EMIRATOS ÁRABES (Marzo, 2018)


Sabado, 24 de marzo

Salimos de Albacete en dirección a Madrid a las 08:30 y, dado que todo el mundo sale de Madrid pero nadie entra, llegamos muy pronto al parking de larga estancia. Preveíamos mucho tráfico de operacion Semana Santa pero no hay casi nadie. En el parking nos llevamos una agradable sorpresa: por el mismo precio nos ofrecen dejar el coche en la misma terminal.

El vuelo, con Emirates (mi compañía preferida) sale a su hora y transcurre bien, pero es un poco largo. Nos vemos 2 pelis.
Llegamos a la hora en punto y en la puerta de salida nos espera un chófer con un cartel con el nombre de Domingo que nos lleva al hotel. Nos extraña que no haya nadie más, es decir, un grupo ya que hemos cogido en esta ocasión un viaje organizado con agencia; me parece entender que el chófer nos dice que hemos sido los últimos (luego nos daríamos cuenta de que no dijo eso: no entiendo el inglés que hablan aquí)
El hotel está en el downtown, de hecho se llama Carlton Downtown Dubai, es un 4* y tiene buena pinta (ver crítica en Tripadvisor:


Domingo, 25 de marzo

Dubai es una ciudad enorme, con distancias imposibles: de un barrio a otro puede haber poerfectamente 30 kms. En mitad del desierto sorprenden los altísimos rascacielos, las torres alucinantes de magnificos y modernísimos diseños y las autopistas de 6 o 7 carriles por todas partes. No es una ciudad pensada para la gente porque no se puede pasear por ella; está pensada para los coches, mejor dicho, los cochazos. Aquí todo es lujo y dinero. Todo es lo mayor o mejor del mundo. De hecho, creo que jamás hemos visitado ningún lugar que aglutine tantos record Guiness. Aquí todo lo más: el hotel más caro y más estrellas, el Burj Al Arab de 7*, el anillo de oro macizo más grande del mundo (en el zoco del oro ciudad vieja: record Guiness),la torre más alta (Burj Khalifa), el centro comercial más grande (Dubai Mall), el acuario más brande, la pantalla más grande y con mayor número de píxeles...


Empezamos a conocer algunos datos importantes sobre el país: nos ha llamado la atención, por ejemplo, que en los emiratos no dan nacionalidad a ningún extranjero, ni aunque haya nacido en él. Los emiratíes, de pura sangre, son en Los Emiratos, un millón de personas, frente a 7 millones de extranjeros, muchos de los cuales (sobre todo pakistaníes, hindúes y filipinos) trabajan aquí. Es decir, que 7 millones trabajan para un millón. Este millón de "pura sangre" goza de muchísimos privilegios. Según nos han contado, este reducido grupo de privilegiados nativos se dividen en tres clases: los que viven bien, los ricos y los muy ricos. Todos trabajan en oficinas y ninguno en el sector servicios, y se jubilan con 50 años. Además, el gobierno les ofrece gratis la casa, luz, agua, sanidad y educación. Un chollo, vamos. Y cuando se casa un emiratí con una nativa les paga una suma considerable a cada uno (si el matrimonio es con una extranjera, nada)
Los Emiratos son, por otro lado, un país muy seguro (índice de delicuencia:0), de hecho, ha sido declarado el 2° país más seguro del mundo después de Finlandia. El motivo es que aquí todo el mundo tiene trabajo con un salario medio de 3000 €; la tasa de paro es cero.
Y, finalmente, la gasolina es baratísima, vale 50 ctm., lo mismo que un litro de agua.

En fin, después  del magnífico desayuno del hotel, nos recoge un chófer y un guía, Sahed,con una minivan en la que va una pareja de italianos y nosotros. Nos osrprende que el chófer sea solo para nosotros (lo que podremos constatar en los días siguientes) pero, al parecer, nadie más ha hecho este viaje.
La primera parada es el barrio más "cool" de Dubai, Dubai Marina. El más caro y pijo (quitando las islas artificiales como la Palmera). Damos una vuelta recorriendo un trozo del paseo junto al embarcadero que está repleto de yates. 
El barrio de Marina es el corazón del "nuevo Dubái", un agradable distrito ubicado en torno a un canal artificial de 3,5 kilómetros de longitud que ofrece acceso al mar desde sus dos extremos. Esta compuesto por numerosos rascacielos que forman torres residenciales, centros comerciales y lujosos hoteles. El canal de Dubai Marina está rodeado por un agradable paseo de 7 kilómetros (Dubai Marina Walk) repleto de restaurantes con acogedoras terrazas que ofrecen todo tipo de cocina. Esta noche tenemos previsto hacer un minicrucero navegando por el canal con un barco antiguo reconvertido en restaurante por lo que también cenaremos durante la travesía.
Echamos un vistazo a la La Cayan Tower​ (anteriormente Infinity Tower), un rascacielos de 306 metros cuya construcción comenzó en febrero de 2007 y su finalizó en el 2013. Tiene 73 plantas y con una rotación de 80% es el rascacielos más alto de este tipo. Alucinante.

Desde ahí nos dirigimos en coche a una zona cercana donde tomamos un tren monorraíl para visitar  Palm Jumeirah (quizá la foto más conocida de Dubai), una isla artificial que está construida con la forma de un árbol de palmera datilera y consiste en tres partes: un tronco con apartamentos, una corona con 17 frondas de mansiones particulares y una isla circundante creciente que forma un rompeolas, donde se encuentra el famosísimo hotel Atlantis. Damos un paseo por el rompeolas y hacemos unas fotos del hotel. 
Hay que decir, que la palmera se ve mejor desde las alturas ya que, cuando te encuentras en ella, aunque se pueden ver los canales, no se aprecia la forma en conjunto, que es lo original. 

Desde la Palmera nos dirigimos a lo que se conoce como "Pequeña Venecia", El zoco de Madinat Jumeirah, que se encuentra en el complejo Madinat Jumeirah y que recibe este nombre por los numerosos canales que recorren la zona. Echamos un vistazo. Desde aquí hay unas buenas vistas de La Vela, el hotel más caro y con más estrellas del mundo, siete, el famoso Burj Al Arab catalogado como el mejor hotel del planeta. Para ver que lo hace tan especial basta enumerar alguna de sus características: está construido en su propia isla artificial a 280 metros de la costa, mide 321 metros de altura, todas sus habitaciones son suites (la más pequeña de 175 metros cuadrados) y el servicio de transfer del hotel se compone de BMWs, Rolls Royce y un helicóptero privado. Su construcción duró cinco años y el hotel se inauguró en diciembre de 1999. Actualmente su estructura con forma de vela hace que sea uno de los edificios más fotografiados del mundo.

 


Dormir en el Burj Al Arab no es en absoluto barato. Las tarifas comienzan a partir de 1.300€ por noche, incluyendo desayuno, dátiles, bombones e incluso un juego completo de productos Hermes para hombre y mujer. Nos han dicho que en temporada baja (verano, con casi 60°C) hacen ofertas muy especiales y se puede dormir en él por 400€ la noche.


Tras dar una vuelta y hacer unas fotos del hotel desde la pequeña Venecia, nos trasladamos  al Dubai Mall, el centro comercial más grande del mundo, donde está la entrada para subir a la torre, Burh Khalifa, la más alta del mundo. La visita consiste en subir hasta el piso 124 donde hay un mirador con unas vistas increíbles. 


Al bajar dejamos a la pareja de italianos en el acuario (ya no volveríamos a verlos) y nos lleva el guía Sahed a un restaurante a comer y allí nos deja. Comemos de buffet libre, muy bien. Comida libanesa, que es muy apreciada por los emiratíes, y comida local. 
Al terminar de comer esperamos un poco y vuelve a aparecer el guía a recogernos para llevarnos a recorrer la ciudad antigua. Para acceder hay que cruzar el río... que se cruza en un barco típico.


Damos una vuelta por la zona que es igual que todas las ciudades árabes. Visitamos el museo que es un antiguo fuerte, no muy grande y después el zoco de las especias y el del oro (en este se puede ver justo enla entrada, en una joyería que hace esquina, el anillo de oro macizo más grande del mundo en el escaparate con su certificado del record Guines. 

Al finalizar el paseo nos está esperando el chófer que nos lleva al hotel pues el guía se vuelve a su casa en metro. 
Por la noche, tenemos el minicrucero de dos horas con cena por los canales de Marina y la zona de la Palm Island, así que después de descansar un poco en la habitación llega otro chófer con un cochazo para trasladarnos a la zona de Marina donde embarcamos. De camino, hacemos una parada en Burj Khalifa (donde se encuentra el hotel Armani) para recoger a una parejita de treinteañeros que comparten traslado con nosotros (y que son muy, muy impuntuales pues tenemos que estar casi media hora esperándolos). Parecen recién casados árabes y pijos (en España se les consideraría una choni y un hortera). Ella se pasa el viaje haciéndose selfies con el móvil y poniendo morritos. Y hablando fortísimo.

Al fin llegamos a Marina y nos subimos a una embarcación de madera tradicional, muy bonita, pero iluminada como los puestos de una feria en España. Tenemos suerte y nos dan una mesita al lado de los ventanales; en la mesa de al lado se siente una pareja de rusos de mediana edad, lo que nos alegra mucho porque son educados y no hablan fuerte. Nos alegra haber perdido de vista a los treintañeros que eran bastante insoportables.
Estos barcos tradicionales los han reconvertido en restaurantes y se usan para los minicruceros con cena. Al sentarnos nos ofrecen unos dátiles con una bebida dulce muy rica, tipo nuestros chupitos sin alcohol. A continuación las informaciones de seguridad de rigor y se abre el buffet libre en el que consiste la cena. Las bebidas están incluidas, incluso vinito y cerveza, que es lo que tomamos, además de Umos, coca-cola, refrescos y agua.
La verdad es que el paseo es muy agradable y una opción muy buena para disfrutar del paisaje de la ciudad iluminada.
Al salir nos está esperando el chófer al bajar de la escalerilla del barco. Ni rastro de la otra parejita. Esto más que un viaje organizado parece un viaje privado con chófer y guía. Genial, por ahora. A ver mañana qué nos depara este viaje organizado...¡solo para dos!

Lunes, 26 de marzo

Hoy nos hemos permitido levantarnos un poco más tarde ya que tenemos libre la mañana y solo tenemos pensado visitar el acuario.
Desayunamos tranquilamente y a pie, con el indispensable maps.me (estupenda app, muy parecida a Google Map,  que no necesita conexión a internet)  hemos llegado al Dubai Mall, el centro comercial más grande del mundo, ubicado en los bajos de la Burj Khalifa, y que se encuentra a 15 minutos del hotel a pie y donde está ubicado el acuario (ojo! hay otro acuario en el hotel Atlantis al que se conoce como The Lost Chambers; no deben confundirse: el de Dubai Mall es el Dubai Aquarium)
El impresionante Dubai Mall abrió sus puertas en noviembre de 2008 y de inmediato se convirtió en el centro comercial más grande y visitado del mundo. En sus 111 hectáreas de extensión cuenta con más de 1.200 tiendas y 14.000 plazas de parking. Tiene en su interior, en la planta baja, una pista olímpica de patinaje sobre hielo y sobre ella se halla la pantalla led más grande del mundo con 14.000 pixeles, que tiene el record Guiness como puede leerse en ella. 

Como llegamos justo a las 10:00, hora en que abre todo, no había casi nadie y sacamos la entrada al acuario en un periquete, sin guardar cola. Y el acuario se encuentra casi vacío. Es recomendable llegar a esa hora pues después las colas son inmensas. Entramos por la planta segunda (aunque, al parecer, la entrada por donde todo el mundo accede es por la planta principal, Ground floor, para luego subir; nosotros lo hicimos al revés y también fue buena idea ya que por la planta principal ya había a esa hora bastante cola). Todo el acuario se encuentra arriba y abajo solo está el túnel bajo el agua y el zoo. 
Tras la visita damos una vuelta viendo los preciosos escaparates y nos sentamos en sendas cómodas butacas de la terraza de una cafetería (dentro del mismo centro) a tomar un café y una galletita de chips de chocolate. 
Pasamos el resto de la mañana de paseo por el centro comercial que es impresionante de verdad pues, aunque solo tiene tres pisos, es el más grande del mundo y se puede pasar muy bien un día entero recorriendo sus numerosas rotondas, pasajes, glorietas y, por supuesto, tiendas.
Algo que nos gusto mucho y nos llamó la atención fueron los numerosísimos paneles informativos inteactivos que había por doquier en los que se podía buscar cualquier lugar y te indicaba, como Google Map, por donde llegar a él. Así que siguiendo las indicaciones de estos paneles hemos llegado al Food Court y comido en Mc. Donald.
Dentro del complejo no es demasiado difícil orientarse,  el auténtico problema es salir a la calle una vez que estás dentro. Casi imposible la primera vez que se visita (nosotros lo conseguimos, sin preguntar a nadie la segunda vez que estuvimos en él; en la tercera, fue pan comido) Así que hoy, preguntando a todos los de seguridad, hemos tardado tres cuartos de hora en encontrar la salida que queda más cerca de nuestro hotel.
Volvemos pronto para descansar un rato ya que esta tarde tenemos una excursión al desierto en 4x4 con cena en un campamento.
A las 15:30 en punto pasa a recogernos un chófer árabe (casi todos son pakistaníes) con su túnica y pañuelo en la cabeza, todo él de un blanco impoluto; y el coche, un 4x4, espectacular (no hemos visto ni un solo utilitario; aquí todos son cochazos) 
En esta ocasión compartimos el viaje con una pareja de franceses y otra de alemanes. Y así, los seis y nuestro elegante chófer partimos rumbo al desierto. 
 

En casi una hora estamos ante las dunas y, tras una parada para aflojar la presión de los neumáticos -por aquello del agarre al terreno-  el conductor se lanza a conducir a toda pastilla por la arena como un poseso. Subimos y bajamos a toda velocidad a dunas altísimas y en alguna ocasión a punto estamos de volcar (suponemos que todo estaba bajo control) Después de una hora más o menos dando tumbos en el coche, hacemos una parada para tomar unas fotos del desierto y admirar el paisaje que nunca deja de impresionar.

A continuación seguimos el viaje atravesando montañas de arena hasta una especie de fuerte antiguo, una construcción de madera que era usada por los beduinos para resguardarse y que es el lugar donde tiene esta empresa (Desert Adventures) su campamento y donde nos bajamos. No estábamos solos ya que esta excursión la realizan numerosas empresas y llegaron muchos 4x4 después de nosotros.


Nos sentamos los seis en unas mesas que ocupaban la parte central del enorme patio interior del fuerte y que estaban dispuestas alrededor de una especie de escenario de construcción bastante grande y elevado. Un beduino va pasando por cada una de las mesas informando de las dependencias de que consta el recinto, lo que hay en cada una y de las actividades que podemos realizar mientras comienza el espectáculo folclórico de baile que incluye -¿cómo no?- la famosa danza del vientre (montar en camello, vestirnos con los trajes tradicionales y hacernos fotos, tatuajes de henna ...  También nos informa de que, mientras esperamos el show, podemos tomar gratis refrescos y algo para picar.
Casi todo el mundo se va a ver puestos y hacer actividades. Nosotros nos quedamos tranquilamente tomando un té y, después, un aperitivo (refresco con falafel y rollitos de carne con salda de yogourt y ensalada)
A las 19:00 comienza el espectáculo con la danza del vientre de una chica "que tenía de mora lo que yo de cura". Muy turístico todo. En fin, luego cena buffet libre y barbacoa. Resulta bastante chocante que haya que hacer una fila diferente para mujeres y hombres; y no solo aquí, lo vimos después en muchos otros sitios, aunque nos sorprendió aquí porque solo había turistas. 
Al anochecer, bajo las estrella e iluminado con farolillos amarillos, el lugar adquirió bastante encanto y resultó una experiencia muy agradable estar allí, con el silencio del desierto de fondo y con una temperatura fabulosa; soplaba un leve vientecillo templado. 


Tras la cena nos deleitaron con más espectáculos: un derviche danzando y un "hombre del fuego". Repito, todo muy turístico.
Finalizada la cena y los shows, vuelta a Dubai.
Pensábamos que de noche cerrada como era ya, volveríamos por algún camino, pero no fue así y emprendimos el regreso otra vez atravesando las dunas; esta vez el conductor, para hacernos gritar de terror, fue más temerario pues no se veía nada salvo lo que iluminaba el coche y condujo a toda pastilla derrapando y dando botes por la arena. No obstante, el conductor era excepcional y no hubo ningún percance (aunque en algunos momentos, literalmente, volamos)
De vuelta en el hotel hicimos un poco de turismo y subimos a la planta 47 a ver la zona de la piscina y el lounge bar. Chulísimo y muy agradable. Decidimos que mañana subiremos a tomar una copa por la noche después de la cena.

Martes, 27 de marzo

Hoy dedicaremos todo el día a visitar el emirato más grande y más rico, Abu Dhabi, que ocupa el 85% del territorio y posee el mismo tanto por ciento del petróleo. 
Nos recoge el coche a las 08:30 y salimos por carretera en dirección a Abu Dhabi. En esta ocasión vamos 3 parejas de diferentes edades.
Antes de entrar en la ciudad hacemos dos paradas interesantes, la segunda más que la primera para nosotros: El circuito de carreras y el parque temático de Ferrari y el Louvre de las Arenas (la sucursal que el famoso Museo de El Louvre de París ha abierto aquí. 

El parque temático de Ferrari es un parque de atracciones que se encuentra al lado del circuito. Tiene, como todo, un diseño arquitectónico moderno y de líneas curvas, muy llamativo y, por supuesto, en él predomina el color rojo (el de la escudería de Ferrari). En la primera planta está la tienda de Ferrari para comprar todo tipo de recuerdos y hacerso, si se quire, unas fotos en el interior de un coche de carreras.  A la tienda se puede entrar sin pagar; al parque no.
Ferrari World se encuentra localizado en la Isla de Yas, una isla artificial junto a Abu Dhabi. fue inaugurado en el año 2010 y, lo más curioso es que se encuentra protegido por una enorme cubierta roja de 86.000 metros cuadrados coronada por un enorme logotipo de Ferrari que lo convierte en el parque temático cubierto más grande del mundo.
La segunda parada, lo mejor del día, fue la visita al Louvre de las Arenas. El Louvre de Abu Dhabi es el primer museo de carácter internacional en el mundo árabe. Nació de un convenio entre las autoridades francesas y los Emiratos Árabes Unidos en marzo de 2007 por el cual éstas pagaron casi 1.000 millones de euros para la creación del edificio, el uso del nombre, el préstamo de obras de arte y el asesoramiento de instituciones artísticas francesas. Este museo diseñado por Jean Nouvel y cuya primera piedra fue colocada en el 2005 estaba previsto que se inaugurase en el 2013, pero las obras se han ido retrasando hasta noviembre del 2017 en que se inauguró.
  
El museo representa una medina árabe con sus 23 galerías permanentes, galerías de exposiciones, museo para niños, auditorio, restaurantes, tiendas y un centro de investigación. Rodeado por el mar, ya que se encuentra en una isla artificial, los visitantes pueden caminar por los malecones bajo una impresionante cúpula de 180 metros de diámetro, constelada de estrellas a través de las cuales cae una lluvia de luz. Es un edificio muy especial, moderno, originalísimo y realmente precioso.
 
 


Terminada la visita nos dirigimos al centro de la ciudad. Recorremos las calles de la capital emiratí pasando por varios lugares emblemáticos como la plaza de la Unión decorada con enormes esculturas que representan lo más característico de los siete emiratos; entre ellas, una cafetera (para nosotros tiene forma de tetera) que constituye un símbolo que se puede ver por todas partes ya que en el país toman mucho café, aunque no se parece al nuetro: es un café con especias y muy, muy fuerte; mucho más fuerte que el turco.
Hacemos otra parada ante el famoso hotel Emirates Palace (el segundo mejor de los emiratos y otro con siete estrellas) y tras hacer unas fotos desde la reja de la entrada VIP nos dirigimos a la Corniche, un larguísimo tramo de ribera muy cuidada desde donde hay unas vistas fantásticas del skyline de la ciudad.





Desde ahí nos dirigimos a la Aldea del Patrimonio, Heritage Village, un museo al aire libre que recrea  las viviendas y costumbres de los pobladores emiratíes antes de la llegada del petróleo. Se trata de un conjunto de casitas de madera en las que se ubican puestos de artesanía popular, locales de artesanos y museos con objetos de la vida cotidiana antes del petróleo. También hay corrales con los animales que formaban parte de ella como una vaca, un camello, un caballo, patos...
Comemos en un restaurante dentro del pequeño complejo en la misma playa y luego hacemos unas fotos desde la orilla.
A continuación nos dirigimos a la mezquita Sheikh Zayed, conocida como la Mezquita Blanca, que es impresionante por lo grande y bonita y uno de los atractivos turísticos de la ciudad. 





Para entrar, por supuesto, hay que descalzarse y además nos obligan a las mujeres a ponernos una túnica negra hasta los pies y un pañuelo en la cabeza. Domingo se tiene que poner un jersey ya que lleva una camiseta de mariposas y el Corán no permite la representación de seres vivos. 
El interior es impresionantes (no en balde se han gastado 600 millones en construirla)  Toda en mármol blanco de Carrara  finamente decorada con mármoles con motivos florales. Tiene un patio inmenso con fuentes y en el interior dos salas con lámparas de oro y cristal de Murano. Y es en la sala de oración donde podemos contemplar otro record Guiness: la alfombra más grande del mundo que pesa 48 toneladas y fue tejida por más de mil personas en una sola pieza. 
En fin, verdaderamente bonita y todo en ella de tamaño desproporcionado.
Tras la visita volvemos a Dubai y su horroroso caos de tráfico por lo que tardamos en entrar al centro financiero, donde se encuentra nuestro hotel, 2 horas de reloj. 
El tráfico en esta ciudad es espantoso; hay miles de coche y pese a que todo son autopistas de 6 o 7 carriles, esto no consigue que sea más fluido.

Realmente todo el mundo aquí tiene coche ya que son muy baratos porque no pagan impuestos, y además la gasolina vale igual que el agua: 0,50 céntimos de euro.

Al llegar al hotel nos subimos a la terraza en el piso 48, donde está la piscina, y en la que además se ubica un bar muy agradable; nos tomamos unos vinos y unas cervezas contemplando de fondo la Burj Khalifa y los altísimos rascacielos que nos rodean iluminados. La verdad es que esta terraza es impresionante y muy agradable aunque los precios son desorbitados.
Después de disfrutar de las alturas, bajamos a cenar a una pizzería cerca del hotel llamada Margherita Pizzeria (. Todo riquísmo y con precios asequibles. Muy recomendable.

Miércoles, 28 de marzo

Hoy no compartimos vehículo con nadie y vamos solos con una guía, Liliana, una arqueologa venezolana, a visitar Al-Ain, una ciudad a 150 kms. de Dubai pero perteneciente a Abu Dhabi, muy cerca de la frontera con Omán. Se le conoce como la "Ciudad Jardín del Golfo" a causa de sus numerosos parques, bulevares y rotondas decoradas en el corazón de la ciudad. A esto hay que añadir el estricto control sobre las nuevas edificaciones, cuya altura no puede sobrepasar los cuatro pisos, lo cual hace realzar los espacios verdes de la ciudad. Literalmente, el nombre de la ciudad quiere decir "El manantial", y es que está enclavada en una zona de oasis en medio del desierto.
La ciudad es agradable pero no excepcional y la visita no merece demasiado la pena, no obstante, tiene algunos lugares interesantes para visitar.
Nuestro recorrido comienza con una de las dos fortalezas de la ciudad, el fuerte Al Jahili, una construcción peculiar ya que, por los materiales con los que está construido y su forma redondeada, esta fortificación parece un castillo gigante de arena aunque se trate de una construcción civil de finales del XIX. En su interior no vemos mucho: algunas salas, una de ellas con una exposición fotográfica sobre el explorador Wilfred Thesiger y el gran patio central en el que están montando un escenario para lo que suponemos será un espectáculo musical.


Aparte de por las zonas verdes, esta ciudad es conocida por ser el lugar de nacimiento del jeque Zayed bin Sultan Al Nahyan, primer presidente de los Emiratos Árabes Unidos y en ella se ubica el palacio en el que pasó su infancia. El edificio del museo-palacio del jeque Zayed es bastante sencillo pero grande en extensión y fue construido en 1937 en el lado occidental del oasis de Al Ain, el oasis más grande en la zona. El jeque vivió aquí hasta 1966 y el lugar se convirtió en un museo en 2001; en él se pueden visitar muchas de las habitaciones del palacio y una galería de arte.

El gran recinto está dividido en varios edificios independientes rodeados de una muralla (de hecho, parece un fuerte desde el exterior) con sus respectivas salas y habitaciones en las que se alojaba el jeque, sus mujeres e hijos; incluso hay una zona destinada a su suegra. 
  
Las edificaciones se comunicaban a través de un patio enorme con fuentes, pozo, jardines y un estanque. Esta es la segunda de las dos fortalezas importantes que se pueden visitar en la ciudad.
Tras la visita del palacio, y con bastante calor, damos una vuelta por el oasis de palmeras, el más grande de los Emiratos, para después dirigirnos al Museo Nacional que se encuentra justo al lado y que alberga interesantes muestras de la cultura y la tradición del país, entre las que se puede contemplar una importante colección de objetos arqueológicos de la Edad de Piedra y la Edad de Hierro, como puntas de flecha, hachas y cinceles.

Al Ain posee siete oasis que usan el sistema de irrigación subterránea, "falaj", mediante el cual se extrae agua de perforaciones para proporcionar agua a las granjas y regar las palmeras; se trata de un sistema muy parecido a nuestras acequias de origen árabe.
La historia de la ciudad de Al Ain se remonta siete milenios atrás. La evidencia de asentamiento humano temprano en esta zona sólo se explica por la abundancia de agua dulce y palmeras en la zona para mantener la vida. El oasis en el que la ciudad fue construida dio lugar a plantaciones de palma datilera y al sistema de riego mencionado.
Desde el museo no dirigimos a comer en un hotel de buffet libre y rematamos la excursión con una visita al Mercado de camellos. Este mercado es uno de los más grandes y antiguos de los Emiratos y originariamente era polvoriento y maloliente, pero hoy está muy organizado y relativamente limpio, aunque sigue oliendo mal. En él se puede disfrutar del regateo entre árabes por uno de estos animales, aunque durante nuestra visita no había muchos compradores y la mayoría de los vendedores estaban tumbados en el suelo dormitando o hablando. Es una visita imprescindible si se visita Al-Ain.

 



Desde el mercado emprendemos la vuelta a Dubai. Liliana nos habla de un lugar en la ciudad que merece la pena visitar cuyo nombre es Global Village, un parque temático con miniaturas de los monumentos más importante de cada uno de los países del mundo. No es que este tipo de atracciones nos entusiames, de hecho, nunca las visitamos porque suelen ser para niños y nos aburren bastante, pero hoy no tenemos ningún plan así que le pedimos al chófer que nos deje en ese sitio en vez de llevarnos al hotel.
Global Village resulta ser un complejo enorme en el que lo que menos hay son niños. Es espectacular, como todo aquí, y lo que llaman miniaturas son construcciones impresionantes casi a tamaño real.
Sacamos las entradas y al traspasar la puerta de acceso nos quedamos boquiabiertos.
Más de 65 países en 37 pabellones espléndidos cuyas construcciones reproducen sus más representativas edificaciones muestran sus productos locales: deliciosa miel de Yemen, elegantes alfombras de Irán y Afganistán, recipientes de madera de África, aceite de argán de Marruecos, collares grabados de España y fruta desecada de Tailandia.
 

 


Cada pabellón, desde Egipto a Italia pasando por Vietnam y Omán, intenta trasladar a los visitantes a su país a través de olores, sonidos y una espléndida decoración. No hay dos pabellones iguales, lo que hace que los visitantes vivan una aventura verdaderamente global.
Nos sorprende la enorme cantidad de gente, especialmente muy jóvenes y mujeres, que van cubiertas.












Finalizada la visita volvemos en taxi al Dubai Mall y cenamos en un Fish and Chips.
Concluimos la noche contemplando el extraordinario espectáculo de lus y sonido de las fuentes de los bajos de la torre Burh Khalifa.

Jueves, 29 de marzo

Hoy toca visitar el tercer emirato más grande, el más religiosos y conservadores, y con más historia: Sharjah.
Para empezar, otra vez vamos solos a esta excursión. Nos recoge Sahed en un Audi impresionante con un chófer uniformado y partimos rumbo a la ciudad. La verdad es que, a un día de la vuelta, este viaje que contratamos como organizado, ha  resultado ser un viaje particular.

Sharjah es el tercero de los emiratos en importancia y la denominada capital cultural árabe por la Unesco, gracias a sus 17 museos pero sobre todo, a sus monumentos y conservación del patrimonio que proviene del compromiso de mostrar el pasado y presente de los Emiratos Árabes Unidos.
El origen del emirato y la ciudad de Sharjah se remonta a principios del siglo XVIII cuando la tribu Huwayla se estableció a lo largo de la costa de Sharjah, declarándola independiente. En 1820 el jeque de la época firmó el Tratado Marítimo General con Gran Bretaña, permitiendo que el protectorado mantuviera lejos de la zona a los turcos otomanos. Como Dubái y los otros Emiratos vecinos, la posición de Sharjah a caballo entre Europa y la India la convirtió en un importante centro para el comercio y se desarrolló rápidamente, hasta el 2 diciembre de 1971, el día en que el jeque Khalid III unió Sharjah a los otros emiratos dando vida a los Emiratos Árabes Unidos.

Comenzamos la visita por el fuerte-palacio llamado Al Hisn que fue antaño la residencia del gobernador, y donde nació el actual. Allí vivió con sus esposas e hijos. Su origen se remonta a 1820 y ahora alberga un museo. El fuerte fue construido en 1820 por el difunto Sheikh Sultan bin Saqr Al Qasimi y fue la residencia de la familia gobernante Al Qasimi.
Este fuerte era la fortaleza original que protegía Sharjah y fue demolida en los años 70 y reconstruida según su forma y estilo original en los 90.
La misión de Sharjah Hisn es usar el fuerte histórico para explicar a los ciudadanos y a los visitantes la historia del Emirato de Sharjah, la familia gobernante Al Qasimi, y la sociedad y la dirigencia de Sharjah.
Desde ahí nos dirigimos al Souk Al Arsah, uno de los más antiguos de Emiratos, que hoy día es parte del proyecto de renovación de la ciudad; conocido como Heart of Sharjah se encuentra  completamente reformado y modernizado. Al acceder a él encontramos cámaras de televisión y aparatos de sonido en uno de los corredores; estaban grabando un anuncio publicitario.
Desde aquí nos dirigimos al Zoco Azul, el más grande del emirato con más de 600 tiendas. El Souk Al Markazi, o Blue Souq, es uno de los destinos turísticos más importantes e incluye un mercado del oro, un mercado de ropa, y un mercado de antigüedades y joyas. Consta de seis espectaculares edificios, cuya características son sus típicas baldosas azules que decoran el exterior y el interior. Está formado por largas naves de tiendas comunicadas entre ellas por un paso elevado. Muy moderno.
Terminamos la visita de la ciudad en una de las mezquitas más bonitas de los Emiratos por su diseño y por su situación junto a  la ribera, la mezquita Al-Noor que refleja el estilo arquitectónico otomano con sus minaretes y grandes cúpulas. Esta mezquita abre sus puertas a los visitantes de Sharjah (lunes a las 10:00) para que puedan conocer la religión y cultura de los Emiratos. Desgraciadamente, cuando llegamos se encontraba cerrada.

 
 Desde el exterior hay unas bonitas vistas del skyline de la ciudad. Dimos un apequeña vuelta, hicimos unas fotos y emprendimos el viaje de retorno a Dubai.



Al llegar a Dubai es ya la hora de comer y lo hacemos en un restaurante junto al hotel. Descansamos un rato y cogemos un taxi para visitar el Buterfly Garden, un mariposario bastante famoso en la ciudad (precio de la entrada 45 dirhams, unos 12€)
Buterfly Garden resulta ser un recinto (enfocado a los niños) bastante kitsch y hortera, con muñecos enormes de plástico y colores chillones (como los enanitos de los jardines de casas alemanas pero gigantes). Se trata del mayor mariposario cubierto del mundo. Más de quince mil mariposas y crisálidas vivirán bajo las gigantescas cúpulas.
En la entrada al recinto se puede contemplar una exposición de espantosos y enormes retratos de gobernantes y personas famosas hechos con mariposas. Ni qué decir tiene que todo esto hacía las delicias de los niños que se lo pasaban “pipa” y de sus papás que les hacían fotos como si no hubiera un mañana.
 
  
El personal es muy amable y las mariposas se pueden tocar, lo que a nosotros personalmente, no nos hace gracia; y se puede estar dentro todo el tiempo que el visitante desee, aunque nosotros no estuvimos mucho.
El mariposario es propiedad de la misma compañía que opera el Jardín del Milagro de Dubái, situado justo al lado y que –cómo no- posee otro récord Guiness: el recinto floral más grande del mundo. Ambos se encuentrana 26 kms. del centro financiero de la capital. Aquí en Dubai, las distancias son enormes. Pero los taxis no son nada caros y son serios y legales. Todos llevan taxímetro (la bajada de bandera sin 5 dirham=1,20€) y pagas lo que marque. No son del gobierno, pero los controla el gobierno así que funcionan muy bien y hay miles de ellos por todas partes. Nuestra experiencia es que se trata del mejor medio de transporte en esta ciudad ya que el metro solo tiene dos líneas que no llegan a todos sitios.

Así que, al terminar con las mariposas, nos encaminamos al Miracle Garden (mismo precio y a unos 500 metros), un enorme recinto de flores con figuras enormes, casas, pirámides, igloos, corazones, animales etc. recubiertos con flores; incluso hay una reproducción casi a tamaño real del Airbús 380 recubierto de flores.
Este parque, ubicado en Al Barsha South, alberga el jardín de flores más grande del mundo, con más de 45 millones de especies de plantas en floración repartidas por 72.000 metros cuadrados y que se exhiben en una variedad de inmensas esculturas y diseños.




  Al terminar la visita, con espectáculo de baile de adolescentes macarrillas incluido, regresamos en taxi a Dubai y nos quedamos en el Dubai Mall. Cenamos en el Burger King y regresamos al hotel dando un paseo.

Viernes, 30 de marzo

Después del desayuno preparamos las maletas y a las 11:00 bajamos a hacer el checking out y esperar que nos recojan para ir al aeropuerto.
A las 11:05 llega un chófer con otro cochazo y nos lleva al aeropuerto. Como hoy sábado es aquí el día festivo, no hay nada de tráfico y a las 11:30 estamos en el aeropuerto. Las tarjetas de embarque las sacamos online y las llevábamos en los móviles; había poca gente en el control de pasaportes y llegamos a la zona de embarque tres horas antes del vuelo. Compramos unos dátiles rellenos con corteza de naranja de recuerdo y nos sentamos en Costa Café a tomar un expresso con una napolitana de chocolate. 
El avión despega a su hora. Viaje de vuelta bien.

Definitivamente este viaje ha sido estupendo, como un viaje particular con guía y chófer privado.

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