Miércoles, 17 de agosto
Damos una vuelta y seguimos en dirección a Benavente donde tenemos reserva para dormir. Llegamos a nuestro alojamiento, La Trapería (ver crítica en TripAsvisor. https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g319797-d8413713-r407663230-Hostal_La_Traperia-Benavente_Province_of_Zamora_Castile_and_Leon.html#SHOW_USER_REVIEW )
con tiempo de sobra para ver el pueblo.
Desde el parador hay unas vistas espectaculares del valle y de la
puesta de sol. Continuamos callejeando un rato por el casco viejo que sin ser
excepcional está bien. Cenamos en un restaurante llamado El pícaro que nos ha
recomendado la del hostal y que no es nada especial aunque la comida está muy
rica; probamos la especialidad: mollejas a la zamorana, riquísimas (son
mollejas en una salsa parecida a los callos y muy picante). Después de cenar
nos tomamos un helado en La Ibense, la mejor heladería del pueblo pero en la
terraza hace ya bastante fresco y nos vamos a dormir.
Jueves, 18 de agosto
Después de desayunar salimos hacia Pontevedra. Como pasamos por
Orense, ciudad que no conocemos, y paramos toda la mañana para visitar lo más emblemático.
Nos acercamos a la oficina de turismo donde nos indican los monumentos y
enclaves principal.
Comenzamos por la catedral (entrada 5€) que se recorre con audioguía.
La verdad es que es una joyita con un retablo magnífico y una capilla (la del
Santo Cristo) espectacular (más que rococó)
Una de los monumentos más importantes de Orense, además de la
catedral, es As Burgas, unas fuentes
y manantiales de aguas termales que
datan de la época romana y que salen a la superficie a una temperatura de
65-67°C. Comprobado, nos hemos quemado al tocarla. En el mismo lugar hay una
poscina termal con las mismas aguas pero a 37 grados.
Nos han dicho que merece mucho la pena el claustro de san Francisco
que es una maravilla, pero a esta hora está cerrado y no queremos que se nos
haga tarde así que queda pendiente para otra visita a la ciudad.
Abandonamos Orense y partimos hacia Pontevedra (dando una enorme
vuelta ya que nos equivocamos y llegamos hasta Vigo) y de ahí a Pedre que está
a unos 20 kms. y que es donde tenemos el alojamiento Casa Florinda (ver crítica
en TripAdvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g2587924-d2676910-r411177607-Casa_Florinda-Cerdedo_Province_of_Pontevedra_Galicia.html#SHOW_USER_REVIEW
)

Nos instalamos, bajamos al río a ver una calzada y un puente romano,
descansamos un poco en el jardín y vamos a cenar al pueblo siguiente que es
Cerdedo a un restaurante que podemos recomendar: O novo camareiro; la comida es
rica, aunque no hay mucha variedad, y el personal es amable (es de lo mejor que
hemos encontrado por los alrededores) y tiene buen vino.
Viernes, 19 de agosto
El día ha amanecido bastante gris y llueve bastante a ratos. Llegamos
sin problemas pero estos comienzan al entrar en la ciudad pues todo el centro
es peatonal y además están en fiestas, y nosotros nos metemos con el coche. Nos
cuesta salir a zona de tráfico pero, tras un rato de agobio, lo conseguimos aunque
vemos que es imposible aparcar en la calle y metemos el coche en el parking
Central (OJO: Un bono para un día vale 6€; a nosotros unas 8 horas nos ha
costado 12€. Tiene cuenta coger el bono si se va a dejar el coche mucho tiempo)
No lejos de ambos edificios se encuentra el conocido Convento de las clarisas
que se encuentra cerca del río, al lado de la plaza Barcelos, y en la calle de
Santa Clara. El convento fue fundado en 1271 y tiene una portada ojival donde
se representa la Resurrección. Dicen que pudo haber anteriormente un convento
de templarios. Excepto por las vidrieras de la iglesia, el resto del exterior
es de un aspecto austero casi a modo de fortaleza (y que necesitaría una
restauración ya que se encuentra bastante deteriorado) y como es de clausura no
puede visitarse, solo contemplar la capilla a través de un cristal (a veces la
abren los domingos)
Paramos un rato a comer en una de las muchas terraza del casco histórico y nos tomamos un pulpo a la gallega y unos mejillones que están riquísimos. De ahí nos dirigimos a la oficina de información de las Rías Bajas, que es diferente de la Oficina de Turismo local. Nos dan algo de información para visitar toda la zona (aunque no demasiado ni demasiado diferente de lo que se puede encontrar en interés en una búsqueda no muy minuciosa)
Buscamos el Parador de turismo y tomamos café en él (nos encanta tomar café o refrescos en los paradores). Bajamos a dar un paseo por la ría y accedemos desde la parte de abajo a la Basílica qye ya ha abierto y que es espectacular. Pasamos el resto de la tarde callejeando por la zona antigua y la ciudad nueva. Visitamos la famosísima capilla de La Peregrina, patrona de la ciudad.
Todo el centro está a rebosar de gente. Todo es bullicio y hay personas por todos lados: resulta que es la cabalgata de feria. Nos sentamos en un banco a ver el ambiente. Por cierto, frente a nosotros se encuentran tomando un café Manuel Manquilla, un famoso actor gallego que ha participado entre otras en Airbag, Rey gitano o Torrente, el brazo tonto de la ley y que se encuentra rodando una película en la zona; de hecho, ruedan una escena en la cafetería donde están: cámaras y micrófonos por todos lados y gente pidiéndole autógrafos y haciéndose fotos con él.
Ya cansados compramos unas empanada en un super y nos vamos al pueblo
para cenar tranquilamente.
Sábado. 20 de agosto
De camino a nuestra casa rural hemos visto varias indicaciones de un
parque arqueológico cercano que hoy hemos decidido visitar. Su nombre es Parque Arqueológica de Arte Rupestre de Campo
Lameiro (lo esencial son los geroglifos que pueden verse por todos lados) y
pasear por él es una verdadera experiencia para los sentidos. Patrimonio
Cultural y paisaje se dan la mano y desvelan la magia de sus piedras al
contemplar los motivos principales y las escenas palmadas en los grabados
rupestres gallegos en el contexto ambiental que le da sentido.
Al llegar, sorprende que en esa zona tan recóndita en medio de una
sierra se encuentre semejante complejo. La visita al Parque Arqueológica
incluye el acceso a tres espacios diferentes. La exposición estable, situada en
el Centro de Interpretación y Documentación, es el lugar donde el visitante
reúne la información necesaria para entender los enigmas escondidos en los
petroglifos y descubrir los modos de vida de nuestros antepasados de la Edad de
Bronce, aproximándote a su rico mundo simbólico.
Al acabar la visita a la exposición, ya eran las 12:30 hora en la que
comienza la visita con el guía (que era
muy majo y explicaba todo a la perfección pero de forma muy amena y
comprensible para todos, acompañándola de algún que otro chascarrillo),
siguiendo un cómodo recorrido por el área arqueológica, desde el que se permite
observar los diseños geométricos y naturalistas propios del arte rupestre
gallego y observar alguno de los petroglifos más notables de Galicia mediante
un itinerario de más de 3 kilometros de longitud salpicado por áreas de descanso y fuentes y atravesando un paisaje cultural
extraordinario caracterizado por la alta densidad de petroglifos.
Finalizada la visita era hora de comer pero el pueblo más cercano solo
tenía un restaurante y había lista de espera, así que decidimos volver a Pedre
y mirar si en Cerdedo (el pueblo más cercano podíamos encontrar algo abierto para
comer). Camino de este pasamos por una gasolinera en la que había una casa de
comidas y allí paramos: un menú del día baratísimo y de comida casera. El sitio
era sencillo pero el servicio y la comida, muy buenos; de hecho, tomamos una de
las mejores sopas de marisco de nuestra vida.
Desde allí, en coche fuimos a una zona en el campo desde donde partía
el sendero por el que íbamos a recorrer la zona. El recorrido era de 15 kms.
pero no se hizo largo ni pesado pues la mayor parte del trayecto era terreno
llano y tan variado que no resultó aburrido; incluso algunos de los parajes
visitados eran espectaculares (y no había nadie!!)
En el trayecto desde La Estrada a Pedre se pasa por un pueblo famoso
por una fiesta local conocida como “A rapa das bestas”, y la verdad es que casi
nos comemos (literalmante) las bestas ya que en mitad de la carretera había un
gran número de caballos salvajes que eran un verdadero peligro, especialmente
por la noche y por esta carretera de montaña; fue un pequeño susto que tuvimos
a la vuelta.
Domingo, 21 de agosto
Tras levantarnos y desayunar nos dirigimos Tui y nos quedamos impactados porque, aunque
eran las 11:30 parecía una ciudad fantasma: ni una persona por la calle y todo
cerrado. Vamos a la oficina de turismo (delante de la catedral) a por
información y nos enteramos de que aquí abra todo sobre las 13:00. En esta
ciudad comienza el llamado “Camino portugués” hacia Santiago. Intentamos entrar
en la catedral de Santa María pero está cerrada y abrirá más tarde para un
concierto (al final no llegamos a verla pues lo intentamos varias veces a a diferentes
horas pero no nos dejaron entrar con excusas varias (genial la forma de
fomentar el turismo aquí!!!)
Por fuera, esta catedral es muy curiosa porque realmente no parece un templo sino más bien una fortaleza si no fuera por el pórtico. El edificio catedralicio actual comenzó a tomar forma a lo largo del siglo XII tras los convulsos períodos de invasiones sarracenas y normandas cuando la ciudad es erigida nuevamente como sede episcopal. Es entonces cuando los obispos, con el apoyo de reyes y nobles, impulsan la construcción del templo consiguiendo para este fin numerosos privilegios y concesiones.
La
presencia de murallas y fortificaciones denotan el carácter defensivo de la
ciudad, dada su importancia estratégica como cruce y confluencia de caminos. Al
parecer es muy interesante en el interior pero, por desgracia, fue imposible el
acceso.
Por fuera, esta catedral es muy curiosa porque realmente no parece un templo sino más bien una fortaleza si no fuera por el pórtico. El edificio catedralicio actual comenzó a tomar forma a lo largo del siglo XII tras los convulsos períodos de invasiones sarracenas y normandas cuando la ciudad es erigida nuevamente como sede episcopal. Es entonces cuando los obispos, con el apoyo de reyes y nobles, impulsan la construcción del templo consiguiendo para este fin numerosos privilegios y concesiones.
Nos sentamos en la terracita de una cafetería, Santiamén, justo frente
a este imponente edificio a tomar un café. A continuación callejeamos por el
casco histórico (cárcel vieja, Iglesia de San Telmo…) y luego bajamos hasta la
zona del río Miño para contemplar las preciosas vistas desde uno delos
miradores.
Abandonamos Tui en dirección a La Guardia y nos dirigimos directamente
a la zona del puerto y paseo marítimo que es donde se encuentran la mayoría de
bares y restaurantes. Estaba repleto de gente y todo lleno a rebosar. Cogemos –de
milagro- una mesita en una terraza frente al mar (Restaurante El Paseo: muy
buena relación calidad-precio) y pedimos algunos platos típicos que estaban
deliciosos: Mejillones, pulpo a feira, langostinos a la plancha y pimientos de
padrón. De postre nos compramos un helado artesano en La fábrica del gelatto y
nos lo tomamos mientras recorremos el paseo.
Hacemos unas fotos del pueblo
desde la playa que se ve precioso y emprendemos camino hacia Bayona. En el
trayecto paramos para ver un precioso monasterio que se erige justo a orillas
del mar, Monasterio de Oia, que no pasa desapercibido ya que es espectacular y
se ve desde la carretera.
Pero cuando llegamos a Bayona…¡HORROR! No recordábamos que se está celebrando la vuelta ciclista y justo hoy a esta hora pasa por aquí. Resumen: todo cortado y caótico, incluidos los accesos a Bayona por lo que nos vemos obligados a tomar una carretera de circunvalación y resignarnos a pasar de largo por esta localidad que teníamos interés en conocer. Tampoco podemos tomar café en el parador de Bayona que era nuestra primera intención.
Pero cuando llegamos a Bayona…¡HORROR! No recordábamos que se está celebrando la vuelta ciclista y justo hoy a esta hora pasa por aquí. Resumen: todo cortado y caótico, incluidos los accesos a Bayona por lo que nos vemos obligados a tomar una carretera de circunvalación y resignarnos a pasar de largo por esta localidad que teníamos interés en conocer. Tampoco podemos tomar café en el parador de Bayona que era nuestra primera intención.
Seguimos pues bordeando la costa
haciendo algunas paradas en lugares bonitos y miradores como en el faro Silleiro.
Llegamos a Vigo después de aguantar un atasco monumental debido al caos de la
vuelta ciclista.
Vigo no nos gusta mucho, Es una ciudad incómoda, llena de cuestas,
pequeña y un poco insulsa. No tiene nada especial.

La verdad es que nos ha parecido una ciudad grande pero “ni fu ni fa”Recorrimos el caso antiguo, subimos al castillo (no hay nada más que alguna muralla, pero las vistas son muy chulas), visitamos la cocatedral y la plaza de la Constitución que estaba muy animada y en la que nos tomamos un refrigerio sentados en una de la terrazas que la llenaban. Callejeamos un poco más por la zona antigua que han restaurado y no está mal. Es una ciudad, en nuestra opinión, prescindible.
La verdad es que nos ha parecido una ciudad grande pero “ni fu ni fa”Recorrimos el caso antiguo, subimos al castillo (no hay nada más que alguna muralla, pero las vistas son muy chulas), visitamos la cocatedral y la plaza de la Constitución que estaba muy animada y en la que nos tomamos un refrigerio sentados en una de la terrazas que la llenaban. Callejeamos un poco más por la zona antigua que han restaurado y no está mal. Es una ciudad, en nuestra opinión, prescindible.
Volvemos a Pedre y vamos a cenar al pueblo de al lado, Cercedo.
Lunes, 22 de agosto
Hoy salimos hacia Combarro con idea de probar en Rúa 19 la famosa ensalada de sandía y ver el pueblo. Resulta una localidad con encanto pero pequeñísima, con casitas típicas de piedra y muy cuidado. Lo más emblemático son los hórreos que se disponen a orillas del mar y que conforman una bonita y original imagen.
Entre unos y otros discurren hasta el agua unas rampas por las que antaño bajaban las embarcaciones. La verdad es que el pueblo es excesivamente turístico; debe de ser una maravilla en invierno, con la marea alta y sin turistas. Hoy era un poco agobiante pues las callecitas son estrechísimas y había cientos de turistas gritones. Y tiendas de souvenires a cada paso (lo que estropea bastante la imagen bucólica del lugar), ¿pero qué sitio bonito y especial no está hoy día repleto de tiendas de recuerdos?. Además a la hora en que lo visitamos había marea baja y el paisaje era un poco feo y daba impresión de sucio.
Nos sentamos en un lugar junto al mar, un bar restaurante que en el
exterior tenía una terraza enorme con cientos de mesas de madera. A nuestro
lado una familia andaluza y vulgar que hablaba a gritos y lanzaba risotadas
escandalosas. Para remate pido un café solo corto y me ponen una taza de café
con leche llena de café de puchero aguado. O sea, que aunque el pueblo era
precioso, no elegimos el mejor momento para visitarlo y la impresión general no
fue muy buena.
Desde Cambarro seguimos ruta hasta Sanxenxo que, por el nombre,
siempre nos imaginamos como un pueblecito típico y tranquilo, con encanto.
¡¡Qué gran decepción!! Un horror. Es la Marbella del norte: playa, miles de
sombrillas, turistas por miles, chiringuitos, ruido, apartamentos… ¡Un horror! Un
sitio sin nada que ver interesante. Lo único bueno fue enl paseo que dimos por
un camino junto al mar y donde encontramos un restaurante a la orilla del mar (Rest.
Marlima) con muy buena pinta y tranquilo en el que decidimos comer. Muy
recomendable y no demasiado caro.
Mesas y sillas cómodas, manteles de tela, servicio atento y esmerado y comida exquisita: Fideua de almejas, para chuparse los dedos. Vino bueno: Ramón Bilbao.
Mesas y sillas cómodas, manteles de tela, servicio atento y esmerado y comida exquisita: Fideua de almejas, para chuparse los dedos. Vino bueno: Ramón Bilbao.
El último lugar que visitamos fue Cambados. Si llegamos a saber cómo
era (si hubiéramos preparado más este viaje y no hubiera sido tan precipitado) ,
habríamos pasado de largo por La Toja y Sanxenxo y habríamos pasado el día en
este pueblo. Precioso y muy cuidado. De los que más nos han gustado. Es un
placer recorrer sus calles y plazas. Un lugar que merece mucho la pena. Cambados
es un auténtico museo al aire libre esculpido en granito, que atesora uno de los
conjuntos históricos mejor conservados de Galicia por la infinidad de pazos
señoriales, calles nobles, monumentos,
esculturas…
Cambados nace de la fusión de tres villas históricas que mantienen su autenticidad: Fefiñáns, con un marcado carácter noble, Cambados con sus bellas plazas, calles y ruinas de Santa Mariña, y el carácter eminentemente marinero de San Tomé. Su unión hace de Cambados un lugar único en Galicia.
Cambados nace de la fusión de tres villas históricas que mantienen su autenticidad: Fefiñáns, con un marcado carácter noble, Cambados con sus bellas plazas, calles y ruinas de Santa Mariña, y el carácter eminentemente marinero de San Tomé. Su unión hace de Cambados un lugar único en Galicia.
Lo primero que hicimos fue acercarnos a la oficina de turismo para que
nos dieran indicaciones sobre qué ver en la tarde que íbamos a pasar aquí. Se
encuentra en el Paseo de A Calzada, la unión natural entre las antiguas villas
de Fefiñáns y Cambados. Se construyó en el año 1852 con piedras del antiguo
convento de San Francisco y posteriormente se plantaron los árboles en el 1855.
Se encuentra ubicada en un pazo al lado de del Ayuntamiento.
A continuación nos dirigimos a la plaza Plaza de Fefiñáns que está
formada por el pazo de Fefiñáns, el arco-puente, la atalaya Torre del Homenaje,
y por la iglesia de San Benito, siendo uno de los conjuntos arquitectónicos más
bellos y admirados de Galicia. Antiguamente era conocida como la plaza del
mercado, pues allí era donde se celebraba este semanalmente. El Pazo de Fefiñáns fue declarado Bien de Interés
Cultural en el 2012. Es un edificio imponente cuya construcción comenzó en el
s.XVI y finalizó un siglo después, en el s.XVII.

Una gran torre almenada y un arco-puente de traza barroca en el
extremo norte del pazo, que, antiguamente estaba acompañado por otros tres,
complementan el conjunto arquitectónico.
Hoy en día, en los bajos del palacio se sitúan dos bodegas de vino
albariño, bodega Joaquín Gil Armada y bodega Palacio de Fefiñanes; ésta última
fue la primera bodega que comercializó el vino albariño con marca y etiqueta.
El pazo estaba abierto al mar antiguamente, para controlar las
invasiones que se dirigían a Santiago que era una ciudad muy rica desde el
descubrimiento de la tumba del apóstol.
Ya anocheciendo nos dirigimos a la zona del muelle para contemplar la Torre
de San Sadurniño, restos de una estructura defensiva que vigilaba la entrada de
piratas y bandidos a la ría y comunicaba la invasión con hogueras que se veían
de una a otra torre. Hoy son solo ruinas.
Volvemos al centro para recoger el coche ya de noche y cuando salíamos
del pueblo pasamos por Ruinas de Santa Mariña Dozo, situada en la falda del
monte de A Pastora, en las inmediaciones de un antiguo castro, y que son son
los restos de la antigua iglesia parroquial de Santa Mariña, patrona de
Cambados. Sus restos fueron declarados
Monumento Nacional en el año 1943.

Es un lugar impactante, misterioso y macabro
–especialmente si se visita de noche-ya que estas ruinas albergan hoy en día “el más melancólico camposanto del mundo”
en palabras del escritor Álvaro Cunqueiro. Hoy es el cementerio del pueblo. Un
lugar que no se puede dejar de visitar.
Martes, 23 de agosto
Hoy hemos decidido visitar Santiago de Compostela pese a que ambos
conocemos esta ciudad.
Nos acercamos a la catedral para visitarla pero las colas son
kilométricas y decidimos no pasar ya que ambos la hemos visto anteriormente (si
luego hay menos gente, entraremos)
Nos dedicamos toda la mañana a callejear por el maravilloso casco
histórico de esta bella ciudad.
Al salir vamos a comer a un restaurante muy recomendado en TripAdvisor,
Casa de Xantar: Bierzo Enxebre. Nos pedimos dos entrecot de ternera y una
ensalada. El sitio es bonito pero la comida nada del otro mundo, más bien
regular.
Una vez cae la tarde, regresamos a Cerdedo a cenar. Hacemos unas fotos
de su preciosa iglesia y nos vamos a dormir.
Miércoles, 24 de agosto
El viaje se ha acabado y emprendemos la vuelta. Galicia nos despide
llorando, pero con un berrinche enorme porque diluvia y la temperatura ha caído
hasta los 16ºC
Hemos previsto volver por Zamora, ciudad que no conocemos, y pasar
allí el día para continuar el viaje hacia Albacete al día siguiente.
Llegamos sin problema a nuestro alojamiento, Hostal Chiqui, (ver
crítica en TRipAdvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g262064-d1759492-r411181934-Chiqui_Hostal-Zamora_Province_of_Zamora_Castile_and_Leon.html#SHOW_USER_REVIEW
Nos dedicamos todo el resto del día a recorrer la ciudad que se divide
en varias zonas. Llegamos, atravesando la plaza de la catedral, hasta el
castillo que está muy bien conservado, bastante bien restaurado y con unas
vistas preciosas y paseamos por su interior.

La casa del Cid, el mirador del Troncoso, puente de piedra, puerta de Doña Urraca, plaza de la Constitución, iglesia de San Andrés, Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, Iglesia de Santa María Magdalena, Iglesia de San Andrés, Palacio de los Momos, Convento del Tránsito,
La casa del Cid, el mirador del Troncoso, puente de piedra, puerta de Doña Urraca, plaza de la Constitución, iglesia de San Andrés, Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, Iglesia de Santa María Magdalena, Iglesia de San Andrés, Palacio de los Momos, Convento del Tránsito,
Hay multitud de iglesias diseminadas por todo el casco antiguo.
Bajamos al río y visitamos las Aceñas de Olivares, un conjunto de cuatro molinos de origen medieval (siglo XI) situados sobre el cauce del río Tajo y que fueron la primera industria de la ciudad. Se levantaron hasta siete ruedas para la molienda del trigo con sus correspondientes presas o azudes. En la primera aceña, completamente reconstruida, se ubica la recepción de visitantes, mientras que en cada una de las otras tres aceñas se ha reconstruido un martillo pilón, un batán y un molino respectivamente.
Bajamos al río y visitamos las Aceñas de Olivares, un conjunto de cuatro molinos de origen medieval (siglo XI) situados sobre el cauce del río Tajo y que fueron la primera industria de la ciudad. Se levantaron hasta siete ruedas para la molienda del trigo con sus correspondientes presas o azudes. En la primera aceña, completamente reconstruida, se ubica la recepción de visitantes, mientras que en cada una de las otras tres aceñas se ha reconstruido un martillo pilón, un batán y un molino respectivamente.
La parte de arriba se ha dedicado casi exclusivamente a museos.
En la
primera de ellas, conocida como “La Primera”, se enseña la importancia de los
ríos como origen de las civilizaciones, el nacimiento de Zamora, las noticias
más antiguas de las Aceñas de Olivares y los rudimentos de la tecnología
molinera. En la segunda, llamada “La Manca” se abordan los recursos económicos
aportados por el río, la ciudad en la Edad Media, los diferentes tipos de
molinos hidráulicos y el organigrama social y de trabajo en las Aceñas. En la
última, “ La Rubisca”, se explica el devenir de Zamora en el Siglo de Oro y la
evolución de las Aceñas y el barrio de Olivares hasta el siglo XX. 
Terminada la visita damos un paseo por una senda que bordea el río y nos lleva hasta el famoso puente romano, perfectamente conservado, y
subimos por una de las muchas cuestas, cerca del puente de piedra, hasta el
casco histórico.
Para rematar la visita de la ciudad vamos al Parador, ubicado en el antiguo palacio de los Condes de Alba y Aliste, a tomar algo caliente.
Jueves, 25 de agosto
Nos levantamos, desayunamos en un café frente al hostal y emprendemos
el viaje de vuelta. Llegamos a Albacete a media tarde sin novedad.