GUIPÚZCOA en 6 días (Febrero, 2024)

Durante 6 días del mes de febrero hemos hecho un circuito en grupo por la provincia de Guipúzcoa teniendo como centro base el pueblo de Éibar. El viaje, en general, no ha estado mal pero hemos tenido muy mala suerte con el tiempo ya que de los casi 20 ºC y sol de la semana anterior, hemos pasado a ir acompañados por Mónica, una de las tormentas con nombre que, como ya se sabe, son las peores. Resumiendo, lloviendo y con aire huracanado casi todos los días.


Domingo, 25           ÉIBAR


Salimos de Albacete en bus a las 04:00 de la madrugada ya que los abusivos precios de los hoteles en Madrid la noche del sábado nos han hecho decidirnos por esto (las dos noches, ida y vuelta, en Madrid nos habrían costado, por ser fin de semana, más que el propio viaje )

En fin, no ha sido tan malo pasar la noche en el bus porque hemos ido durmiendo todo el trayecto y llegado a la estación Sur a tiempo de tomarnos unos churros antes de tomar el autobús con destino a Éibar donde hemos llegado a la hora de comer.El hotel donde nos hemos hospedado ha sido el Unzaga Plaza, un alojamiento céntrico, al lado del Ayuntamiento, pero que no es nada excepcional, un 3* con algunas deficiencias. Ver mi crítica en Tripadvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g1058613-d3584756-r941619960-Hotel_Unzaga_Plaza-Eibar_Province_of_Guipuzcoa_Basque_Country.html.
No obstante, para el tiempo que los turistas pasamos en él, no es una mala opción.

Tras la comida tenemos toda la tarde libre y la dedicamos a recorrer este pueblo que tiene algunas cosas interesantes.

Éibar fue una importante núcleo industrial de armamento pero en los años 20 se alejó de las armas para diversificar su producción en otros sectores como las bicicletas o las máquinas de coser (las famosas ALFA se fabricaban aquí); por ello, el Museo de la Industria Armera era nuestra primera apuesta de visita, pero desafortunadamente hoy está cerrado por la tarde, así que nos dirigimos al centro y recorremos la plaza Mayor en la que se encuentra el Ayuntamiento, un bonito edificio de color rojo y corte neoclásico, inaugurado en 1901.


Continuamos por la calle peatonal comercial Toribio Etxebarría (que hoy está muerta) hasta la iglesia de San Andrés, que sólo podemos ver desde fuera porque parece que la están restaurando y está cerrada. Este templo fue construido durante el siglo XV sobre una antigua iglesia de madera alrededor de la cual se desarrolló el casco histórico. Por los alrededores de la iglesia hay algunas esculturas en bronce muy chulas.
Plaza Errebal
Desde ahí continuamos hasta el Teatro Coliseo, en la plaza Errebal, donde también han edificado un moderno centro cultural y comercial tipo carpa gigante.

Seguimos subiendo por la calle de la estación hasta la estación de tren que no tiene nada especial, aunque es coqueta con un relojito en la fachada como las de antes, ¡y en ella nos refugiamos del turbión que empieza a caer!
Cuando cesa un poco la lluvia salimos y rematamos la tarde visitando el Frontón Astelena, llamado la "Catedral de la pelota a mano". Este frontón es uno de los más emblemáticos de todo Euskadi. Con un aforo para 1.325 personas, en él se han disputado los partidos más importantes dentro del mundo de la pelota vasca, desde su inauguración en el año 1904.
Tenemos suerte en que hoy esté abierto, pero cuando llegamos está finalizando un partido y sólo vemos unos golpes.


Nos tomamos unos pintxos en un bar del centro recomendado por un lugareño y volvemos a cenar al hotel (llevamos la pensión completa)


Lunes, 26             SAN SEBASTIÁN – SAN JUAN DE LUZ
    

Hoy toca visitar San Sebastián, pero hay que decir que el programa de este viaje está bastante mal planteado ya que sólo se dedica a la ciudad una mañana que es totalmente insuficiente, además de que los lunes todos los museos están cerrados. En fin…

Según han anunciado va a estar lloviendo toda la semana (mala suerte), y no se equivocan porque la mañana comienza negra.

Llegamos a la estación de autobuses de San Sebastián y desde ella nos dirigimos al casco antiguo paseando por la margen del río Urumea hasta llegar al puente de Santa Catalina.


Pasamos junto al hotel Mª Cristina, un precioso edificio inaugurado en el año 1912 donde se alojaba la monarquía y que ahora alberga a la mayoría de actores y personas VIP durante el Festival de Cine de San Sebastián. Desde aquí nos adentramos en el casco antiguo y damos una vuelta hasta la hora de la visita guiada. Y menos mal que, aun lloviendo, nos acercamos hasta la playa de la Concha porque la guía no nos lleva ahí ni a otros muchos sitios importantes.




Esta famosísima y elegante playa de 1350 metros de longitud y forma curva se encuentra en la bahía de la Concha (de la que recibe el nombre) y está flanqueada por los montes Urgull e Igueldo. Comienza en los jardines de Alderdi Eder, donde se encuentra el Ayuntamiento, y llega hasta el palacio Miramar en el otro extremo. Está bordeada por una elegante baranda de hierro forjado de color blanco y farolas modernistas que constituye una de las imágenes más conocidas de la ciudad.



El Ayuntamiento es un imponente edificio inaugurado en 1887 con la presencia de la reina María Cristina de Hamburgo; originalmente se abrió como un casino donde se reunía la alta sociedad y donde se celebraban bailes, fiestas y conciertos. El edificio fue apodado “Santa María de la Roulette” y dotado de todo tipo de lujos. Con la prohibición del juego en 1924, el casino cerró su actividad, y en 1947 se trasladó allí la sede del Ayuntamiento.


Damos un paseo por la Concha, hacemos unas fotos y volvemos al casco histórico a los pies del Monte Urgull , repleto de callejas peatonales y comercios.



La primera visita es la catedral del Buen Pastor, construida a finales del XIX e inspirada en la catedral de Colonia. Es de estilo neogótico y llama la atención su única torre de 75 metros de altura. En el interior destaca el mobiliario de la Capilla Mayor, la cripta, el enorme órgano y las preciosas vidrieras. Abre todos los días de 08:30 a 20:00

A continuación nos dirigimos a la Plaza de la Constitución, (vemos desde lejos el Museo de San Telmo y la Iglesia de San Vicente, una de las más antiguas y que tiene en su interior un bonito retablo de San Vicente de 1586, aunque no nos da tiempo a entrar). Esta plaza, de estilo neoclásico que recuerda a la Plaza Nueva de Bilbao, se construyó después del asedio e incendio de San Sebastián en 1813 y se caracteriza por sus fantásticos soportales con arcos que hoy albergan terrazas de bares y restaurantes. En uno de los laterales se encuentra el edificio del viajo ayuntamiento. Una curiosidad de esta plaza son las balconadas corridas de sus tres pisos que tienen las puertas numeradas ya que servían como palcos para las fiestas taurinas celebradas en la plaza.


Y desde ahí, lloviendo, volvemos al autobús para regresar a Éibar cruzando por el puente de Mª Cristina, el más atractivo de la ciudad, que une el centro con las estaciones de tren y autobuses. Se trata de un puente construido en 1904 a imitación del de Alejandro III de París que cuenta con cuatro grandes obeliscos en sus extremos para marcar las entradas decorados con unos grupos escultóricos y cerámicas y rematados por tres escudos. La verdad es que es muy llamativo.



Han quedado por ver muchos lugares interesantes como el Palacio Miramar, el Peine de los Vientos, el monte Igueldo, el Museo de San Telmo, el Kursaal, el pequeño puerto con sus casitas de colores…

Comemos en el hotel y, tras un breve descanso, emprendemos ruta hacia San Juan de Luz, una pequeña localidad costera del país Vasco-Francés.


Nos acercamos al puerto con sus barcos de colores amarrados debido al temporal y damos unas vueltas por sus callejas hasta llegar a L'église Saint-Jean-Baptiste, que es uno de los imprescindibles. En este templo se celebró la boda del Rey Sol (Luís XIV) con la Infanta María Teresa de España (hija de Felipe IV), y como era tradición en ese momento por tratarse de una boda real, una vez celebrada la ceremonia, se tapió la puerta por la que entraron los contrayentes (lugar que hoy se puede ver aún) El rey y su familia vivieron durante un mes y medio en la "Casa de Luis XIV", situada junto al ayuntamiento y por este motivo se erigió en el patio del Ayuntamiento una estatua ecuestre del “Rey Sol”.



El exterior de la Iglesia es bastante sobrio pero el interior sorprende mucho por su curiosa estructura que recuerda a los corrales de comedias, con varios pisos de galerías de madera alrededor .También hay un gran barco colgando del techo y que nos llamó la atención porque nunca habíamos visto esto en una iglesia, pero que no era tan excepcional ya que se repitió en otros templos de localidades costeras de Guipúzcoa que visitamos otros días. ¡Y visto lo que es un temporal en el Cantábrico, no es de extrañar que los pescadores tengan que encomendarse a Dios!


Del pueblo vimos pocas cosas más; se ve que es un lugar precioso pero el tiempo es tan desapacible que cuesta disfrutar del entorno: lluvia y viento huracanado que nos ha impedido incluso acercarnos al paseo marítimo, el Promenade Jacques Thibaud, que bordea la Grande Plage, por miedo a tener un accidente.




He leído que en San Juan de Luz hay también un precioso Jardín Botánico en un acantilado que es una verdadera maravilla, tanto por el jardín como por las imponentes vistas. Pero, obviamente, no lo hemos visto. Queda para otra ocasión.



Terminado el recorrido volvemos a Éibar donde nos tomamos unos pintxos antes de la cena y así finaliza el primer día.



Martes, 27 PASAJES DE SAN JUAN – IRÚN - FUENTERRABÍA





Hoy comenzamos visitando la localidad conocida como Pasajes. En su origen, lo que hoy es una localidad fueron dos pequeñas aldeas en la bahía de Pasajes que recibieron su nombre en función de las advocaciones de sus parroquias: San Pedro y San Juan. Situada cada una a un lado de un canal natural que conecta la bahía de Pasajes con el mar Cantábrico. En 1805 se unificaron por orden del rey Carlos IV en un único municipio, Pasajes de San Juan y Pasajes de San Pedro que hoy forman (junto a otros dos: Pasai Antxo y Trintxerpe) un mismo núcleo urbano. Al parecer, San Juan es el más bonito y es el que recorremos.




La verdad es que no podemos ver mucho ya que el tiempo es horrible, la tormenta Mónica aprieta y es bastante molesto. De hecho hay carteles avisando del peligro por las calles.



La localidad es muy pequeña y se sitúa en una bahía natural. Está formada por una única calle llamada Donibane Kalea, que atraviesa todo el pueblo de un extremo a otro. Es una calle estrecha, empedrada y peatonal que está flanqueada por bonitos edificios de piedra, casas típicas de pescadores que se funden armoniosamente con mansiones adornadas por escudos. En algunos puntos la calle se cierra en túneles abovedados también de piedra.


San Juan Bautista



Pasamos junto a la iglesia Parroquial de San Juan Bautista, del siglo XVII (que está cerrada) y por la plaza de Santiago, la única abertura de la calle principal. En ella se encuentra el barroco antiguo ayuntamiento, del año 1735. En la fachada oeste de la iglesia del Santo Cristo de la Bonanza, de 1399, encontramos una puerta de madera con representaciones, hechas a navaja, de embarcaciones de los siglos XVIII y XIX. Arriba hay un castillo y una ermita, pero no llegamos hasta allí porque el tiempo es horroroso.



Como curiosidad, en esta localidad nacieron Blas de Lezo y el ceramista Daniel Zuloaga. También el escritor Víctor Hugo quedó impactado por la belleza del lugar y se alojó aquí durante 1843; la casa en la que residió se puede visitar y es hoy una de las atracciones de la localidad que tanto amó y a la que se refirió en estos térmoinos:

“Lugar magnífico y encantador, como todo cuanto tiene el doble carácter de la alegría y de la grandeza; este rincón inédito es uno de los más bellos que yo haya visto y que ningún turista visita; este humilde espacio de la tierra y mar que sería admirado si estuviera en Suiza, que sería célebre si se hallara en Italia, y que es desconocido porque se encuentra en Guipúzcoa, este pequeño Edén a donde he llegado por un simple azar se llama en español Pasajes y en francés Passage“; estas fueron las palabras con las que el escritor se refirió a la localidad.

Tras tomar un café para entrar en calor y refugiarnos de la tormenta un rato emprendemos camino hacia Irún, la segunda ciudad más poblada de Guipúzcoa, situado a 12 kms. de Pasajes.

Irún es una de las ciudades del País Vasco con mayor carga histórica, aunque las innumerables batallas libradas durante más de dos mil años han destruido gran parte de su patrimonio. En el casco histórico quedan algunos lugares interesantes como la ermita de Santa Elena, donde se han encontrado importantes restos arqueológicos; la iglesia de El Juncal, declarada Monumento Histórico Artístico Nacional, o el palacio renacentista de Urdanibia.


Uno de las atracciones más importantes es el Museo Romano Oiasso, un museo arqueológico que reúne los restos de época romana hallados en la localidad de Irún (la antigua Oiasso que citan las fuentes romanas). Para información: https://www.oiasso.com/es/




El museo ofrece visitas guiadas que comienzan con la proyección de un documental corto en enormes paredes sobre los orígenes de Irún y la romanización del País Vasco y, en concreto, de Irún, desmontando el mito de que los romanos no pisaron tierra vasca. Es muy interesante y está muy bien hecho.

A continuación recorremos las plantas que conforman la exposición y que muestran diferentes piezas recuperadas en las excavaciones, especialmente del entorno minero, además de las termas y el puerto antiguo. No es un museo grande así que se recorre en poco tiempo. Lo mejor es subir hasta la planta superior (por rampa o en ascensor) y bajar por la rampa que no es nada empinada.

La visita guiada incluye también (según dicen algunos blogueros) un viaje en tren para visitar las minas a las afueras de Irún, pero nosotros sólo visitamos el museo.


Comemos en un restaurante local y tras la comida nos dirigimos a Fuenterrabía, que es una de las localidades que más nos ha gustado. Su casco antiguo y su barrio marítimo son una preciosidad. Comenzamos el paseo por el casco histórico, extremadamente bien conservado, que se caracteriza por estar rodeado de una muralla medieval, la única de la provincia de Guipúzcoa. Accedemos a él por la Puerta de Santa María en la que lo primero que llama la atención es una estatua en bronce de un extraño personaje al que denominan “el hachero”, en vasco se llama “hatxeroa” y viene a representar al soldado que era el encargado de encabezar una tropa. Esta estatua representa uno de los personajes más conocidos del “Alarde de Hondarribia” (una procesión que se lleva a cabo todos los años como agradecimiento a la Virgen de Guadalupe que, según la leyenda, salvó a la ciudad del asedio que sufrió en el siglo XVII por parte de las tropas del rey Luis XIII de Francia). Debido a las batallas ganadas contra los franceses, se le otorgó el título de ciudad en el siglo XVII. La escultura tiene una altura de dos metros y medio (incluyendo el morrión que es una armadura antigua para la cabeza, hecha en forma de casco de bordes levantados, y que en lo alto tiene un plumaje) y un peso de 420 kilos.



En el casco viejo de Fuenterrabía llaman la atención las hermosas casas solariegas de estilo vasco, la mayoría con balcones de madera pintados de brillantes colores alineadas en estrechas calles adoquinadas de trazado medieval. También hay muchos edificios barrocos.

En el centro de su casco histórico se encuentra la Iglesia de Santa María de la Asunción y el Manzano, un templo gótico, construido en el siglo XV al que se le sumaron añadidos posteriores (el altar renacentista y la torre barroca). El retablo es muy bonito y el templo en general , en el que destaca la hermosa bóveda de crucería estrellada sostiene el coro así como la riqueza decorativa. La iglesia es de planta de cruz latina, de tres naves de distinta altura, con tres ábsides de cabecera.

Recorremos la calle Mayor y algunas de las plazas más bonitas como la plaza de Guipúzcoa, con casas típicas y soportales, o la plaza del Obispo, una de las más antiguas de la zona.






Tras el recorrido por el barrio antiguo nos encaminamos a la zona costera, el barrio de la Marina, que está declarado Monumento Histórico-Artístico, donde se encuentra la mayor parte de los bares y restaurantes que han dado fama a la localidad (aunque hoy está casi todo cerrado, por la hora y por el mal tiempo)





Bajamos por la calle principal peatonal que discurre a lo largo y que está flanqueda por plataneros (ahora podados) y llena de preciosas casas y establecimientos de restauración. La calle desemboca en una inmensa playa, hoy con bastantes olas.





Pasamos parte de la tarde paseando por esta localidad y ya de vuelta al bus visitamos la iglesia de Iglesia De Santa María Magdalena, muy coqueta en la que destaca el retablo pintado al fresco. Sencilla pero encantadora.









MIÉRCOLES, 28 GETARIA – ZARAUZ – SAN SEBASTIÁN




Comenzamos el día visitando Getaria.


El ratón

Desde la carretera, según nos acercábamos por la carretera a la localidad pudimos ver uno de las curiosidades de la misma: el "Ratón de Getaria", la silueta del monte San Antón que sale al mar y tiene forma de ratón; en ladera se asienta esta villa medieval.



Getaria es un pequeño pueblecito de pescadores que se dedicaron durante cientos de años a la caza de ballenas, actividad que tuvo una gran importancia en la economía de la villa; de hecho, la ballena ha sido históricamente el motivo principal de sus escudos. Hoy día, obviamente ya no, aunque continúa conservando su carácter de pueblo pesquero de lo que da muestra el nombre de la villa, en la entrada, que aparece pintado sobre una barca (en vez de las típicas letras grandes que se han puesto de moda).




Getaria cuenta hoy con una importante flota pesquera que junto con las modernas instalaciones del puerto le permiten el tratamiento del pescado recién salido del mar lo que ha facilitado la instalación de numerosas industrias conserveras, además de restaurantes y asadores a pie de puerto donde se puede degustar pescado fresco.

Desde la muralla se tienen unas preciosas vistas del puerto. Hoy está amarrada la flota por el temporal así que podemos hacer unas bonitas fotos con las barcas de colores. Este puerto es muy auténtico, uno de los más bonitos de Guipúzcoa, y en él se rodaron algunas escenas de la película Ocho apellidos vascos (las escenas de Koldo en el barco de pesca)



Getaria también se conoce por ser la cuna del gran navegante Juan Sebastián Elcano, el primer hombre que dio la vuelta al mundo, y en cuyo homenaje el pueblo ha erigido, sobre un antiguo baluarte de la muralla, una enorme estatua que visitamos a continuación.





Desde ahí nos adentramos por el casco antiguo paseando por la calle principal peatonal (Nagusia Kalea) al final de la cual se encuentra la iglesia de San Salvador, un templo gótico del siglo XV que está declarado Monumento Nacional. Se construyó en sillería de arenisca, y cuenta con dos puertas y dos torres, una de ellas desmochada (fue destruida por un rayo). Un detalle interesante del edificio es que su suelo está inclinado debido al terreno rocoso sobre el que se construyó. Lo vemos desde fuera.









Finalmente, en esta localidad nació también en 1895 el modisto Cristóbal Balenciaga y por ello se creó en 1994 la Fundación Balenciaga cuyo principal proyecto fue abrir un museo que vio la luz en 2011. SE ubicó en el Palacio Aldamar, un edificio del siglo XIX que había pertenecido a una familia que apoyó al joven modisto en sus inicios.

La construcción de este museo se vio envuelta en numerosas polémicas por las muchas irregularidades durante se edificación (con los arquitectos cubanos encargados del proyecto y el exalcalde del pueblo y los gastos: iba a costar 6 millones de euros y ha acabado costando más de 20) En fin, si interesan todos los chanchullos “made in Spain” se puede buscar la información en internet.

Por lo demás, el museo exhibe una de las colecciones más importantes de moda a nivel internacional. Cuenta con un fondo de más de 1200 prendas y complementos diseñados por el modisto. Se exponen de manera rotatoria, tanto por razones de espacio como porque los materiales son frágiles y se deteriorarían en una exhibición continuada. Gran parte de la colección se ha reunido gracias a donaciones y préstamos. Toda la información sobre precios y horarios en su web: https://www.cristobalbalenciagamuseoa.com/

Nosotros, desgraciadamente, no tuvimos tiempo de visitar este museo. Queda para otro viaje.

Dejamos Getaria para dirigirnos a Zarauz, un pueblo famoso por ser donde Arguiñano tiene su famoso restaurante. Cuando llegamos empieza a llover así que agradecemos tener una visita guiada a la Parroquia de Santa María la Real donde nos espera el guía.

Este templo fue construido en estilo gótico a finales del siglo XV y desde entonces ha sufrido varias reformas. En el interior destaca un magnífico retablo barroco de 1560 hecho a medida de la imagen que lo preside de Nuestra Señora la Real. La parroquia forma parte del Conjunto Arqueológico Monumental de Santa María la Real, junto con la Torre Zarautz, el edificio más antiguo de la villa, una torre-campanario datada del siglo XV, que actualmente alberga el Museo de Arte e Historia de Zarautz. Recorremos el museo que ofrece un recorrido cronológico por la historia y finaliza con una exposición de obras de pintura, fotografía y escultura de autores contemporáneos.


La parte final de la visita ha sido la más impactante: una necrópolis que data de los siglos IX-X y que se encuentra debajo de los muros de la torre. Es un lugar muy curioso en el que se pueden ver claramente las tumbas con los esqueletos perfectamente conservados. El recorrido es corto y se realiza sobre un suelo acristalado que permite ver una decena de enterramientos de los 269 descubiertos hasta ahora.





Como el mal tiempo continúa, tras la visita tomamos la decisión de cambiar los planes que tiene el grupo e irnos por libre. El plan es hoy comer en un sitio horrible de carretera y después visitar las localidades de Motrico y Deba, que según hemos visto en internet no tienen especial atractivo y lo poco que tienen es a la intemperie y en la playa, así que decidimos que ni comeremos con el grupo ni visitamos esos pueblos. El tiempo no acompaña para paseítos al aire libre.



En principio la idea ha sido comer en el restaurante de Karlos Arguiñano y pasar la tarde en Zarauz, pero precisamente hoy es el día que cierra, así ha habido que cambiar sobre la marcha los planes de nuevo; en su lugar, decidimos ir a San Sebastián a comer, a pasar la tarde visitando todo lo que quedó pendiente el primer día.

Así pues, tras la parroquia, damos una vuelta rápida por el paseo marítimo, hacemos unas fotos, nos tomamos unos pintxos y cogemos el bus a San Sebastián donde llegamos en media hora.


Durante el trayecto miramos en ineternet algún restaurante para comer que tenga buena pinta y elegimos uno llamado Ikaitz ¡un acierto absoluto! Es un local de cocina tradicional con un toque moderno, recomendado en la guía Michelín, y que nos ha sorprendido gratamente. El salón es muy agradable con una decoración de diseño con toques tradicionales. Para colmo de suerte, hay menú del día por 28€ que incluye deliciosos platos con postre, agua y vino. Fabuloso, y el personal no puede ser más amable. El chef en persona salió a saludarnos. En fin, muy recomendable





Finalizada la estupenda comida salimos a la calle y nos recibe un cielo completamente azul y un sol radiante. No se puede tener más suerte hoy.

Cogemos un taxi y nos vamos directamente al Peine de los Vientos, uno de los atractivos de la ciudad que hace tiempo que queríamos conocer. Se trata de un conjunto de tres esculturas de acero, de 10 toneladas cada una, obra de Eduardo Chillida que se encuentran al final de la playa de Ondarreta, incrustadas en unas rocas sobre el mar Cantábrico. No son especialmente bonitas pero tienen algo hipnótico, algo especial.



Hacemos unas fotos y nos dirigimos al funicular que sube al monte Igueldo, a unos metros. Pero al llegar nos encontramos con que los miércoles está cerrado. ¡Ya era demasiada suerte hoy!.




No obstante, nos topamos en la puerta con un paisano que nos indica un autobús, que sale desde el mismo funicular, y lleva a la cumbre; así que esperamos a que llegue y subimos al monte en él.

El monte Igueldo es uno de los dos montes que encuadran la ciudad y en la cima se ha construido un parque de atracciones. En invierno está cerrado así que nos conformamos con dar una vuelta, contemplar las maravillosas vistas y hacer unas fotos.


El resto de la tarde lo empleamos en callejear por el casco antiguo y visitar lo que no vimos el primer día.



Llegamos hasta el Puente de Zurriola, decorado con farolas de estilo Art Decó, que tiene a un lado el Teatro Victoria Eugenia, sede de grandes acontecimientos de la vida cultural donostiarra y, al otro, el Palacio Kursaal, una moderna construcción diseñada por el arquitecto Rafael Moneo y que consta de dos cubos que evocan unas rocas varadas; el Kursaal es la sede principal del Festival de Cine San Sebastián.



Terminamos la tarde recorriendo las calles del casco antiguo, que está a rebosar de gente, y tomando unos pintxos en una de las muchas terrazas de la Plaza de la Constitución.




Volvemos a Éibar en bus y llegamos tarde a la cena: estaban sirviendo el segundo plato. Pedimos en el hotel que nos pusieran un plato de sopa y nos ganamos una bronca de las camareras por llegar tarde ¡y nos quedamos sin sopa! ¡Como si fuéramos adolescentes! En fin, nos tocó segundo y postre nada más, pero, bueno, ¡que nos quiten lo bailao!



Este asunto de la comida ha sido uno de los puntos negativos de este hotel que he incluido en mi reseña.



JUEVES, 29 AZPEITIA - AZCOITIA – ORIO




El mal tiempo ha vuelto tras la pausa de ayer así que salimos diluviando de Éibar en dirección a Azpeitia donde se encuentra el Santuario de Loyola que vamos a visitar.

Durante el trayecto disfrutamos de un bonito paisaje; la verdad es que todo tan verde, con la niebla, las montañas y la lluvia es hermoso pero, todos los días así, deprimente.

Llegamos al Santuario de Loyola que es un complejo arquitectónico construido en torno a la casa-torre de la familia Loyola. La casa natal de San Ignacio, conocida como la Casa Santa, se encuentra al lado de la basílica que hoy es Santuario.


Ignacio de Loyola fue soldado y, tras su conversión, sacerdote y el fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas)



La visita a la casa es guiada y tenemos que esperar en la entrada hasta que nos toca el turno. Aunque hay bastante gente, no esperamos demasiado.

La casa de la familia Loyola es un edificio de los siglos XIV-XV dividido en una parte inferior de piedra, que evoca su pasado de fortaleza, y otra parte superior de ladrillo que representa la evolución a una casa palaciega. Sobre la puerta de entrada se ve el blasón de la familia.

Recorremos todas las estancias que constituyen la vivienda, distribuidas en cuatro plantas: la baja, para almacén de aperos y bodega; la primera, para espacios de uso como la cocina; la segunda es la parte de la casa-torre reconstruida en ladrillo, la planta noble, donde se encuentran las habitaciones de los señores, el oratorio, el comedor y el salón de honor. Se puede visitar la habitación de la madre donde dio a luz en 1491 a su hijo, Ignacio; la cuarta planta albergaba la habitación de los hijos y los huéspedes. En ella fue operado el Ignacio soldado cuando regreso herido de gravedad y estuvo a punto de morir; y también fue ahí donde, durante la convalecencia, las muchas lecturas religiosas le hicieron acercarse a Dios hasta llegar a convertirse en 1521. Hoy, estas estancias son la Capilla de la Conversión, donde finaliza el interesante recorrido por la casa que está perfectamente bien conservada.



La visita del complejo finaliza en la imponente basílica, una edificación realizada en mármol en la que destaca la impresionante cúpula de 65 metros de altura, que aporta equilibrio a enorme fachada de 150 de longitud. El templo se inauguró en 1738, el día de San Ignacio.



El interior es espléndido y en él destaca la cúpula que tiene un diámetro de veinte metros y alcanza los cincuenta de altura; sus nervios quedan reflejados en el diseño de las losas del pavimento y hay un gran espejo circular estratégicamente colocado en el que contemplar esta maravilla sin partirse el cuello.


También son fantásticos el órgano y en el altar mayor en cuya parte superior destaca una gran estatua de San Ignacio, realizada en plata.




Todo el templo es espectacular. La verdad es que esta ha sido una de las mejores visitas del viaje.




Desde aquí nos encaminamos hacia el pueblo de Azcoitia donde damos unas vueltas por el casco antiguo, hacemos unas fotos en el río y nos tomamos unos vinos. Tampoco vemos mucho más.




Volvemos a comer al hotel y por la tarde visitamos la localidad de Orio, aunque entre el frío, la fuerte lluvia y el viento, además de la intempestiva hora de la visita en la que está todo cerrado, ha hecho que no hayamos podido admirar la belleza del lugar. No obstante, con buen tiempo debe de ser una bonita localidad en un hermoso enclave.



Orio es un pequeño pueblo medieval que data del siglo XIII y se encuentra situado en la desembocadura del río Oria, al que debe su nombre. El casco histórico, declarado Bien de Interés Cultural, es pequeño y acogedor, y se asienta sobre una cuesta rocosa conocida como Goiko Kale. Todo él está formado por un laberíntico entramado de calles empedradas y empinadas que ascienden y descienden con un trazado irregular muy bien conservado. Llaman la atención las numerosas casas nobles, de arenisca bien labrada (a Orio se le conoce como “el pueblo amarillo” por el color de sus casas), con blasones y balcones de colores vivos, especialmente las que hay en la calle principal. En las fachadas hay carteles con información de cada una de las más relevantes (aunque a nosotros la lluvia nos impide prestarles atención).

En la parte alta del pueblo se encuentra la ermita de San Martín de Tours, a la que no subimos debido a las inclemencias meteorológicas.

Lo que sí hemos podido visitar es la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, del siglo XVI, que se encuentra en el casco histórico. Está dedicada al santo patrón de los pescadores y los viajeros. Lo más llamativo es el atrio que, a modo de pasarela, rodea el edificio. Muy curioso. En el interior se puede ver un gran barco de madera que cuelga en el centro del templo.


Finalmente, no puedo dejar de comentar que Orio es conocido por el altísimo nivel de sus traineras siendo su Club de Remo Olímpico el mejor y el más laureado de la costa cantábrica.





VIERNES, 30 ÉIBAR




Hoy es el último día por tierras vascas. Sólo contamos con la mañana ya que tras la comida emprenderemos el viaje de vuelta a Madrid, así que la dedicamos a recorrer el centro de Éibar.

Comenzamos visitando la iglesia de San Andrés que, milagrosamente, está abierta (permanece cerrada desde octubre del 23 fecha en que comenzaron los trabajos de restauración que durarán tres años). Pues bien, tenemos suerte y podemos entrar a verla.

La primitiva construcción era de madera y la iglesia actual comenzó a construirse en el siglo XV. Tiene planta de cruz, tres naves de misma altura y cubierta con bóveda de estrella. Los capiteles de las columnas que sostienen la bóveda son corintios, únicos en Gipuzkoa. Los últimos elementos en construirse fueron el campanario y la portada mayor que son de estilo barroco; la portada del norte que data del siglo XVI es de estilo renacentista y plateresco.





Pasamos el resto de la mañana paseando por las calles de la localidad que a esta hora están muy animadas. Nos tomamos unos vinos y unos pintxos de despedida y volvemos al hotel a comer antes de iniciar el retorno a Madrid .





Llegamos a Madrid sobre las 21:00 y en la estación nos toca despedimos de nuestras nuevas amigas con el compromiso de vernos en un futuro.

Me pido un Uber y voy directamente al hotel donde he reservado habitación para pasar la noche. El alojamiento en cuestión es el Mirador Puerta del Sol, un 2* que está muy bien y en la misma Puerta del Sol. Es un alojamiento sencillo pero limpio y moderno con buena atención y a precios ajustados. Ver mi crítica en TripAdvisor (https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187514-d5893727-r941633070-Hotel_Mirador_Puerta_del_Sol-Madrid.html)

Cena en la plaza de Santa Ana, para recordar mi antiguo barrio de trabajo y a descansar.




SÁBADO, 31 MADRID




Antes de que salga mi tren hacia Albacete tengo una mañana entera para disfrutar de Madrid.

Lo primero, busco un lugar para desayunar y doy, por casualidad, con Masa y Dora, un local estupendo, a un paso de la Puerta del Sol y del hotel, con un servicio fabuloso y unos precios insuperables: churros, por supuesto, (cinco) y café con leche por 3,90 (¡mejor imposible!). Una churrería-cafetería muy recomendable: https://masaydora.com/

Mi siguiente paso es la Fundación Mapfre, donde se exhibe una excelente muestra de obras de Chagall titulada Un grito de libertad, en la que se plantea un amplio recorrido por su obra a la luz de los acontecimientos históricos que el artista tuvo que enfrentar, así como las posturas que adoptó ante ellos. Interesantísima.


En la planta sótano se exhibe también una retrospectiva del fotógrafo sueco Christer Strömholm que recoge muestras de todos los aspectos de su producción, desde su participación en el grupo alemán Fotoform en los años cincuenta, hasta los retratos icónicos de sus amigas, las travestis de la Place Blanche de Paris, pasando por sus múltiples viajes, su fotografía callejera y sus retratos de artistas. También muy atractiva.





Desde allí me he ido al Instituto Cervantes en el que se puede ver la exposición “Las palabras de un secreto. Pilar de Valderrama”, que reúne 180 piezas sobre la poeta y dramaturga madrileña también conocida como la Guiomar de Antonio Machado. Además de su obra creativa, se exhiben fotografías, manuscritos, cartas, pinturas, dibujos y otros objetos personales, en resumen, el legado de una mujer cuya obra quedó eclipsada por la fama que le otorgó ser la última musa de uno de los poetas más grandes de la literatura española. Para una profesora de literatura como yo esta muestra resulta interesantísima.




Y remato la mañana madrileña con otra exposición que se presenta en el Museo Gran Vía, 15 sobre el artista canadiense Chris Levine: “Selected works of a visionary” (esta es más curiosa y mucho más cara).


Chris Levine es un artista conceptual, conocido básicamente por obras en las que juega con la luz, el tiempo y el espacio, elementos con los que trata de que los visitantes tengan una experiencia en lugar de ser meros espectadores. Son muy conocidos sus retratos iluminados como ‘Lightness of Being’, el retrato de la reina Isabel II, descrito como una de las imágenes más icónicas del siglo XXI y que se expone por primera vez en España.

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