TAILANDIA, MALASIA Y SINGAPUR

El día 25 de julio iniciamos un viaje que nos llevará a tierras asiáticas durante 5 semanas. Las 16 horas de avión no se hicieron nada pesadas teniendo en cuenta que volamos con Emirates, la mejor compañía del mundo; y la verdad, no hay color respecto a las demás: el trato, la organización, la comida, el avión... Una pasada!
La llegada no tuvo contratiempos, salvo por la hora que estuvimos haciendo cola para comprar una SIM tailandesa para el teléfono para llamar a España barato y que no les quedaban. Compramos la ficha roja (40 bth=1€) para el city train (blue line) en las máquinas (admite billetes y solo hay que marcar la estación a la que vas cuando te muestra la línea; te dice el precio y sale la ficha y el cambio. Al entrar la ficha se pasa por el detector y se guarda porque hay que echarla para salir en la estación de destino)
Bajamos en nuestra parada y aunque nos costó un poco orientarnos, llegamos rápidamente al apartamento, justo para picar algo que nos había dejado la anfitriona

Sábado, 27 de julio

Hoy es nuestro primer día en BKK. Comenzamos el día bajando a desayunar a una pastelería cercana. Después vamos paseando hasta Victoria Monument, que está bastante cerca, para ir conociendo el barrio. Hacemos compra en un 7 eleven y compramos, al fin, la tarjeta SIM para el móvil (trajimos uno viejo solo para llamar a España con la SIM de aquí que sale baratísimo (10 bth/minuto =2,5 ct./minuto)
Después cogemos un taxi y nos fuimos al Gran Palacio (con el famoso Wat Phra kaew o Templo del Buda Esmeralda) . Tardamos más de una hora porque el tráfico y los atascos son... bestiales! Aún así nos costó 130 bth.. OJO! Hay que coger taxi que ponga arriba TAXI METER y obligarles a que lo pongan. El Palacio es impresionante; un recinto enorme, con varios templos y palacetes, e incluido en otro recinto que alberga numerosos edificios y templos (no sé, pero me recordaba al Kremlim) aunque el más impresionante es el Templo del Buda Esmeralda (que no hemos podido visitar por dentro porque estaba cerrado). Lo intentaremos otro día. De lo más sorprendente del Palacio son los murales pintados y pan de oro que lo rodean y que representan los "no sé cuantos mil" templos tailandeses. El complejo real es verdaderamente precioso. Antes de salir hemos visitado el Museo del Templo del Buda Esmeralda
Al terminar la visita, hemos comido en un local justo frente a la salida llamado Krisa, que está muy bien y barato (bebida=agua de coco servida en el mismo coco y que es dulce y refrescante) , para continuar la visita Wat Pho, que es el templo más antiguo de la ciudad y que alberga el famoso Buda Recostado gigante, de 46 mt. de longitud, que es ¡Una pasada! No solo es impresionante el Buda sino que todo el complejo es una maravilla, tan bonito como el Gran Palacio. Todo ello es un laberinto salpicado de chedi de colores y centenares de estatuas. Alberga también un monasterio y una escuela de medicina tradicional. Hemos entrado a un templo de este recinto en el que estaban los monjes orando lo que resultaba curioso, aunque a mí me han parecido un poco de reclamo turístico. Y justo en la entrada nos ha caído la primera lluvia torrencial del viaje. También impresionante. Así que hemos comprado dos paraguas y hemos seguido paseando por este recinto. Al salir, nos hemos dirigido a otro templo cercano que venía en la guía pero estaba en ruinas, o en obras, no nos ha quedado muy claro (Wat Ratchaphradit). Por cierto, para entrar a los templos hay que descalzarse y además no se puede acceder a ellos con pantalón corto ni con los hombros descubiertos (en muchos hay pañoletas y faldas o pantalones para los turistas). Como no estábamos demasiado lejos de la famosa calle Khao San, hemos llegado a ella andando y en una terracita nos hemos tomado unos refrescos viendo el ambiente: muchísimos guiris -como nosotros-, algunos un poco pasados, de juerga y de compras, y miles de vendedores de todos los chismes que se pueda uno imaginar (algunos ofrecían en bandejas para comprar unos pinchitos de escorpiones negros y grandes, atravesados por su palito y fritos). No los hemos probado. Hemos dado una vuelta por los puestos y , finalmente, hemos comprado unas sandalias Teva muy chulas, que seguro que eran falsificadas (por el precio: las dos por 1100 bth). Hemos cenado en un chiringuito que tenían oferta en comida Tai por 4€, incluidas las bebidas (sopa. Arroz con pollo, fideos chinos con pollo, coca-cola y agua) y hemos salido a la caza y captura de un taxi. Ahí sí se ha "mascado la tragedia" porque ningún taxista quería poner el taxímetro (pues al se zona de turistas, tratan de sacar más baths); nos pedían 400 bth. Al fin, después de preguntar a 5 o 6 nos ha llevado uno por 70. El taxista llevaba en el asiento del copiloto una niña pequeña durmiendo en el asiento con su mantita y su pijama. Tampoco ha contribuido a facilitar la tarea de encontrar un taxi el hecho de que habíamos olvidado la dirección en thai del apartamento y el nombre del edificio, y que para remate la mayor parte de los taxistas hablan poco inglés (menos mal que nos hemos apañado con un mapita que llevábamos) Y más rápido que esta mañana, hemos llegado.
Con la tripa llena hemos repuesto fuerzas y deambulado por el mercadillo del barrio chino desde el que hemos bajado al embarcadero nº 5 del chao Phraya donde hemos cogido el barco-bus para pasear y ver la ciudad desde el río. El barco es le de bandera naranja y vale 15 thb por persona independientemente del recorrido que se haga. Se paga en el barco (hay una cobradora que va con una caja metálica haciendo ruido y gritando para que la gente pague). El paseo he estado muy bien pero el barco iba “petao” de turistas y locales. Nos hemos bajado en la parada 16 donde hemos cogido el de vuelta hasta la parada 9 (Tha Chang) que es al del Gran Palacio y la que queda más cerca del mercado de amuletos que queríamos ver también, aunque llegamos tarde y estaba cerrado. Volveremos mañana.
Hemos vuelto a coger el barco-bus hasta la parada Oriental (donde está el fabuloso hotel Oriental, el más antiguo y lujoso de BKK). De ahí hemos subido andando por Sion Street hasta el famoso mercado nocturno de Patpong. Cansados y antes de meternos de lleno en la barbarie del regateo nos hemos tomado un zumo natural de limón y menta (Domingo) y una agua de coco (yo) que me encanta, con su pulpita dentro.
Al final no hemos comprado nada; solo hemos echado un vistazo. Acaba de empezar el viaje y no podemos ir ya cargados de bolsas y paquetes. Dejaremos las compras para los últimos días. Este mercado, que y no es lo que era y ocupa prácticamente una calle, se venden sobre todo falsificaciones de bolsos, joyas, relojes (aunque el modelo que yo me quería comprar –Cartier Tank Solo- no lo tenían; en los laterales de la pequeña calle que ocupa se concentran numerosos garitos de showgirls en cuyas puertas se apostan y en cuyo interior ofrecen el famoso numerito de las pelotas de pingpong; la verdda es que estos locales se veían bastante sórdidos.
Finalmente, hemos cogido el skytrain (que produce vértigo de lo altísimo que va) en el mismo mercado y hemos vuelto a casa.



Martes, 30 de julio

Hoy nos hemos levantado temprano porque teníamos que hacer la mudanza a otro apartamento en el que estaremos otros 3 días. Es gracioso que estamos en la planta 12A, que equivale a la 13 que no existe. Hecho esto, hemos iniciado la aventura de hoy. Nos hemos enterado de que había una barcaza pública que hace un trayecto a lo largo de un khlong (canal) llamado Saen Sab que cruza media ciudad perpendicular al río, hemos conseguido un plano de la línea con las paradas y lo hemos cogido en el Pratunam Pier, muy cerca de nuestro apartamento. En este medio de transporte nuevo hemos llegado a la Casa de Jim Thomson que merece la pena ser visitada, una mansión de madera de teka muy tradicional con un precioso jardín que da al canal. Este hombre era un magnate americano que se afincó aquí y dio a conocer e el m do la seda de Tailandia; un día en una región del norte durante un viaje, se internó solo en la selva y desapareció, nunca se ha sabido nada más de él.
Después de esta visita hemos vuelto a coger el barquito para ir al Templo del Monte Dorado. Cada viaje en él cuesta 12 thb por persona, 20 cts.
El Monte Dorado es una pasada. El templo se encuentra sobre una colina artificial construida en el XIX, realzada por un chedi dorado enorme de 78 mt. Para llegar hemos tenido que subir los 318 escalones a pique de que nos diera del colapso, pues hoy la lluvia a dado tregua y ha lucido un sol de justicia. Al bajar hemos comido en un indio bastante cutre una comida demasiado picante para el tiempo que hacía, antes de continuar hasta el Wat Suthat (el templo que tiene un columpio gigante fuera). Es uno de los más bellos y grandes de la ciudad y alberga un buda de 8 mt. bañado en bronce. El templo está rodeado por los cuatro lados de figuras doradas de buda, en concreto 150. El enorme columpio del exterior se usaba antaño para una ceremonia brahmánica anual según la cual los sacerdotes en plena oscilación desde el columpio cogían una bolsa de oro de uno de los pilares; se suspendió después de cobrarse varias vidas.
Aquí, mucha gente practicaba un rito especial: se arrodillaba en un altar de mármol, agitaba un vaso largo de madera lleno de palitos con números y cuando uno se caía, se ibana. N armario y cogían un papel e el que, según el número de palito, se adivinaba el futuro, más o menos (algo parecido a las galletas chinas de la suerte) Aunque. Creo nada en esas cosas de adivinaciones y cábalas, he practicado yo también el ritual y e papelito no ha acertado en nada respecto a mí.
De este templo hemos decidido volver al mercado de amuletos que, después de otra caminata, estaba cerrando. Como estábamos al lado del embarcadero, hemos cogido el baco-bus y nos hemos ido a la parada de Tha Tien frente al Wat Run (Templo de Amanecer), hemos cruzado en el transbordador (3 thb por persona, algo irrisorio) y hemos terminado la tarde viendo este templo. Es una maravilla, recubierto de millones de piezas policromadas de porcelana china, se eleva con sus 80 metros de altura y el emblema de la ciudad. Hemos tomado un agua de coconut a la orilla del río en los jardines del templo y hemos regresado en barco y BTS (sky train) al barrio. El nuevo aartamento está justo al lado de la famosa torre Baiyoke de 309 mt., la más alta de Tailandia. Subiremos mañana a tomar una copa al bar de la planta 83. Compra en el super que tiene el macroedificio del apartamento nuevo y a descansar.


Miércoles, 31 de julio

Día dedicado al barrio. Debo decir que nuestro apartamento está en una zona muy buena, a tiro de piedra de la zona de los grandes centros comerciales: Sion Paragon, MBK, Ion Plaza..., y muy cerca de Victoria Monument y justo al lado de la estación del city train del aeropuerto que conecta con el BTS (sky train); además de estar también muy cerca del canal y de una parada del taxi-boat (12 thb)
Para empezar la mañana hemos visitado el Suam Pakkad Palace, la antigua residencia de los príncipes Chumbhot, compuesta de 8 mansiones de madera del XIX repartidas en en frondoso jardín. Tiene una pequeña pero fabulosa colección de piezas de hasta el 3000 a.C. Y muchas de la Edad de Bronce en la zona de Tailandia. Muy interesante.
Después hemos ido a buscar un pequeño altar a la fertilidad que, según la guía, es muy original por la enorme cantidad de ofrendas de falos de todos los tamaños que lo adornan, además de ser un lugar de culto de los locales, se llama Chao Mae Tuptim. Llegar a este altar ha sido una odisea. Según la guía y el mapa está tras un hotel, detrás del aparcamiento y al lado del khlong. Voy a explicar como hay que llegar porque si no se pregunta es absolutamente imposible: hay que llegar lo primero a la calle Thanon Witthayu, mejor acceder desde Thanon Petchaburi, eso es fácil. Una vez en ella se cruza el canal y al llegar al hotel que hay a continuación, se entra y se le pregunta al guarda de la barrera de aparcamiento que te indica que vayas a la parte de atrás, pero una vez allí solo hay jn garito-bar, el canal y la entrada al garaje subterránea; preguntamos a otro guarda que nos indica que entremos y crucemos todo el garaje y al salir de este, se gira a la derecha y ahí está. Es algo muy original y destartalado, con falos de todos los colores, tamaños y materiales imaginables, algunos muy reales; es muy kirsch porque también hay una casita como de muñecas con muñequitos dentro, vestidos de señora en sus bolsas de plástico colgados de los árboles; en fin, algo muy curioso.
Visto el altar tocaba ir de centros comerciales, ya que tienen fama de ser impresionantes. Hemos empezado por el más conocido, el Sion Paragon. Hemos cogido un taxi (recomiendo los de color rosa: son más bonitos, siempre ponen el taxímetro y siempre te llevan. Aquí, al parar un taxi le dices a donde vas y puede decirte que no; aún no hemos entendido por qué) Aunque estábamos cerca hemos tardado un rato en llegar porque aquí el tráfico es bestial y caótico. Hemos comido en la planta 1ª con un sistema muy curioso: hay que comprar una tarjeta en un mostrador tipo oficina, que no vale nada pero a la que hay que ponerle dinero (lo que uno considere oportuno) como las prepago de móvil. En una zona inmensa de puestos de comida, se pide lo que se quiere y para ello se entrega la tarjeta que te devuelve junto con un recibo en cada puesto, en las bebidas, etc. Al terminar de comer se vuelve al mostrador donde se entrega la tarjeta y los tickets y te devuelven el saldo no consumido de la tarjeta. Curioso.
Después de come hemos entrado, allí mismo, en el Sian Ocean World, el acuario de BKK, que es precioso; lo tienen supercuidado, superlimpio, muy, muy original decorado (hay zonas parecidas a Port Aventura) y las especies son de lo más curiosas; algunas no las habíamos visto en la vida. No solo hay peces sino también anfibios, reptiles, pingüinos y algún mamífero como nutrias... Nos ha gustado muchísimo y merece la pena. El resto de la tarde la hemos pasado recorriendo la zona: el MBK y la Sion Square que es la de las tiendas de estudiantes, muy animada y con sosas muy originales. Ya no nos han quedado ganas de subir a la torre; lo dejaremos para otro día.
Voy a comentar algo sobre los transportes y el modo de usarlo por si alguien lee este blog y va a viajar a BKK. Hay varios sistemas:
Para moverse hacia las localidades cercanas (hasta unos 200 km +/-) lo mejor y más rápido son las furgonetas ( de unas 14 personas) que salen de la plaza de Victoria Monument (en tai se pronuncia "rot tuu". Solo ha que decirle a algún conductor el sitio al que se va y te indica qué furgoneta coger. Los billetes se sacan en unas pequeñas oficinas o unas mesas en la misma calle (ya te lo dice el conductor) salen cuando se llenan o como mucho cada 1/2 hora.
Para moverse por la ciudad está el BTS (tren aéreo que va por un carril sobre la ciudad), el metro (una línea) y el city train (línea del aeropuerto) las tres están interconectadas en algún punto, pero solo en uno con cada una. Para pagar hay que sacar el billete antes en todas. En todas hay una taquilla pero no venden el billete, solo te dan cambio de monedas, si solo llevas billetes, cuando les dices a donde vas pero luego debes sacar el ticket en la máquina; es fácil porque en la línea que estés solo conectará con otra y en una pantalla te ponen todas las opciones a las que puedes ir tanto de la línea en que estás como de la otra con la que conecta, y solo hay que tocar en la pantalla el nombre de la estación final (aunque se tenga que cambiar de tren), y te marca el precio; se echan las monedas y sale una tarjeta. Esta se mete al entrar y se guarda porque hay que meterla también al salir (si sales en otra estación distinta de aquella para la que has pagado, la puerta no se abrirá). En la línea del city train, en vez de tarjeta la máquina te dará una ficha roja; para entrar solo se pasa por un lector y al salir se echa en una ranura. En las máquinas del aeropuerto aceptan billetes.
Respecto a los barcos, el más útil es el expres boat (barco-bus) que es público y vale, vayas donde vayas, 15 thb por viaje. En algunas paradas hay taquilla pero generalmente hay que subir al barco y luego pasa una señora gritando y haciendo mucho ruido agitando una caja metálica con monedas y a ella se le paga. OJO, hay que coger los de bandera color naranja (hay otros de empresas privadas con banderas de otro color, algo más caros. Y uno turístico que es carísimo) en internet y en cualquier mapa están las paradas que tienen un número muy visible en los embarcaderos y el nombre.
Para cruzar el río hay transbordadores que aparecen también en cualquier mapa, salen continuamente y valen 3 thb por persona. Para acceder al embarcadero hay un torno junto a la taquilla; se paga y se pasa.
Finalmente está el taxi-boat que es una barcaza rápida que se desplaza por dos canales (khlong) en el interior de la ciudad. El mapa de paradas está en internet. Se accede al barco porque o hay taquilla y durante el trayecto un cobrador pasa cobrando.
Otro sistema rápido y barato es el taxi, muy barato. La bajada de bandera son 35 thb. Hay que coger uno que lleve arriba la señal "taxi-meter", y en la luna delantera, en la parte derecha inferior, unas letras rojas encendidas (significa que está libre) decir a dónde se va y luego pedir que pongan el meter; si dicen que no, se deja y se busca otro. Hay de muchos colores según las compañías. En nuestra experiencia, los mejores han sido los de color rosa fucsia.
Otra opción son las moto-taxi. Los motoristas llevan un chaleco naranja y algunos casco, por ello se les reconoce. Son rápidas y baratas, pero en la ciudad nos parecen peligrosas. Por ahora la hemos usado en Mae Klong y es toda una experiencia. En la misma moto íbamos tres personas.
También hay autobuses que sin bastante complicados de usar, algunos solo llevan el número y e resto está escrito en tai. No los hemos usado.
Finalmente, los famosos tuc-tuc, que son graciosos pero carísimos (en BKK) para los turistas y hay que regatear el precio. Mejor el taxi en la ciudad.
En otras localidades, nosotros lo hemos usado en Mae Klong, está el songtaew, que es una especie de camioneta descubierta pero con un toldete para la lluvia el sol, con 2 filas de asientos laterales para unas 12 personas sentadas y unas cuantas de pie agarradas en la parte de atrás. Muy útil, rápido y barato, pero no cubren demasiados kms.





Jueves, 1 de agosto
Hoy hemos decidido dejar BKK y acercarnos a ver el famoso puente sobre el río Kwae (más conocido por la película y su banda sonora que por otra cosa). Hemos pensado que lo mejor sería hacer el recorrido en el tren que lo cruza y que pasa sobre los puentes de madera de los pequeños acantilados en los que están las vías. Para ello hay que coger el tren hasta Nam Tok. Se puede subir en BKK, pero el trayecto es eterno por lo que lo mejor es subir en Kanchanaburi, la parada anterior a la del puente porque en esta última suele haber mucha más gente. En principio, pensamos ir directos a Nam Tok y a la vuelta bajarnos en la parada del puente para ver un poco la zona, hacer fotos, etc. Hemos madrugado un poco y después de desayunar hemos bajado a Victoria Monument y hemos cogido una furgoneta para Kanchanaburi (2 horas). Al llegar a la estación de buses hemos cogido un "taxi-tuctuc de 4 ruedas" (al que a partir de ahora llamaré "taxituc", nombre inventado por mí) hasta la estación de tren para sacar el billete en el genuino "ferrocarril de la muerte", que para que sea más auténtico solo tiene 3ª clase, o sea, asientos de madera y grandes ventanas que van abiertas para que corra el aire. El trayecto dura 3 horas (desde Kanchanaburi a Nam Toc, y de ahí hay que ir a 2 km. donde se encuentra la cascada (muy famosa) de Yok Noi. El billete vale 100 thb, carillo para ser esa clase y ese trayecto aquí en Tailandia. (Para colmo en algunos vagones, los de madera había carteles que ponía que esos vagones tenían una tarifa especial de 100 thb.) Resumiendo, una turistada, que nosotros hemos rematado comprando un recuerdo del trayecto consistente en una foto junto al billete plastificado y un certificado de haber tomado el tren; por detrás unas fotos del puente. ¡ Para matarnos! Al principio, todo es muy bucólico pues ya no quedan ese tipo de trenes funcionando por Europa y el paisaje es bonito: campos de arroz, algunas zonas del río, puentes de madera sobre algún acantilado; pero después de dos horas es más de lo mismo y cansa un poco. Y al llegar a la estación no hay nada y hay que coger otro taxituc (y regatear e precio, como siempre) para ir a la cascada ( uno piensa que está en medio de la selva por el paisaje que se ve desde el tren, pero a 50 mt. pasa la autopista y hay que cruzarla para llegar a la cascada. Y la cascadita no tiene ningún interés; es un entorno agradable y fresco pero igual exactamente que Riopar, por ejemplo. Y lleno de turistas rusos. De hecho hemos decidido que no vamos a visitar el parque de Erawan porque esto de las cascadas no nos ofrece mucho interés (habiendo, como hay,otras muchas cosas que hacer y ver en Tailandia).
Si no se ha llevado comida a la excursión, hay que comer por allí en alguno de los chiringuitos que hay en las cascadas o en la misma estación pues no hay nada mas (curioso: mientras comes (en los de la estación) la camarera va preguntando por los billetes de tren que cada persona necesita, va a la taquilla a sacarlos y te los lleva a la mesa). Y vuelta en el tren otra vez, que es un poco paliza (de hecho había gente que iba en furgonetas privadas: se bajaban de la furgo y subían al tren en la parada anterior a los puentes de madera sobre los acantilados y la furgo los recogía en la siguiente; también se puede coger un taxi (1000 thb: carísimo, pero se aprovechan porque es la única opción para no volver en el tren, y además tardan solo 1 hora en vez de tres:en el tren te dicen que se tarda dos horas, pero no es cierto; está mucho tiempo parado en no recuerdo qué estación, para un cruce, y al final son 3 horas completitas por lo que se llega al famoso puente puente bastante tarde, con poca luz y muy poco tiempo para ver la zona, el justo para tomar unas fotos y salir pitando en taxituc a la estación de bus para coger , por los pelos, la última furgo de vuelta a BKK; por cierto, con dolor de culo y de espalda de las 6 horas de traqueteo sobre la madera monda y lironda. El último bus de vuelta a BKK es a las 20:00. Nosotros volvimos en van que es mucho más rápida. Algunos foreros dicen sobre estas furgonetas que son conducidas por "camicazes", que son suicidas y peligrosas, pero a nosotros no nos parece nada de eso en absoluto, es una forma cómoda, barata y rápida de moverse por las localidades de alrededor y conducen igual que todo el mundo, o sea, de forma caótica. Los conductores son muy serios en su trabajo, muy amables y todo está maravillosamente bien organizado.
Resumen del día: UNA TURISTADA. ¿Merece la pena? Depende. Si se tiene mucho tiempo, puede ser una excursión graciosa, aunque recomendamos ir en tren pero volver al puente en taxi, aunque sea pagando 1000 thb, o en autostop, pero desde luego la vuelta en tren es una pérdida de tiempo enorme. Y el puente... ¡pues un puente de hierro! Si no fuera por la fama que adquirió con la película de David Lean no creo que tuviera más interés. La peli recrea las infames condiciones de trabajo en las que se construyó el trazado del tren. Del los doscientos mil trabajadores asiáticos, se calcula que entre ochenta y cien mil perecieron en la construcción del ferrocarril. De los sesenta mil prisioneros aliados, dieciséis mil encontraron el mismo destino. En fin, parece que venir a BKK y no verlo...
Sobre la historia que presenta la película y su similitud con la realidad hay que decir que "El punto más famoso y turístico de este recorrido es el puente número 277, el que supuestamente cruza sobre río Kwai. El que Pierre Boulle inmortalizó en su novela y el que David Lean, con un reparto de lujo, elevara a la categoría de leyenda del cine. Y digo supuestamente porque aunque el francés había sido prisionero de guerra de los japoneses, nunca estuvo en los campos de trabajo del ferrocarril de la muerte. Al escribir su novela, sabiendo que el curso del ferrocarril corría paralelo al del Kwae Noi (el pequeño Kwae), Boulle asumió que era este río el que cruzaba el puente, pero se confundió. El puente sobre el que él había escrito cruzaba el Mae Klong. Cuando a mediados de los sesenta el gobierno tailandés comenzó a recibir ingentes cantidades de turistas preguntando por el puente sobre el río Kwai, tal cosa no existía, pero existía su homólogo. Así que ni cortos ni perezosos, los Thais rebautizaron el Mae Klong como el “Kwae Yai” (El gran Kwae) unas cuantas millas al norte de la confluencia de los dos ríos y asunto resuelto. El puente ya estaba sobre el río que querían los turistas."





Viernes, 2 de agosto
Hoy dejamos la capital e iniciamos la ruta por el país: nos vamos a Ayutthayya, ciudad fundada en 1350 por el rey U-Thong que la hizo capital de su reino, a menudo mencionado como Reino de Ayutthaya o de Siam. Este impresionante parque arqueológico fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1991.
Salimos de BKK en tren, en tercera clase, pues el primero que salía al llegar a la estación de Huam Lampong solo tenía 3ª, aunque a diferencia de ayer, los asientos eran de escay rellenos de gomaespuma por lo que eran algo más blanditos.
Tras el viaje, el cansabido regateo con el taxituc para llegar al hostel, Tamarindo (dejamos nuestra crítica en Tripadvisor) nos encontramos ante el cartelito que indicaba el hostel. El recibimiento es estupendo, nos ofrecen unos vasos de agua fresca y son verdaderamente muy, muy amables. Comemos en el Old City Café que está a la vuelta e la esquina, y la verdad es que la comida es fabulosa y el precio estupendo. Muy recomendable.
Como es aún bastante temprano decidimos empezar a visitar templos a pie (mañana lo haremos en bicicleta que es lo que se recomienda). Nos han informado de que cierran a las 16:00 (aunque algunos lo hacen más tarde, como luego pudimos comprobar).
Lo principal para visitar la zona bien y no perderse nada es hacerse con un mapa (lo dan en todas las guesthouses) y señalar los lugares más importantes, por ejemplo, según la guía de Lonely Planet, preguntando en turismo o, más fácil, mirando en internet. Aunque en todos sitios se habla de un recinto, realmente los templos están desperdigados por toda la isla, entre las calles de la ciudad antigua, algunos a una distancia considerable. En la mayoría de los templos no se paga, pero sí en los más importantes, 50thb, que son todos los que hemos visto hoy. Creemos que hay una tarjeta o pase para varios de ellos, pero desconocemos cómo funciona. También se pueden alquilar audioguías en algunos, los más relevantes.
Pensando que no tendríamos mucho tiempo, comenzamos por el que se sitúa justo enfrente de albergue, el Wat Maha That, que es el que tiene a cabeza de Buda entre las raíces del árbol, una higuera, en concreto, y es el que alberga una de las figuras mejor conservadas de la etapa de Ayatthuyya, en piedra, de Buda. La cabeza ente las raíces es muy curiosa y los edificios, lo que queda de ellos, son espectaculares. A continuación, justo a lado del anterior, está el Wat Ratchaburana, construido por Borom Ratchatirat II con el fin de enterrar allí a sus hermanos que se enfrentaron sobre sendos elefantes en batalla para conseguir el trono, muriendo ambos. Está bastante bien conservado y es precioso también, y además se puede subir y acceder por escaleras exteriores a la parte interior superior del prang (torre central) en la que se encuentra la cripta donde se conservan algunos murales decorativos.
De este, continuamos hacia el Wat Phra Mongkhon Bophit, un templo grande, moderno y feucho que alberga un Buda sentado gigante (¡otro!) del siglo XV, muy venerado; pero el verdaderamente interesante se encuentra a la derecha de este y es uno de los más fotografiados de Ayutthayya, El Wat Phra Si Sanphet. Construido dentro del recinto del palacio real, era la capilla de los soberanos de Ayutthaya. Queda bien poco, exceptuando los tres grandes chedi, típicos del arte de Ayutthaya: influencia jemer, dimensiones imponentes, profusión y refinamiento en las ornamentaciones de estuco, capiteles lotiformes... Es curioso que este templo está repleto de jaurías de perros vagabundos ariscos y con cara de pocos amigos, aunque nosotros no hemos tenido problemas con ellos.
Y dado que hoy ha sido uno de los escasísimos días en que hemos visto el sol hasta ahora, el astro amarillo se ha cebado bastante y casi morimos de sofocación. No habíamos pasado tanto calor desde que llegamos a Tailandia. Y al calor lo ha acompañado al atardecer la lluvia, monzónica a ratos, que nos a obligado a resguardarnos junto a nos lugareños bajo un techado al lado de templo.
Cuando han cerrado los templos hemos decidido visitar un mercado flotante que hay en el extrarradio y a que hemos ido en taxituc, previa negociación, of course!
El mercado ha resultado ser una especie de parquecito de atracciones, sin atracciones, todo muy bonito con puentecillos, barquitas, muñecos gigantes por el agua y muchos chiringuitos y puestecillos, todo de madera y lleno de flores. Muy cuidado pero bastante artificial. Hemos tomado un zumo y cuando nos disponíamos a volver a la ciudad, porque era de noche y todo había cerrado (la guía ponía que cerraba a las 20:30, pero eso es los fines de semana porque a diario, como a las 18:00 es de noche y no hay gente, cierran antes), se ha desatado una tormenta bestial, lluvia torrencial y relámpagos... ¡Y de noche! Solo estábamos allí, en medio de la nada, nosotros y una pareja de franceses igual de colgados, los cuatro resguardados de la lluvia bajo un techado. Y por allí no pasaba ni Dios!! De repente he visto entre las cataratas de agua que caían, un taxituc que estaba resguardado bajo un techo y me he lanzado a por él para ver si nos llevaba. Negociación de nuevo y por fin, acepta (100thb., caro, pero es una emergencia!). Los franceses que ven que se quedan allí solos corren también hacia nosotros y nos proponen compartir e taxituc y que nos lleve a cada pareja a su albergue. En este caso negocia el francés y nos lleva por 80 thb cada pareja. Nosotros habríamos pagado lo que fuera por volver a la civilización en esas condiciones. Y el hombre coloca unos toldetes de plástico por los que entraba casi la misma agua que sin ellos y salimos bajo la lluvia torrencial hacia la ciudad. A medio camino el taxituc se para en medio de la carretera; y allí nos quedamos. El conductor se baja, coge un paraguas, mira y remira por todos sitios el carricoche y el motor, y finalmente coge una linterna, se mete bajo el volante con un bote de spray, que no sabemos qué sería, pulveriza algo por debajo y...¡¡Milagrosamente aquello arranca!! Para remate, se equivoca de sitio y nos lleva a otro donde Cristo perdió el gorro, hasta que alguien de ese establecimiento nos entiende y le indica en tai el nombre del nuestro; y tras todas estas peripecias, al fin, nos deja en la puerta de Tamarindo. Les deseamos a los franceses un buen viaje , nos despedimos y al fin en terreno conocido. Mañana, más.








Sábado, 3 de agosto
Hoy toca cambio de guesthouse. Desayunamos en Cafe Old City un rico cafe con leche con croissanes y cogemos un tuc-tuc para ir a Luang Chumni Village que es el nuevo albergue (ver crítica en Tripadvisor), una auténtica casa tai chulísima, al lado del canal. Muy bonita. Como la habitación no está preparada, dejamos las maletas, cogemos unas bicis y nos vamos de ruta a ver los templos que nos quedan de ayer.¡Menos mal que ayer vimos los importantes porque hoy estaba todo a tope de gente; autobuses llenos de turistas! Y nosotros ayer estábamos prácticamente solos.
Hemos empezado volviendo al Wihan Phra Mongkthon Bothit, que es un templo miderno, que ayer dije que era feucho, pero que alberga una figura enorme de Buda en su interior, que ayer no pudimos ver porque estaba cerrado. La verdad es enorme. De ahí hemos seguido con nuestras bicis (la verdad es que es la mejor manera de recorrer la zona) hacia el norte para ver la impresionante figura de Buda en piedra recostado y también gigante, pero nos hemos perdido y hemos llegado a otro templo también espectacular llamado Wat Thammikarat. En él había un altar dedicado a los gallos, repleto de figuras de gallos de todos los tamaños. En el interior del templo, el Buda, de color blanco en vez de dorado, estaba adornado con tiras de luces sicodélicas como leds de colores. Por el camino hemos visto algunos otros wats menos importantes. Y después de dar muchas vueltas algo perdidos, por fin, hemos llegado hasta Wat Lokayasutharam, el famoso Buda reclinado. Nos ha gustado muchísimo. Es impresionante. Hay que decir que las figuras de Buda se adornan con ropas diferentes para cada estación. En la que nos encontramos se recubre con una túnica amarilla que deja ver un hombro; incluso las figuras gigantescas lucen estos ropajes.
Dejando atrás esta maravilla hemos encontrado el Wat Tuk que era bastante nuevo y no hemos entrado, pero en la puerta había una gente en unas mesitas comiendo y nos hemos sentado allí con ellos a tomar una sopa, ¡la sopa, porque es siempre la misma! Y unas bebidas. Teníamos hambre y nos ha sabido a gloria y todo por 55 thb, o sea, 1€ y pico.
Después de comer hemos decidido que era hora de volver al albergue a coger la habitación que ya estaría preparada, pero en el camino hemos parado en un sitio llamado Khun Phan' s Residence, que era un lugar donde había elefantes y la gente les daba de comer, hacían números, bailaban, también se podía dar un paseo sobre ellos... ¡Para mí, deprimente! Este tipo de espectáculos me producen una amarga sensación. No entiendo por qué hay que hacer que un animal baile o de saltos (espectáculos con caballos en España, de doma, números de circo...) Me parece muy triste. De hecho hemos decidido que no vamos a visitar ninguno de los famosos templos de tigres (y eso que mis animales preferidos son los felinos y me encantaría poder acariciar a un tigre pequeño). Están, obviamente, drogados para dejarse acariciar sin peligro por los turistas y no los tratan tan bien como dicen los monjes. Es una aberración. En fin, es mi opinión y supongo que mucha gente no estará de acuerdo conmigo.
Hemos llegado sin novedad al albergue que visto más despacio es una preciosidad y todo muy auténtico y con mucho carácter. Íbamos a salir otra vez de ruta con las bicis, pero menos mal que no lo hemos hecho porque se a desatado un tormenta tropical enorme, con rayos, truenos, viento y un aguacero que parecía que se hundía el cielo. La hemos contemplado sentado en nuestra terracita privada del albergue. Todo muy bucólico.
Pasada la tormenta hamos salido a dar una vuelta a un mercadillo que hay cerca. Hemos cenado en una especie de merenderos que hay justo frente al 7eleven que ha al lado del albergue. Bien, pero ya se repiten los sabores.




Domingo, 4 de agosto

Todo el día prácticamente de viaje. Nos vamos a Sukhothai.
Hemos llamado a un tuctuc que nos ha recogido en el albergue y nos ha llevado a la estación donde hemos sacado billete para un tren expres que va hasta Phitsanulok, el sitio con estación más cerca de Sukhothai. El viaje lo hemos hecho en 2ª clase que era muy cómoda, asientos reclinables, con mucho espacio, reposapiés y con aire acondicionado. Además, por el precio del billete pasaban unas azafatas ofreciendo comida, zumos, bollitos... gratis.
Hemos llegado en unas 5 horas y pico (sale de Ayutthayya a las 12:15 y llega a Phitsanulok a las 17:50). Y aquí empieza la locura: un tuctuc desde la estación de tren a la de bus; un bus, que tarda una hora y vale 65 thb, que nos lleva hasta la estación de bus en la nueva Sukhothai. Y todo esto preguntando, corriendo, desorientados, ofreciéndote transporte para todos sitios los conductores a grito pelao... ¡Un poco agobio! Y cuando por fin se llaga a la ciudad nueva, aún quedan 14 km hasta la Old Sukhothai, que es donde está nuestro albergue, muy cerca de la entrada del parque. Hay bus-tuc que hacen el trayecto por 30 thb, pero el último sale a las 18:00 y ahí es donde te timan sí o sí, porque no hay forma de hacer estos km como no sea en taxituc que piden la friolera de 250 thb. Así que no queda más remedio que empezar a regatear hasta que lo dejamos en 200, que tampoco fue una ganga. Parece increíble que el segundo parque arqueológico más importante de Tailandia esté tan rematadamente mal comunicado.
Al fin, bastante cansados llegamos anocheciendo a nuestra guesthouse, Pin Pao (crítica en Tripadvisor) donde nos recibió una chica amable pero bastante brusca en el trato y la forma de hablar. Nos explicó un poco la zona, nos dio un mapa fotocopiado y nos enseñó la habitación.
Desde la estación de Phitsanulok veníamos con unos alemanes que perdimos en la nueva Sukhotai y que reencontramos en el albergue. Los 6 nos lanzamos com locos a la piscina nada más llegar pues aunque cerraba a las 19:00, nos dejaron darnos un remojón bajo las estrellas que nos supo a gloria.
Hay que decir que la zona no tiene ningún aliciente, salvo el parque. Todo está bastante oscuro y solo hay algunos puestos de comida, algún restaurante algo más cerca de la entrada del parque y un 7 eleven. ¡Si no fuera por ellos!





Lunes, 5 de agosto. Sukhothai

Verdaderamente ha merecido la pena el viaje hasta aquí. El parque arqueológico de Sukhothai es una maravilla. Nada que ver con Ayutthayya donde los templos están desperdigados por la ciudad. Este parque es un recinto en el que se hallan los templos y monumentos rodeados de jardines y lagos cuidadísimos. Y los edificios nos han parecido mucho mejor conservados que los de Ayutthayya. De hecho, es de lo que más nos ha gustado del viaje hasta ahora. Es algo que nadie que venga a Tailandia debe perderse.
El parque reúne los restos arqueológicos de la capital del reino de Sukhothai, que significa “el amanecer de la felicidad”. Fundado en 1238 por Khunn Pha Muang y Khun Klang Thao, el período Sukhothai se consideró como la era de oro de la historia tailandesa. Al mas famoso de sus reyes, el Rey Ramkhamhaeng el Grande, se le atribuye la creación del alfabeto tailandés moderno.
El Parque fue declarado por la Unesco en 1991 Patrimonio de la Humanidad.
La muralla de la ciudad tiene unos 2 kilómetros por 1,6 kilómetros, una puerta en el centro de cada lado y los restos del Palacio Real y 26 templos en su interior.
El mas grande de todos es el Wat Mahathat que prueba la majestuosa arquitectura de ese período con influencias Khmer, Hindú, Birmana, y Mon.
Nada mas desayunar hemos ido a alquilar unas bicis, para recorrer el parque, al sitio que nos recomendaron en el albergue, OR Shop, justo frente a la entrada (30thb/día), hemos sacado los tickets (100 por persona y 10 por cada bici) y nos han dado un plano a color.
Hoy nos ha acompañado también el sol, lo que por un lado es bueno, pero por otro, es horroroso. Segundo día de calor espantoso, aunque con las bicis no se iba mal porque corría airecillo. Hemos visitado y fotografiado todos los templos y monumentos. El que más nos ha gustado ha sido el de los elefantes. Se le llama así porque está rodeado de figuras de este animal. Precioso, muy bien conservado y muy original.
Todo el recinto se puede recorrer en una mañana o, como mucho, yendo muy despacio, en una día; no hace falta más tiempo. Hay tours organizados y visitas privadas, también se puede recorrer en tuctuc, motos de alquiler e incluso una especie de tranvía, aunque nuestra recomendación es alquilar una bici y hacerlo por libre. Dentro del parque hay puestos de comida en la zona de la entrada, pero por todo el recinto hay carritos de bebidas y una cafetería con terraza muy agradable para tomar un café.
Durante la visita, en uno de los templos he saltado un muro, no he calculado buen y he ido a parar al suelo con la cámara de fotos en la mano y la mala pata de que se ha hecho polvo la pantalla y solo se ve un trozo -y mal- por lo que hemos ido haciendo las fotos al buen tuntún y usando el móvil y la tablet. Habrá que comprar una nueva así que hemos pensado esperar a Singapur, capital de la electrónica, y comprarla allí. Además me he despellejado una mano y doblado un tobillo. En fin, una pena.
Como hemos empezado temprano, sobre la 13:00 habíamos visto todo, así que hemos devuelto las bicis y hemos comido unos muslos de pollo a la brasa con "sticky rice" en un chiringuito bastante cutre, aunque la comida estaba muy sabrosa. Por primera vez hemos probado en "arroz pegajoso" que lo toman como acompañamiento en la comida (equivale a nuestro pan) y que se come con los dedos; se le llama así porque la sensación es de que esta seco y pegajoso, como una masa. La verdad es que describirlo suena mal pero está muy rico.
Después de comer hemos cogido el tuc-bus y nos hemos ido a la ciudad nueva a dar una vuelta y cambiar algo de dinero. No merece la pena. Es bastante fea, al menos lo que hemos podido ver: solo hay puestos de comida por la calle, tiendas y poco más. Y todo eso bajo un sol de justicia. El bus-tuc está muy bien. Hay, según parece, algunas paradas fijas, pero por norma la gente le hace una señal para subir y le dice donde quiere bajar para que pare.
Nos hemos vuelto al albergue y hemos pasado la tarde en la piscina descansando. Ya hacía falta una paradita. Y allí estaba también la familia alemana cuando hemos llegado que, al parecer, ha tenido la misma idea. Había también una pareja de españoles; sé que eran españoles porque mientras Domingo dormitaba en una hamaca, yo estaba con mi tablet organizando la llegada y la estancia en Kuala Lumpur y los oía hablar en español. Al despertarse mi chico hemos comentado algo en español y los tontos del culo se han puesto a hablar, bastante fuerte además, o sea, para que los oyéramos bien, en catalán. ¿Se puede ser más gilipollas? ¿Y más paletos? Porque inglés no hablaban!!! La verdad es que así como en otros viajes hemos coincidido con muchos catalanes muy majos, en este, hasta ahora, ya es la tercera pareja que hace lo mismo: entre ellos los oyes hablar en castellano continuamente, pero cuando se dan cuenta de que hay algún español cerca hablan en catalán y "casualmente" a bastante más nivel de voz del que usaban anteriormente. Y lo mismo sucedió con una pareja de vascas en un albergue. En todos casos eran veinteañeros o, como mucho, treintañeros, no sé si esto tendrá algo que ver. ¡Sin comentarios!
En fin, después del baño hemos salido a cenar por los chiringuitos de alrededor y hemos probado la sopa de crema de coconut, con verduras y gambas. Un sabor raro, a coco un poco, como debe ser. Nos ha gustado.
El resumen del día es muy positivo por la visita al parque, pero negativo porque se nos ha roto la cámara de fotos y el trípode y, para colmo, esta noche también el reloj que ha acabado en un cubo de basura. Y estoy un poco dolorida del porrazo, especialmente me molesta el tobillo en el que ya tuve un esguince. Vamos a descansar!!



Martes, 6 de agosto

Camino de vuelta a BKK para volar mañana a Kuala Lumpur.
Como acordamos con la chica del albergue, a las 7 de la mañana estaba el tuctuc esperándonos en la puerta. Luego nos dimos cuenta de que los buses-tuc ya funcionaban y podíamos haber pagado 30 en vez de 200 thb, pero no caímos en preguntar lo de los buses. Llegamos a Sukhothai moderna a tiempo de coger el autobús hasta Phitsanulok (salen desde las 5:30, cada hora), de donde hemos salido con 1/4 hora de retraso. A llegar a la estación de buses hay que coger otro tuctuc hasta la del tren que queda muy retirada, menos mal que no hay que regatear porque los precios del tuctuc hasta los diversos destinos de la ciudad están expuestos en una pizarra en la parada. El tren salía a las 8:55 y hemos llegado a las 9:15, pero el retraso que llevaba ha hecho que pudiéramos cogerlo. Hoy nos hemos dado cuenta de que para viajar en tren aquí es mejor no tener prisa porque en todos en los que hemos viajado llevaban un retraso de una hora y media.
El viaje ha ido bien aunque el retraso ha ido aumentando con el trayecto. Hemos hecho una pequeña parada en Lop Buri que es un pueblo bastante feucho y sin nada que ver salvo un templo con tres torres muy bien conservado. Lo característico de esta localidad, y por lo que vienen hasta aquí los turistas, es porque se trata de la "ciudad de los monos" ; le llaman así debido a que está tomada por estos animales que campan por ella a sus anchas. Se encuentran por todos los sitios: en la calle, por los cables de la luz, entre los coches, en los parques..., es curioso. La mayoría "va a su bola" y si no les haces o dicen nada, "pasan de ti"; eso sí, si llevas algo de comida o algo llamativo, intentan quitártelo. Hemos visitado el templo (50thb) en el que se puede acceder al interior y que se encuentra enrejado para que los monos no molesten a los turistas. Es graciosa la sensación de estar dentro, como en una jaula, y ellos fuera. Todas las rejas está llenas de pequeños simios que estiran las manos hacia dentro y "ponen caritas" para que les des algo de comida. Hay un guarda encargado de abrir y cerrar la puerta para que los simios no se cuelen dentro. En la taquilla tienen varas como de un metro por si se quiere llevar una y así mantenerlos alejados. En el interior del templo anidan también varias colonias de murciélagos.
Como Lop Buri no tiene más que ver, después del templo y de hacer unas fotos a los bichos por la calle, hemos ido a un 7 eleven a comprar algo para la cena y el desayuno de mañana y hemos cogido un tren de vuelta a BKK, con parada en el aeropuerto de Don Mueang donde tenemos el hotel, Amari (crítica en Tripadvisor)
Hemos llegado sin novedad, aunque con el consabido retraso de 1 hora y media. Hemos cogido la habitación y en 5 minutos estábamos dándonos un chapuzón en la piscina que, como ya era de noche, estaba iluminada. Lo más agradable del día
En la estación de Lop Buri ha habido algo que nos ha llamado la atención y es la ingente cantidad de colegiales que abarrotaban la terminal. Aquí los chicos llevan uniforme, todos, cada uno el de su colegio; los hay de muchos modelos: algunos parecen boyscauts, otros menos llamativos y más veraniegos. Las chicas llevaban incluso los mismos zapatos y bolso, bolsas de Harrod's. Todos esperaban el tren charlando y tomando unas bebidas que habían comprado y que aquí venden en bolsas: como las cocacolas, fantas, etc. Se venden en botellas de vidrio, ponen hielo en una bolsita de plástico transparente y así llevan los refrescos, cogidos de las asitas y beben con pajas. Queda gracioso. También venden las bebidas en vasos pequeños y grandes, es decir, te ponen en los puestos de la calle un vasito de lo que quieras.
En este caso, el tren en el que hicimos e trayecto hasta BKK (el aeropuerto de Don Mueang) era peor que el anterior y esta tercera clase era como los de las películas; menos mal que las ventanas iban abiertas y corría aire.
Llegamos al hotel sin problema. Desde la estación hay una pasarela que lleva al aeropuerto y al hall del hotel directamente. Los trámites fueron rápidos y en un periquete estábamos dándonos un baño en la preciosa piscina que, como ya era de noche, estaba iluminada. Muy agradable después de pasar el día de tren en tren.





Miércoles, 7 de agosto

Hoy ha sido un día de viaje, otro más. Quiero decir que prácticamente lo único que hemos hecho ha sido movernos de un país a otro.
El vuelo a Kuala Lumpur ha salido a su hora en punto. No hemos tenido problema con los trámites de entrada. El funcionamiento del metro es similar a Tailandia, aunque nos hemos perdido un poco desde la estación Sentral, a la que hemos llegado en un autobús hasta la parada del monorrail, pero nada importante.
Kuala Lumpur nos ha recibido lloviendo y ya es raro porque estamos teniendo muchísima suerte con el tiempo hasta ahora; prácticamente no nos ha llovido casi nada.
El apartamento que hemos alquilado está bien, pero nos encontramos con el primer problema: no han dejado la clave de la wifi y no la podemos conectar. Domingo pasa más de ese asunto, pero. Creo que estoy enganchada y me pongo de mal humor cuando no tengo acceso a internet. Le mandamos un sms al móvil que nos dio la anfitriona, pero no responde (ni responderá en los tres días, por lo que no hemos podido usar internet lo que nos ha causado bastante trastorno ya que había que organizar cosas para la próxima escala, mirar estaciones y buses o tren para Singapur, etc,.) la verdad es que me he cabreado bastante con este asunto.
Nos acoplamos en el apartamento y salimos a dar una vuelta. Nos dirigimos al centro de información turística porque , como no teníamos acceso a internet, no contábamos ni con un plano de la ciudad. Allí nos atendió un chico bastante rancio, con pinta de estar deseando acabar su jornada laboral, que hablaba un inglés raro y supersónico, sin hacer el más mínimo esfuerzo por que lo entendiéramos. O sea, entendimos bastante poco pero, al menos, nos dio un mapa.
De ahí bajamos paseando hasta las torres Petronas, a las que ellos llaman Bridge Towers, que están al lado, y ahí pasamos el resto de tiempo dando vueltas por los jardines y fuentes que las rodean. Se puede acceder al interior de las torres porque las plantas bajas son un megacentro comercial de tiendas de marca. Las torres son como en las fotos. Grandes e iguales y unidas por el famoso puente. Iluminadas son bonitas. Bueno, otro lugar visto!.
Cenamos en un indio cercano que tenía terraza al lado de las torres. La verdad es que después de tanto tiempo con comida de sabor similar necesitábamos algo conocido así que nos pedimos ¡pizza!, sí pizza en un indio; y estaba buenísima.






Jueves, 8 de agosto. Kuala Lumpur

Hoy hemos visitado la ciudad. Lo primero que hemos hecho ha sido ir a las cuevas de Batu que se encuentran a unos 12 km. al norte. El acceso es fácil porque se puede ir en metro hasta la misma puerta de las cuevas. Se trata de una gruta que se encuentra en lo alto de una montaña y que fue convertida en templo hinduista hace más de un siglo.
Se accede a ella través de una escalera de 272 escalones. Al pie de la misma hay una enorme estatua dorada de 43 mt. La vista desde la base de la escalera es espectacular. Para subir hay que sortear a los cientos de monos que campan a sus anchas por todas partes y que están preparados para tirarse a robar lo que lleve cualquier turista. A uno que iba delante de nosotros le robaron la bolsa con comida. ¡Y los condenados son rapidísimos!
Una vez se llega arriba se abre una gruta enorme y altísima en la que hay altares y pequeños templetes con sacerdotes hindúes bendiciendo a la gente, algo similar a nuestro miércoles de ceniza porque les marcaban la frente con un polvillo blanco; a los bebés les cubrían toda la cabeza con ceniza como un bautizo, pero sin agua. Por allí había animales sueltos (monos, gallos, palomas) y muchos restos de frutas (ofrendas) por el suelo. De esa cueva, a través de otra escalera más corta, se sube a otra gruta más pequeña que está abierta por su parte superior por don entra luz. Por todas partes hay preciosas imágenes de figuras indias pintadas con vivos colores.
Bajamos de la cueva y nos dirigimos al centro para tomar el bus turístico ya que no teníamos nada más que un día para visitar lo más importante.
RECOMENDACION: NO COGER ESTE BUS. Es una verdadera birria. Caro (10€ por persona) , lento, lento, lento, lento hasta el aburrimiento por lo que en un día no da tiempo a bajarse en las paradas para ver los lugares en los que se detiene y además tarda mucho en pasar. Para remate los buses son viejísimos y están rotos los aparatos de los auriculares para oír las explicaciones en varios idiomas -de hecho no dan auriculares- y solo dicen cuatro tontadas en inglés por los altavoces. Y el aire acondicionado tampoco funciona porque se está más fresco en la calle que dentro del autobús. O sea, un timo. Nada de lo que pone sobre estos buses en los folletos es verdad. EVITADLO!!!
Pero nosotros lo cogimos y lo sufrimos. Pasamos por varios lugares, al parecer interesantes, un parque de pájaros, un museo, un palacio tipo árabe del sultán Abdul Samad que se encuentra en la plaza Mederka, centro de la ciudad, las torres, ¡of course!, la mezquita de la ciudad, que es bastante moderna, y algunos más. Nos bajamos para dar una vuelta por el bario chino y la famosa calle Petaling, repleta de puestos de falsificaciones malas de todo tipo de cosas. Luego, fuimos paseando hasta el Mercado Central, un edificio tipo colonial pintado de azul celeste que se ha convertido en un mercadillo fino de artesanía y souvenirs varios, especialmente para turistas; no obstante, se agradece dejar el caos de la ciudad y entrar en este limpio, silencioso y agradable remanso de paz. Salimos tras un rato a la vorágine del centro de nuevo para esperar el bus turístico-tortuga casi tres cuartos de hora. Como ya atardecía y hacía menos calor fue más agradable ir sentados en una parte descubierta que tiene en la planta superior. Además, ahora circulaba mucho más rápido. Nos bajamos de nuevo en la parte moderna para echar un vistazo: megacentro comercial superpijo de lujo (Gucci, Ferrugano, Chanel, Prada, Louis Vuitton..., y en la cera de enfrente, tiendas de cualquier ciudad occidental. Gente, gente y más gente.
Cenamos pato laqueado (que no tenia nada que ver con el exquisito pato que tomamos en Pekín) en en local atestado de gente en un sótano, y volvimos al apartamento.
Esta escala en Kuala Lumpur podíamos habérnosla ahorrado porque la ciudad no tiene nada especial salvo las torres y tampoco es para tanto.
Realmente tampoco hemos tenido demasiado tiempo para ver mucho más y visitar a fondo la ciudad, pero la primera impresión me ha dejado fría. Hay ciudades que te producen feeling y otras, no; esta no.





Viernes, 9 de agosto. Singapur

Otro día de viaje. Nos hemos levantado temprano y nos hemos ido a la estación de buses que se encuentra a un paso del apartamento, Pudu Sentral, para tomar un bus con destino a ngapur. Al llegar hemos podido apreciar lo que es una estación caótica. No había información (estaba el chiringuito encendido pero allí no apareció nadie) Subimos a la planta de las taquillas y aún era peor: gritos por todos lados y 200 taquillas una junto a otra en las que solo ponía los destinos (y no en todas, ni en caracteres legibles por nosotros), ni horario, ni frecuencia ni nada. Nos asaltaron unos cuantos individuos preguntando el destino pero no hicimos caso. Preguntamos en varias taquillas que ponía Singapur, pero no había billetes salvo para buses a medio día o por la noche. Nadie informa, todos gritan y no sabíamos muy bien qué hacer o a quien preguntar. Por allí había personas que te preguntaban por el destino y te llevaban a la taquilla adecuada y, si comprabas, se llevaban una comisión. Al fin, un individuo de estos nos llevó a varias taquillas pero no hubo suerte. Al final nos dirigió a otra estación diferente y nos informó de que de esa otra salían más buses a las zonas del sur. Nos acompañó a la estación de metro, nos ayudó a sacar los billetes y nos indicó el camino. Incluso nos lo escribió. Fue encantador. Y efectivamente llegamos en un periquete, sin problema, a la estación de buses de Bandar Tasik Selatan, la parada de metro tiene el mismo nombre, que era muchísimo más nueva, más moderna y más organizada, con las taquillas ordenadas e indicados los destinos, horarios, empresas y dársenas en pantallas. El sistema de acceso a los autobuses era como en los aeropuertos. Sacamos los billetes para un bus que salía en dos horas y tardaba 5 en llegar a Singapur. No recuerdo el precio pero era baratísimo (creo que unos 5-8€). Compramos unos bocatas en Subway para el camino y a la hora en punto el bus estaba en la dársena correspondiente. Cargamos las maletas y entramos. En principio parecía un poco viejo pero...¡madre mía!, qué cómodo, qué anchos y mullidos los asientos y cuánto espacio para el pasajero. Había tres asientos por fila, uno independiente y dos juntos. Lo más engorroso fue el paso de fronteras, aunque bastante rápido: el bus para en Woodland, que es uno de los dos accesos por tierra a la isla y es donde se encuentra la aduana (aunque nuestros billetes los sacamos hasta Beach Street, en la ciudad de Singapur, hay empresas de buses que tienen Woodland como final de trayecto). Hay que coger todo el equipaje y bajar del bus, ir a la aduana y sellar el pasaporte de salida de Malasia; no hay pérdida porque ya se indica al pasar donde están los buses, además todo el mundo hace lo mismo por lo que solo es cuestión de seguir a la gente; así que uno se dirige a una especie de zona de aparcamiento donde están todos los buses esperando a sus viajeros ( hay que fijarse en el nombre de tu autobús porque luego hay muchos y puede que no sea fácil encontrar en el que se ha venido). Una vez hechos los trámites y con todos los pasajeros a bordo, el bus cruza el puente, llega a otra zona de aduana, ahora de Singapur donde se sigue el mismo proceso.
Llegamos de noche a Beach Street. No teníamos muy claro dónde estábamos (no teníamos ni idea porque al no habernos podido conectar a internet en los días previos, no sabíamos la zona de la ciudad donde estaba la parada, ni el metro cercano). Lo primero buscamos un sitio para cambiar dinero porque no llevábamos dólares de Singapur; casualmente cerca encontramos una oficina de cambio. Preguntamos por el metro y afortunadamente no estaba muy lejos. Caminamos hacia donde nos dijo el de la casa de cambio pero decidimos coger un taxi y tuvimos suerte con el taxista, un señor de esos que cae bien solo con mirarlo, encantador, que nos llevo muy bien hasta casi la puerta porque el hotel estaba en Little India que es un poco caos y el pobre hombre se perdió un poco y se tuvo que bajar del taxi a preguntar por la calle. Los taxistas ponen el taxímetro. Aquí en Singapur no hay que regatear continuamente que es algo que acaba cansando un poco, regateo para todo.
Llegamos al hotel Mayo Inn (crítica en Tripadvisor) y nos encontramos todo el edificio apuntalado, lo que nos dio un poco de mal rollo. Después vimos que lo estaban todos los edificios históricos de las manzanas de alrededor porque se estaba construyendo una estación de metro al lado y era cuestión preventiva. Por la misma razón el ascensor no funcionaba y por eso el hotel tenía descuento (para los precios desorbitados de Singapur, este hotel estaba muy bien, tenía un precio estupendo y estaba en muy buena zona y bien comunicado)
Nos instalamos y salmos a reconocer el terreno. Parecían las 12 de la mañana de la animación que tenía el barrio, lleno de gente y de puestos por la calle. Estupendo. Cenamos en un sitio popular que nos recomendaron e el hotel y dimos una vuelta por el barrio.

Sábado, 10 de agosto

Singapur es una ciudad carísima. Es la ciudad de las compras. En ninguna parte de mundo habíamos visto tantos centros comerciales y tan grandes. Es una bestialidad. Y la gente parece abducida por las tiendas.
Lo primero que hicimos al levantarnos fue ir al famoso Sim Lim que es un centro comercial enorme, de 6 plantas, solo de electrónica e informática, a buscar una cámara de fotos. Me pareció un paraíso, a mí que me encantan los aparatitos. Allí te vuelves loco mirando. Y es obligatorio regatear. Tenía muy claro lo que quería así que empecé a preguntar precios e ir anotando las tiendas. Y resultó que los chinos que venden allí, o tailandeses o lo que sean son muy, muy chanchulleros, nada serios, intentan siempre engañarte y además son desagradables y malencarados. Cuando te decides por una tienda, o tratan de venderte otra cámara pese a que insistas hasta el aburrimiento en lo que quieres, o después de decirte que la tienen, resulta que no es así y te ofrecen otra cosa distinta y "mejor". Eso nos ocurrió en varias. En otras, aún fue peor y te insultan. Uno no me quiso vender y me dijo que "por qué no daba otras trescientas vueltas buscando precio"; otro me dijo que me la comprara en España. En resumen, bordes, marrulleros y sinvergüenzas. Yo ya había leído esta misma opinión en algunos foros, pero aun así caí. Al final, creo, nos mandamos a la mierda mutuamente y nos dirigimos al mucho más serio Funan Center, aun pagando algo más. Pues, a final, la compramos, pero al mismo precio que en España. Igualmente tratan de engañarte aunque son más "polite". La compramos porque se rompió la otra, si no, nos habríamos esperado porque por internet se puede encontrar mucho más barata. En fin, no fue una buena experiencia la compra, ni un chollo.
Si alguien va a comprar allí, debe negociar el precio con GST incluido, equivalente al IVA, que a los turistas les devuelven en el aeropuerto antes de abandonar el país (aunque no devuelven el total del impuesto). El proceso para la devolución es: en la zona de facturación, antes de pasar el control hay unas máquinas con opción de elegir todos los idiomas (gracias a Dios con unas señoritas que te echan un cable) donde se pasa por un lector un justificante de pago que lleva un código de barras (ojo, que el vendedor está obligado a darte y que es diferente del justificante de compra o resguardo del pago con tarjeta); luego se pasa por otro lector el pasaporte, y otras informaciones que te pide la máquina. Finalmente se pasa la tarjeta con la que se hizo el pago por otro lector y en 10 días se reintegra. Si se pagó en efectivo, te dan un papel y se hace cola en otra oficina que debe dar el visto bueno para el pago.
Después de la compra y un poco cabreados por el tiempo perdido y la actitud de los vendedores, nos sentamos en el mismo centro comercial en un sitio de comida rápida de pasta que estaba bien, para no ser una auténtica pizzería. Macarrones, ¡Se echan de menos!
De ahí nos fuimos a la oficina de turismo que estaba en Orchad Road donde nos atendió un chico excesivamente amable que nos dio todo tipo de información, mapas y horarios y nos trató estupendamente. Dimos un paseo por la "calle Orquidea" , con mucho calor, mucha gente, muchos coches y muchas tiendas, y pudimos comprobar que en esta ciudad se vive gran parte del tiempo bajo tierra y que uno puede fácilmente perderse en un paso subterráneo para cruzar una calle.
La estación de metro de Orchad Rd. es complicadísima, en general, el transporte no funciona tan fácilmente como en Malasia o BKK, y además son mucho más caros. Primero, no se puede coger un taxi por la calle, hay que ir a una parada; las calles tienen vallas para separar las aceras de los carriles y ni el coche puede parar ni el peatón cruzar, hay que usar los pasos subterráneos que son laberínticos y te engullen por pasadizos varios hasta que, sin darte cuenta, te introducen en un megacentro comercial cuando tu intención era solo cruzar a la acera de enfrente. Los taxistas ponen siempre el taxímetro, sin regateo, sin pedirlo, pero son muchísimo más caros que en BKK. Y el metro, no es difícil de usar y llega a todos los sitios turísticos importantes. Nuestra recomendación para pocos días, si se va a utilizar el metro y el bus es comprar una tarjeta turística de transporte. Nosotros compramos un pase para tres días (hay de 1 y 2 días también) Es una tarjeta que vale para todos los transportes públicos. Cuesta $30 pero realmente son $20 porque en los $30 se incluyen $10 de fianza que se devuelven cuando devuelves la tarjeta (se puede devolver en la misma oficina de billetes de la estación del metro del aeropuerto, pero -OJO!!- no en todas las estaciones de todas las líneas; hay que informarse de en cuales se puede. Se devuelve una vez haya caducado; la fianza es por la tarjeta física. Esta tarjeta no se activa cuando la usas por primera vez, como en otros sitios, sino que es válida de 24:00 a 24:00, o sea, que si la compras a las 20:00 y la usas, el primer día de validez finalizará a las 24:00)
Pues una vez llegamos a la parada de Orchad, nos costó un rato salir a la superficie y a la acera que queríamos. Esto que digo puede parecer ridículo pero es la estación más compleja que hemos visto; hay montones de salidas y plantas por todas partes a diferentes sitios (calles, aceras, centros comerciales, más metro...). Para un turista resulta muy complicado. Después de varios intentos saliendo a sitios equivocados y peregrinando por algunos pasadizos llenos de tiendas lo conseguimos. Hay que añadir a todo esto que es una ciudad superpoblada, o esa impresión nos ha dado y casi no se puede andar de gentío que hay bajo tierra y los cientos de escaleras automáticas que llevan a la superficie. A veces puede resultar un poco claustrofóbico. Nos sentamos en un escalón a descansar del agobio y en un segundo vino un guardia para que nos levantáramos. Luego hemos visto que hay guardas cuya única función es vigilar que la gente no se siente en escalones, poyetes, etc. Ah, ¿y la fama que tiene de limpia? Bueno, para estar en Asia, puede; desde luego es más limpia que BKK o Phuket pero nada que ver con el norte de Europa.
Orchad es una avenida repleta de tiendas exclusivas, centros comerciales, cafeterías y hoteles (cruzar la calle de una acera a otra cuesta un cuarto de hora, mínimo). No es especialmente bonita ni fea. El nombre de la calle le viene de una plantación de orquídeas que hubo en el lugar hasta principios del siglo XX. Debido a diversos desastres naturales, esta plantación desapareció en menos de un año. Fue en 1970 cuando edificios de cristal como Plaza Singapura y el hotel Mandarin sentaron las bases de lo que es hoy Orchard Road: la cara más capitalista de Singapur.
No nos llamó especialmente la atención la zona (y no íbamos a comprar nada Prada, LV, Versace ni ninguno de estos) así que decidimos ir a la la zona de Marina Bay (metro: Marina Bay) que nos gustó mucho más y donde estuvimos paseando por el promenade, al lado del famoso hotel Marina Bay Sand (al que no subimos).
El Marina Bay Sands es un hotel de 5 estrellas que ha marcado un antes y un después en el mundo de la arquitectura a nivel mundial. Sus tres grandes torres y el parque de la planta 57 han redefinido el skyline de la ciudad.
En la planta 57 del Hotel Marina Bay Sands se encuentra el Skypark, un parque al aire libre que con sus 12.400 metros cuadrados comunica las tres torres del hotel. En el Skypark hay un mirador, una discoteca, un restaurante y la que es probablemente la mejor piscina del mundo. Situada a 200 metros de altura y con 150 metros de longitud, la “Infinity Pool” del Hotel Marina Bay Sands ofrece las mejores vistas de Singapur tanto de día como de noche, ya que su horario de apertura es de 6:00 a 23:00 horas.

Recorrimos todo el paseo, que es muy agradable y no estaba congestionado de gente, bordeando la bahía hasta llegar al parque de Merlion, donde se encuentra la estatua de piedra original de Merlion, símbolo de Singapur, un ser con cuerpo de pez y cabeza de león. Fue diseñado en 1964 como la imagen del Ministerio de Turismo de Singapur. La cabeza de león representa al león que descubrió el príncipe Sang Nila Utama cuando re-descubrió Singapur en el siglo XI. La cola de pez representa el pasado pesquero de la ciudad, cuando aún se conocía como Temasek. Cuando Sang Nila llegó a Singapur cambió el nombre de Temasek por Singapura (Ciudad León, "singa" significa león y "pura" ciudad). La estatua, que mide 8,6 metros de altura y pesa 70 toneladas, está situada al borde de la bahía y lanza sobre ella un enorme chorro de agua. La zona es muy bonita.
En la arte de enfrente puede contemplarse el famoso teatro ópera Explanade. El Teatro está formado por dos enormes cúpulas en las que están ensamblados más de 7.000 paneles de aluminio. Los paneles están colocados en múltiples orientaciones para garantizar la máxima iluminación natural. Por la noche los paneles de aluminio resplandecen por la iluminación del interior. Como dato curioso, la forma del teatro ha hecho que los singapurenses hayan apodado a Esplanade como Durián, la famosa (y olorosa) fruta local. Desde la zona hay unas magníficas vistas del teatro, del hotel y del skyline de los rascacielos de Singapur. De noche es espectacular.
Ya de noche, cogimos un bus que nos acercara a una estación de metro para ir a ver el barrio chino que tiene bastante fama.
Habíamos leído en algún blog que este barrio chino es muy "descafeinado" y la verdad es que es diferentes a otros, está como más ordenado, pero a nosotros nos ha gustado; tiene unas casas preciosas a ambos lados de las calles, un templo hindú impresionante (Sri Mariamman (South Bridge Road) que fue construido en 1827 y se convirtió en el primer templo hinduista de Singapur). Damos una vuelta por la zona y, aunque de noche está precioso y muy animado, decidimos volver mañana de día para verlo mejor y hacer fotos. Por hoy ya había sido suficiente.
El barrio chino de Singapur surgió en 1821 cuando llegó a puerto el primer junco procedente de Xiamen. Los pasajeros, todos hombres, se establecieron en la parte sur del río Singapur, zona hoy conocida como Telok Ayer. Como el resto de Singapur, Chinatown también destaca por la mezcla cultural. En muy pocas ciudades es posible ver dos mezquitas árabes y un templo hindú en el corazón del barrio chino. Puede dividirse en cuatro pequeños distritos y está delimitado por las calles Chuch St., New Bridge Rd., Maxwell Rd. Y Cecil St.




Domingo, 11 de agosto

Hoy dedicamos la mañana a visitar con detenimiento Little India, nuestro barrio, y Chinatown.
En principio, Little India es una zona relativamente pequeña, apenas unas cuantas calles repletas de puestos de todo tipo, esencialmente de comida y, por supuesto, algunos centros comerciales.
Chinatown es algo más grande, sin serlo mucho. Lo que más hay son puestos de souvenires para turistas. Es un barrio chino raro. Bonito, pero como un decorado,¡todo tan organizado y bien puesto!. Tampoco es nada excepcional aunque creemos que merece la pena la visita. Lo más relevante es el templo hindú que hay en una de sus calles, Sri Mariamman, es precioso. Decorado todo el exterior con figuras policromadas muy trabajadas. Muy cuidado y bien conservado. Para acceder al interior hay que dejar fuera los zapatos; la entrada es gratis pero se paga por hacer fotos, unos 2€.
También nos gusto muchísimo el templo budista, muy grande y el edificio es espectacular, con varias salas y una enorme cantidad de figuras doradas en el interior; en una de las salas todos los budas protectores de cada uno de los signos del zodiaco chino. Curioso. Domingo es el conejo; yo, el tigre. ¡Jajajaja! En el templo, y de hecho en todo el barrio, había ceremonias y altares con ofrendas de frutas, golosinas, flores, bebidas y alimentos para los dioses. Muy interesante.
Como todavía no teníamos mucha hambre, antes de la comida pensamos acercarnos a la zona del final de Orchad, donde se encuentra el Hard Rock Cafe, para comprar una camiseta que nos había encargado una amiga. Cumplido el encargo decidimos volver a Little India para comer en un restaurante vegetariano que habíamos visto el día anterior y que tenía buena pinta, aunque no resulto tan bueno, ni la comida ni el servicio.
Dejamos en el hotel las bolsas de las compras y volvimos a Marina Bay, ahora para ver los invernaderos Gardens by the Bay, y el famoso jardín de las setas gigantes. Nos dejaron estupefactos. ¡Qué maravilla! Es espectacular, los invernaderos son grandiosos y extremadamente bien puestos y cuidados. Son los más bonitos que hemos visto hasta ahora. Y los dos edificios que los albergan son impresionantes. El conjunto se completa con un moderno bosque de enormes árboles gigantes, unas estructuras metálicas recubiertas de plantas por cuyas copas se puede pasear a través de unas pasarelas colgantes. Por la noche (20:45 y 21:45) hay un fantástico espectáculo de música y luces en ellos.
Los jardines se inauguraron en el 2012 y se encuentran en la zona de Marina Bay, detrás del famoso hotel. Se divide en dos zonas, una gratis y otra no. El acceso a los dos edificios semicirculares que encierran los invernaderos requieren entrada y bastante cara, pero merece a pena el precio pagado porque son espectaculares.
No se paga por recorrer ninguna de las áreas al aire libre de los jardines (con la excepción de la pasarela elevada que he citado). Cuando fueron concebidos, se quiso que los jardines fueran un espacio abierto para disfrute no solo de los visitantes que llegan a Singapur sino especialmente de su población. Todos los jardines al aire libre, la zona del lago y las varias ubicaciones de los superárboles (supertrees) pueden ser recorridas sin tener que comprar ninguna entrada
Lo primero que llama la atención es que más que invernaderos son veranoderos porque, al contrario que sucede en la mayoría de los sitios, la temperatura interior es sensiblemente más baja que a exterior. El primer edificio muestra las difentes especies de árboles, plantas flores de los 5 continentes, lo especialmente exótico era la flora mediterránea, que para nosotros es tan familiar. Los jardines están cuidadísimos, limpios y con una decoración y disposición muy elegante, primorosa. Es un placer pasear por ellos. Ademas cuenta con un elevado número de especies y unos ejemplares espectaculares (de baobab, olivos, palmeras, geranios, flores de todo tipo...) el segundo edificio alberga un enorme bosque tropical que se anuncia con una espectacular cascada situada en la entrada. El bosque se extiende a lo alto y se accede a la arte superior en un ascensor; a partir de ahí se va bajando a través de una serie de elevadísimas pasarelas colgantes y otros pasos hasta volver a la base. ¡Espectacular! Sin duda, los más bonitos que hemos visto hasta ahora.
Salimos de noche de los invernaderos y nos dirigimos a los jardines para ver el espectáculo de luz y sonido y mientras empezaba nos sentamos a oír un concierto de una banda infantil de música que tocaba com los ángeles. Finalmente el espectáculo empezó y lo contemplamos tumbados en el suelo debajo de uno de los árboles gigantes.
Volvimos al hotel en metro y nos bajas en una arada para ver si encontrábamos algún sitio para cenar, pero no había nada aunque en un puesto de la estación había un chico que estaba cerrando y daba los bollitos a $1; nos compramos unos cuantos y unos batidos y cenamos. Hoy tocó dulce.


Lunes, 12 de agosto

El plan para hoy es la visita al jardín botánico del que mucha gente afirma ser el mejor del mundo, o uno de los mejores.
Fuimos en taxi, pero volvimos en metro. En un principio no vimos en el plano la parada y creímos que no había hasta allí por lo que buscamos un bus, el 77 en Orchad, que no encontramos y tomamos el taxi; pero sí lo hay y obviamente sale muchísimo más barato que el taxi (parada: Botanic Garden). La entrada es gratis y no defrauda en absoluto. Son preciosos, como un parque primorosamente decorado y muy, muy cuidado. Lagos, bancos, cenadores y pasarelas adornan el recinto, que es inmenso.
El Jardín tiene una superficie de 63,7 hectárea; en su interior se encuentra el National Orchid Garden (Jardín Nacional de Orquídeas) que es una colección de más de 3.000 especies de orquídeas, la flor representativa del país. Una maravilla. También posee una senda a través de una pequeña selva pluvial, y un jardín de especias.
Pasamos prácticamente todo el día recorriendo todos sus rincones e incluso comimos en uno de los tres restaurantes que alberga.
Al finalizar, dirigimos nuestros pasos a una zona que queríamos visitar y en la que pensábamos dar un paseo en barco: Clarke Quay.
Clarke Quay, a orillas del río Singapur, es una de las zonas más vivas de La ciudad y en ella se encuentran decenas de restaurantes, tiendas y locales de copas. Abarca cinco manzanas con casas de antiguos almacenes rehabilitados. Durante el siglo XIX, Clarke Quay fue el centro comercial de Singapur.
La verdad es que es una zona muy bonita y muy agradable para pasar la tarde, y la vista del contrate de los edificios antiguos que bordean el río con el fondo de rascacielos es impresionante.
Cogimos uno pequeño barquito de madera para hacer un excursión a través de, río y la bahía; estas rutas fluviales se realizan en unos barcos que imitan a los antiguos. Dura aproximadamente 40 minutos y es una forma diferente de contemplar la ciudad, desde el agua.
Y con un relajante paseo por las márgenes del río concluimos el último día en la ciudad de Singapur.

Martes, 13 de agosto

El día del viaje hacia Phuket amaneció lloviendo. Después de desaujnar no fuimos al aeropuerto en el metro; devolvimos la tarjeta de transporte e hicimos los trámites para la devolución del impuesto de la cámara que fue más rápido de lo que creíamos. Compramos unos bocatas en el Subway para el camino y volamos hacia Phuket.
Llegamos a su hora, y nos asaltaron los taxistas, como ya viene siendo habitual. Habíamos leído que los taxis eran caros, lo que efectivamente pudimos comprobar durante la estancia en la isla (caros, no; son una estafa manifiesta pero como apenas hay transporte salvo arriesgar la vida en una moto, hay que usarlo, sí o sí); y, según los foreros y algún blog, desde el aeropuerto había unas furgonetas compartidas que salían más económicas (el taxi era por unos 30 km 650 thb, aunque días después incluso pensamos que no era tan caro porque por un traslado de 15 km nos cobraron 700 thb). Pues resultó que había furgonetas que iban a varias zonas de playas como Patong, pero no para Phuket town. Al final, investigando un poco dimos con un autobús público shuttle a la ciudad desde el aeropuerto (en información son reacios a dar información sobre los transportes públicos y siempre te quieren colocar un taxi, tanto en estaciones, aeropuerto como en los hoteles). El bus deja en la estación de autobuses y vale 90 thb. El trayecto se hace en más o menos una hora.
Al llegar a la estación, aquello parecía un pueblo de las películas del lejano oeste: vacío y con todo el mundo (el poco mundo que había por allí) tumbado durmiendo. Preguntamos por un taxi y contestaban de mala gana señalando hacia el final de la estación; nos dirigimos hacia allí y no vimos ningún taxi ni ninguna parada (luego ha resultado que aquí los taxis son coches privados, ninguno indica que sea un taxi ni muchísimo menos llevan taxímetro; directamente te estafan pidiendo un dineral que tienes que pagar si no quieres quedarte colgado en mitad de la nada. Al fin, uno de los durmientes de un banco se levantó y se dignó preguntar a donde íbamos; parecía que no tenía ningún interés por trabajar porque se limitó a decir que no conocía el sitio. Al final, le di el teléfono del albergue, Sansuko (crítica en Tripadvisor), llamó, al parecer le informaron de dónde estaba, nos metió en su coche-taxi sin aire acondicionado, nos pidió 350thb (que se quedaron en 300) y arrancamos hacia nuestro destino que no estaba muy lejos.
Esa tarde los del albergue nos dieron una vuelta en coche por la zona para situarnos, porque estábamos lejos de todos sitios (menos mal que la piscina estaba genial y la habitación también)
El albergue tenía transporte gratis a la playa y a los restaurantes así que esa noche nos llevaron a cenar a un sitio precioso en la orilla del río (la comida, buena; pero atiborrada de cilantro) También eservamos en el albergue dos excursiones para los dos días que íbamos a estar allí: la primera, en barco de lujo, a la bahía de Phang-Nga que incluía visita a la isla del peñasco de la película de James Bond; la segunda, en lancha rápida, a Phi-Phi, Isla Caracol y Maya Bay (donde se rodó la película de Di Caprio, La Playa)



Miércoles, 14 de agosto
 Hemos desayunado en el hostel y a las 9 nos han recogido para la excursión. Hemos sido los primeros por lo que el recorrido en la furgoneta ha durado 2 horas. Al fin, hemos llegado al muelle, hemos comprado un sombrero para el sol y una bolsita estanco para la cámara y hemos zarpado en un barco bastante grande y agradable. El guía era muy majo y dicharachero.
La excursión ha durado todo el día. Pongo aquí la valoración que de el,a he hecho en Tripadvisor

8 VIP TRIP. Points & Canoeing. Phang-Nga Bay. James Bond Island. All in one, plus sunset de Silver Hawk Group.

Esta excursión es espléndida, navegando por la bahía de Phang-Nga. Dura todo el día pues se ve la puesta de sol desde el barco y se llega de noche. Hay bastante tiempo para las actividades sin tener la sensación de agobio y de prisas de otras excursiones organizadas. El barco, el Silver Hawk, es grande y cómodo, con mucho espacio, y el grupo no era excesivamente grande. Se disfrutan la paradas tanto como el trayecto.
El guía es muy amable, eficiente y profesional y aporta muchas explicaciones (en inglés). Se nota que disfruta con su trabajo.
Se visitan muchísimos sitios, con canoa, balsa, barca de popa larga. Es una excursión preciosa para hacer fotos y ver la zona bien, pero no para bañarse continuamente.
La primera parada es Kaya Island donde se da un paseo por una playa preciosa de agua clara y no demasiado concurrida donde se puede tomar un baño.
Durante todo el trayecto, todo el día ofrecen bebidas y fruta fresca en el barco y después del primer baño, la comida que se compone de un montón de platos, muy ricos (para los vegetarianos ponen comida a parte)
A continuación siguen recorriendo islas y zonas preciosas, cambiando de embarcación según las necesidades. Se navega por un lago al que solo se puede acceder por mar, se atraviesa un bosque de manglares y un pueblo construido sobre el agua, todo de palafitos, al resguardo de una pequeña isla donde también se para a dar una vuelta. El plato fuerte de esta excursión es la famosa playa con el peñasco de James Bond a la que llegamos incluso cuando el mercadillo que recibe a los turistas estaba cerrado, ¡Una maravilla!, estábamos solos. Al final, de vuelta se ve el atardecer desde el barco, pero en nuestro caso se nubló un poco a final y no lo vimos. De cualquier modo es una experiencia muy, muy recomendable. Por tanto, la nota para esta excursión es 10.

Cuando llegamos al hotel era tarde. Compramos algo en el 7Eleven y nos lo tomamos a la orilla de la piscina.

(NO HAY FOTOS AUNQUE HICIMOS MUCHAS PORQUE LA CÁMARA NUEVA SE AHOGARÁ Y CUANDO ESCRIBO ESTO HA DEJADO DE FUNCIONAR. LA TAJETA LA EXTRAJIMOS CON RAPIDEZ AUNQUE NO SE SI SE SALVARÁN LAS FOTOS; DE SER ASÍ PONDRÉ MÁS CUANDO VOLVAMOS. AHORA VAMOS SOLO CON EL MÓVIL)

Jueves, 15 de agosto

El día no empezó bien. Primero, como nos recogían temprano, madrugamos y picamos algo de desayuno, pero el tiempo pasaba y nadie venía a por nosotros. Una hora estuvimos esperando. El chico del albergue llamó a la agencia y nos dijo que había un problema y que querían hablar conmigo. Resumen: la reserva estaba bien hecha y confirmada, pero no había sitio(¿?). Me ofrecían otra excursión similar con parada en Khai Island en vez de en Bambu Island. En principio no entendiamos nada y rechazamos la propuesta pero al final aceptamos.
Vinieron a recogernos y tras una hora llegamos a un muelle desde el que salíamos. Nada más llevar tuvimos que alquilar aletas porque en la excursión iba incluido el equipo de snokle, pero ¡sin aletas! La guía, una jovencilla que parecía un chico y era hiperactiva gritaba y daba órdenes como loca y, finalmente, el barco era una lancha rápida muy, muy pequeña y atiborrada de gente.
En esta excursión se ahogó la cámara nueva. Además fueron un espanto las actividades, por lo que hubiéramos hecho bien en quedarnos en el hostel. Aquí dejo la crítica de Tripadvisor :

PhiPhi, Maya Bay y Khai Island.

Un horror!! Absolutamente desaconsejable. El barco, una lancha rápida, muy pequeño, casi todo cubierto y ABARROTADO. La guía, amable pero como un robot, cumpliendo su trabajo sin más. La sensación es de ir contrarreloj todo el tiempo, que es poquísimo. El snorkle de todo el día son unos minutos que el barco puede parar en una zona en la que hay otros 300 barcos con sus respectivos turistas, por lo que solo se puede snoklear un poco a escasos metros de tu embarcación, chocando en el agua con otros turistas de tu excursión. La comida, en un chiringuito de la playa, tipo Benidorm en agosto, atestado de gente, autoservicio y estresante, es solo regular y también contrarreloj.
Las paradas que hace la lancha para ver, por ejemplo, la cueva vikinga, son de menos de un minuto por lo que si se te coloca alguien delante, puesto que no hay apenas espacio en el barco, no da tiempo ni para hacer una foto. ¿Qué decir de la famosa playa de la película de Di Caprio? Un espanto!! Había tanta gente y tantas lanchas de turistas que, en un principio, ni la reconocí; la playa en sí no puede verse de hecho porque está tapada por los barcos amarrados en la orilla, uno pegado a otro. ¡y eso que era temporada baja, no quiero imaginarme lo que será esta feria en temporada alta! Sucia, con puestos de comida cutres; francamente NO MERECE LA PENA, o al menos, no la mece la visita en esta excursión (tal vez por libre, llegando al amanecer...) ¿Y Khai Island? ¡ESPANTOSA!! Una playa pequeña que no se ve porque esta TOTALMENTE CUBIERTA POR SOMBRILLAS, que cobran a 160 thb, pegada una de otra, la gente se pisa y todos gritan, especialmente los chinos que hablan mucho más fuerte que los italianos, vocean. Hace un calor espantoso porque no puede entrar el aire entre las sombrillas y la orilla está LITERALMENTE tapada por los barcos que además entran de espaldas por lo que a la orilla dan los motores. No se puede ni respirar, tanto han querido explotarla que la han destrozado. Ah!, y vendedores de helados, bebidas, etc. gritando de vez en cuando. Uno no puede bañarse porque están los barcos y hay una zona pequeñísima para meterse en el agua que está atestada de gente. Allí se para una hora y media. Realmente espantoso. Ha sido la peor excursión que hemos hecho en nuestra vida.
Todos los que vamos a Tailandia queremos ve la famosa Maya Bay, de la película, pero no contratéis esta excursión para ello porque os defraudará y volveréis estresados. Es preferible buscar otra forma de ir para estar allí al amanecer, sin gente. A Khai, ¡NI SE OS OCURRA IR! Hay otras islas y playas mil veces mejores y con mucha menos gente.
Por tanto, la nota de esta excursión es CERO.

No hay más que comentar sobre cómo lo pasamos este día. Para colmo, como ya he dicho, la cámara cayó al agua; para ser exactos yo caí al agua con la mochila y la cámara dentro, en el único momento del día en el que no la había metido en la bolsita especial que compré para evitar lo que ocurrió. Y fue desembarcando en la espantosa Koh Khai. No sé exactamente cómo fue, si el peso de la mochila me desequilibró o me falló el tobillo; el caso es que fui a parar al agua con todo lo que levaba encima. Sacamos rápidamente la cámara y, en principio, parecía que, al ir dentro de la funda suya, no se había mojado. Pero fue una ilusión. Dejó de funcionar.

Fue un día espantoso. Al llegar al albergue, Bobby vino enseguida a disculparse, aunque no era culpa suya, y nos dijo que había hablado con la agencia y que no nos cobraban la excursión. A mí eso ha me dio igual; ¡Había perdido la cámara nueva y quizá todas las fotos del viaje!
Pedimos una pizza y nos la comimos en la piscina.


Viernes, 16 de agosto

Hoy deberíamos habernos ido a otro sitio en la playa; ese era el plan, pero hemos decidido quedarnos un día más.
Desayunamos y bajamos al río a dar una vuelta. Al volver le pedimos a Bobby que nos lleve a una playa de la que nos había hablado y que tenía algún restaurante para comer. La zona no estaba muy lejos y, la verdad, sin ser paradisiaca, era tranquila y agradable. Allí comimos, nos bañamos y paseamos. Sobre las 16:00 regresamos al hostel. Estaba tan tranquilo y se estaba tan bien que pasamos toda la tarde leyendo, escribiendo y bañándonos en la piscina. Por la noche nos acercamos al 7eleven y además compramos cuatro pinchitos, salsa y ensalada de pepino para la cena, por 1,5€. Junto a la piscina disfrutamos de nuestra última cena en el Sansuko. Muy recomendable.



Sábado, 17 de agosto

A las 11 de la mañana, como habíamos convenido, llegó un taxi a recogerrnos para trasladarnos al Frienship Beach Resort (crítica en Tripadvisor) donde hemos reservado para hoy y mañana, antes de partir para Chiang Mai. La verdad es que lo de los taxis en Phuket es escandaloso. Nos cobró 700thb por llevarnos a unos 15 kms. Y eso a través de Bobby que si no, es imposible hasta encontarlo. En fin, es lo que hay.
El hotel nos decepcionó. ¿Por qué? No porque estuviera mal en sí, al contrario, era muy bonito y coquetón, con una piscina ideal, palmeras, madera... El problema es que en esta zona la marea es muy pronunciada por lo que el mar estaba a 500 metros del hotel y delante se extendía una enorme explanada de arena. Además la playa estaba muy, muy sucia, tanto el agua como la arena, inluso con cristales, lo que hemos venido viendo en otras zonas también.
Esta isla me parece bastante sucia y descuidada. Nada que ver con el paraíso que vemos en fotos. Seguro que hay resort y Villas a las que van las Letizias, los futbolistas, los actores o modelos que son así (limpísimas aguas turquesa, arena fina y blanca, aislados y sin masificar...) pero nosotros no lo hemos visto aquí; si los hay, que los habrá (de hecho, los hemos visto en intenet para hacer la reserva de este en el que estamos) valen una pequeña fortuna por noche. Oi quizá también se puede acceder a esos lugares con una moto, yendo por libre a la aventura por esta carreteras, cosa que tampoco hemos hecho.
En fin, respecto a nuestro hotel, cuando sube la marea es precioso, pero el resto del tiempo... El paisaje de la playa es feo de narices!! Además hay un montón de tuberías y palotes bajo el agua que quedan a descubierto. Una pepa!!!
Por otro lado, la habitación que nos dieron no permitía ver el mar ni la piscina, la vista era una palmera con luces de Navidad, y era planta baja, lo que contribuyó también a la decepción pues buscábamos algo con vista a la playa desde la habitación y una playa de agua clara y arena blanca, ¡CON AGUA! para podernos bañar, no un hotel con piscina de la que no se puede salir (eso lo teníamos en el Sansuko por a tercera parte del precio de este)
Pues lo dicho, pasamos la tarde en la piscina. Y la noche, viendo la tv porque el hotel tiene algo bueno: ¡Se ve TVE!! Después de casi un mes sin ver la tv, se agradece.








Domingo, 18 de agosto

El resumen del día de hoy es: PISCINA, leer, PISCINA, escribir, PISCINA, comer, PISCINA, ver tv y para rematar, un baño por la noche en la piscina.
Cuando digo piscina, no quiero decir que hayamos estado a remojo todo el día, sino que el área de esparcimiento -la única- que tiene este hotel es la de la piscina, con mesas en cenador de madera y caña y hamacas. Y entre eso y la habitación hemos pasado el día. Largooooo y aburridoooo. Otra pega del hotel es que no se puede pasear por los alrededores porque la playa está sucia y no es agradable ( ni para bañarse con marea alta porque el agua también está sucia y turbia), y por el otro lado hay una carretera con 4 carriles oficiales señalizados, pero 8 efectivos si miramos los vehículos que transitan por ella.






Lunes, 19 de agosto

Hoy nos hemos levantado y tras desayunar... ¡SÍ, PISCINA!
Luego prepara el equipaje, dejar la habitación (sin mucha pena, la verdad) y sentarnos en... la piscina a esperar el taxi que nos lleve al aeropuerto para volar a Chiang Mai.
Durante la espera, mientras comíamos, ha caído un turbión de agua.
La verdad es que hemos tenido muchísima suerte con el tiempo. Durante la estancia en Phuket no nos ha llovido ni un día y hoy que nos vamos cae un turbión. Hemos tenido un tiempo fabuloso, siempre con sol, para la playa y las excursiones de las islas. Realmente, hemos tenido mucha suerte durante todo el viaje porque, para esta en época de lluvias, no ha llovido nada más que dos días y era por la tarde que estábamos a cubierto.
El viaje en el taxi ha sido una odisea. En primer lugar nos lo han llamado desde el hotel y ha costado una pasta y luego parecía que el taxista huía de la policía. Nosotros, durante el trayecto estábamos extrañados porque no seguía las indicaciones de la autopista hacia el aeropuerto, pero cuando vemos que frena en seco, da la vuelta y cambiamos de dirección para volver sobre e camino hecho, nos hemos empezado a mosquear. Poco después, la misma operación al intentar llega por otra carretera secundaria. Dos veces ha intentado acceder a aeropuerto y dos veces hemos visto a la poli y ha girado en seco. ¡Ya nos veíamos huyendo como delincuentes! Le hemos preguntado qué estaba haciendo. Ha atinado a decirnos:"police no bueno for me"! Y cada vez que hacía una pirula llamaba por teléfono. Al final ha vuelto a la autovía, nos ha parado un control (el tercero) y el taxista ha sacado un fajo de billetes que llevaba preparados en la guantera, ha salido. Ha ido a una mesita que tenía la poli montada en plena carretera y donde estaban recaudando un montón de pasta, ha pagado, ha firmado y ha vuelto al taxi. Ha dicho:"sorry" y hemos seguido el camino hasta el aeropuerto como si no hubiera pasado nada.
Ahí hemos visto alguno de los escasísimos taxis "de verdad" con taxímetro en indicación. Realmente lo de los taxis en la isla es escandaloso.
Hemos llegado en punto a Chiang Mai. Otra vez en la normalidad de los taxis: por llevarnos del Aeropuerto al albergue: 150thb, o sea, 3 y pico€, aun así es caro.
Hemos llegado al albergue, The Buri Village (crítica en Tripadvisor) en un pis-pas. Cena, organizar excursiones para 2 días y a dormir.



Martes, 20 de agosto

Hemos desayunado a orillas de la pequeña piscinita que tiene el albergue, una de las pocas cosas que merecen la pena de él.
Lo primero del día ha sido buscar una cámara de fotos; lo hemos intentado con la que queríamos, pero ha sido imposible. Después de recorrer en tuctuc el Computer Plaza, Airport Plaza y el Pantip Plaza, hemos optado por comprar en este último una Canon sencilla por 44€ y ya buscaremos en España la otra.
Hemos cogido, como digo, varios tuctucs, que son una gozada porque van rápidos, son baratos y se va genial con e airecillo. Después de tres de estos, hemos descubierto que lo que creíamos que eran autobuses (songtaews) son taxis compartidos. ¿Cómo funciona? Sencillo, solo hay que decirle al conductor adonde quieres ir y te dice sí o no y el precio por persona, según las personas; se paran por la calle y van recogiendo gente, o no, según les parezca para el trayecto que llevan Son más baratos que los tuctucs (el mismo trayecto: tuctuc: 100thb, y songtaew: 70thb), aunque se va mejor en el tuctuc.
Una vez comprada la cámara, y siendo ya hora de comer, hemos descansado en un restaurante de comida tai y occidental, mientras caía un diluvio. Hoy no ha parado de llover en todo el día, a veces, de forma torrencial.

Como estábamos por la zona del Bazar nocturno, el resto de la tarde lo hemos pasado por ese barrio que está superaniamado. Hemos recorrido el mercado de flores y otro que está al lado en el que venden de todo y es muy parecido a un zoco. Es el más antiguo de la ciudad.
Luego nos hemos dedicado a visitar varios templos preciosos que había por la zona. En uno de ellos daban masajes así que tras las visitas nos hemos dado un masaje tailandés, que no es muy relajante que digamos, aunque te quedas bien. Funciona con presión y te espachurran y retuercen desde el dedo meñique del pie hasta la cabeza. En algunos puntos, la verdad, es que hace daño. Pero al final te encuentras con menos tension muscular.
Aquí es donde más barato salía (150thb/1hora, e e resto valía de 200-250 o más); me figuro que parte del dinero recaudado irá a los monjes o al mantenimiento del templo.
En otro, que era enorme y muy, muy bonito había un montón de animales sueltos por los jardines y también de figuras (como los enanitos de los chalets de los alemanes) pero de mayor tamaño. Lo más fuerte es que entre estos animales estaba a tamaño de una persona... ¡el pato Donalt!
Después de la paliza del masaje nos hemos comprado dos especie de creppes, de chocolate y banana, muy ricos, y nos hemos dado unas vueltas por el bazar nocturno para hacer unas compras.
Esta ciudad es muy agradable, limpia y animada. Es de lo que más nos ha gustado en este viaje.




Miércoles, 21 de agosto

Para hoy hemos contratado una excursión al Triángulo de Oro, pasando por el Templo Blanco y el poblado de las mujeres jirafa.
A las 7:15 nos han recogido en el albergue y después de pasar a por todos los demás de la excursión (un matrimonio con niño de Hong Kong, una pareja de chicos italianos cuarentones, otra pareja mixta joven de Suiza, un chino solo, otra pareja mixta de rusos (él 40 y ella más de 60) y nosotros. ¡Menudo pupurri!) hemos salido hacia lo que llaman Mae Ka Chan Hot Spring, que es un chorro de agua artificial (tipo géiser) que hay en unas fuentes termales y que sale de la tierra a 90°C. Mercadillo. Una tontería que no merece la pena, pero era la primera parada de la excursión. Nuestro huía era un encanto y se llama Mr. T, o así dijo que le llamáramos.
La siguiente parada ha sido en Chiang Rai, en el que se conoce como el Templo Blanco, Wat Rong Khun, que nos ha encantado (es lo único que merece la pena de la excursión). Este templo es espectacular y muy original. Fue construido con el dinero de un tailandés millonario y todavía está sin terminar (quedan las pinturas de las paredes)
El White Temple es un templo contemporáneo budista e hinduista, diseñado por Don Chalermchai Kositpipat y la construcción empezó en 1997. El artista ideó un templo principal, el que sale en todas las fotos, pero hay todo un complejo con varios templos anexos, hasta nueve edificios en total, ya proyectados pero sin completar.
Para acceder al templo principal hay que cruzar un puente bastante espeluznante... Los lugareños creen que simboliza el puente que Buda cruzó para predicar el dogma por primer vez.
Lo que impresiona de este puente es que, en vez de agua debajo tiene unas horripilantes esculturas: cientos de manos surgen hacia el cielo, como buscando alguien que les ayude a salir. Serían las manos de los pecadores queriendo escapar de los infiernos, un pelín tétrico…
Pero si el exterior de la construcción llama nuestra atención, el interior es muy curioso y bastante ecléctico.
En una de las otras salas, el suelo tiene cuatro tipos de animales representando el mundo, el agua, el viento y el fuego. El elefante representa el mundo; el Naga el agua; el cisne el viento y el león el fuego.
Pero lo más sorprendente son los murales que lo adornan, especialmente los que se encuentran en la pared de la puerta de entrada a ambos lados, con motivos como las torres gemelas siendo derribadas por un avión, unas zapatillas Converse en una esquina del mural, una especie de embrión de niño en un utero artifical tipo matrix, unos diablos, Elvis Presley, Michel Jackson, Dark Vader, armamento, e incluso un pajaro rojo de los Ungry Birds… ¡Una pasada!
Se cree que los murales representaban el enfrentamiento entre los valores orientales (la espiritualidad, el budismo, la paz) y los occidentales (el caos, el consumismo, la violencia) aunque nuestro guía nos ha explicado que todos esos elementos representados son los ídolos que hay en el mundo, a los que la gente adora (da igual en Oriente que en Occidente), y están representados justo a la entrada de templo, pero todos esos héroes solo son seres fantásticos no reales; conforme se avanza hacia el frente, en los laterales, aparece la gente que no adora a esos ídolos (el verdadero ídolo, el héroe real, es el corazón de uno mismo y que sabe hacer el bien y desprecia todo lo anterior) que no miran hacia atrás sino hacia adelante donde está Buda que representa el bien y la verdad. O sea, que e predicamento es igualito que cualquier otra religión.
En el exterior del templo predomina el blanco en todas las construcciones, símbolo de pureza, y también el cristal, símbolo de la sabiduría de Buda. Y trocitos de espejos. Es algo como sacado de un cuento, surrealista. PRECIOSO. Merece la pena a visita, sin duda.
A continuación seguimos ruta hacia el Triángulo de Oro, la frontera natural que forma el rio Mekong y otro más pequeño entre tres países, Laos, Mianmar (Birmania) y Tailandia. Se le denominó triángulo de Oro porque era una zona de producción de opio y de tráfico ya que en esa tri-frontera hay un trozo de tierra que o se sabe a quien pertenece.
El Mekong es el octavo río más largo del mundo; si lo recorriéramos de principio a fin, nuestro viaje discurriría por paisajes tan dispares como el Tíbet, la provincia china de Yunnan, las selvas tropicales de Vietnam y Camboya, además de las fronteras de Myanmar, Laos y Tailandia.
Justo en medio de estos tres países se encuentra el famoso Triángulo de Oro. Se trata realmente de un pedazo de tierra en medio del río que une estas naciones que, desde 1600, se usó como un 'No man's land' para la venta del lucrativo opio (de donde se sacan la morfina y heroína). Fue en este lugar donde los traficantes estaban en su terreno neutral y así el oro que se usaba para pagar las compras de la droga estaba a buen recaudo, igual que sus vidas.
Los guías de la zona tailandesa se empeñan en recordarte una y otra vez que en el país ya no se trafica. Y efectivamente, ves controles policiales (eso sí, no vi más en el resto del país) por las carreteras aledañas y ni un trozo de tierra con las famosas amapolas. Myanmar y Laos sí que siguen cultivando, pero en Tailandia en general las drogas, de cualquier tipo, son un tema muy muy serio.
Lo que nos resultó curioso es que los edificios que se en en la orilla de Laos y Myanmar son ... ¡dos gigantescos casinos! Y un centro comercial para chinos (porque según el guía vienen muchos por el río)
A continuación subimos a un barco que nos dio una vuelta por el río. La travesía duró unos 40 ó 50 minutos. Vimos la enorme estatua dorada de Buda reluciendo al cruzar Myanmar, posteriormente se rodemos el islote del Golden Triangle y desembarcamos en Laos (no hace falta pasaporte, solo pagar una tasas de entrada de 30 thb). No da demasiado tiempo a ver Laos, excepto un mercado con productos presuntamente tradicionales que incluían muchísimos bolsos de marca falsificados y los típicos licores con escorpiones o serpientes dentro de las botellas.
Después subimos a una zona desde la que se veía perfectamente el famoso triángulo y fuimos a comer a un restaurante local. La verdad es que no merece mucho la pena ver esto; lo de cruzar a Laos, una gilipollez!
Después de comer nos llevaron a Mae Sai, un mirador desde donde hay una bonita vista de la frontera entre Tailandia y Myanmar.
Y la excursión se cerró con una visita a dos tribus, la de las mujeres jirafa (long neck) y otro cuyo nombre no recuerdo, pero que está justo a lado.
A nosotros nos pareció un poco desagradable esta visita. Si bien es cierto que normalmente le hacemos fotos a modelos, famosillas, futbolistas, aquello que nos gusta o llama la atención... el hecho de estar allí haciendo fotos a estas mujeres que posan más o menos sonrientes produce una extraña sensación, amarga. Además se rumorea que están obligadas a estar allí y son explotada por el gobierno por el reclamo turístico y los ingresos que producen.
Se les llama así porque llevan el cuello y las rodillas rodeados de anillas de metal dorado que pesan muchísimo; Pudimos coger un collarín con 10 o 12 aros y pesaban dos kg y pico. Son los padres los que deciden si poner los anillos en el cuello de sus hijas o no. Dentro de su cultura, los hombre suelen encontrar más atractivas las mujeres con anillos que sin ellos. El primer grupo de anillos pesa casi un 1 kg, cuando son adultas y tienen completo su collar, suele pesar un total 10kg. Según el guía, no es que el cuello se alargue sino que del peso los hombros caen; aunque yo creo que se alarga también porque algunas tenían un cuello que daba un poco de grima y no puede ser que los hombros de hayan desaparecido. Los anillos se ponen desde que las niñas son pequeñas, a razón de uno cada años y se van sumando hasta que la mujer se casa (o supongo hasta que el cuello ya no da más de sí); en ese momento dejan de ponerse. No pueden quitárselos nunca, ni para dormir o ducharse. Las razones para esta tradición, en su origen, era protegerlas de los animales salvajes, ya que vivían en la selva, y que no pudieran ser mordidas por los tigres en el cuello ni por los dragones en las piernas.
La excursión cuesta 1400thb/persona, más 300 por persona del paseo en barco.
Hemos llegado tarde a Chiang Mai, y diluviando, pero cuando ha parado hemos salido a dar una vuelta y a buscar una librería para comprar un libro de pintura de aquí. Nos ha indicado la chica del albergue, que se llama O, un lugar llamado DK que es, al parecer, la mayor librería de Chiang Mai en la que localizamos un libro interesante.


Jueves, 22 de agosto

Hoy hemos reservado el día, especialmente, para visitar templos. Hemos comenzado por el que estaba a lado del albergue, que ademas es el más importante, Wat Phra Singh: localizado dentro de las murallas de la ciudad, data de 1345 y ofrece un ejemplo del estilo de la arquitectura tailandesa norteña clásica. Contiene el Phra Singh Buddha, imagen muy venerada, trasladada allí hace muchos años desde Chiang Rai.
A continuación hemos pasado por otros muchos, la mayoría ubicaos en la ciudad vieja h no muy lejos unos de otros. De entre ellos destacan: el Wat Chedi Luang: templo con gran estupa, fundado en 1401 y dominado por un gran chedi al estilo de Lanna que se comenzó a construir el mismo año, pero llevó muchos años terminar. Un terremoto dañó el chedi en el siglo XVI. Se encuentra un poco derruido, pero merece la pena. Me ha recordado mucho a la pirámida de Chichen Itza en Méjico, aunque mas pequeña y con elefantes y buda. El Wat Chiang Man: el templo más viejo de Chiang Mai. El rey Mengrai vivió ahí mientras que supervisaba la construcción de la ciudad. Este templo contiene dos muy importantes y veneradas imágenes de Buddha - Phra Sila (Buddha de mármol) y Phra Satang Man (Buddha cristalino). El Wat Phan Tao que significa "Monasterio de los Mil Hornos". Esto se debe probablemente al hecho de que el sitio fue utilizado para la fundición de imágenes de Buda destinados a Wat Chedi Luang, que se encuentra junto al monasterio. El edificio fue construido originalmente no como un monasterio, sino como un edificio del palacio real (ho kham) para el gobernador de Chiang Mai, Mahawong Chao, quien utilizó este edificio de 1846-1854.
Algo que nos llamó mucho la atención es que en muchos de ellos hay figuras de monjes a tamaño natural hechas de fibra de vidrio según nos dijeron (a nosotros nos parecían de resina) que parecen auténticos (de hecho había quien decía que estaban momificados). La verdad es que causan impresión y los fieles los veneran muchísimo.
Comimos en un sitio normalito que encontramos por el camino en el que había bastante gente local. Al salir ya era tarde para ir a un pueblo que nos recomendaron e el albergue así que decidimos subir al famoso Doi Suthep
El Phra That Doi Suthep se encuentra a 13 km de la ciudad en la colina con el mismo nombre (Doi Suthep) y a 1676 metros de altura. Fue construido en el siglo XIV y el emplazamiento es este porque según cuenta la leyenda (una de ellas) hace casi 800 años un elefante blanco que llevaba una reliquia con el hueso del hombro de Buda murió en este mismo sitio después de pegarle al suelo con su trompa tres veces. Esto fue tomado como una señal para hacer el templo por el Rey Nu.
Una vez allí aún hay que subir los 306 escalones bordeados por las colas de 2 dragones Lanna que dan paso a una terraza abierta alrededor de la estupa principal. Aquí se emplaza un mirador con vistas espectaculares (lástima que el día de nuestra visita las nubes estuvieran bajas y la taparan). Nosotros, al igual que muchísimos fieles y turistas, los subimos a pie (creo que también hay unas cabinas que suben hasta arriba)
Desde la ciudad se puede llegar de varias formas. Una de las más baratas, la que nosotros elegimos, fue el taxi compartido, tanto de ida como de vuelta; si van 10 personas cuesta 40thb, y si van menos 50. Para bajar, se cogen en la base de la escalera. No sé si hemos dicho que son rojos.
El templo es un centro de peregrinación budista muy importante y el número de fieles del lugar siempre supera al de turistas que es elevado. Está compuesto por una serie de edificaciones y una estupa dorada enorme alrededor de la cual se puede ver a los tailandeses dar vueltas con gran fervor, orando y haciendo reverencias.
De vuelta en Chiang Mai, dimos un paseo pero hacía calor hemos acabamos cogiendo un taxi de vuelta hasta la ciudad vieja.
Hemos paseado hasta la Thapae Gate y de casualidad nos topamos con una zona donde se celebraba una fiesta que ha resultado ser el "Festival Internacional de las linternas" (lo que nosotros llamamos farolillos); había exposiciones, concursos de carritos con linternas, espectáculos y todo el canal decorado con enormes figuras hechas de papel que iluminadas por la noche estaban preciosas. Hemos recorrido la zona, oído algún cantante en concierto y dado una vuelta por la feria.
A continuación buscamos un sitio para cenar; la prioridad, que no fuera comida tai (ya estamos un poco saturados del mismo sabor). Encontramos un italiano muy cerca de la Thapae Gate que no estaba mal: La lanterna di Genova. No era barato pero tampoco caro (un plato de pasta normal, 180 thb; uno de pasta casera, 240) De hecho por la zona hay varios con precios similares.



Viernes, 23 de agosto

Hoy teníamos contratada otra excursión, más corta y a una zona más cercana que la de anteayer. Tras un breve viaje de una hora, llegamos a un campamento de elefantes y dimos un paseo en uno de ellos. Cada x metros había una caseta elevada, a la altura de nuestras sillas, con una nativa vendiendo plátanos; el paquidermo paraba en ellas y no se movía hasta que no comprabas una bolsa y le dabas de comer, o si no lo hacías, hasta que el domador que iba subido en su cabeza le daba un golpe con un palo. Ni qué decir tiene que ha sido deprimente ver a esos pobres animales a palo limpio paseando turistas el día entero. Ya está hecho, pero todas las actividades que implican animales que han perdido su libertad y a los que los seres humanos obligan a hacer algo que no forma parte de su naturaleza (y para lo que además los maltratan hasta conseguir domesticarlos) nos parece muy triste.
A continuación nos han llevado a hacer rafting en balsas de bambú. Y casi nos desgraciamos!! En nuestra balsa íbamos dos parejas y el chico que la dirigía con una pértiga, y que resultó un imbécil porque en la zona de más rápidos no maniobró bien (de hecho lo hacía con bastante desgana) y chocó contra las rocas por lo que la balsa se quedó encajada por la parte delantera y, para nuestra desgracia, al no ser de goma sino rígida, con el empuje del agua, se empezó a levantar de atrás como el Titanic; el hecho es todos resbalamos hacia delante, pero la pareja sentada atrás pudo frenarse en un tronco transversal que llevaba la barca para mantener unidos los bambús, pero nosotros no teníamos ningún soporte y no pudimos quedarnos sobre la superficie sino que salimos catapultados. Domingo consiguió agarrarse y subirse a la balsa (maltrecho y con varios golpes y arañazos) pero a mí me arrastró la corriente y tras varios porrazos con las rocas, logré asirme a unas que sobresalían, salir del agua y llegar a la orilla. Mientras, el idiota e inepto del chaval no hacía nada más que mirar. O sea, que si nos hubiéramos golpeado fuerte y ahogado, estos barqueros no están en absoluto preparados para ayudar de ningún modo. Por ello, quien quiera hacer esta excursión que parece tranquila que tenga cuidado y sobre todo que lleven ropa seca. (nosotros habíamos descartado otra similar que incluía rafting en bote de goma porque pensamos que podría ser peligroso dado que en esta época de lluvias los ríos llevarían demasiado caudal. Y resulta que es más seguro que el paseo en bambú) Al final me recogieron mas adelante en la orilla y seguimos el camino, un poco cabreados por el remojón, la perdida de unas gafas de sol y otro reloj, y por la ineptitud del barquero. La verdad es que nosotros nos mojamos completamente, pero el resto también iba chorreando y no tenían, al parecer, más ropa. Nosotros, al menos, no llevábamos los pantalones por lo que pudimos ponernos algo seco.
Tras la apasionante aventura nos subieron a todos más o menos mojados en la furgoneta con aire acondicionado; a los empapados les entregaron unas enormes bolsas de basura para que no mojaran los asientos. Y nos fuimos a comer; una comida pésima y escasa en un sitio que llamaban restaurante local pero era una casuta con una mesa y dos bancadas viejas al lado de la carretera. La excursión continuaba con una tuta de senderismo, aunque un poco antes había empezado a diluviar y pensamos que no habría treckking; al final paró y tras la "comida" emprendimos una pequeña ruta de una hora a través de jungla, campos de arroz y demás, que concluiría en una cascada.
Pasamos por la aldea de una tribu de montaña llamada los Karen, donde permanecimos un rato observando su forma de vida, sus casas y los tejidos que fabrican; todo de cara al turismo. Llegamos poco después a la cascada; quien quiso se dio un baño (nosotros ya nos habíamos bañado en los rápidos) y, poco después, de vuelta otra vez a la furgoneta que nos devolvió en una hora a nuestros hoteles. Durante el viaje de regreso estábamos helados pero ni el guía ni el conductor quisieron quitar el aire acondicionado. Consecuencia: a los demás no sé qué les pasaría, pero yo pillé un resfriado que me ha tenido varios días fatal.
Al llegar nos dimos una ducha caliente y cogimos un tuctuc para ir a dar una vuelta por el mercado nocturno. Cenamos en el Burguer King, un exquisito whopper con sus patatitas y su ketchup. Después hicimos algunas compras por el bazar y, cuando nos cansamos, ya tarde, volvimos. Hoy era mucho más agradable que el primer día que habíamos estado porque, al no llover, parecía que había mucha menos gente y daba gusto pasear entre los cientos de puestos. Estaba muy animado y no hacía calor.



Sábado, 24 de agosto

Nos levantamos tarde y preparamos las maletas. Hoy emprendemos la vuelta a BKK. Hemos decidido hacerla en el tren n°2, el que llaman "tren nocturno", que sale de Chiang Mai a las 17:00 y llega a BKK sobre las 07:00. Damos una vuelta por la ciudad vieja, recorremos el canal contemplando las linternas que lo adornan con formas de personajes importantes de la cultura tai y volvemos a por e equipaje. Comemos en la estación al lado de una chica española que os presta gel para lavarnos las manos en un improvisado lavabo que había en la terraza del local.
El viaje es agradable. En este tren, los asientos, sin cama, son de cuatro personas (2 + 2 enfrentadas), pero al coger cama, el sitio de dos es ocupado por una sola persona y hay mucho espacio. Nosotros cogimos los cuatro, o sea, dos camas, arriba y abajo que nos costó 20€ cada billete. El tren es cómodo pero, como en todos sitios, el aire acondicionado estaba demasiado fuerte y con el catarro que tenía yo, el viaje se hizo un poco pesado.
La cuestión de la comida es un problema en este tren porque, aunque hay un restaurante, no funciona como aquí. La verdad es que hemos viajado en otros trenes peores y de trayectos más cortos cuyo billete incluía la comida, y en otros pasaban constantemente vendedores por lo que no nos imaginábamos que en este tren era complicado comer. Solo hay una opción: dejan un menú (todo comida tai) y pasa una señora apuntando lo que quieres; y todo esto a las 19:00 de la tarde. Nosotros no pedimos nada pensando en ir al coche restaurante y tomar un sandwich o algo dulce con cafe más tarde, pero en el restaurante no sirven nada salvo lo que hay en el menú que habían pasado previamente. Ni una coca-cola. Menos mal que llevábamos galletas porque si no, no comemos nada.
Sobre las 20:00 ha llegado un funcionario que va montando las camas de todos los viajeros, con unas sábanas impolutas, almohada y manta idem. Cada cama se cierra para tener privacidad con una cortinilla. La cama de abajo es mucho mejor que la de arriba, más pequeña y estrecha.


Domingo, 25 de abril

Llegamos temprano aunque con una hora de retraso. Yo, con un catarro monumental del naufragio en la balsa de bambú.
Sin problema nos instalamos en el apartamento que estaba genial, con unas vistas impresionantes del río y toda la ciudad desde el piso 21 en el que se encontraba.
Desde el día 25 hasta el 29 en que cogimos el avión para la vuelta, lo único que hemos hecho ha sido descansar, relajarnos y pasear tranquilamente por la ciudad.

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