GUIPÚZCOA en 6 días (Febrero, 2024)


Durante 6 días del mes de febrero hemos hecho un circuito en grupo por la provincia de Guipúzcoa teniendo como centro base el pueblo de Éibar. El viaje, en general, no ha estado mal pero hemos tenido muy mala suerte con el tiempo ya que de los casi 20 ºC y sol de la semana anterior, hemos pasado a ir acompañados por Mónica, una de las tormentas con nombre que, como ya se sabe, son las peores. Resumiendo, lloviendo y con aire huracanado casi todos los días.

 

Domingo, 25       ÉIBAR


Salimos de Albacete en bus a las 04:00 de la madrugada ya que los abusivos precios de los hoteles en Madrid la noche del sábado nos han hecho decidirnos por esto (las dos noches, ida y vuelta, en Madrid nos habrían costado, por ser fin de semana, más que el propio viaje )

En fin, no ha sido tan malo pasar la noche en el bus porque hemos ido durmiendo todo el trayecto y llegado a la estación Sur a tiempo de tomarnos unos  churros antes de tomar el autobús con destino a Éibar donde hemos llegado a la hora de comer.

El hotel donde nos hemos hospedado ha sido el Unzaga Plaza, un alojamiento céntrico, al lado del Ayuntamiento, pero que no es nada excepcional, un 3* con algunas deficiencias. Ver mi crítica en Tripadvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g1058613-d3584756-r941619960-Hotel_Unzaga_Plaza-Eibar_Province_of_Guipuzcoa_Basque_Country.html. No obstante, para el tiempo que los turistas  pasamos en él, no es una mala opción.

Tras la comida tenemos toda la tarde libre y la dedicamos a recorrer este pueblo que tiene algunas cosas interesantes.

Éibar fue una importante núcleo industrial de armamento pero en los años 20  se alejó de las armas para diversificar su producción en otros sectores como las bicicletas o las máquinas de coser (las famosas ALFA se fabricaban aquí); por ello, el Museo de la Industria Armera era nuestra primera apuesta de visita, pero desafortunadamente hoy está cerrado por la tarde, así que nos dirigimos al centro y recorremos la plaza Mayor en la que se encuentra el Ayuntamiento, un bonito edificio de color rojo y corte neoclásico,  inaugurado en 1901.

Continuamos por la calle peatonal comercial Toribio Etxebarría (que hoy está muerta) hasta la iglesia de San Andrés, que sólo podemos ver desde fuera porque parece que la están restaurando y  está cerrada. Este templo fue construido durante el siglo XV sobre una antigua iglesia de madera alrededor de la cual se desarrolló el casco histórico. Por los alrededores de la iglesia hay algunas esculturas en bronce muy chulas.

Desde ahí continuamos hasta el Teatro Coliseo, en la plaza Errebal, donde también han edificado un moderno centro cultural y comercial tipo carpa gigante.

Plaza Errebal

Seguimos subiendo por la calle de la estación hasta la estación de tren que no tiene nada especial, aunque es coqueta con un relojito en la fachada como las de antes, ¡y en ella nos refugiamos del turbión que empieza a caer!

Cuando cesa un poco la lluvia salimos y rematamos la tarde visitando el Frontón Astelena, llamado la "Catedral de la pelota a mano". Este frontón es uno de los más emblemáticos de todo Euskadi. Con un aforo para 1.325 personas, en él se han disputado los partidos más importantes dentro del mundo de la pelota vasca, desde su inauguración en el año 1904.

Tenemos suerte en que hoy esté abierto, pero cuando llegamos está finalizando un partido y sólo vemos unos golpes. 


Nos tomamos unos pintxos en un bar del centro recomendado por un lugareño  y volvemos a cenar al hotel (llevamos la pensión completa)

 

Lunes, 26     SAN SEBASTIÁN   SAN JUAN DE LUZ 


Hoy toca visitar San Sebastián, pero hay que decir que el programa de este viaje está bastante mal planteado ya que sólo se dedica a la ciudad una mañana que es totalmente insuficiente, además de que los lunes todos los museos están cerrados. En fin…

Según han anunciado va a estar lloviendo toda la semana (mala suerte), y no se equivocan porque la mañana comienza negra.

Llegamos a la estación de autobuses de San Sebastián y desde ella nos dirigimos al casco antiguo paseando por la margen del río Urumea hasta llegar al puente de Santa Catalina. 


Pasamos junto al hotel Mª Cristina, un precioso edificio inaugurado en el año 1912 donde se alojaba la monarquía y que ahora alberga a la mayoría de actores y personas VIP durante el Festival de Cine de San Sebastián. Desde aquí nos adentramos en el casco antiguo y damos una vuelta hasta la hora de la visita guiada. Y menos mal que, aun lloviendo, nos acercamos hasta la playa de la Concha porque la guía no nos lleva ahí ni a otros muchos sitios importantes.

Esta famosísima y elegante playa de 1350 metros de longitud y forma curva se encuentra en la bahía de la Concha (de la que recibe el nombre) y está flanqueada por los montes Urgull e Igueldo. Comienza en los jardines de Alderdi  Eder, donde se encuentra el Ayuntamiento, y llega hasta el palacio Miramar en el otro extremo. Está bordeada por una elegante baranda de hierro forjado de color blanco y farolas modernistas que constituye una de las imágenes más conocidas de la ciudad.

El Ayuntamiento es un imponente edificio inaugurado en 1887 con la presencia de la reina María Cristina de Hamburgo;  originalmente se abrió como un casino donde se reunía la alta sociedad y donde se celebraban bailes, fiestas y conciertos. El edificio fue apodado “Santa María de la Roulette” y dotado de todo tipo de lujos. Con la prohibición del juego en 1924, el casino cerró su actividad, y en 1947 se trasladó allí la sede del Ayuntamiento.


Damos un paseo por la Concha, hacemos unas fotos y volvemos al casco histórico a los pies del Monte Urgull , repleto de callejas peatonales y comercios.

La primera visita es la catedral del Buen Pastor, construida a finales del XIX e inspirada en la catedral de Colonia. Es de estilo neogótico y llama la atención su única torre de 75 metros de altura. En el interior destaca el mobiliario de la Capilla Mayor, la cripta, el enorme órgano y las preciosas vidrieras. Abre todos los días de 08:30 a 20:00

A continuación nos dirigimos a la Plaza de la Constitución, (vemos desde lejos el Museo de San Telmo y la Iglesia de San Vicente, una de las más antiguas y que tiene en su interior un bonito retablo de San Vicente de 1586, aunque no nos da tiempo a entrar). Esta plaza, de estilo neoclásico que recuerda a la Plaza Nueva de Bilbao, se construyó después del asedio e incendio de San Sebastián en 1813 y se caracteriza por sus fantásticos soportales con arcos que hoy albergan terrazas de bares y restaurantes. En uno de los laterales se encuentra el edificio del viajo ayuntamiento. Una curiosidad de esta plaza son las balconadas  corridas de sus tres pisos que tienen las puertas numeradas ya que servían como palcos para las fiestas taurinas celebradas en la plaza.


Y desde ahí, lloviendo, volvemos al autobús para regresar a Éibar cruzando por el puente de Mª Cristina, el más atractivo de la ciudad, que une el centro con las estaciones de tren y autobuses. Se trata de un puente construido en 1904 a imitación del de Alejandro III de París que cuenta con cuatro grandes obeliscos en sus extremos para marcar las entradas  decorados con unos grupos escultóricos y cerámicas y rematados por tres escudos.  La verdad es que es muy llamativo.

Han quedado por ver muchos lugares interesantes como el Palacio Miramar, el Peine de los Vientos, el monte Igueldo, el Museo de San Telmo, el Kursaal, el pequeño puerto con sus casitas de colores…

Comemos en el hotel y, tras un breve descanso, emprendemos ruta hacia San Juan de Luz, una pequeña localidad costera del país Vasco-Francés.


Nos acercamos al puerto con sus barcos de colores amarrados debido al temporal y damos unas vueltas por sus callejas  hasta llegar a  L'église Saint-Jean-Baptiste, que es uno de los imprescindibles. En este templo se celebró la boda del Rey Sol (Luís XIV) con la Infanta María Teresa de España (hija de Felipe IV),  y como era tradición en ese momento por tratarse de una boda real, una vez celebrada la ceremonia, se tapió la puerta por la que entraron los contrayentes (lugar que hoy se puede ver aún) El rey y su familia vivieron durante un mes y medio en la "Casa de Luis XIV", situada junto al ayuntamiento y por este motivo se erigió en el patio del Ayuntamiento  una estatua ecuestre del “Rey Sol”.

El exterior de la Iglesia es bastante sobrio pero el interior sorprende mucho por su curiosa estructura que recuerda a los corrales de comedias, con varios pisos de galerías de madera alrededor .También hay un gran barco colgando del techo y que nos llamó la atención porque nunca habíamos visto esto en una iglesia, pero que no era tan excepcional ya que se repitió en otros templos de localidades costeras de Guipúzcoa que visitamos otros días. ¡Y visto lo que es un temporal en el Cantábrico, no es de extrañar que los pescadores tengan que encomendarse a Dios!


Del pueblo vimos pocas cosas más; se ve que es un lugar precioso pero el tiempo es tan desapacible que cuesta disfrutar del entorno: lluvia y viento huracanado que nos ha impedido incluso acercarnos al paseo marítimo, el Promenade Jacques Thibaud, que bordea la Grande Plage, por miedo a tener un accidente.


He leído que en San Juan de Luz hay también un precioso Jardín Botánico en un acantilado que es una verdadera maravilla, tanto por el jardín como por las imponentes vistas. Pero, obviamente, no lo hemos visto. Queda para otra ocasión.

Terminado el recorrido volvemos a Éibar donde nos tomamos unos pintxos antes de la cena y así finaliza el primer día.

 

Martes, 27    PASAJES DE SAN JUAN     IRÚN  -  FUENTERRABÍA


Hoy comenzamos visitando la localidad conocida como Pasajes. En su origen, lo que hoy es una localidad fueron dos pequeñas aldeas en la bahía de Pasajes que recibieron su nombre en función de las advocaciones de sus parroquias: San Pedro y San Juan. Situada cada una a un lado de un canal natural que conecta la bahía de Pasajes con el mar Cantábrico. En 1805 se unificaron por orden del rey Carlos IV en un único municipio, Pasajes de San Juan y Pasajes de San Pedro que hoy forman (junto a otros dos: Pasai Antxo y Trintxerpe) un mismo núcleo urbano. Al parecer, San Juan es el más bonito y es el que recorremos.

La verdad es que no podemos ver mucho ya que el tiempo es horrible, la tormenta Mónica aprieta y es bastante molesto. De hecho hay carteles avisando del peligro por las calles.

La localidad es muy pequeña  y se sitúa en una bahía natural. Está formada por una única calle llamada Donibane Kalea, que atraviesa todo el pueblo de un extremo a otro. Es una calle estrecha, empedrada y peatonal que está flanqueada por bonitos edificios de piedra, casas típicas de pescadores que se funden armoniosamente con mansiones adornadas por escudos. En algunos puntos la calle se cierra en túneles abovedados también de piedra.

San Juan Bautista

Pasamos junto a la iglesia Parroquial de San Juan Bautista, del siglo XVII (que está cerrada) y por la plaza de Santiago, la única abertura de la calle principal. En ella se encuentra el barroco antiguo ayuntamiento, del año 1735. En la fachada oeste de la iglesia del Santo Cristo de la Bonanza, de 1399, encontramos una puerta de madera con representaciones, hechas a navaja, de embarcaciones de los siglos XVIII y XIX.  Arriba hay un castillo y una ermita, pero no llegamos hasta allí porque el tiempo es horroroso.

Como curiosidad, en esta localidad nacieron Blas de Lezo y el ceramista Daniel Zuloaga. También el escritor Víctor Hugo quedó impactado por la belleza del lugar y se alojó aquí durante  1843; la casa en la que residió se puede visitar y es hoy una de las atracciones de la localidad que tanto amó y a la que se refirió en estos térmoinos:

Lugar magnífico y encantador, como todo cuanto tiene el doble carácter de la alegría y de la grandeza; este rincón inédito es uno de los más bellos que yo haya visto y que ningún turista visita; este humilde espacio de la tierra y mar que sería admirado si estuviera en Suiza, que sería célebre si se hallara en Italia, y que es desconocido porque se encuentra en Guipúzcoa, este pequeño Edén a donde he llegado por un simple azar se llama en español Pasajes y en francés Passage“; estas fueron las palabras con las que el escritor se refirió a la localidad.  

Tras tomar un café para entrar en calor y refugiarnos de la tormenta un rato emprendemos camino hacia Irún, la segunda ciudad más poblada de Guipúzcoa, situado a 12 kms. de Pasajes.

Irún es una de las ciudades del País Vasco con mayor carga histórica, aunque las innumerables batallas libradas durante más de dos mil años han  destruido gran parte de su patrimonio. En el casco histórico quedan algunos lugares interesantes como la ermita de Santa Elena, donde se han encontrado importantes restos arqueológicos; la iglesia de El Juncal, declarada Monumento Histórico Artístico Nacional, o el palacio renacentista de Urdanibia.


Uno de las atracciones más importantes es el Museo Romano Oiasso, un museo arqueológico que reúne los restos de época romana hallados en la localidad de Irún  (la antigua Oiasso que citan las fuentes romanas). Para información: https://www.oiasso.com/es/

El museo ofrece visitas guiadas que comienzan con la proyección de un documental corto en enormes paredes sobre los orígenes de Irún y la romanización del País Vasco  y, en concreto, de Irún, desmontando el mito de que los romanos no pisaron tierra vasca. Es muy interesante y está muy bien hecho.

A continuación recorremos las plantas que conforman la exposición y que muestran diferentes piezas recuperadas en las excavaciones, especialmente del entorno minero, además de las termas y el puerto antiguo. No es un museo grande así que se recorre en poco tiempo. Lo mejor es subir hasta la planta superior (por rampa o en ascensor) y bajar por la rampa que no es nada empinada. 

La visita guiada incluye también (según dicen algunos blogueros) un viaje en tren para visitar las minas a las afueras de Irún, pero nosotros sólo visitamos el museo.

Comemos en un restaurante local y tras la comida nos dirigimos a Fuenterrabía, que es una de las localidades que más nos ha gustado. Su casco antiguo y su barrio marítimo son una preciosidad. Comenzamos el paseo por el casco histórico, extremadamente bien conservado, que se caracteriza por estar rodeado de una muralla medieval, la única de la provincia de Guipúzcoa. Accedemos a él por la Puerta de Santa María en la que lo primero que llama la atención es una estatua en bronce de un extraño personaje al que denominan “el hachero”, en vasco se llama “hatxeroa” y viene a representar al soldado que era el encargado de encabezar una tropa. Esta estatua  representa uno de los personajes más conocidos del “Alarde de Hondarribia” (una procesión que se lleva a cabo todos los años como agradecimiento a la Virgen de Guadalupe que, según la leyenda, salvó a la ciudad del asedio que sufrió en el siglo XVII por parte de las tropas del rey Luis XIII de Francia). Debido a las batallas ganadas contra los franceses, se le otorgó el título de ciudad en el siglo XVII. La escultura tiene una altura de dos metros y medio (incluyendo el morrión que es una armadura antigua para la cabeza, hecha en forma de casco de bordes levantados, y que en lo alto tiene un plumaje) y un peso de 420 kilos.

En el casco viejo de Fuenterrabía llaman la atención las hermosas casas solariegas de estilo vasco, la mayoría con balcones de madera pintados de brillantes colores alineadas en estrechas calles adoquinadas de trazado medieval. También hay muchos edificios barrocos.

En el centro de su casco histórico se encuentra la Iglesia de Santa María de la Asunción y el Manzano, un templo gótico, construido en el siglo XV al que se le sumaron añadidos posteriores (el altar renacentista y la torre barroca). El retablo es muy bonito y el templo en general , en el que destaca la hermosa bóveda de crucería estrellada sostiene el coro así como la riqueza decorativa.  La iglesia es de planta de cruz latina, de tres naves de distinta altura, con tres ábsides de cabecera.

Recorremos la calle Mayor y algunas de las plazas más bonitas co

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mo la plaza de Guipúzcoa, con casas típicas y soportales, o la plaza del Obispo, una de las más antiguas de la zona.




Tras el recorrido por el barrio antiguo nos encaminamos a la zona costera, el barrio de la Marina,  que está declarado Monumento Histórico-Artístico, donde se encuentra la mayor parte de los bares y restaurantes que han dado fama a la localidad (aunque hoy está casi todo cerrado, por la hora y por el mal tiempo)

Bajamos por la  calle principal peatonal que discurre a lo largo y que está  flanqueda por plataneros (ahora podados) y llena de preciosas  casas y establecimientos de restauración. La calle desemboca en una inmensa playa,  hoy con bastantes olas.


Pasamos parte de la tarde paseando por esta localidad y ya de vuelta al bus visitamos la iglesia de Iglesia De Santa María Magdalena, muy coqueta en la que destaca el retablo pintado al fresco. Sencilla pero encantadora.



MIÉRCOLES, 28    GETARIA – ZARAUZ – SAN SEBASTIÁN


Comenzamos el día visitando Getaria

El ratón
Desde la carretera, según nos acercábamos por la carretera  a la localidad pudimos ver uno de las curiosidades de la misma: el "Ratón de Getaria", la silueta del monte San Antón que sale al mar y tiene forma de ratón; en ladera se asienta esta villa medieval.

Getaria es un pequeño pueblecito de pescadores que se dedicaron durante cientos de años a la caza de ballenas, actividad que tuvo una gran importancia en la economía de la villa; de hecho, la ballena ha sido históricamente el motivo principal de sus escudos. Hoy día, obviamente ya no, aunque continúa conservando su carácter de pueblo pesquero de lo que da muestra el nombre de la villa, en la entrada, que aparece pintado sobre una barca (en vez de las típicas letras grandes que se han puesto de moda). 


Getaria cuenta hoy con una importante flota pesquera que junto con las modernas instalaciones del puerto le permiten el tratamiento del pescado recién salido del mar lo que ha facilitado la instalación de numerosas industrias conserveras, además de restaurantes y asadores a pie de puerto donde se puede degustar pescado fresco.

Desde la muralla se tienen unas preciosas vistas del puerto. Hoy está amarrada la flota por el temporal así que podemos hacer unas bonitas fotos con las barcas de colores. Este puerto es muy auténtico, uno de los más bonitos de Guipúzcoa,  y en él se rodaron algunas escenas de la película Ocho apellidos vascos (las escenas de Koldo en el barco de pesca)


Getaria también se conoce por ser la cuna del gran navegante  Juan Sebastián Elcano, el primer hombre que dio la vuelta al mundo, y en cuyo homenaje el pueblo ha erigido, sobre un antiguo baluarte de la muralla, una enorme estatua que visitamos a continuación.

Desde ahí nos adentramos por el casco antiguo paseando por la calle principal peatonal (Nagusia Kalea) al final de la cual se encuentra la iglesia de San Salvador, un templo gótico del siglo XV que está declarado Monumento Nacional. Se construyó en sillería de arenisca, y cuenta con dos puertas y dos torres, una de ellas desmochada (fue destruida por un rayo). Un detalle interesante del edificio es que su suelo está inclinado debido al terreno rocoso sobre el que se construyó. Lo vemos desde fuera.



Finalmente, en esta localidad nació también en 1895 el modisto Cristóbal Balenciaga y por ello se creó en 1994 la Fundación Balenciaga cuyo principal proyecto fue abrir un museo que vio la luz en 2011. SE ubicó en el Palacio Aldamar, un edificio del siglo XIX que había pertenecido a una familia que apoyó al joven modisto en sus inicios.

La construcción de este museo se vio envuelta en numerosas polémicas por las muchas irregularidades durante se edificación (con los arquitectos cubanos encargados del proyecto y el exalcalde del pueblo y los gastos: iba a costar 6 millones de euros y ha acabado costando más de 20) En fin, si interesan todos los chanchullos “made in Spain” se puede buscar la información en internet.

Por lo demás, el museo exhibe una de las colecciones más importantes de moda a nivel internacional. Cuenta con un fondo de más de 1200 prendas y complementos diseñados por el modisto. Se exponen de manera rotatoria, tanto por razones de espacio como porque los materiales son frágiles y se deteriorarían en una exhibición continuada. Gran parte de la colección se ha reunido gracias a donaciones y préstamos. Toda la información sobre precios y horarios en su web:   https://www.cristobalbalenciagamuseoa.com/

Nosotros, desgraciadamente, no tuvimos tiempo de visitar este museo. Queda para otro viaje.

Dejamos Getaria para dirigirnos a Zarauz, un pueblo famoso por ser donde Arguiñano tiene su famoso restaurante. Cuando llegamos empieza a llover así que agradecemos tener una visita guiada a la Parroquia de Santa María la Real donde nos espera el guía.

Este templo fue construido en estilo gótico a finales del siglo XV y desde entonces ha sufrido varias reformas. En el interior destaca un magnífico retablo barroco de 1560 hecho a medida de la imagen que lo preside de Nuestra Señora la Real. La parroquia forma parte del Conjunto Arqueológico Monumental de Santa María la Real, junto con la Torre Zarautz, el edificio más antiguo de la villa, una torre-campanario datada del siglo XV, que actualmente alberga el Museo de Arte e Historia de Zarautz. Recorremos el museo que ofrece un recorrido cronológico por la historia y finaliza con una exposición de obras de pintura, fotografía y escultura de autores contemporáneos.


La parte final de la visita ha sido la más impactante: una necrópolis que data de los siglos IX-X y que se encuentra debajo de los muros de la torre. Es un lugar muy curioso en el que se pueden ver claramente las tumbas con los esqueletos perfectamente conservados. El recorrido es corto y se realiza sobre un suelo acristalado que permite ver una decena de enterramientos de los 269 descubiertos hasta ahora.


Como el mal tiempo continúa, tras la visita tomamos la decisión de cambiar los planes que tiene el grupo e irnos por libre. El plan es hoy comer  en un sitio horrible de carretera y después visitar las localidades de Motrico y Deba, que según hemos visto en internet no tienen especial atractivo y lo poco que tienen es a la intemperie y en la playa, así que decidimos que ni comeremos con el grupo ni visitamos esos pueblos. El tiempo no acompaña para paseítos al aire libre.

En principio la idea ha sido comer en el restaurante de Karlos Arguiñano y pasar la tarde en Zarauz, pero precisamente hoy es el día que cierra, así ha habido que cambiar sobre la marcha los planes de nuevo; en su lugar, decidimos ir a San Sebastián a comer, a pasar la tarde visitando todo lo que quedó pendiente el primer día.

Así pues, tras la parroquia, damos una vuelta rápida por el paseo marítimo, hacemos unas fotos, nos tomamos unos pintxos  y cogemos el bus a San Sebastián donde llegamos en media hora

Durante el trayecto miramos en ineternet algún restaurante para comer que tenga buena pinta y elegimos uno llamado Ikaitz  ¡un acierto absoluto! Es un local  de cocina tradicional con un toque moderno, recomendado en la guía Michelín, y que nos ha sorprendido gratamente. El salón es muy agradable con una decoración de diseño con toques tradicionales. Para colmo de suerte, hay menú del día por 28€ que incluye deliciosos platos con postre, agua y vino. Fabuloso, y el personal no puede ser más amable. El chef en persona salió a saludarnos. En fin, muy recomendable https://www.restauranteikaitz.com/es/

Finalizada la estupenda comida salimos a la calle y nos recibe un cielo completamente azul y un sol radiante. No se puede tener más suerte hoy.

Cogemos un taxi y nos vamos directamente al Peine de los Vientos, uno de los atractivos de la ciudad que hace tiempo que queríamos conocer. Se trata de un conjunto de tres esculturas de acero, de 10 toneladas cada una, obra de Eduardo Chillida que se encuentran al final de la playa de Ondarreta, incrustadas en unas rocas sobre el mar Cantábrico. No son especialmente bonitas pero tienen algo hipnótico, algo especial.


Hacemos unas fotos y nos dirigimos al funicular que sube al monte Igueldo, a unos metros. Pero al llegar nos encontramos con que los miércoles está cerrado. ¡Ya era demasiada suerte hoy!. 


No obstante, nos topamos en la puerta con un paisano que nos indica un autobús, que sale desde el mismo funicular, y lleva a la cumbre; así que esperamos a que llegue y subimos al monte en él.

El monte Igueldo es uno de los dos montes que encuadran la ciudad y en la cima se ha construido un parque de atracciones. En invierno está cerrado así que nos conformamos con dar una vuelta, contemplar las maravillosas vistas y hacer unas fotos.


El resto de la tarde lo empleamos en callejear por el casco antiguo y visitar lo que no vimos el primer día.

Llegamos hasta el Puente de Zurriola, decorado con farolas de estilo Art Decó, que tiene a un lado el  Teatro Victoria Eugenia, sede de grandes acontecimientos de la vida cultural donostiarra y, al otro, el Palacio Kursaal, una moderna construcción diseñada por el arquitecto Rafael Moneo y que consta de dos cubos que evocan unas rocas varadas; el Kursaal es la sede principal del  Festival de Cine San Sebastián.


Terminamos la tarde recorriendo las calles del casco antiguo, que está a rebosar de gente, y tomando unos pintxos en una de las muchas terrazas de la Plaza de la Constitución.


Volvemos a Éibar en bus y llegamos tarde a la cena: estaban sirviendo el segundo plato. Pedimos en el hotel que nos pusieran un plato de sopa y nos ganamos una bronca de las camareras por llegar tarde  ¡y nos quedamos sin sopa! ¡Como si fuéramos adolescentes! En fin, nos tocó segundo y postre nada más, pero, bueno, ¡que nos quiten lo bailao!

Este asunto de la comida ha sido uno de los puntos negativos de este hotel que he incluido en mi reseña.

 

JUEVES, 29     AZPEITIA - AZCOITIA  – ORIO


El mal tiempo ha vuelto tras la pausa de ayer así que salimos diluviando de Éibar en dirección a Azpeitia donde se encuentra el Santuario de Loyola que vamos a visitar.

Durante el trayecto disfrutamos de un bonito paisaje; la verdad es que todo tan verde, con la niebla, las montañas y la lluvia es hermoso pero, todos los días así, deprimente.

Llegamos al Santuario de Loyola que es un complejo arquitectónico construido en torno a la casa-torre de la familia Loyola. La casa natal de San Ignacio, conocida como la Casa Santa, se encuentra al lado de la basílica que hoy es Santuario.


Ignacio de Loyola fue soldado y, tras su conversión, sacerdote y el fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas)

La visita a la casa es guiada y tenemos que esperar en la entrada hasta que nos toca el turno. Aunque hay bastante gente, no esperamos demasiado.

La casa de la familia Loyola es un edificio de los siglos XIV-XV dividido en una parte inferior de piedra, que evoca su pasado de fortaleza, y otra parte superior de ladrillo que representa la evolución a una casa palaciega. Sobre la puerta de entrada se ve el blasón de la familia.

Recorremos todas las estancias que constituyen la vivienda, distribuidas en cuatro plantas: la baja, para almacén de aperos y bodega; la primera, para espacios de uso como la cocina; la segunda es la parte de la casa-torre reconstruida en ladrillo, la planta noble, donde se encuentran las habitaciones de los señores, el oratorio, el comedor y el salón de honor. Se puede visitar la habitación de la madre donde dio a luz en 1491 a su hijo, Ignacio; la cuarta planta albergaba la habitación de los hijos y los huéspedes. En ella fue operado el Ignacio soldado cuando regreso herido de gravedad y estuvo a punto de morir; y también fue ahí donde, durante la convalecencia, las muchas lecturas religiosas le hicieron acercarse a Dios hasta llegar a convertirse en 1521. Hoy, estas estancias son la Capilla de la Conversión, donde finaliza el interesante recorrido por la casa que está perfectamente bien conservada. 



La visita del complejo finaliza en la imponente basílica, una edificación realizada en mármol en la que destaca la impresionante cúpula de 65 metros de altura, que aporta equilibrio a enorme  fachada de 150 de longitud. El templo se inauguró en 1738, el día de San Ignacio.

El interior es espléndido y en él destaca la cúpula que tiene un diámetro de veinte metros y alcanza los cincuenta de altura; sus nervios quedan reflejados en el diseño de las losas del pavimento y hay un gran espejo circular estratégicamente colocado en el que contemplar esta maravilla sin partirse el cuello. También son fantásticos el órgano y en el altar mayor en cuya parte superior destaca una gran estatua de San Ignacio, realizada en plata. Todo el templo es espectacular. La verdad es que esta ha sido una de las mejores visitas del viaje.

Desde aquí nos encaminamos hacia el pueblo de Azcoitia donde damos unas vueltas por el casco antiguo, hacemos unas fotos en el río y nos tomamos unos vinos. Tampoco vemos mucho más.

Volvemos a comer al hotel y por la tarde visitamos la localidad de Orio, aunque entre el frío, la fuerte lluvia y el viento, además de la intempestiva hora de la visita en la que está todo cerrado, ha hecho que no hayamos podido admirar la belleza del lugar. No obstante, con buen tiempo debe de ser una bonita localidad en un hermoso enclave.

Orio es un pequeño pueblo medieval que data del siglo XIII y se encuentra situado en la desembocadura del río Oria, al que debe su nombre. El casco histórico, declarado Bien de Interés Cultural, es pequeño y acogedor, y se asienta sobre una cuesta rocosa conocida como Goiko Kale. Todo él está formado por un laberíntico entramado de calles empedradas y empinadas que ascienden y descienden con un trazado irregular muy bien conservado. Llaman la atención las numerosas casas nobles, de arenisca bien labrada (a Orio se le conoce como “el pueblo amarillo” por el color de sus casas), con blasones y balcones de colores vivos, especialmente las que hay en la calle principal. En las fachadas hay carteles con información de cada una de las más relevantes (aunque a nosotros la lluvia nos impide prestarles atención).

En la parte alta del pueblo se encuentra la ermita de San Martín de Tours, a la que no subimos debido a las inclemencias meteorológicas.

Lo que sí hemos podido visitar es la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, del siglo XVI, que se encuentra en el casco histórico. Está dedicada al santo patrón de los pescadores y los viajeros. Lo más llamativo es el atrio que, a modo de pasarela, rodea el edificio. Muy curioso. En el interior se puede ver un gran barco de madera que cuelga en el centro del templo.

Finalmente, no puedo dejar de comentar que Orio es conocido por el altísimo nivel de sus traineras siendo su Club de Remo Olímpico el mejor y el más laureado de la costa cantábrica.

 

VIERNES, 30        ÉIBAR


Hoy es el último día por tierras vascas. Sólo contamos con la mañana ya que tras la comida emprenderemos el viaje de vuelta a Madrid, así que la dedicamos a recorrer el centro de Éibar.

Comenzamos visitando la iglesia de San Andrés que, milagrosamente, está abierta (permanece cerrada desde octubre del 23 fecha en que comenzaron los trabajos de restauración que durarán tres años). Pues bien, tenemos suerte y podemos entrar a verla.

La primitiva construcción era de madera y la iglesia actual comenzó a construirse en el siglo XV.  Tiene planta de cruz, tres naves de misma altura y cubierta con bóveda de estrella. Los capiteles de las columnas que sostienen la bóveda son corintios, únicos en Gipuzkoa. Los últimos elementos en construirse fueron el campanario y la portada mayor que son de estilo barroco; la portada del norte que data del siglo XVI es de estilo renacentista y plateresco.

Pasamos el resto de la mañana paseando por las calles de la localidad que a esta hora están muy animadas. Nos tomamos unos vinos y unos pintxos de despedida y volvemos al hotel a comer antes de iniciar el retorno a Madrid donde he reservado habitación para pasar la noche. El hotel  en cuestión es el Mirador Puerta del Sol, un 2* que está muy bien en la misma Puerta del Sol. Es un alojamiento sencillo pero limpio y moderno con buena atención y a precios ajustados. Ver mi crítica en TripAdvisor (https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187514-d5893727-r941633070-Hotel_Mirador_Puerta_del_Sol-Madrid.html)

 

SÁBADO, 31       MADRID


Antes de que salga mi tren hacia Albacete tengo una mañana entera para disfrutar de Madrid.

Lo primero, busco un lugar para desayunar y doy, por casualidad, con Masa y Dora, un local estupendo, a un paso de la Puerta del Sol y del hotel, con un servicio fabuloso y unos precios insuperables: churros, por supuesto, (cinco) y café con leche por 3,90 (¡mejor imposible!). Una churrería-cafetería muy recomendable: https://masaydora.com/

Mi siguiente paso es la Fundación Mapfre, donde se exhibe una excelente muestra de obras de Chagall titulada Un grito de libertad, en la que se plantea un amplio recorrido por su obra a la luz de los acontecimientos históricos que el artista tuvo que enfrentar, así como las posturas que adoptó ante ellos. Interesantísima.

En la planta sótano se exhibe también una retrospectiva del fotógrafo sueco Christer Strömholm que recoge muestras de todos los aspectos de su producción, desde su participación en el grupo alemán Fotoform en los años cincuenta, hasta los retratos icónicos de sus amigas, las travestis de la Place Blanche de Paris, pasando por sus múltiples viajes, su fotografía callejera y sus retratos de artistas. También muy atractiva.

Desde allí me he ido al Instituto Cervantes en el que se puede ver la exposición “Las palabras de un secreto. Pilar de Valderrama”, que reúne 180 piezas sobre la poeta y dramaturga madrileña también conocida como la Guiomar de Antonio Machado. Además de su obra creativa, se exhiben fotografías, manuscritos, cartas, pinturas, dibujos y otros objetos personales, en resumen, el  legado de una mujer cuya obra quedó eclipsada por la fama que le otorgó ser la última musa de uno de los poetas más grandes de la literatura española. Para una profesora de literatura como yo esta muestra resulta interesantísima.

 

Y remato la mañana madrileña con otra exposición que se presenta en el Museo Gran Vía, 15  sobre el artista canadiense  Chris Levine: “Selected works of a visionary” (esta es más curiosa y  mucho más cara).
Chris Levine es un artista conceptual, conocido básicamente por obras en las que  juega con la luz, el tiempo y el espacio, elementos con los que trata de que los visitantes tengan una experiencia en lugar de ser meros espectadores. Son muy conocidos sus retratos iluminados como ‘Lightness of Being’, el retrato de la reina Isabel II, descrito como una de las imágenes más icónicas del siglo XXI y que se expone por primera vez en España.

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BUCAREST y CÁRPATOS (8-13, febrero)


Pese a que este año se había suspendido el tradicional viaje que hacemos en la Semana Blanca, finalmente surgió la posibilidad de cuadrar una escapada de cuatro días a Rumanía que hemos sabido aprovechar.

 JUEVES, 8:

Salimos de Albacete a las 15:00 de la plaza de toros. Esta vez hemos vuelto a contratar el transporte, tanto la ida como la vuelta, desde Albacete a  Alicante, con https://www.zonetransfers.com/ que funciona a la perfección (una empresa muy recomendable y a buen precio.

El avión despegó en hora (en esta ocasión hemos volado desde Alicante a Bucarest con WizzAir) y llegó también a su hora. Allí nos esperaba un transfer (contratado con Booking) que nos dejaba en un pis-pas en la puerta del hotel. Hemos reservado en un hotel muy céntrico: Central Hotel, Trademark Collection by Wyndham ****, con Booking
https://www.centralhotel.ro/ro/ (Ver mi crítica en Tripadvisor.
https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g294458-d309661-r941617843-Central_Hotel_Trademark_Collection_by_Wyndham-Bucharest.html)


 VIERNES, 9 Bucarest

Tras el desayuno nos encontraremos a la 08:30 en la recepción del hotel con Dorin, nuestro guía, quien nos acompañará durante todo el día para mostrarnos la ciudad y muchos lugares que no conoceríamos por nuestra cuenta. Dorin habla español perfectamente y se puede contactar con él, si os interesa, en +40766564117. También organiza excursiones por el país. Es muy recomendable y serio.

Durante el tour nos ha explicado los orígenes de la ciudad a través de un recorrido histórico para conocer la historia y leyendas del Bucarest más antiguo y los símbolos más importantes de la ciudad.

Bucarest se conoce también como “Little París” y en ella se mezcla el estilo comunista con la elegancia parisina. 

Comenzamos el recorrido por el parque Cişmigiu, localizado en pleno corazón de Bucarest, es el parque más antiguo de la ciudad, un pulmón verde con una extensión de 17 hectáreas que también lo convierten en el parque más grande del centro. Ahora estaban desmantelando una enorme pista de patinaje sobre hielo que se instala en el lago cada invierno.

Desde ahí nos dirigimos por la calle Victoria, la arteria principal de la ciudad, al Ateneo Rumano, que sólo vemos por fuera porque ahora está cerrado (volveremos mañana por la tarde que abre para visitas). Se encuentra muy cerca de la plaza de la Revolución y es un ejemplo del gusto por lo francés. Se trata de un edificio soberbio de estilo neoclásico aunque posee una gran cúpula de estilo barroco, además de 8 columnas de estilo jónico en la fachada.

Su construcción, entre 1886 y 1888, fue posible gracias a la contribución ciudadana a la que se le solicitaron fondos con el lema de “Daţi un leu pentru Ateneu”, es decir «Da un leu (moneda rumana) al Ateneo» que como eslogan aún se recuerda.


Continuamos el recorrido hasta la iglesia Crețulescu, uno de los templos ortodoxos más llamativos de Bucarest. Se trata de una auténtica superviviente y testigo del fin del periodo comunista. Se encuentra en una de las esquinas de la plaza de la Revolución, en Calea Victoriei, 45, frente al edificio desde cuyo balcón el dictador pronunció su último discurso (y muchos anteriores). Fue construida entre 1720 y 1722 y, desde entonces, ha sufrido muchos avatares. Tras el terremoto de 1940 la iglesia quedó seriamente dañada y llegó a plantearse su demolición pero, afortunadamente, fue renovada.

Llama la atención la fachada es de ladrillo y sus dos torres, y un maravilloso porche totalmente decorado con pinturas originales. En el interior asistimos a una llamativa y recargada decoración donde destacan el altar mayor, realizado en tonos dorados, y las pinturas que recubren todas las paredes por completo. Nos ha parecido una de las iglesias más bonitas de Bucarest y merece la pena mucho la visita tanto del exterior como del interior.

La Plaza de la Revolución  es un lugar emblemático de la historia del país. Además de esta iglesia, en ella se emplaza un enorme edificio de hormigón, el Comité Central del Partido Comunista de Rumanía,  típica construcción socialista, en cuya fachada se encuentra el balcón desde el que Ceaușescu pronunciaba sus mítines. Desde la azotea de este lugar, en diciembre de 1989, el dictador y su esposa Elena huyeron en helicóptero  horas antes de ser capturados y asesinados.

En el centro de la plaza se alza un obelisco de 25 metros de altura conocido por los locales como ”la patata”, que se erigió para recordar a las víctimas que perdieron la vida durante la Revolución.

Paseamos después por la calle Lipscani en cuyo número 55 se encuentra la famosa librería Carusel, ubicada en el antiguo edificio de un banco del siglo XIX reconvertido en un moderno local de seis plantas. Esta librería es una de las más 20 librerías más bonitas y elegantes del mundo.


También en el casco antiguo se pueden encontrar otros edificios interesantes como el palacio  CEC (sede del banco de ahorros nacional C.E.C., llamado en la actualidad CEC Bank), el hospital Coltea (una preciosa construcción de principios del XVIII, que aún funciona como hospital, en el Bulevar Ion Bratianu) o el curioso edificio de la sede de la Asociación de Arquitectos de Rumania, construida sobre las ruinas del edificio de la Securitate (policía secreta de la época de Ceaucescu).  Este último es una construcción muy interesante ya que la planta baja son los restos del antiguo edificio de la policía política (en el que aún quedan restos de los balazos) y la parte superior  está coronada por un moderno edificio de cristal de líneas rectas (Union Building). Por el camino, pasamos también por el Templo Coral. Construido entre 1857 y 1867, es una de las pocas sinagogas de Bucarest que sobreviven a pesar de los desafíos y del paso de los años. Es la más grande de Rumanía. (el sábado está cerrada)

Seguimos en dirección a la Plaza de la Unión (Unirii), que no tiene mayor interés, en dirección al Parlamento de Bucarest o Casa del Pueblo donde tenemos visita concertada, pero en el camino hacemos una parada en la tienda de cremas de la famosa doctora Aslan, pero está cerrada, obligándonos a ir a otro comercio para comprarlas. Ahora se hacía tarde y emprendemos una carrera para llegar a tiempo a la visita que es a las 13:30. Llegamos tarde pero  Dorin gestionó rápidamente el retraso en la taquilla y nos meten con el grupo siguiente por lo que, al final, no perdemos mucho tiempo.


Ahora sólo se puede visitar el 10% y reservando con antelación a través de los teléfonos + 40 733 558 102 o +40 733 558 103. La entrada cuesta 40 lei ( adultos y seniors, 20 lei) y el horario  es de 10:00 a 16:00.

NOTA: El DNI o Pasaporte en original es obligatorio para poder realizar la visita. Se entrega para ser escaneado antes de empezar la visita, recibiendo un permiso que le permite el acceso. El tour se realiza en grupo y con guía licenciado del Palacio. No se puede visitar por libre ni con guía particular. La visita en castellano es posible sólo con reserva previa, y en este caso el guía del grupo hará la traducción. Las medidas de seguridad son extremas.

Este impresionante edificio fue construido para saciar los delirios de grandeza del dictador Ceausescu y tiene más de 1000 habitaciones; la decoración está hecha a base de oro y mármol. Es el segundo edificio civil más grande del mundo sólo superado por el Pentágono, y el primero más caro y pesado. La megaconstrucción se realizó a marchas forzadas por más de 100.000 trabajadores que se emplearon en turnos de 24 horas a lo largo de los siete días de la semana. Para levantar esta mole se eliminó un barrio entero -el equivalente a una quinta parte de lo que era la capital rumana en 1980-, habitado mayoritariamente por gente de clase media. Se destruyeron 20 iglesias, 10.000 casas y cerca de 57.000 familias fueron desahuciadas. Y todo para satisfacer los deseos del líder socialista.

En la actualidad es la sede de la Cámara de Diputados, del Senado, del Consejo Legislativo y de la Corte Constitucional. Además, alberga múltiples reuniones internacionales: se han celebrado cumbres de la ONU, económicas, festivales de música…Hasta Michael Jackson protagonizó allí una anécdota que suelen explicar la mayoría de rumanos cuando hacen de huéspedes de extranjeros recién llegados. El cantante estaba en la ciudad de gira, a principios de los 90, salió al balcón del Parlamento y saludó a los fans allí reunidos con un “¡Hola Budapest!”.

Volviendo a nuestra visita, en realidad, nos ha sabido a muy, muy poco ya que apenas hemos recorrido algunas de las estancias, y además muchas de ellas son sólo salas reuniones con casetas para periodistas extranjeros. Ni siquiera se accede al salón en el que se encuentra el conocido balcón desde el que se divisa una gran avenida de 4 km. y 120 metros de anchura, con unas dimensiones superiores a los Champs Elysèes de Paris, con jardines, fuentes, surtidores de agua, y que termina al igual que Champs Elysèes con el Arco del Triunfo. Pues esto ya no se puede ver (nosotros sí lo vimos en nuestra última visita a la ciudad, pero parece que cada vez se permite el acceso a menos zonas. Igual precio y muchísimo menos contenido).



No obstante, es una visita imprescindible ya que pasear por la escueta parte abierta al público es una delicia que acongoja por sus magníficas alfombras, sus lámparas de miles de bombillas y dimensiones galácticas, sus muebles, y  sus elegantes escalinatas de mármol.

Volvemos al centro, en Uber unas y otras a pie, y nos dirigimos al restaurante donde hemos reservado para comer, pasando antes por la Corte Principesca Medieval de Vlad Ţepeş (Drácula) que se encuentra cerca del local. La antigua Corte Real (Curtea Veche) fue fundada por el famoso Vlad el Empalador y es el monumento medieval más antiguo que se conserva en Bucarest. Fue construida en el siglo XV y es donde se supone que vivió. La Curtea Veche estuvo en pie hasta 1718 cuando dejó de usarse tras un incendio que arrasó Bucarest. Hoy son sólo ruinas.

Almorzamos en un sitio llamado Lacrimi și Sfinți, un local de comida rumana que nos está mal, pero en el que son muy, muy lentos. Creo que debe de haber otros lugares mejores. Los platos no estaban mal.

Finalizada la comida y la tertulia rápida, como es nuestra costumbre, continuamos con el recorrido de la ciudad viendo algunos otros lugares emblemáticos de la misma.

Unas de las visitas más interesantes de la tarde fue la del Monasterio ortodoxo de Stavropoleos, también conocido como Iglesia Stavropoleos. Su nombre es el resultado en rumano de la palabra griega «stau­ro­po­lis», que significa «ciudad de la cruz». La entrada es gratuita y el horario de visita es de 8 a 18.


Esta preciosa iglesia ortodoxa, con su pequeño claustro, se construyó en 1724 junto con un pequeño monasterio y una posada con cuyos ingresos se cubrían todos los gastos. A finales del siglo XIX la posada y el monasterio fueron demolidos y algunos terremotos provocaron la caída de la cúpula de la iglesia, por lo que llegó a proponerse su demolición, aunque, por suerte, fue reconstruida y restaurada. Es un monasterio de monjas y en la actualidad sólo quedan en él nueve religiosas.

El exterior está recubierto por coloridos murales y se accede al templo a través de unas pequeñitas puertas de madera. El interior es sorprendente ya que las paredes y techos se encuentran cubiertos por frescos y elegantes elementos decorativos que conforman una hermosa colección de arte religioso y bizantino. Anexo a la iglesia se encuentra el diminuto y coqueto claustro.


Este pequeño monasterio es, sin duda, uno de los lugares más bonitos de la ciudad.

Muy cerca del Caru cu Bere y del monasterio se encuentra también la Biserica Zlătari, pequeña y sencilla iglesia ortodoxa en el exterior pero con maravillosos frescos en el interior. Horario de 08:00-20:00.

Ya de vuelta a nuestro hotel pasamos rápido por el palatul CEC (que iluminado por la noche está precioso para hacer unas fotos) y atravesamos el Pasaje Macca Villacrosse, uno de los lugares más conocidos de la ciudad, formado por dos pasillos cubiertos con vidrieras amarillas que convergen en una rotonda interior. El Pasaje está repleto de bares, cafeterías y restaurantes. 

Después de un día tan movido sólo tenemos ganas de volver al hotel a descansar, así que picamos unas raciones en Gambrinus I, un local justo en la esquina frente al hotel (buena atención, comida rica y buen precio) y nos retiramos a descansar.

 

SÁBADO, 10:    Bucarest a nuestro aire

Hoy hemos dedicado el día a recorrer por nuestra cuenta la ciudad y visitar algunos de los puntos de interés que ayer sólo pudimos ver desde el exterior.

Comenzamos por el MNAC (Museo Nacional de Arte Contemporáneo) ubicado en una de las alas del edificio del Parlamento (Horario de 11:00 a 19:00. Cerrado lunes y martes) Precio: 40 lei.


Lo primero que hacemos es subir a la última planta donde hay un bar con terraza con desde las que se tienen buenas vistas de la ciudad, tomarnos un café y hacer fotos desde la terraza.


Luego vamos bajando hasta la planta baja. El museo exhibe piezas de arte contemporáneo distribuidas en varios pisos a los que se puede acceder mediante un ascensor de cristal exterior (como el del Reina Sofía) Algunas cosas son interesantes y curiosas, pero la opinión sobre él ha sido muy dispar en nuestro grupo. El sitio es singular, pero no lo considero una visita obligada, especialmente si no te gusta el arte muy moderno.




Desde aquí nos dirigimoa al Boulevard Unirii, que con casi 4 kilómetros de longitud, es una de las avenidas más importantes de Bucarest. Su estética recuerda muchísimo a la Avenida de los Campos Elíseos de París. Las mejores vistas del Boulevard Unirii se tienen desde la azotea del Parlamento (a la que no pudimos acceder ayer en la visita guiada).

Continuaremos por el boulevard hasta la plaza Unirii y desde esta subimos hasta la plaza de la Universidad y, por la Avenida de la Victoria (Calea Victoriei) que es la arteria más importante de Bucarest y también la más antigua, sllegamos hasta la Plaza de la Revolución, un lugar de gran importancia histórica en el que el pueblo rumano seguía los discursos de su líder Ceaușescu. También en ella el pueblo rumano se levantó contra el dictador el 21 de diciembre de 1989. Cuatro días más tarde el dictador y su mujer fueron capturados (habían huido de Bucarest al comenzar las protestas) y asesinados en Targoviste. Durante todos estos acontecimientos perdieron la vida muchas personas por eso en el centro de la Plaza de la Revolución se levantó un obelisco para homenajear a todas esas víctimas (”la patata”).

Nuestra idea es visitar el Ateneo y el Museo de Arte, pero, como ya es la hora de comer, vamos a un local que nos recomendó ayer el guía: Excalibur, un restaurante medieval y turístico a más no poder. Además estaba lleno así que buscamos otro por la zona y dimos con uno bastante sencillo en el que nos atendieron fenomenal y comimos muy bien.

Finalizada la comida nos dirigimos al Ateneo que los sábados abre para visitas de de 16:00-19:00. El   Ateneo Rumano (https://www.fge.org.ro/) es uno  de los edificios emblemáticos de la ciudad, sede de la Filarmónica de Bucarest y con su estilo neoclásico es uno de los edificios más bonitos. Se construyó en el año 1886 y se inauguró en 1888. Tiene forma circular y por fuera parece un templo griego con 6 columnas jónicas en el frente; en el interior hay mármol de Carrara por todas partes. La entrada vale 10 leis y se saca en el mismo edificio. Merece muchísimo la pena.




Cuando se entra, uno queda impactado por tanta belleza. El vestíbulo es impresionante, muy grande, con una decoración exuberante, todo  revestido de mármol de Carrara, con maravillosas lámparas y preciosas escaleras; su belleza sólo es superada por el auditorio, con capacidad para 650 personas, que está coronado por una cúpula imponente.

Hemos tenido muchísima suerte en la visita ya que había un cuarteto de cuerda y piano ensayando y hemos pasado allí un rato estupendeo oyendo música clásica en este maravilloso lugar.


A continuación nos dirigimos, justo enfrente, al otro lado de la Avenida Vistoria, al Museo Nacional de Arte de Rumanía (anterior Palacio Real) que recorremos bastante rápido porque casi es la hora de cierre. Este edificio sirvió de residencia oficial a los reyes de Rumanía hasta 1947, cuando se instauró el régimen comunista. Se inauguró en 1950 y alberga una valiosa colección de arte moderno y contemporáneo. A partir de 2001 es la sede del Museo Nacional de Arte la Galería Nacional que guarda todas las colecciones de arte nacional de Rumanía.

El museo tiene forma de U y exhibe más de 4 mil pinturas y, en total unas setenta mil obras de arte, en tres principales galerías: la de arte Europea, la de arte moderna y medieval de Rumania, además de otras colecciones menores como la Galería de Arte Oriental.

El horario es de miércoles a viernes de 10 a 18, sábado y domingo de 11 a 19 horas; lunes y martes cerrado. El precio: Galería Nacional: 24 RON (4,80 €). Galería de Arte Europeo: 24 RON (4,80 €). Entrada combinada: 32 RON (6,40 €)

Ya de bajada por la calle Victoria pasamos por el  Pasajul Victoria, que une la Avenida Victoria con la Calle Academiei; un pequeño pasaje que se ha hecho popular en los últimos tiempos gracias a los paraguas de colores que lo adornan. No tiene mucho más.


Desde aquí nos adentramos en el barrio antiguo y deambulamos un rato por sus calles. Nos tomamos un cocktail en un lugar muy majo y volvemos a la zona del hotel para cenar, esta vez en el Gambrinus II, en el que milagrosamente encontramos mesa ya que está todo hasta los topes de gente. La cena muy bien (unas costillas al horno con patatas y unos mejillones de escándalo)

 

DOMINGO, 11. Excursión a los castillos y Transilvania, con Brasov 


Iglesia nueva
Para el día de hoy hemos contratado una excursión de día completo a los Cárpatos con una empresa bastante recomendable de Bucarest, pero de socios españoles y que, por tanto, hablan español perfectamente. Se llama Santiago Tours (por Santiago de Compostela) y su web es  https://www.rumania-viajes.es/. Ofrece muchas opciones de excursiones y circuitos con una estupenda atención y buenos precios.
Así pues, a las 07:30 nos recoge nuestro guía en el hotel y salimos de Bucarest hacia los Cárpatos Meridionales. Hemos reservado una excursión privada de día completo a la zona norte. Tras 2,5 horas de viaje llegamos a Sinaia, una estación de montaña, en el valle de Prahova, con un precioso paisaje. En esta localidad se encuentra el monasterio ortodoxo de Sinaia que dio nombre a la ciudad ya que fue edificada alrededor del mismo. Hacemos –cómo no- una parada para visitarlo.

Este monasterio fue inaugurado por el príncipe Mihail Cantacuzino en 1695 con fines no sólo religiosos sino también defensivos. Lo nombró así en honor al Monasterio de Santa Catalina,  en el Monte Sinaí, en Egipto, a donde el noble había viajado en peregrinación y del que quedó fascinado.

El recinto consta de dos patios, cada uno cuenta en su centro con una iglesia de estilo bizantino llamadas, la primera, más antigua, biserica veche (iglesia vieja) del 1695 y, la segunda, biserica mare (iglesia grande) más grande y moderna construida en 1846. Ambas son muy bonitas. En el interior se conservan las pinturas y mobiliario originales de gran belleza y colorido. En el recinto también hay una biblioteca (no visitable) y un museo que se abrió en 1895 siendo la primera exhibición de objetos religiosos de Rumanía. Alberga colecciones de iconos y cruces del siglo XVII, la primera Biblia en rumano de 1688 y otros objetos valiosos. La entrada a los patios e iglesias es gratis; el museo cuesta 5 leis (muy barato).




Desde aquí nos dirigimos a la “joya de la corona”, el Castillo de Peles, un maravilloso palacio con apariencia de castillo refinado que fue la última residencia real de Europa construida en estilo neo-renacentista. Hasta 1947 fue el lugar de veraneo de los reyes. Hoy es un museo que abrió sus puertas en 1990. Tanto el entorno como su arquitectura son deslumbrantes.


Los horarios y tarifas se pueden consultar en su web: https://peles.ro/ 

Lo primero que sorprende es el marco en el que está ubicado: entre bosques y con los Cárpatos al fondo. Cuenta con bonitos jardines y fuentes de piedra en el exterior desde donde tomar buenas fotografías (ya que están prohibidas en el interior si no se paga un extra). A continuación se accede a un patio precioso (donde está la taquilla y se espera para entrar) con escaleras, balcones y miradores en madera y piedra.

Este castillo no permite la visita por libre sino que se realiza  con guía licenciado del castillo o el guía del grupo. La entrada coincide con la salida y se deben usar unas zapatillas de papel encima de los calzados para proteger los magníficos suelos del edificio.

Una vez dentro uno se queda anonadado con la belleza del lugar. Tiene 170 habitaciones repartidas en 3.200 metros cuadrados de planta y están adornadas con escaleras de mármol, pasadizos y puertas secretas, maderas nobles en el suelo, techos tallados delicadamente en madera, coloridas vidrieras, lámparas de araña impresionantes, cortinas, espejos, pinturas, esculturas…; hay salas y decoración de otras culturas como la sala oriental, una sala de música, una biblioteca espectacular, un pequeño teatro… Como curiosidad, la residencia cuenta con 30 baños. 



El palacio incluso se dotó en su día de electricidad y calefacción; todo un lujo para la época. En una de las salas se puede contemplar también la colección armamentística del Rey Carol que cuenta con más de 4.000 piezas, incluidas armaduras de soldados y caballos.


En resumen, una maravilla. Una visita imprescindible si se viaja a Rumanía. No obstante, al ser un lugar tan turístico (es el segundo museo más visitado del país) había muchísima gente y grupos que impiden disfrutar al 100% de la visita, además de tener que esperar bastante rato en una larga cola para acceder al interior. Pero merece la pena.

Desde aquí continuamos viaje hacia Bran para visitar el conocido como “Castillo de Drácula”, pese a que todo es un mito inventado para atraer el turismo ya que, en primer lugar, el conde-vampiro es una creación literaria de Bram Stoker. Por otro lado, respecto al personaje real Vlad Drǎculea (Vlad III el Empalador) el castillo es famoso por la creencia de que fue su hogar en el siglo xv; sin embargo, no hay evidencias de que viviera allí y además, según la mayoría de las versiones actuales,  sólo estuvo dos días en el castillo, encerrado en un calabozo, de camino a la prisión de Budapest. 

El castillo de Barn es una fortaleza medieval construida (en el mismo lugar donde se encontraba una fortaleza de los Caballeros Teutónicos de 1212) entre 1377 y 1388 por los sajones de Transilvania como fortaleza para detener la expansión del Imperio otomano; más tarde sirvió como punto de aduana para recaudar los impuestos de los comerciantes que deseaban entrar en Valaquia. Está situada  sobre una roca de 200 metros de altura desde donde ofrece preciosas vistas del valle. Desde abajo, parece un castillo de cuento con sus  torres y torreones y tejados rojos y picudos. En 1920, la fortaleza fue regalada a la reina María quien la restauró y la convirtió en un palacio de verano donde pasó muchos años. 

A la puerta de entrada se llega subiendo una empinada rampa y después unas más empinadas escaleras.

Debido a las características del castillo y el aflujo de visitantes, después de una presentación general en el vestíbulo, la visita es libre y consiste en subir y bajar escaleras, incluso un pasadizo secreto, hasta la terraza con vista panorámica y bajar por otras escaleras diferentes (La salida es distinta de la entrada) acabando la visita en el patio central. Durante el trayecto se visitan diferentes salas.

El interior es una construcción laberíntica, pero muy coqueta. Alberga unas 60 habitaciones a las que se llega, como ya he dicho, a través de sinuosas y estrechas escaleras o pasadizos. Muchas de las habitaciones están conectadas por pasajes subterráneos en los que hay colecciones de muebles, armas y armaduras de los siglos XIV a XIX. También se pueden ver en diferentes estancias montajes audiovisuales y otros objetos relacionados con el mito del vampiro.

En la parte alta se encuentra la terraza desde la que se disfruta de unas espléndidas vistas del valle y las montañas.


El único “pero” que se le puede poner al castillo es que es un lugar extremadamente turístico, incluso hay un enorme mercadillo en la entrada con puestos de comida rápida y souvenires la mayoría “made in China”. Este castillo es muy diferente al de Peles, nada que ver. Hay quien dice que este no merece la pena después de visitar el otro, pero yo creo que sí la merece aunque efectivamente sean muy distintos.

Finalizada la visita nos dirigimos a nuestra última parada: la ciudad de Brasov, una encantadora ciudad situada a los pies de los altos montes Cárpatos.

Tras aparcar, nos dirigimos a la antigua Plaza del Ayuntamiento (Piata Sfatului), constuida por los sajones, en la que se pueden admirar impresionantes edificios barrocos con fachadas ricamente decoradas. Uno de ellos es el  antiguo ayuntamiento (Casa Sfatului, de 1420), un destacado edificio de arquitectura sajona que hoy alberga el Museo de Historia. Hacemos unas fotos y entramos a una pizzería en la misma plaza para comer, por cierto muy bien.

Salimos tarde y queda poco tiempo para ver la ciudad. Damos unas vueltas por el casco antiguo y la calle comercial, visitamos una sucursal de las cremas de la famosa doctora Aslan donde compramos algunos productos y, de vuelta al coche, vemos desde fuera la Iglesia Negra (Biserica Neagra), que es uno de los monumentos más destacables de la ciudad y la iglesia gótica más grande de Rumanía. Es de culto evangélico y fue construida entre 1383 y 1477 y el nombre se debe a un incendio que tuvo lugar en 1689 y que dejó ennegrecidas las paredes. Hemos leído que el interior es precioso, pero no tenemos tiempo de entrar a verla.

Cogemos el coche y volvemos a Bucarest tardando 5 horribles horas porque es domingo y hay caravana, además de que el guía ha tomado carreteras secundarias a través de los montes. Un horror de viaje de vuelta.

Llegamos bastante tarde a la ciudad, de hecho, tengo que llamar por teléfono al restaurante donde tenemos la reserva para la cena para avisar del retraso. Sin pasar por el hotel nos dirigimos al restaurante Vatra, donde degustamos unos platos rumanos que no están mal, aunque no estamos del todo bien porque el personal es un poco antipático y seco, especialmente el maître. En mi opinión la comida no está mal y a buen precio, pero tampoco es algo especial como para recomendar, así que sólo pongo su web por si interesa. https://vatra.ro/

 

LUNES, 12      Termas

Hoy dedicaremos el día a disfrutar de las Therme Bucarest, considerado el balneario urbano más grande de Europa con 250.000 m2.

La verdad es que nosotras cometimos un pequeño error al elegir el día: habíamos decidido ir el lunes pensando que habría menos gente que el domingo y además el precio de lunes a viernes es un poquito más económico que los sábados y domingos, pero no sabíamos que ese lunes comenzaban las vacaciones de los colegios e institutos, así que estaba “petado” entre turistas y locales. 

Toda la información para llegar y entrar al balneario se puede encontrar en su web:  https://www.therme.ro/. Sobre precios es mejor consultar también la web ya que depende de las zonas a las que se quiera entrar y de los servicios que se deseen usar (https://therme.ro/tarife). La verdad es que la cuestión de las entradas es un poco liosa: El balneario está dividido en 3 zonas: Galaxy, The Palm y/o Elysium. Galaxy tiene un montón de tubos y toboganes, parecidos a un Aquopolis. The Palm es la parte “más tradicional”, con diferentes piscinas y Elysium es la zona de saunas. Con la entrada The Palm, hay acceso a Galaxy, y si se saca el ticket Elysium se puede entrar a las tres.

Respecto a lo que conviene llevar, yo recomendaría, por supuesto, bañador y chanclas, pero allí alquilan de todo si no se quiere llevar nada propio. No es necesario usar gorro de baño (como en España), pero no está permitido entrar a las piscinas con el pelo largo suelto o en coleta; hay que llevarlo recogido para que no esté dentro del agua (eso lo llevan muy a rajatabla). También es obligatorio dejar todas las pertenencias en las taquillas; no se permiten relojes, teléfonos, zapatos, cartera, etc. en las piscinas (sólo puedes tomar alguna foto desde el exterior en la zona  Palm, pero nunca dentro del agua). Y, por supuesto, no se puede acceder al recinto con comida o bebida.

Therme Bucarest tiene una temperatura interior de 29-30 grados y la temperatura del agua de 33 ºC cada mes del año. El agua termal subterránea alimenta 10 piscinas, 6 saunas, 4 saunas húmedas y 16 toboganes. Es considerado el jardín botánico más grande de Rumanía, con 800.000 plantas, incluyendo 1500 palmeras y numerosas orquídeas y especies únicas. Un lugar bonito y rodeado de naturaleza, para relajarse y disfrutar. 


Pues bien, tras el desayuno, nos dirigimos en un Uber hacia las termas que se encuentran a 15 km de Bucarest . El trayecto, en función del tráfico, tiene una duración aproximada de 20-30 minutos y cuesta, al cambio, sobre 10 €. 

Nada más llegar ya se veía la muchedumbre que se dirigía a la entrada. No obstante, hay que decir que el complejo está organizado de 10, y todo informatizado, tanto el acceso al recinto como el interior (taquillas, vestuarios, cafeterías y restaurantes…) Pese al gentío, no se tarda mucho en trámites antes de entrar a las piscinas.

El complejo es formidable con muchas zonas diferentes, saunas, piscinas de tratamiento mineral, restaurantes y unas piscinas de chorros exterior climatizada a la que se llega sin salir del agua, y que es como un río muy agradable.

El funcionamiento aturulla un poco al llegar y parece complejo, aunque no lo es. Al pasar por taquilla y pagar el ticket, te ponen una pulsera que, desde que entras, sirve para prácticamente todo en el interior, por lo que hay que tener cuidado con no perderla. Se usa para abrir y cerrar la taquilla (está incluida en el precio de la entrada y te la asignarán al llegar a las termas con un número); también vale para pagar las bebidas y comida en las barras de las piscinas o en los restaurantes o para abonar los gastos extra como el alquiler de toalla o albornoz, acceso a zonas que no hayas pagado, sillones relax, o exceso en el tiempo de tu entrada.

Todo ello se hace pasando la pulsera por escáneres que hay en cada lugar.  Parece complicado pero luego es bastante fácil.

Antes de salir hay que volver a pasar por las taquillas donde escanean la pulsera y te indican cuánto tienes que pagar de suplemento.

Allí pasamos toda la mañana metidas en agua y recorriendo el enorme complejo.

Comemos en el restaurante que el inmenso y tiene zonas diferentes con comidas distintas y otra área de comedor muy grande. La comida, para ser a gran escala, no está mal ya que la cocinan allí.

Nos quedamos un rato más después de comer disfrutando del agua y volvemos al hotel.

Dedicamos el resto de la tarde a pasear por el centro histórico y hacer las últimas compras, hasta la hora de cenar que teníamos reservada en el famosísimo y muy turístico  Caru’ cu Bere, un local grandísimo y a tope de extranjeros. No obstante, es una parada obligatoria si se visita la ciudad. https://www.carucubere.ro/

El nombre significa literalmente «Carro con cerveza» porque nació como cervecería en 1879. Es un local de comida tradicional, precios no desorbitados y ambiente alegre, con música en directo, aunque como está tan concurrido, hay tanto ruido, y además la música, no se puede decir que sea un sitio muy agradable pese a ser precioso. El restaurante tiene un enorme salón y dos pisos más que se abren con balconadas de madera sobre el primero. En el interior destaca su decoración art nouveau con mobiliario, lámparas, vidrieras… de este estilo, además de estar todo él forrado en madera oscura.

Nos tocó una mesa abajo, justo al lado de los músicos y era bastante incómodo porque no se podía ni hablar del escándalo. La comida era rica y el servicio, pese a habar tantísima gente, bastante rápido. En fin, ya está visto.


MARTES, 13

Tras el desayuno aprovechamos la mañana para hacer unas últimas compras de iconos y algunas otras cosas y visitamos un punto importante de la ciudad que había quedado pendiente: la Catedral Patriarcal (Biserica Patriarhei) que se encuentra en una colina. A ella se sube a través de la Aleea Dealul Mitropoliei, una calle peatonal (no muy empinada) que une el Parcul Unirii con la colina Dealul Mitropoliei en la que se encuentra el complejo de la catedral ortodoxa,  y el palacio del Patriarca, Palatul Patriarhei, construido más tarde; ambos son la sede y la primera iglesia en importancia del culto ortodoxo en Rumanía.

Junto a la iglesia y en la calle que sube hasta ella hay muchas tiendas de objetos religiosos donde encontramos los souvenires que buscábamos.

Por desgracia no pudimos acceder a la iglesia porque estaban fregando y no nos permitieron entrar, sólo la vimso por fuera; al igual que el palacio que no se puede visitar. El recinto merece la pena una visita tanto por los edificios como por las vistas que se tienen de la ciudad desde arriba.

Dimos una vuelta, hicimos unas fotos y volvimos a la zona del hotel donde compramos unos bocatas para el viaje, nos tomamos un aperitivo en Gambrinus y nos esperamos el coche que nos llevó al aeropuerto para tomar el vuelo a Alicante y regresar a nuestra ciudad.

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