EGIPTO (Octubre, 2022)

Para celebrar mi jubilación he decidido pasar una semana en Egipto y, para no tener que preocuparme del viaje, he elegido un viaje organizado, “Leyendas faraónicas” con JANURTRAVEL.Com (barato, pero con luces y sombras. Luces: el precio;  pero sombras: la organización y los guías, más que pésimos, desastrosos) A veces, es preferible pagar un poco más por un viaje mejor. En fin… no la recomiendo.


Lunes, 10 de octubre

Salimos de Albacete a las 06:05 en el tren hacia Madrid y a las 08:45 llegamos a Atocha desde donde cogemos el bus express directo al aeropuerto (5€) que tarda algo más de media hora en llegar a Barajas.

Al llegar a la T1 la sorpresa es mayúscula ya que está a rebosar de gente, incluso más que en fechas de vacaciones. Increíble que haya tanta gente viajando al extranjero en octubre.

Tras desayunar, a precio de oro, facturamos y pasamos el control con un gentío considerable.

El avión, como ya es normal, sale con una hora de retraso (volamos con AMC, directamente a Luxor) y tarda 4,5 horas en llegar; no obstante, al final, recupera y no llegamos con tanto retraso.

Ya en Egipto nos recoge un bus que nos traslada al barco Grand Princess (ver crítica en TripAdvisor……………..), que tiene unas zonas comunes algo anticuadas aunque no está mal; pero las habitaciones son más que regulares. De hecho, pedimos hemos tenido que pedir que nos cambien ya que nos han dado una que está justo sobre motores o algo así, y el ruido y el humo que entra en la habitación es insoportable; casi no se puede respirar.

Después de pelear casi dos horas, logramos que nos cambien a otra que, sin ser una maravilla, está bastante mejor. Una curiosidad molesta es que junto a las camas no hay ni un solo enchufe; se encuentran justo en la pared opuesta lo cual no es muy cómodo.

Cenamos (bastante bien) y nos acostamos.

 

Martes, 11 de octubre

Hoy salimos para nuestras visitas, ya desayunados, a la las 06:00 para lo que nos despiertan a la intempestiva hora de las 04:30 de la madrugada.

El barco está en el mismo muelle en el que nos recogen unas coloridas barcas tipo taxi que trasladan a los viajeros (especialmente turistas) de una orilla a otra del ancho Nilo, ya que el aparcamiento de los autobuses se encuentra en esa zona.

El espectáculo que se contempla desde el río al amanecer merece la pena ya desde las barcas se divisan multitud globos aerostáticos  de vivos colores que surcan el cielo de Luxor con su pasaje de turistas. La verdad es que es una escena preciosa: el agua, los colores del alba, los globos, las barcas…

Salimos en bus para comenzar las visitas del día. La primera parada es una breve escala para ver y hacer unas fotos de los Colosos de Memnon, dos gigantescas estatuas gemelas de piedra que representan al faraón Amenofis III y que reciben al viajero a la entrada de la necrópolis de Luxor. 

La función original de los colosos fue la de presidir la primera entrada de los tres pilonos existentes en el complejo funerario de Amenhotep III: una inmensa construcción realizada en vida del faraón, donde se le adoraba como un dios en la Tierra. Estas dos estatuas de cuarzo representan al rey sentado sobre su trono, que simboliza su dominio del Alto y Bajo Nilo. Cada estatua tiene 14 metros de altura, pesa 700 toneladas y está subida a un pedestal de 4 metros de altura con 600 toneladas de peso. En total, el conjunto suma 18 metros de altura y 1.300 toneladas de peso.

A continuación nos dirigimos al plato fuerte del día: el Valle de los Reyes, la necrópolis donde se encuentran inhumados muchos de los faraones del Imperio Nuevo. A día de hoy se han descubierto más de 60 tumbas talladas en las rocas. En la antigüedad el valle se denominó "Ta Iset Maat", lo que significa "lugar de la verdad"

Nada más acercarnos desde la carretera me doy cuenta del cambio tan brutal que ha experimentado el país desde que lo visité por primera vez en el año 2001.

Ahora, los autobuses paran en unos gigantescos parking que hay cerca del recinto y desde ahí, unos cochecillos eléctricos llevan a los visitantes a la entrada que está totalmente vallada y cuyo acceso se regula por tornos (igual que después veremos en el resto de monumentos) En 2001 no había tanto control, ni vallas, ni parking, ni coches eléctricos, ni tanto mercadillo en las entradas ¡¡ni tanta gente!! Realmente es horroroso el gentío que hay. En fin, parece que el turismo (que es bueno para los habitantes de las zonas turísticas) deteriora y destroza  los entornos.

La entrada al recinto por un día completo cuesta 260 £ y con ella se pueden visitar la mayoría de la tumbas (unas mejores que otras) a excepción de la de La tumba KV62, que contiene a la momia de Tutankamón  o la KV17, de Seti I, que son espectaculares, y que tienen una tarifa aparte. Tampoco importó mucho porque ya las había visitado en otra ocasión.

Lo malo de los viajes organizados es que nunca hay suficiente tiempo para ver nada bien y todo se visita corriendo. Para remate, el guía acompañante nos tomó por tontos y nos dijo que, con nuestra entrada, solo se podían visitar 3 tumbas, y nos recomendó las que estaban más cerca de la entrada, una treta para ser más rápida la visita. (después nos enteramos de que nos engañó y nuestra entrada era diaria y, como todas, permitía ver todo el valle)

En fin, nosotras  visitamos estas tres:

- La KV8 , de Merenptah: a ella se accede por una larga escalera que lleva a la entrada. La tumba está formada por  una serie impresionante de corredores y más escaleras que descienden por una antecámara y una sala hipóstila hasta una cámara mortuoria. Es bastante grande aunque las pinturas, de las que solo hay pequeños restos, no son tan espectaculares como otras.

- La KV11, de Ramses III, es una joya. Espectacular. Se trata de una de las tumbas que cuenta con frescos en mejor estado de conservación y notable belleza. Aunque los bajorrelieves no están tan logrados como en otros sepulcros reales, son impresionantes la viveza de los colores, la originalidad de casi todos los motivos decorativos y la hermosura de las representaciones.

- La KV16, de Ramses I, descubierta por Giovanni Battista Belzoni en 1817 quien se llevó estatuas y figurillas dejando, eso sí, el sarcófago de granito rojo. Esta tumba se ha reabierto en el 2021 tras una larga restauración. 



Finalizada la visita volvemos al bus para dirigirnos a la siguiente parada: El Templo de Hatshepsut.

Es una pena no visitar el Valle de las Reinas, pero no hay tiempo. En él, la tumba QV66, de Nefertari , la esposa favorita de Ramsés II, es una auténtica maravilla; no en vano se le ha denominadao como “la tumba más bella de todo Egipto”. Merece, sin duda, una visita. Nosotros tuvimos la oportunidad de hacerla en 2001, tras la reapertura del 2016. Esta tumba, durante mucho tiempo permaneció accesible sólo para los especialistas; pero volvió a  abrirse al público ese año tras una laboriosa restauración. Quedamos impactados.

Pero el viaje de ahora es contrarreloj y, como digo, salimos pitando desde el valle para visitar el famoso templo funerario de  Hatshepsut, conocido como Djeser-Djeseru («el sublime de los sublimes»)

Hatshepsut significa "la más importante de las damas nobles". Fue considerada la primera mujer en ocupar la posición de faraón y durante su reinado, de más de 20 años, recibió todos los títulos masculinos asociados con el poder e incluso aparecía con una barba postiza durante sus comparecencias públicas. Como esfinge, Hatshepsut luce cuerpo de hombr melena de león y barba de faraón.

Como curiosidad, en este templo tuvo lugar el famoso y desgraciado atentado de 1997 en el que terroristas islámicos asesinaron a 62 personas dentro del templo; en total, cuatro egipcios, incluyendo tres oficiales de policía y un guía turístico. Y de los cincuenta y ocho turistas extranjeros masacrados, treinta y seis eran suizos, diez eran japoneses, seis eran británicos, cuatro eran alemanes y dos provenían de Colombia. En el viaje anterior a este país, el guía nos contó que los terroristas le ordenaron al guía del grupo asesinado que se apartara porque contra él no tenían nada, pero él dijo que no dejaría solas todas esas personas que eran su responsabilidad; y lo asesinaron también. No sé si será o no leyenda.

Al llegar al templo, los autobuses dejan a los visitantes bastante lejos y estos son transportados en coches eléctricos (en los que los conductores los presionan para que les des algún euro, después de haber pagado la entrada que cuesta 160 £). Al recinto se accede exclusivamente por el centro de visitantes, lugar donde se encuentran las tiendas de souvenirs y un gran aparcamiento

La vista del templo desde la entrada es espectacular ya que su ubicación, al pie de unos elevados riscos de roca desnuda, le proporcionan un marco increíble y resalta la grandiosidad buscada por sus constructoreen

Se construyó entre 1490 - 1469 a.C., directamente en la roca y consiste en tres terrazas, con una amplia rampa que las comunica y que funcionan como gigantescos vestíbulos para el templo que se encuentra en la parte más alta. Estas enormes explanadas servían para albergar una gran cantidad de gente durante las festividades religiosas y se cree que estaban profusamente rodeadas de árboles y plantas ornamentales.

Dentro del templo se pueden encontrar muchas escenas que representan a la Reina con el dios Amón-Ra, el dios más reverenciado durante la decimoctava dinastía. A pesar de la enorme destrucción y saqueo que sufrió el sitio a lo largo de tiempo, aun existen muchas esculturas en la segunda terraza que representan a la Reina y al dios Amón-Ra.

Desde aquí volvemos al bus para dirigirnos a ¡¡¡una tienda de alabastro y souvenires!!!, a la que nadie quería ir pero que forma parte de las paradas obligatorias con comisión para los guías en este tipo de viajes. En fin...

Y desde la tienda, otra vez al bus para encaminarnos a otro de los monumentos imprescindibles: el grandioso Templo de Karnak, construido por múltiples faraones  (Hatshepsut, Seti I, Ramsés II y Ramsés III, principalmente) entre los años 2200 y 360 a.C. Es el templo más grande de Egipto. 

El recinto en el que se encuentra tiene 2.400 metros de perímetro y está rodeado por una muralla de adobe de 8 metros de grosor. No se trata de un único edificio sino que contiene en su interior varias construcciones como el gran templo de Amón, otros templos menores, capillas y el gran lago sagrado. La entrada diaria vale 220£ y se puede visitar en horario 6h a 18:30h.

Se accede exclusivamente por el centro de visitantes, lugar donde se encuentran las tiendas de souvenirs, bares y un gran aparcamiento. En nuestra otra visita, todo esto no existía y era mucho más emocionantes y más auténtico.

Karnak significa "ciudad fortificada" (llamada en el Antiguo Egipto “Ipet sut, "el lugar más venerado") y se encuentra en la ribera oriental del río Nilo, al norte de Luxor, la zona de la antigua Tebas que albergaba el complejo religioso más importante del Antiguo Egipto. Este complejo forma parte del conjunto denominado Antigua Tebas con sus necrópolis, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Es el conjunto de templos más grande de Egipto.

Tras cruzar la entrada y tras un breve paseo entre puestos de souvenires  y demás, se llega a la espléndida Avenida de las Esfinges,  que comienza justo al lado de la entrada del templo y está flanqueda por 40 esfinges con cabeza de carnero, símbolos del dios Amón (se conservan solo 40, pero originariamente había más). Es impresionante. Este larguísimo paseo de 4 Kms.  llegaba desde la puerta del templo hasta el Nilo (la avenida hacia el río se encuentra ahora cerrada y en periodo de restauración indefinido)


Al  templo se accede por unos enormes pórticos conocidos como pilonos (construcción maciza de forma piramidal que franquea la entrada de los templos del antiguo Egipto) y que constituyen una enorme puerta flanqueada por diversas torres de las que se conservan un total de diez. Y, pese a que todo en él es magnífico, quizá lo más espectacular es su sala hipóstila, con más de 5.000 metros cuadrados y 134 columnas, de las que las 12 centrales son más anchas y elevaban el techo, ahora destruido, a 23 metros de altura. 



Cada columna, de 15 metros de diámetro, es una obra de arte ornamentada con los nombres de las divinidades que los faraones adoraban. Los capiteles en su parte superior tienen forma de papiro abierto. A la salida de la sala Hipóstila nos encontramos con uno de los obeliscos de Tutmosis I. Este es el único que queda hoy en día y mide 23 metros. Hubo otros más altos.


Dejando el resto de templos para más tarde llegamos al lago sagrado, una gran piscina de aguas verdes cuya  función era realizar baños rituales de purificación. Alojaba gansos sagrados, símbolos también del dios Amón

En uno de sus extremos hay un gran escarabajo de piedra. Dicen que es el mayor escarabajo sagrado de Egipto, dedicado al dios Khepri quien tomaba la forma de escarabajo pelotero, ya que se pensaba que empujaba el sol a través de los cielos cual escarabajo empujando bolas de estiércol.

Según la leyenda hay que dar 7 vueltas completas alrededor de él para tener buena suerte por lo que siempre hay un grupo de turistas dando vueltas al bicho.

Finalizamos la visita, volviendo sobre nuestros pasos, recorriendo de nuevo los templos, observando las estatuas y perdiéndonos en cada recoveco

Abandonamos Karnak contemplando de nuevo, a la salida, la espectacular Avenida  de las Esfinges en dirección al río.


A las 14:30 volvemos al barco, justo a la hora en la que suelta amarres para iniciar la travesía del Nilo en dirección norte hasta la presa de Aswan y el lago Nasser donde se ubica el templo de Abú Simbel.

Tras la comida, nos subimos a la cubierta del barco donde hay una pequeña piscina y donde ofrecen gratis a las 17:00 un piscolabis de té con pastas. Pasamos la tarde maravillosamente en cubierta bañándonos, tomando el sol y charlando con los compañeros de viaje.


El atardecer desde el barco nos ofrece una espectacular imagen con el sol poniéndose tras las arenas y palmeras del desierto.


Antes de cenar, hablamos con el guía para contratar dos visitas más que no se incluyen en el programa: el espectáculo de luz y sonido en las pirámides con cena incluida (55€) y un paseo nocturno por Aswan (20€) La verdad, no recomiendo ninguno de los dos ya que el primero no es tan especial como puede pensarse, y el segundo es mucho mejor hacerlo por libre.

Tras la cena nos retiramos a la habitación desde cuyo balcón, mientas estamos a la espera  para pasar la esclusa de Esna (paso obligado para todos los cruceros que navegan por el río y salvar un desnivel de unos diez metros para poder continuar hasta Assuan), asistimos al espectáculo de los vendedores nocturnos que en pequeñas barcas hacen sus ventas a los pasajeros del barco y tiran desde abajo a las ventanas la mercancía sin que, curiosamente, caiga nada al agua. 



Miércoles, 12 de octubre

Hoy salimos a las 08:00, lo cual es de agradecer dados los madrugones que hemos sufrido estos días.

La primera visita  de la mañana es al Templo grecorromano de Edfú, llamado también Templo de Horus (el dios halcón). La entrada diaria cuesta 200£

Nada más llegar, lo que más nos impresiona es la desmesurada cantidad de gente que hay (al final, creo que octubre no es el mejor mes para visitar el país ya que unas semanas más tarde nos comentaron que no había casi nadie)

Edfú es el segundo templo más grande de Egipto después de Karnak  y uno de los mejor conservados. Su longitud es de 137 metros y su altura, de 36 metros.


El templo, dedicado al dios halcón Horus, fue construido entre el 237 y 57 a. C.  y cuenta con varias estancias típicas de su arquitectura con el pilono, las salas hipóstilas, una cámara de ofrendas, además de la sala central y el santuario (sancta santorum). 
Son muy interesantes las inscripciones en sus paredes que proporcionan información importante sobre el lenguaje, la mitología y la religión durante el mundo grecorromano en Antiguo Egipto.



Este templo  es impresionante.


Finalizada la visita tuvimos otro esperpéntico episodio con el guía: según el programa, la ida y la vuelta desde el muelle hasta el templo debía realizarse en calesas típicas. Si bien a la ida fuimos en ella, la vuelta fue todo un caos. Nos dijeron que había que fijarse en el número de la calesa ya que la vuelta se realizaría en la misma, pero cuando salimos había tanta gente y tal follón que costó encontrarlas. Y, para remate, cuando dimos con ellas, el guía desorientado corría arriba y abajo y fue incapaz de hacerse con ellas; se le adelantaban todos los demás guías con sus grupos. Al final, se enfadó y nos metió, apretujados como sardinas en lata, en furgonetas, y así volvimos al barco. No sería este el último episodio esperpéntico.



A las 13:00 estábamos de vuelta en el crucero que continuó la navegación mientras empezábamos a comer.

Pasamos la tarde en cubierta bañándonos, tomando primero unos vinitos y después té con pastas, y contemplando el paisaje que al atardecer es espectacular.


Un poco después de anochecer atracamos en el muelle del Templo de Kom Ombo que ofrece una vista impresionante del monumento, todo iluminado, sobre una colina junto al río. Es muy impactante y produce una sensación muy especial acercarse por el agua al templo que se distingue a lo lejos y se va haciendo cada vez más grande y majestuoso según nos acercamos a la orilla. La llegada navegando con la imagen del templo que se yergue magnífico al fondo es muy emocionante.


Desembarcamos y nos dirigimos a la entrada donde hay miles de turistas. El gentío es impresionante y muy, muy agobiante. La gente se mueve en masa lentamente,  apretujados unos junto a otros. Un espanto.



El templo de Kom Ombo es especial ya que tiene la particularidad de ser el único templo doble del Antiguo Egipto, todo en el santuario es doble, dos pilones, dos entradas, dos patios, dos salas hipóstilas y dos santuarios porque por una parte se adoraba a Horus, el dios del cielo, hijo de Osiris e Isis representado como ​halcón ​o como hombre con cabeza de halcón y la doble corona del Egipto unificado; y por otra a Sobek,  el dios cocodrilo, de carácter benéfico, creador del Nilo.


Toda la estructura del templo es perfectamente simétrica a lo largo del eje principal. Su diseño “doble” significa que había patios, pasillos, santuarios, habitaciones duplicadas para dos grupos de Dioses.

El templo es muy interesante pero el gentío nos impide verlo bien y mucho menos disfrutarlo (¡una pena!); lo más curioso es el calendario  de estaciones tallado en una de sus paredes y, en otra zona más estrecha, la representación de los instrumentos médicos y quirúrgicos con utilizaban ,ya que este templo siempre se ha relacionado con la medicina.



Una vez se abandona la zona de las edificaciones, en el patio se puede ver  un nilómetro (pozo graduado) que se utilizaba para medir las crecidas del Nilo.

Otra de las curiosidades de este complejo es un pequeño museo anexo en el que se exponen las momias de cocodrilos, animales sagrados que eran embalsamados cuando morían y que eran la representación del dios Sobek. También se puede ver alguno de estos animales petrificado.

Terminada la visita volvemos al barco, no sin pasar por un mercadillo que se extiende por toda la margen del río desde la salida del complejo del templo hasta el barco.

Embarcamos de nuevo y partimos hacia Aswan. Esta noche nos han obsequiado con una cena oriental. Todo muy rico. La verdad es que la comida en el barco está bastante bien.

Tras la cena se ha organizado también una fiesta de disfraces y entretenimientos varios como concursos y juegos, pero nosotras no nos quedamos. Damos una vuelta por la cubierta y nos retiramos a descansar.

 

Jueves, 13 de marzo

Hoy toca otro plato fuerte: Abu Simbel. Desde Aswan se puede llegar al templo en avión (que es lo que hicimos en nuestra visita anterior) lo cual es mucho más cómodo pero bastante más caro (precio para turistas) o en autobús. Nosotras en este caso iremos en bus que tarda unas 4,5 horas en hacer un  trayecto de casi 300 kms. (con paradas para ir al aseo o tomar algo incluidas); un detalle importante es que durante el camino no hay nada…. solo desierto; aunque, la verdad, no vimos mucho del paisaje a la ida porque todos íbamos durmiendo. Hay que decir que, para ver amanecer en el templo y aprovechar el día, nos levantaron a las 03:30 de la madrugada y salimos a las 04:00 cada uno con una bolsa de pic-nic. Esto se hace así porque si la visita se realiza por la tarde, el templo queda a la sombra mientras que por la mañana el sol incide directamente sobre él y es mucho más espectacular.


Una vez se llega a la zona, el autobús estaciona en un parking y para llegar a los templos es necesario recorrer unos 150 metros desde el mismo. Una vez pasado el control de mochilas, hay que bordear una montaña artificial por la derecha hasta divisar el  primero de los templos, el mayor, dedicado a Ramsés II. Pero al llegar ¡sorpresa!, una inmensa muchedumbre ocupa todo el espacio que alcanza la vista. Gente por todos lados. En fin, parece que todo el planeta ha decidido viajar a Egipto en octubre.

El complejo de Abu Simbel (declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979) está compuesto por dos templos excavados en la roca. El mayor de ellos, de Ramsés II, está dedicado a Ra, Ptah y Amón, las tres deidades estatales del Antiguo Egipto, y alberga cuatro estatuas colosales de Ramsés II esculpidas en la roca de la fachada. El templo menor está dedicado a Nefertari, la esposa favorita de Ramsés.

Los templos se encontraban originariamente en la zona inundada que hoy ocupa el lago Nasser, creado a raíz de la construcción de la presa de Aswan, y fueron trasladados a una colina artificial para salvarlos del agua. En este excepcional traslado colaboraron una serie de países, entre los que se encontraba España. Por este motivo el gobierno de Egipto regaló como agradecimiento el templo de Debod, ubicado hoy en día en Madrid

La verdad es que se trata de unas construcciones  grandiosas,  imponentes.  La fachada del templo mayor tiene 33 metros de altura por 38 metros de ancho y está custodiada por cuatro estatuas sedentes, que representan a Ramsés II, sentado en un trono con la doble corona del Alto y Bajo Egipto. Cada una de ellas mide unos veinte metros de altura.


Para acceder al interior de los templos hemos tenido que guardar unas colas inmensamente largas,  y una vez dentro hacía tanto calor y era tal el agobio de gente que algunas personas se mareaban. ¡Y del olor ni hablamos! (los guardias de la entrada quemaban incienso para mitigarlo)


Por todo ello, el recorrido del interior, que es espectacular, hemos tenido que hacerlo bastante rápido por miedo a que nos diera un patatús. Además aún está el peligro del coronavirus (¡que si no pillamos aquí, ya no nos contagiamos en ningún otro lugar!)



Tras la visita al templo de Ramsés nos dirigimos al de su esposa preferida Nefertari que está al lado y es algo más pequeño. Para acceder -¡cómo no!- tenemos que hacer una cola larguísima bajo un sol casi insoportable. No es de extrañar que muchos turistas caigan desmayados.




Salimos lo antes que podemos al exterior para respirar un poco, dar un paseo por la orilla del lago, hacer unas fotos y volvemos de nuevo al autobús otras 4,5 horas hasta Aswan.

Una vez de regreso en el barco comemos y compramos algunos recuerdos en la tienda. Todo rápido ya que a las 15:30 tenemos que salir para dar un paseo en faluca (embarcación a vela típica del Nilo)


Y aquí sufrimos otro episodio esperpéntico por la falta de organización: En principio el paseo, incluido en el programa, era de al menos una hora, pero el guía ofreció una excursión paralela (cobrada aparte) al pueblo nubio y decidió hacerla al mismo tiempo. Así que todo el grupo salió en faluca, pero a los 5 minutos, en mitad del río, el guía se va en otra baca rápida con parte de los turistas al pueblo nubio y al resto nos deja solos en la faluca con el remero. Pero el esperpento no acaba aquí ya que, en cuanto la barca con los otros desaparece de la vista, se aproxima a nuestra faluca una barca a motor y nos obligan a subirnos a ella (con el riesgo de caer al agua ya que estábamos en mitad del Nilo) y en 5 minutos nos dejan en la orilla y se largan.



El incidente se lo relatamos al guía por la noche y nos asegura que ha hablado con el dueño de la faluca y que mañana nos dará el paseo acordado a los que hemos sido timados.

Lo bueno del percance y de que el paseo en faluca haya durado 10 minutos ha sido que, como la mayoría de compañeros de viaje se ha ido a la excursión del pueblo nubio, la zona de piscina y hamacas estaba prácticamente vacía y hemos pasado una tarde muy tranquila, agradable y relajada.

Por la noche, tras la cena, salimos para realizar una visita nocturna por la ciudad de Aswan, que contratamos aparte. No la recomiendo ya que se puede hacer por libre mucho mejor; y ver más cosas.

Durante el recorrido no visitamos demasiados lugares, solo tres: la catedral copta, la mezquita grande y el zoco, y además todo corriendo y sin tiempo para disfrutarlo, principalmente porque el guía quería largarse y devolvernos pronto al barco.

Catedral copta

Mezquita Grande

De vuelta en el barco, subimos a la cafetería con algunos de los amigos que ya vamos haciendo (se está formando un grupete muy majo) y copita arriba, copita abajo, nos pasamos varias horas bailando como locos. Una noche divertidísima con un disc-jockey muy entregado.

 

Viernes, 14 de octubre

Hoy ha llegado a su fin el recorrido por el Nilo. Tras preparar el equipaje y sacarlo a la puerta para que lo recojan, desembarcamos para dirigirnos a la última visita del crucero: el Templo de Philae.

El templo de Philae, dedicado a Isis, la diosa del amor, es uno de los más bellos y mejor conservados del país. Está ubicado en una pequeña isla a la que solo se puede acceder en barco, algo que le aporta aún mayor encanto. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 y, al igual que sucede con Abu Simbel,  no se encuentra en su localización original (la isla de Philae), ya que tras la construcción de la Presa de Asuán hubiera quedado sumergido en el agua por lo que fue trasladado piedra a piedra con un cuidado minucioso hasta su actual emplazamiento, muy cercano al anterior, en la isla de Agilkia.

Así pues, tras  un pequeño trayecto en bus llegamos a un embarcadero donde unas coloridas barcas nos recogen para llevarnos a la isla en la que, según la leyenda, cuando el rey Osiris fue asesinado por su hermano (quien esparció su cuerpo a lo largo de todo el país) su esposa Isis se refugió  para reconstruir el cuerpo con los pedazos que había recogido; el templo representa en cierto modo el lugar de entierro de Osiris. Es una maravilla la visión del templo alzándose en la orilla según nos vamos acercando a él desde el agua.

Una vez en la  isla se pueden ver varias construcciones entre las que destaca especialmente el imponente Templo dedicado a Isis.

En el primer pilono encontramos una increíble y gigantesca puerta de 18 metros de alto con unos preciosos relieves tallado en la piedra. Pertenecen a diferentes faraones y reyes ptolemaicos.

Inmediatamente tras pasar la puerta principal del templo se encuentra la columnata que comunica con diferentes habitaciones como la Casa del Nacimiento (el lugar elegido por los faraones para celebrar rituales en honor a la leyenda de Isis)


En el templo de Isis, el más imponente, se pueden observar muchos relieves picoteados que son  la forma en la que los cristianos trataron de destruir los dioses paganos.

En el recinto también hay otras edificaciones de gran valor como el Templo de Hathor, la Puerta de Adriano o el quiosco de Trajano (uno de los monumentos más visitados, con unas dimensiones de 15 metros de ancho por 20 de largo y 15,85 de alto. Parece ser que tenía como función albergar la barca de la diosa Isis. Y se cree que en sus orígenes estaba cubierto, ya que ahora no tiene cubierta) de la época romana.


Hay además restos de un monasterio y dos iglesias coptas.

Es una visita muy recomendable, interesante y atractiva en un enclave de ensueño.


Pasamos un buen rato recorriendo la zona y haciendo unas fotos preciosas.

Finalizada esta última visita, nos llevan en autobús a dos tiendas (comisiones para el guía) para comprar souvenires: la primera, de perfumes y esencias; la segunda, de especias (en esta última hay una foto de Jordi Cruz, el cocinero, ya que parece que venía aquí a comprar las especias para su restaurante) Hay que decir que Aswan es famoso por este producto. Nosotras compramos té de hibisco que está muy rico.


Al llegar al barco el guía nos ofrece  ir a dar el paseo en faluca que no disfrutamos ayer, pero como no hay mucho tiempo, el viajecillo por el río será de... ¡¡10 minutos, para compensar el fiasco de ayer.!! Vamos al muelle y damos el paseo. Todo rápido, como siempre. Otro fiasco. No obstante, aunque fue un trayecto corto, resultó muy agradable.



Tras la comida, que hacemos en el barco, nos trasladamos al aeropuerto para tomar el vuelo a El Cairo donde, de nuevo, al aterrizar hay otro desastre de organización.

Al llegar a la terminal nos encontramos con que no hay guía esperándonos, y pasamos la friolera de casi 2 horas viendo cómo se van todos los grupos, cómo llega otro avión y se vuelven a ir, y nosotros esperando no se sabe qué. Nos ponemos las pilas varios viajeros mirando y preguntando y resulta que encontramos al guía, despreocupado, charlando con otra gente en una zona del aeropuerto, y nos pregunta que dónde nos habíamos metido. Me dieron ganas de morderle la yugular. Pero ahí no acaba todo: cuando, por fin, salimos de la terminal no había bus ni transporte preparado y el guía  iba de un lado a otro preguntando a todos los conductores de autobús que veía por allí, sin tener idea de nada. Un caos de los mayores que he vivido yo (exceptuando la ciclogénesis explosiva que nos pillo en Nueva York y obligó a cerrar todos los aeropuertos)

En fin, el adjetivo "desastroso" se queda corto para describir la llegada. Resumiendo, aterrizamos a las 17:30 en El Cairo y llegamos al hotel a las 22:00. Y aún no pudimos cantar victoria ya que el reparto de habitaciones también fue épico: tenían muchísimos nombres equivocados y el guía se había largado (además, sin decir ni hora de recogida al día siguiente, ni nada) 

Y, para colmo, el hotel de 5*, Pyramids Park (ver crítica y fotos en TripAdvisor…………… ) tenía una pinta fabulosa…, pero las habitaciones no tenían nada que ver con las zonas comunes.

Llegamos tan hechos polvo que picamos algo en el bar y nos acostamos.

 

Sábado, 15 de octubre 

Por la mañana visitamos la zona de Guiza que está muy cerca del hotel. Y de nuevo el gentío es horroroso.

Al llegar nos dirigimos, en primer lugar,  a las pirámides y, posteriormente, nos acercamos a la esfinge (las únicas maravillas del mundo antiguo que aún siguen en pie).


El precio de la entrada general al recinto son 200 £. Aparte, también se puede visitar el interior cuyo coste es 400 £ para la Pirámide de Keops y  100 £ las de Kefren o Micerino.


El guía nos acompaña pero, aparte de no explicar nada, intenta timarnos de varias maneras.

Por un lado, nos lleva a unos camelleros y se empeña en que demos un paseo en camello, pero no queremos y ante nuestras quejas, lo vuelve a intentar en un puesto para que compremos en él. Ya nos hartamos y nos vamos por nuestra cuenta. Un caradura.

Pero ahí no acaba el episodio con este tipo, Nasser: le decimos que algunos queremos entrar en la pirámide de Keops y se ofrece a sacar los billetes; nos dice que son 500 £ cada uno. Los saca, los reparte y entramos. Al salir, algunos se dan cuenta de que el ticket pone 400, y no 500. O sea, que Nasser, que se supone que era quien debería protegernos de los timadores, nos había robado a cada uno 100£. Montamos en cólera, lo acorralamos y el tipo, sin ningún pudor, tras discutir, echarle la culpa a la empresa, y algunas otras excusas absurdas, nos devuelve a cada uno nuestras 100£. ¡Y aún tuvo el morro de pedirnos propina al acabar el viaje!

Sobre las pirámides no voy a decir nada ya que son de sobra conocidas, aunque sí debo decir que, al menos en la gran pirámide, el número de entradas al día es limitado por lo que es mejor hacer la visita por la mañana para asegurarse la entrada. 


Por otro lado, el acceso al interior es bastante angosto e inclinado y hay que avanzar agachado casi todo el tiempo hasta llegar a la primera cámara (por lo que no es en absoluto recomendable para personas claustrofóbicas ya que puede resultar muy agobiante); en nuestro caso, a ello se sumó el gentío y el calor, y que costaba bastante respirar en el interior. Ha sido emocionante, pero un poco angustioso con tantísima gente.

El acceso no se encuentra en la entrada principal, que permanece cerrada, sino que se entra por un agujero llamado de Al-Mamun, más accesible que la original. 

En el interior se permite hacer fotos, pero para grabar vídeo hay que pagar un suplemento especial. En el interior no hay absolutamente nada, salvo el sarcófago de granito del faraón Keops que está vacío; ni decoración, ni pintura, ni nada. Pero es, como he dicho, emocionante internarse por los largos pasillos hasta la cámara mortuoria.


Al salir de la pirámide dimos un paseo por la zona para hacer algunas fotos, antes de encaminarnos  hacia la esfinge.


La esfinge es una gigantesca y enigmática escultura que cuenta con una altura de cerca de 20 metros y algo más de 70 metros de longitud. Tiene cabeza humana y cuerpo de león, algo que para los antiguos egipcios reunía en una misma figura la inteligencia y la fuerza.


Se cree que fue tallada  alrededor del año 2.500 a.C. como parte del complejo funerario de Kefrén con la finalidad de convertirse en el guardián que protegiera su tumba. A menudo se ha especulado sobre la desaparición de su nariz, visiblemente desgastada, culpando a Napoleón de su destrucción en la mayoría de las teorías. Esta hipótesis se vio desmontada al encontrar los dibujos realizados por un explorador antes del nacimiento de Napoleón.


Actualmente la esfinge no conserva prácticamente ninguno de los vivos colores que la vistieron en el pasado, cuando el cuerpo y su gran cabeza eran de color rojo y la prenda egipcia que cubría su cabeza (nemes) presentaba rayas blancas y azules.

Finalizada la visita a Guiza, antes de volver a comer al hotel a comer, nos llevan (con la oposición de todos) al instituto del papiro que es realmente una tienda de papiros para turistas y una pérdida de tiempo si no tienes interés de comprar estos artículos.



Por la tarde se ofrece una excursión optativa a Sakkara y Memphis que parece muy interesante, pero nosotras decidimos pasar la tarde tranquilamente descansando y bañándonos en la magnífica piscina del hotel (y menos mal, porque los de la excursión volvieron superenfadados con el guía ya que no habían visto bien Sakkara pues cuando llegaron estaban cerrando, casi no pudieron ni comer y la visita a la ciudad de Memphis fue suspendida. Un desastre de excursión)

Nuestra tarde en la piscina fue el relax que necesitábamos. La piscina es inmensa y toda la zona alrededor es muy agradable y está muy cuidada. Además, -lo mejor- no había nadie. 


Pasamos una tarde estupenda que nos sirvió para cargar pilas ya que , por la noche, teníamos entradas para ver el espectáculo de luz y sonido en las pirámides (con cena incluida) En la piscina conocimos a una pareja de argentinos que se apuntó con nosotras al espectáculo, así que después del baño nos arreglamos y nos fuimos los cuatro a las pirámides.



La visita era organizada y no recomiendo que se haga así ya que se pueden sacar las entradas por libre sin problema y cenar en un buen sitio después. El espectáculo me defraudó un poco; me lo esperaba más impactante. Lo vi un poco pobre. Y la cena del restaurante local, incluida, fue una verdadera birria: en un restaurante desde el que se deberían ver las pirámides (pero no se veían), al lado de la carretera, con mucho ruido, no había casi nadie y los camareros con mala cara y parecía que les molestara tener que trabajar. Además nos metían prisa y quitaban los platos rápidamente. Y la comida, malísima. Yo casi ni la probé. En fin, nada recomendable.

Al terminar la cena volvimos al hotel.

 

Domingo, 15 de octubre 

Hoy hemos reservado una visita opcional de día completo para recorrer la ciudad y sus monumentos y lugares principales.

Comenzamos el recorrido subiendo a un promontorio sobre la ciudad llamado el monte de Muqatam en el que se sitúa la Ciudadela de Saladino, llamada así  ya que  fue construida por Saladino en el siglo XII a modo de fortificación para proteger la ciudad de las cruzadas. Tiempo atrás, la ciudadela era una pequeña ciudad dentro de la ciudad la cual, a pesar de su pequeña extensión, estaba habitado por 10.000 personas. Dividida en diferentes barrios, contaba con un palacio y diversas mezquitas, además de varios cuarteles en los que vivían los militares encargados de proteger la ciudad. (entrada 140£)


Dado que toda la ciudadela se encuentra en alto, desde algunas de sus terrazas se pueden disfrutar unas vistas maravillosas de la ciudad.


Uno de los edificios más importantes en el interior del recinto es la Mezquita de alabastro, denominada así porque tanto el interior como el exterior están recubiertos con este material.

La mezquita fue construida entre 1830 y 1857 bajo el encargo de Muhammad Ali en memoria de su hijo mayor, que falleció en 1816. Para su diseño se inspiraron en la Mezquita Nueva de Estambul y sus cimientos se levantaron con parte del material de los edificios que se demolieron para su construcción. 

Su imponente  sala de oración se encuentra bellamente decorada con mosaicos e incrustaciones de piedras preciosas así como preciosas lámparas y alfombras que cubren el suelo y amortiguan el ruido de los cientos de visitantes. También hay que mencionar sus tallas de madera y sus 100 vidrieras coloreadas donde se nota una gran influencia francesa.

Por supuesto, para entrar, como sucede en todas las mezquitas, debemos dejar el calzado a la entrada y cubrirnos los hombros y piernas.


Si la sala de oración es impresionante no lo es menos el  enorme patio, con una preciosa fuente de abluciones y un elegante reloj de cobre que entregó Luis Felipe de Francia a cambio de uno de los obeliscos del templo de Luxor  que se colocó en la Plaza de la Concordia de París. Es uno de los relojes de este tipo más antiguo que se conservan en el mundo, pero este intercambio de regalos fue desastroso para Egipto ya que, paradójicamente, el reloj nunca llegó a funcionar.


Todo el complejo, la Ciudadela y la Mezquita, forman parte del patrimonio de la Humanidad desde 1979 (en realidad, todo el centro histórico de la ciudad es patrimonio, y se incluye también el barrio cristiano, o barrio Copto que visitaríamos después).

Tras el recorrido por la ciudadela, nos dirigimos al Museo de Antigüedades Egipcias, llamado por todos Museo Egipcio, que sigue ubicado en el edificio antiguo que data de 1902 y que se creó con la intención de albergar 12.000 mil objetos pese a que  hoy  día posee una colección de más de 150.000


Hace unos años que el gobierno ha construido un edificio nuevo junto a las pirámides que, aunque tenía que haberse inaugurado y abierto al público hace un año, sigue a día de hoy cerrado. 
El problema actual es que como llevan de mudanza muchos meses (desde el famoso y multitudinario desfile de traslado de las momias de uno al otro en abril del 2021) el antiguo museo está desmantelado y faltan la gran mayoría de las piezas. La verdad es que visitarlo ahora no merece la pena y es bastante decepcionante   pues solo han dejado algunas cosas y no hay casi nada de lo importante (por ejemplo, del tesoro de Tutankamón); además el visitante tiene la impresión de estar en plena mudanza (lo cual es la realidad) con cajas, zonas cerradas, mamparas, paquetes, etc. por todas partes.

El edificio del nuevo Museo Egipcio, que pudimos ver desde el exterior, es una verdadera maravilla, justo al lado de las pirámides. En un reportaje en Tv sobre él, decían que el proyecto y la realización se ha llevado a cabo por el estudio de arquitectura de Heneghan Peng Architects, un despacho irlandés que encabeza Shih-Fu Peng. La propuesta de Heneghan Roison fue elegida entre más de mil 500 proyectos de 83 países y ha costado la friolera de más de 1000 millones de euros. El diseño es espectacular, impresionante de verdad. Nosotros volveremos cuando lo abran solo para poder visitarlo.

Aún con todo, la visita del museo antiguo es interesante.




Para descansar un poco y reponer fuerzas, vamos a comer a un restaurante local que está bien y al terminar nos encaminamos al Barrio Copto. Los coptos son los egipcios cristianos, la mayor comunidad cristiana de Oriente Medio. En origen, la palabra "copto" se refería a todos los habitantes de El Cairo, pero con la llegada de los árabes y la expansión del islam, el concepto pasó a referirse a todos los cristianos egipcios. Los coptos aparecieron con los primeros cristianos en el siglo IV.

El barrio copto se encuentra en la parte antigua de la ciudad, surcado por multitud de callejuelas, y en él se pueden encontrar muchas iglesias donde se sigue manteniendo este rito.


Hay una,  la iglesia de los santos Sergio y Baco, que es muy interesante por la historia que encierra: según el Nuevo Testamento, la familia de Jesús habría vivido en este lugar durante su exilio huyendo de Herodes. En dicho lugar se levanta hoy este pequeño templo que es el más antiguo del barrio copto. En la entrada podemos ver un plano del camino que siguió la Sagrada Familia en su huida a Egipto. Curioso.




En este barrio se encuentra también la fortaleza de Babilonia, una antigua fortaleza romana edificada en pleno paso del canal que unía el Nilo con el Mar Rojo. Se pueden ver sus restos.

Fortaleza de Babilonia

Situado en un jardín dentro de la fortaleza se ubica el Museo Copto, donde podemos encontrar la mayor colección de piezas de arte e historia de esta cultura del mundo. Fue inaugurado en 1910 y ocupa un elegante edificio con una bella fachada y un coqueto jardín con fuentes delante de ella.


Entre sus miles de objetos se encuentran los Manuscritos de Nag Hammadi, una serie de 1200 papiros religiosos de los siglos III y IV escritos en copto y hallados en 1945 dentro de una jarra de cerámica, en el Alto Egipto. El Museo Copto también alberga otros objetos de todo tipo, como frescos, textiles o tallas de madera. Sus habitaciones interiores están decoradas con biombos de madera tallada conocidas localmente como "mashrabiyyas".

Junto al Museo Copto se encuentra la Iglesia Colgante. Aunque su verdadero nombre es Iglesia de Santa María Virgen, debe su apelativo a su ubicación sobre una puerta de la Fortaleza de Babilonia, con la nave del templo suspendida sobre un pasaje. 

Y justo al lado de la iglesia se puede visitar la Sinagoga Ben Ezra, la más antigua de Egipto. En origen fue una iglesia cristiana copta, comprada después por un judío, Abraham Ibn Ezra. Y es que, según la tradición judía, la sinagoga se encuentra en el lugar donde se encontró al bebé Moisés. Solo podemos verla desde el exterior porque está cerrada.

Terminamos el paseo dando una vuelta por las callejas de este barrio encantador y nos encaminamos hacia el Bazar de Khan el Khalili, o Jan El Jalili, el mercado más famoso de Egipto y de todo Oriente Medio. Su origen data del año 1382, cuando el sultán mameluco Djaharks el-Jalili decidió construir un lugar de descanso para los comerciantes. El lugar elegido fueron las ruinas de un antiguo cementerio fatimí.


Se dice que hay más de 900 puestos y en la mayoría hablan español, pero es necesario siempre, como en todos estos países, regatear el precio y no tener prisa. Aquí se puede comprar de todo pero si hay algo más interesante que recorrer sus puestecillos, es entrar en alguno de sus antiguos cafés, lugares frecuentados por locales y turistas donde se puede tomar un té y fumar una shisha. El más famoso es El Fishawi, conocido como el Café de los Espejos. Abierto en 1769 se precia de no  haber cerrado desde entonces durante 24 horas al día. Por desgracia, en esta ocasión no tuvimos tiempo de visitarlo.

El mercado está “hasta los topes” de egipcios y turistas y se hace bastante difícil andar por sus intrincadas callejuelas. Damos unas vueltas y compramos algunos recuerdos.


Tras un paseo a empujones por este enorme zoco cogemos el bus y volvemos al hotel donde el grupito de amigos que se ha formado durante el viaje hemos quedado para cenar juntos en el jardín como despedida. La velada ha sido entrañable.

 

Lunes, 17 de octubre


Tras preparar el equipaje nos trasladan al aeropuerto donde tomamos el vuelo en dirección a Madrid. Con esto termina nuestro viaje.

En resumen, el balance del viaje es muy positivo porque Egipto siempre merece la pena, pero yo recomiendo no elegir la empresa Janur Travel, e ir por libre o pagar más por un viaje mejor organizado donde no se pierda tiempo, los guías sean más serios y responsables, los hoteles y barcos sean mejores y no haya tantas visitas opcionales que, al final, suman bastante dinero.

 

 



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