Escapada a Bolonia en 4 días (Febrero, 2019)

Jueves, 7 de febrero

Salimos desde el trabajo sobre las 13:00 directos al aeropuerto de Valencia. Volamos a Bolonia con Ryanair y vamos un poco temerosos debido a los problemas que está teniendo la compañía de retrasos últimamente, pero salimos solo con media hora de retraso y aterrizamos en la ciudad italiana con diez minutos de antelación, ¡cosas de la física y la tecnología!.
Desde el aeropuerto al centro la mejor opción es tomar el Aerobús que se coge justo a la salida y para en Mille Centro (3ª parada) y la estación central (4ª parada) y que tarda unos 20 minutos  . El billete vale 6€ y se saca en máquinas automáticas (en la parada o detrás de la puerta que ha justo en la parada) y que permiten seleccionar español; el billete es válido durante 75 minutos para todos los autobuses urbanos.
Al llegar a la estación nos dirigimos a la plaza XX Settembre donde se pueden coger muchos autobuses; cogimos el bus 27 que deja justo al lado de las torres, al lado de la Plaza Mayor, en la parada Razzoli (igual recorrido hace el nº 11)
En un minuto llegamos a la calle Mayor, nº7, donde teníamos el apartamento alquilado (Casa Letizia) y nos estaba esperando, la dueña.  Ver crítica en Tripadvisor.
Aquí dejamos también un vídeo de youtube del alojamiento:

Nos instalamos y salimos enseguida a dar una vuelta. Enseguida nos dimos cuenta de que nuestro alojamiento tenía una situación privilegiada. Deambulamos un rato por las callejas que todean la Plaza Mayor. El centro estaba animadísimo pese a que era tarde y jueves. Compramos algo para desayunar mañana, cenamos en una tratoría y nos fuimos a descansar.

Viernes, 8 de febrero

Tras desayunar nos lanzamos a la calle dispuesto a conocer a fondo la ciudad. Lo primero que llama la atención es su aspecto antiguo, la enorme cantidad de palacios y los soportales que adornan y protegen casi todas las calles; podríamos decir que Bolonia es “una ciudad porticada”.
Nuestra primera visita es la Plaza Mayor donde se encuentra la oficina de turismo y donde nos hacemos con un plano de ciudad y mucha información; el plano lleva una ruta señalada para poder visitar lo más importante de la ciudad, así que pensamos seguir la línea roja y ver todos los monumentos sin perder nada.
Comenzamos por el Ayuntamiento y la Basílica de San Petronio (en la plaza) cuya entrada es gratis. En el interior de la iglesia se puede ver el reloj de sol más grande del mundo (en el suelo); cuando el sol brilla en lo alto, la luz atraviesa un agujero de su techo iluminando una línea en del suelo sobre la que indica el mes y día del año.

La fachada de la iglesia sorprende bastante porque parece haberse construido en dos momentos: la mitad inferior está trabajada y pintada en blanco mientras la superior está solo con ladrillo rojo caravista. Su construcción comenzó en 1390 y nunca fue terminada ya que el papa Pío IV decidió destinar los últimos fondos a la Universidad. En estilo gótico, se trata de la sexta iglesia más grande de Europa (y tercera de Italia), con 68 m de anchura y 132 metros de altura. Además tiene su importancia histórica, ya que allí fue coronado como emperador, en 1530, Carlos V y también está enterrada Elisa Bonaparte (la hermana de Napoleón).
El ayuntamiento  se ubica en un edificio precioso, Palazzo d'Accursio, que es imponente por fuera pero por dentro, siendo grande, nos parece más bien soso. El patio es muy grande, aunque todo en la ciudad lo es. Lo más bonito, al parecer, es la Sala del Consejo que abre a las 15:00 al público y que a esta hora no podemos visitar. En el piso superior hay una sala de exposiciones con exposiciones temporales (hay que pagar) a la que no entramos; no obstante, merece la pena subir para recorrer la sala Farnese con sus espectaculares frescos, desde cuyas ventanas hay una bonita vista de la plaza. El palacio acoge también en su interior dos galerías de Arte: la Collezioni Comunali d'Arte y el Museo Morandi
Abandonamos el edificio y nos dirigimos a su izquierda a la plaza de Neptuno donde está la famosa Fuente de Neptuno, obra del escultor Giambologna. Se dice que el miembro de este Neptuno le dio mucho trabajo a su autor. Al parecer, el gran tamaño con el que lo había dotado escandalizó en gran medida (de forma literal) a la iglesia y le obligó a rehacer su obra. Giambologna lo modificó pero se las arregló para que, desde una determinada perspectiva (sobre una baldosa que tiene una tonalidad distinta), se cree un curioso efecto óptico que le viene muy al pelo…
Y justo detras de la fuente se encuentra la Biblioteca Salaborsa, que forma parte del palacio a la que llaman también la “plaza cerrada “. La biblioteca es un lugar imprescindible; no es una biblioteca como podemos imaginarla sino que se trata de un enorme espacio habilitado en el antiguo edificio que albergaba La Bolsa. Hoy es un lugar público con cafeterías, múltiples zonas para la lectura de todo tipo, cómodas sillas ergonómicas, wifi ... El suelo es de cristal y a través de él pueden verse restos de los siglos II y XVI, entre ellos los de una basílica romana. Ahora todo el conjunto es una espectacular bliblioteca multimedia y sala de exposiciones.
El techo es impresionante, de hecho, todo el edificio lo es. Nos tomamos nuestro primer expreso de este viaje en una terracita del interior y nos sabe a gloria. Ya echábamos de menos los expresos italianos de sorbo. Un placer.

Dejamos la Biblioteca y continuamos por la via dell’Archiginnasio bajo el soportal Pavaglione. Pasamos frente al Museo Cívico Arqueológico que incluye una exposición del antiguo Egipto. No entramos.
Un poco más adelante llegamos al Palacio Archiginnasio. Se puede acceder al patio y las escaleras, pero para visitar el interior hay que pagar 3€. Este palacio fue la primera sede de la universidad más antigua de occidente, fundada en 1088. El interior presenta unas maravilloss paredes llenas de frescos y escaleras y corredores preciosamente decoradas. Como testimonio de la larga historia universitaria del palacio ha quedado un enorme complejo heráldico en los muros, compuesto por siete mil escudos de armas de los estudiantes e inscripciones en su honor. Unos de los jóvenes que estudiaron en esta universidad fue Antonio de Nebrija, quien publicó la primera gramática de la lengua española en 1492.
El palacio está estructurado en dos niveles con un pórtico anterior y patio interno que engloba la ex iglesia de Santa Maria dei Bulgari. El nivel superior contenía las salas de estudio de los legisti (estudiantes de derecho) y los artisti(estudiantes de otras materias): sus respectivas aulas magnas son la Sala dello Stabat Mater (es una biblioteca espectacular que se visita con el ticket de la entrada) y la Sala de Lectura de la actual Bilbioteca Comunal (que no se puede visitar)
En el piso superior se encuentra también el Teatro Anatómico, la antigua aula donde se daban las clases de anatomía que presenta forma de anfiteatro y está construida en madero de abeto, con el techo recubierto de casetones y decorada con estatuas. Todo el palacio es impresionante y es una visita imprescindible en la ciudad.
Continuamos la ruta hasta la plaza Cavour donde se encuentra la Basílica de San Doménico, sede principal de los dominicos, que se identifica por el enorme rosetón de la fachada. La iglesia parece por fuera parece muy sencilla pero encierra en el interior grandes tesoros como un sarcófago (arca, le llaman) de mármol tallado con preciosas esculturas que guarda los restos del santo fundador de la orden; el mismísimo Miguel Ángel hizo, con tan sólo 19 años, uno de los ángeles de la parte derecha.
Al salir, pasamos al lado de la Tumba de Egidio Foscherari, uno de los primeros maestros de la escuela de derecho que descansa en uno de los cinco mausoleos al aire libre (parecen hórreos en piedra) que hay por las calles de Bolonia dedicados a estos ilustres profesores o Glossatori, para después adentrarnos por las callejuelas del área del antiguo mercado de la ciudad llamado Quadrilatero.
Esta basílica está muy cerca de la zona del antiguo mercado de la ciudad y  que hoy es un laberinto de callejas repletas de puestos, tiendas y locales para picar algo (a esta zona la llaman Quadrilátero, nombre del antiguo mercado).  Esta zona se desarrolló durante la Edad Media para albergar distintos gremios: artesanos, orfebres, pescadores, los “Salaroli” (que curaban carne salada), barberos e incluso la Sociedad de Pintores…y hoy sigue manteniendo el carácter comercial. Una vez atravesada esta zona llegamos a una de las joyas de la ciudad: la iglesia de San Stefano, ubicada en la plaza del mismo nombre.
San Stefano es impresionante y la entrada es gratuita. A simple vista puede parecer una iglesia e incluso sencilla, pero son en realidad cuatro que están comunicadas en su interior. Lo más imponente de esta visita es su amplitud.

Más que un edificio es un complejo histórico compuesto por iglesias, tumbas, claustros, patios y otros edificios que fueron construidos independientemente pero que con el tiempo se han ido interconectando. El complejo fue construido en el lugar de un antiguo templo dedicado a Isis. En la época románica, cuando fue construido, el complejo estaba formado por siete edificios. A principios del siglo XX se realizaron importantes restauraciones que redujeron el complejo a los cuatro edificios que puedes ver en la actualidad. Todos ellos están construidos con ladrillo rojo. Nos llamó la atención especialmente un templo altísimo, muy oscuro, con un púlpito en el centro también en ladrillo; y una iglesia enorme sin ningún adorno con un crucifijo en el ábside. En el interior se puede visitar el Patio de Pilatos en cuyo centro se encuentra una pila bautismal en la que, según la leyenda, se lavó las manos tras sentenciar a Jesús a muerte. En resumen, todo el conjunto es una verdadera maravilla en su totalidad y no puede dejar de visitarse.
Como ya es hora de comer buscamos un local cercano y nos decantamos por Ca Leonida,  en vicolo Alemagna, un sitio que pasa desapercibido salvo por el toldito rojo sobre la puerta. La comida es muy rica (risotto y tagliatelle con fungi), la panacotta para morirse de rica, pero es muy caro (una copa de vino (dos dedos) vale 6€, una cerveza de tres cuartos son 12€ y el cubierto, 3€); luego la comida no es cara, pero te clavan con el pan, cubierto y bebidas. No recomendable.
Despues de comer le llega el turno a la visita emblema de la ciudad: subir a la torre Asinelli que está junto a otra mucho más baja, la Garisenda, y muy inclinada, por lo que se les conoce como “las dos torres”
La torre Garisenda y la torre Asinelli son las dos más famosas que aún hoy continúan en pie de las 180 que dicen que se construyeron en Bolonia durante la Edad Media (no obstante, se considera que es exagerado y el número debió de oscilar entre 80 a 1000, lo cual ya es impresionante). Ambas están inclinadas: la primera tiene un grado de inclinación con respecto a la vertical de 3,2 metros; el de la segunda es de 1,3 metros.
La Asinelli es la más alta con una altura de 97,6 metros. En el momento de su construcción no superaba los 60 metros, siendo ampliada posteriormente. En el siglo XIV pasó a ser propiedad de la ciudad, siendo destinada sucesivamente como fortaleza y prisión. Por su parte la Garisenda mide 48 metros. En el momento de su construcción medía 60 metros, pero en el siglo XIV fue recortada a causa de que el terreno donde había sido construida estaba cediendo. La torre Garisenda es famosa por haber sido citada por Dante varias veces, tanto en la Divina Comedia, como en sus Rimas.
Los nombres de Asinelli y Garisenda, provienen de las familias a las que tradicionalmente se les atribuyó la construcción de las mismas.

Para visitar la torre Asinelli (la otra permanece cerrada debido a su extrema inclinación) hay que sacar ticket pero no se puede sacar en la torre que no hay taquilla; hay que comprarlo en la oficina de turismo o vía online. En la entrada aparece una hora exacta a la que se tiene que acceder a la torre ya que entra un grupo no muy grande y hasta que no bajan todos no puede subir nadie. La subida es bastante fuerte y agotadora (498 peñdaños), a través de escaleritas de madera que ascienden bordeando por el interior las cuatro paredes y dando vueltas constantes; algunos tramos entrañanan verdadera dificultad ya que los escalones son tan tan pequeños que es difícil poner los pies en ellos. No es recomendable en absoluto para personas mayores que no estén muy en forma porque el ascenso es agotador. Al llegar arriba, exaustos, hay unas vistas magníficas de la ciudad aunque en nuestra opinión no merece realmente la pena ya que desde tal altura las ciudades se ven demasiado pequeñas y no se distinguen bien sus elementos importantes. En fin, “para gustos, los colores”.
Cuando hemos posado tierra firme de nuevo nos temblaban las piernas por la subida y la no menor infernal bajada. Hemos descansado un poco tomando un expreso para coger fuerzas y seguir nuestra ruta. Hay que aprovechar bien estos pocos días.
Desde las dos torres hemos cogido la calle Zamboni que nos lleva derechos al barrio universitario que está repleto de estudiantes entrando y saliendo de los preciosos edificios y palacios que hoy hacen la función principalmente de bibliotecas. Se percibe por  todas partes el ambiente juvenil, en bancos, bares, placetas e incluso en las paredes que están decoradas con numerosos y coloridos graffitis. Al parecer, hay bastantes muestras de este arte urbano, que personalmente nos gusta bastante, por la ciudad e intentaremos buscarlos mañana; nos han hablado del Ponte de Stalingrado en el que hay un muro todo con graffitis de artistas locales (parecido al de Berlín) y el  mercado Albani, un mercado local en el que todos los puestos tienen las persianas metálicas pintadas con graffitis.
Tras dar una vuelta por la zona universitaria nos dirigimos, por Vía delle Molinea, hasta Via Piella, donde se puede ver el único canal que aún pervive en Bolonia. Al parecer hasta hace escasos dos siglos, Bolonia estaba atravesada por un gran número de canales, de lo que le vino el sobrenombre de la “pequeña Venecia”. Poco a poco, todos se fueron cubriendo a excepción de éste.


Y cuando habíamos decidido encaminar nuestros pasos hacia el centro nos hemos topado con un mercado enorme (Mercato La Piazzola) en el que se podía comprar de todo. Nosotros hemos comprado un palo selfie porque se nos había estropeado el que llevábamos.
Desde el mercado hemos tomado la Vía dell’ Independenza, una calle bastante ancha con soportales (como casi todas) muy comercial y animada, que nos ha conducido a la Plaza Mayor de nuevo.
Hemos descansado un poco en el apartamento y ya tarde hemos salido a ver la ciudad iluminada: San Stefano y la plaza Mayor con sus alrededores estaban preciosos con los tonos amarillentos que les aportaban las luces.
Hemos comprado dos trozos de pizza y hemos cenado en el apartamento.
Mañana toca también otra buena caminata ya que queremos subir andando hasta la Basílica de San Luca, pasar por la Certosa (cementerio) y ver el palacio Albergati y la muestra de Andy Warhol que se expone en él hasta finales de febrero.

Sábado, 9 de febrero

Tras desayunar nos dirigimos lo primero al palacio Albergati para ver la exposición Warhol & friends que engloba obras y fotografías tanto de Warhol como de muchos de sus amigos artistas.
Al salir a la calle se percibe enseguida que es sábado porque hay muchísima más gente que los días anteriores (de hecho ya había bastante cola para subir a las torres). 
Hemos decidido sacar un bono para el bus (10 viajes por 12€) ya que hoy lo vamos a utilizar varias veces. Se compra en los kioskos.
Al palacio vamos a pie ya que el paseo es agradable y no está lejos; al llegar encontramos que tidavía no hay mucha gente y podemos visitar la exposición bastante tranquilos.
La entrada cuesta 14€ pero merece la pena.  La muestra recrea el Nueva York de los 80 y los artistas que lo vivieron como el propio Warhol, Jean-Michel Basquiat, Francesco Clemente, Keith Haring, Julian Schnabel o Jeff Koons, mediante obras y fotografías. Es un placer contemplar todo este arte moderno  mientras se levanta la vista a los techos para ver los maravillosos frescos renacentistas que los decoran. Es un espacio fabuloso para presentar esta combinación de vanguardia y clasicismo.
Nada más entrar a la primera sala nos reciben dos latas de sopa Campbell enmarcadas en sendos cuadros, y junto a ellas, Marilín, Jackie Kennedy, Mao...
 Para nuestra sorpresa, una de las salas incluía obras de Jeff Koon, que me encanta y otra, una estación de metro con graffittis de Basquiat junto con un vídeo del artista paseando por NY.
 
Y otra habitación recreaba incluso una discoteca de NY de los 80 con música de aquella época.   La muestra se completaba con cientos de fotos de Andy y sus amigos, artistas de las artes plásticas así como de la música, el cine o el deporte. En resumen, merece mucho la pena pagar los 14€ que cuesta entrar para disfrutar tanto del espacio como de las obras.
Al salir nos dirigimos hacia la Puerta Saragozza para coger un bus que nos llevará a Certosa donde queremos visitar el cementerio municipal que es miembro de la Ruta de Cementerios Europeos En la entrada hay un puesto de información donde se puede coger un plano para realizar la visita: la parte que merece la pena son los pabellones centrales y de la parte izquierda según se accede al recinto; los de la derecha son nichos modernos e hileras.
El cementerio de la Certosa de Bolonia fue fundado en 1801 mediante la reutilización de las estructuras de la cartuja construida en 1334. En 1796, con la supresión de las órdenes monásticas, los monjes abandonaron la Cartuja y esta fue utilizada en un principio como viviendas militares.
Es a principios del siglo XIX cuando la comisión de Salud del Rin decidió hacer uso de este antiguo monasterio como cementerio. Después de la publicación de los reglamentos de salud y los requisitos de enterramiento, se llevó a cabo la obra necesaria para que su apertura fuese en 1801.

Es interesantísimo ver cómo a través de ampliaciones y arreglos arquitectónicos el cementerio ha sido ampliado a través de los siglos sin perder su esencia y siguiendo un orden lógico en la cronología arquitectónica. En su interior se pueden contemplar la evolución de cinco siglos de arte funerario como impresionante clase de arte: desde las neoclásicas tumbas pintadas sobre el yeso y el estuco, hasta el mármol y el bronce utilizado a partir de la mitad del siglo XIX, todas ellas plagadas de diferentes símbolos funerarios que hacen la delicia de cualquiera al que nos guste este tipo de arte.
Lo ideal para visitarlo es seguir el orden del plano, pero nosotros no lo hemos cogido y hemos pasado varias horas deambulando por los claustros, pabellones, mausoleos y tumbas sin rumbo fijo, atravesando los pailllos que comunican todos ellos. La verdad es que merece la pena pasar una mañana recorriéndolo.
Como se había hecho la hora de comer, preguntamos a la chica de la información por algún restaurante y nos encaminó a una calle cercana llamada Vía Marzabotto donde, según dijo, había varios locales interesantes. Entramos en el primero que encontramos, Zia Catari, que fue todo un acierto. Es un lugar sencillo pero muy, muy recomendable: el personal amabilísimo, la cmida fabulosa (los mejores espaguetis carbonara que hemos probado), la atención estupenda y el precio muy bueno (27€ incluidas bebidas y café). Si vais a estar por esa zona, no dudéis en acercaros a este restaurante porque no os vais a arrepentir. Aquí dejamos las críticas de Tripadvisor: https://www.tripadvisor.es/Restaurant_Review-g187801-d6215034-Reviews-Pizzeria_Zia_Catari-Bologna_Province_of_Bologna_Emilia_Romagna.html

Con la barriga llena y las fuerzas repuestas, buscamos un bus para llegar a Villa Spada, desde donde se sube al santuario de la Madonna di Luca que es. uestra siguiente visita. Habíamos pensado subir en bus desde la Villa, pero al ser sábado no pasaba,  hasta dos horas más tarde, el único autobús que sube, el nº 58, así que nos hemos animado a emprender la subida a pie que, en un principio, nos pareció buena idea pero que después no fue tanto pese a la originalidad y curiosidad del camino: un larguísimo pasillo porticado que asciende hasta lo alto de la colina en la que se sitúa el santuario. 
La calle que, subiendo por la colina de la Guardia, lleva al santuario, fue inicialmente empedrada en 1589 por el gobierno de la ciudad. La costumbre de los peregrinos de colgar imágenes con los misterios del Rosario en los árboles a través del recorrido llevó en el siglo XVII a la vicaria Olimpia Boccaferria construir 15 capillas. Con el aumento de número de peregrinos, se decidió construir un larguísimo pórtico, para proteger a los peregrinos de la lluvia. El pórtico consta de 666 arcos y 15 capillas: con sus 3,796 kms. parece ser el pórtico más largo del mundo.Según algunos observadores no seria casual el hecho que esté compuesto exactamente por 666 arcos: el número diabólico que habría sido usado para indicar que el pórtico simboliza la "serpiente", o sea el Demonio, tanto por su forma como porque - terminando a los pies de santuario - recuerda la tradicional iconografía del Diablo derrotado y aplastado por la Virgen bajo su talón.
En fin, que comenzamos el ascenso a través del famoso pórtico que cada vez nos parecía más empinado y que conjuga escaleras y rampas. Los más de 4,5 kms. se nos han hecho interminables y hemos llegado arriba exhaustos. Casi una hora de ascenso. Y lo que hemos encontrado ha sido bastante decepcionante: fuera, un jardincito con vistas al campo y, por el otro lado, la ciudad desde tal altura que no dice nada; en el interior, una iglesia normalita. 
Además, arriba, por cierto, no hay ni una cafetería, solo unas máquinas con café y bebidas.
O sea, que solo merece la pena la subida a pie si has hecho una promesa religiosa o eres deportista (había muchísimos subiendo y bajando) porque si no, es un esfuerzo excesivo para lo que se ve desde arriba. Totalmente desaconsejado subir a pie a personas que no estén en forma. 
Luego nos dimos vuenta de que había un bus turístico rojo (busexpres) que por 10€/día hace una ruta turística por los lugares más i portantes y sube y baja desde la Piazza Maggiore hasta la misma puerta del santuario.
Tras dar alguna vuelta por el lugar hemos salido a la carretera para coger el bus 58 y bajar a la ciudad... pero ¡es sábado! y no pasaba hasta una hora después. Al lado de la parada del bus urbano hemos visto del bus turístico y hemos decidido cogerlo, costara lo que costara, con tal de bajar de allí. 
Cuando hemos llegado no había mucha gente, estábamos los terceros tras unos asiáticos y un grupito de chicas hispanoamericanas. Hemos hecho la cola y en poco tiempo se ha congragado allí muchísima gente sin guardar turno. Sí es cierto que había un cartel que indicaba que si no se había comprado el billete diario (y haber subido por este medio) solo se podía usar si había sitio disponible y pagando 6€. Era poco probable que pudiéramos entrar porque la gente que estaba esperando llenaba tres autobuses.
En fin, cuando el bus ha llegado se ha armado un poco de revuelo ya que los que habían llegado después se querían colar y las chicas hispanoamericanas han entablado una discusión con la guía hasta que esta ha parado a los que empujaban para entrar y abierto paso a, según ha dicho, los españoles. El follón era tal que algunas de las chicas han enseñado el ticket y otras no (mientras la guía continuaba intentando poner orden y despreocupada de controlar); hemos entrado en el grupo de hispanoamericanas y no nos ha pedido el ticket por lo que nos hemos colocado en el bus sin dar más explicaciones. Pensábamos decírselo y pagar, pero nos hubiéramos tenido que bajar para que entrara la gente que había previamente comprado su billete y tenía preferencia; pero no podíamos esperar más allí arriba así que hemos pasado desapercibidos y así hemos llegado con el bus hasta la Piazza Maggiore; al bajar nos han dicho adiós y ya está. O sea, que nos ha salido gratis la vuelta. Ha estado mal, ya; pero así fue.
 
La Piazza está a rebosar de gente al igual que las calles que la rodean. Han cortado al tráfico, como cada fin de semana, la Vía Rizzoli e Independenzia y es muy agradable pasear por ellas. Damos unas vueltas y nos sentamos a tomar un capuchino en una terracita.
Paseamos un rato y volvemos a descansar un poco al apartamento.
Un  poco más tarde salimos a picar algo por los alrededores pero se convierte en una tarea casi imposible encontrar sitio. Finalmente conseguimos una mesita en el Roxy Bar, un local moderno en la Plaza cubierta del Gigante, en la Vía Rizzoli, y nos hemos tomamos una ensalada capresse y una tabla de embutidos de la zona (salami, jamón de Parma, quesos, mortadela bolonesa...) acompañados de un pan típico bolones; todo estaba riquísimo.
Compramos unos croissanes para desayunar mañana y nos vamos a dormir.

Domingo, 10 de febrero

Hoy hemos decidido pasar el día en Florencia. Sacamos los billetes en las maquinas de la estacion con Trenitalia. Billete de ida por 29€ y la vuelta en un regional por 9,50.
 
Desde Bolonia a Florencia hay muchísimos trenes, casi 15 minutos. Justo salía uno cuando llegamos y con una pequeña carrerita lo cogimos. Muchos de ellos son trenes de alta velocidad y así en 20 minutos estábamos en Florencia. En la ciudad hay varias paradas pero hay que bajarse en Santa Maria Novella, que es la que está en el centro.
Durante el treyecto reservamos un freetour, “Maravillas de Florencia”, por la ciudad para las 14:30.
En la misma estación nos entregan un mapa de la ciudad con lo que nos orientamos enseguida. No obstante, nada más cruzar la calle hacia el centro se encuentra la oficina de turismo a la que entramos para coger algo más de información. Sacamos un numerito con el turno y a esperar: había cinco chicas de las que una estaba atendiendo, tres cascando y otra wasapeando; después de esperar cinco minutos en los que no ha dejado sus “tareas” sin hacrnos ni caso (y no había nadie más en la oficina) nks hemos ido sin ser atendidos. Tenemos que escribir esta crítica en Tripadvisor. 
La estación queda justo al lado de la original Piazza Santa María Novella que ñresenta una forma ovalada debido a que antiguamente se hacían carreras de palio con caballos (como las de Siena) 
En la plaza se puede contemplar la iglesia del mismo nombre que tiene una fachada en mármol sencilla pero muy bonita, con formas geométricas que se van duplicando para crear bellos entramados.
Desde la plaza tomamos la Vía Panzani y Cerretani que van a dar directamente a la Plaza del Duomo; no recordábamos la imagen del Baptisterio con la Catedral y el Campanille al fondo, deja sin palabras.
 Las entradas para recorrer todo el complejo se sacan en una oficina a la izquierda de la fachada principal mirándola de frente; cuestan 18€ y se visita la catedral con subida a la cúpula (hoy domingo, de 13:30 a 15:30), el baptisterio, el campanille y el Museo del Duomo (de 10:00 hasta las 18:30)
Miramos el reloj y siendo casi las 13:00 comenzamos por el Baptisterio (que cierra hoy a las 13:30) que si por fuera es espectacular, por dentro tampoco decepciona todo decorado con mosaicos bizantinos.
A continuación nos dirigimos hacia el Campanille, pero bay bastante cola y no va rápida así que decidimos entrar al Museo que se encuentra por la ñarte trasera del Duomo, para tener tiempo de comer y estar a las 14:30 para el tour en la plaza Sta. Mª Novella donde es el punto de encuentro; esta tarde visitaremos el resto.
El Museo tiene un diseño muy bonito y es un espacio muy moderno, con una arquitectura de líneas puras, en tonos claros,  muy luminoso y espacioso. Entre otros tesoros guarda las esculturas originales del Duomo así como las puertas del Baptisterio, entre la que destaca la famosa “puerta del Paraíso”.
En el tercer piso se puede acceder a una terraza desde la que se divisa la cúpula del Duomo.
Salimos a las 13:30 y nos quedamos atónicos porque para visitar la catedral había una cola impresionante que rodeaba el templo. Si esta tarde no hay menos gente no entraremos; de todas formas ya lo visitamos en un viaje anterior.
 
Nos tomamos unas pizzas en un pequeño y concurrido local en el que, de milagro, cogemos una mesita con dos sillas, y nos dirigimos al punto de encuentro. Allí está el guía con su banderita y cuando el grupo está completo comienza a relatar la historia de la ciudad. Después de media hora seguiamos allí de pie con etruscos y reyes, ya un poco cansados de tanta perorata. Y por fin comenzamos a andar, pero tras cincuenta metros se para ante un palacio que era muy mormalito y comienza de nuevo con la disertación que después de un cuarto de hora continuaba con las denominaciones de origen de los vinos de la región. Demasiado lento y tedioso así que abandonamos el grupo y seguimos por nuestra cuenta. Nos resultó raro que fuera tan aburrido el tour porque normalmente los freetour son amenos y funcionan bien.
En fin, nos sentamos en un café a tomar un expreso y relajarnos un poco y después volvimos a la plaza del Duomo para ver la catedral y subir al Campanille, pero la cola de la catedral aún era más larga que por la mañana mientras que en el Campanille no había nadie por lo que nos decantamos por él y pudimos subir sin agobios.
La ascensión es similar a la de la torre de Bolonia aunque las escaleras son de obra y no de madera, pero los peldaños sí son mucho más altos por lo que llegamos al final con un temblor de piernas más que considerable. Las vistas de la plaza y de la ciudad, especialmente desde las plataformas primeras, son preciosas. Desde lo más alto son menos interesantes.
Una vez abajo tomamos laVía Calzaiouli que estaba a rebosar de gente para dirigirnos a la Piazzza de la Signoria.
 
Este lugar nunca deja indiferente por más veces que se visite. Es mágico. Las enormes esculturas, la torre medieval, la Galería de los Uffizi y el Palazzo Vecchio, el edificio más característico de la plaza. Lo visitamos por dentro (gratis, pero para entrar al museo hay que pagar) En su entrada están las esculturas de Adán y Eva, el David de Miguel Ángel (copia) y Hércules y Caco.
El otro edificio importante y llamativo es la Logia dei Lanzi, también llamada Logia della Signoria, es un pequeño museo al aire libre. En sus soportales se encuentran diversas esculturas como El Rapto de las Sabinas o Perseo con la cabeza de Medusa. Sin duda, es uno de los mejores lugares de Florencia para sentarse y descansar. También se puede ver la Fuente de Neptuno: Construida por Bartolomeo Ammannati y sus discípulos no fue muy apreciada en sus comienzos; y la estatua ecuestre de Cosme I: Obra de Giambologna en 1594.
A continuación bajamos por el lateral de la Galeria de los Uffici, por Galeria Degli hasta el L. Fno. Medicci, en el río Arno. Continuamos recorriendo esta margen del río desde donde hay unas vistas preciosas del famoso Ponte Vecchio y cientos de turistas y locales haciendo fotos; pasamos bajo las arcadas del L. Rno. Archibusieri y llegamos al puente que a esa hora estaba muy concurrido aunque sin el agobio de los periodos vacacionales.
 

El puente viejo está lleno a ambos lados de joyerías por lo que también se conoce como el puente de los joyeros. Aunque a nosotros nos gusta más visto desde la margen del río que estando sobre él.
Continuamos por el barrio del otro lado del río a traves de la Vía de Guicciardini hasta el impresionante Palacio de Pitti, en lo alto de una enorme plaza inclinada del mismo nombre.
El palacio fue originalmente la residencia urbana de Luca Pitti, un banquero florentino. En 1549 fue comprado por Leonor de Toledo (Leonor Álvarez de Toledo y Osorio), la duquesa consorte de Cosme I de Médici, duque de Florencia y posterior I gran duque de Toscana, siendo —desde ese momento— la residencia oficial de los grandes duques de Toscana. En el siglo XIX, el palacio fue usado como base militar por Napoleón I y luego sirvió durante un corto período como residencia oficial de los Reyes de Italia.


A principios del siglo XX, el palazzo junto con su contenido fue donado al pueblo italiano por el rey Víctor Manuel III de Italia; por lo que se abrieron sus puertas al público y se convirtió en una de las más grandes galerías de arte de Florencia. Hoy en día sigue siendo un museo público, ampliado con colecciones de arte del siglo XIX y principios del XX.
La entrada para visitar el palacio cuesta 10 euros. Hay otro ticket más caro que incliye los jardines de Boboli, de tipo francés, pero era tarde y nos daba tiempo a verlos así que sacamos solo el del Palacio. 
Las colecciones de arte del interior son impresionantes y los frescos de techos y paredes dejan con la boca abierta 
El palacio alberga también exposiciones temporales. La que vimos nosotros es muy interesante: moda y animales. Diseños de grandes modistos inspirados en animales; en cada sala había un animal y varios diseños inspirados en él. Los animales (arañas, leopardo, cocodrilo, loros...) se exponían en vitrinas y habían sido prestados por el museo de Ciencias
La vedad es que el palacio es muy grande y hay mchísimas obras por lo que se pueden tardar varias horas en visitarlo; a nosotros nos ha vrnido el tiempo justo y al salir ya estaban cerrando.
Dimos una vuelta por la zona.
 

Ya era de noche y la ciudad estaba preciosa a esa hora. Estuvimos hacindo unas fotos en el puente y, dando un paseo llegamos a la estación y tomamos el tren de vuelta a Bolonia.
Lo malo del viaje llegó entonces porque el billete que sacamos era para un tren regional y en ningún momnto aparecía en la pantalla que no fuera directo; y no era. Tuvimos que tomar un tren hasta un pueblo llamado Prato y allí esperar una hora. media hasta coger otro que tardaba 2 horas en llegar a Bolonia. Unn horror: tres hoas para un trayecto que, en un tren rápido, lleva media.
Pero, en fin, decidimos tomarlo bien y nos fuimos al cento de Prato y en un bareto nos tomamos un vino y unas patatas fritas.
Llegamos sobre las 21:00 a Bolonia y tuvimos que vlver al hotel andando ya que el bus no pasaba pues al ser domingo se cortaron las calles del centro. Nos compramos un trozo de pizza y nos lo tomamos en casa.

Lunes, 11 de febrero  

Desayunamos, rcogimos y bajamos a comprar uns bocatas para el viaje. Nos dirigimos a la estación y de allí tomamos el Aerobús hasta el aeropuerto. El vuelo con Ryanair salió a la hora correcta e incluso llegamos con antelación.
Recogimos el coche e el paking de Valencia y a las 19:00 estábamos en Albacete.Otro viaje que queda en el recuerdo.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS