ZAMORA (Julio, 2022)

 Miércoles, 13 de julio

Salimos de Albacete algo más tarde de llo que habíamos pensado aunque, pese a ello y a la tremenda ola de calor que estamos sufriendo, el viaje se nos ha hecho corto puesto que no había mucho tráfico y ha sido bastante relajado.

Hemos llegado sobre las 17:00 y nos estaba esperando la dueña del apartamento que hemos reservado (https://www.booking.com/hotel/es/patio-zamora.es.html), El Patio. El alojamiento está genial y tiene un patio estupendo, aunque queda retirado del centro histórico.

Nos hemos acomodado y descansado un poco y después, cuando ha bajado el sol, hemos bajado al río y por la senda que va junto a él nos hemos acercado al centro y hemos dado una vuelta por él. Hemos picado algo en una terraza y de vuelta a la casa.


 Jueves. 14 de julio

Tras el desayuno nos dirigimos al centro histórico de la ciudad para visitar algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad.

Desde el apartamento hay 10 minutos hasta el principio de la calle Santa Clara que es la arteria principal, la zona de tiendas y en la que se encuentran muchas de las iglesias románicas de Zamora que hay que visitar ya que la capital cuenta con un interesante y extenso patrimonio arquitectónico. Sólo en el casco histórico Zamora alberga 14 iglesias, por lo que no es de extrañar que sea conocida con el sobrenombre de 'Ciudad del Románico' o Perla del Románico'. También es muy relevante la gran cantidad de edificios de estilo modernista que salpican sus calles y barrios.

Según comenzamos la calle Santa Clara, a la derecha, llegamos a la iglesia de Santiago del Burgo que es impresionante por fuera y por dentro. Se puede visitar y la entrada es gratis. El templo data del siglo XII y, como todas las demás, está perfectamente conservada. se construyó para dar cabida a los fieles del barrio del Burgo, de ahí su nombre.

Santiago del Burgo

Continuando por la misma calle se llega a una placita en la que se puede ver el Palacio de los Momos, un edificio renacentista, aunque con una profusa decoración con elementos propios del gótico isabelino, como escudos, bolas, cadenas o motivos florales, zoomorfos y humanos. Su fachada fue declarada Monumento Nacional el 14 de noviembre de 1922. Hoy día es el Palacio de Justicia y no se puede visitar el interior pero sí apreciar la preciosa fachada.


Palacio de los Momos

 A continuación se llega a la Plaza Mayor donde se puede contemplar la famosa escultura del Merlú, dos figuras de encapuchados de semana Santa, uno con cornetín y otro con tambor. Merlú es el nombre que reciben aquellas parejas de congregantes de la Cofradía de Jesús Nazareno cuya labor consiste en reunir a los demás hermanos para comenzar el desfile procesional. Los avisos se realizan mediante el toque de una corneta con sordina y un tambor destemplado. Son un total de 6 las parejas que recorren, horas antes de las 5 de la madrugada del viernes santo, los diferentes barrios de la ciudad con el fin de reunir en la plaza mayor a los más de 7500 hermanos que conforman la Cofradía. 

Tras estos personajes en bronce se alza la iglesia de San Juan que no visitamos porque está cerrada; y frente a ella, se alza la fachada del Ayuntamiento Viejo, un edificio porticado del siglo XV. A cada lado del mismo discurren dos de las calles más típicas de Zamora: a la izquierda, la calle Balborraz, la más bonita de Zamora; a la derecha, una estrecha callejuela repleta de bares y garitos varios (en esta se encuentra el famoso bar Vayadoliz)

San Juan y Merlú

Calle Balborraz

Continuando por la misma calle en dirección a la catedral se llega la plaza de Viriato, una plazuela coqueta, cubierta de plataneros que le dan sombra, en la que se halla la Diputación y en una esquina el Museo Etnográfico. Nos tomamos un café en una terraza de la plaza para luego visitar este museo (la entrada vale 3€, pero los profesores tienen entrada gratis) Es un museo moderno que recopila y expone numerosos objetos que han formado parte de la vida pasada de Castilla y León (trajes, mobiliario, juguetes, herramientas, aperos…) También hay algunas exposiciones temporales; nosotros hemos visto una de dibujos de Meninas y otra de fotografías relacionadas con el agua.

Desde el museo continuamos por la misma calle y dejamos a la derecha la iglesia de la Magdalena (uno de los platos fuertes) que está cerrada y a la que volveremos en otro momento porque, al parecer, merece mucho la pena.

La calle termina en la plaza de la catedral y un poco más allá, en el castillo que no vamos a visitar porque ya lo recorrimos en un viaje anterior.

Entramos a la catedral (5€) que tiene un pequeño museo en el interior; la colección de tapices es muy interesante.

La catedral es el más representativo de los monumentos de la ciudad. De estilo románico, severa y armónica, es uno de los edificios más bellos construidos en el siglo XII. Su construcción comenzó en el año 1151 y veintitrés años después fue consagrada.

Plaza de la catedral

La planta es de cruz latina con tres naves, las laterales de bóveda de arista y los brazos del crucero de cañón apuntado, la central de crucera simple. En el crucero se alza un hermoso cimborrio, de clara influencia bizantina, decorado con una cúpula gallonada, adornada con escamas de piedra. Este es el elemento más llamativo, bello y original del templo, que presenta un juego de contrastes arquitectónicos verdaderamente interesantes.

La Catedral conserva una de las tres puertas románicas originales, la del Obispo, situada en la fachada Sur.

En la esquina frente a la catedral se encuentra otro palacete que hoy alberga la Fundación Baltasar Lobo, un escultor zamorano de bastante fama. La entrada es gratuita.

 


Finalizada la visita, el calor va en aumento y es casi insoportable (43 oC han dicho en Tv) así que nos dirigimos al restaurante donde tenemos reservada la comida: El portillo, cocina a traición, un local modernillo, con muy buena atención y platos especiales de comida creativa y muy rico lo que hemos tomado (tienen un menú del día por 15,50 € con pan, bebida y café incluido). El local es regentado por un equipo de gente joven, con ganas de revindicar los productos y la cocina de Zamora combinando técnicas modernas de elaboración, con ingredientes de fuera de nuestras fronteras, con especial énfasis en la cocina asiática: Vietnam, Tailandia, Japón… (https://www.portillodelatraicion.com/)

Desde el restaurante, con un calor horrible, nos vamos al apartamento a descansar un poco. 

Al final, como hace un calor tan horrible, no hemos salido y hemos cenado en casa.

 

Viernes, 15 de julio

 Hoy hemos visitado una zona muy conocida de Zamora: los Arribes del Duero

Después de desayunar nos hemos dirigido a Miranda do Douro desde donde sale el crucero por el Duero ue tenemos reservado.

El pueblo es peatonal y hay que dejar el coche fuera de la muralla (hay un parking gratuito justo al comienzo de la calle principal)

Como tenemos tiempo antes de bajar al embarcadero, vamos a la concatedral, pero aún no ha abierto así que nos tomamos un café en una terraza y visitamos el Museo de la Tierra de Miranda que está en la plaza. El edificio en el que se encuentra instalado, del s. XVII, era la antigua Domus Municipalis de Miranda do Douro, que también sirvió de cárcel. El patrimonio del museo está formado por colecciones arqueológicas que corresponden a diversos períodos históricos, así como por una importante colección etnográfica de la región transmontana. De todos, el más significativo es el núcleo dedicado a Miranda. El museo es muy pequeñito y acabamos de verlo bastante rápido. (El horario es de 10:00 a 13:00 y de 14:00 a 8:00 y la entrada vale 2€)

Museo de la tierra de Miranda

Finalizada la visita cogemos el coche para bajar al embarcadero que queda bastante alejado. hay parking gratuito y cubierto cerca de la pasarela que baja hasta el río.

Nosotros llevábamos las entradas en papel sacadas por internet, pero siempre hay que validarlas en la taquilla del embarcadero (el precio son 18€ y hay dos salidas por la mañana y una por la tarde. Nosotros teníamos la reserva para las 12:00 y el crucero parte puntual; hemos tenido suerte ya que, al haber podido coger sitio junto a una ventana, no hace mucho calor y corre una agradable brisilla. El barco es un catamarán híbrido con cabida para más de 100 personas, aunque ahora (seguramente desde el COVID) solo entran 80. La guía que nos acompaña en el barco es la encargada de interpretar de manera sencilla y entretenida, en castellano y en portugués, la fauna, la flora, la etnografía y la geología de los imponentes cañones que en todo momento nos rodean, denominados ya por algunos como los “fiordos de Castilla y León” o el “gran cañón europeo”. La duración es de 1 hora y media. El paseo avanza aguas arriba y llega hasta la altura de la localidad portuguesa de Vale de Águia, como punto más alejado del inicio, para desde allí retornar a Miranda do Douro. A la ida, el pasaje debe permanecer en su asiento, mientras que a la vuelta ya se puede salir a la parte exterior del barco para disfrutar desde allí de las vistas. Al finalizar el crucero hay una degustación de vino de Oporto. 


En nuestra opinión es bastante multitudinario y posteriormente nos enteramos de que hay otros barquitos, en otras localidades, que hacen también la ruta entre cañones en barcos mucho más pequeños y grupos mucho más reducidos (la información se puede obtener en La Casa del Parque de los Arribes, en el Convento de San Francisco, que es un centro de interpretación: https://patrimonionatural.org/casas-del-parque/casas-del-parque/casa-del-parque-de-arribes-del-duero-convento-de-san-francisco

 Al finalizar, volvemos a Miranda y, como tenemos tiempo, volvemos a la concatedral y ahora sí está abierta; la entrada es gratuita. El templo fue construido en el siglo XVI bajo el reinado de João III. Cuenta con un pórtico de estilo renacentista y su edificio es de proporciones impresionantes, algo exageradas en comparación con el resto de la localidad. Su interior se divide en tres naves cuyos mayores tesoros artísticos son el retablo del altar mayor, obra del escultor español Juan Muniátegui; y una imagen del Niño Jesús. Según cuenta la leyenda, el Niño Jesús recorrió las calles de Miranda, espada en mano, para animar a sus habitantes a luchar contra los españoles. Tanto los retablos, como el órgano y la sillería son de estilo barroco.

El retablo mayor representa la Asunción de la Virgen y, alrededor de la imagen central se suceden varias escenas de la vida de María y de los cuatro Evangelistas.

Como remate, en el segundo piso, cuenta con un calvario con figuras de tamaño natural, pero el acceso se encuentra cerrado.

La Catedral es también conocida por conservar un icono de la religiosidad popular: el Niño Jesús de Cartolinha. Se puede observar esta pequeña imagen del siglo XVIII en un oratorio en madera dorada barroca donde los devotos depositan sus ofrendas. Es una figurita graciosa (como un muñeco) y en la urna también se exponen muchos accesorios para él (vestiditos, zapatos, sombreros…) Es muy curioso y, sin duda, lo que más nos ha gustado.




Terminada la visita buscamos dónde comer. Lo intentamos en O Mirandés (muy recomendado en Tripadvisor) pero está cerrado y acabamos en A Balbina; tienen menú del día a 15,50 que incluye un primero, un segundo, postre, pan, una bebida, sin café. pedimos ensaladas y bacalao a brás que está EXQUISITO (de los mejores que hemos probado nunca) y macedonia de frutas frescas. La verdad es que es un local sencillo, pero la comida está riquísima por lo que es muy recomendable.

Después de comer nos dirigimos a Fermoselle, pero antes de llegar nos desviamos un poco para ver el mirador de Picote, que se encuentra en la llamada Peña de Puio. Es un mirador que, antiguamente estaba construido en madera(como todos), pero sufrió un incendio y lo remodelaron. Hoy es un mirador moderno en cristal desde el que hay unas vistas espectaculares de un meandro del río Duero.

Mirador de Picote

El problema es que cuando paramos hay 44oC y casi morimos en el intento. En fin, nos podíamos haber ahorrado la parada.

No muy lejos se encuentra la localidad de Fermoselle que, según las guías, es uno de los pueblos más bonitos de Zamora, pero nos ha decepcionado un poco. El pueblo tiene un enclave privilegiado pero está bastante destartalado. No obstante, hay calles y rincones muy coquetos que merecen la pena.

Aparcamos y nos dirigimos a la Casa del Parque que se ubica en el antiguo convento de los Arribes que es el centro de interpretación. La entrada cuesta 1€. Merece la pena, pero no podemos verla toda porque la chica de la entrada nos da una explicación tan larguísima que se nos va todo el tiempo en ella (también hay un vídeo y la visita a los restos del convento) Según nos dice, la visita dura 2 horas pero no tenemos tanto tiempo ya que hemos reservado con Civitatis una visita a las bodegas con cata de vino de la zona (8€).

Mientras esperamos, entramos a una iglesia que merece mucho la pena y que se halla en la misma plaza, Nuestra Señora de la Asunción, una joya del románico (entrada gratis)

 El pueblo de Fermoselle cuenta con un patrimonio subterráneo que le ha valido el sobrenombre de «El Pueblo de las 1000 Bodegas» Desde siempre, el vino se ubicó en el subsuelo, al resguardo de las inclemencias del clima. Durante decenas y cientos de años, los fermosellanos han dado forma a todo un entramado de galerías con el fin de crear un lugar idóneo para conservar el vino.  Son, en su mayoría, pequeños habitáculos excavados en la roca, sostenidos con arcos de medio punto, pilares y sillería que se van comunicando unos con otros a través de galerías hasta conformar otro pueblo bajo el suelo del municipio. Algunos datan de al menos, el siglo X. Una cultura milenaria que aún no ha muerto.

Tras la casa del parque bajamos hasta la plaza Mayor que intuimos que debe de ser chula pero que no podemos ver bien porque hay instaladas unas gradas de madera que la tapan por completo (pensamos que habrá fiestas)



A las 18:30 aparece el guía que nos lleva a varias bodegas de la zona antigua, la más vieja es del siglo VI. Merece la pena la visita aunque se hace corta. Al finalizar nos conducen a una tienda de productos típicos a una cata de vino de una bodega local pequeña. Está rico y compramos una botella.

Desde ahí nos dedicamos un rato a recorrer las calles del pueblecito en el que observamos algo curioso: las calles, el mobiliario urbano, fachadas etc. están decoradas de crochet de vivos colores. Y es que en esta localidad medieval, las mujeres se dedican a decorar con esta técnica los puntos más visitados como la Plaza Mayor o una cabina de teléfono para que todo el mundo se fije en ella y así salvarla del olvido.




Damos una última vuelta por el pueblecito y volvemos a Zamora. 
Paramos en el centro y vamos a picar algo al famosísimo bar Bambú donde tienen como especialidad los “tiberios” que son mejillones y los hacen, según dicen, en una salsa muy rica. El sitio decepciona bastante: no atienden en la terraza y hay que servirse uno mismo, los mejillones no son nada del otro mundo (la famosa salsa es solo harina con pimientos picante, y el servicio es más que nefasto. Nada recomendable


Sábado, 16 de julio

 Tras el desayuno emprendemos el camino hacia el lago de Sanabria. La carretera hacia el lago pasa por la Sierra de la Culebra donde tuvo lugar uno de los incendios mayores de nuestro país y que a día de hoy se encuentra totalmente chamuscada. Es impresionante contemplar hectáreas y hectáreas totalmente quemadas, tierra negra y esqueletos de árboles.. 

En un ahora y media llegamos al lago y nos dirigimos hasta el embarcadero del crucero ambiental por el lago que tenemos reservado (18€ que no merecen la pena en absoluto) En el parking hay que pagar ya que es el aparcamiento de una de las playas del lago que hoy sábado está bastante concurrido.



Nos tomamos un café en una terraza junto al lago y a las 12:00 vamos al embarcadero a coger el barquito. Menos mal que hoy está nublado y no hay muchos turistas, aunque sí papás coñazo con nenes maleducados que no dejan de berrear y gritar durante todo el trayecto. Un horror!! Muy desagradable!!
Los papás están inmunizados y sordos y son peores que los nenes.

El crucero es un paseíto con explicaciones enfocadas a los niños y un poco aburrido. De todas formas, el lago tampoco da para más, aunque el paraje en sí es precioso. 

Acabado el paseo ofrecen una degustación de sidra, pero no nos quedamos y nos acercamos al pueblo de Puebla de Sanabria que se encuentra a 11 km. Comemos en el restaurante La Pascasia que es muy recomendable aunque no es barato. La comida, en una mesita bajo un porche de piedra que estaba fresco ha sido genial. Todo riquísimo y el servicio

 sobresaliente. 


Después de comer damos un paseo por este pueblo que es uno de los más bonitos de España y cuyo casco antiguo ha sido declarado Monumento Histórico Artístico. Y bien merecido porque realmente lo es. Y muy cuidado, limpio y bien conservado.

Lo primero que se ve en el horizonte según te acercas por la autovía hacia Puebla de Sanabria es su imponente castillo. Se trata de una fortaleza casi inexpugnable que se encuentra en la parte más alta de la población desde el siglo XV por orden de Rodrigo Alonso Pimentel, Conde de Benavente.

Tras sus muros, perfectamente conservados, se encuentra la enorme torre del homenaje, conocida habitualmente como El Macho, a la que se puede subir y tener unas vistas espectaculares de Puebla de Sanabria y de su entorno aunque a la hora en que llegamos ya estaba cerrado.

Los muros exteriores constan de diversas torres distribuidas aleatoriamente destacando el bonito balcón que se abre en el lado que mira al Río Tera y al que se puede acceder desde el exterior.

Al lado del castillo se encuentra la iglesia de la Virgen del Azogue, una iglesia románica del siglo XII con algunos elementos góticos frutos de algunas reformas sufridas.

Hay que destacar sus pórticos de entrada donde se encuentran varias estatuas y columnas excepcionales así como la Torre del Campanario con un reloj que da las campanadas cada hora.

Adosada a la Iglesia de la Virgen del Azogue se encuentra una pequeña iglesia que mucha gente piensa que es parte de la primera. Se trata de la Ermita de San Cayetano, del siglo XVIII y de estilo neoclásico y en la que destaca el retablo barroco de su altar mayor.

Ambas iglesias se hallan en la plaza Mayor que está ocupada por un restaurante lo que desdice bastante ya que se pierde la perspectiva completa.

No obstante, lo mejor es deambular por las callejas del pueblo contemplando las casas de piedra con puertas y ventanas de madera y tejados de pizarra y los balcones llenos de flores.




Desde Puebla de Sanabria nos dirigimos a Robledo de Sanabria donde se encuentra el Centro de Conservación del lobo ibérico Félix Rodríguez de la Fuente.

La entrada ya la habíamos reservado por internet en la web del centro (8€) ya que solo se puede visitar si se tiene reserva (aunque vimos que llegaron unos turistas sin entradas y la pudieron comprar en la puerta)


El complejo dispone de recintos vallados con tres observatorios elevados, dos de ellos accesibles para personas con discapacidad. El edificio principal es una construcción integrada con el entorno y eco-eficiente que evoca y reinterpreta elementos patrimoniales que simulan un ‘cortello o curro dos lobos’, una construcción típica de la arquitectura popular que data del siglo XVIII cuyo objetivo era dar caza al lobo.

En los recintos vallados, de tres hectáreas cada uno, se alojan los ejemplares del lobo ibérico en régimen de semi-libertad para facilitar su observación. Los recintos cuentan con vegetación natural, zonas de refugio, charcas artificiales y un sistema de videovigilancia para garantizar las condiciones de bienestar de los animales.


La visita dura 2 horas y consiste en unas explicaciones en el edificio principal y, lo que más nos ha gustado, la salida a tres observatorios  para ver los lobos que tienen en esta reserva. El cuidador entra en los recintos y, mientras nos explica, les da comida y los visitantes los pueden observar muy cerca. Es muy interesante, en especial ver a los animales tan cerca. Hoy hemos tenido suerte y hemos visto a todos ellos ya que, al parecer, no todos los días se dejan ver. y acuden a la llamada del cuidador.

 Finalizada la visita volvemos a Zamora. Hoy cenamos en casa. El calor no cesa aunque hoy, en la zona del lago que es más alta, nos ha dado un respiro.

 

Domingo, 17 de julio.  TORO

Hoy hemos visitado la ciudad de Toro que se encuentra a 32 km de Zamora. Al llegar nos dirigimos por la calle Mayor hasta la plaza del mismo nombre donde se encuentra el Ayuntamiento y en sus bajos, la oficina de turismo.

En la ciudad hay bastantes cosas para ver aunque lo más importante es la Colegiata y el Monasterio del Sansti Spíritu. Para la primera, adquirimos el ticket en la oficina, pero para el segundo ya las tenemos pues es necesario hacer la reserva online y luego recogerla en la entrada.

La Colegiata se encuentra justo detrás del Ayuntamiento y la entrada se puede sacar combinada con las visitas a otras 5 iglesias (5€) pero no incluye el monasterio (4€)


Comenzamos el recorrido por la Colegiata que abre de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 19:30. La Colegiata de Santa María la Mayor es una iglesia de estilo románico-gótico. Su construcción se llevó a cabo desde el último tercio del siglo XII (alrededor de 1170), en tiempos del reinado de Fernando II de León, hasta bien entrado el XIII. Posee tres naves y crucero rematado por un cimborrio, y su portada septentrional es una de las más notables aportaciones del románico de los siglos XII y XIII.

Lo más relevante del templo es el Pórtico de la Magestad, un impresionante pórtico policromado todo tallado en piedra que era la antigua puerta principal. Para poder verlo, primero hay que acceder a la colegiata y traspasar la portada desde dentro hacia fuera, pues en el siglo XV quedó inserta en la denominada capilla de la Majestad, construida a partir de un pórtico abierto con funciones funerarias al que en el siglo XIV se le levantó otro muro enfrentado con puerta hacia el sur, conservándose lucillos a ambos lados. A partir del siglo XVII pasó a ser parroquia de santo Tomás Apóstol, nombre con el que se conoce en la actualidad. En esta sala hay unos bancos y un vídeo explica toda esta excepcional obra escultórica mientras se observa desde ellos.



La visita se completa con la subida a la torre o recomendada a personas en baja forma, con problemas de movilidad o claustrofobia porque hay 150 escalones bastante altos (aunque todos desiguales) por una escalera de caracol, de piedra, bastante angosta (de hecho hay unos semáforos y solo se puede subir o bajar con el semáforo verde pues solo cabe una persona). Desde la torre hay unas buenas vistas de la ciudad pero tampoco es algo espectacular. 

Terminada la visita a la Colegiata nos tomamos un café en la calle Mayor para emprender el camino hacia el monasterio que se encuentra alejado del centro, fuera del pueblo.

El Monasterio del Sancti Spíritu (Visitas guiadas exclusivamente: mañanas 10:30, 11:30 y 12:30 y tardes a las 16:30 y 17:30)


El monasterio fue fundado por Doña Teresa Gil, vinculada con los reyes de Castilla y de origen portugués. En su testamento, en 1307, ordenó que tras su muerte fuera enterrada en él. 

Tumba de Dña. Teresa Gil

Alfonso XI, bajo la tutoría de su abuela, la reina María de Molina, otorgó licencia para su fundación y se puso la primera piedra del monasterio dedicado a San Salvador, cambiando en 1316 a Sancti Spiritus. La viuda de Juan I de Castilla, Beatriz de Portugal, se retiró aquí hacia 1402 y vivió hasta su muerte en 1442 donde fue enterrada. También Leonor de Castilla, en el siglo XV, procedente del convento de Sancti Spiritus de Benavente en el siglo XV. 


El convento estuvo bajo la protección de monarcas y acogió a hijas de nobles llegando a ser muy importante manteniendo su actividad hasta el día de hoy, pero con una pequeña interrupción en 1868, durante el Sexenio Revolucionario. Las monjas dominicas tuvieron que abandonar el monasterio durante tres años en los que desaparecieron múltiples obras de arte. Hoy solo quedan en el convento 6 monjas de clausura que viven en una pequeña zona que, obviamente, no hemos visto.

Hay en el interior, además de las salas y celdas, un precioso claustro, una capilla con un retablo impresionante, un refectorio enorme con mesas originales, unos techos artesonados muy bien conservados y un pequeño museo. Casi todo lo que hemos visto es original del siglo XIV (o XVI)


La guía es amabilísima y explica todo muy bien sin ser pesada en ningún momento. Una visita muy, muy recomendable.

 Acabado el recorrido por el monasterio volvemos al centro con la idea de visitar alguna iglesia pero el calor es intensísimo (el coche marcaba, cuando lo cogimos tras la comida, 44 ºC a la sombra) y decidimos ir a comer. Teníamos una mesa reservada en La esquina de Colás, pero el comedor interior está cerrado y las mesas son fuera por lo que ha sido espantoso el calor que hemos pasado (cómo sería que han dado abanicos a los clientes)

Este local tiene muy buenas críticas en Tripadvisor (de hecho es el número 1 en la localidad) y por eso lo elegimos, pero es más fama que realidad (o falta de locales mejores en la ciudad). La atención es muy buena y la comida estaba bien aunque nada excepcional; y es bastante caro para el tipo de sitio que es. En fin, no lo vamos a recomendar.

 Nuestra idea para la tarde era pasarla en la ciudad recorriendo las calles y visitando todo lo que nos queda, pero el calor es tan insoportable que decidimos volver a Zamora y encerrarnos con el ventilador porque no se puede respirar. Así que no vemos nada más, pero teníamos programado visitar el Alcázar, el Palacio de los Condes de Requena, el Palacio Valparaíso, el de las Leyes, la plaza de toros (una de las más antiguas y grandes de España) y alguna bodega histórica del famoso vino de Toro. Además de todas las iglesias que hay en la ruta de “Toro Sacro” para las que teníamos las entradas pagadas con el bono que sacamos en la Colegiata. La oficina de turismo ofrece también a las 19:00 una visita guiada a la plaza de toros (a la que no se puede entrar si no es con esta visita) que es la tercera más antigua y grande de España, y a una bodega; pero con esta ola de calor es imposible quedarnos de paseo en la ciudad.

Así pues, cogemos el coche y pasamos el resto de la tarde encerrados en la casa (preferible dejar alguna visita que perder la salud) 

 

Lunes, 18 de julio   ZAMORA

Hoy es nuestro último día que vamos a dedicar a dar unas vueltas por Zamora y visitar algunas cositas que nos han quedado.

Comenzamos dirigiéndonos al centro de la ciudad por la senda que va bordeando el río desde el barrio del apartamento. Por esa senda continuamos hasta llegar a las aceñas del Duero que hoy están cerradas pero que visitamos en nuestra anterior visita a Zamora y que merecen mucho la pena. Continuamos hasta el barrio de Olivares y hacemos unas fotos desde el Mirador del Troncoso que tiene unas vistas fabulosas del puente de piedra sobre el río.



Subimos al casco histórico y vemos (desde fuera) la casa del Cid.

Casa del Cid

Pasamos el resto de la mañana paseando por la ciudad y tomando un refresco en la plaza de Viriato en una terracita.


Comemos en la pizzería La Mafia, en la Pl. Maestro Haedo, 10. una cadena que concretamente en Zamora funciona de maravilla. Nos atiende una señora superamable, muy profesional, rápida, y la comida está buenísima.

Sigue haciendo un calor horrible por lo que volvemos dando un paseo hasta e apartamento. Por el  camino recorremos las calles que nos conducen a casita y podemos contemplar de nuevo algunas de  las fachadas de los muchos edificios modernistas que  las flanquean .


Por la tarde damos una vuelta por el barrio. cenamos tranquilamente en casa.

Para rematar, tenemos una sorpresa: la anfitriona nos ha dejado varios detalles como un paquete de garbanzos de la zona y algunas delicatesen más.


Martes, 19 del julio

Salimos de Zamora en dirección a Albacete y decidimos sobre la marcha parar en Arévalo (Ávila), que ha resultado un pueblo que merece la pena visitar.

Capital de la Moraña, la villa de Arévalo o Ciudad de los Cinco Linajes, es un importante referente de arquitectura mudéjar castellana. Su centro histórico declarado Conjunto Histórico Artístico alberga un gran número de monumentos destacables

En la oficina de turismo nos dan un plano y nos indican qué visitar.

Aparcamos en una plaza muy cerca de la Plaza de la Villa, centro histórico de la antigua villa. Es un bellísimo y sugerente ejemplo de arquitectura popular castellana medieval soportada casi en su totalidad, con sus 31 columnas de piedra y admirablemente 25 de madera. Casas con entramados de madera y ladrillo; flanqueada por esas tres majestuosas torres mudéjares, cada una distinta y las tres ejemplos extraordinarios de ese mudéjar castellano. Ha sido restaurada recientemente.



En la plaza destaca la Casa de los Sexmos, el edificio alberga el Museo de Historia de Arévalo. Esta casa fue testigo de la ratificación, en julio del año 1494, del Tratado de Tordesillas por parte de los Reyes Católicos, en virtud del cual se establecía un reparto de las zonas conquistadas y de anexión del nuevo mundo.

Lo primero que visitamos es la iglesia de San Martín, también llamada «de las Torres Gemelas», de Arévalo fue templo cristiano construido entre los siglos XII y XVIII. Actualmente se encuentra muy restaurada y acoge una sala de exposiciones. Es muy interesante el contraste entre la iglesia clásica y el arte moderno expuesto en ella.



En el extremo opuesto de la plaza, la majestuosa aunque pequeña Iglesia de Santa María la Mayor del Castillo, de estilo mudéjar. Posee un maravilloso ábside y una torre a los pies desde la que se daban las campanadas de la queda, que suponían la apertura y el cierre de todas las puertas de la muralla en época medieval. En el interior de dicho edificio se puede contemplar un maravilloso conjunto de pinturas murales medievales y artesonado mudéjar en el trascoro.



En esta misma plaza se encuentra también el Museo del Mudéjar (gratuito) que visitamos y que es una preciosidad; ubicado en una antigua casa mudéjar, es pequeño pero muy bien puesto, merece sin duda una visita. Nos ha encantado.

A continuación, nos dirigimos al centro del pueblo y, tras un café a la sombra de una terraza y con un airecillo muy agradable, recorremos todo el centro y la ruta de la iglesias como Santo Domingo, El Salvador y San Juan.

Iglesia del El Salvador

Iglesia de Santo Domingo

Iglesia de San Juan

Comemos en el Asador Casa Felipe (Plaza del Arrabal, 3) que tiene muy buenas críticas, pero que no vamos a recomendar porque teniendo menú del día no nos lo han ofrecido (incluso hemos visto que a una familia le han dicho que no había, pero sí se lo han servido a una madre con su hija que parecían ser del pueblo). Eso no nos ha gustado nada, máxime cuando el menú incluía el cochinillo típico que nosotros hemos tomado y seguro que pagado más caro. Además el cochinillo no llevaba ni unas patatas. En fin, estaba bueno pero no es un lugar para recomendar.

Continuamos el viaje y llegamos sin contratiempos a casa.

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