Martes, 3 de julio
Hemos
decidido pasar una semana en Milán después de encontrar unos billetes bastante
baratos para las fechas en que estamos (110€ i/v), con Vueling.
Nuestro
vuelo despega del aeropuerto de Alicante a las 18:00 en punto y llegamos en dos
horas al aeropuerto de Malpesa, a 50 km. de Milán. Por la salida 4 se accede a
la parada de los buses; nosotras hemos cogido el primero que salía, Shuttle Air
Pullman, que por 8€ nos ha llevado a la estación Central.
Tras la
cena, un paseo hasta el cementerio, que es impresionante, para bajar la pasta y
a dormir.
Para
llegar al hotel San Guido, que queda a un paseo largo de la estación Central,
se puede coger el metro a plaza Garibaldi y de ahí son 5 minutos andando
Miércoles, 4 de julio
Tras el
desayuno nos acercamos al estanco de enfrente del hotel a comprar un bono para
el transporte (bus, metro y tranvía) de 24 horas que vale 4,5€ (se pueden sacar
también billetes sencillos que valen durante 90 minutos) y bonos semanales que
a nosotras no nos interesaban. El de 24 horas vale durante ese tiempo desde que
lo validas, y compensa mucho si te dedicas a visitar la ciudad que es nuestro
plan para hoy.
Finalizada
la visita, tomamos el tranvía nº 4, desde la puerta del hotel, y bajamos en
última parada es la plaza del castillo Sforza. La entrada es gratuita pero para
acceder a los museos hay que sacar un ticket que vale 12€.
Hoy, el
espléndido Castillo de los Sforza, dominado por la torre de Filarete, es sede
de instituciones culturales y alberga 3 museos. El más popular es el Museo de
Arte Histórico, conocido por guardar la última obra de Miguel Angel, la
inacabada Pietà Rondanini, que el museo compró en 1952 y que muestra a la
Virgen acunando el cuerpo de Cristo.
Los
otros dos museos son el de Artes Aplicadas, donde se exponen obras de hierro
forjado, cerámicas y marfil y el Museo Arqueológico.
En el
segundo patio del castillo hay un café con terraza muy agradable donde nos
hemos tomado
una
caña y un zumo, a precio de oro, eso sí.
Finalizada
la visita nos dirigimos a pie a la plaza del Duomo, la famosísima catedral de
Milán apodada " el erizo de mármol". El Duomo ha estado varios años
cubierto por restauración y ahora luce en todo su esplendor, blanca, limpia e
imponente. Es una maravilla. Mañana hemos reservado entrada y subida a los tejados,
que es algo que nadie se debería peder.
A la
derecha de la plaza del Duomo, justo el lado opuesto a las galerías de Vittorio
Emanuele, se accede a una placita renacentista muy coqueta que es la plaza del
Mercado en la que hay un Mc. Donald en el que hemos comido.
La historia de la
cadena Mericana aquí es muy graciosa ya que se instalaron en el local que hoy
alberga la casa Prada en pleno corazón de las galerías Vittorio Emanuel donde
solo hay grandes firma y un restaurante carísimo y emblemático de la ciudad.
Los milaneses y locales de alrededor montaron en cólera y quisieron echarlos,
cosa aue solo consiguieron cuwndo finalizó el contrato de alquiler. Mc. Donald
entonces se instaló en un local fuera de las galerías pero que se ve desde el
mismo centro de ellas; y allí plantó un letrero luminoso con su archiconocida
M.
Después
de comer en ese Mc. Donald, nos hemos adentrado en las famosísimas galerías
Vittorio Emanuele, que están repletas de gente. Damos un paseo admirando los
escaparates que las flanquean.

Desde
aquí tomamos el metro para ir a una de las zonas más encantadoras y bohemias de
la ciudad, los alrededores de la Puerta de Génova, una zona de canales que se
ha trasformado en un barrio moderno repleto de restaurantes y tiendas de diseño
y artesanos dispuestas a lo largo del Gran Canal (Naviglio Grande). El último
domingo de cada mes, excepto julio, tiene lugar un famoso mercadillo en
este lugar. Aquí se pueden ver muchas casas milanesas similares a nuestras
corralas en las que se han instalado principalmente negocios de artesanos
locales y diseñadores.
El
Naviglio Grande es el más antiguo de los canales milaneses y europeos. Su
realización, que se remonta a los siglos XII-XIII, ha permitido el desarrollo
de la agricultura, de los transportes y de los comercios. Se utilizaba para
transportar carbón, vino, comestibles, madera e incluso el mármol destinado a
la construcción del Duomo de Milán.

En la orilla izquierda del canal se puede ver un encantador callejón en el que se ubica un lavadero de piedra que es monumento nacional. l Vicolo dei Lavandai (callejón de las lavanderas) recuerda, con una pizca de nostalgia, una cierta ciudad de sabor un poco romántico y de los "buenos viejos tiempos". El histórico callejón toma su nombre de este antiguo lavadero que aún existe en el que hace siglos se reunían las mujeres de clase más baja a lavar la ropa.
Recorremos
este encantador barrio visitando algunos patios y tiendas. Al terminar el paseo
nos dirigimos en metro al llamado "cuadrilátero de la moda" situado
en los alrededores de la plaza San Babila (estación de metro del mismo nombre)
Al
llegar ya estaban cerrando casi todo pero aun así hemos disfrutado del
recorrido por estas calles peatonales, contemplando los escaparates que son
impresionantes.
Desde
aquí bajamos por el corso Vitorio Emanuele, que es peatonal, y que conduce al
Duomo a donde se llega en poco tiempo ya que está bastante cerca.
Disfrutamos
un rato de la plaza que está animadísima a esta hora: con las farolas encendidas
y la catedral iluminada es un placer sentarse en los escalones y mirar
simplemente alrededor disfrutando del ambiente de esta maravillosa plaza.
Aunque
para ser justos hay que decir que Milán tiene un problema bastante serio con
los mosquitos, debido a los altísimos niveles de humedad, que acribillan a la
gente sin piedad.
Cogemos
el tranvía número 2, junto al Duomo, que nos deja en la puerta del hotel.
Cenamos
en un resturante chino de los muchos que hay por los alrededores (de postre
tomamos unas frutitas en racimo llamadas "ojo de dragón", riquísimas;
el interior es muy parecido a los mamones chinos, pero más pequeño el fruto y
con cáscara, no con pelo) y nos retiramos a descansar. Ha sido un día agotador
y de bastante calor. Mañana la previsión es de lluvia. Ya veremos.
Jueves, 5 de julio
Hoy
comenzamos el día visitando el Duomo y sus tejados. Tenemos la entrada
reservada a través de Get your Guide
(entrada a la catedral y subida en ascensor a los tejados por 14€) por si
hubiera mucha cola; es cómodo y rápido aunque los problemas de tiempo están en
las medidas de seguridad y registros minuciosos para acceder a todos los
monumentos.
Afortunadamente,
la catedral se puede contemplar en todo su esplendor ya que ha finalizado una
restauración que ha durado varios años.
La
catedral es una de las iglesias de culto católico más grande del mundo, tiene
157 metros de largo y puede albergar 40.000 personas en su interior y las
ventanas del coro tienen la reputación de ser las mayores que se conocen.
Uno de
los hechos más destacados de la historia de la catedral se dio a finales de la
década de 1480, con la estancia de Leonardo da Vinci en Milán al servicio del
duque Ludovico Sforza. El gran maestro del Renacimiento participó en las
reuniones y disputas acerca del avance de los trabajos, y proyectó varias
soluciones para el cimborrio, que finalmente no fueron llevadas a cabo. Se
conservan varios dibujos de su mano que muestran parte de sus propuestas, como
la solución de doble casco para el cimborrio, que equilibraría fuerzas en la
delicada estructura del edificio. Leonardo abandonó Milán en 1499.
Entre
1500 y 1510, bajo Ludovico Sforza, fue completada la cúpula octogonal y se
decoró su interior con cuatro series de quince estatuas cada una, que
representan a santos, profetas, sibilas y otros personajes del Antiguo
Testamento. El exterior permaneció en su mayoría sin decoración, excepto por el
Guglietto dell’Amadeo, cimborrio con una alta aguja que corona el transepto,
construido de 1507 a 1510 por Giovanni Antonio Amadeo. Es una obra maestra
renacentista que sin embargo armoniza bien con el aspecto gótico general del
templo.
En 1762
se levantó la aguja Madonnina, de una altura de 108,5 m, que ahora es uno de
los rasgos principales de la catedral. Fue diseñada por Francesco Croce y luce
en la cima una famosa estatua dorada que representa a la Virgen María en bronce
y que mide 4 metros (en el interior se puede contemplar una réplica)
El 20
de mayo de 1805 Napoleón Bonaparte, a punto de ser coronado rey de Italia,
ordenó que la fachada fuera terminada por Carlo Pellicani. En su entusiasmo,
aseguró que todos los gastos recaerían sobre el tesoro francés, que
reembolsaría a la Fabbrica por todos los inmuebles que ésta tuviera que vender.
Aunque jamás se pagó este reembolso, ello ayudó a que finalmente, en solo siete
años, la catedral tuviera su fachada terminada por el nuevo arquitecto, Carlo
Pellicani hijo. En gratitud, se colocó una estatua de Napoleón en la cima de
uno de los pináculos.
Los
trabajos de renovación que cubrían la fachada principal de la catedral
terminaron en diciembre de 2008. Además, uno de los principales arquitectos que
llevo a cabo estos trabajos, era descendiente directo del importante escultor y
arquitecto Carlo Pellicani, que, junto a su hijo, fueron los principales
finalizadores de la obra de la catedral.
El
interior del templo es interesante, especialmente la altura y las vidrieras,
así como una macabra estatua de San Bartolomé que pone los pelos de punta, una
figura que parecía no tener piel, una figura desollada y escalofriante, cuyos
músculos parecía que iban a empezar a moverse a pesar de estar hechos de
mármol. Esta es la obra de arte más famosa de la Catedral de Milán, junto a la
réplica de la Madonina.
Finalizada
la visita salimos al exterior y nos dirigimos al lateral donde se encuentra el
ascensor que lleva a los tejados, una experiencia que no se puede dejar de
experimentar ya que merece muchísimo la pena. El tiempo hoy acompaña ya que ha
llovido durante toda la noche y el día se debate entre nubes y claros.

Al
bajar de las terrazas es hora de comer y lo hacemos en un restaurante muy
normalito, una pizza más que normalita a un precio desorbitado. Es mejor
alejarse de esta zona porque alrededor del templo todo cuesta el doble.
(nosotras no las pudimos conseguir ya que
estaba todo completo hasta septiembre, pues solo dejan entrar a 25 personas
cada cuarto de hora)
Para la
creación de esta obra única, Leonardo realizó una investigación exhaustiva
creando una infinidad de bocetos preparatorios. Leonardo abandona el método
tradicional de la pintura al fresco, pintando la escena "al seco" en
la pared del refectorio.
Se han encontrado rastros de láminas metálicas de oro y plata que son testimonio de la voluntad del artista de hacer las figuras de una manera mucho más realista incluyendo detalles preciosos. Después de haber terminado, se demostró que los factores de la técnica y el medio ambiente contribuyeron al eventual deterioro del fresco, que ha sido objeto de numerosas restauraciones.
Se han encontrado rastros de láminas metálicas de oro y plata que son testimonio de la voluntad del artista de hacer las figuras de una manera mucho más realista incluyendo detalles preciosos. Después de haber terminado, se demostró que los factores de la técnica y el medio ambiente contribuyeron al eventual deterioro del fresco, que ha sido objeto de numerosas restauraciones.
Actualmente
se han implementado muchas medidas para proteger la pintura del deterioro. Para
asegurarse de que el fresco se mantenga a temperatura ambiente, desde la
restauración, el ingreso de los visitantes se ha restringido a un grupo de 25
personas cada 15 minutos, por eso es difícil conseguir entradas especialmente en
las fechas más turísticas.
Finalizada
la visita express, salimos del recinto y vamos paseando hasta la plaza Cadorna
donde tomamos el metro hasta la plaza San Babila, al lado del cuadrilátero de
la moda. Tomamos un refresco para reponer fuerzas y damos una vuelta por el
barrio más chic y caro de la ciudad para desde ahí volver al Duomo a tomar el
tranvía al hotel. Descansamos un rato y bajamos a cenar al restaurante
vietnamita que hay en uno de los locales del edificio del hotel, en el
chaflán. Es un restaurante muy recomendable: buena comida, decoración moderna y
elegante, precio muy asequible y un trato exquisito: Mi Dinsum
Chascarrillo
del día: en la
galería Vittorio Emanuele, en la parte de arriba de la tienda de Prada se ha
instalado una cafetería de las más antiguas y famosas de Milán; lo interesante
es que se puede tomar un café por 1,30€ en unas mesas altas, junto a las
ventanas que ofrecen una vista espectacular de la galería desde arriba (en
mesa, 4€)
Viernes, 6 de julio
Hoy
tenemos programada la visita a Turín.
El día
comienza regular, con huelga en Trenitalia por lo que tenemos que arreglarnos
con otra empresa de trenes rápidos, tipo AVE, Italotren, que es bastante más
cara. Os recomiendo Trenitalia si queréis viajar barato.
Salimos
del hotel temprano, con idea de coger el tren de las 09:00: del hotel andando a
Garibaldi (5 minutos) y de ahí en metro a la estación Central de donde salen
estos trenes. Al llegar nos enteramos de que Alitalia está en huelga y el
billete por el que podíamos haber pagado 12€, nos cuesta 30€ con Italotreno,
aunque -eso sí- es muy rápido y en 3/4 de hora nos deja en Turín Porta Nova. En
esta ciudad hay dos estaciones, Porta Susa y Porta Nova; recomendamos la
segunda ya que se encuentra muy cerca del casco antiguo y del centro de la
ciudad.
Desde
la estación se toma una calle muy comercial, la Vía Roma, que lleva al centro
en unos minutos a pie. Paramos en alguna tienda de diseño para hacer algunas
compras y en una media hora estamos ante el Duomo o catedral de San Giovanni
Battista, que se puede visitar gratis (para subir al campanille hay que pagar).
Este templo es famoso por albergar la sábana santa, pero ya hace tiempo que no
se expone al público, salvo en contadas ocasiones, para preservar su estado de
conservación; se puede ver una copia exacta en la iglesia de San Lorenzo, a la
que se accede desde la misma plaza del Castillo (vía Palazzo di cittá, 4)
Desde
la catedral nos acercamos al Palacio Real en cuya cafetería, un local muy
agradable con terraza en el patio del palacio, nos tomamos un café (1,30€ en
terraza)

El
ticket para visitar el complejo del palacio y anexos cuesta, con descuento para
profesores, 6€.

Pasamos
a algunas tiendas de chucherías de la zona y comemos en una terraza, con un
agradable fresco, en la plaza Carlo Emanuelle II.
Después
de reponer fuerzas continuamos la visita de Turín dirigiéndonos a la iglesia de
san Lorenzo para ver la copia de la sábana santa, en la que cuesta identificar
con claridad lo que representa.
Desde
ahí nos dirigimos a la Vía de la Academia de las Ciencias donde se encuentra el
Museo Egipcio. La entrada es un poco cara (15€ con audioguía en la que se puede
elegir la visita rápida, prolongada o familiar. NOTA: después de las 18:30
solo vale 5€) pero merece sin duda la pena. Es uno de los museos más
antiguos, y el segundo en importancia por su colección de antigüedades egipcias
después del Museo Egipcio de El Cairo.

Su origen se remonta a 1760 año en que Vitalino Donati, profesor de Botánica de la Universidad de Turín, viaja a Egipto por orden de Carlos Manuel III de Cerdeña. Una vez en el país se desplaza por el Nilo más allá de Asuán con el objetivo de recoger especímenes de la flora y fauna además de antigüedades como momias y manuscritos. En este viaje conseguirá tres estatuas: de Sejmet, de Ramsés II y otra la de la reina Tiy, esposa de Amenhotep III. Cuando Donati regresó a Italia trajo más de 300 objetos que fueron las primeras piezas del Museo d’Antichitá, más tarde conocido como el Museo Egipcio de Turín.

La mayor adquisición se produjo en 1824 con la compra de la primera colección de antigüedades egipcias al explorador y diplomático italiano Bernardino Drovetti, quien trabajaba en aquella época como cónsul francés en Egipto. Esta fue comprada por el rey Carlos Félix de Saboya, por la suma de 400.000 liras piamontesas, y constaba de más de mil piezas, compuesta por unas cien grandes estatuas, estelas, sarcófagos con momias, papiros, y múltiples objetos funerarios. En la colección destacan las colosales estatuas de Amenofis I, un Ramsés II sedente, la estatua de Tutmosis II y el Canon Real de Turín. Sus fondos son extraordinarios.
Así pues, decidimos volver paseando por el centro hasta la estación donde cogemos un tren regional (12€) de vuelta a Milán.
Cenamos
en un local asiático muy chic cerca del hotel, Chateau Dufan, muy recomendable:
buena comida y buena atención. Pero un poco caro.

Sábado, 7 de julio
Hoy
empiezan las rebajas en Italia y hemos decidido pasar el día de compras: por la
mañana mercadillos y por la tarde tiendas.
Comenzamos
por el mercado de Fauch del que hemos leído que es ropa de diseño a buen precio
y hay modelos de nuevos diseñadores bastante asequibles. Se puede llegar en el
tranvía 14 y abre todos los días en la Víale Fauch. EL mercado ocupa solo una
calle y los puestos son bastante estilosos así que compramos varias cosas.
De aquí
nos vamos al famoso “Mercado del sábado” que es el más grande de Milán y entra
en “ebullición” los martes por la mañana y los sábados todo el día. También se
le conoce como mercado Papiniano porque se ubica en la viale del mismo nombre.
Es muy popular porque se puede encontrar desde moda a precios asequibles hasta
puestos de comida o de flores. Se puede llegar en el metro: línea 2 parada
San Agostino. Para decir la vedad, el primero es el mejor. Este segundo no pasa
de mercadillo con mucha ropa de montón cutre sin estilo ninguno. Nos ha
decepcionado. No merece la pena.
Nos
acercamos también a la calle continua, D' Anuncio, donde leemos que también
ponen un mercadillo los sábados junto al canal (no es el mismo que ponen el
último sábado de cada mes en el Naviglio Grande), pero quizá no ha abierto este
sábado porque no hay nada; no obstante, damos un paseo por el barrio que tiene
un ambiente estupendo y nos sentamos en una terraza a tomar un refresco
"fresco".
Hoy
hemos cambiado de planes a última hora. Habíamos pensado ir a ver los pueblos del
lago de Como, pero después de ver que que todo el mundo en internet dice que
los fines de semana se pone imposible de gente, hemos decidido ir a visitar la
ciudad medieval amurallada de Bérgamo (Patrimonio de la Humanidad) y dejar el
lago para el lunes.
Desde Milán
hay trenes desde las 05:00 hasta las 23:00 cada media hora más o menos a
Bérgamo. En nuestro caso hemos salido desde la estación Central, aunque la
vuelta la hemos hecho llegando a la estación Puerta de Garibaldi. El precio son
de 4,50€ a 5,50€.
La
plaza es una maravilla y es el lugar más importante y bonito de la ciudad; durante
siglos representó el corazón de la política local y sigue siendo uno de los
lugares preferidos por los bergamascos para pasar el tiempo en compañía.
En el centro de la plaza puede admirarse la fuente Contarini, regalada a la ciudad por el Podestá Alvise Contarini en 1780, mientras que al lado opuesto se halla el Palazzo Nuovo, el cual fue sede del Ayuntamiento hasta 1873 y ahora acoge la Biblioteca Angelo Mai. En su rico patrimonio de libros se pueden encontrar volúmenes antiquísimos y preciosos: incunables, ediciones del siglo XVI, grabados, manuscritos y otros restos inestimables, que la hacen una de las bibliotecas más destacadas de Italia.
La
disposición geométrica de los edificios en la plaza es tan armoniosa que el
arquitecto Le Corbusier, visitando la ciudad, dijo que “no se puede mover ni
una piedra; sería un delito”.

Edificada
en el mismo sitio donde estaba el antiguo foro romano, Piazza Vecchia es una
apertura inesperada entre los callejones y las estrechas calles que llevan a
ella, el lugar perfecto para admirar el encanto de Città Alta. La Plaza, que en
origen sólo estaba formada por la actual Piazza Duomo, se convirtió en el
centro de la ciudad medieval, lugar de proclamas al pueblo y centro de los
negocios, como demuestran las barras de hierro colgando en la pared de la
Basilica de Santa Maria Maggiore.
Estas barras se llaman “misure” (“medidas”) y se remontan a la época medieval, cuando la fragmentación de los dominios suponía también la fragmentación de las medidas. Cada ciudad creaba sus propias unidades de medida para pesos, volúmenes, larguezas, que se exponían en los lugares públicos (generalmente donde se llevaba a cabo el mercado). Las barras en la pared de Santa Maria Maggiore representan las unidades de medida utilizadas en Bérgamo durante la Edad Media. Piazza Vecchia tal como la conocemos hoy nació sólo después de la construcción del Palazzo della Ragione, a finales de 1100, separando el espacio actual de la Piazza Duomo. Las viviendas que solían hallarse allí fueron eliminadas gradualmente a partir del Siglo XIV. Una vez que alcanzó el tamaño actual, el cambio más significativo tuvo lugar a finales de la dominación veneciana, con la construcción de la preciosa fuente Contarini, la cual tenía tanto una finalidad práctica (aún hoy puedes beber desde la boca de sus esfinges) como estética. Fue remplazada a finales del siglo XIX con una estatua dedicada a Giuseppe Garibaldi, pero volvió a su sitio original en 1922.
Estas barras se llaman “misure” (“medidas”) y se remontan a la época medieval, cuando la fragmentación de los dominios suponía también la fragmentación de las medidas. Cada ciudad creaba sus propias unidades de medida para pesos, volúmenes, larguezas, que se exponían en los lugares públicos (generalmente donde se llevaba a cabo el mercado). Las barras en la pared de Santa Maria Maggiore representan las unidades de medida utilizadas en Bérgamo durante la Edad Media. Piazza Vecchia tal como la conocemos hoy nació sólo después de la construcción del Palazzo della Ragione, a finales de 1100, separando el espacio actual de la Piazza Duomo. Las viviendas que solían hallarse allí fueron eliminadas gradualmente a partir del Siglo XIV. Una vez que alcanzó el tamaño actual, el cambio más significativo tuvo lugar a finales de la dominación veneciana, con la construcción de la preciosa fuente Contarini, la cual tenía tanto una finalidad práctica (aún hoy puedes beber desde la boca de sus esfinges) como estética. Fue remplazada a finales del siglo XIX con una estatua dedicada a Giuseppe Garibaldi, pero volvió a su sitio original en 1922.
Tras la
comida continuamos recorriendo las calles de esta encantadora ciudad medieval
hasta la Ciudadela y la puerta de Sant'Alessandro que daba acceso a la ciudad
por la muralla de la zona norte donde hay instalado un pequeño mercadillo de artesanía
local.
Desandamos
el camino recorrido y nos dirigimos de nuevo al funicular (afortunadamente más
despejado a esta hora) y bajamos de nuevo hacia la estación donde cogemos un
tren que nos lleva en algo más de una hora de vuelta a Milán.
Descansamos
un rato en el hotel y pasamos el resto de la tarde recorriendo la ciudad en
tranvía: primero en el 2 y luego en el 1 que es una muy buena opción ya que
recorre todo el centro y pasa por los lugares más emblemáticos (Duomo,
Scala...), además es de los pocos originales que se conservan en funcionamiento
(todo de madera, lámparas antiguas de cristal.Una preciosidad)
Definitivamente
esta ciudad tiene un problema muy, muy, muy serio con los mosquitos. A quien
lea el blog y piense visitar la ciudad en verano, le recomiendo encarecidamente
que lleve o compre spray antimosquitos. No me explico cómo el ayuntamiento no
fumiga con frecuencia las calles y zonas, al menos, más turísticas.
Terminada
la cena volvemos al hotel a dormir ya que mañana queremos levantarnos temprano
para aprovechar bien el día en el lago.
Lunes, 9 de julio
Hoy
hemos pasado el día en el lago de Como. Voy a decir cómo lo hemos organizado y
después diré cuál, con la experiencia y el conocimiento de la zona y los
ferries, es la mejor manera de hacerlo.
Desde
Milán al lago se puede ir en tren, que es la opción más cómoda, con la empresa
regional lombarda Trenord, de dos maneras: saliendo hacia Como (sur del lago)
desde la estación Cardona por 4,80€, o hacia Varenna (centro del lago)
desde la estación Central, por 6,70€), e igual para la vuelta. Hay trenes muy
frecuentes y se puede consultar horarios en https://www.trenitalia.com/
y http://m.trenord.it/site-lite/index.html,
respectivamente.
OJO!!
El último ferry hacia Como (para coger el tren de regreso a Milán) desde
Bellagio sale a las 18:30, aunque en la información impresa que te dan pone más
tarde; después de esa hora, para volver a Milán, hay que tomar el tren en
Varenna hasta la estación Central, que también es un recorrido precioso
bordeando el lago.
Desde
Como nosotras hemos ido directamente hasta Bellagio, sin parar en otros
pueblecitos que, al parecer, merecen la pena como Cernibbio, Moltrasio, Torno,
Nesso, Leno (donde visitar villa Balbanelo donde se han rodado varias
películas, como Star Wars: Episode II - Attack of the Clones, de George Lucas o
la película de la saga de James Bond, Casino Royale, en la que la villa
aparecía como el lugar donde el agente se encuentra convaleciente; edificada
sobre un monasterio y manteniendo su aspecto ) o Tremezzo (donde se encuentra
la famosa villa Carlotta, cuyos impresionantes jardines se pueden visitar. La
villa se construyó en 1745 para un marqués de Milán, pero su nombre actual
proviene de una princesa de Prusia, que recibió la casa como regalo al casarse
con Jorge II de Sajonia-Meiningen en 1850. En la actualidad, gran parte de esta
residencia se conserva igual que en ese periodo.); También se pasa por Laglio
(sin parada de ferry) que queda a la izquierda donde se encuentra la villa
Oreana, propiedad de George Clooney, y que puede verse perfectamente desde el
barco.
Pero, por desgracia, solo vamos a estar aquí un día y no hay tiempo para ver todos.
Pero, por desgracia, solo vamos a estar aquí un día y no hay tiempo para ver todos.
Bellagio
resulta ser una localidad encantadora, repleta de pequeñas callejuelas
empinadas con casitas pintadas en tonos pastel en las que se pueden encontrar
tiendas muy estilosas de todo, restaurantes encantadores; en uno de ellos
comemos.
Paseamos por el pueblecito un rato. Al final del mismo se encuentra el Grand Hotel Villa Serbelloni, un cinco de estrellas de auténtico lujo que merece la pena ver: si no podemos alojarnos, que será lo más probable dado los precios por encima de los 400 euros la noche, por lo menos hay entrar y conocerlo, aunque sea sólo tomándose un café en su terraza al borde del agua. Se puede ver desde el lago también.
Paseamos por el pueblecito un rato. Al final del mismo se encuentra el Grand Hotel Villa Serbelloni, un cinco de estrellas de auténtico lujo que merece la pena ver: si no podemos alojarnos, que será lo más probable dado los precios por encima de los 400 euros la noche, por lo menos hay entrar y conocerlo, aunque sea sólo tomándose un café en su terraza al borde del agua. Se puede ver desde el lago también.
Finalizada
la visita tomamos de nuevo el ferry en dirección a Varenna que es la localidad
que más nos ha gustado.
Varenna
es un pueblecillo muy pintoresco, con casitas pintadas de alegres colores y una
pequeña playita (en la que nos hemos dado un baño muy agradable) a la que se
llega por el "paseo del amor" que es una pasarela que va bordeando el
agua, suspendida sobre ella, y que conduce a una zona muy coqueta.

Nos damos un baño en esta zona y descansamos un rato a orillas del agua tomando el sol.

Nos damos un baño en esta zona y descansamos un rato a orillas del agua tomando el sol.
Volvemos
al muelle y volvemos a tomar el ferry hacia Menaggio, que tiene un bonito paseo
modernista que bordea el lago. Tiene una fantástica posición en el lago, ya que
está en el centro de este y permite una completa visión, al norte hasta
Gravedona, al frente Varenna, y al sur el promontorio de Bellagio. El
embarcadero modernista y el pequeño puerto repleto de veleros y barquitas le
dan gran atractivo.

Aquí quedan pocos vestigios del conjunto medieval, en el XVIII fue construida la Iglesia de San Carlos, también hay que ver la Iglesia de Santa Marta, con una lápida romana en su fachada. Menaggio dispone de varios restaurantes y tiendas cercanas a la plaza de la Iglesia, es un pueblo muy turístico y menos auténtico que Bellagio o Varenna.
Volvemos
a Bellagio para tomar el barco de vuelta a Como cuando nos dicen que el último
partió a las 18:30. Nos indican que debemos volver a Varenna y allí tomar el
tren directo a Milán. Al principio, nos quedamos un poco chafadas por el cambio
de planes y el desconcierto, pero después reconocemos que ha merecido la pena
porque el trayecto en tren desde Varenna ofrece unas vistas del lago
impresionantes y, además, hemos conocido esta opción que es muy interesante
para acceder a esta parte del lago más rápido.
Como se
ha hecho un poco tarde por el imprevisto del ferry de vuelta, podemos ver
atardecer sobre Varenna y sobre el lago. Es una experiencia excepcional.
En una
hora y media llegamos a la estación Central y en media hora más degustábamos un
pato a la naranja y unas gambas con verduras y anacardos en Mi dimsum, en los
bajos del hotel. Hemos repetido en este local porque la comida, el servicio, la
atención, la decoración y los precios son estupendos.
NOTAS:
OPCIÓN
GENIAL PARA VER MUCHO EN UN DÍA: Tras nuestra experiencia, lo mejor es llegar
desde Milán en tren a Lago Como Nord para tomar el ferry hasta Bellagio, e ir
parando durante el camino en los pueblecillos recomendados y dejar para el
final Varenna donde se puede coger el tren que pasa cada hora en dirección a
Milán hasta tarde.
OPCIÓN
DE PASAR UN PUENTE EN VARENNA (desde España): Coger un vuelo low cost con
Vueling o Ryanair (hay desde Alicante) hasta Milán o Bérgamo; al llegar a la
estación Central que es a la que llega el shuttle, tomar el tren en esta
estación hasta Varenna. Alquilar allí un apartamento o un hotelito
barato. Idem la vuelta.
Rematamos el día maravilloso pasado en el lago de Como con una cena en un restaurante vietnamita de la zona: pato a la naranja y gambas salteadas con verduras:
Martes, 10 de julio
Último
día en Milán que vamos a dedicar a rematar algunas cosillas que no hemos tenido
tiempo de hacer.
En la
zona reservada para las monjas se puede ver un precioso órgano de 1554 que aún funciona.
La
Iglesia de San Maurizio es una de las
más especiales de la ciudad gracias a su curiosa partición central y a
las enormes obras de arte que
componen los frescos de sus paredes.
Pasamos
el resto de la mañana paseando por el barrio de los alrededores de la iglesia
que está repleto de tiendas muy caras y estilosas y restaurantes.

Volvemos a la zona del hotel a comer y lo hacemos en un restaurante chino del barrio idem. Pasamos por el Auchamp que hay frente al hotel a comprar pan y embutido para hacer unos bocatas para el viaje, recogemos las maletas que dejamos esta mañana en el hotel y nos encaminamos en tranvía y metro a la estación Central desde donde salen los buses a Malpensa. El billete cuesta 8€ y tarda una hora en llegar a la T1, la terminal desde donde opera Vueling (hay otra, T2, que es exclusivamente de Easyjet)
Llegamos
al aeropuerto con bastante antelación así que nos tomamos un refresco en una
cafetería a la espera de que pongan la puerta.
El
vuelo sale a su hora. En dos horas estamos en Alicante y una hora y media más
tarde llegábamos a casa sin contratiempo.