GRANADA (Noviembre, 2021)

Este mes de noviembre ha tenido lugar en Granada el I Congreso Micológico Nacional, y ha sido este el motivo que nos ha llevado de nuevo a esta maravillosa ciudad andaluza en una escapada relámpago de fin de semana.

Salimos de Albacete el jueves, 25 de noviembre, al acabar el trabajo, sobre las 15:00.

Decidimos ir por la autovía de Andalucía que, aunque son 50 km. más, es todo autovía. El viaje se dio bien porque no había excesivo tráfico.

Llegamos a Granada a las 18:30 y, por suerte, encontramos una plaza para aparcar justo frente al hotel, que es el Barceló Granada Congress 5* (ver crítica en Tripadvisor 


https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187441-d589910-r820688569-Barcelo_Granada_Congress-Granada_Province_of_Granada_Andalucia.html)

Nos instalamos en nuestra habitación (bastante grande y con muy buenas vistas) y nos dirigimos al Centro Cultural de la caja de Granada (un edificio precioso, por cierto, frente al parque de las ciencias) que es la sede del congreso para poner el póster que presentábamos. 

Volvimos al hotel, pedimos un plano y nos dirigimos al centro a dar un paseo. Toda la zona principal está animadísima para ser jueves, incluso después de cerrar las tiendas. Encontramos un local precioso en la plaza del Carmen llamado La puerta del Carmen, y nos pedimos unas raciones; el plato de jamón de bellota y queso de tres curaciones está “de escándalo” y la atención y el trato del camarero, exquisita. Tras la cena, volvemos dando un paseo al hotel.


Viernes, 26 de noviembre


Sobre las 12:00 llegan nuestros amigos de Málaga y empezamos el minirrecorrido turístico que nos llevó, en primer lugar, al Hospital Real (hoy  sede del Rectorado de la Universidad de Granada). Se puede visitar sin problema y gratis (de hecho, entran y salen estudiantes y público constantemente)


El Hospital Real  fue construido por los Reyes Católicos en el año 1492 sobre un viejo cementerio musulmán que estaba a las afueras de la ciudad; se decidió construir aquí para cumplir las normas de sanidad manteniendo a los enfermos alejados de la ciudad. Se fundó debido a la falta de hospitales en la ciudad,  para dar refugio a los pobres, ayudar a los enfermos y huérfanos. Aunque su fundación data de 1504, el Hospital Real es el resultado de una superposición de estilos que reflejan la evolución de la arquitectura desde el  siglo XV hasta el siglo XVIII. Este edificio mezcla perfectamente tres estilos diferente: el mudéjar, el gótico y el renacentista.

Está diseñado en forma de cruz y planta responde a un cuadrado en el que se inserta una cruz griega en dos alturas, generando  cuatro patios de igual tamaño, uno en cada uno de sus ángulos ; el edificio sigue el modelo del Hospital Mayor de Milán, pero reducido a la mitad de este. 

En el piso inferior podemos encontrar bóvedas de crucería gótica y arriba armaduras mudéjares. Los patios más destacados son el Patio de los Mármoles (formada por veinte arcos -cinco en cada lado- de medio punto sobre estilizadas columnas) y el Patio de la Capilla (que presenta doble galería formada por arcos de medio punto sobre columnas dóricas en la planta baja y corintias en las superiores, este patio es el único que está acabado por completo. 


 

 

 

Un dato curioso es que en el  retablo de la capilla se muestra el cepo en el que estuvo preso San Juan de Dios.  En el piso noble se encuentra hoy la biblioteca de la universidad.

Una de las estancias más curiosas es la farmacia que se puede visitar y se conserva intacta con sus botes, tarros, mostrados e incluso la caja registradora.



Terminada la visita nos dirigimos al parador de la ciudad, donde ellos estaban alojados, que se ubica dentro del mismo recinto de La Alhambra.

El edificio es una maravilla y el entorno, único. Merece mucho la pena visitarlo y pasar un rato tomando un café en la terraza con vistas a La Alhambra. Así que, una vez instalados, dedicamos un rato largo a ver todo el recinto y hacer unas cuantas fotos.


Este Parador es uno de los más especiales (¡y caros!) por su extraordinario entorno y por su importancia histórica. En 1495, y sobre lo que era un palacio nazarí, los Reyes Católicos mandaron levantar el primer convento de la recién conquistada Alhambra en el que, incluso, estuvieron temporalmente enterrados.

Situado al final de la calle Real de la Alhambra, el palacio nazarí de los Infantes fue el lugar elegido para construir este convento encomendado a los franciscanos.

La superposición de estructuras y estilos hacen excepcional este edificio.

El centro del antiguo palacio nazarí se transformó en la nave principal de la iglesia del convento, y la capilla mayor y el crucero ocuparon el mirador del palacio, que se abría a la nave a través de un arco mudéjar. El paso de los siglos arruinó la cubierta de la iglesia que hoy es un espacio abierto, el Patio de Isabel la Católica, antesala del mirador. Otros elementos, como la sala oriental (ahora sala árabe del parador) y el patio también sobrevivieron, transformado ahora en un claustro cristiano de dieciséis columnas toscanas con arcos rebajados. 

El convento renacentista sufrió también importantes transformaciones y ampliaciones en el siglo XVIII. Fue en ese momento cuando adquirió su forma definitiva con la construcción de la torre del campanario y la puerta actual, de ladrillo y pilastras, con arco de medio punto y el nicho con la imagen de San Francisco. 

El edificio llegó al siglo XX en un estado ruinoso sobre el que intervino Leopoldo Torres Balbás, arquitecto conservador de la Alhambra. La profunda restauración de 1927 posibilitó la recuperación de valiosos elementos prácticamente derruidos. A partir de ese momento, y dada la importancia artística de la Alhambra, fue transformado en residencia de artistas hasta que, en 1945, se convirtió en parador de turismo.



Una vez finalizado el recorrido por las salas, patios y demás dependencias de este espectacular lugar decidimos tomar un aperitivo antes de comer aprovechando la invitación cortesía del parador. Nos sentamos en la terraza ya que el tiempo era magnífico y lucía el sol. Tan agradable era el sitio y la conversación que decidimos sobre la marcha comer allí mismo. 

Tomamos el plato del día (cada día de la semana ofrecen en carta un plato diferente de “cuchara” por 12€ (aunque luego con extras y bebida sube la cantidad) que hoy consistía en cazuela de pescado con fideos. ¡Deliciosa! También es recomendable el vino tinto de la casa que está riquísimo. 



Rematamos tomando café en la cafetería porque se levantó un viento bastante desagradable y, sin apenas darnos cuenta, se nos pasó la tarde.

Volvimos al hotel un rato a descansar y a las 21:00 habíamos reservado mesa en el restaurante del mismo parador para cenar.

Dados los orígenes árabes del establecimiento, tienen una carta en la que se ofrecen muchos platos árabes; de hecho, preguntamos si uno de ellos llevaba tomate y la respuesta fue que “en aquella época no se conocía el tomate” y que ellos en sus platos pretenden ser fieles al original. 

Huevos trufados y asados con calabaza, cebolleta, foie de pato y jamón ibérico, y queso de cabra Las RRR curado en manteca ibérica (Super World Cheese Awards 2017-2018) para compartir; de segundo pedimos solomillo en salsa de reducción de vino, medallones de rape, salsa mozárabe, piñones, azafrán y pasas, y  un plato árabe compuesto por pastilla y harira; todo ello regado con un vinito de Rioja. Muy rico todo y buena atención.



Y con una tertulia en la cafetería haciendo los planes de mañana dimos por concluido el día.


Sábado, 27 de noviembre


Tras el desayuno, comienza el día dando una vuelta por el centro desde la Puerta Real a la que se llega desde el hotel en 10 minutos. 

Subiendo por la Avda. Reyes Católicos a la izquierda salen varias callecitas peatonales por las que se llega a la plaza Bib-Rambla, una plaza animadísima y llena gente en cuyo centro se encuentra la fuente de los Gigantes. La plaza debe su nombre a la Puerta Bab al-Ramla o Puerta del Arenal, una de las principales puertas de la muralla que daba entrada a la ciudad. Su origen es nazarí y debió jugar un papel importante por su cercanía a la mezquita mayor y al zoco o mercado de la ciudad. 

La Plaza de Bib-Rambla o Bibarrambla se utilizaba para celebrar fiestas en tiempos de los árabes, y para corridas de toros en la época cristiana. 


Tras la Conquista se celebraron aquí los autos de fe y  la quema de los manuscritos y libros considerados herejes por la Inquisición; casi toda la biblioteca de  madraza desapareció aquí. 

A un paso de la plaza, por una calleja lateral, se accede a la Catedral y a la Capilla Real donde se encuentran los sepulcros de los Reyes Católicos, dos de los monumentos más importantes de la ciudad.

La catedral de Granada (siglo XVI) está dedicada a Santa María de la Encarnación, tiene 115 metros de longitud y 67 metros de anchura. 


La catedral comenzó a construirse en 1501 por encargo de los Reyes Católicos, después de que Granada fuera reconquistada por los cristianos a los árabes en 1492. La catedral se construyó sobre el lugar donde antiguamente se erigió la mezquita y fue la primera vez que una de ellas albergó una capilla funeraria para los reyes. Durante un tiempo, la antigua mezquita todavía se utilizó como catedral. En las décadas posteriores se utilizó el estilo renacentista y también barroco en su construcción lo que hace que sea una mezcla de ambos estilos, renacentista y gótico. La parte más original e importante de  la catedral es el coro circular para los sacerdotes en estilo renacentista, que está rodeado de una serie de capillas. En la nave destacan los dos grandes órganos dorados del siglo XVIII.

La visita a la catedral vale 5€

En el complejo de la catedral se encuentra también la Capilla Real a la que se accede por una puerta en la parte trasera de aquella. La entrada vale 5€.

La Capilla Real fue mandada construir por los Reyes Católicos como una capilla funeraria. En ella están sepultados Fernando e Isabel, su hija Juana, la Loca y su esposo Felipe, el Hermoso y el infante Miguel de Paz, nieto de los RRCC.



Los monarcas murieron antes de que se acabara y, mientras tanto, sus cuerpos reposaron en el Convento de San Francisco de La Alhambra, hoy Parador Nacional de Turismo. 

El Emperador Carlos V respetó en todo los deseos de sus abuelos y se encargó posteriormente, en 1521, de trasladar sus cuerpos a la capilla recién terminada. 

De hecho, Carlos V enterró en Granada a casi todos los miembros de la familia real que murieron entonces: sus padres, Felipe el Hermoso y Juana la Loca, su propia esposa Isabel, sus hijos y la princesa María de Portugal, esposa del príncipe Felipe, convirtiendo así la Capilla Real junto con la Catedral de Granada en el Panteón Real de los Austrias españoles. 

Sin embargo, Felipe II posteriormente se llevó a casi todos al recién construido Monasterio del Escorial y sólo dejó en Granada a los Reyes Católicos, a la pareja formada por Felipe y Juana, y al Infante Miguel de Paz, nieto de los Reyes Católicos.


En la misma calle de la Capilla, en el lado de enfrente, se halla el acceso a la Alcaicería.  El nombre tiene origen romano, ya que en árabe al-Kaysar-ia quiere decir "el lugar de César". Esto fue para agradecer al emperador bizantino Justiniano que les otorgara a los árabes el derecho exclusivo de fabricar y vender seda en el siglo V.

El mercado de la Alcaicería era el 'gran bazar' y originariamente el mercado de la seda árabe. En su origen se trataba de una serie de calles entre la Plaza Nueva y la plaza Bib-Rambla, llenas de puestos de seda árabe, especias y otras mercancías de valor. Hoy en día, la única parte que permanece activa es la Calle Alcaicería; se trata de un pequeño zoco de callejuelas estrechísimas repleto de tiendas de recuerdos y un hervidero de turistas bastante agobiante.

Y cómo no, compro unos cuantos objetos de cerámica como recuerdo de esta visita.

Desde aquí y tras dar una vuelta por la zona de la plaza se hace imprescindible un café; muy recomendable el de La Cueva de 1900 (Reyes Católicos, 13), auténtico "ristretto".


Ahí espero a mis amigos con los que emprendemos de nuevo la ruta hacia el barrio de El Realejo. Es un barrio muy popular con una gran oferta de bares y restaurantes donde sentarse a picar algo; desde la Plaza del Carmen, donde se ubica en Ayuntamiento de la ciudad, sale la calle Navas flanqueada de pequeños locales de restauración por la que nos adentramos en el barrio.


El Realejo era el barrio judío cuando los árabes llegaron a la ciudad. Lo llamaron Garnata al-Yahud (Granada de los judíos) y, del siglo VIII al XV, unos y otros convivieron alternando periodos de respeto y tranquilidad con otros de mayores dificultades. Finalmente, fueron los Reyes Católicos quienes, tras expulsar a los árabes y tomar la ciudad, destruyeron el barrio y le dieron el actual nombre, Realejo.

Damos un buen paseo por las calles y plazas en las que van apareciendo rincones que merecen mucho la pena como la plaza de Santo Domingo, a tres minutos de la del Realejo, con la estatua central de Fray Luis de Granada, y tras ella, la peculiar iglesia de Santo Domingo. Su construcción arrancó a principios del siglo XVI pero la tardanza en construirse y algunas reformas posteriores la convirtieron en una iglesia ecléctica y, por otro lado, de las más interesantes de la ciudad. Son especialmente interesantes los enormes frescos que adornan toda la fachada principal en tonos rojos.

 

 

Siguiendo hacia arriba por la calle Pavaneras se llega a la Casa de los Tiros del siglo XVI. Se puede visitar gratis.

Se trata de una casa que perteneció a la familia Granada Venegas. Del edificio original se conserva el torreón, y la parte izquierda, que ha sufrido una serie de construcciones y restauraciones en torno al torreón. En la fachada principal de piedra se puede observar una espada que toca con su punta un corazón, y su lema: “el corazón manda”.


La estancia mas bella de la casa es la denominada "Cuadra Dorada", que se encuentra situada en la primera planta, encima de zaguán, con bustos y relieves de reyes y héroes españoles, destaca la decoración policroma de su techo. El Archivo Museo Casa de los Tiros está dedicado al Arte popular, la colección se compone de piezas de arte popular granadino del siglo XVII al XIX. En esta ocasión albergaba además una exposición permanente de una pintora del siglo XIX, Aurelia Navarro, que dedicó su obra a pintar especialmente mujeres.

Desde aquí nos dirigimos a la Plaza Nueva, que no puede estar más animada y con más gente. En esa plaza se puede coger el microbús nº 61 (1,50€) que lleva hasta la parte alta del Albaicín ascendiendo por la margen del río Darro y atravesando las serpenteantes callejas hasta el mirador de San Nicolás. Hay que decir que estos microbuses van "petados" de turistas y el corto viaje resulta muy agobiantes. Si se tienen tiempo y fuerzas es mejor subir a pie.


Una vez en el mirador hacemos algunas fotos intentando encontrar huecos entre la muchedumbre que lo invade. 





Desde el mirador reservamos una mesita en el restaurante Puerta del Carmen que nos gustó mucho a primera noche. Cogemos un taxi y volvemos a la Plaza del Carmen para comer. 

Muy recomendable el plato de jamón de bellota y queso de tres curaciones, el pulpo Puerta del Carmen a la brasa con salsa del chef, las alcachofas con foie de mollejas con Salsa Pedro Ximénez, el atún rojo marcado con salsa suave de mostaza (el nuestro estaba un poco seco, pero muy bueno de sabor) y el solomillo al punto con sala oporto (exquisito)

Finalizada la comida, nuestros amigos regresan a Málaga y nosotros volvemos al hotel a descansar un poco y prepararnos para la cena del congreso que es en nuestro mismo hotel.

A las 20:30 bajamos al restaurante y aún tardamos en entrar más de media hora.

La cena comienza con un aperitivo de exquisiteces de pie y posteriormente pasamos a las mesas a degustar unos platos muy ricos: ensalada de langostinos con mango, presa ibérica con reducción de Pedro Ximénez y de postre lingote de pistacho con chocolate blanco.  La verdad, riquísimo todo. 

La agradable tertulia postcena con los compañeros de mesa y un brindis con champán son el colofón perfecto de
nuestra escapada a Granada.


Domingo, 28 de noviembre


Tras el desayuno emprendemos el viaje de vuelta con parada en Villarrobledo para comer. 






























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