Martes,
16 de agosto
Después de las olas de calor, de más de 40 ºC, que venimos sufriendo en Albacete desde junio hemos decidido hacer una escapada a Asturias donde, previsiblemente, hará más fresco.
A
las 16:21 salimos en tren hacia Oviedo. En esta ocasión no nos apetece conducir
tanto y hemos optado por utilizar el transporte público y alquilar al llegar un
coche.
A
las 23:15 llegamos a la estación de Oviedo con 15 ºC y lloviendo bastante -¡vaya
cambio!- así que sacamos los paraguas y nos dirigimos al hostal San Juan, que
está a 10 minutos a pie, en el centro de la ciudad, donde tenemos reservada una
noche.
(ver
crítica en tripadvisor:
Tras levantarnos y desayunar en una cafetería junto al hostal, nos dirigimos a la estación de autobuses para ir al aeropuerto (a más de 40 km) donde tenemos que recoger el coche (el billete desde Oviedo cuesta 9€). Recogemos el coche en Dollar (Hertz) cuya oficina está a unos 500 metros. Nos han dado un Golf y hemos negociado dejarlo a la vuelta en la oficina de Oviedo en vez de volver otra vez al aeropuerto.
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Nos
hemos acercado a la oficina de turismo (abierta de 10:00-14:30 y 15:30-17:00)
en C/ Marqués de Sta. Cruz, S/N (Campo de San Francisco) pero las dos chicas
que había (parecía que fueran dos adolescentes que habían dejado allí un rato)
no nos han dicho nada salvo darnos el mapa y decirnos que eso erra lo que
podíamos ver. En fin, no nos han servido de ninguna ayuda; nos hemos tomado un
café y hemos vuelto a por el coche para visitar las tres joyas prerrománicas de
la zona: San Julián de los Prados, San Miguel de Lillo y Santa María del
Naranco.
No es una sino tres las iglesias prerrománicas que ver en Oviedo derrochando historia entre sus paredes, todas Patrimonio de la Humanidad. La más conocida de ellas, y por cierto mi preferida, es Santa María del Naranco, que se encuentra en la ascensión hasta el Monte Naranco. A pocos metros de ésta, un poco más arriba, está San Miguel de Lillo. Desde lo alto del monte hay unas vistas espectaculares de la ciudad.
No obstante, nosotros hemos comenzado por San Julián de los Prados, ya que cerraba bastante antes que las otras dos. La entrada vale 3€ y solo se puede visitar con guía a determinadas horas (de martes a viernes, de junio a septiembre: 9:30, 10:15, 11:00, 11:45, 12:30, 16:00, 16:45 y 17:3) El resto del año se puede consultar el horario en su web. Nosotros hemos entrado a las 17:30
La
Iglesia de San Julián de los Prados se encuentra dentro de la
ciudad y es un poco menos visitada que las otras, pese a ser el más
antiguo y mayor de los edificios prerrománicos que aún se conserva en España, y
guardar en su interior los frescos originales más antiguos de Europa. Se trata
de un templo que en su origen era para el culto real pero que en el siglo IX
fue donado a la catedral (para el culto popular) por Alfonso III el Magno.
La
iglesia prerrománica de San Julián fue construida durante el reinado de Alfonso
II el Casto (791-842) y dedicada a San Julián y su esposa Santa Basilisa. En el
año 896 fue donada a la catedral de Oviedo junto ”con sus palacios, baños y triclinios” por Alfonso
III el Magno.
Consta
de planta basilical latina de tres naves, crucero formado por una gran nave
transversal, cabecera tripartita con tres capillas cuadradas cubiertas con
bóvedas de cañón, pórtico a los pies y cuartos laterales.
Pero lo más destacable son las pinturas que decoran el estuco que revocaba todo el interior de los muros y de las bóvedas, que derivan de motivos ornamentales romanos, así como la arquería ciega que recorre el ábside central, y las celosías que cierran los huecos (solamente una es original: la de la capilla de la izquierda del altar mayor).
La
verdad es que los frescos son impresionantes y están muy bien conservados. Es
una pena que el artesonado del techo (todo decorado en vivos colores) se
perdiera, y el que se puede ver es copia del original solo en madera sin
pintar.
Finalizada la visita, hacemos unas fotos al exterior y cogemos de nuevo el coche para subir al monte Naranco donde se encuentran San Miguel de Lillo (Martes a sábado: 9:30-13:00 y 15:30-19:00 h. Domingo y lunes: 9:30-13:00 h) y Santa María del Naranco (9:30–13:00 y 15:30–19:00)
San
Miguel de Lillo es una preciosidad. Según indican todas las
crónicas de la época, Ramiro I ordenó construir esta iglesia, situada a 300
pasos del palacio que hoy llamamos Santa María, como parte de la
residencia de reposo que creó en la falda sur del monte Naranco. Todas sus
características indican que la encargó al mismo arquitecto y que éste utilizó
el mismo taller. Desgraciadamente sólo ha llegado hasta nosotros una tercera
parte de la construcción original, ya que toda la cabecera y parte de las naves
se derrumbaron, posiblemente en el siglo XI, al parecer debido a un
desplazamiento de tierras motivado por un arroyo cercano. En la actualidad,
después de las excavaciones que se efectuaron a lo largo del siglo pasado,
conocemos no sólo la parte que aún subsiste, sino también toda su planta
original.
Exteriormente
los muros son recorridos por contrafuertes y en ellos se abren huecos que se
adornan con celosías de piedra completamente trabajadas. De la totalidad de
celosías del monumento, se conservan cuatro originales.
El
interior (que estaba cerrado) está dividido en tres naves, que se separan por
vez primera por medio de altas columnas en lugar de pilares. Las columnas
apoyan sobre bases decoradas con los símbolos de los evangelistas. Los grandes
capiteles donde apoyan las arquerías están decorados por motivos de origen
bizantino y norteafricano.
Santa María del Naranco se encuentra un poco más abajo de San Miguel, en la misma carretera.
Este
edificio no era en su origen una iglesia sino un palacio de recreo, construido
por Ramiro I, de veinte metros de largo por unos seis de ancho y once de
altura. El edificio, de planta rectangular, está dividido en dos pisos, uno
inferior o cripta que es totalmente cerrada y una superior diáfana, unidas por
una escalera exterior.
La
construcción, de cuidada mampostería, está elevada sobre un zócalo de piedra
para imprimirle un sentido vertical que se refuerza con los contrafuertes
estriados que llegan hasta el tejado.
Además
del maravilloso edificio, las vistas desde él son espectaculares.
Hacemos unas fotos del exterior (intentando que no salga mucha gente en la foto, porque tanto San Miguel como Sta. María están invadidos de turistas) y bajamos al centro donde dedicamos el resto de la tarde a pasear por las calles de la Vetusta de Clarín.
Es muy curiosa la coqueta Plaza Daoiz y Velarde en la que se puede contemplar una antigua casa con balconada con columnas de madera y grandes ventanales pintados de azul claro y decorada con multitud de macetas con geráneos.
la Plaza de la catedral, con la estatua de la regenta frente a ella (destrozado el encanto del lugar por un tiovivo que han colocado en la puerta del templo ¡qué manía con los tiovivos!
Mercado de Fontán |
El mercado del Fontán (un precioso mercado cubierto de alimentación ubicado en edificio protegido de 1885 de estructura metálica y grandes cristaleras; o algunas de las muchas estatuas que pueblan sus rincones y constituyen lo que se denomina “la ruta de las esculturas”. Hoy hemos visto: maternidad de Botero (conocida como “la gorda”), la lechera, la pescadera, el vendedor de pescado y la regenta); nos quedan, de las que nos interesan: el culo, Woody Allen, el viajero y Mafalda.
Al
caer la tarde vuelve otra vez a llover, débilmente al principio y bastante
fuerte después así que compramos provisiones para los desayunos y cenas y
volvemos a Paderni.
Jueves,
18 de agosto GIJÓN – TAZONES - LASTRES
Al llegar a Gijón, nos dirigimos directamente a la Universidad Laboral donde tenemos reservada la visita (solo puede visitarse con guía) a las 11:00. Hemos sacado las entradas con antelación online (hay una opción combinada para la laboral y el Jardín Botánico Atlántico, que está al lado, (6,50€), que es la que hemos cogido nosotros).
La Universidad laboral: (horario: del 1 al 31 de agosto: todos los días, a las 11:00, 13:00, 17:00 y 18:30. Duración: entre 60 y 75 minutos. Se pueden comprar entradas en taquilla u online en la web http://www.laboralciudaddelacultura.com/)
Se
trata del edificio de piedra más grande y alto de España. Puedes subir
hasta lo alto de la torre de 130 metros. También se visita la iglesia del
edificio. Es la iglesia con planta elíptica más grande del mundo. Vamos,
la Laboral entra directamente en el récord guiness. Está claro que el Elogio
del Horizonte es el icono de la ciudad, pero la Universidad de la Laboral
también tiene mucho protagonismo.
Es una visita imprescindible en Gijón y realmente ha merecido mucho la pena la visita guiada ya que, de no contratarla, solo se puede ver el exterior. Con la guía hemos visitado el teatro, la sala de pinturas con las paredes cubiertas por impresionantes frescos y las cocinas (muy, muy curiosas).
Además hemos recorrido los jardines y las pistas deportivas, así como la piscina original que hoy está fuera de uso. La capilla estaba cerrada por reformas y la torre, por el COVID.
Como
curiosidad, este complejo ha servido de escenario en algunas películas como Mortadelo y Filemón o Fuga de cerebros.
Desde la laboral, nos hemos dirigido al Jardín Botánico Atlántico que está a unos metros de distancia.
El Jardín
botánico Atlántico (Horario: del 15 de mayo al 15 de septiembre de
10:00 a 21:00 (todos los días) Precio: adultos 2,90€)
Se
divide en 4 áreas temáticas, pero siempre con el Océano Atlántico como elemento
común: el Entorno Cantábrico, el Jardín de La Isla, el Itinerario Atlántico y
la Factoría Vegetal.
Es
una visita recomendable.
Desde el botánico hemos reservado para comer, sobre la marcha, en un local especial con muy buenas críticas, La jaula de los tres grillos. Es un lugar pintoresco, estrafalario y chocante, una decoración ecléctica formada por objetos variopintos que cubren hasta el último centímetro cuadrado del restaurante. Y la comida, además es riquísima y original. Un sitio muy recomendable (https://www.tripadvisor.es/Restaurant_Review-g187451-d12302505-Reviews-La_Jaula_de_los_3_Grillos-Gijon_Asturias.html)
Tras la comida hemos dedicado parte de la tarde a recorrer el paseo marítimo, el puerto, la zona de la playa de San Lorenzo con la iglesia de San Pedro en su extremo, y el barrio antiguo, Cimadebilla, que es el casco histórico y fue el barrio de pescadores.
Lo
primero que vemos son las Letronas (el cartel rojo de Gijón)
que se ha convertido en una de las atracciones para hacerse fotos, así que nos
hacemos la foto. Se encuentran frente a la Plaza
Mayor y el Puerto Deportivo de
Gijón.
Tras dar un paseo por la playa y el paseo marítimo, nos encaminamos a la parte alta del cerro de Santa Catalina, donde se encuentra el Elogio al horizonte, una escultura enorme de Chillida que costó la friolera de 100 millones de pesetas). Desde el año 1990, ha pasado de ser una escultura de Chillida a ser el símbolo de la ciudad.
A nosotros nos ha dejado fríos, es más, no nos ha
gustado nada en absoluto. Un mamotreto de cemento sucio pero que hay que ver si
se va a Gijón. Descansamos un poco tumbados en la hierba, con el mar y las
gaviotas a nuestros pies para a continuación bajar el cerro y adentrarnos en el
casco antiguo donde se encuentra el Museo/casa natal de Jovellanos (Plaza
de Jovellanos, S/N) La entrada es gratis y se visitan las tres plantas de que
consta; no obstante, no hay prácticamente nada de Jovellanos o de la casa
antigua (salvo la fachada) pues el interior es una galería de pintura.
Gaspar
Melchor de Jovellanos fue uno de los principales exponentes de la Ilustración
española. El Museo Casa Natal que lleva su nombre está ubicado en una casa
palacio construida entre finales del siglo XIV y principios del siglo XVI,
donde nació el escritor en 1744. Moriría en la localidad asturiana de Puerto de
Vega en 1811.
Ya
desde la época de Jovellanos, el edificio sufriría varias reformas que
afectarían a su fachada y su distribución interna. En los años cincuenta del
siglo XX comenzaron las obras de adaptación del edificio para convertirlo en
museo, que fue inaugurado finalmente en 1971. Adosada al edificio está la capilla de los Remedios, donde se
encuentra el Mausoleo de Jovellanos.
Callejeamos
un poco más y cogemos el coche para visitar el pintoresco pueblo de
Tazones.
Al
llegar al pueblo (antes de entrar) hay un parking municipal gratuito a la
derecha. Es aconsejable aparcar en él ya que posteriormente se llega a otro que
es de pago.
Tazones es
una encantadora villa pesquera ubicada en la desembocadura de la ría de
Villaviciosa, en pleno corazón de la Comarca de la Sidra, a poco más de 50
kilómetros de Oviedo. Es considerado uno de los pueblos más bonitos de
Asturias; este lugar enamoró al mismísimo Carlos V cuando en 1517,
desembarcó por primera vez tierras española en esta población marinera.
El
pueblo es muy pequeñito y se recorre entero en poco tiempo. No se puede dejar
de ver la famosa casa de las
conchas y dar un paseo por sus callejas empinadas. Nosotros hemos
rematado la visita recorriendo el puerto y paseando por el espigón desde el que
hay unas preciosas vistas de la localidad.
A continuación volvemos a por el coche para dirigirnos a Lastres. Son apenas 11 km. pero la carretera es tan estrecha y con tantas curvas que se tarda un rato en llegar por lo que casi se había puesto ya el sol.
Lastres
es el pueblo donde se ambientaba la serie Dr. Mateo, es considerado
uno de los pueblos más bonitos de España. Esta popular serie española ha
dejado huella en el que fuera su escenario de grabación durante 5
temporadas. Y es que gracias a ella, Lastres comenzó a hacerse uno de los
pueblos más conocidos dentro de la comunidad asturiana Es un pequeño y
colorido pueblo de pescadores, de calles peatonales y empinadas, y grandes
casonas señoriales que miran al mar.
Lo
más aconsejable para visitar Lastres es ir directamente al Mirador de San Roque desde donde se obtiene la mejor vista del
pueblo, y aparcar ahí donde suele haber sitio (las inmediaciones del mirador de
San Roque es un lugar estupendo para estacionar nuestro vehículo y
bajar a pie hasta el centro histórico ya que el aparcamiento en Lastres escasea
y ésta es una zona buenísima para encontrar espacio gratuito)
En
el mismo mirador se puede ver una pequeña ermita (que también aparece en la
serie). Las vistas son espectaculares.
Nosotros no hemos bajado al pueblo puesto que se encontraba en fiestas y había demasiado jaleo; nos hemos conformado con verlo desde arriba.
No
obstante, si se quiere visitar es interesante la Calle Real, la Torre del Reloj
(un edificio del siglo XVIII, de 12 metros de altura) o las
numerosas casonas y palacios blasonados que nos retrotraen a los años
de máximo esplendor de la villa (algunas de las más bonitas son la Casa de
los Robledo, la Casa de Don Pedro, la Casona de Don Pedro
Suerpérez o el Palacio de los Vallados)
Para descansar un rato nos sentamos en un chiringuito que hay en una explanada que se extiende junto al mirador y nos tomamos un refresco antes de emprender el viaje de vuelta a Oviedo.
Llegamos
tarde, con todo cerrado y sin cena así que buscamos un supermercado 24 horas en
el que compramos algunas cosas.
Viernes,
19 de agosto OVIEDO-FARO DE PEÑAS – LUANCO
La mañana de hoy la hemos dedicado a visitar lo que no pudimos el primer día en Oviedo.
Lo primero que hay que decir es que esta ciudad tiene casi todo el centro peatonalizado como están haciendo en la mayoría de las ciudades excepto en la que vivimos nosotros, Albacete, en la que para peatonalizar media calle (no es un decir, solo han peatonalizado media calle) llevan años y aún no está acabada. La mayoría de la gente siempre se ha opuesto a peatonalizar. ¡Una ciudad que se cruza andando en media hora y la gente no puede prescindir del coche y se opone a la peatonalización. Indignante. Un atraso!. En fin, aquí en Asturias casi todas lo están(Oviedo, Gijón Avilés)
Comenzamos por el Campo de San Francisco (el parque) donde se encuentra la estatua de Mafalda. De ahí vamos al teatro Campoamor, justo al lado, y vemos otra de las estatuas conocida como “el culo” y en la siguiente calle nos fotografiamos con la de Woody Allen.
A continuación nos dirigimos a la Universidad de Oviedo que se puede visitar gratis.
En esta universidad impartió docencia Don Emilio Alarcos Llorach, un prestigioso lingüista cuyos libros hemos estudiado todos los filólogos de mediana edad en todas las facultades de letras españolas, y cuyas enseñanzas hemos apreciado enormemente. Aún conservo los manuales en mi biblioteca. Catedrático emérito de la Universidad de Oviedo y miembro de la RAE y de la Academia de la Lengua Asturiana fue el introductor en España de las corrientes del estructuralismo y del funcionalismo de la Lingüistica europea.
Como este año 2022 se cumple el aniversario de su nacimiento, había una exposición con su toga y birrete en una vitrina.
Muy cerca se encuentra la plaza Porlier donde nos tomamos un café y nos hacemos unas fotos en otra de las estatuas emblemáticas: el viajero.
Callejeamos un poco hasta llegar a la plaza de la catedral para visitarla (7€ con audioguía). La Catedral de San Salvador (10:00–19:00) , y su Cámara Santa son Patrimonio de la Humanidad desde 1998.
El templo es magnífico y tiene una cantidad enorme de retablos espectaculares. El retablo del altar mayor tiene 11 x 7 metros y es, junto con Sevilla y Toledo, el más grande de España.
El
complejo (y la visita) incluye la Cámara Santa, el museo y el claustro. La
Cámara Santa es una pequeña construcción de dos pisos que alberga algunas
santas reliquias (el paño santo (copia) con que se secó la sangre de la cara de
Cristo, un baúl de plata en el que se guardaba (arca santa), la cruz que enarboló Don Pelayo
cuando comenzó la reconquista, y algunas cosas más.
Claustro de la catedral |
Cuando salimos ya es hora de comer y lo hacemos en Casa Amparo, un lugar bastante recomendado; aunque el servicio es bueno y la comida también (de hecho, la ternera estaba deliciosa, parecía mantequilla) nos ha parecido un local normal.
Después
de comer hemos callejeado un poco más (Plaza del Fontán, Plaza de Trascorrales, Plaza Mayor…) y cogemos el
coche para visitar el Cabo de Peñas.
Esta
zona es muy bonita, con grandes acantilados. Se puede visitar un pequeño museo
junto al faro, un centro de interpretación y recorrer unas pasarelas sobre los
acantilados; las vistas son excepcionales. Hay un parking junto al faro. Merece
la pena la visita.
Desde aquí nos dirigimos a la Playa del Bigarral, conocida como Playa de los cristales: se halla en el sur de la villa marinera de Luanco, en Antromero y es una pequeña cala. Resguardada por la costa, este arenal de apenas setenta metros de largo y treinta de ancho, fue utilizado durante decenios como vertedero de vidrio. Con las mareas y la acción del mar muchos de los cristales fueron rompiéndose formando una playa de cuentas de cristal pulidas y redondeadas. Hoy en día aún quedan cientos de cristales de colores que cubren la playa y que en días soleados desprenden reflejos verdes y marrones. Y eso es lo que se dice, pero cuando hemos llegado hemos visto solo una cala con guijrros y ni se ven los cristales ni los colores.
Muy
cerca de esta playa está el municipio de Luanco
que también tiene mucha fama, pero no nos ha gustado mucho (parece Benidorm,
excesivamente turístico y con demasiados edificios y urbanizaciones. Mucho
jaleo, mucha gente, mucho tráfico, mucho ruido…)
En
estas fechas es bastante difícil encontrar aparcamiento. Hay uno grande al lado
del puerto, pero está junto a la playa y atestado. Por suerte hemos encontrado
no muy lejos de la zona del puerto. Al parecer hay otro aparcamiento gratuito y
asfaltado ubicado en la Calle Calvario, a escasos minutos del paseo de la Playa
al que no hemos llegado.
Lo más representativo de esta localidad es el puerto y el paseo de la playa además de la Torre del reloj, uno de los símbolos más característicos de Luanco. Ubicada en la Plaza del Reloj, esta torre fue construida en el año 1705, precisamente, por una de las familias más poderosas de la localidad, los Menéndez-Pola, para que los lugareños pudieran saber la hora, fue utilizada en otras ocasiones como cárcel y almacén.
En
el extremo del pueblo se encuentra lo que nos ha parecido lo mejor de Luanco: La iglesia de Santa María, una
verdadera joya del siglo XVII, declarada Monumento Histórico Artístico, que se
alza en un cabo entre el muelle y la playa. El interior es impresionante.
Damos
un paseo por la calle principal y el muelle y volvemos a Paderni donde llegamos
antes deponerse el sol. Nos tomamos un aperitivo en la terraza viendo la
puesta.
Hoy comenzamos dirigiéndonos hacia Villaviciosa en cuyo concejo se encuentra el Monasterio de Santa María de Valdedios, un monasterio situado en la parroquia de Puelles, a 8 km de Villaviciosa. Los primeros monjes que habitaron este frondoso y verde valle asturiano, poblado de castaños y robles centenarios, lo bautizaron con el nombre de Valdediós, «Valle de Dios» y ahí se fundó el monasterio.
La entrada se puede comprar online en su web (así como confirmar los horarios) y el precio son 6€, incluyendo audioguía. El complejo es una joya y no se puede dejar de visitar. Merece mucho la pena, de hecho, es de lo que más nos ha gustado hasta ahora, pero parece que es poco conocido ya que no había nada más que dos peregrinos que estaban haciendo el camino y nosotros.
Alfonso III El Magno, así conocido por llevar la frontera de su Reino hasta el río Duero, mandó construir en su senectud, allá por el 875, un conjunto palatino, del que tan sólo se conserva la iglesia dedicada al Salvador, El Conventín, como popularmente se conoce. Dicho complejo sería el lugar de retiro del rey Magno, una vez depuesto del trono por sus tres hijos (García, Ordoño y Fruela) hacia el año 909. Aunque el templo de San Salvador ha perdurado hasta nuestros días, peor suerte ha tenido el complejo palatino, cuya ubicación original se desconoce. El Conventín es un buen ejemplo de arquitectura Prerrománica asturiana y está perfectamente conservado (ahora estaban haciendo tareas de conservación de la techumbre, pero se puede visitar el interior)
En el recinto se visita también la iglesia del monasterio de Santa María en cuyo interior se puede ver puerta de acceso más antigua que es una preciosidad (por fuera también) Frente a ella hay una hospedería para peregrinos.
El enclave es una maravilla y merece la pena pasar un rato paseando por él. Nosotros lo hemos hecho.
Desde el monasterio nos hemos ido a Villaviciosa, la ciudad de la sidra (ahí está la fábrica de sidra El gaitero, entre otras muchas.
En
el pueblo están en fiestas y hay mucha animación. Antes de entrar en él hay dos
zonas de parking gratis que están justo al lado de la primera iglesia que hemos
visitado: Santa María de la Oliva, que data del siglo XIII y es una de
las estaciones del camino norte en la peregrinación a Santiago. Esta iglesia es
el elemento más bonito de la localidad asturiana; una enorme iglesia de estilo
románico tardío de 1270, con elementos góticos. Es también llamada Santa María
del Conceyu. Se construyó con motivo de la concesión de la carta puebla el 17
de octubre de 1270 de manos de Alfonso X el Sabio, con lo cual la villa experimentó
gran crecimiento demográfico.
Desde ahí hemos continuado por la calle del Agua que lleva directamente a la oficina de turismo donde nos han dado un plano.
La
oficina se ubica en un edificio histórico, la casa de los Hevia, un
palacio del siglo XV que dio acogiada en 57 al emperador Carlos V en el que
fuera su primer viaje a la península para hacerse cargo de los reinos de
castilla y Aragón. En la planta superior hay una exposición de la estancia en
la que pernoctó el emperador.
Mención especial merecen las indicaciones de la ruta para visitar la localidad: dicha ruta está indicada en el suelo con ¡manzanas rojas!; hay manzanas dentro de flechas blancas para indicar la dirección a seguir; y dentro de un círculo cuando hay que parar porque hay algún monumento. Es muy curioso y muy original.
Hemos
visitado la villa siguiendo las indicaciones del mapa y las manzanitas.
El
Ayuntamiento o la Casona de Valdés (solo se puede ver el exterior) también
merecen la pena. Cerca del Ayuntamiento se encuentra una escultura especial
llamada “la exaltación de la manzana” (un gran sombrero con enormes
manzanas que salen de él). La iglesia de Sta. María, el monasterio de las
clarisas, el museo de la Semana Santa (que no hemos visitado), el ateneo, la
plaza de abastos o el palacio de los Caveda son también puntos importantes del
recorrido.
Casona de Veldés |
Exaltación de la manzana |
Callejeamos un poco más por el centro y reservamos para comer en Lastres; pero, aunque parezca imposible, no podemos encontrar dónde dejar el coche y, al final, cancelamos y comemos en un chiringuito que hay antes de entrar al pueblo, El Rápido. Está bastante bien aunque, para ser un chiringuito, barato no es. Hemos tomado una ración de zamburiñas y otra de fabes con almejas, tres copas de vino y una cerveza; de postre, una ración de3 tarta de la abuela y dos cafés (casi 60€, excesivo)
Este
pueblo de Lastres es una pesadilla. Ayer lo vimos desde el mirador que es lo
que merece realmente la pena; en temporada de varano está hasta la bandera (hay
que tener en cuenta que es un pueblecito encajado en una pendiente que llega al
mar, con calles estrechas muchas cuestas y poco espacio) Hay miles de turistas,
coches a cientos aparcados por todos los lugares, y apenas parking (el que
hemos visto era una ratonera y encima de pago). En nuestra opinión, estas
localidades costeras, como Lastres o Luanco, es mejor visitarlas en otra época
del año porque en verano son demasiado bulliciosas y no se disfrutan.
Desde Lastres continuamos la ruta, por la carretera de la costa, hasta Ribadesella, uno de los pueblos costeros más elegantes de Asturias.
Aquí
teníamos reservado un paseo por los Acantilados
del Diablo en lancha rápida, pero esta mañana nos han llamado para
cancelarlo ya que, según nos han dicho, el mar estaba peligroso. (Empresa
Nautilus Tour. Hay que reservar. 45€/1 hora)
También teníamos previsto, cuando preparamos el viaje, visitar las Cuevas de Tito Bustillo: (de miércoles a domingo, de 10:15 horas (primer pase) a 17:00 horas (último pase), pero cuando intentamos conseguir entrada ya estaba todo completo hasta septiembre así que no las hemos podido ver.
Para aparcar hay parking gratuito al cruzar el puente sobre la ría, a la derecha; si no queda sitio hay otro un poco más adelante justo en la estación de autobuses (ahí lo hemos dejado)
Nos
imaginábamos esta localidad más grande, pero la zona del casco antiguo son unas
cuantas calles que se ven rápido. Lo más especial es el enclave, la zona del paseo
del puerto y poco más.
Nos
hemos tomado un refresco en una terraza y hemos regresado. Teníamos pensado
llegar hasta Llanes que es uno de los pueblos costeros más famosos pero, al
final, hemos concluido la tarde aquí.
Domingo,
21 de agosto PONCEBOS – BULNES - CANGAS DE
ONÍS
Hoy nos toca naturaleza, visitamos la zona de Bulnes, en los Picos de Europa. La zona está muy cerca de Covadonga y de los lagos, pero eso no lo vamos a ver porque ya lo conocemos.
Hemos
ido derechos hasta el pueblo de Poncebos
donde se encuentra el funicular que sube a Bulnes. La verdad es que hemos
llegado a la peor hora, las 13:00 más o menos.
Después
de haber visitado la zona, nuestra recomendación es llegar a Poncebos sobre las
17:00 para coger el funicular de las 17:30; a esa hora ya se estaba yendo la
gente y había más sitios para aparcar en el pueblo.
La
carretera y la zona es preciosa, pero aquello parecía la romería del Rocío:
gente y coches “hasta decir basta”. En general, Asturias se debe visitar fuera
de temporada alta, porque en julio y agosto parece todo una feria y es bastante
agobiante.
Según
nos acercábamos a Poncebos había coches por todos lados, aparcados en todos los
huecos imaginables. Por supuesto, el pequeño aparcamiento estaba cerrado y
rebosante de vehículos así que nos han mandado a otro parking que
habíamos pasado a la izquierda de la carretera a 2 km del pueblo. Así que hay
que darse una caminata para llegar al funicular. (Horario de 10:00 h. a 20:00)
Caro: 17€ (1 trayecto) y 22€ (i/v)
Hacemos
cola para los billetes y nos dan para las 14:00 así que nos toca esperar tres
cuartos de hora (el funicular sube y baja cada media hora; para subir te dan
hora pero para bajar se puede coger el que se quiera; tarde 8 minutos en el
recorrido)
Justo
donde para el funicular en Bulnes comienza la senda para bajar a pie ya que
mucha gente sube en funicular y baja andando.
La
ruta de Poncebos a Bulnes a pie tiene un desnivel de 500 metros y una distancia
de 4 Km (solo ida): La ruta comienza con un cartel señalizado cerca Del Hotel
Poncebos, siguiendo por la carretera lo verás a mano izquierda. No
tiene pérdida, máxime en estas fechas que, como ya he dicho, parece una
romería.
Al
salir del funicular hay un camino que lleva hasta el pueblo de Bulnes. Es una preciosidad, aunque con
tanta gente… Debe de ser una pasada cuando se van -nos vamos- todos los
turistas.
Lo
primero fue buscar dónde comer y… ¡todo estaba lleno!; hay cuatro o cinco
pequeños restaurantes y, al fin, después de dar varias vueltas logramos coger
una mesa en uno, La casa del puente,
muy agradable, justo al lado del río y con un servicio y atención muy buenos.
Tras
la comida damos un paseo y subimos al mirador del Pico Urriellu desdedonde
hay unas preciosas vistas de la zona y del Naranjo de Bulnes. Bajamos y nos
sentamos un rato junto al río a disfrutar del aire puro, de la brisa y de la
naturaleza.
El Naranjo de Bulnes |
La
verdad es que, aun con gente, la zona es preciosa.
Cogemos
el funicular de las 17:30 para bajar, andamos dos km hasta el parking y cogemos
el coche para visitar la localidad de Cangas
de Onís que se encuentra cerca.
Hay
algunos parking con zona azul, y tenemos suerte porque encontramos sitio (hay
muchísima gente porque están en fiestas) y al ser domingo, no se paga.
La imagen más reconocible y el lugar más importante que ver en Cangas de Onís es sin duda el Puente Romano, un nombre que tiene mucha «miga» porque de romano no tiene nada. Se trata de una construcción de la Edad Media que une las dos orillas del Sella, declarado Monumento Histórico Artístico en 1931 y que tuvo una gran importancia en la comunicación entre Asturias y Cantabria.
Actualmente de este puente cuelga una
réplica de la Cruz de la Victoria, un gran símbolo para Asturias, que Don
Pelayo enarboló en la batalla de Covadonga, cuyo original se encuentra en la
Catedral de Oviedo.
Lo
primero que hacemos es dirigirnos al puente y hacernos unas fotos; después nos
sentamos en una terraza muy agradable, justo delante del puente, donde casi todo el mundo bebía sidra, y nos tomamos
unos refrescos.
Paseamos
un poco y volvemos atardeciendo a Paderni.
Lunes,
22 de agosto TARAMUNDI- OX TEIXÓIS-PLAYA
CATEDRALES
Hoy vamos a visitar una zona no demasiado conocida ni turística: la ruta del agua que incluye varios pueblos preciosos como Pardiñas, Taramundi, As Veigas y otros. Esta ruta es la más conocida de la comarca, un lugar lleno de encanto y naturaleza donde se tiene la oportunidad de ver cómo se trabajaba y utilizaba el agua en la zona.
Tras salir de la autovía de La Coruña y desviarnos hacia el sur comenzamos la ruta por una sinuosa carretera de montaña, segura aunque con muchas curvas que nos va adentrarnos en una zona donde la vegetación es la reina. Todo verde, verdísimo. Y, por supuesto, niebla y llovizna.
Tras
un rato de viaje llegamos a Taramundi
y dejamos el coche en el pueblo. Aquí no hay tanta gente como en Bulnes.
Pasamos por la oficina de turismo donde una joven antipática y sin ganas de
hablar nos suelta un plano acompañado de la siguiente explicación:”esto es lo
que hay que ver”; nada más. Menos mal que todo está bastante bien indicado y
que había cobertura para las indicaciones de Google Maps.
Desde
la misma puerta de la oficina se baja a las dos zonas interesantes en este
pueblo: el castro y los molinos de Monzonovo, el primero hacia la izquierda y
el segundo hacia la derecha.
A
unos 5 minutos andando cuesta abajo en Taramundi, están las excavaciones
arqueológicas del castro de Os
castros, de acceso gratuito y con bastante información en paneles
explicativos.
Se
denomina castro a un tipo de poblado , siempre fortificado, característico de
la Edad de Hierro. En este en concreto, las excavaciones han revelado una
importante secuencia de ocupación: desde fines de la Edad de Bronce (siglos IX
al VII a.C.) hasta el siglo II d.C.
El
sitio es bastante interesante y se puede recorrer por unas pasarelas de madera.
Estas excavaciones no son muy antiguas, pues se destaparon en el año 2000. Hasta el momento se han recuperado una zona que correspondería a una sauna castreña, tramos de calles y algunas cabañas con los muros de formaa redondeada y construidos con láminas de pizarra superpuesta.
Terminada la visita hay que volver a subir para tomar la carretera que discurre hacia la derecha y que lleva hasta Mazonovo donde se encuentra el Museo de los Molinos.
Nosotros
hemos dejado el coche en el pueblo y bajado a pie, ya que hay una senda
peatonal (¡OJO!, con mucha pendiente por lo que la subida es dura) que lleva
hasta el lugar; no obstante, se puede bajar en coche por la carretera y dejarlo
en el parking del museo (aunque es pequeño y no caben muchos vehículos)
Así
pues, a 400 metros de Taramundi, caminando pueblo abajo, en un entorno
paradisiaco, se halla el mayor número de molinos de agua de España
(hasta 18 molinos, algunos originales, otros restaurados de los que 7 son
manuales, 6 hidráulicos, 3 para niños y 2 especiales) situados entre los
ríos Turía y Cabreira; se trata de un conjunto de construcciones hidráulicas
que mantienen su encanto natural y que fueron recuperadas para mostrar a todos
la importancia de lo tradicional en la zona.
El
conjunto de los Molinos de Mazonovo fue declarado Bien de Interés Cultural y
merece mucho la pena este museo por lo que conserva y expone y porque, además,
todos ellos están en funcionamiento.
La
entrada cuesta 5€ y
con ella, además, se participa en un sorteo de 1000€; también dan unos guantes
ya que todas las maquinarias se pueden tocar y manejar (tienen incluso grano
para que los visitantes lo puedan moler con las distintas piedras de la
exposición.
La
visita comienza con un vídeo explicativo y luego se recorre todo el museo que
tiene parte de salas y parte al aire libre.
Es,
sin duda, una actividad imprescindible.
Tras recorrer toda la exposición, cogemos el coche y nos dirigimos a Ox Teixóis que se encuentra a 4 km de Mazonovo, por la misma carretera, para comer y visitar el Conjunto Etnográfico Ox Teixóis.
Seguimos
la estrecha carretera que lleva a la zona y al llegar aparcamos en el márgen de
la misma ya que hay un pequeñísimo parking al comienzo del sendero que conduce
a la aldea, pero está lleno.
Ox
Teixóis es, como digo, una aldea compuesta por unas cuantas construcciones de
piedra y con bastante agua de ríos y arroyos. El complejo se abrió al público
en el año 1980 y ha sido declarado Bien de Interés Cultural, con la
categoría de Conjunto Histórico.
Aquí
se puede visitar una muestra de la arquitectura (casonas, y hórreos)
y ver el valioso conjunto de ingenios hidraúlicos en su estado natural.
Solo hay un restaurante, El Mazo, en el que habíamos reservado por teléfono antes de iniciar el viaje (y menos mal porque cando llegamos estaban dando mesa para más de las 16:00 de la tarde). Nos pusieron en un porche de piedra donde había varias mesitas, un lugar encantador. El servicio y la atención es excepcional pese a que estaba lleno y la comida estaba rica (solo abre a medio para comida. Tlfno: 696440640): una ensalada, tortos de maíz variados (de tres rellenos: revuelto de morcilla, queso de cabra con cebolla caramelizada, picadillo con crema de cabrales y jamón con huevo de codorniz) y una tarrina de cabrales. La carta es bastante variada y, por supuesto, incluye los platos típicos asturianos como la fabada o el cachopo.
Para visitar el conjunto etnográfico hay que sacar entrada y solo se puede acceder con visita guiada (de otra manera no se puede acceder a él) que tiene una duración de 40 minutos. Casi todo el mundo la llevaba sacada por internet en su web, pero nosotros no; de todas maneras, el restaurante tiene una ventanita que sirve de taquilla y también se pueden conseguir (al mismo precio: 4€) En verano hay visita cada hora y nos dieron para las 16:00.
La
aldea fue construida por una grupo de herreros que vinieron de otras zonas(al
parecer muchos de ellos de Vizcaya) y decidieron establecerse aquí porque
disponían de los recursos necesarios para su trabajo, a saber, hierro de una
mina cercana y agua para mover los ingenios.
La visita merece muchísimo la pena. Todos los artilugios y máquinas funcionan perfectamente y son los originales. La guía explica todo con mucha claridad y muestra cómo se utilizaban las diferentes máquinas. Incluso en la fragua nos ha hecho una demostración de moldeado del hierro.
De lo más interesante es la fundición y el ingenioso invento para crear mediante el agua una corriente constante de aire para el fuego; un batán, el molino de grano y, lo más sorprendente, una central eléctrica con la que consiguieron dar luz a las casas de la aldea cuando aún no había llegado el tendido eláctrico mediante una dinamo que era movida por la fuerza del agua.
Es espectacular. Otra visita imprescindible.
Desde aquí habíamos pensado ir un poco más al interior hasta otra aldea llamada As Veigas que, al parecer, es una maravilla. Pero se ha hecho tarde y teníamos que llegar a la Playa de las Catedrales a la hora de la marea baja que era a las 20:36 el punto más bajo)
También habíamos planeado visitar Ribadeo que está muy cerca, pero también lo hemos cancelado.
Hemos
llegado a la playa con tiempo de sobra, de hecho ha habido que esperar a que
bajara el agua.
La playa
de las Catedrales tiene un aparcamiento bastante grande en la misma
entrada pero estaba lleno y nos han enviado a otro que está a unos 500
metros.
Para acceder hay que sacar una autorización por internet en su web, sin ella no se permite la entrada. La zona parecía la peregrinación a La Meca de tanta gente como había. Hemos tomado un refresco en una terraza muy agradable que hay sobre la misma playa y sobre las 19:00 hemos bajado.
Cientos de personas
peregrinaban, como nosotros, escaleras abajo. Una romería total.
Para
la visita, después de haberla realizado, podemos dar algunas recomendaciones:
llevar escarpines (aparte de las sandalias) porque hay que pasar bloques de
rocas que resbalan y están complicados; llevar bañador y toalla porque aunque
el agua baja las olas son grandes y el final es acabar empapado.
¿Qué
decir de la famosísima Playa de las Catedrales? Es una maravilla. Es soberbia.
Solos sobraban unos cientos de personas; por lo demás, un espectáculo impresionante.
Toda la zona de arriba de los acantilados de la playa se puede ver desde arriba ya que está recorrida por pasarelas de madera y es un paseo muy agradable, además de poder contemplar unos espectaculares escenarios.
Pasamos
allí el resto de la tarde y con el sol escondiéndose volvemos a Paderni.
Martes,
23 de agosto AVILÉS-CUDILLERO
Sin duda Avilés es la ciudad que más nos ha gustado y Cudillero el pueblo costero más bonito.
Al llegar a Avilés hemos comenzado por las visitas que se encuentran fuera del casco antiguo.
La
primera ha ido el Museo de las Anclas, de Philippe Cousteau que se encuentra en
la península de la Peñona, en Salinas (la zona de playa marítima de Avilés) Nos
ha encantado.
Se
trata de un conjunto monumental al aire libre formado por varios elementos: una
cubierta de velas y anclas de diferentes barcos históricos (donados por
diferentes navieras), un gran mural cerámico, un puente que da acceso a un
mirador en voladizo sobre el mar y un busto en bronce de Philippe Cousteau
sobre un saliente de roca. Está situado junto a una playa larguísima y las
vistas desde el museo son impresionantes.
La segunda visita ha sido el cementerio. Sí, el cementerio de la Carriona que es uno de los lugares más singulares que hay que ver en la ciudad. Forma parte de la ASCE (Association of Significant Cementeries in Europe), la red europea de cementerios con interés histórico artístico. La Carriona destaca, sobre todo, por tener algunas esculturas de gran belleza, convirtiéndose en todo un museo de arte (y también de historia) al aire libre.
En este lugar se
encuentra una figura galardonada en 2015 como mejor escultura funeraria de
España: la estatua del ángel de la tumba de la marquesa de San Juan de Nieva,
obra del ovetense Cipriano Folgueras. También aquí está la sepultura del
escritor y crítico español Armando Palacio Valdés.
Este
cementerio no es tan impresionante ni grande como el de Milán o el de Père-Lachaise de París,
pero está bien y tiene algunas esculturas excepcionales. Merece la pena.
El
resto de lo que queríamos ver estaba todo concentrado en el casco antiguo por
lo que hemos buscado un parking y, siguiendo las indicaciones de Google Maps,
hemos elegido el Parking Plaza de
España que está muy, muy, muy céntrico, aunque las plazas
son un poco pequeñas y el espacio para maniobrar es bastante justo.
De todas
las cosas que hay que ver en Avilés, sin duda, la principal, es el casco
antiguo declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1955. De hecho,
para algunas personas (y no solo los nativos de Avilés) es el más bonito de
Asturias. Nosotros tenemos la misma opinión. Nos ha maravillado.
Lo
primero que hemos hecho ha sido acercarnos a la oficina de turismo a por un
plano (que, por cierto, es bastante malo) para no dejarnos nada de todo lo que
queríamos ver. También en esta oficina de turismo son parcos en palabras y en
explicaciones. Menos mal que llevábamos nuestro plan de viaje hecho con todo lo
importante de la ciudad.
Al final de la misma calle de la oficina de turismo, en la ría, se vislumbra el centro Niemeyer, un centro cultural diseñado por el afamado arquitecto brasileño Óscar Niemeyer. Se encuentra situado en mitad de la ría y fue una donación del arquitecto al Principado de Asturias por el XXV aniversario de los Premios Príncipe de Asturias. Se trata de la única obra de Niemeyer en España y es, según palabras del propio arquitecto, su obra más importante en Europa.
Para
acceder a él hay una pasarela sobre el agua.
El
centro es una mezcla entre escultura y arquitectura y pretende ser una oda a la
naturaleza. El complejo está formado por distintos elementos, como son su
enorme plaza, el auditorio (en forma de ola), la cúpula (que sirve como centro
de exposiciones y simboliza una montaña), la torre-mirador (con forma de árbol)
y el edificio polivalente.
Hay
una visita guiada a las 17:00, pero nosotros lo hemos visto solo desde el otro
lado de la ría. No nos ha parecido muy interesante en comparación con todo lo
que ofrecía la ciudad.
En
principio, Avilés tiene fama de ser una zona fea e industrial, y es cierto que
los alrededores son horrendos, pero la ciudad nos ha encantado. Es una ciudad
amable, PEATONALIZADA en todo el centro, con vida, con muchísimos edificios
conservados y muchos soportales. Una ciudad muy, muy agradable.
De lo más relevante que ofrece destacamos lo siguiente:
El barrio de Sabugo que es
conocido como el barrio de marineros y se sitúa en un pequeño promontorio,
junto a la Ría y en él destacan La
plaza Carbayo (donde nos hemos tomado un café) en la
que hay un azulejo enorme en una pared con el nombre del barrio y la iglesia de Sabugo o Iglesia
Vieja de Sabugo, del siglo XIII con una puerta en la que se reunían los
pescadores para solventarlos asuntos de su oficio; la pequeña y
fotogénica calle de Bances
Candamo y la imponente iglesia
de Santo Tomás de Canterbury.
Iglesia de Santo Tomás de Canterbury. |
En
una de sus calles, la de la Estación, se puede encontrar una estatua que no
deja a nadie indiferente: se trata la de la Monstrua.
La Monstrua era
el nombre con el que se conocía a Eugenia Martinez Vallejo. Eugenia nació
con una enfermedad congénita que afectaba a su metabolismo, provocándole
una marcada obesidad. Debido a ello fue llamada por el monarca Carlos II
para incluirla entre los servidores conocidos por aquel entonces
como gente de placer, personajes destinados al divertimento de la
corte
La monstrua |
La plaza de Camposagrado con
una pequeña y coqueta iglesia, aunque lo más destacado de esta plaza es la
presencia de la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias, con su
fachada de estilo barroco.
Iglesia de San Antonio de
Padua (Antiguos Padres Franciscanos) situada
en la plaza Carlos Lobo, frente al Museo de Historia Urbana, esta es una
iglesia románica del siglo XII. En este lugar se encuentra la tumba de Pedro
Menéndez, el adelantado de la Florida, navegante y fundador de la ciudad más
antigua de Estados Unidos, San Agustín de la Florida.
San Antonio de Padua |
Uno de los espacios abiertos más bonitos que hay que ver en Avilés es la Plaza de Domingo Álvarez Acebal. El conjunto que forman sus fachadas, como la del Palacio de Balsera y la Iglesia de San Nicolás de Bari, así como su parterre ajardinado, preparan para la que es, posiblemente, la calle más bonita de todo Avilés, la calle Galiana.
Esta pintoresca calle fue construida en el siglo XVII durante
la expansión barroca de la ciudad. Con 252 metros, es la calle soportada más
larga de Avilés y la única que conserva el doble tipo de suelo: la zona empedrada
para el ganado y la gente que llevaba madreñas (el calzado tradicional
asturiano) y la zona lisa para el resto de transeúntes. Aparte, en las
viviendas de la calle, de doble altura, se encuentra encima de cada puerta de
la calle, sobre el techo, un agujero cuadrado que servía de mirilla para ver
quién era el visitante.
Al
final de la calle Galiana se encuentra la plaza de Carbayedo con un gran hórreo
en su centro.
Durante
la visita hacemos una parada para comer en un local en el que habíamos
reservado la vinoteca Sal de Vinos,
que nos gustó bastante (C/ Muralla 36. Tlfno: 984832053) El menú del día es muy
barato (12€) y la comida muy rica; tienen zona de bar con mesas y un comedor
muy agradable dentro.
Abandonamos Avilés en dirección a otro plato fuerte: el pueblo de Cudillero. Al llegar nos hemos confundido un poco ya que si se siguen la indicaciones de “Cudillero” hemos ido a parar a una zona feucha. Hay que seguir las indicacines a “Puerto de Cudillero”.
Debemos
decir que aunque había bastante gente no daba la impresión de agobio de otros
pueblos costeros que hemos visitado.
No
hay problema de aparcamiento (y eso es muy de agradecer) porque en el mismo
puerto hay una zona enorme de parking gratis, a unos metros del acceso al
pueblo.
Cudillero
nos ha encantado. Tiene mucho sabor y mucho ambiente y está muy bien
conservado.
Hemos
pasado el resto de la tarde haciendo fotos y callejeando por las coquetas
callejuelas de la localidad.
De vuelta al apartamento nos hemos preparado un aperitivo en una mesita junto a la piscina con unas vistas espectaculares de la exuberante naturaleza asturiana.
Miércoles,
24 de agosto
Tras levantarnos y recoger el apartamento hemos llegado a Oviedo y hemos devuelto el coche.
Como aún faltaba bastante tiempo para la hora de salida del tren nos hemos sentado en la terraza de una cafetería con buen servicio, cafés riquísimos y bollería estupenda (Tristán, la misma en la que desayunamos el día que llegamos) a tomar café.
Hemos dado un paseo por las
calles del centro y hemos comido en un local llamado 360 Grados, que
tenía muy buenas críticas, cerca de la estación, en una calle casi toda de
restaurantes con terraza.
Al
terminar hemos ido a la estación y cogido el tren de vuelta.
Sello
España: el tren ha llegado con 27 minutos de retraso (cuando son 30 hay derecho
a indemnización, pero ya se las apañan para que sean 27 y no 30). Un Alvia que
parecía una tortuga; jamás hemos visto un tren ir más despacio. Seguimos como
siempre, no se mantienen jamás los horarios de nada y mucho menos en los
transportes públicos.
Pero,
aunque tarde al fin en casa.