PONTEVEDRA y RÍAS BAJAS. ORENSE y ZAMORA (Agosto, 2016)



Miércoles, 17 de agosto

Salimos de Albacete en dirección a las Rías Bajas sobre las 9:45. De un tirón nos plantamos en Medina del Campo donde comemos en un restaurante de la plaza. El pueblo es un pueblo normalito con una plaza Mayor coqueta.

Damos una vuelta y seguimos en dirección a Benavente donde tenemos reserva para dormir. Llegamos a nuestro alojamiento, La Trapería (ver crítica en TripAsvisor. https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g319797-d8413713-r407663230-Hostal_La_Traperia-Benavente_Province_of_Zamora_Castile_and_Leon.html#SHOW_USER_REVIEW )
con tiempo de sobra para ver el pueblo.
Comenzamos por un jardín que asciende por una ladera en cuya cima se encuentra el parador de turismo, ubicado en el famoso castillo de la Mota que tiene como atractivo principal una torre. Es un parador precioso. Entramos para echar un vistazo y nos tomamos un café en la terraza que a esa hora es muy agradable.
Desde el parador hay unas vistas espectaculares del valle y de la puesta de sol. Continuamos callejeando un rato por el casco viejo que sin ser excepcional está bien. Cenamos en un restaurante llamado El pícaro que nos ha recomendado la del hostal y que no es nada especial aunque la comida está muy rica; probamos la especialidad: mollejas a la zamorana, riquísimas (son mollejas en una salsa parecida a los callos y muy picante). Después de cenar nos tomamos un helado en La Ibense, la mejor heladería del pueblo pero en la terraza hace ya bastante fresco y nos vamos a dormir.

Jueves, 18 de agosto
Después de desayunar salimos hacia Pontevedra. Como pasamos por Orense, ciudad que no conocemos, y paramos toda la mañana para visitar lo más emblemático. Nos acercamos a la oficina de turismo donde nos indican los monumentos y enclaves principal.
Comenzamos por la catedral (entrada 5€) que se recorre con audioguía. La verdad es que es una joyita con un retablo magnífico y una capilla (la del Santo Cristo) espectacular (más que rococó)
Fue edificada entre mitad del siglo XII y avanzado el XIII. Este templo tiene honores de basílica menor desde el año 1867. El Santo Cristo es una imagen gótica que impacta por su tremendo naturalismo. La cabeza es de un realismo impresionante con una boca profundamente abierta que contribuye a dar la sensación de muerto al Cristo. La barba, el bigote y el pelo son postizos de pelo natural, circulando por la ciudad la leyenda de que le crece. La herida del costado es muy profunda y por todo el tronco aparecen multitud de llagas y verdugones de gran realismo. La figura mide dos metros de alto.
Finalizada la visita callejeamos un poco por el casco antiguo (ayuntamiento, plaza de la Madalena, plaza mayor...) y nos sentamos a comer en una terraza de la zona de los bares que son las calles que transcurren por la parte trasera de la catedral.
Una de los monumentos más importantes de Orense, además de la catedral, es As Burgas, unas fuentes y manantiales  de aguas termales que datan de la época romana y que salen a la superficie a una temperatura de 65-67°C. Comprobado, nos hemos quemado al tocarla. En el mismo lugar hay una poscina termal con las mismas aguas pero a 37 grados.
Nos han dicho que merece mucho la pena el claustro de san Francisco que es una maravilla, pero a esta hora está cerrado y no queremos que se nos haga tarde así que queda pendiente para otra visita a la ciudad. 
Abandonamos Orense y partimos hacia Pontevedra (dando una enorme vuelta ya que nos equivocamos y llegamos hasta Vigo) y de ahí a Pedre que está a unos 20 kms. y que es donde tenemos el alojamiento Casa Florinda (ver crítica en TripAdvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g2587924-d2676910-r411177607-Casa_Florinda-Cerdedo_Province_of_Pontevedra_Galicia.html#SHOW_USER_REVIEW )

Nos instalamos, bajamos al río a ver una calzada y un puente romano, descansamos un poco en el jardín y vamos a cenar al pueblo siguiente que es Cerdedo a un restaurante que podemos recomendar: O novo camareiro; la comida es rica, aunque no hay mucha variedad, y el personal es amable (es de lo mejor que hemos encontrado por los alrededores) y tiene buen vino.

Viernes, 19 de agosto

Después de desayunar salimos para Pontevedra; hoy pasaremos la jornada conociendo la ciudad.
El día ha amanecido bastante gris y llueve bastante a ratos. Llegamos sin problemas pero estos comienzan al entrar en la ciudad pues todo el centro es peatonal y además están en fiestas, y nosotros nos metemos con el coche. Nos cuesta salir a zona de tráfico pero, tras un rato de agobio, lo conseguimos aunque vemos que es imposible aparcar en la calle y metemos el coche en el parking Central (OJO: Un bono para un día vale 6€; a nosotros unas 8 horas nos ha costado 12€. Tiene cuenta coger el bono si se va a dejar el coche mucho tiempo)
Nos dirigimos al centro y nos sentamos a tomar un café. Lo primero que hacemos es ir a la oficina de turismo que está en la Plaza de las Verduras una placeta muy, muy coquetona y con sabor antiguo; de hecho, era la zona donde se instalaba el antiguo mercado de las verduras. Allí nos dan algunas informaciones sobre lo más importante de la ciudad y nos un plano en el que aparece la ruta recomendada;, muy útil.
Comenzamos por esta placita y, tras callejear un poco, llegamos a otra más grande, Plaza de Méndez Núñez, donde se ha colocado una estatua de Valle-Inclán, como si fuera un transeúnte más,  a tamaño natural. Continuamos el recorrido por el Museo Provincial que es un precioso y ecléctico edificio, con parte antigua y parte nueva de arquitectura muy moderna. Frente a él se puede ver el Instituto donde estudió el famoso escritor hasta 1885.
No lejos de ambos edificios se encuentra el conocido Convento de las clarisas que se encuentra cerca del río, al lado de la plaza Barcelos, y en la calle de Santa Clara. El convento fue fundado en 1271 y tiene una portada ojival donde se representa la Resurrección. Dicen que pudo haber anteriormente un convento de templarios. Excepto por las vidrieras de la iglesia, el resto del exterior es de un aspecto austero casi a modo de fortaleza (y que necesitaría una restauración ya que se encuentra bastante deteriorado) y como es de clausura no puede visitarse, solo contemplar la capilla a través de un cristal (a veces la abren los domingos)

Llegamos paseando a la Plaza de la Leña (aquí todo está cerca porque el casco antiguo de la ciudad es relativamente pequeño) que es una de las que más nos ha gustado. Presidida por un crucero de piedra, recibe el nombre del producto que en ella se vendía para las antiguas cocinas. Es una de las estampas más típicas de Pontevedra con el crucero en el centro y los pequeños pazos que acogen el museo. De carácter regular se encuentra rodeada de casas típicas del centro histórico. Destacan en un lateral los edificios del Museo Provincial: primero el de Fernández López, luego el de Castro Monteagudo y unido a este por un gracioso puente el de García Flórez. Estos dos últimos una buena muestra de los pazos urbanos del siglo XVIII. Tanto la plaza como las calles adyacentes son lugares de tapas, vinos y comidas y a esas horas estaba muy animada repleta de terrazas donde los pontevedreses y los turistas tomaban un aperitivo. Nos sentamos en una de ellas a tomar un vino y unas tapas.
Tras el descanso, seguimos la ruta que nos condujo a la Iglesia Catedral o Basílica de Sta. María que está cerrada y a la que volveremos tras la comida (cuando abran). Datada en el siglo XVI, es desde 1962 Basílica, por decreto del Papa Juan XXIII. Actualmente, está considerada como Bien de Interés Cultural y fue declarada Monumento histórico-artístico en 1931.


Paramos un rato a comer en una de las muchas terraza del casco histórico y nos tomamos un pulpo a la gallega y unos mejillones que están riquísimos. De ahí nos dirigimos a la oficina de información de las Rías Bajas, que es diferente de la Oficina de Turismo local. Nos dan algo de información para visitar toda la zona (aunque no demasiado ni demasiado diferente de lo que se puede encontrar en interés en una búsqueda no muy minuciosa)









Buscamos el Parador de turismo y tomamos café en él (nos encanta tomar café o refrescos en los paradores). Bajamos a dar un paseo por la ría y accedemos desde la parte de abajo a la Basílica qye ya ha abierto y que es espectacular. Pasamos el resto de la tarde callejeando por la zona antigua y la ciudad nueva. Visitamos la famosísima capilla de La Peregrina, patrona de la ciudad.
Todo el centro está a rebosar de gente. Todo es bullicio y hay personas por todos lados: resulta que es la cabalgata de feria. Nos sentamos en un banco a ver el ambiente. Por cierto, frente a nosotros se encuentran tomando un café Manuel Manquilla, un famoso actor gallego que ha participado entre otras en  Airbag, Rey gitano o Torrente, el brazo tonto de la ley y que se encuentra  rodando una película en la zona; de hecho, ruedan una escena en la cafetería donde están: cámaras y micrófonos por todos lados y gente pidiéndole autógrafos y haciéndose fotos con él.
Ya cansados compramos unas empanada en un super y nos vamos al pueblo para cenar tranquilamente.

Sábado. 20 de agosto

De camino a nuestra casa rural hemos visto varias indicaciones de un parque arqueológico cercano que hoy hemos decidido visitar. Su nombre es  Parque Arqueológica de Arte Rupestre de Campo Lameiro (lo esencial son los geroglifos que pueden verse por todos lados) y pasear por él es una verdadera experiencia para los sentidos. Patrimonio Cultural y paisaje se dan la mano y desvelan la magia de sus piedras al contemplar los motivos principales y las escenas palmadas en los grabados rupestres gallegos en el contexto ambiental que le da sentido.
Los petroglifos se conservan en el tiempo, modificando su significado. El arte rupestre es un fenómeno que abarca varios milenios de duración, el conjunto principal de grabados gallegos se generó durante los milenios III y II a. C., en la edad de Bronce.
Al llegar, sorprende que en esa zona tan recóndita en medio de una sierra se encuentre semejante complejo. La visita al Parque Arqueológica incluye el acceso a tres espacios diferentes. La exposición estable, situada en el Centro de Interpretación y Documentación, es el lugar donde el visitante reúne la información necesaria para entender los enigmas escondidos en los petroglifos y descubrir los modos de vida de nuestros antepasados de la Edad de Bronce, aproximándote a su rico mundo simbólico.
Al acabar la visita a la exposición, ya eran las 12:30 hora en la que comienza  la visita con el guía (que era muy majo y explicaba todo a la perfección pero de forma muy amena y comprensible para todos, acompañándola de algún que otro chascarrillo), siguiendo un cómodo recorrido por el área arqueológica, desde el que se permite observar los diseños geométricos y naturalistas propios del arte rupestre gallego y observar alguno de los petroglifos más notables de Galicia mediante un itinerario de más de 3 kilometros de longitud salpicado por  áreas de descanso y  fuentes y atravesando un paisaje cultural extraordinario caracterizado por la alta densidad de petroglifos.
Finalizada la visita era hora de comer pero el pueblo más cercano solo tenía un restaurante y había lista de espera, así que decidimos volver a Pedre y mirar si en Cerdedo (el pueblo más cercano podíamos encontrar algo abierto para comer). Camino de este pasamos por una gasolinera en la que había una casa de comidas y allí paramos: un menú del día baratísimo y de comida casera. El sitio era sencillo pero el servicio y la comida, muy buenos; de hecho, tomamos una de las mejores sopas de marisco de nuestra vida.
Por la tarde, por medio de la propietaria de nuestra casa rural que nos puso en contacto con un chico llamado Tony (supermajo) que prepara rutas de senderismo por los parajes de la zona, nos apuntamos  esa tarde a una excursión que parecía interesante. El grupo se reunía para salir en la puerta del Ayuntamiento de La Estrada, un pueblo-ciudad a unos 30 Kms. de Pedre hacia el interior de la sierra.
Desde allí, en coche fuimos a una zona en el campo desde donde partía el sendero por el que íbamos a recorrer la zona. El recorrido era de 15 kms. pero no se hizo largo ni pesado pues la mayor parte del trayecto era terreno llano y tan variado que no resultó aburrido; incluso algunos de los parajes visitados eran espectaculares (y no había nadie!!)
Al finalizar, y por gentileza del guía, nos llevó a una verbena popular en la que tocaba un grupo de música folk gallega tradicional y nos invitó a chorizos a la sidra y sidra, Lo pasamos genial. Bailamos, comimos, nos reímos… daba pena irse a dormir, aunque se hizo un poco tarde y, tras despedirnos de todos y agradecer sus atenciones, volvimos a nuestra casa a descansar. Durante la ruta, una de los participantes llamada Rita que era de Cambarro (lugar que teníamos pensado visitar) nos recomendó varios lugares para ver y comer, entre ellos uno pequeño y original ene l que la especialidad era una exquisita ensalada de sandía (Rúa 19).
En el trayecto desde La Estrada a Pedre se pasa por un pueblo famoso por una fiesta local conocida como “A rapa das bestas”, y la verdad es que casi nos comemos (literalmante) las bestas ya que en mitad de la carretera había un gran número de caballos salvajes que eran un verdadero peligro, especialmente por la noche y por esta carretera de montaña; fue un pequeño susto que tuvimos a la vuelta.

Domingo, 21 de agosto

Tras levantarnos y desayunar nos dirigimos  Tui y nos quedamos impactados porque, aunque eran las 11:30 parecía una ciudad fantasma: ni una persona por la calle y todo cerrado. Vamos a la oficina de turismo (delante de la catedral) a por información y nos enteramos de que aquí abra todo sobre las 13:00. En esta ciudad comienza el llamado “Camino portugués” hacia Santiago. Intentamos entrar en la catedral de Santa María pero está cerrada y abrirá más tarde para un concierto (al final no llegamos a verla pues lo intentamos varias veces a a diferentes horas pero no nos dejaron entrar con excusas varias (genial la forma de fomentar el turismo aquí!!!)
Por fuera, esta catedral es muy curiosa porque realmente no parece un templo sino más bien una fortaleza si no fuera por el pórtico. El edificio catedralicio actual comenzó a tomar forma a lo largo del siglo XII tras los convulsos períodos de invasiones sarracenas y normandas cuando la ciudad es erigida nuevamente como sede episcopal. Es entonces cuando los obispos, con el apoyo de reyes y nobles, impulsan la construcción del templo consiguiendo para este fin numerosos privilegios y concesiones.
La presencia de murallas y fortificaciones denotan el carácter defensivo de la ciudad, dada su importancia estratégica como cruce y confluencia de caminos. Al parecer es muy interesante en el interior pero, por desgracia, fue imposible el acceso.
Nos sentamos en la terracita de una cafetería, Santiamén, justo frente a este imponente edificio a tomar un café. A continuación callejeamos por el casco histórico (cárcel vieja, Iglesia de San Telmo…) y luego bajamos hasta la zona del río Miño para contemplar las preciosas vistas desde uno delos miradores.
Abandonamos Tui en dirección a La Guardia y nos dirigimos directamente a la zona del puerto y paseo marítimo que es donde se encuentran la mayoría de bares y restaurantes. Estaba repleto de gente y todo lleno a rebosar. Cogemos –de milagro- una mesita en una terraza frente al mar (Restaurante El Paseo: muy buena relación calidad-precio) y pedimos algunos platos típicos que estaban deliciosos: Mejillones, pulpo a feira, langostinos a la plancha y pimientos de padrón. De postre nos compramos un helado artesano en La fábrica del gelatto y nos lo tomamos mientras recorremos el paseo.

Hacemos unas fotos del pueblo desde la playa que se ve precioso y emprendemos camino hacia Bayona. En el trayecto paramos para ver un precioso monasterio que se erige justo a orillas del mar, Monasterio de Oia, que no pasa desapercibido ya que es espectacular y se ve desde la carretera.
 Pero cuando llegamos a Bayona…¡HORROR! No recordábamos que se está celebrando la vuelta ciclista y justo hoy a esta hora pasa por aquí. Resumen: todo cortado y caótico, incluidos los accesos a Bayona por lo que nos vemos obligados a tomar una carretera de circunvalación y resignarnos a pasar de largo por esta localidad que teníamos interés en conocer. Tampoco podemos tomar café en el parador de Bayona que era nuestra primera intención.
Seguimos pues bordeando la costa  haciendo algunas paradas en lugares bonitos y miradores como en el faro Silleiro. Llegamos a Vigo después de aguantar un atasco monumental debido al caos de la vuelta ciclista.
Vigo no nos gusta mucho, Es una ciudad incómoda, llena de cuestas, pequeña y un poco insulsa. No tiene nada especial.
 
La verdad es que nos ha parecido una ciudad grande pero “ni fu ni fa”Recorrimos el caso antiguo, subimos al castillo (no hay nada más que alguna muralla, pero las vistas son muy chulas), visitamos la cocatedral y la plaza de la Constitución que estaba muy animada y en la que nos tomamos un refrigerio sentados en una de la terrazas que la llenaban. Callejeamos un poco más por la zona antigua que han restaurado y no está mal. Es una ciudad, en nuestra opinión, prescindible.
Volvemos a Pedre y vamos a cenar al pueblo de al lado, Cercedo.

Lunes, 22 de agosto

Hoy salimos hacia Combarro con idea de probar en Rúa 19 la famosa ensalada de sandía y ver el pueblo. Resulta una localidad con encanto pero pequeñísima, con casitas típicas de piedra y muy cuidado. Lo más emblemático son los hórreos que se disponen a orillas del mar y que conforman una bonita y original imagen.

Entre unos y otros discurren hasta el agua unas rampas por las que antaño bajaban las embarcaciones. La verdad es que el pueblo es excesivamente turístico; debe de ser una maravilla en invierno, con la marea alta y sin turistas. Hoy era un poco agobiante pues las callecitas son estrechísimas y había cientos de turistas gritones. Y tiendas de souvenires a cada paso (lo que estropea bastante la imagen bucólica del lugar), ¿pero qué sitio bonito y especial no está hoy día repleto de tiendas de recuerdos?. Además a la hora en que lo visitamos había marea baja y el paisaje era un poco feo y daba impresión de sucio.
 
Nos sentamos en un lugar junto al mar, un bar restaurante que en el exterior tenía una terraza enorme con cientos de mesas de madera. A nuestro lado una familia andaluza y vulgar que hablaba a gritos y lanzaba risotadas escandalosas. Para remate pido un café solo corto y me ponen una taza de café con leche llena de café de puchero aguado. O sea, que aunque el pueblo era precioso, no elegimos el mejor momento para visitarlo y la impresión general no fue muy buena.
Desde Cambarro seguimos ruta hasta Sanxenxo que, por el nombre, siempre nos imaginamos como un pueblecito típico y tranquilo, con encanto. ¡¡Qué gran decepción!! Un horror. Es la Marbella del norte: playa, miles de sombrillas, turistas por miles, chiringuitos, ruido, apartamentos… ¡Un horror! Un sitio sin nada que ver interesante. Lo único bueno fue enl paseo que dimos por un camino junto al mar y donde encontramos un restaurante a la orilla del mar (Rest. Marlima) con muy buena pinta y tranquilo en el que decidimos comer. Muy recomendable y no demasiado caro.


Mesas y sillas cómodas, manteles de tela, servicio atento y esmerado y comida exquisita: Fideua de almejas, para chuparse los dedos. Vino bueno: Ramón Bilbao.
Desde aquí nos acercamos a la isla de La Toja, que no tiene nada de especial salvo el balneario en el que no entramos. Hacía mucho calor así que nos sentamos bajo unos pinos a descansar un rato y abandonamos el lugar, “sin pena ni gloria”
El último lugar que visitamos fue Cambados. Si llegamos a saber cómo era (si hubiéramos preparado más este viaje y no hubiera sido tan precipitado) , habríamos pasado de largo por La Toja y Sanxenxo y habríamos pasado el día en este pueblo. Precioso y muy cuidado. De los que más nos han gustado. Es un placer recorrer sus calles y plazas. Un lugar que merece mucho la pena. Cambados es un auténtico museo al aire libre esculpido en granito, que atesora uno de los conjuntos históricos mejor conservados de Galicia por la infinidad de pazos señoriales, calles nobles,  monumentos, esculturas…  
Cambados nace de la fusión de tres villas históricas que mantienen su autenticidad: Fefiñáns, con un marcado carácter noble, Cambados con sus bellas plazas, calles y ruinas de Santa Mariña, y el  carácter eminentemente marinero de San Tomé. Su unión hace de Cambados un lugar único en Galicia.
Lo primero que hicimos fue acercarnos a la oficina de turismo para que nos dieran indicaciones sobre qué ver en la tarde que íbamos a pasar aquí. Se encuentra en el Paseo de A Calzada, la unión natural entre las antiguas villas de Fefiñáns y Cambados. Se construyó en el año 1852 con piedras del antiguo convento de San Francisco y posteriormente se plantaron los árboles en el 1855. Se encuentra ubicada en un pazo al lado de del Ayuntamiento.
Recogida la información nos encaminamos al Parador de Turismo donde tomamos un café con pastas. El Parador se ubica en el antiguo Pazo de Bazán, construido por D. Pedro Bazán de Torres, párroco de Cambados, en el s.XVII, restaurado en el  XVIII por Pedro Bazán de Mendoza, siendo residencia de su hijo Pedro Pablo Bazán de Mendoza famoso traductor de Voltaire, y Luisa Bazán, bisabuela de la conocida escritora Emilia Pardo Bazán.
A continuación nos dirigimos a la plaza Plaza de Fefiñáns que está formada por el pazo de Fefiñáns, el arco-puente, la atalaya Torre del Homenaje, y por la iglesia de San Benito, siendo uno de los conjuntos arquitectónicos más bellos y admirados de Galicia. Antiguamente era conocida como la plaza del mercado, pues allí era donde se celebraba este semanalmente.  El Pazo de Fefiñáns fue declarado Bien de Interés Cultural en el 2012. Es un edificio imponente cuya construcción comenzó en el s.XVI y finalizó un siglo después, en el s.XVII.
 
El pazo, posee una clara influencia de la arquitectura renacentista italiana, patente sobre todo en la composición de sus fachadas.  Tiene forma de "L" con dos bellos balcones circulares de indiscutible belleza situados a ambos extremos del edificio. Dos grandes portalones de acceso, y sobre ellos, dos grandes escudos de linajes familiares, introducidos por D. Fernando de Valladares embellecen la fachada de la espectacular edificación. El lado norte del palacio está dedicado a D. Fernando de Valladares y el lado de poniente a D. Gonzalo.
Una gran torre almenada y un arco-puente de traza barroca en el extremo norte del pazo, que, antiguamente estaba acompañado por otros tres, complementan el conjunto arquitectónico.
Hoy en día, en los bajos del palacio se sitúan dos bodegas de vino albariño, bodega Joaquín Gil Armada y bodega Palacio de Fefiñanes; ésta última fue la primera bodega que comercializó el vino albariño con marca y etiqueta.
El pazo estaba abierto al mar antiguamente, para controlar las invasiones que se dirigían a Santiago que era una ciudad muy rica desde el descubrimiento de la tumba del apóstol.
Se puede visitar el interior del mismo (dos visitas por la mañana y una por la tarde, de 6 a 7, que fue la que nosotros hicimos, con un precio de 6€). Se recorren algunos de los salones (no todo ya que hay una parte privada en la que viven los propietarios) y los viñedos, muy interesantes por ser los primeros viñedos que produjeron vino albariño de forma industrial: la primera botella etiquetada para la venta al público salí de aquí. (una de las visitas incluye una cata de vino pagando un suplemento) Además se recorre un sorprendente y salvaje bosque interior en el jardín en el que se pueden contemplar ejemplares de árboles centenarios.
Finalizada la visita que dura casi dos horas, damos un paseo por la zona recorriendo las calles, plazas y edificios señoriales antes de sentamos a tomar un refresco en la plaza, entre otros edificios, los más llamativos son: Plaza de As Rodas (esta plaza era antiguamente conocida con el nombre de plaza Diaria, puesto que era un lugar en el que se podía adquirir productos frescos, como pescado y verduras diariamente; hoy es un lugar para el tapeo), Pazo del Torrado (del siglo XVIII), Plaza de Ramón Cabanillas, Pazo de Fajardo o Salgado (del s. XVII), Plaza de Alfredo Bañas, Casa de las Conchas, Casa Fariña o Casa Ricoi que alberga hoy el Museo Etnográfico y del Vino (Antigua casa rectoral del s. XVI),
Ya anocheciendo nos dirigimos a la zona del muelle para contemplar la Torre de San Sadurniño, restos de una estructura defensiva que vigilaba la entrada de piratas y bandidos a la ría y comunicaba la invasión con hogueras que se veían de una a otra torre. Hoy son solo ruinas.
Volvemos al centro para recoger el coche ya de noche y cuando salíamos del pueblo pasamos por Ruinas de Santa Mariña Dozo, situada en la falda del monte de A Pastora, en las inmediaciones de un antiguo castro, y que son son los restos de la antigua iglesia parroquial de Santa Mariña, patrona de Cambados.  Sus restos fueron declarados Monumento Nacional en el año 1943.

 Es un lugar impactante, misterioso y macabro –especialmente si se visita de noche-ya que estas ruinas albergan hoy en día “el más melancólico camposanto del mundo” en palabras del escritor Álvaro Cunqueiro. Hoy es el cementerio del pueblo. Un lugar que no se puede dejar de visitar.

Martes, 23 de agosto

Hoy hemos decidido visitar Santiago de Compostela pese a que ambos conocemos esta ciudad.
De entrada, imposible aparcar. La ciudad está a rebosar de locales y de peregrinos llegados de todos los rincones del mundo. Dejamos el coche en un parking y nos sentamos en una cafetería a tomar un café. Nos dirigimos lo primero a la plaza del Obradoiro y…¡CHASCO!, la catedral está en obras; la están restaurando y está cubierta de paneles y redes.
 Preguntamos en la oficina de turismo y nos dicen que ha habido filtraciones de agua y humedades en la fachada principal y en el famoso Pórtico de la Gloria (que no vemos porque está tapado). Parece que las obras deberían acabar en el 2020, pero cada año –nos dicen- las previsiones se prolongan en el tiempo. Vemos que han limpiado una de las torres y…¿HORROR OTRA VEZ!, la han dejado de blanco nuclear, igual que hicieron en la de Burgos y que le ha hecho perder gran parte de su encanto. En turismo nos dan planos muy útiles y horarios de sitios para visitar.
Nos acercamos a la catedral para visitarla pero las colas son kilométricas y decidimos no pasar ya que ambos la hemos visto anteriormente (si luego hay menos gente, entraremos)
Nos dedicamos toda la mañana a callejear por el maravilloso casco histórico de esta bella ciudad.
Nos acercamos al famoso Colegio de Fonseca en cuyo claustro ahora hay una exposición de ciencia e investigación de la Universidad de Santiago. A continuación nos acercamos a la también famosa Casa de la Troya cuyo interior nunca hemos visitado y que han inaugurado el año pasado; pero cierra de 14:00 a 16:00 así que nos vamos a buscar dónde comer para volver más tarde. Al pasar por la puerta de la catedral, la cola ha desaparecido y accedemos al interior sin esperar ni un minuto (¡vaya suerte!)
Al salir vamos a comer a un restaurante muy recomendado en TripAdvisor, Casa de Xantar: Bierzo Enxebre. Nos pedimos dos entrecot de ternera y una ensalada. El sitio es bonito pero la comida nada del otro mundo, más bien regular.
Al salir entramos a visitar la Casa de la Troya que es muy curiosa y está muy bien recreada con la mayoría de las piezas originales. Era una pensión particular en la que se hospedaban estudiantes universitarios de carácter alegre y a los que les iba bastante la juerga; de hecho, en el salón ensayaba frecuentemente la tuna. Aparte de las estancias privadas, la casa contaba con dos habitaciones para estudiantes: una con cuatro camas y otra con una cama (obviamente más cara). La visita merece mucho la pena.

El resto de la tarde lo pasamos recorriendo la ciudad y visitando algunos de los lugares más interesantes, siguiendo la ruta recomendada en el mapa. Merendamos en un precioso hotel, Monumento San Francisco, un convento de franciscanos reconvertido en hotel con la iglesia al lado en la que se ubica el Museo de Tierra Santa.
Una vez cae la tarde, regresamos a Cerdedo a cenar. Hacemos unas fotos de su preciosa iglesia y nos vamos a dormir.

Miércoles, 24 de agosto
El viaje se ha acabado y emprendemos la vuelta. Galicia nos despide llorando, pero con un berrinche enorme porque diluvia y la temperatura ha caído hasta los 16ºC
Hemos previsto volver por Zamora, ciudad que no conocemos, y pasar allí el día para continuar el viaje hacia Albacete al día siguiente.
Lo primero que hacemos, dado que casi son las tres de la terde, es buscar un sitio para comer (en el hostal nos han dado muchísima información sobre zonas de comida, tapas, noche…) así que nos dirigimos a un plaza cercana donde al parecer hay varios sitios; está todo lleno pro encontramos una mesita en una callejuela peatonal en un local llamado El Maestro, donde finalmente hemos comido de maravilla: brochetas de langostinosrebozados y aliñados con salsa tártara, huevos rotos con picadillo zamorano, alcachofas rellenas de bechamel de gambas alabardadas con bacon y rebozadas con tempura, morcilla zamorana con salsa dulce de Oporto, pasas y piñones, tomatito aliñado y, de postre, crema de tiramisú casera. Todo muy de diseño, muy original y riquísimo; y el precio muy ajustado. Una buena elcción.
Sobre esta ciudad debemos decir que nos ha impactado. Es una verdadera maravilla. PRECIOSA.
Y el casco histórico es muy grande y espectacular; muy, muy cuidado. Verdaderamente nos ha sorprendido mucho esta joya tan desconocida.
Nos dedicamos todo el resto del día a recorrer la ciudad que se divide en varias zonas. Llegamos, atravesando la plaza de la catedral, hasta el castillo que está muy bien conservado, bastante bien restaurado y con unas vistas preciosas y paseamos por su interior.

La casa del Cid, el mirador del Troncoso, puente de piedra, puerta de Doña Urraca, plaza de la Constitución, iglesia de San Andrés, Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, Iglesia de Santa María Magdalena, Iglesia de San Andrés, Palacio de los Momos, Convento del Tránsito,
Hay multitud de iglesias diseminadas por todo el casco antiguo.
Bajamos al río y visitamos las Aceñas de Olivares, un conjunto de cuatro molinos de origen medieval (siglo XI) situados sobre el cauce del río Tajo y que fueron la primera industria de la ciudad. Se levantaron hasta siete ruedas para la molienda del trigo con sus correspondientes presas o azudes. En la primera aceña, completamente reconstruida, se ubica la recepción de visitantes, mientras que en cada una de las otras tres aceñas se ha reconstruido un martillo pilón, un batán y un molino respectivamente.
La parte de arriba se ha dedicado casi exclusivamente a museos.
En la primera de ellas, conocida como “La Primera”, se enseña la importancia de los ríos como origen de las civilizaciones, el nacimiento de Zamora, las noticias más antiguas de las Aceñas de Olivares y los rudimentos de la tecnología molinera. En la segunda, llamada “La Manca” se abordan los recursos económicos aportados por el río, la ciudad en la Edad Media, los diferentes tipos de molinos hidráulicos y el organigrama social y de trabajo en las Aceñas. En la última, “ La Rubisca”, se explica el devenir de Zamora en el Siglo de Oro y la evolución de las Aceñas y el barrio de Olivares hasta el siglo XX.
Terminada la visita damos un paseo por una senda que bordea el río y nos lleva hasta el famoso puente romano, perfectamente conservado, y subimos por una de las muchas cuestas, cerca del puente de piedra, hasta el casco histórico.
Finalmente volvemos a la Plaza Mayor o del Ayuntamiento, nos sentamos en una terraza y cenamos muy bien a un buen precio: por 13€, un plato de salchichón ibérico, un plato de queso curado, una cerveza grande y una copa de Ramón Bilbao.
 Para rematar la visita de la ciudad vamos al Parador, ubicado en el antiguo palacio de los Condes de Alba y Aliste, a tomar algo caliente.

Jueves, 25 de agosto
Nos levantamos, desayunamos en un café frente al hostal y emprendemos el viaje de vuelta. Llegamos a Albacete a media tarde sin novedad.

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