PLASENCIA y Comarca de la Vera (Puente de los Santos, 2016)

Sábado, 29 de octubre

Este puente de los Santos hemos cogido un paquete de tres noches con cena romántica en un hotelito con encanto en la comarca de la Vera, en la provincia de Cáceres,   a través de la web Weekendesk. 
Salimos de Albacete no demasiado temprano y el viaje se desarrolló sin contratiempos y bastante rápido durante la primera parte, aunque cuando tomamos la carretera de Extremadura la cosa cambió y el tráfico fue espantoso y denso hasta casi nuestro destino donde llegamos a la hora de comer.
Tras instalarnos en nuestro hotelito El Turcal(ver crítica en Tripadvisor:


https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g609024-d1477868-r447134894-Hotel_El_Turcal-Torremenga_Province_of_Caceres_Extremadura.html#SHOW_USER_REVIEW) nos acercamos al pueblo de al lado, Jaraiz de la Vera, a picar algo. Nos sentamos en una terracita, con una temperatura casi veraniega,  y nos tomemos unos callos.
En este pueblo comenzamos la ruta de hoy por la carretera que recorre la zona. Hay que destacar que todos los pueblecitos que vamos a visitar han sido declarados Conjuntos de Interés Histórico-Artístico. 
El primer pueblo en el que paramos es Jarandilla de la Vera donde se encuentra el parador de turismo ubicado en el antiguo palacio de los Condes de Oropesa, donde vivió Carlos V hasta que fueron finalizadas las obras de sus dependencias en el monasterio de Yuste. En el patio se dispone la terraza de la cafetería donde nos sentamos y nos tomamos un café con un dulce típico de la zona, y delicioso: perrunillas de Jarandilla, una especie de mantecados que se deshacen en la boca. Riquísimos. 
Después dimos una vuelta por los alrededores del palacio y seguimos ruta hacia Valverde de la Vera, la segunda parada. 
Este pueblo es muy autentico y se encuentra bien conservado; data del siglo XII. Sus calles son muy estrechas y en ellas no se permite aparcar, pero al final del pueblo hay un pequeño parking. Deambulamos durante un rato por sus calles y entramos a visitar la iglesia de Santa María de las Fuentes Clara, que nos pereció grande para el pueblo tan pequeño en el que se encuentra, y junto a la que se pueden contemplarse los restos del castillo de los Condes de Nieva, del que solo quedan dos paredes y que hoy se usa para actuaciones (para lo que se han dispuesto frente a la pared que sigue en pie, unas gradas)
Como curiosidad, el pueblecito tiene unos canales tallados en la piedra del suelo, por el centro de las calzadas, por los que circula el agua. Resulta muy curioso.
Este pueblo es también conocido en toda España por su ritual de Semana Santa de Los Empalaos cuyo origen se remonta al siglo XVI, en que la orden de la Cofradía de Nuestro Señor Jesucristo ya realizaba estos actos de penitencia, por los que se llamaban entonces Hermanos de Disciplina, que con el paso del tiempo pasaron a llamarse “Empalaos”:
Una promesa o "manda" hecha ante Dios supone el inicio de un vía crucis, por las calles de la localidad, en el que todos los penitentes son anónimos. En este recorrido de penitencia el empalao camina descalzo, sobre sus hombros lleva un timón de arado sujeto por una soga de esparto que le rodea pecho y brazos desnudos. Una enagua blanca  le cubre de cintura para abajo y de la mitad de sus brazos penden un par de vilortas, con tres aros cada una, y una toga, símbolo del Crucificado. Un velo blanco que sujeta con una corona de espinas, cubre su rostro, sobresaliendo por encima de la cabeza dos espadas cruzadas. Este rito religioso y ancestral se desarrolla en el más absoluto silencio; el empalao va en todo momento acompañado por la figura del Cirineo, que se oculta bajo una manta y le alumbra el camino con un farolillo. Los momentos cumbres de la procesión se producen en el cruce de dos empalaos en que ambos se arrodillan en señal de respeto
 mutuo.
Finalizado el paseo nos sentamos en la plaza, en una terracita, y nos tomamos unas bebidas disfrutando de la paz, la tranquilidad y el concepto del tiempo de por aquí.
Abandonamos Valverde y nos dirigimos hacia Villanueva de la Vera, Una localidad en la que salvo la ermita de San Antón, la plaza porticada, el ayuntamiento y algunas casas con arquitectura típica, no tiene mucho que ver así que damos una vueltecita por sus calles y seguimos camino hacia Madrigal de la Vera. Al llegar nos sorprende la animación de sus calles y al cabo de un rato nos enteremos de que aquí celebran el puente de los Santos con varias actividades que se desarrollan por las calles y en las que participan los habitantes de la localidad y los visitantes; lo más llamativo es un mercadillo nosturno instalado en una enorme carpa, donde se presentan productor típicos de la zona entremezclados con tenderetes de artesanía local. También hay puestos cestería artesanal por las calles e incluso un castillo hinchable para deleite de los más pequeños. Pese a lo animado del pueblo, no tiene mucho que ver. A las afueras hay un puente romano muy bien conservado y de bastante relevancia pero ya está anocheciendo y no encontramos el camino para llegar a él. 
Desde aquí volvemos a Torremenga que es donde se encuentra nuestro hotelito. Tardamos bastante en llegar aunque solo hay 30 kms. de distancia, porque la carretera, aunque no es mala, es estrecha, tiene muchas curvas, las líneas están casi borradas y la noche es oscura como boca de lobo. 
Al llegar a Jaraiz de la Vera (el pueblecillo anterior a Torremenga) decidimos parar a cenar ya que cerca del hotel no hay nada para picar algo y en Jaraiz sí. Nos cuesta muchísimo aparcar y es que están las calles repletas de coches; sorprende que un pueblo tan pequeño tenga tanto tráfico y tantísimos vehículos. 
Entramos en una crepería que vimos el día anterior, La Cuisinette, un local muy, muy recomendable; estaba lleno a rebosar pero pudimos coger una pequeña mesita redonda junto a la ventana y, aunque tardaron bastante en servirnos, mereció la pena la espera.
Los crepes estaban deliciosos, el sitio es muy agradable; la decoración, estilosa y la chica que atiende el local, encantadora. Pedimos uno de jamón serrano y queso emental y otro de queso de cabra con canónigos, bacon y nueces; de postre, uno de dulce de leche para compartir. Y bebidas. Todo por unos 15€. Nos encantó.
Domingo, 30 de octubre

Hoy comenzamos con un desayuno estupendo en el hotel antes de iniciar el camino hacia el Monasterio de Yuste que está muy cerca. Llegamos unos minutos antes de las 10:00, la hora de apertura. Al abrir la puerta, seguimos a todo el mundo que se dirige a la iglesia donde hay un cartel que pone "visita". Todos se sientan en los bancos y nosotros hacemos lo mismo pensando que la visita comienza así, con alguna explicación.
 De repente salen varios sacerdotes ataviados con sus casullas verdes y uno se dirige al púlpito y comeinza lo que parece una misa. Son de la orden de los paulinos y eran polacos, aunque el del púlpito hablaba muy bien español. Nos cuenta que están celebrando los no sé cuántos años de la fundación de la ordeny que hay una coral polaca que cantará desde el coro. Y cantan, y comienza la misa que se alarga porque se intercalan los cánticos. Aguantamos hasta que acaba el sermón (45 minutos) aunque nos extraña que para visitar el monasterio haya que oír misa. Decidimos salir para preguntar y el guardia de seguridad nos indica que se entra por otro sitio, en el que paradógicamente pone "salida"; resumiendo, resulta que todos los domingos hay misa a las 10:00 en la capilla y nos hemos metido, confundidos por la gente, en ella, en vez de entrar por el acceso. 
Una vez subsanado el error llegamos a un vestíbulo donde se saca la entrada (7€); una vez con los tickets se puede optar por una visita guiada o por comprar unas audioguías (3€), opción que elegimos nosotros ya que la próxima es una hora más tarde. Debemos decir que esto de las audioguías lo tienen bastante mal organizado: Una vez terminada la visita y cuando se llega a la salida, en la otra punta del complejo, hay que volver a la entrada a dejar la audioguía, pero no permiten salir por ahí sino que hay que volver de nuevo a recorrer todo para llegar de nuevo a la salida y salir; por otro lado, para devolver la audioguía hay que hacer la misma cola que lara cogerla por lo que se pierde mucho tiempo en la cola (cogerla lleva un rato por la explicación, dejar los datos...) y devolverla es solo un segundo.
Durante la visita se visitan los dos claustros, el refectorio, la iglesia y la cripta (donde reposaron los restos del emperador durante 20 años, hasta que su hijo Felipe II decidió trasladarlo a El Escorial) y la residencia real.
La iglesia es un templo gótico tardío, con una sola nave y cabecera poligonal. Se comunica con el claustro gótico y la austeridad marca su esencia. El claustro nuevo es renacentista y más amplio que el anterior. Está más ornamentado, con volutas y guirnaldas en sus columnas. En su origen tuvo 3 pisos pero hubo que eliminar el superior porque, debido al agua del subsuelo, comenzó a moverse todo el edificio y corría riesgo de hundimiento.
El origen de este monasterio se remonta al siglo XV, cuando un grupo de vecinos de La Vera tomó la decisión de construir un cenobio para cobijar a los ermitaños y, posteriormente, a los monjes de la Orden de San Jerónimo. Este pequeño edificio terminó convirtiéndose en el conjunto monacal que conocemos hoy. Con la llegada del Emperador se construyeron sus dependencias, una casa-palacio sencilla, sin muchos elementos decorativos. 
Un dato curioso: el dormitorio del rey estaba al lado del coro de la iglesia, por lo que podía asistir a los oficios desde su propia alcoba. Un alivio para su majestad teniendo en cuenta que estaba aquejado de la enfermedad de gota. El dormitorio es sorprendente por lo tétrico y es que están todas sus paredes recubiertas de grandes paños negros (así lo estaban cuando dormía allí el monarca) para recordarle el luto por su amada esposa Isabel de Portugar (por cierto, "la señora de Albacete")
Finalizada la visita de Yuste nos dirigimos al pueblo -según dicen- más bonito de la zona: Garganta La Olla cuyo nombre latino fue "Ad Fauces" que significa Garganta, y "la Olla" por el hoyo en el que está situada.
Antes de comenzar el paseo por El pueblo es interesante hacer una parada en el mirador de “La Serrana de La Vera” (en la carretera de Yuste), donde se levanta una escultura de esta mujer de leyenda que, según cuentan, era Isabel de Carvajal (poderosa familia de Garganta la Olla) que fue abandonada casi en el mismo altar antes de casarse con el sobrino del obispo de Plasencia. Dicen que en venganza por este desprecio, La Serrana se fue a vivir a una cueva de la Sierra donde embaucaba a los hombres y allí mismo los mataba. Las vistas del pueblo desde el mirador merecen la pena.

Ya en el pueblo, lo primero que se ve es la Ermita del Cristo del Humilladero, cuyo altar está recubierto de azulejos de Talavera. Aquí hay que dejar el coche pues es casco antiguo es solo peatonal. Desde ahí parte la calle Chorrillo, la más importante del pueblo con sus peculiares casas y sus balconadas sobre vigas de madera como la famosa Casa de Postas, construida en 1576, según indica la inscripción en el capitel de la columna que preside su entrada. La casa servía de alojamiento a los viajeros en la época de Carlos V. En la misma calle se puede ver una de las casas más importantes y famosas de la localidad: la Casa de las Muñecas, inconfundible con su fachada de color azul añil. Era uno de los prostíbulos más concurridos de los tres que tenía el pueblo en aquella época y que era casi de uso exclusivo de los soldados del emperador. 
En el dintel en piedra que adorna la puerta se ve la pequeña escultura labrada de una muñeca vestida con el traje tradicional. Resulta llamativo que este pequeño lugar tuviese tres burdeles en el siglo XVI y da una idea de la importancia y riqueza que tuvo en épocas pasadas. Curiosamente, aquí surgió la expresión “irse de picos pardos” porque las prostitutas de Garganta la Olla, por orden de los Reyes Católicos, debían llevar los picos de sus enaguas visibles y de color pardo para dejar claro su “oficio”.
Esta casa se encuentra ya casi en la plaza que no es muy grande pero resulta coqueta y armoniosa, con un pilón en el centro. El edificio del ayuntamiento la preside y bajo sus soportales  se expone la antigua picota del siglo XVII.
Justo detrás de la Plaza Mayor, en la calle Toril, visitamos el Museo de la Inquisición, con su calabozo, sala de torturas y artilugios varios para poner los pelos de punta a todos sin excepción. Además, este lugar es también un interesante museo etnográfico donde se exponen enseres de la vida cotidiana. La entrada se saca en la tienda de productos típicos que hay un poco más arriba en la que compramos (¿cómo no?) una cajita de pimentón de la Vera picante.

Volvemos a la plaza desde la que hay una buena perspectiva de la Iglesia de San Lorenzo, en la zona más alta del pueblo a la que se llega en pocos minutos andando. La iglesia es del siglo XVI y ha sido declarada Monumento Histórico Artístico. De su exterior destaca la torre campanario de más 30 metros, coronada por una cruz que, según cuentan, fue colocada como homenaje a las víctimas que murieron a manos de La Serrana de la Vera.
 
Unos pasos más adelante en dirección contraria a la plaza llama la atención la Casa de la Peña, una de las más originales de Garganta la Olla, cuya imagen es el símbolo principal del escudo del pueblo. Tres vigas de madera sujetan la balconada de esta peculiar casa descansando en una peña que parece surgir de la nada, fuera de lugar y en mitad de la calle (ahí lleva la peña siglos, sujetando la casa y creando una de las estampas más llamativas de este pueblo).
Concluimos el paseo visitando el Barrio de la Huerta, detrás de esta casa, que es una pequeña calle circular porticada con sus típicos balcones de madera. Hay que mencionar otra curiosidad de esta localidad que son las estrechísimas callejuelas por las que apenas cabe una persona y que salpican el casco antiguo.
Terminada la visita de esta bonita localidad, buscamos un sitio para comer, pero todo está hasta los topes, y además los sitios son muy pequeños; comemos finalmente en un restaurante muy recomendable, La Fragua, en la calle que va desde la plaza al museo de la Inquisición. La verdad es que cogemos la última mesa libre y a partir de ese momento fue imposible encontrar sitio para la gente que llegó después. Relación calidad-precio estupenda.

Desde Garganta nos dirigimos a Pasarón de la Vera, otro pequeño pueblecito con encanto y también declarado Conjunto Histórico-Artístico.
Allí damos una vuelta por el pueblo y encontramos por casualidad el Museo Pecharromán, y tenemos suerte porque hoy estaba el director, el propio artista que es una persona bastante peculiar, como sacado del siglo XIX, y ha sido él mismo el que nos ha mostrado todo el museo y nos ha explicado su obra que se guarda aquí. El precio es 5€.
El Museo está ubicado en un Edificio Protegido del S. XVII construido en madera y piedra que consta de tres plantas y bodegas y que en época de Afonso XIII fueron escuelas públicas; esta casa acoge el museo como tal desde 1996 gracias a la generosidad del pintor, que combina su actividad con la conservación.
Las colecciones pretenden ser capaces de dar forma a una línea de actuación rigurosa y profunda, para conocer satisfactoriamente la obra artística de Pecharromán teniendo en cuenta su  momento histórico-social y su desarrollo histórico- artístico en relación con los movimientos estéticos de las vanguardias. Algunas de estas colecciones que pudimos ver son: Movida Madrileña, Juegos Olímpicos, Diálogo de la Pintura con la Música desde la Postmodernidad y una serie de colecciones dedicadas a diferentes pintores, entre ellos Goya, Zurbarán o Dalí.
En la planta de acceso está la sala de exposiciones temporales. La planta principal se destina a exposiciones rotativas de dibujos y pinturas de Pecharromán que se conservan en los fondos del Museo y a una serie de documentos relacionados con la vida del pintor madrileño. Y en la planta estudio, además de otras pinturas, se encuentran los fondos documentales, la sala de lectura y una gran terraza-solana en fachada principal, propia de estos edificios de la Comarca de la Vera. 
Tras la visita y la despedida personal del artista con un apretón de manos, continuamos durante un rato deambulando por las callejas del pueblo. Nos tomamos unos tés en una terracita de la plaza y volvemos al hotel donde tenemos hoy la cena romántica a la luz de las velas de nuestro paquete de viaje.
A las 21:00 llegamos al comedor y nos acomodamos en una mesita a un lado. Al momento nos sirven el primer plato que es una ensalada de setas con pimientos que es original y está buena. De segundo tomamos solomillos en base de patatas con salsa (un poco duros, la verdad); y de postre, una crema de limón que es lo mejor de toda la cena. La bebida no está incluida en la cena por lo que nos parece todo un poco caro. La verdad es que no merece la pena cenar en el hotel.

Lunes, 31 de octubre

Tras el desayuno salimos en dirección a Plasencia donde hemos decidido pasar el día de hoy. 
Fue fundada como ciudad por el rey Alfonso VIII de Castilla en 1186. Su establecimiento en el lugar se debió a razones de estrategia militar propias de la Reconquista, pues a escasos kilómetros de la ciudad se hallaban las fronteras castellanas con el reino de León al oeste y con los musulmanes al sur. El nombre de la ciudad viene del lema que aparecía en el escudo: Ut placeat Deo et hominibus (para agradar a Dios y a los hombres). La ciudad es hoy conocida como "La perla del Norte" o "La perla del valle".
Dejamos el coche en un parking cerca del centro porque es imposible aparcar en la calle y desistimos de hacerlo después de varias vueltas al casco antiguo.
 Subimos por la calle Talavera, una calle peatonal que conduce a la plaza Mayor en la que hoy se celebraba el mercado de frutas y verduras frescas además de algunos otros productos de la tierra.
En la Plaza Mayor se encuentra el Palacio Municipal (Casa Consistorial), edificado en el siglo XVI siguiendo un estilo gótico renacentista que incluye en la fachada una doble arcada.
En la parte izquierda se puede ver un escudo de Carlos V. Y en la torre del campanario se encuentra uno de los símbolos de la ciudad: el Abuelo Mayorga, que es una figura enorme de un hombre agarrado a la parte exterior del campanario.
Buscamos la oficina de turismo para que nos indiquen lo que debemos ver aquí, pero nos cuesta un poco encontrarla porque no está en la plaza Mayor sino que se ubica en el convento de Las Claras. Tomamos café en una terracita al sol y comenzamos, ya con nuestro plano, la ruta recomendada. Lo primero es visitar la catedral, o mejor dicho, las catedrales ya que hay dos, una nueva y otra vieja aunque ambas incompletas (la vieja porque se dividió para construir la nueva y esta porque no se terminó por problemas económicos)
La construcción de la primera comenzó en el siglo XIII y fue ampliada a mediados del siglo XV. En la fachada se encuentra una bella portada románica, con arco de medio punto.
En el interior podemos ver un bonito claustro rectangular que da paso a la Capilla de San Pablo (románico - gótico), sobre la que se encuentra la conocida como Torre del Melón, una de las tres cúpulas escamadas que se conservan en España. También se ubica en ella el Museo Catedralicio, que cuenta con una colección importante de pinturas, esculturas y elementos religiosos de los siglos XV al XVII.
La Catedral Nueva comenzó a construirse en 1498 y se finalizó en 1578. Tiene dos bellísimas fachadas renacentistas, de estilo plateresco. La fachada principal es obra de Juan de Álava (1558) y la fachada del Enlosado o de Siloé, más antigua, es obra de Diego de Siloé y es anterior a 1548.
En la nave central destaca el Retablo Mayor, del siglo XVII, en el que se encuentra la imagen en madera de la Virgen del Sagrario (siglo XIII)
Entre otros elementos dignos de ser contemplados, la catedral tiene uno de los coros más bellos de España, hecho en madera de nogal siguiendo un estilo gótico pero no lo podemos ver porque lo están restaurando.
Frente a la fachada de la catedral vieja se encuentra un bonito edificio en el que se ubica el Obispado del que se puede visitar el patio en cuyo centro pueden contemplarse unos enormes limoneros.
Continuamos recorriendo el casco histórico y algunos de los palacios y casas señoriales más relevantes como la Casa del Dean (en la Plaza de la Catedral) del siglo XVII, en la que destaca el balcón en ángulo con las columnas de estilo corintio y el escudo de la famila Paniagua de Loaisa; la Casa-Palacio de los Monroy,  también llamada de las Dos Torres, del siglo XIII que es el palacio más antiguo de Plasencia, de fachada románica; el Palacio de Mirabel, un palacio renacentista del siglo XV, o el antiguo Convento de San Vicente Ferrer, convertido en el Parador Nacional, que alberga en su interior un bonito claustro del mismo siglo.

Volvemos a la plaza, damos otra vuelta y nos sentamos a comer en Tentempié, un gastrobar que en Tripadvisor está el segundo de los 59 restaurantes en Plasencia. El sitio es moderno, de diseño con unos camareros muy eficientes. Tomamos unas verduras en tempura y Pluma ibérica con lecho de patatas y pimientos de padrón, además de la tapa que nos pusieron con la que casi se podía comer (pisto de verduras con un huevo frito para cada uno). La verdad es que es un sitio muy recomendable; relación calidad-precio inmejorable, todo rico y abundante.
Finalizada la comida damos un paseo por el centro en dirección a la Plaza de Santa Ana para ver las murallas (de la que se conservan 21 de las 71 torres originales) y el acueducto.
Volvemos a la plaza, hacemos unas fotos, nos sentamos en una terraza a tomar un café y abandonamos la ciudad. Como aún es temprano y quedan algunas horas de sol decidimos visitar un último pueblo que no hemos tenido tiempo de ver de los más bonitos que componen esta Comarca de la Vera: Cuacos de Yuste, al igual que los otros declarado Conjunto de Interés Histórico-Artístico. Con típicas calles, plazas y plazuelas en las que se encuentran muchas muestras de la arquitectura popular serrana como muros de adobe con entramado de madera, balconadas en voladizo, y fachadas porticadas sostenidas por troncos de madera y base de granito, es una delicia pasear por el casco antiguo en el que a cada vuelta se descubre un rincón encantador o una coqueta plaza.


 


 













 Este ha sido, con diferencia, el pueblo que más nos ha gustado (y eso que lo hemos visitado por casualidad); es el que mejor conservado está, tiene más rincones bonitos y el que ha mantenido el sabor de las construcciones típicas en las obras nuevas. Realmente es precioso.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS