PANAMÁ (Mayo, 2024)..............................en proceso

 Al fin hemos tenido la posibilidad de visitar un país que hace tiempo que queríamos conocer y que no nos ha defraudado en absoluto, es más, ha superado nuestras expectativas. Es un país que ha sabido combinar y mantener su historia pero que mira al futuro. El skyline de la capital es impresionante pero si hay que destacar algo es sin duda la gente, siempre amable y dispuesta  ayudar. Además Panamá nos ha parecido un país muy seguro (obviamente evitando barrios conflictivos) y no tan turístico como algunos de sus vecinos. En resumen, nos ha enamorado.

Como información, para movernos por la capital hemos usado Uber que funciona perfectamente y no es caro. Y respecto al dinero, no es necesario cambiar a moneda local ya que en todo el país se usa el dólar americano.

 

Lunes,  20 de mayo

 

Salimos de Albacete en dirección Madrid y dejamos el coche en el aeropuerto de Barajas, un servicio de recogida y entrega que no habíamos usado anteriormente y que ha funcionado bastante bien (https://www.looking4.com/)

En esta ocasión volamos desde Madrid en vuelo directo a Ciudad de Panamá con Iberia. Despagamos a su hora y el largo trayecto no se hace pesado entre sueños y comidas.

Llegamos a Panamá también en hora y nos dirigimos al alojamiento: Hotel Victoria Suites que tiene 4* pero, en mi opinión, le sobra una. Ver críitica en Tripadvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g294480-d2026216-r955680540-Victoria_Hotel_and_Suites_Panama-Panama_City_Panama_Province.html

 

Una vez instalados, damos un paseo por los alrededores. El barrio no parece malo y está muy animado aunque tampoco es un buen barrio. En los alrededores del hotel hay muchísimas tiendas de chinos que venden tarjetas SIM (se puede entrar en cualquiera porque todas tienen el mismo precio)

Nosotros llevábamos una eSIM de Holafly, como siempre, para 7 días  con datos ilimitados (precio: 34€) Pero nuestros amigos no la llevaban así que compramos una SIM, en este caso era de MasMóvil, por 7 € los 7 días. Y los dependientes te la ponen, la activan y te dejan todo operativo; además sin cambio de número de wasap. La verdad es que es mucho más barata que la de Holafly, pero ésta te da la seguridad de tener cobertura en cuanto llegas. En fin, se puede comprar allí por un precio mucho mejor.

Cenamos en el hotel.

 

Martes, 21

 

Comenzamos  nuestro viaje por una de las zonas más importantes del país: la Ciudad antigua/vieja que fue  el primer asentamiento europeo permanente en el Océano Pacífico, la ciudad original de Panamá y la antigua capital del país.

El asentamiento, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, se remonta a 1519, cuando Pedro Arias Dávila y otros 100 habitantes lo hicieron su hogar. La distribución y el tamaño de Panamá Viejo no han cambiado prácticamente con respecto a su forma original, ya que no se han realizado renovaciones arquitectónicas.

Pasamos parte de la mañana explorando el  sitio arqueológico con un guía que nos explicó todo con detalle. Destaca la antigua iglesia (bastante deteriorada) que es  la Catedral Primada Basílica Santa María la Antigua de Panamá y una torre campanario a la que se puede subir,  pero hoy estaba cerrado.

Una vez se llega al parque, se dejan los vehículos en el parking y ahí se encuentran las taquillas, desde donde se puede llegar a las ruinas andando a en un trenecito gratuito. En el yacimiento hay también un museo que  ilustra a de maquetas, objetos variados, mapas y documentos la historia de esta antigua ciudad.

Volvemos al autobús y nos dirigimos a la zona costera donde se encuentra el Biomuseo. Para llegar a él recorremos la avda. Balboa, junto al mar, en la que se puede contemplar el monumento al conquistador español Vasco Núñez de Balboa. Se trata de una estatua realizada en bronce, erguida sobre un globo terráqueo sujeto por las cuatro figuras desnudas que representan las razas. Balboa aparece con la bandera de España en su mano izquierda y en la derecha empuña una espada.

A continuación se atraviesa la llamada cinta costera (una carretera sobre el mar, con forma circular, que rodea la ciudad antigua y evita atravesarla lo que supone un gran ahorro de tiempo) , cruzamos un puente marino largo llamado el viaducto Torrijos Carter, y llegamos a la avenida Amador, conocida como la Calzada de Amador, un punto de interés turístico debido a las bonitas vistas del skyline de la ciudad moderna que se divisan desde allí. La calzada es en realidad una larga y estrecha franja artificial de terreno que une varias pequeñas islas y que fue construida con la tierra que extrajeron del canal de Panamá.

Justo al comienzo de la calzada se encuentra el original edificio del Biomuseo o Museo de la Biodiversidad, diseñado por Franz Gehry siendo este edificio la primera obra del arquitecto en Latinoamérica. La construcción es muy atractiva y tiene un diseño moderno, práctico y bonito.

En su interior alberga numerosos espacios diferentes que se distribuyen desde un vestíbulo central donde se encuentra la entrada principal y las taquillas.

Cuenta con ocho galerías de exhibiciones permanentes que nos explican cómo el surgimiento de Panamá cambió el mundo hace 3 millones de años; además de una sala para exposiciones temporales y otros espacios como terrazas, cafetería o jardines.

Nos ha impresionado la sala de El Gran Intercambio, en la que se pueden observar 72 esculturas de todas las especies que empezaron a cruzar el istmo desde hace 3 millones de años, así como dos enormes acuarios semicilíndricos que muestran cómo el Pacífico y el Caribe evolucionaron de maneras distintas al quedar separados por el istmo.

El museo incluye también un espacio de proyección llamado Panamarama, una gran sala con 10 pantallas en 360 º que sumergen al visitante en una representación audiovisual de las maravillas naturales que forman los ecosistemas de Panamá. Espectacular.

En resumen se trata de un museo interactivo con pantallas táctiles, proyectores, sensores etc. muy interesante, educativo, original y bien diseñado. Una visita imprescindible.

 

Tras dar un paseo por los jardines y admirar las maravillosas vistas de la ciudad moderna, el cerro Ancón y el puente de las Américas, damos un paseo por la calzada de Amador haciendo alguna parada para observar a los perezosos durmiendo en las copas de los árboles.

Comemos en el restaurante Bucanero´s, en la isla Flamenco. Comida típica panameña en un entorno muy agradable.

 

Finalizada la comida, pedimos un Uber y nos dirigimos a la visita estrella: el famoso Canal de Panamá, en las esclusas de Miraflores.

Antes de ir conviene asegurarse de los horarios de paso de barcos ya que no es continuo. Estos horarios se pueden comprobar en https://visitcanaldepanama.com/es/#horarios-barcos

 

Se accede al complejo por el centro de visitantes donde se encuentran las taquillas. La entrada cuesta 17,22 $ e incluye el acceso a la película sobre el Canal de Panamá en el teatro IMAX que es chulísima. También hay un museo pero estaba cerrado ya que están reformando totalmente el lugar.

Nada más entrar nos dirigimos al edificio desde el que se observa el paso de barcos que cuenta con una terraza abierta en planta baja y gradas en el piso primero que permiten observar el funcionamiento del canal, el paso de los barcos por las esclusas y el movimiento de las mismas. Además se ha construido un nuevo mirador superior de cristal desde el que las vistas son mejores. Este es el lugar ideal para tomar fotos ya que es el punto más alto.

Durante el tiempo de observación hay explicaciones muy interesantes por magafonía. Tuvimos suerte ya que logramos ver el paso de dos barcos, uno de ellos muy grande. Es espectacular semejante obra de ingeniería.

A continuación nos dirigimos a la sala de proyección en 3D de un documental sobre la historia y construcción del canal narrada por Morgan Freeman con subtítulos en español. Así nos enteramos de que el paso de un barco puede costar desde 250.000$  hasta más de 1.000.000$ y que hoy constituye la mayor fuente de ingresos del país.

También nos contaron que el canal primero se ha quedado pequeño para determinados buques y que el país ha construido otro canal y otras esclusas, más arriba, inauguradas en 2006, para barcos de hasta 17.000 contenedores. No las hemos visto porque no se visitan, pero sí se distinguían desde donde estábamos los enormes barcos que las cruzaban.  Alucinante.

Salimos casi cuando iban a cerrar y en Uber nos vamos hacia una zona céntrica donde hemos reservado para cenar, pero como aún hay tiempo, damos una vuelta por el barrio, entramos en algunas tiendas (ni un turista, sólo panameños) y finalmente cogemos otro coche y vamos al casco antiguo, a la parte colonial. El barrio antiguo es muy bonito y está bastante cuidado.

La plaza de la Independencia, con su templete en el centro, es el corazón de la ciudad vieja y se encuentra presidida por la  Catedral de Sta. María la Antigua, erigida en 1510 tras la desaparición de la anterior que fue quemada. Es una iglesia curiosa con una fachada que llama la atención en piedra tallada pero con dos torres encaladas a los lados que contrastan bastante y la hacen muy llamativa. El tejado es a dos aguas y en el interior el techo está sostenido por un verdadero bosque de cerca de 67 columnas  hechas de piedra y ladrillo.

Damos unas vueltas y subimos a un rooftop, en el Central Hotel Panamá, en la misma plaza donde nos tomamos unos margaritas. El rato que pasamos ahí resultó muy agradable porque si bien las vistas no eran espectaculares, sí lo era el ambiente ya que había un músico tocando la guitarra e interpretando baladas de cantoautores que admirábamos (Silvio, Sabina…); al final, nos animamos y acabamos cantando todos juntos. 

 

Desde ahí nos dirigimos al restaurante El Faro del Casco Antiguo, que se encuentra en el piso 18 de un edificio desde el que hay unas vistas espectaculares de 360º de la ciudad. La cena fue de picoteo  que es lo que ofrecían, pero no estuvo mal. Lo único molesto era la música que estaba a un volumen inhumano y era del tipo mezcla de Bad Bunny y reggaeton (un horror) La verdad es que merece subir para disfrutar de las vistas, pero mejor ir a tomar una copa nada más y después buscar un sitio mejor y más tranquilo para cenar. En la planta 27 el mismo establecimiento tiene restaurante mucho mejor, pero las vistas se aprecian mejor desde la terraza y además es más agradable estar al aire libre.

 

Miércoles, 22

 

Hoy comenzamos con una subida cerro Ancón que se eleva 200 metros sobre la ciudad y ofrece una vista privilegiada de esta. La idea era subir esta tarde pero hoy será un día de muchísimo calor así consideramos que es mejor opción subir por la mañana.

Durante el ascenso, que tampoco es muy duro, se puede ver la naturaleza en estado puro: plantas, árboles y animales como perezosos y monos en su hábitat natural.

Al llegar a la cima hay un mirador desde el que disfrutar de unas maravillosas vistas del cinturón costero y la ciudad.

A continuación deberíamos haber ido a ver el Museo de La Mola (MUMO), un espacio dedicado a exponer el valor de la mola en la cultura indígena Guna y de Panamá. La mola es un tejido hecho a mano que aparece en los atuendos femeninos de esa tribu y otras zonas del país. Tienen su origen en la pintura corporal y representa motivos muy variados y coloridos como flores, aves, peces, figuras geométricas… El museo, consta de 5 salas en las que se explica tanto el origen, la evolución, elaboración y el significado de sus diseños.

Pero no había mucho tiempo y además el calor hacía mella en nosotros suspendimos dicha visita y entramos  a un museo al aire libre denominado  Mi pueblito que se encuentra justo a los pies del cerro (3€ entrada). Se trata de una especie de pueblecito (como su nombre indica) compuesto por reproducciones de caca típicas y coloniales de muchas de las zonas del país. Es muy curioso en su interior el Museo de la pollera  que eran las enaguas de gente bien que se las daban a los criados y ellos bordaban y utilizaban en días de fiesta o celebraciones. SE exhiben numerosas polleras auténticas, algunas de ellas muy antiguas.

Terminada la visita volvemos al casco histórico donde visitamos la Iglesia de San José. El exterior es bastante normalito, pintado de blanco y con una torre a la izquierda. En el interior presenta 3 naves y lo más impresionante es el altar mayor de oro que es, en realidad, un retablo en pan de oro. Espectacular.

Damos unas vueltas por la plaza y por las callecitas de la ciudad antigua y paseando nos dirigimos a comer al restaurante La Fonda, un sitio horrible, con una atención pésima, mala comida y que más que restaurante es un garito cutre para turistas. Durante la comida se ofrece un espectáculo de canciones y danzas tradicionales que es verdaderamente penoso. Un local nada recomendable.

 

Tras la horrible comida- mejor dicho “no comida ya que apenas la probamos”- volvemos al hotel y nos damos un baño muy agradable en la piscinita de la azotea (era muy pequeña, pero el agua estaba fresca y no había nadie, así que ¡genial! Aunque el hotel no era espectacular, las vistas desde la piscina eran chulísimas.

 

Por la tarde nos acercamos a un lugar que nos han recomendado, Albrook Mall, y que resultó ser un centro comercial como los de cualquier gran ciudad; muy grande.

Damos unas vueltas por las tiendas, tomamos un café, compramos algunas cosas y pedimos un Uber en dirección al Mercado del marisco, una zona cerrada, junto al puerto, repleta de chiringuitos en los que ofrecen pescados y mariscos frescos y que recomiendan todas las guías.  Pero al llegar nos encontramos con locales no demasiado limpios, con mucha gente, muschísimo ruido, músicasa toda pastilla e incluso televisores funcionando. Resumiendo, no nos gustó nada. Además, muchos blogueros decían de estos locales que, como gancho, ofrecen a los turistas un aperitivo de cortesía, pero que después lo cobran. No nos quedamos

Pero, por suerte, justo enfrente nos había recomendado la guía panameña otro local llamado La Bendición que nos gustó mucho más. Sin ser un local con pretensiones, tenía una agradable terraza y la comida era espectacular: la recomendación era especialmente el ceviche de corvina que estaba exquisito (debo decir que yo perosnalmente no como cosas crudas y nunca pensé que lo probaría, pero lo hice y me quedé sorprendida del maravilloso sabor del plato) Para colmo, los precios eran muy asequibles: la tarrina de ceviche $ 1,75. No es de extrañar que hubiera mucha gente que iba a comprar allí tarrinas para llevar.

Pedimos también una fritura de mariscos (que ellos llaman parrillada) y otro ceviche de camarones (que son gambas). Y todo muy rico. Lo recomendamos encarecidamente por la buenísima experiencia,  buen trato, buen servicio y atención y una comida exquisita a un precio fabuloso.

 

Jueves, 23

 

Desde hoy hasta  el día de vuelta a España nos trasladamos a otra zona del país, en concreto a

Gamboa que es un enorme parque natural en el centro del país (Gamboa Rainforest Reserve) a una media hora de la ciudad. Se trata de una zona espectacular, muy verde, ubicada en un bosque lluvioso a 32 kms. de la ciudad, en la que confluyen el río Chagres con el lago Gatún

Es una de las zonas más verdes del país, aunque casi todo él lo es. La diversidad natural tanto vegetal como animal que ofrece es una maravilla, no en vano se le ha llamado Amazonas Panameño. En el interior se encuentra el pequeño pueblo de Gamboa. El origen de Gamboa está ligado a la construcción del canal. La zona se empezó a poblar en 1911 con casas y cabañas a orillas del río para los trabajadores. Posteriormente fueron utilizadas  por militares estadounidenses

 

Lo primero que hacemos al llegar es dirigirnos al lago Gatún donde tenemos contratado un paseo en barca para disfrutar del paisaje y de los animales que viven cerca de él, especialmente monos.  

Durante el trayecto hacemos un trecho por el canal y pasamos junto a los enormes barcos cargueros que esperan turno para cruzarlo; vistos desde el agua son impresionantes.

La excursión resulta muy amena porque no es sólo el viaje en el barco sino que se va acercando a las orillas y parando para que podamos ver los animales como murciélagos, cocodrilos, monos de tres tipos: aulladores, titís y capuchinos, estos últimos se acercan a nosotros, incluso se suben a la barca, una de ellas con su cría a la espalda, para recibir unos plátanos.

 

Una vez desembarcamos, volvemos al bus y nos encaminamos a la segunda actividad de esta mañana: Subir a un teleférico que cruza la selva por las copas de los árboles a lo largo de 1,2 km., el aerial tram. La entrada vale $ 45.

Nos acomodamos en las cabinas al aire libre y emprendemos la subida que dura unos 30 minutos y es impresionante. Tras esa media hora llegamos a la cima del cerro Pelado y hay que caminar  por un sendero corto rodeados de naturaleza que conduce a una torre de observación, estructura de madera y acero de 100 metros de altura (se sube por rampa). Al llegar arriba uno queda impactado con las vistas panorámicas que hay desde allí, de 360º sobre  gran parte del parque Soberanía, el río Chagres y algunos pueblos nativos de Emberá.

 

Nos quedamos arriba bastante rato haciendo fotos y disfrutando de las excepcionales vistas y después volvemos a comer al hotel Gamboa Rainforest Resort, un hotel ecoturístico junto al río, en el que hemos degustado la mejor comida de todo el viaje. (además del ceviche de corvina)

Finalizada la comida nos trasladamos al hotel en el que tenemos reservada habitación para los próximos días: Summit Rainforest & Golf Resort, un hotel maravilloso que incluye campos de golf (el primero de Panamá), piscinas, mariposario, ranario, senderos y el primer Centro de Rescate y Rehabilitación de Perezosos del, país inaugurado en el 2021. (Ver mi crítica en Tripadvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g294480-d1569203-r955682820-Summit_Rainforest_Golf_Resort-Panama_City_Panama_Province.html

Y lo primero que hacemos sin tan siquiera  instalarnos es bajar a la piscina a darnos un buen baño. Las piscinas son espectaculares y una de ellas posee un lado de cristal por lo que da la impresión de estar bañándote en plena selva. Este hotel es de “todo incluido” con pulserita y nos pasamos el día entero comiendo. A media tarde, un snack.

El hotel se encuentra en medio de la selva por lo que es complicado moverse a algún sitio así que ofrecen muchas actividades gratuitas para los huéspedes.

Nosotros tras el baño hemos reservado un paseo por todo el complejo en carritos de golf. En principio, pensábamos que nos llevarían en un carrito grande, pero resultó que cada pareja tenía que conducir su propio carrito. Nunca antes habíamos conducido un carrito de golf y ha resultado una experiencia divertidísima. Durante el recorrido (todo sen fila detrás del carrito del guía que iba parando en los lugares estratégicos) hemos podido contemplar muchas aves,  cocodrilos, tortugas… ¡muy recomendable! ¡nos ha encantado la actividad! Por cierto, el cocodrilo se llamaba Armando y salió a merendar pan cuando llegamos y el guía lo llamó.

Después, vuelta al hotel y a la piscina con más snacks. Luego subimos a deshacer las maletas, cena, tertulia y a dormir.

 

Viernes, 24

 

Salimos hacia el parque natural del río Chagre donde visitaremos la comunidad indígena de Emberá. Este grupo social vive bastante aislado en la selva, en un poblado junto al río al que tenemos que acceder en canoas. Así que nos embarcamos en ellas y remontamos el río hasta llegar al poblado donde nos reciben con música y bailes y los trajes tradicionales.

A continuación pasamos a una choza grande, que hace de centro comunitario, donde el jefe de la tribu nos da la bienvenida y nos ofrece unas explicaciones sobre su pueblo, el origen, forma de vida, costumbres… La etnia Emberá vivía originariamente en la frontera con Colombia, pero las guerrillas les robaban y asaltaban continuamente por lo que se trasladaron a esta zona mucho más alejada e inaccesible. Pueden vivir mantener actividad económica dentro del parque natural porque ellos se instalaron aquí antes de que se declarara la zona protegida. Pero cuando se les prohibió cortar árboles y obtener recursos de la naturaleza, han empezado a dedicarse al turismo que es de lo que  viven ahora.

 

Cuando el jefe termina su explicación, lo reemplaza una señora que nos explica las ropas y artesanía local, y posteriormente otro joven nos ofrece más curiosidades sobre ellos.

Terminadas las presentaciones nos dejan salir para poder recorrer el poblado.

Nos resulta muy curiosos el pequeño museo en el que junto a varios aparejos, herramientas y otros objetos curiososs se pueden contemplar unas fotos del abuelo del jefe actual junto con los astronautas del Apolo 11; la explicación es que la NASA lo contrató para adiestrar a los astronautas por si caían en la selva. Bastante curioso todo.

Visitamos también la escuela pero no podemos entrar en ninguna casa porque ellos viven en ellas.

Para finalizar la visita nos ofrecen un piscolabis, en la choza grande, a base de un pescado llamado tilapia, que ellos mismos extraen del río, y frutas. Comemos todo en hojas de plantas y, por supuesto, con las manos. La verdad es que tanto el pescado como la fruta estaban exquisitos.

Damos una vuelta por los puestos de artesanía que han abierto para nosotros, compramos algún recuerdo y volvemos a las canoas para volver al hotel.

Al llegar, comemos (¡otra vez!) y hacemos otra ruta que ofrece el hotel para visita el mariposario y el ranario; también vamos a una zona de recuperación de loros  (la de perezosos está cerrada).

Volvemos a  hotel y pasamos el resto de la tarde en la piscina, “snack  va, snack viene”

Por la noche, después de cenar, nos apuntamos al karaoke del hotel y lo pasamos genial.

 

Sábado, 25

 

Hoy es nuestro último día en Gamboa.

Dedicamos la mañana a hacer una ruta de senderismo por un paraje muy conocido llamado el Camino del oleoducto (Pipeline road), en el parque natural Soberanía, una caminata de unos 5 kms. ida y vuelta, en una zona totalmente salvaje. Nos acompaña un guía local.

A lo laro del camino, el guía nos va indicando dónde ver los animales y también nos ofrece datos curiosos sobre la vegetación que nos rodea y sus usos tradicionales.

La ruta no es muy larga y estamos temprano de vuelta así que comemos pronto y aprovechamos la tarde para realizar otra caminata. En esta ocasión es una actividad ofrecida por el hotel: una excursión de 3 horas por los alrededores selváticos. Durante la comida cae un turbión impresionante y pensábamos que ya no se haría la excursión, pero este clima tropical tiene que igual diluvia que sale el sol y a la hora de la salida el sol brillaba otra vez.

El guía que llevábamos era un buen conocedor de la fauna y flora local y la caminata duro cinco horas en vez de tres por el sinfín de explicaciones. No obstante, aunque llegamos cansados, estuvo muy bien. También es muy recomendable para quien se aloje aquí.

 

De vuelta en el hotel, aún teníamos mucha tarde por delante así que volvimos a apuntarnos al paseo en carritos de golf por los alrededores del hotel. En esta ocasión fue mucho más corto; el guía estaría cansado.

 Bajamos un rato a la piscina y comprobamos con horror que había una muchedumbre de gente y es que, al ser fin de semana, hay muchísimos locales que vienen a pasarlo a este hotel, a jugar al golf o a disfrutar de la piscina. Así que, tras unos baños rápidos y algún snack, damos una vuelta por la zona de bodas en la que hoy se está celebrando una. “Cotilleamos” un poco y

 nos subimos a la habitación a  descansar hasta la hora de la cena.

 

Domingo, 26

 

Hoy sólo tenemos medio día en el hotel.

Uno de nosotros se apunta a una caminata (también ofrecida por el hotel) más larga que la de ayer por los alrededores. Según las fotos, ha visto muchísimos animales más que ayer. Quizá por la hora.

El resto nos quedamos en la piscina dándonos el último baño. Tras  la comida salimos hacia el aeropuerto para tomar el vuelo con destino Madrid.

 

Lunes, 27

 

Llegamos por la mañana a Barajas. Recogemos el coche y a medio día estábamos en Albacete. 

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