Después de mucho tiempo volvemos a Segovia para pasar tres días durante el finde de los Santos. En esta ocasión hemos elegido para hospedarnos un hotelito rural llamado La casa del tío Telesforo (ver crítica en Tripadvisor: http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g2467412-d7201349-r241915911-Hotel_Rural_La_Casa_del_Tio_Telesforo-Trescasas_Province_of_Segovia_Castile_and.html#REVIEWS ) que se encuentra en un pequeño pueblo, a 7 Kms. de la capital, llamado Trescasas.
Jueves, 30 de octubre
Salimos desde el instituto y llegamos el jueves por la tarde.
Tras
instalarnos, nos acercamos a Segovia para dar una vuelta y picar algo
en la famoso José María donde probamos el vino de su propia bodega (un
Ribera riquísimo) y tomamos unas tapas. Volvemos temprano al hotel para
descansar.
Viernes, 31 de octubre
Tras
un estupendo desayuno en el hotel, salimos hacia la Granja para visitar
los jardines (al palacio no entramos porque ya lo conocemos). Aunque
las fuentes no funcionan, y los árboles no presentan los típicos matices
otoñales rojizos y dorados (dado que el tiempo es inusualmente
veraniego), el entorno es precioso. Además todos los grupos escultóricos
han sido limpiados recientemente y lucen brillantes bajo el sol.
Los
origenes de este Real Sitio se remontan al año 1450, cuando el Rey
EnriqueIV de Castilla, mando construir una ermita dedicada al Arzobispo
San Ildefonso. Se cuenta que la gran devoción a San Ildefonso, fue
debida a que se libró de un grave peligro en una de sus cacerías por los
montes de Valsaín. Los Reyes Católicos, en 1477, donaron la ermita y
terrenos adyacentes, a los monjes del monasterio de El Parral.
Los
Jeronimos, a mediados del siglo XVII, construyeron en esos terrenos una
granja, que sirvio de residencia para los monjes, dando lugar a La
Granja de San Ildefonso.
Más
de 200 años después de la donación de los Reyes Católicos, Felipe V
conoció estos bosques en una de sus visitas al Palacio de Valsaín, y
concibió la idea de construir un Palacio en este lugar, al igual que
hizo su abuelo Luis XIV, en Versalles.
Felipe
V quería retirarse en este Palacio, porque tenia la idea de abdicar en
su hijo Luis I. Así fue, pero la muerte de su hijo en el mismo año
(1724), le hizo volver al trono, con su segunda mujer, Isabel de
Farnesio, lo cual hizo que se engrandeciera la construcción del Palacio y
de los Jardines.
Las
obras del Palacio comenzaron en el año 1721, bajo la dirección del
arquitecto Teodoro Ardemans. Los Jardines se construyeron bajo la
dirección de Renato Carlier, escultor, y de Esteban Boutelou, Jardinero
Mayor. Su estilo, diseño y construcción, aunque tiene analogías con los
Jardines de Versalles y de Marly, tiene su propia personalidad.
Existen
en los Jardines, 26 Fuentes Monumentales, todas ellas con fantásticos
Juegos de Aguas y con personajes e historias mitológicas propias.
Los Grupos escultoricos fueron realizados por Renato Fremin, Juan Thierry y Jacques Bousseau.
Finalizada
la visita nos encaminamos al pueblo de Pedraza, una villa medieval
totalmente amurallada a la que, curiosamente, solo se puede acceder por
una puerta en arco sobre la que se encuentra uno de los monumentos más
importantes de la localidad: la cárcel, que visitamos en una visita
guiada y que resulta bastante interesante.
Se
encuentra situada en lo que en un principio fue una torre vigía, donde
se encuentra la puerta de la villa. En ella vivía el carcelero y había
varias salas anexas donde malvivían los presos. Para los delincuentes
comunes, normalmente ladrones, existían dos celdas hechas de madera de
3x3 metros por las que apenas entraba la luz y en las que podían estar
prisioneros hasta quince personas durante varios días. Para los delitos
de sangre se reservaba un destino más cruel, pues los presos eran
arrojados individualmente a una habitación inferior, lo que provocaba de
forma frecuente lesiones o roturas en piernas y tobillos, con lo que se
reducía casi a cero la posibilidad de fuga. El preso fallecía a los
pocos días, y como el carcelero tenía que llamar al verdugo de Segovia y
pagarle para que se llevase el cadáver, al siguiente preso que arrojaba
a dicho habitáculo le daban una cesta y era él mismo el encargado de
recogerlo y dárselo al carcelero, quien lo vendía como abono para las
tierras. Los demás presos, eran arrojados a otra habitación por una
trampilla, lo que también provocaba roturas de miembros. Aparte del
castigo físico que suponía una caída desde varios metros, los criminales
sufrían el tormento de habitar en una estancia especialmente diseñada
para que los excrementos de los presos de los pisos superiores fueran
evacuados en ella. Todo ello producía una lenta agonía en el preso hasta
que moría fruto de las heridas o de infecciones. Existía otra
habitación para los presos preventivos, en la que de día estaban sueltos
pero que al llegar la noche y por seguridad del carcelero, que vivía
allí en la cárcel, se les echaba en una tabla de madera con los pies
sujetos en un cepo y la cabeza enganchada con un grillete a la pared o
los colocaba de pie sobre la pared y les ponía un grillete sujetándoles
la cabeza, según la crueldad del carcelero, a la altura del preso o a
una altura más elevada para que el preso pasara la noche de puntillas.
La cárcel fue restaurada en el siglo XX y se conserva como museo,
mostrando lo que era una cárcel medieval.
Terminada
la visita, callejeamos hasta la hora de comer por sus calles y plazas;
nos acercamos también al castillo, hoy museo, que fue adquirido, en
1926, por el pintor Ignacio Zuloaga quien lo restauró instalando allí un
taller. Los herederos del pintor adaptaron una de las torres para la
exposición al público de una parte de la obra del artista.
Finalmente acabamos en la Plaza Mayor degustando un riquísimo cordero segoviano.
Por
la tarde volvemos a Segovia para ver el Alcázar. Al sacar la entrada
nos ofrece el chico de taquilla, por 1€ más, una visita guiada de grupo
con guía profesional que resultó muy interesante y bastante completa.
Para concluir la visita subimos a la torre escalando sus casi 200
escalones: las vistas desde arriba son excepcionales.
Recorremos
la ciudad durante el resto de la tarde (muchas iglesias, placitas, el
acueducto desde arriba y desde abajo...) y terminamos merendando en la
terraza de una cafetería de la calle Real; el tiempo es increíble para
las fechas que son.
Sábado, 1 de noviembre
De
nuevo un espléndido desayuno nos da fuerzas para el nuevo día. Por la
mañana nos dirigimos a Segovia; hoy queremos ver toda la zona del valle.
Nos acercamos a la oficina de Turismo en busca de alguna información
que no hayamos pensado para no dejarnos nada importante que no hayamos
visto. Nos informan de la casa-Museo de Antonio Machado, la pensión
donde el poeta vivió durante 12 años y que se conserva tal cual, incluso
con los muebles originales. Nos dirigimos hacia ella y llegamos a las
10:45, pero abre a las 11:00 por lo que tenemos tiempo de tomar un café
en un bar y leer el periódico en el que leemos que hoy por la tarde se
inaugura una exposición de setas de la Sociedad Micológica de Segovia
que cumple 25 años, y posteriormente habrá una charla del profesor
Gabriel Moreno, de la Universidad de Alcalá, al que conoce Domingo, en
el Torreón de Lozoya. Decidimos que iremos.
A
las 11:00 entramos en la pensión de Machado y experimentamos la
sensación de hacer un viaje en el tiempo; todo está tal cual, incluidos
cacharros, ropas, muebles, etc. Nos ha gustado muchísimo. Se visita con
una audioguía que es un invento genial.
De
ahí subimos a la Plaza Mayor para hacer unas fotos y cogemos el coche
para bajar a la zona del valle para llegar a las 12:00 a la visita
guiada del Impresionante monasterio del Parral, (al ser de clausura,
solo se puede visitar a las 12:00 y 17:00 en visita guiada); pero al
llegar, nos habían informado mal en Turismo y la visita era a las 11:00
así que solo pudimos ver la iglesia.
Bajamos
entonces a la Casa de la Moneda que se encuentra muy cerca. En este
lugar, los profesores tienen entrada gratuita (sin audioguía) y los
estudiantes pagan reducida (2€) con audioguía. El edificio se encuentra
en un enclave precioso, igual que el monasterio, y está muy bien
conservado. La mayoría de la exposición son paneles explicativos que se
hacen un poco pesados, la verdad, aunque son muy interesantes. En la
planta baja hay una exposición de algunas de las maquinas y presas
originales. En el exterior se pueden visitar los "ingenios", aún en
funcionamiento, que hacían funcionar las maquinarias mediante una serie
de enormes ruedas de madera que giran por energía hidraúlica.
En un pequeño edificio anexo se halla el pequeño centro de Interpretación del Acueducto.
Concluida
la visita nos dirigimos hacia el fondo del valle para ver el Convento
de los Carmelitas Descalzos donde se encuentra la enterrado el escritor
San Juan de la Cruz y un poco más adelante la iglesia de la Fuencisla,
la patrona de Segovia.
Terminado
el recorrido por el valle, cogemos el coche y rodeamos desde abajo la
ciudad para contemplar la maravillosa panorámica del Alcázar, la
Catedral y las murallas en dirección a Valsaín.
En
media hora llegamos a esta localidad justo a la hora de comer.
Encontramos un bar "El Bosque" muy recomendable, pequeño y acogedor; se
trata de un pequeño local de comida casera donde pudimos degustar unos
exquisitos judiones de La Granja y unos huevos estrellados acompañados
de ensalada. Riquísimo todo.
El
resto de la tarde lo pasamos por la sierra de Valsaín buscando setas
para la exposición de las Jornadas Micológicas de Albacete que empiezan
el lunes.
De
vuelta a Tres Casas, descansamos un poco y nos fuimos a la ciudad para
ver la exposición y asistir a la charla. Estuvimos dando vueltas para
intentar aparcar durante mucho tiempo y, al final, tuvimos que dejar el
coche en un parking inteligente (lo metías en una especie de caja, y
desaparecía bajo el suelo; para recogerlo, solo había que meter el
ticket, pagar, y la caja te lo devolvía)
Visitamos
la exposición (mejor la de Albacete) y asistimos a la conferencia y, al
terminar, nos acercamos a José María a cenar pero estaba "hasta la
bandera" y encontramos otro enfrente, muy agradable donde pudimos tomar
unas raciones sentados.
Domingo, 2 de noviembre
Nos
levantamos y, tras el desayuno, salimos hacia la Sierra de Guadarrama.
La idea es ir de vuelta a través de la sierra realizando paraditas para
recoger muestras de setas.
Paramos antes de Rascafría y dimos un paseo muy agradable, pero no hay muchos hongos por la zona así que continuamos con idea de volver a parar más adelante.
Pero bajando el segundo puerto de montaña, el cielo se empezó poner negro, se oían truenos y en un momento la zona se transformó en una película de terror; parecía el fin del mundo. Una tormenta espantosa se acababa de desatar.. No se veía nada entre la lluvia que poco a poco se convirtió en granizo y tiñó de blanco toda la carretera, y la niebla que llegó después. Finalmente, volvimos hacia Madrid y continuamos camino de Albacete donde llegamos antes de lo previsto.
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