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Plaza del Comercio |
Del 27 de diciembre al 5 de enero hemos estado en Lisboa.
Por primera vez hemos viajado en coche-cama pues hemos ido desde
Madrid-Chamartín a la capital portuguesa en tren. En general bien aunque para
quien tiene el sueño ligero, no es muy agradable el traqueteo y ruido del tren.
Nuestro hotel ha sido el Corinthia Alfa Hotel, un 5*que queda, la verdad,
un poco alejado del centro y no demasiado moderno al que llegamos en el bus 46,
a través del cual había muy buena comunicación con el centro. Nos tocó la
habitación 1912, en el piso 19 que verdaderamente tenía muy bunas vistas.
Lo primero que hicimos fue coger uno de los típicos tranvías, para ser
exactos, el turísticos, y en él hicimos un primer recorrido por la ciudad. Especialmente
las zonas más emblemáticas. Después comenzamos a explorar por nuestra cuenta:
plaza del Comercio, Rossío, comimos en Cervecería Ruca una excelente comida
típica que incluía, cómo no, bacalao, pero era bastante caro, por cierto; Tras
la comida subimos al barrio de gracia y Alfama: mirador de Sta. Lucía y
acabamos viendo atardecer desde el castillo. Al bajar, repusimos fuerzas en
Rossío, en la pastelería Suiza, té y macedonia con nata. Después hacemos unas
compras en el Fnac.
El día siguiente tras el desayuno en el hotel, salimos hacia el centro
y tomamos el tranvía 28 que sube a Alfama donde visitamos el Monasterio de San
Vicente de Fora, que es precioso, especialmente sus azulejos y la cisterna. Bajamos
al barrio de la Estrella y acabamos comiendo en Mc. Donalt. Después, en el tranvía
15, nos fuimos al barrio de Belén a visitar el famosísimo Monasterio de los
Jerónimos que hay que decir que es una verdadera joya. En la misma zona pudimos
entrar al museo de carruajes, a la torre de Belem y el monumentos de los Padres
Descubridores. Compramos unos dulces de Belem y volvimos en tranvía al centro.
Allí vamos al centro comercial de la zona alta, Chiado, y nos tomamos unas
sopas en “Loja do las sopas”; paseo por Chiado, café en O´Brasileira (el famoso
café al que acudía Pessoa) y fin del día.
El día 30 amaneció más nublado. Nos bajamos a ver la estación de Sta. Apolonia;
bonita tan azul., y de ahí en autobús al Parque de las Naciones, lo que fue la
Expo.
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Estación de Sta. Apolonia |
Subimos en el teleférico y entramos al centro comercial Vasco de Gama a
tomar unas sopas. Terminamos la tarde paseando por la ciudad: subimos en el elevador
de Sta. Justa que da un poco de vértigo. Café con pastas, paseo por la ciudad y
a dormir.
El día 31, nochevieja nos dedicamos a patear
y patear las calles en plan tranquilo y a
comprar las viandas para celebrar la Nochevieja con una cena de gourmet en la
habitación del hotel. Comenzamos subiendo a la Alfama, al monasterio para hacer
algunas fotos del exterior. También pasamos por el Panteón y bajamos paseando
hasta la estación de Sta. Apolonia. Desde el centro, subimos al mirador de San
Pedro de Alcántara en el funicular.
Comemos bacalao y pescado con arroz en un bar de la zona y luego damos
otro paseo por Chiado. Bajamos a los muelles a ver los horarios de barcos para
tomar uno un día de estos.
Celebramos la Nochevieja en el hotel brindando con vino verde.
El día de Año Nuevo amaneció diluviando y con mucho frío y, como nos
acostamos tarde, pasamos casi todo el día en el hotel y conociendo un poco el
barrio en el que estaba situado. Estaba todo cerrado. Desayunamos en la única
cafetería que encontramos abierta. Comimos los restos del menú de Nochevieja,
que sobraron bastantes delicatesen. Bajamos un poco hacia el centro. Sin paraguas.
Nos calamos. Cenamos en Mc. Donalt y rematamos tomando un té con “bolo” en La
Suiza.
Día 2: Visita de varias atracciones. En primer lugar, nos acercamos al
parque Eduardo VII para ver La estufa
Fría, que es un botánico-parque pequeño de Lisboa y está bien. A continuación
visitamos uno de los museos que más me han gustado de los que he visto en todas
partes, la Fundación Gulbenkian; un museo cuyos fondos son la colección de
objetos dispares y variopintos de todo el mundo recopilados por un rico
empresario armenio llamado Calouste Gulbenkian a lo largo de su vida. Todos y
cada uno de los objetos que se exhiben son primorosos. Comimos en “El balcón
del marqués”, bien. Continuamos paseando por Saldahna y tomando té con dulces
en El Danubio. Después fuimos hasta el Campo Grande buscando un museo de
marionetas del que nos habían hablado, pero no lo encontramos. Después nos enteramos
de que estaba en la otra punta de Lisboa. Nos fuimos de compras en El Corte
Inglés
El día tres lo dedicamos a otra zona: el barrio de la Estrella. Vemos
el Palacio Real de las Necesidades y los alrededores del Palacio de Ajuda, la
sede del primer ministro, y el Jardín Botánico que es muy atractivo porque
mantiene el estilo de los jardines decimonónicos. Además vimos también el Acuario
Vasco Da Gama que se construyó con ese motivo y que está muy bien montado. Por la tarde
cogimos un ferry en Casi de Sodré y nos fuimos a Caçilhas que es la zona que se
ve justo enfrente del puerto de Lisboa. Dimos un vuelta por el pequeño pueblo
de pescadores, nos compramos un cucurucho de castañas y nos volvimos.
El último día, dejamos la habitación por la mañana y nos fuimos a dar
una vuelta al mercadillo de la plaza de Espanha. También nos dio tiempo de ver
el museo de marionetas que no habíamos encontrado en una ocasión anterior, que
es curioso y nos gustó mucho. También dimos una vuelta por el botánico y
comimos en el Largo de Rato, y el postre en la pastelería 1800. Cogimos el
funicular de Bica y subimos al mirador a
dar una última ojeada a esta ciudad preciosa. Últimas compras en El Corte
Inglés y a la estación para tomar el tren de vuelta.