos durante un rato contemplando el bullir de gente que entraba y salía de los cientos de tiendas y centros comerciales, y los enormes letreros luminosos que penden de sus fachadas a ambos lados.
Cenamos una sopa rara, blanca y con varias verduras que no fuimos capaces de identificar y volvimos a descansar al hotel.


Jueves, 31 de diciembre. NOCHEVIEJA
El jet lag ha hecho estragos y hemos amanecido a las 14:15. Ni qué decir tiene que hemos tenido que desayunar fuera del hotel, en un Starbucks cercano.
Decidimos iniciar el contacto con esta gigantesca ciudad (25 millones de personas viven en ella) por la parte más emblemática y turística: la ciudad antigua, a la que llegamos dando un paseo ya que está bastante cerca de nuestro alojamiento. Iniciamos el trayecto por la calle que parte de detrás del hotel, Fo Zhou Lu, que es la calle de las papelerías en el más estricto sentido de la palabra porque está repleta a ambos lados de tiendas de papel y de todos los útiles para sus dibujos y caligrafía (pinceles, tintas, sellos, papeles de todos tipos, minas y otros muchos utensilios que no reconocimos. Resulta muy interesante recorrer esta calle y entrar a curiosear en los locales de venta.
Durante el trayecto nos encontramos a una parejita de Pekin que nos pidió que les hiciéramos una foto y estuvimos un rato hablando con ellos; nos han contado que hoy es el Día del Festival del té y que hay actuaciones y conciertos por la ciudad a cargo del ayuntamiento. Nos han propuesto que nos fuéramos juntos a pasar el día porque ellos con unos amigos de Shanghai y podíamos pasarlo muy bien y conocer la ciudad; han insistido mucho diciendo que además todos podríamos practicar inglés. Hemos declinado la invitación porque dónde vamos nosotros con un grupo de estudiantes de 20 años que no conocemos de nada.
No es difícil encontrar la ciudad antigua, es cuestióan de seguir a la gente, pero además hay indicaciones en la calle en inglés. No había mucha gente porque ya era algo tarde; de hecho, no nos dio tiempo a visitar los jardines Jun porque cierran a las 16:45 y eran ya las 17:00. Deambulamos por la zona repleta de puestos de comida, recuerdos, artesanía... Y cruzamos el famoso puente en zig-zag sobre el lago de las carpas, algunas de las cuales eran más grandes que los patos que nadaban en él. El puente, según la leyenda, tiene esta forma para que no los demonios puedan alcanzar a las personas que lo cruzan. En el centro del estanque se halla emplazada la casa de té más antigua de Shanghai, ¡y la más cara! No había casi nadie en su interior pero aún así decidimos tomar un té en tan mágico lugar. NI SE OS OCURRA HACERLO. Nos cobraron 40€ por dos tés normales, acompañados de 3 huevecillos de perdiz (aquí lo sirven así y eso es lo típico, al parecer), dos pequeñísimas pastas blancas que perecían de plastilina, rellenas de algo amarillo, con un sabor indefinido, y dos frutas secas que parecían dátiles pero sabían entre colonia y nuez moscada. Todo muy tradicional, en una atmósfera muy romántica, con unas vistas fabulosas, pero el clave fue espectacular. Nosotros caímos en la trampa, fue un robo a mano armada, y así se lo hicimos saber al camarero al que le importó muy poco el comentario; o sea, que ni se os ocurra pisar la famosa Tea House. ¡Con razón no había nadie dentro! Aunque hay que decir que es muy bonita y merece la pena ver el interior y contemplar las vistas de los edificios tradicionales de la ciudad antigua desde ella (se puede entrar, subir, verla y salir sin tomar nada)
Nos quedamos un rato más dando unas vueltas por las tiendas y volvimos al hotel paseando pero con un frío espantoso. Cenamos en un restaurante cercano. Nuestra cena de Nochevieja consiste en un arroz tres delicias (lo único conocido), cordero mongol y otro plato con carne, verduras y setas indefinido. 

 

Y después nos acercamos a la calle Najing a ver el ambiente. No cabía un alfiler. La calle era una riada de gente que se dirigía al Bund donde al parecer se celebraba la fiesta de fin de año. Aquí la gente lo festeja poniéndose unas diademas en la cabeza con lucecitas, que pueden ser con orejas de diferente tipo, cuernecitos, lazos, bolas,etc.; la calle estaba llena de vendedores de estos adornos y toda la gente los llevaba en la cabeza. También es costumbre aquí que salga el ejército a la calle para organizar el tráfico humano: miles de personas moviéndose como una marea humana. 


Los militares se apostan en diferentes zonas de las calles, recubren con sus cuerpos las esquinas (lo cual es muy curioso y no supimos la razón) y hacen de barrera humana que se abre y se cierra para regular el paso de vehículos y personas. Es impactante, curioso e inquietante. Nosotros estábamos atónitos tanto de ver la muchedumbre como de ver tanto militar por la calle que a paso marcial impedía o permitía el paso de la gente.
Vimos que algunas personas habían subido a la primera planta de unos almacenes a ver el espectáculo y subimos también. Fue algo increíble; jamás habíamos visto tal aglomeración de gente. Avanzamos como pudimos un poco calle abano pero era bastante claustrofóbico y agobiante por la cantidad de gente así que esperamos a que la barrera de militares nos dejara pasar y volvimos al hotel a comernos las uvas que habíamos traído enlatadas en la habitación. Y así terminó para nosotros el 2015, cuando en España eran las 5 de la tarde.

Viernes, 1 de enero
Hoy sí hemos desayunado, aunque por los pelos.
Ayer no pudimos entrar en los jardines Yu y eso es lo primero que hemos hecho hoy siguiendo el mismo recorrido hasta llegar a una gran puerta que anuncia la cercanía de la ciudad antigua. Según llegábamos cientos de personas, chinos, se desplazaban en la misma dirección; al llegar a la ciudad vieja no se podía andar de la enorme cantidad de gente que había, además como los chinos hablan gritando como locos, el bullicio era insoportable y muy agobiante. Menos mal que pasamos ayer el puente y recorrimos la zona porque hoy había enormes colas pasa atravesarlo. Al parecer, es costumbre que los chinos vengan hoy, día 1 de enero -aunque no sea su Año nuevo- a la zona antigua a celebrarlo y parte del ritual sea atravesar el puente del lago de las carpas. Por fin hemos conseguido -no sin esfuerzo- llegar a la puerta de los jardines Ju y tras sacar la entrada (30¥/p) hemos podido acceder al recinto. Para nuestra sorpresa en el interior no había ni rastro de la muchedumbre de fuera de él y hemos podido visitarlos bastante cómodamente. La verdad es que son preciosos y en ellos se respira una paz inconcebible sabiendo el bullicio que había en el exterior. Estos jardines fueron instalados por Pan Yunduan, gobernador de Sichuan en la segunda mitad del XVI, para su padre. En ellos se encuentran todos los elementos que debe incluir el jardín de un literato y que reproducen la naturaleza a una escala reducida: rocas de fantásticas formas que evocan montañas, estanques que recuerdan mares y lagos, arroyos, bonsáis, dragones tallados en madera que vigilan desde las alturas, innumerables pasadizos, puentes, recovecos, pagodas y pabellones, y encantadores rincones completan el complejo. Hemos pasado gran parte de la mañana deleitándonos en la calma que transmite este bello lugar de paz y sosiego.
Terminada la visita salimos a la vorágine de las calles atestadas de gente y nos dirigimos, siguiendo las señales que indican los lugares más relevantes, hacia el City God Temple que es el Templo de la ciudad y que tenía ante él una larga cola de personas para entrar. Finalmente lo hemos conseguido tras pagar los 10¥ reglamentarios. Al entrar se cogen tres palitos de incienso que te ofrece un señor en la puerta (gratis) se encienden y se saluda a los 4 puntos cardinales; después se depositan las varitas de incienso en un arcón metálico abierto y relleno con arena para que se sujeten de pie, como ofrenda a los dioses para pedir su protección; cosa que, por supuesto he hecho. Había una topera impresionante del humo de las hogueras para encender las varas de incienso y del puro incienso quemándose que daba al sitio un aire muy místico. El templo es bastante grande y está presidido por tres deidades enormes, doradas en su mayoría. En la parte de atrás del altar presidencial hay un pasaje amplio con otras deidades a derecha e izquierda. En uno de los lados de un patio posterior estaba la capilla del dios de la literatura. He realizado ante él el ritual que he visto hacer a la gente. En este templo los fieles invocan al dios de la salud y luego se recogen ante Qin Yubo, funcionario de los Yuan convertido en deidad protectora de Shanghai.
Visitado el templo continuamos la visita hacia Chen Xiang Monastery, un monasterio interesante fundado por el propietario de los jardines Yu en 1600. La entrada está custodiada a ambos lados por 4 enormes figuras de dioses. El templo fue demolido durante la revolución cultural y reconstruido en 1994. En 1966 fue considerado bien de interés cultural nacional. Hoy alberga un colegio budista en su interior.
Al salir de la paz del monasterio nos sumergimos de nuevo en el caos de la calle, un barrio de gente corriente en el que nos llamaron la atención los tendederos públicos instalados en plena calle donde las ropas de los diferentes vecinos danzan al son del viento. Muy curioso. El barrio estaba muy animado a esa hora y podían verse los numerosos callejones (con rejas y portero muchos de ellos) que es una de las estampas más típicas de las viviendas tradicionales de la ciudad. Este tipo de viviendas son herencia de las concesiones y se llaman lilong; son moradas colectivas populares construidas masivamente de 1860 a 1939 dividiendo parcelas en casas adosadas de 1 o 2 plantas, accesibles desde la calle a través de una puerta de reja grande cerrada por la noche y atravesada por una red de callejuelas.
Otro lugar de interés en esta zona, muy cercano al monasterio, es el santuario taoísta Baiyunguan de paredes color ocre rojizo. La entrada vale 10¥ y si se quiere visitar una sala de la planta de arriba en la que hay un buda dorado son 5¥ más. Su nombre significa templo de las Nubes Blancas y se debe a los 8.000 pergaminos que recibió del templo epónimo de Pekin. El altar central está presidido por un dios enorme y dorado; resultan muy curiosos los dos laterales del altar del templo en el que posados sobre rocallas, bonitos y coloreados guerreros de barro parecen vigilar la serenidad del lugar. A la derecha hay una pared llena de unas chapas rojas con flecos que no supimos muy bien qué significado tenían. 
A un corto paseo se encuentran los únicos restos que se conservan de la antigua muralla circular que rodaba la ciudad y que fue erigida en el siglo XVI para protegerse de los piratas japoneses. La muralla estaba atravesada por puertas terrestres y fluviales y se derribó en 1912 debido a la preocupación por la salud pública. En el recinto, que es muy pequeño, hay también un templo dedicado a Guang Yu. 
Terminado el recorrido decidimos acercarnos a la calle Dongtai que, según la guía, está repleta de anticuarios; pero no hay ninguno solo vemos algunos locales de este tipo en otras calles de alrededor. Quizá hace tiempo se encontraban ubicados aquí. Por el camino comemos en un local corriente.
Finalizamos la tarde con una muy grata sorpresa: un recorrido por el barrio más de moda en la que se concentra la "gente guapa" de la ciudad que se encuentra en la antigua concesión internacional, cerca de la estación de metro de Xintiandi, en cuyo alrededor proliferan los cafés de moda y tiendas de lujo instalados en antiguas casas reformadas. En la calle Huaihai se encuentran todas las grandes firmas de la moda y el diseño internacional; es el equivalente a la calle Serrano de Madrid.
Pero la zona que más nos gustó en este barrio y que no se puede dejar de visitar (la recomendamos encarecidamente) es un laberinto de callejuelas y callejones que se encuentran algo más al sur, entre Jianguo Zhonglu y Liyuan Lu, al lado de la estación de metro Dapuqiao; se trata de un conjunto de callejas, antaño pertenecientes a la concesión francesa, muy estrechas y sinuosas que se encuentran repletas de pequeñas tiendas coquetas y originales, locales de artesanos, puestos de todo tipo de objetos, cafés, restaurantes acogedores,etc. Por la noche está a rebosar pero es encantador dar un paseo por ella. Incluso había un tenderete de churros que los chinos, una más de sus rarezas, se toman con todo lo imaginable (helado, por ejemplo)

Sábado, 2 de enero
Hoy ha amanecido un día espléndido, primaveral; incluso con calor de más. Hemos bajado por la calle Nanjing hasta el Bund, el famoso paseo que discurre por la orilla del río Huangpu, y hemos dado una vuelta contemplando algunos de sus preciosos y elegantes edificios, gran parte de los cuales fueron en su origen bancos, sociedades mercantiles, compañías de seguros, hoteles... Hemos hecho algunas fotos ya que las mejores vistas del skyline del Shanghai moderno (la zona de Pudong, la orilla opuesta) se pueden ver desde este paseo al final del cual se encuentra el Huangpu Park, pequeña zona de esparcimiento en la que se alza el monumento a los héroes de Shanghai (Shanghai People's Heroes Memorial)



Volviendo hacia atrás, a la altura del edificio Fairmont (hoy Fairmont Palace Hotel), se encuentra la oficina de turismo y también algo curioso: el Bund Tourist Tunnel, un tunel que pasa bajo el río y conduce a la otra orilla. Lo que tiene de original es que se cruza a bordo de unas cabinas (como las de las estaciones de esquí) y que es un túnel psicodélico pues según se avanza se van encendiendo y apagando luces de colores, con formas diversas y con música; igual que una discoteca de los 
80'.

  

Para acceder a él hay que bajar un gran trecho de escaleras automáticas hasta las taquillas y en ellas se ofrece la posibilidad de comprar una entrada combinada del túnel con otras atracciones de Pudong como el Shanghai Ocean Aquarium que es la que nosotros hemos adquirido. La verdad es que es un poco caro (6€ el túnel) , pero siendo turistas ¿cómo no subes en él?


Una vez en la otra orilla hemos dado una vuelta por la zona contemplando desde abajo la famosa torre de la tv, la Perla de Oriente, así como otros edificios, por ejemplo, el Lujiazul Development Showroom (una bonita casa de ladrillo rojo) y otros rascacielos como la torre Jinmao o el World Financial Center donde se encuentra el famoso observatorio al que no hemos subido porque había una cola inmensa. Desde la base de la Orient Pearl se puede acceder por escaleras automáticas a una pasarela elevada larguísima que recorre toda la zona de los rascacielos y edificios emblemáticos. Mientras tomábamos algunas fotos del lugar nos ha sucedido algo gracioso: una china se ha acercado a nosotros y me ha preguntado que si podía hacerse una foto conmigo; me ha cogido del brazo muy sonriente y le han tomado varias instantáneas. Y es que, curiosamente, a los chinos les parecemos exóticos; les gustan nuestros rasgos. Luego he visto en varias ocasiones a otros chinos fotografiándose con occidentales en otros sitios. Tras un breve recorrido por esta pasarela nos hemos dirigido al Acuario. ¡Toda una experiencia! Abstenerse claustrofóbicos porque es algo impresionante y angustioso; no porque el recinto sea pequeño sino por la enorme cantidad de gente que lo visitaba; de hecho es horroroso el gentío que hay en todos sitios y que continuamente está tocándote, empujándote, apartándote, estrujándote, gritando. Es horroroso y estresante, y puede llegar a agobiar bastante.

Casi no hemos podido ver los peces. Y para remate el acuario tiene un largo túnel panorámico de cristal de 150 metros, bajo el agua del estanque de los tiburones y las rayas, con una pasarela móvil donde íbamos todos como sardinas en lata; se ha hecho interminable. No obstante, obviando la multitud, el acuario es bonito y tiene muchas especies, en concreto 300; de lo más curioso que hemos visto es una sala iluminada solo con la luz de un acuario lleno de medusas gigantes fluorescentes.
Al salir hemos divisado un Mc. Donalds y nos hemos tomado unas hamburguesas dobles con queso y patatas que nos han sabido a gloria después de tanta comida rara.
Como el buen tiempo, incluso calor, empujaba a pasear, hemos terminado la tarde recorriendo la pasarela elevada y tomando café en un centro comercial donde los nombres de las tiendas eran Versace, Bulgari, Jimmy Chu, Armani...
Es un espectáculo ver atardecer bajo los inmensos rascacielos.

 


Los más emblemáticos son la Perla de Oriente, de 468 metros, y símbolo de la ciudad, construida por Huan Cheng que se inspiró en un poema (Tang de Bai Juyi) en el que se comparaba la música con las perlas; la torre Jinmao, de 88 plantas (el 8 es el número chino de la suerte) es una obra maestra de la arquitectura: la estructura de cristal está recubierta de un encaje de acero que le confiere un aspecto dorado al atardecer; el World Financial Center, de 492 metros y 101 plantas, al que llaman el abrebotellas por el hueco superior y su forma general que asemeja este objeto; o el Lujiazul Development Showroom que sin ser un rascacielos, es una construcción excepcional: una bonita casa de ladrillo construida en 1917 y dispuesta alrededor de un patio inmenso.
Y concluido el paseo, con la puesta del sol ha llegado la hora de las compras. 
En Pudong se encuentra el mercado de falsificaiones más grande de Shanghai, el Xiangyang market, en la estación de metro Shanghai Science and Tecnology Museum. No hay que salir de la estación, se accede desde el torno de salida del metro. Es un laberinto de calles con puestos de imitaciones de todo (relojes, electrónica, ropa, equipamiento deportivo, bolsos,etc.) Hay que regatear. Nosotros hemos empezado comprando algunas cosas por el 50%, pero después nos hemos dado cuenta de que se pueden conseguir los artículos por 1/3 de lo que pedían por ellos; así que hemos adquirido algunas cosas que habíamos buscado en España, y que eran caras, a muy buen precio. Y otras que no se conocen todavía aquí.
Desde la puerta del mercado se accede al metro (línea 2) que nos lleva directamente a nuestro hotel. Hemos descansado un rato y bajado después a cenar a la calle Nanjing, en un local que vimos el primer día. Hemos tomado una sopa picante de noodles con trocitos de carne sospechosa, es decir, de un sabor no reconocible ¿qué animal sería? Mejor no pensarlo; estaba rica y fuerte.

Domingo, 3 de enero

Hoy toca recorrer a fondo la zona de People Square, la Plaza del Pueblo, que es el corazón de la ciudad y que está casi toda ella ocupada por un parque tranquilo y animado a la vez. People's Park fue diseñado en 1951 y emplazado sobre el antiguo hipódromo de las concesiones. En él se dan cita los habitantes de la ciudad para volar cometas, jugar al mah-jong, a las cartas o simplemente pasear o sentarse junto al estanque y disfrutar de la paz que emana de este lugar.
 El parque es bastante grande y está rodeado de edificios emblemáticos, bellísimos y muy interesantes, que combinan lo moderno con lo clásico, como es el caso del espectacular Park Hotel que fue durante mucho tiempo el edificio más alto de la ciudad y que hoy día mantiene su discreta elegancia. En el interior del recinto se encuentran varios de los museos más importantes de la ciudad (Museo de Shanghai, Museo de Arte de Shanghai, el Shanghai Urban Planning Exhibition Center y el MoCa (el Museo de Arte Contemporáneo), así como el Gran Teatro de Shanghai. Ha resultado verdaderamente agradable pasear un rato disfrutando como los nativos de este lugar tan tranquilo, viendo a los jugadores de mah-jong o sentados en una roca a la orilla del estanque. Mientras contemplábamos el agua decidimos nuestra siguiente actividad que consistiría en visitar dos de los museos del parque: el MoCa y el Museo de Shanghai; creemos que ha sido una buena elección.
Comenzamos por el MoCa que era el que estaba más cerca y que hasta el 16 de enero mostraba una exhibición bajo el título "Frameless Heads" del pintor hiperrealista Hyung Koo Kang que nos ha encantado. Es fabulosa. Está compuesta exclusivamente por lienzos de gran tamaño que representan cabezas de personajes famosos por diferentes motivos (Ghandi, Picasso, Marilyn Monroe, Leonardo da Vinci...) junto a otros anónimos.

Parecen, en un principio, fotografías pero mirados de cerca permiten percibir los trazos del pincel. Todos, por otro lado, presentan alguna particularidad que los distingue de las fotos reales; he ahí la originalidad del artista. En resumen, la entrada de 50¥ ha merecido mucho la pena pues tanto la exposición como el edificio nos han sorprendido gratamente. El museo no es muy grande pero sí muy elegante, con un diseño interior muy vanguardista y espacioso, pero al mismo tiempo cálido y acogedor. Se distribuye en dos plantas y azotea que en verano es una deliciosa terraza-restaurante. Está ubicado en el antiguo invernadero del Parque del Pueblo, rehabilitado, del que conserva la estructura de cristal, la iluminación natural y la abertura sobre los jardines. En la segunda planta se encuentra, junto a la enorme sala de exposiciones, una recreación de la casa-estudio del pintor; y en el lado opuesto, un restaurante muy agradable con cristaleras sobre los jardines.
Finalizada esta visita hemos visto lo más curioso de este viaje, una práctica que cada domingo se lleva a cabo en este parque y que deja estupefactos a los turistas como nosotros: padres y madres chinos anuncian a sus hijos e hijas para buscarles pareja en una especie de mercadillo de personas con sus "tenderetes" y todo. Y algo más curioso: los anuncios (escritos en folios de papel en los que figura la edad, profesión, ingresos, trabajo, características físicas, el teléfono y a veces una foto del joven en cuestión) se colocan sobre paraguas abiertos que hacen de mostrador de tan insólita exhibición. 
Hileras de paraguas multicolores, cada uno con su anuncio encima, se disponen a lo largo de los lados de los numerosos senderos que recorren el parque. Sentados tras los paraguas se encuentran los padres de los chicos con cuadernitos donde apuntan a la gente interesada y -nos figuramos- las citas concertadas para conocerse. Allí pasan el día haciendo propaganda de sus hijos y tratando de encontarles un buen partido. También hay lugares donde los anuncios se disponen en grupos sobre el suelo, de manera que puedan ser vistos todos ellos. Por otro lado, mucha gente de todas las edades recorre los paseos leyendo con atención los carteles y tomando fotos con los móviles de aquellos anuncios que pueden resultarles interresantes; o hablan con la persona que vigila el paraguas y esta apunta en una libreta los teléfonos o direcciones del interesado. En un reportaje en la tv dijeron que realmente son los padres los que, aún hoy, conciertan los matrimonios que son aceptados por los hijos sin rechistar (suponemos que hoy día será una minoría la que mantiene esta práctica). Esta tradición nos ha resultado extraña, curiosa y anacrónica pero, al parecer, aquí es una costumbre asumida como algo normal por parte de los jóvenes y sus familias.
Después del shock cultural hemos continuado paseando por el parque en dirección al Museo de Shanghai, un edificio espectacular, tanto por dentro como por fuera, (la gran mayoría de las construcciones de esta ciudad son espectaculares, las modernas y las clásicas). Construido en 1994, sus formas respetan los principios de la cosmogonía china: base cuadrada a imagen de la tierra y techo redondo, como el cielo. Cuenta con diez galerías temáticas repartidas en cuatro pisos. En el superior se exponen las piezas de jade, piezas de mobiliario y sedas; En el tercero se expone todo lo referente a caligrafía y pintura. En el segundo, piezas de cerámica y porcelana de las que llaman la atención las vajillas de Wu (siglo XII); y en el primero, los bronces, cuyas piezas más bonitas se remontan a la dinastía Shang (siglos XVIII-XI a.C.), y algunas esculturas muy interesantes. El museo es verdaderamente una maravilla, tanto el edificio como todo lo que contiene. El único problema es que el restaurante cierra a las dos y nosotros no habíamos comido (pensábamos hacerlo dentro del museo) por lo que a las cuatro, cuando hemos terminado de visitarlo, teníamos el estómago vacío y "más hambre que el perro de un ciego".
Buscando como locos un restaurante pasamos junto al espectacular edificio del Gran Teatro, una enorme estructura en color blanco muy original que, ateniéndose a los principios de la geomancia no dispone de abertura hacia el oeste, dirección asociada a la muerte. Cuenta con un enorme vestíbulo de 2.000 m2 y tres salas enormes para óperas, conciertos y ballet.
Unos metros más allá del teatro nos topamos con un Mc. Donalds y, de nuevo, nos zampamos dos hamburguesas dobles con queso, patatas fritas y bebida (todo muy sano) pues eran casi las 17:00 y conseguir comida se había convertido ya en un asunto serio.
Con el estómago lleno seguimos la ruta por Nanjing Xi Lu hasta el número 580 (frente al 555) donde se encuentra el segundo mercado más importante de falsificaciones, el Fake Market. Damos unas vueltas por los numerosísimos puestos de sus tres plantas, regateamos un poco -un mucho más bien-, compramos algunas cosas y volvemos sobre nuestros pasos en dirección al hotel, haciendo una parada en el café Costa para tomar un chocolate (que es realmente lo que en España llamamos un cola-cao). Por el camino pasamos junto al hotel Radisson que tiene en la última planta un restaurante giratorio desde el que, al parecer, hay unas vistas impresionantes de la ciudad. Entramos a su espectacular hall a preguntar los horarios de apertura y cierre pues queremos venir una tarde a cenar en él, y seguimos hasta nuestro hotel por la calle Nanjing que está, como siempre, a rebosar de gente paseando, comprando, haciendo gimnasia, bailando o cualquier otra actividad imaginable. Así termina para nosotros otro día en esta ciudad vibrante, bulliciosa, superpoblada e intensa.

Lunes, 4 de enero

Hoy vamos a comenzar el día visitando el Templo Yufo, conocido como el Templo del Buda de Jade que es uno de los lugares que más me gustaron en nuestro anterior viaje a China en el año 2000. 
Llegamos hasta él a pie, desde el hotel hay un paseo relativamente largo que va bordeando el canal Suzhou que parte desde la zona del río al final del bund, donde está el Huanghu Park. 

 
En una media hora estábamos sacando las entradas para acceder al recinto del Yufo. Este templo es, en nuestra opinión, uno de los más bonitos de la ciudad - si no el más bonito- y hace años que atrae en masa a los fieles y a los turistas que acuden para admirar sus dos budas de jade (jade que, al parecer, es falso), traídos de Birmania en 1882; en concreto uno de ellos, la figura sentada que se encuentra expuesta en la sala de la planta superior (subiendo por la escalera), es una escultura exquisita y delicada, de un color y un brillo especial que llama la atención; parece hecho de marfil brillante. Es el buda más bonito de todos los que hemos visto en cualquiera de nuestros viajes. Se encuentra en la sala del ñiso superior dedicado exclusivamente a su exposición. La contemplación de su figura iluminada en una sala casi en penumbra sume al observador en un estado de fascinación, armonía y sosiego; probablemente el templo de buda de Jade (Yufo Si), sea uno de los más impresionantes de la zona. El original, fue construido en 1882, pero aún no estaba en su actual emplazamiento, sino en Jiangwan, a las afueras de la ciudad. Su finalidad era albergar las dos estatuas de Buda, una sentado y otra reclinado, que el monje Hiu Gn, trajo a fines del siglo XIX.  Pocos años después, en 1911 se trasladó a su actual emplazamiento, donde ha permanecido hasta nuestros dias.


 
Situado al norte de la ciudad, frente a la puerta está el pequeño muro característico de los templos chinos. Una vez franqueada la entrada aflora el espíritu de Sanghai también en el templo, ya que entre sus diferentes pabellones apenas hay separación. De hecho, la sala de los Cuatro Guardianes Celestiales da directamente a la calle. Enfrente hay un pequeño patio, que en las fiestas señaladas está abarrotado, donde los creyentes ofrecen incienso a Buda.
Después se halla en Gran Salón de la Magnificencia, con tres estatuas de Buda en la forma de Sakyamuni, Amithaba y el Buda de la Medicina y los veinte arhats guardianes del budismo.
Aqui se celebran ceremonias casi cada día, ya que al ser éste el templo principal de Shangai, los monjes reciben continuas peticiones de ceremonias en honor de los muertos.
Saliendo por la puerta prinicpal, hay que dar un pequeño rodeo para llegar a un edificio donde está la Cámara del Buda de Jade en el piso superior, y otras salas como la del Buda de Jade Reclinado en la planta baja. También subiendo por una empinada escalera desde el patio se accede a una sala de té muy agradable y calentita, decorada al más puro estilo oriental donde degustar una taza de esta típica bebida.
En él recinto cabe destacar además los bodhisattvas de bronce que se remontan a los Wei del norte del siglo IV-VI y una estatua de su graciosa Guanyin (divinidad de la fecundidad) de madera de azufaifo.
Al abandonar el templo había comenzado a llover y decidimos coger un taxi para visitar el único templo importante que nos queda por ver, Jiang'An Temple, y que alberga el buda más grande de China. Y el taxista creo que nos engañó pues no estaba muy lejos de donde estábamos y tardamos bastante en llegar; además nos costó 4€ que para Shanghai donde lao taxis son muy baratos es un dineral. La verdad es que ya nos avisaron de no coger taxis rojos porque son bastante más caros; los mejores son los verdes, pero llovía y no nos apeteció esperar más así que tomamos uno rojo. Y así paso.
El templo Jiang'An data de 1216 y dada su antigüedad ha presenciado la construcción de Shanghai en torno a él. Está construido en madera típica de la dinastía Song (muy restaurado), en color ocre y repleto por todos lados de figuras doradas, especialmente de animales. Durante la revolución cultural fue utilizado como fábrica de plásticos pero en 1983 recuperó su finalidad. En el gran pabellón central se encuentra el buda más grande del país con 3,8 metros de altura.
Echamos unas monedas a una especie de pozo no hondo de 1,5 de diámetro, con un pequeño agujerito en el centro por el cual, si se cuelan, la buena suerte para el año venidero está asegurada; nosotros colamos cada uno su moneda ene l primer intento. ¡Ojalá y sea verdad y este año sea bueno para nosotros y nuestras familias y amigos! Al menos lo hemos intentado.
Al terminar la visita era la hora de comer y buscamos un sitio en un centro comercial pagado al templo. Había muchos locales pero a nosotros todos los platos nos parecen iguales y no logramos distinguir en las fotos de las cartas la comida china, de la japonesa, de la vietnamita, de Mongolia... Y elegimos uno al azar que casualmente era un restaurante de olla mongola; este plato nos persigue cada vez que venimos a China porque en el anterior también la tomamos. Tras un rato de intentar comunicarnos con las camareras (pues ni entendíamos la carta ni sabíamos lo que eran los platos, ni cómo se comía aquello (y todo escrito solo en chino) elegimos por las fotos. Resultó que primero se elige un tipo de sopa base que la ponen sobre un infiernillo y hierve constantemente; después se seleccionan varios platos (la mayoría con carne, pescado, verduras y otros productos crudos) que se sumergen en la sopa hirviendo poco a poco hasta que están hechos y se pueden comer. La bebida, una coca-cola ha sido lo más complicado de pedir (menos mal que una chica al lado estaba bebiendo una y la hemos señalado). pero lo mejor ha sido el agua: no sa sido posible que entendieran lo que queríamos por lo que me he pedido un zumo de lichis naturales que estaba "de muerte", exquisito.
Al terminar y, la verdad con un poco de hambre aún, nos hemos sentado en un Dunking Donuts y nos hemos tomado un café y dos donuts, de nata dulce y de chocolate de fresa. Riquísimos.
Al salir ya era noche cerrada y continuaba lloviendo un poco.
Cerca de aquí se encuentra la calle Huaihai, que es la preferida por la jet de Shanghai para salir de compras; todas las grandes marcas internacionales se concentran en ella. Bajamos dando un paseo desde el templo. La avenida es muy larga pero la zona de las boutiques exclusivas es la que hay entre las estaciones de metro de Changshu y Chanxi. La calle estaba preciosa, flanqueada por arbolitos todos decorados con luces de un mismo color; no sé, pero me recordó a los Campos Elíseos. Esta calle es el equivalente a Serrano en Madrid A ambos lados solo tiendas exclusivas pero lo mejor se concentra en un centro comercial superpijo, modernísimo y muy, muy bonito que se llama iapm en el que solo hay boutiques de lujo y grandes diseñadores: Alexander McQueen, Versace, Dolce y Gabbana, Gucci, Loewe, Coach, Stella Mc Cartney, Prada, Michael Kors, Armani, Mochino, Chloe, Chanel, etc., etc.
Después de dar una vuelta y contemplar los escaparates de todas estas tiendas en las que ningún artículo ponía el precio, recorremos la calle para ver un poco el ambiente. La verdad es que es muy agradable. Entramos en Muji a ver que tienen en las tres plantas que ocupa y que es exactamente lo mismo que en Madrid.
Al lado de la puerta de la tienda UNIQLO, muy cerca de la anterior, se encuentra la boca de metro que tomamos para volver al hotel. Esa nlche, dedico un rato a buscar locales de comida europeos porque ya nos cansan un poco estos sabores que parecen iguales y he encontrado algunas pizzerías en internet para comer mañana ñlrque, aunque no somos delicados y probamos todo, nuestros estómagos necesitan algo conocido ya. He dado con tres que parece que están muy bien: Goodfellas, en el Bund; Bella Napoli y Palatino Roman Cuisini, en Changle Road; y Sale & Peper, en Pudong. Ya veremos cuál elegimos.

Martes, 5 de enero
Hoy hace bastante mal día, nublado, mucho aire, llovizna y frío. Nos vemos obligados por ello a variar un poco los planes como el paseo en barco por el río Huangpu.

Decidimos comenzar por el Bund y terminar de recorrerlo pues el día que estuvimos solo vimos una parte (desde el edificio 17 al 25); hoy hemos comenzado en el 17 y hemos ido hacia la parte primera en la que se encuentran los muelles y el puerto de pasajeros tanto para viajes en barco como el ferry para cruzar de una a otra orilla (2¥) o los cruceros turísticos. El paseo del bund es espectacular y está bordeado de un gran número de edificios imponentes, en su mayoría bancos, hoteles, empresas comerciales, mercantes, de seguros... En los hoteles y oficina de turismo hay un folleto en el que se va explicando cada edificio a lo largo de su historia desde su construcción, de una forma simple y sencilla, numerándolos y apoyándose en un dibujo de cada uno. Es importante hacerse con uno de estos folletos (en inglés)

 















Llegamos hasta la primera construcción relevante que es la torre de señalización Gutzlaff para el tráfico en el río. Esta torre que parece el mástil de un barco fue construida en 1884 y era completamente de madera. En 1907 se reconstruyo igual a la original pero de obra. Mide 50 metros sobre su estructura por lo que es el más alto del paseo. Fue el primer edificio de recuerdo del pasado protegido en el bund. Es una de las dos torres de señalización que existen en el mundo con el estilo Atonowo; la otra está en Noruega. Es curiosa.
Al final del paseo se encuentran los muelles y puerto de pasajeros y un gran centro comercial subterráneo que aún está en obras aunque ya hay algunos locales, especialmente de restauración, en funcionamiento.
Bajamos a las taquillas (a las que se accede por la avenida inferior que discurre por la parte trasera del bund) para ver precios y horarios de los cruceros por el río y luego decidimos acercarnos a ver el Museo de Historia Natural que está muy cerca y que se encuentra en un antiguo edificio de la Bolsa; pero por más vueltas que damos el museo no aparece y entramos a preguntar a un hotel dónde se encuentra el acceso, pero nos dicen que este se ha cerrado y que se ha trasladado a la zona noroeste de la ciudad así que desistimos del museo y nos metemos a comer a un restaurante italiano que hemos visto al pasar.¡al fin comida con sabor más cercano a la nuestra!: penne al pesto y spaguettis bolonesa. Muy ricos.
El tiempo cada vez empeora más, más aire, más frío y más llovizna así que tomamos el metro y nos vamos a la zona de Xintiandi para visitar la Casa-Museo de Sun Yat-Sen, el fundador de la China moderna y un personaje muy venerado en el país, que acabó con las dinastías de emperadores que lo gobernaban desde sus orígenes. Entre otras decisiones que adoptó en su nueva República popular, la que más nos ha llamado la atención al conocerla fue que mandara a todos los chinos cortarse la coleta (en el museo hay una trenza de un ciudadano al que se la hicieron cortar.
Por otro lado hay cosas que chirrían ya que vivía con su esposa en una casa bastante maja con jardín y todas las comodidades (agua caliente, chimenea en todas las habitaciones e incluso dos baños completos); ¡para pregonar la igualdad de todos los ciudadanos parece que él vivía bastante mejor que los demás! No sé, incoherencias de estos regímenes tan sociales, igualitarios y justos.
El recinto es grande y tiene especialmente dos partes: la zona del museo que alberga documentos, algunos objetos, fotos... Y la zona de la casa privada donde vivió con su esposa que es, sin duda, lo más interesante para nosotros. Se visitan todas las dependencias como la cocina, los dos baños completos, el estudio, sala de invitados, sala para la familia, comedor, dormitorio... Merece la pena la visita. En la entrada se puede ver una estatua sentada a tamaño real de Sun Yat-Sen.
A continuación tomamos la calle Ruijing hasta Huaihai haciendo una parada para reponer fuerzas y tomar un café y un chocolate en un sitio muy agradable y calentito.
Ya que andábamos por allí nos hemos acercado a dos hoteles que aparecían en la guía como puntos importantes para visitar por la belleza de sus estructuras modernistas: el Jinjiang Hotel Grosvenor y el Okura Garden Hotel que formaban parte en su origen del mismo proyecto inmobiliario realizado por Víctor Seasson. La verdad es que están bien, pero no merece la pena venir hasta aquí para verlos. Hemos entrado en el hall de ambos que, al parecere, es lo espectacular y el del Okura Garden es mucho mejor; el primero es más corriente.
El resto de la tarde lo pasamos recorriendo esta famosa avenida por la parte que no vimos ayer y que es igual de espectacular pues hay varios centros comerciales del estilo del que ya comentamos, es decir, solo primeras marcas de lujo de ropa, especialmente, pero también joyería, deporte, relojería, pastelería, chocolates Godiva... ¡Una pasada! Y lo mejor es que encontramos un supermercado enorme exclusivamente de delicatessen, carísimo todo (un bote de aceitunas pequeño casi 80¥= casi 25€), pero había de todos los mejores productos del mundo entero, especialmente occidentales. Y pudimos comprar ¡SALCHICHÓN! para hacer unos bocadillos para la cena. Y cenamos genial.
Antes de volver al hotel pasamos por unos superalmacenes de electrónica y telefonía y entramos a recargar la tarjeta SIM que compramos el día de llegada. Nos dicen que allí no recargan pero un vendedor muy amable se ofrece a realizarla por teléfono; para nuestra sorpresa nos dice que esa tarjeta no es de China, nos pregunta dónde la hemos comprado y dice que no se puede recargar porque ese número está cancelado. O sea, que la muy sinvergüenza del centro comercial donde la compramos, nos engañó. El caso es que la tarjeta no funciona, solo llamamos con ella dos veces.
Dimos unas vueltas más por la zona porque era un espectáculo ver las luces y la decoración de las calles y las entradas de los centros comerciales, las tiendas imponentes, los escaparates estilosísimos... Daba pena irse de aquella calle. Pero al fin cogimos el metro y volvimos al hotel a descansar deseando que mañana amanezca un día mejor, con menos frío, sin lluvia y puestos a pedir, con sol.

Miércoles, 6 de enero
Para nuestra desgracia el día amanece igual de feo que ayer, con más frío, viento y llovizna. Y de nuevo cambio de planes, ni jardines, ni barco; mañana parece que mejora, según Maldonado.
Así que decidimos dar una vuelta por dos de los mercados cubiertos más originales y extraños para nosotros: el de grillos, aves y plantas y el de tejidos, donde por un módico precio te hacen un traje en tiempo récord o te copian cualquier modelo de alta costura o un diseño que te atraiga.
 
Como a los dos nos gusta andar y patear las ciudades es uno de los alicientes de nuestros viajes, aunque no están cerca del hotel decidimos llegar a ellos a pie y organizamos una ruta para visitar de paso algún otro monumento relevante como el templo de Confucio o la mezquita más grande de la ciudad.
Aquí en China hay gran afición por los grillos de manera que la gente los compra, los cuida, le encanta oírlos cantar e incluso hacen carreras. En fin, que en la calle Xizang Nanlu, nº 405 nos en encontramos con un mercado muy curioso donde estos animalillos son los protagonistas.
 















 Los hay de todos los tamaños y principalmente de color negro. Los posibles compradores los miran y remiran antes de decidirse. Los tienen en unas cajitas redondas preparadas para ello. También venden pájaros, otra de las grandes aficiones de este pueblo. Las jaulas son normalmente de madera con los comederos y bebederos de cerámica o auténtica porcelana china. Muy bonitas. Finalmente venden también peces, conejos de pelo largo, tortugas, plantas y flores, sobre todo bulbos, y todos los accesorios necesarios para las mascotas.
El día ha ido poco a poco mejorando. La llovizna ha parado y no hace aire.
A poca distancia de este mercado se encuentra el Shaghai Confucian Temple que es, como su nombre indica, un templo de esta religión. En la puerta reza el lema: "Confucio es nuestro maestro" (nos lo ha explicado una china en inglés porque, obviamente, estaba escrito en su lengua). El recinto lo componen varios patios y salas, separadas del bullicio del barrio por altas paredes. Objeto de un culto oficial hasta 1997, el maestro Kong (551-479 a.C.) sigue siendo el ideal y el protector de los literatos (letras en general) y a él está consagrado este templo. 
Ante el pabellón principal que alberga su estatua, los estudiantes atan en las ramas de un gran árbol un trozo de cinta roja con una tarjeta en la que apuntan el nombre de la universidad donde quieren estudiar y, al parecer, su deseo será atendido si lo solicitan con devoción y oran en este lugar. Una de las partes más bonitas del recinto son los jardines en los que hay un estanque decorado con rocas y una preciosa pagoda del siglo XVIII dedicada a la estrella de la literatura. Tiene además una Casa del Té donde se puede degustar una taza servido siguiendo el ritual tradicional. La entrada al templo vale 10¥ y es uno de los más bonitos y grandes que hemos visto en Shanghai. Merece mucho la pena conocerlo.
 
Desde aquí nos hemos acercado a ver la mezquita Xiaotaoyuan de la que no haremos comentario porque no merece la pena; es normalita, con un minarete coronado con una media luna y las cúpulas pintadas del verde sagrado. Tiene una enorme sala de oración orientada a la Meca. Para las mujeres hay otra pequeña mezquita situada al lado de la anterior pero separada de esta.
Justo en la esquina opuesta de la ambos edificios, en el cruce entre Fuxing y Henan Nan, hay un centro comercial de los famosos supermercados Tesco y lo interesante de esto es que hemos dado con un local para comer aquí llamado Secret Recipe que es estupendo: todo escrito en inglés y chino, las camareras superamables, la comida genial (muy rica y de todo tipo, no solo china). Hemos tomado sopa de champiñón, ensalada griega y pollo crujiente con una salsa rara; de postre, panacotta. El local estaba muy limpio y bien decorado y el precio muy razonable. Un sitio recomendable cuando hay que descansar un poco de los sabores nacionales.
Después de comer y con las fuerzas recuperadas hemos continuado la ruta a pie durante un buen rato hasta llegar a la calle Lujiabang, nº 399 donde se encuentra otro de los sitios curiosos de esta ciudad, el South Bund Fabric Market, un enorme mercado de tejidos cubierto, dispuesto en cuatro plantas. Hay prendas y telas de todo tipo imaginable, muchísima ropa ya confeccionada (trajes de chaqueta de caballero, abrigos, cazadoras, sedas, camisas, chaquetas...); también se puede encontrar algún puesto de accesorios (gafas, cinturones, pañuelos, bolsos, maletas...). En cualquiera de los cientos de puestos de sastrería te pueden hacer lo que pidas en un tiempo récord (copias de alta costura, diseños propios, se puede elegir un modelo de los catálogos y revistas que muestran, la tela deseada...) hay que regatear, como siempre, pero la relación precio-calidad es extraordinaria. Yo, por ejemplo, me he comprado un abrigo de lana/cachemire, igual (copia) que uno que vi ayer en el centro comercial superpijo, de la casa Coach, y que me encantó, por 62€ (el auténtico valdrá un potosí; no tenía precio y ni lo pregunté). Ha sido mi regalo de Reyes.
Con mis Reyes en la bolsa nos vamos a buscar el metro para acercarnos a la estación a por los billetes de tren pues mañana queremos ir a visitar la ciudad de Suzhou, conocida como "la Venecia de Oriente". Al llegar a la estación empieza la pesadilla. Todo en chino. Ni una palabra en inglés. No hay oficina de información cerca de las taquillas, solo hay dos centros de información turística (lo pone en inglés) en la calle pero ¡¡¡NO HABLAN INGLÉS NINGUNO DE LOS CHICOS QUE HAY!!! Es increíble.
La estación es complicada. Esta dividida en dos zonas: una con taquillas, máquinas expendedoras de billetes y paneles con los horarios (suponemos; porque todo estaba en chino) y otra zona, la más grande, la estación en sí a la que no se puede acceder sin billete y pasaporte pues hay que pasar un control de policía y sin ellos no pasas. Vamos de una parte a otra sin saber muy bien qué hacer. Preguntamos en las taquillas, pero nadie habla inglés. Pensábamos que teníamos que cancelar la excursión por no poder/saber sacar el billete. Pero al fin, uno de los de taquilleros nos dice por señas que en la taquilla 32 hablan inglés; así que allá que vamos y nos ponemos en la cola. Cuando nos toca el turno nos atiende una chica que sí habla inglés pero parece cabreada y con malos gestos nos da la información de horarios y demás. Al final logramos billetes para mañana de ida y vuelta (10:15 y 16:15) por 10€ por persona (no aceptan tarjetas de crédito, salvo una creditcard china que no recuerdo; y es necesario el pasaporte para comprar cualquier billete, aunque sea dentro del país)
 Abandonamos la estación contentos y satisfechos; nos alegró haber superado este contratiempo y poder hacer el viaje. Volvemos en metro al hotel a descansar un rato. Bajamos a picar algo a la calle Nanjing y nos retiramos a descansar. No hemos parado y no nos va a dar tiempo a ver todo lo que queríamos. Esta ciudad es inmensa y 10 días se quedan cortos. Cuando volvamos necesitaríamos vacaciones para reponernos.


Jueves, 7 de enero
Nos levantamos más temprano hoy para no perder el tren que nos llevará a Suzhou. Es una de las ciudades que se conocen como "ciudades del agua" y que están surcadas por muchos canales por lo que ha recibido el sobrenombre de la "Venecia de Oriente"
Siempre he creído, influenciada por las pocas fotos que he visto de Suzhou, que era un pueblecito típico con canales y casitas bajas. Mi error estriba en que no he tenido mucho tiempo para preparar este viaje y no sabía nada de este lugar, salvo que había que verlo porque es un sitio encantador. Y me hice mi composición. Craso error. Suzhou es una ciudad de las más grandes de China. Viven en ella 10 millones de personas y tiene 5 líneas de metro. ¡Y yo que pensaba ir andando dando un paseo a ver todo lo importante en la ciudad! En los mapas todo se veía muy cerquita. En fin.
Llegamos a la estación con media hora de antelación por si había algún problema a la hora de localizar el tren, pero todo está extremadamente organizado. Las estaciones aquí funcionan como los aeropuertos del mundo: solo se accede con el billete y pasando un estricto control de seguridad, de manera que solo los viajeros están en su interior. Las puertas de acceso a los andenes se indican en unas pantallas (en el billete pone el nº del tren y la puerta de embarque) y solo se entra cuando el número de tu tren, que está en un panel que situado sobre la puerta correspondiente se pone de color verde (antes está en amarillo y la máquina de acceso, tipo metro, rechaza el billete si intentas pasar porque tu tren no está verde. Cuando se pone rojo ya no se permite tampoco el acceso) En el billete se indica también el coche y asiento y en los andenes está marcado en el suelo el número de coche para que la gente se coloque delante del que le corresponde. No he visto en mi vida más gente que en las estaciones de tren y metro de China. Es apabullante y angustioso. Miles y miles de individuos que se mueven en masa de manera superorganizada. Y todo funciona. Y no hay retrasos. Y todos entran y se colocan en minutos. Los trabajadores son muy eficientes y rápidos también.
El tren en el que viajamos es un tren rápido con una media de 280 km/h y llegamos a Suzhou en 20 minutos. Al ver la inmensa ciudad, sus rascacielos y el tamaño de todo nos quedamos un poco atónitos. Enseguida nos dimos cuenta de que era algo inabarcable por un día y que sería difícil dar con lo que queríamos ver por nuestra cuenta en tan poco tiempo. No sabíamos cómo preceder por lo que seguimos unos carteles que indicaban un bus turístico; y de nuevo la pesadilla: en la oficina del bus turístico no hablan inglés (y el folleto del bus solo está en chino). Pero, bueno, después de chapurreos y señas compramos una tarjetas de transporte de 24 horas que vale para el bus turístico y los urbanos; hay cientos de buses para turistas, que son rojos y que no sabemos aún muy bien cómo funcionan aunque los hemos usado. Creíamos que eran como los de todo el mundo, con una ruta por los sitios emblemáticos donde puedes subir y bajar las veces que quieras; por llevar esa idea preconcebida nos costó muchísimo más entender lo que trataban de explicarnos ¡en chino! Hay que decirle al conductor o una chica que va en el bus dónde quieres ir (señalando la foto del monumento en el folleto) y te señala al autobús que tienes que subir; y te llevan ahí. Luego cuando se termina la visita vuelves al mismo sitio (donde hay muchísimos buses de estos rojos) y haces igual: tratas de explicar dónde quieres ir y te indican que te subas en uno u otro. Para volver a la estación, lo mismo. Dentro del desconcierto inicial, debemos decir que funciona bien (hay que preguntar mucho, pero al final te llevan donde quieres) y solo por 15¥ cada tarjeta (2€)
Lo primero que hemos visitado ha sido lo más importante, el Jardín del Administrador Humilde que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y no es para menos. Son espectaculares, maravillosos.
Con un total de más de 75.000 m², y localizado en el noreste de la ciudad antigua de Suzhou, es el jardín privado más grande de Suzhou, así como uno de los 4 jardines más famosos de China (los otros son el Palacio de Verano en Beijing, la zona de Montaña de Chengde y el jardín Perdurable de Suzhou). En torno a 1513, durante la dinastía Ming, el inspector imperial Wang Xianchen se retiró a Suzhou al terminar su vida pública, y construyó este jardín. El nombre del jardín se inspiró en el ensayo “Cultivar mi jardín y vender la cosecha de vegetales es la forma de vida del hombre humilde”.
El jardín es representativo de los jardines clásicos de la dinastía Ming, que se basan en un estanque central y dispuestos a su alrededor diversos pabellones, terrazas, habitaciones y torres. El jardín del Administrador Humilde se divide en 3 partes: Este, Media y Oeste.
La parte media del jardín es la más exquisita, con maravillosas montañas, aguas cristalinas, delicados edificios y árboles y flores exuberantes, reminiscencias del antiguo escenario al sur del río Yangtze. Concebido meticulosamente, el diseñador utilizó la técnica de arquitectura conocida como “visión prestada desde la distancia” en el trazado de esta parte, ayudando a mejorar la vista del jardín en los espacios pequeños. Mirando hacia el oeste, se puede ver una pagoda en el jardín occidental, que se encuentra a 1 km del jardín.
Las construcciones de la parte oeste se encuentran organizadas en torno al lago, entre ellas destacan el Salón de los 36 Patos Mandarines, y el Salón de las 18 Camelias. Ambos salones se hallan decorados con muebles antiguos, pinturas y caligrafías, reflejando la tranquila vida del maestro. Al final, en el oeste, se encuentra un jardín de bonsáis, con unos 700 ejemplares, que se merece una visita porque todos ellos son soberbios.
También es imprescindible la visita de la parte de la residencia, las habitaciones privadas donde vivió con su familia; es curioso que hay una zona para los hombres y otra para las mujeres y tanto estas como las dependencias que las constituyen están separadas por patios.
El jardín del Administrador Humilde es un ejemplo típico del arte de la floricultura del sur del río Yangtze, así como un tesoro que alberga exposiciones de objetos varios entre los que destacan piezas de mobiliario y una amplia colección de cuadros de seda bordados. Preciosos.
Concluida la visita nos dirigimos a la pagoda de la colina del Tigre, que es el monumento más antiguo de la ciudad, pero cuando íbamos camino del parking para coger el bus vemos una caseta donde ofrecen paseos por los canales de la ciudad antigua en una especie de góndola rústica cuadrada, y paramos a preguntar. Por 30¥ (4€ y pico) cada uno nos dan un paseo, The Pingjiang Canal Tour, a los dos solos, durante 40 minutos en una de estas barcas. 
Así que en un minuto estábamos montados en ella, deslizándonos por las tranquilas aguas del canal conducidos por una capitana que hablaba sola y que nos deleitó todo el camino cantando canciones típicas de su tierra. Fue agradable y barato, pero hacía bastante frío porque, en contra del pronóstico de Maldonado, el tiempo ha empeorado bastante; una niebla fría y cada vez más densa lo cubre todo y, aunque no llueve, la sensación de frío y humedad cala hasta los huesos.

Terminado el paseo buscamos el bus y le hacemos entender que vamos a la colina del Tigre que en el mapita que bajé de internet se veía al lado de donde estábamos, pero resultó que se encontraba a media hora de autobús. Empezamos a ponernos un poco nerviosos porque no controlábamos ni las distancias ni el tiempo y teníamos el billete de vuelta en tren a Shanghai a las 16:15. ¿Nos daría tiempo?
La pagoda resultó ser un recinto bastante grande con escaleras, cuevas, templetes, un gran templo a Buda, jardines y un lago.
 
Todo ello envuelto en niebla producía la sensación de estar en un sueño. 
La Colina de Tigre, en chino es Huqiu, tiene una historia de más de 2500 años. Es una atracción de 5 estrellas de Suzhou. La colina de Huqiu se ha convertido en el símbolo de Suzhou y cada año recibe más de 2 millones de turistas nacionales e internacionales.
La Colina de Tigre (Huqiu) de 35 metros de altura se encuentra fuera de la puerta de luz hacia el noroeste de Suzhou. Allí fue donde el Rey del Estado Wu (un pequeño estado) enterró a su padre, Helu, junto con 3.000 espadas. Según la leyenda el tercer día después del entierro un tigre blanco  apareció en la tumba y de ahí el nombre de la colina.
A mitad de camino subiendo hasta la cumbre, a la que se accede atravesando un canal por un pequeño puente y posteriormente ascendiendo por empinadas escaleras en zig-zag, cerca de la Roca de Qianren (Los Mil Hombres), hay un estanque rectangular flanqueado por acantilados escarpados. Se dice que Qin Shihuang, primer emperador de la Dinastía Qin (221-207 a.c.) y Sun Quan del Período de Tres Reinos (220-280), enviaron gente a buscar las espadas excavando la colina pero sin resultado. Se cree que el Estanque fue resultado de la excavación.
Según los registros, la puerta de la tumba de He Lu fue revelada una vez en que el estanque se secó. Los arqueólogos especulan que la tumba está justo debajo de la pagoda de la Colina del Tigre. Esta pagoda, inclinada, fue construida en el período de las Cinco Dinastías, es una planta octogonal de siete pisos. Desde la dinastía Ming, comenzó la inclinación hacia el norte, que es causada por la estructura de la tumba.
El Templo Yunyan, al que se llega desde el estanque a través de unas largas escaleras, es otro de los atractivos principales en la colina pues se trata de uno de los templos budistas más famoso de esta parte de China. Incluso el emperador Qianlong de la dinastía Qing no pudo resistirse a su ambiente tranquilo, así que decidió hacer del templo su residencia temporal durante sus viajes a Suzhou.
Lo vimos todo un poco rápido por miedo a perder el tren de vuelta, pero mereció la pena. Cuando bajamos al parking había uno de los buses rojos pero con un conductor que no hablaba nada de inglés (¡no entendía ni la palabra "tren" ni "estación", y es conductor del bus turístico!); resumiendo, que tuve que imitar el ruido del tren y los gestos de ir en tren y decir "Shanghai", y parece que se enteró. Nosotros no lo teníamos muy claro pero, gracias a Dios, llegó otro bus con una guía que sí hablaba inglés y nos aseguramos el destino. Llegamos sin problema. Durante el recorrido nuestro chofer (íbamos solos en el autobús) señalaba al cielo, hacía como que rezaba y nos miraba y sonreía. Y nosotros sin entender ni jota. Después cogió un papel y pintó una cruz e hizo el gesto de Jesús crucificado y se señalaba a sí mismo y luego a nosotros. No sabemos si quería decir que era cristiano o que se llamaba Jesús, pero fue muy amable y nos acompañó al llegar para indicarnos por dónde teníamos que entrar a una mastodóntica edificación que es la estación de esta ciudad.

Llegamos con tiempo de sobra, localizamos nuestra puerta y aún tuvimos un rato para tomarnos algo en el Mc. Donalds (¿qué sería de los turistas sin esta cadena de comida basura?)
Y tras pasar los trámites de control, registro, máquinas de billete y demás trámites reglamentarios estábamos sentados en dos cómodos asientos a 300 kms. de velocidad camino de Shanghai.
Al llegar fuimos directos al mercado de tejidos otra vez para ver si encontraba alguna otra cosa que me interesaba, pero cerraban a las 18:00 y no tuvimos tiempo. Así que, de vuelta al metro hasta  People Square donde bajamos para hacer algunas compras de recuerdos para la familia y amigos en unas tiendas que habíamos visto el día anterior.
Volviendo al hotel paramos en el café Lugo, un sitio muy cool y estiloso donde tomamos café hace unos días y cuyo ambiente nos gustó mucho; nos tomamos un chocolate caliente y un tiramisú que nos saben a gloria. Descansamos un rato y volvemos al hotel para ir viendo el equipaje por si tenemos que comprar alguna maleta pequeña si no nos cabe todo en las dos que hemos traído. Creemos que sí. Con el chocolate no tenemos ganas de cenar así que hoy nos tomamos la lata de las uvas que sobraron en Nochevieja y unas galletas con chocolate en la habitación. ¡Y mañana será otro día!

Viernes, 8 de enero
Penúltimo día en Shanghai.¡Cómo pasa el tiempo! Ya han transcurrido 10 días y parece que llegamos ayer. En fin, esto se acaba. 
Después del desayuno bajamos a la calle de detrás del hotel, que es la de los libreros, a comprar unos libros de colorear para adultos, que se han puesto de moda y aquí son mucho más baratos que en España. Volvemos al hotel a dejar las compras y en este corto trayecto nos hemos dado cuenta de que Shanghai nos despide con un día muy frío pero con un sol espléndido. Por ello decidimos comenzar el día visitando los jardines más bonitos de la ciudad, Guyl Garden, que nada tiene que envidiar a los que vimos ayer del Administrador Humilde en Suzhou; estos incluso parecen mayores y con más zonas verdes. Su nombre significa El Jardín de los  Antiguos Esplendores y fue diseñado en el siglo XVI por Zhu Sansong, un escultor de bambúes. Los jardines son una delicia y en todo el recinto, como en todos los jardines chinos, hay música de fondo. También había una sesión fotográfica de una modelo en el lago grande. Se dispone, como el de Suzhou, en un lago central mayor y alrededor numerosas construcciones, pagodas, formaciones rocosas, puentes, cascadas, paseos y por supuesto flores y plantas. También hay un jardín de los  bonsáis, algunos de los cuales estaban en flor. Me encantan los bonsáis. Hemos estado tres horas paseando por los innumerables caminos y zonas del jardín que es grandísimo.
Para llegar a Guyi Garden hay que coger la línea de metro 11 hasta Nanxiang; la estación queda elevada y hay que bajar a la calle donde justo debajo hay una especie de estación pequeña de autobuses con 3 andenes (son autobuses urbanos) y coger el nº 2. La primera parada para justo en la puerta de los jardines. No hay pérdida porque se van viendo a la derecha según va llegando el autobús.  El jardín se encuentra a unos 21 kilómetros (13 millas) de la centro de la ciudad. Diseñado en el estilo típico de un  jardín clásico, el Jardín Guyi es considerado como uno de los cinco más importantes jardines clásicos de Shanghai. El jardín fue originalmente propiedad de juez Min Shiji durante los años 1522 a 1566 den la dinastía Ming . Después de pasar por diversas manos privadas, fue ampliamente remodelado en 1746, durante la época de Quianlong  de la dinastía Qing . En 1789, la nobleza local agruparon los fondos y compró el jardín para servir como el hogar espiritual de la deidad protectora de la prefectura, asociado al local de la ciudad templo de Dios. El jardín luego se convierten en propiedad comunal, y vio la adición de varios pabellones y santuarios, así como la apertura de tiendas, tabernas y restaurantes.

Para volver se puede hacer andando porque está muy cerca. Detrás de la estación del metro, a la espalda hay una plaza grande con un monumento enorme de dos garzas gigantes en el centro y ahí hay un centro comercial con un Pizza Hutt en el que se come de maravilla. Hay de todo (sopas, carnes, entrantes, pescado, pizzas, pasta, postres, comida china...) Hemos tomado sopa de almejas de Nueva Escocia, ensalada Garden (con una salsa riquísima) y una pizza. Y un zumo natural de lichi y no sé qué otra frutita negra y pequeña que estaba de muerte.
Desde ahí hemos cogido el metro para ir a recorrer una zona interesante, la parte noroeste de la ciudad, más arriba del canal Suzhou. Hemos comenzado por la calle Duolun, una bonita calle peatonal  bordeada de  casas restauradas y con una antigua iglesia estadounidesse. A la calle se accede por unas puertas de piedra enormes. En los años 20, miembros de la liga de escritores de izquierdas vivían en Duolun; el museo en el que se conserva todo lo relacionado con ellos se encuentra en los números 201-203 (el metro es la línea 3, estación Dongbaoxing, salida nº 1 que queda muy cerca de la calle Doulon). En una zona de la calle se pueden ver relieves en las paredes con el retrato y el nombre de estos intelectuales revolucionarios. Hemos pasado un buen rato recorriendo la zona que es muy agradable y animada y luego hemos bajado por la avenida Sichuan Beilu hasta el Museo de Correos que es un edificio imponente pero que estaba cerrado así que lo hemos visto por fuera. Es una construcción de estilo neoclásico de fachada alargada, rodeada por una imponente columnata y coronada por un impresionante campanario neoclásico. Girando a la izquierda, hemos pasado por el hotel Astor, justo al lado de la embajada rusa. Este hotel ha sido el más prestigiosos de la  ciudad hasta la inauguración del Peace hotel y fue construido por dos influyentes y ricas familias judías ( de hecho está bastante cerca del barrio judío)
Hemos cruzado el puente del canal para llegar hasta el bund que ofrecía unas vistas espectaculares, tanto de los propios edificios iluminados del paseo como de la orilla opuesta, Pudong. El skyline nocturno desde este privilegiado mirador es impresionante
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Hemos caminado un poco por él hasta el comienzo de la calle Nanjing y hemos subido hacia el hotel (realizando de paso algunas compras de recuerdos que nos faltaban). Hemos descansado un rato en la famosa heladería Häaggen Dazs donde hemos degustado un chocolate caliente, un café-latte, un muffin de franbuesa y una napolitana. Todo exquisito.
Como cada jornada hoy también hemos quedado para el arrastre debido a las palizas de caminar que nos damos y con el paso de los días el cansancio se va haciendo más patente. O sea, que hoy nos vamos a recoger algo más temprano. 
Esto se acaba. Mañana es nuestro último día; a media tarde saldremos para el aeropuerto de vuelta a casa. Aún queda la mañana para disfrutar unas horas.

Sábado, 9 de enero

Shanghai nos despide con sol y con frío.
Después de desayunar hemos ido al Museo de Ciencia y Tecnología para dar una vuelta por el inmenso  mercado de imitaciones que hay en esta estación de metro y buscar un bolso de Michael Kors que me siempre me ha gustado; pero es un modelo antiguo y nadie lo tenía. ¡Mi gozo en un pozo!
Después hemos visitado el museo que es, como todo aquí, arquitectónicamente imponente. Se encuentra en la zona este del río Huangpu. La estructura está constituida por dos espacios muy grandes separados por una bola inmensa, todo en armazón de  metal y cristal. Una parte es la zona de Ciencia donde están imitados todos los hábitats posibles con animales y plantas; en alguna ocasión el visitante tiene la impresión de estar atravesando la selva auténtica. La otra parte es la de tecnología que no nos ha gustado tanto; lo más entretenido y curioso es la zona de los robobts. También hemos entrado a dos salas en las que había representaciones multimedia (luz, sonido, decorado...) varias; una ha tratado sobre desastres ecológicos y otra, sobre el funcionamiento del cuerpo humano. 
Hemos estado casi hasta las tres de la tarde en el museo y al salir nos hemos acercado a una pizzería que recomiendan en Tripadvisor en Pudong como una de las mejores de Shanghai, Sale & Pepe, pero la han cerrado y el local parece que va a convertirse en un gimnasio.  
Ya tardísimo y con mucha hambre decidimos regresar a la zona del hotel y comer en un local que habíamos visto otros días y que hay desde hamburguesas hasta comida italiana. O sea, internacional. Tomamos espaguetis carbonara y pizza. Luego, a modo de despedida, degustamos nuestro último café en Shanghai en el Café Lugo. Damos una vuelta, también en plan de despedida, por la calle Nanying, entramos en alguno de los mil centros comerciales que hay en ella y volvemos. Nos despiden cien osos pandas tamaño gigante que han instalado en la placeta de delante de nuestro hotel. No sabemos el por qué ni el para qué pero están muy graciosos. 
 Recogemos el equipaje en el hotel y tomamos el metro hacia el aeropuerto donde llegamos en una hora. Facturación, trámites de aduana, registro policial, cambio de los yuanes que nos quedaban y a esperar el avión que nos lleva de nuevo a casa. 
Este viaje ya forma parte del recuerdo.

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