Lunes, 17 de agosto
Llegamos a la estación tras un viaje bastante cómodo con transbordo en
Madrid. Cogimos un taxi y en breve nos encontrábamos en la puerta de nuestro
hotel, en plena Gran Vía. Habíamos reservado en el hotel NH Villa de Bilbao (ver crítica en Tripadvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187454-d232760-r303825535-NH_Collection_Villa_de_Bilbao Bilbao_Province_of_Vizcaya_Basque_Country.html#CHECK_RATES_CONT) ,
una oferta por internet de habitación doble y desayuno a mitad de precio, tan
barata que creíamos que nos iban a alojar en el sótano. Cuando llegamos no nos
podíamos creer la habitación tan estupenda que nos dieron. El viaje empezaba
muy bien.
Dejamos las maletas y bajamos a
dar una vuelta por el barrio para situarnos. Estábamos muy cerca de una zona de
marcha con muchos locales de pintxos, pero tras el viaje decidimos cenar en un
local que había frente al hotel, Bykaina, con buen servicio y buena comida; y
además con una decoración curiosa y ecléctica, entre mesón típico, decoración
vintage y cuadros vanguardista. Es un sitio recomendable.
Martes, 18 de agosto
Nos levantamos no demasiado pronto y nos dirigimos al plato fuerte del
viaje, el Guggenheim y en concreto la exposición de Jeff Koon que me encanta
(sí, el exmarido de la Cicciolina, la actriz porno)
Nos dirigimos al museo dando un agradable paseo por toda la zona nueva.
Llegamos y casi no había cola por lo que entramos bastante pronto. Fue muy
emocionante poder ver al natural todas esas esculturas y pinturas frikis,
frikis que dan su carácter al artista. Su estilo kitsch tan carácterístico no deja indiferente a nadie; o se le odia o se le ama. Mi caso es el segundo. Pasamos toda la mañana recorriendo las
salas y haciéndonos fotos con los tulipanes, los perritos globo, la langosta, Michael
Jackson y el chimpancé, popeye… y mirando los enormes cuadros y figuras,
autorretratos, del autor “follándose”- con perdón- a su mujer. Es tan, tan
friki que me encanta. El colmo habría sido que la exposición hubiera raído mi
escultura favorita, “El abrazo”, en la que se pueden ver los torsos de la
pantera rosa abrazando a una rubia desnuda. Es excepcional.
Para concluir la mañana en el museo, visitamos unas salas en las que
había una muestra temporal sobre la Historia de grafiti con especial atención a
Jean-Michael Basquiat, uno de los artistas más rompedores del siglo XX; en su
obra combina el dibujo y la pintura con imagen y texto y en cierto modo fue el precursos
del grafiti en NY; junto a varias fotos del artista en su estudio de la ciudad
de los rascacielos podían contemplarse otras muy interesantes de, por ejemplo,
vagones de metro grafitados por él. Como el grafiti, o arte callejero, también
me gusta y NY es mi ciudad preferida, no podía haber habido mejor colofón a la
visita de Guggenheim.
Abandonamos el museo bastante tarde y lo primero que hicimos fue sentarnos en una terracita cercana a comer y reponer fuerzas para seguir la ruta. Preparamos con nuestro mapa el treyecto que íbamos a seguir para no perdernos nada de la ciudad.
Nos dirigimos por la margen de la ría hasta el puente de Calatrava
(que ya aburre porque todo lo que hace es exactamente igual) en dirección al
Ayuntamiento. Desde el puente percibimos algo raro: no sabemos muy bien qué
pasa en la ciudad pero se oye mucho escándalo y de repente observamos grupos de
personas cada vez más numerosos que se
dirigen igual que nosotros hacia el centro; también en poco tiempo la ría se
llena de barcos y barcas que navegan en la misma dirección tocando las sirenas.
Desde nuestra privilegiada atalaya se divisa una muchedumbre impactante que
parece una enorme mancha roja. Preguntamos y nos enteramos de que el Bilbao (el
equipo de fútbol) ha ganado la Copa o la Liga, o algo importantísimo (sobra
decir que no solo no nos gusta el fútbol en absoluto sino que además evitamos
leer nada sobre él, ver imágenes u oír comentarios. En casa se cambia de canal
cuando se habla de fútbol o de futbolistas): no obstante, la ciudad estaba
animada y contentísima con el triunfo y daba gusto ver el ambiente y a la gente
así (la pena es que fuera por ese motivo) De cualquier modo fue curioso.
Una vez que la muchedumbre se dispersó pudimos llegar a la puerta del
ayuntamiento y hacernos unas fotos en su fachada y con la famosa escultura de
Chillida que adorna el jardín de enfrente. Nos dirigimos hacia el centro y
paramos en el famoso y emblemático café Bilbao, que parece árabe con mezcla de
principio de siglo, a tomar un idem.
A continuación, siguiendo las indicaciones de nuestra pequeña guía
buscamos el funicular de Artxanda que asciende al famoso monte del mismo
nombre; en principio se construyó para dar fácil y rápido acceso a los vecinos
de los barrios altos, pero ahora se ha convertido en una de las atracciones
turísticas de la ciudad. El viaje dura 15 minutos y las vistas son
espectaculares. Al llegar hay que tomar un ascensor para salir a la calle.
Desde arriba se divisa todo Bilbao y tuvimos mucha suerte porque no
había nada de neblina y las vistas eran impresionantes. Tras dar un paseo por
el monte bajamos utilizando el mismo medio de transporte. Decidimos patear la
ciudad en su parte nueva, la Gran Vía (cuyo nombre es Don Diego López de Haro)
estaba a rebosar de gente, con un ruido infernal, porque había un desfile de…¡los futbolistas!
que recorrían la emblemática avenida saludando a los enfervorecidos seguidores
desde el piso superior de un autobús. No se podía andar y menos ver nada por lo
que decidimos abandonar esta zona y perdernos por calles menos concurridas.
Pasamos el resto de la tarde paseando por el centro y, la verdad, sintiéndonos
felices contagiados por la alegría de la
gente. Recorrimos las calles, limpísimas, de esta tranquila ciudad
deteniéndonos para fotografiar los bonitos edificios que flanquean sus calles.
Visitamos lo que era la Alhóndiga, un antiguo almacén de vino reconvertido en
centro de ocio y cultura; su nombre hoy es Azkuna Zentroa (centro Azkuna). Fue
construido durante la primera década del siglo XX siguiendo el proyecto de
Ricardo Bastida, ocupando toda una manzana en pleno centro de la ciudad. Su
construcción fue novedosa por el empleo de hormigón armado para arquitectura
pública. Se inauguró como centro cultural en 2010 tras permanecer cerrado
varias décadas.
El exterior se caracteriza por la imponente monumentalidad con
torreones en las esquinas y el interior sorprende por su originalidad. Presenta
una configuración diáfana en la que se une el indudable atractivo de la
posibilidad de experimentar la totalidad del espacio correspondiente a una
manzana del ensanche, con el rigor geométrico que la estructura posee, el cual
propicia notables percepciones del espacio por ella modulado. Los pórticos de
hormigón armado (La Alhóndiga fue uno de los primeros edificios realizados con
esta técnica en Vizcaya), presentan una reiterativa modulación que se altera
ligeramente en las zonas en que diversas necesidades de tipo funcional lo
demandan. Las calles de circulación por el interior de las plantas baja y
sótano, asociadas en vertical a grandes huecos de los forjados superiores para
propiciar la iluminación del conjunto, crean zonas de ruptura de la trama
estructural.
Terminado el recorrido y bastante cansados volvemos al hotel y bajamos
a la zona de marcha, que está justo en la calle paralela, a tomar unos pintxos y
unos vinitos. El sitio es un local típico a tope de gente, con una larga barra
repleta de platos que muestran una inmensa variedad de esta tapa norteña. Elegimos
unos cuantos, a cual más rico, y nos vamos a dormir.
Miércoles, 19 de agosto
Hoy hemos decidido hacer una excursión en barco por la ría, con
auriculares para la explicación (turistas totales!!). Desde el embarcadero que
está en la margen opuesta al ayuntamiento están las taquillas de Bilboats y se
pueden elegir diferentes excursiones (de mayor o menos duración); nosotros
escogemos la más larga de 4 horas que llega hasta el mar (Getxo) pasando por
los antiguos muelles industriales y localidades importantes como Barakaldo.
No
es una excursión impactante pero a nosotros nos gustó mucho, en especial toda
la zona antigua de industria metalúrgica, los muelles y fábricas de hierro y
acero, hoy desmanteladas (donde parece que quieren construir una zona moderna y
vanguardista, como en otras ciudades europeas) Contemplar estos edificios
produce una extraña sensación.
Terminado el recorrido comemos y por la tarde nos dirigimos al barrio
antiguo que visitaremos mañana con mayor profundidad. Admiramos la fachada del
teatro y callejeamos un poco terminando en la Plaza Nueva (que es como la plaza
Mayor de Madrid o Salamanca en mucho más pequeño) o Plaza Barria en una de
cuyas terracitas cenamos. Es una plaza de estilo neoclásico, cuadrada y
cerrada. Su construcción duró 65 años (desde 1786 hasta 1851). La idea de su
construcción responde al espíritu neoclásico del Bilbao de fines del XVIII que
quiso sustituir el recinto existente por un entorno funcional, cómodo,
higiénico y bello. Y sí que lo es.
Volvemos caminando ya de noche hacia el hotel, recorriendo las calles
iluminadas que aportan a la ciudad un aire bastante señorial. Decididamente
Bilbao es una ciudad preciosa y agradable; y la gente, muy amable y educada.
Jueves, 20 de agosto
Vamos a la oficina de turismo donde nos informaron de que hay unas
visitas guiadas por el casco viejo por muy poco dinero (4,50 €), dirigidas por
guías oficiales. Para participar no hace falta reservar, solo hay que
presentarse en la oficina de turismo 10 minutos antes de que comience. Mientras
hacemos tiempo, pues llegamos muy pronto, nos tomamos un café en la plaza del
teatro, en el Café del Teatro, muy agradable.
La visita resultó muy interesante para descubrir el Bilbao medieval,
con sus calles empedradas, cantones, plazas y rincones con encanto. Recorrimos
todo el barrio antiguo, sus murallas, la catedral gótica de Santiago, la plaza
Nueva, la emblemática iglesia de San Antón y las antiquísimas ruinas sobre las
que se asienta, o el bullicioso Mercado de la Ribera. No entramos a ninguno de
estos lugares durante la visita por lo que al terminar con el guía volvimos a
hacer la ruta por nuestra cuenta visitando todos estos enclaves y algún otro
palacete que no vimos con anterioridad: la biblioteca, el museo de gigantes y
cabezudos…
Seguimos la ruta por la zona moderna y visitamos el Museo de Bellas
Artes, un edificio moderno y funcional al lado del parque de Doña Casilda de
Iturrízar, que conserva ejemplos relevantes de arte antiguo, moderno y
contemporáneo; tienen especial interés las muestras de pintura de las escuelas
española y flamenca y cuenta con una enorme presencia de artistas vascos.
Al salir, ya tarde, comemos en una pizzería de diseño (con comida
italiana y también platos de cocina moderna) que hay cerca del museo y que es
muy, muy recomendable; se llama La Fontana Trattoria.
Finalizada la comida decidimos ir a dar un paseo por la margen del río
hasta Getxo. Cogemos un tranvía que nos lleva hasta el puente Hierro Vizcaya, también
llamado Puente Palacio o simplemente Puente Colgante, que es un transbordador
de peaje para personas y vehículos que une las dos márgenes de la ría del
Nervión). Fue construido entre 1887 y 1893 y fue el primero de su tipología en
el mundo. Tiene 61 metros de altura y 160 de longitud y es el puente
transbordador en funcionamiento más antiguo del mundo. También se le conoce
como Puente de Portugalete ya que se encuentra en esta localidad que a través
de él se une al barrio Las Arenas de Getxo. Visto de cerca impresiona. Nos
tomamos un café en una terracita justo bajo él, contemplando el ir y venir de
la barquilla colgante.
Desde aquí continuamos paseando hasta la zona costera del barrio de
Getxo, conocido por las mansiones señoriales que se reparten a lo largo del
paseo marítimo y en las cercanías de la playa.
Pasamos la tarde recorriendo la
zona y tomándonos un piscolabis en la terraza de un hotelito puturrú a pie de
la famosa playa. Vemos atardecer desde aquí y cogemos el tranvía para volver al
centro.
Bajamos a cenar unos pinxos a la tasca que ya conocemos y donde
sabemos que está todo riquísimo y el servicio es amable y rápido. Con ello nos
despedimos de esta ciudad que merece mucho la pena visitar.
Viernes, 21 de agosto
Nos levantamos, desayunamos y nos dirigimos en taxi a la estación para
tomar el tren de regreso a Albacete.
El viaje es rápido y agradable y por la tarde merendábamos en casa.
FIN
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