Este año el viaje de las chicas de la Semana Blanca nos ha llevado a Nápoles y con un día más en esta ocasión; aunque con una persona menos que no ha podido venir por problemas familiares.
Tras una
noche de viernes bastante corta en sueño (pues salimos de Albacete a las
04:15), hemos llegado a Madrid temprano y cogido el avión en la T4 a la hora en
punto. Aterrizamos en Nápoles bajo un cielo cubierto sobre las 11:30. En el
aeropuerto espera el transfer contratado que lleva a siete del grupo al hotel.
Dos de nosotras que no teníamos este transporte contratado llamamos al hotel
que ofrece el servicio de envío de taxi (vale 16€ y al llamar te dan la
referencia del taxista que te recogerá y que llega en apenas 10 minutos) y lo
compartimos un taxi con una pareja de profesores de Albacete -compañeros de
otros centros que encontramos casualmente en el avión y que se hospedan en el
mismo alojamiento. Llegamos al hotel, Piazza Bellini (ver crítica en
Tripadvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187785-d646334-r464705236-Hotel_Piazza_Bellini-Naples_Province_of_Naples_Campania.html)
en una media hora (el aeropuerto se encuentra
tan solo a 4 km. de la ciudad) y lo primero que hacemos es ir a comer a una
pizzería cercana, Vise, que nos recomiendan en el hotel y que resulta ser un
local que no está mal, pero en el que hay demasiado ruido; las pizzas que
probamos -eso sí- estaban riquísimas, entre ellas - cómo no- la Margarita.
Con los
estómagos llenos decidimos visitar la ciudad subterránea, Napoli Sotterranea, que es una de las atracciones más famosas de
esta ciudad: una red de laberintos en el subsuelo de Nápoles. La entrada son
10€. Se trata realmente de lo que en un principio fueron unas enormes canteras
unidas por numerosos corredores y túneles que posteriormente sirvieron de
refugio para los habitantes de la ciudad durante la II Guerra Mundial.
Las primeras
excavaciones datan de fines de la prehistoria, de hace 5000 años y
posteriormente fueron explotadas por griegos y romanos. Solo tres del grupo
bajamos a las grutas, Charo, Nani y yo, ya que el resto considera la
actividad un poco claustrofóbica y deciden quedarse paseando por el centro, al
aire libre. El recorrido tiene una duración de dos horas y el precio es de 11€;
las visitas son, por supuesto, guiadas y se realizan en todos los idiomas a
diferentes horas. Nosotras entramos a las 16:00.
La mayoría
de los espacios que incluye la visita son las zonas de canteras, además de
cisternas, privadas o públicas, y una extensa red de angostos y largos
pasadizos, tallados en la piedra, que en algunos tramos se reducen a 50 cm. de
ancho y deben recorrerse de lado. En la zona más larga y estrecha el guía
reparte unas palmatorias y el trecho se recorre a la luz de las velas. Esta
atracción no es en absoluto recomendable para personas con claustrofobia pues
llega a ser un poco agobiante en algunos tramos.
Al finalizar
la visita subterránea salimos a la superficie y nos encontramos que está
diluviando; por varias callejas anexas nos conducen a una casa en cuyo sótano-garaje
se descubrió un teatro romano que permanece oculto en sus bajos y al que se
accede a través de una trampilla oculta bajo una cama; para abrir la trampilla
hay que desplazar la cama de su sitio mediante un original sistema
de railes por los que se desliza. El teatro más hay que imaginarlo pues
quedan apenas restos entre las construcciones modernas. Es algo pintoresco y
curioso, alguna de las casas tiene ventanas que dan al teatro romano subterráneo.
Terminada
esta visita volvemos a salir de nuevo al exterior donde continúa jarreando y totalmente
caladas llegamos al café literario frente al hotel donde nos espera el resto
del grupo. Obviamente, lo primero que hacemos es subir a las habitaciones a
intentar secar con el secador de pelo y la bomba de calor los plumas que están
empapados.
Cenamos en el restaurante que linda con el hotel, L´etto, un lugar
moderno y agradable en el que se paga la comida por peso por peso de la comida
del plato, regentado por un personal formado por chicas jóvenes y amables.
Domingo, 26 de febrero
Hoy
dedicaremos el día a visitar las ruinas de Pompeya y Herculano y/o Villa de
Popea (depende del tiempo)
Tras el
desayuno nos dirigimos a la plaza Dante a coger el metro (línea 1) hasta la
estación Garibaldi donde se puede tomar un tren de cercanías (Circumvesubiano)
que en dirección a Sorrento tiene paradas en los sitios que queremos ver. El
billete de metro vale 1€ y el circumvesubiano hasta Pompeya 2,60€. La estación
Garbaldi no es la primera parada de la línea, sino la segunda por lo que, si es
temporada alta, es recomendable ir a la otra estación (Napoli Porta Nolana) y
tomarlo desde el principio pues el tren se llena de gente enseguida (nosotras
nos equivocamos de dirección y llegamos a ella; gracias a eso cogimos asientos
para el viaje).
Tras un trayecto
de 40 minutos el tren para en la estación de Pompei Scavi – Villa dei Misterii que
es donde hay que bajar (la entrada se encuentra a unos 100 metros). En la misma
estación, en la planta superior, se pueden alquilar las audioguías o contratar
un guía en tu propio idioma, que fue lo que hicimos por 120€ una visita de tres
horas (siendo un grupo sale muy bien de precio, es más cómodo y la información
es mejor). También desde allí se pueden realizar excursiones al volcán.
Esperamos
unos 15 minutos a que llegara Ciro, que así se llamaba el guía (con el que
quedamos para el día siguiente todo el día para visitar Nápoles: de 8:30 a
18:00 por 220€), y con él nos dirigimos a las taquillas para sacar las
entradas. Hay que decir que en Italia es muy útil el carnet de profesor con el
que en la mayoría de los monumentos y museos (incluidos Pompeya, Herculano y
Villa de Popea) hacen un descuento muy interesante. La entrada normal son unos 12€.
El paseo por
Pompeya resulta muy interesante pero hay muchas casas cerradas, de hecho, la
primera vez que lo visité entré a muchas casas; la segunda, a menos; ahora, a casi
ninguna.
Pompeya
fue una ciudad de la antigua Roma, el equivalente a Las Vegas de hoy (una
ciudad de juego, bebida y sexo, según nos relató el guía) que quedó sepultada por la gran erupción del
Vesubio en el año 79 d.C. Al ser sepultada con tanta violencia y de forma repentina,
la ciudad presenta un estado de
conservación inmejorable, mostrando la mayoría de sus edificios,
elementos decorativos, e incluso los restos de algunos de sus habitantes.
Realmente, el volcán llevaba tiempo avisando de la erupción, pero los
habitantes de Pompeya no hicieron caso a estos avisos.
Las
ruinas de Pompeya son muy extensas y es posible recorrer gran cantidad de edificios
en los que los ciudadanos hacían su vida diaria, entre los que
destacan algunos templos, la basílica, el foro y las termas, además de algunas
casas de las más lujosas decoradas con frescos y mosaicos. Uno de los edificios
más curiosos es el lupanar, un prostíbulo de la época en el que pueden verse las rudimentarias camas de piedra
que utilizaban, además de algunos frescos con pinturas eróticas. En el granero
del foro se conservan una gran parte de los restos arqueológicos, además de las
figuras de algunos de los cuerpos que fueron encontrados bajo las
cenizas, no obstante, la mayor parte de elementos que se muestran son réplicas
pues los originales se conservan en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
Como
curiosidad hay que fijarse en los enormes
pasos de cebra de piedra que se utilizaban en aquella época. Con
ellos los ciudadanos podían cruzar la calzada sin mancharse los pies, ya que
ésta estaba normalmente inundada y bastante sucia; al mismo tiempo, entre las
grandes piedras podía pasar las ruedas de los carros cuyas marcas pueden verse
nítidamente todavía.
Finalizada
la visita comemos en la terraza del restaurante de detrás de la estación: Sgambati,
servicio impecable, rápido y comida deliciosa; la mejor mozzarella que hemos probado, unas
ensaladas exquisitas en una terraza muy agradable.
Nuestra
intención era visitar Herculano y la Villa de Popea, pero no queda tiempo así
que decidimos ver la villa. Hay que tener encuenta que en verano, el horario es
amplio, pero en invierno el último pase a cualquiera de los tres sitios es a
las 15:30 (cierran a las 17:30)
Compramos nuestros billetes para dirigirnos a la villa y corriendo subimos a la estación. Ya en el andén, una de nosotras decidió aprovechar los minutos que restaban para la llegada del tren para limpiar sus bolsillos de papeles inútiles y billetes gastados; pero con las prisas y carreras, involuntariamente arrojó el ticket de este trayecto a la basura. Se vivieron momentos de tensión -y de risas- al verla con medio cuerpo dentro de la papelera intentando recuperar el billete perdido. Por fin, después de remover un poco la basura, apareció. 😂 😂 😂 😂
Tomamos de
nuevo el tren circunvesubiano en dirección de vuelta hacia Nápoles y bajamos en
Torre Anunciata-Oplonti que es la parada de la Villa de Popea. Hay que seguir
las indicaciones (está bien señalizado el camino) ya que hay un pequeño paseo
desde la estación. La entrada normal vale 5,50; la reducida por profesor, 2,75.
En 1997 fue
incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO por contener las más
elegantes pinturas murales de época romana.
Las últimas
hipótesis sobre Oplontis plantean que estaría situada al borde del mar y que
habría sido desplazada de la costa como consecuencia de la erupción del Vesubio
del 79 d.C. Según la geóloga Elda Russo, la Villa de Popea Sabina se encontraba
originariamente encima de un acantilado de 15m. de altura, con extraordinarias
vistas panorámicas del Golfo de Nápoles. Construida en diferentes terrazas, con
amplias zonas ajardinadas, a través de ellas tendría acceso directo al mar.
La Villa de
Popea Sabina fue construida a mediados del siglo I a.C. y ampliada de modo
importante en época Claudia. A causa de una inscripción hallada en una ánfora,
se ha interpretado que esta lujosa residencia veraniega pertenecería a Popea
Sabina, la segunda esposa del emperador Nerón. Construida a lo largo de un eje este
- oeste, simétrico a un cuerpo central, la villa se encontraba rodeada de
grandes jardines con arcadas y contaba con una gran piscina en su interior
rodeada de estatuas que puede contemplarse intacta (las estatuas se hallan en
el museo).
Las habitaciones de Villa Popea son reconocidas mundialmente por sus
suntuosos frescos, extraordinaria muestra de los estilos de pintura mural
romana, la madurez del Segundo Estilo y su transición la Tercer Estilo. En las
pinturas del Segundo Estilo, las representaciones arquitectónicas abren la
perspectiva del lugar, dando la sensación de ser una ventana por la que mirar
el exterior. En la pintura mural de la sala 8, el caldarium, se abandona la
perspectiva del segundo estilo y la vista panorámica del exterior. En el tapiz
o marco central se representa la escena mitológica de Hércules en el Jardín de
las Hespérides. En esta pintura encontramos también otra de las características
del Tercer Estilo, la división del espacio en áreas de diferentes colores:
marrón, rojo y oro. En esta estapa, la arquitectura toma una forma mucho más
estilizada; las columnas por ejemplo pierden la sustentación del momento
anterior, quedando representadas tan sólo por unas finas líneas.
Es un lugar
excepcional que merece indudablemente una visita.
Volvemos a
la estación y tomamos el tren de vuelta a la ciudad. Desde la estación volvemos
al hotel paseando aunque los barrios por los que pasamos no tienen muy buena
pinta, de hecho, bastante mala; aunque no hemos tenido ningún percance en todo
el viaje y hemos desmentido en persona la fama de ciudad peligrosa que tiene
Nápoles.
Nos tomamos
unas bebidas en el café literario frente al hotel; la plaza está animadísima y
repleta de jóvenes a esas horas (lo estará hasta altísimas horas de la noche)
Todos los
restaurantes están repletos de gente, igual que la calle, y nos cuesta
encontrar un lugar para las nueve personas que formamos nuestro grupito.
Finalmente, tras esperar más de media hora, conseguimos una mesa y cenamos en un
restaurante cercano, trattoria Napoli Notte, muy animada y la comida rica.
Lunes, 27 de febrero
Ayer
quedamos con Ciro, el guía que contratamos en Pompeya, en pasar el día hoy mostrándonos
la ciudad que tan bien conoce (desde las 8:30 a 18:30) visitando los lugares
más emblemáticos.
Tras el
desayuno, llega puntual nuestro e iniciamos el paseo por la calle del hotel en
dirección al convento Santa Clara. La Basílica y el Convento se construyeron
entre 1310 y 1340, sobre un complejo de baños romanos del siglo I d. C.
El complejo
monástico de la basílica incluye un monasterio con cuatro claustros
monumentales, excavaciones arqueológicas, y un museo donde se pueden ver los
restos de frescos de Giotto en las salas que era ocupada por las monjas.
Cada primer sábado
del mes de mayo las cápsulas que contienen la sangre de San Genaro (patrono de
la ciudad de Nápoles) son trasladadas en solemne procesión desde la Catedral de
Nápoles hasta esta basílica, para celebrar en ella el fenómeno de la licuación
de la sangre del santo mártir.
Visitamos la iglesia que, como curiosidad, incluye
una capilla en la que se encuentran las tumbas de varios Borbones y que es la
mayor iglesia gótica de la ciudadAl salir nos
dirigimos al claustro, al que se accede por un lateral, pero no abre hasta las 10:00
así que, para aprovechar el tiempo, nos acercamos a Gesú Nuovo (una curiosa
iglesia con una fachada de picos como Salamanca, y con unos símbolos extraños
tallados en cada diamante que aún no han podido ser explicados) La Iglesia de
Jesús Nuevo o Gesù Nuovo se construyó como palacio en el siglo XVI; años más
tarde, los jesuitas convirtieron este edificio en una iglesia. Aún se conserva
la fachada original del palacio. Durante el paso de los años, se construyeron varias capillas y obras de arte, lo que ha otorgado una combinación heterogénea de arquitectura y arte a este edificio. En la actualidad, arquitectura gótica y barroca coexisten junto con numerosos ejemplos de arte sacro italiano como frescos y esculturas. Su interior alberga (a la izquierda del altar mayor) una capilla dedicada a un médico: el Beato Giussepe Moscatti, del que se conserva la consulta y el dormitorio; las peredes están decoradas con cientos de exvotos.
A las 10:00
volvemos a Santa Clara para visitar el claustro que es una de las atracciones
más importantes de la ciudad pues es un claustro alicatado de preciosos
azulejos todo él, bancos y columnas. En su interior hay un pequeño museo y se
puede visitar también un precioso y grande belén artesanal del siglo
XVII.
Desde aquí nos dirigimos a la iglesia de San Severo (7€), quizá la más visitada de Nápoles, y que alberga el famosísimo Cristo Velatto.
Normalmente a la entrada
suele haber unas colas larguísimas e incluso se puede llegar a esperar horas
para accederéal interior pero, por suerte, a la hora en que llegamos aún no se
ha formado. El Cristo se sitúa en el centro del recinto y es la atracción
principal: una escultura impresionante de Giuseppe Sanmartino, quien recibió el
encargo de realizar «una estatua en mármol esculpido, de tamaño natural, que
represente a nuestro Señor Jesucristo muerto, cubierto de un sudario
transparente tallado en el mismo bloque que la estatua”
Desde aquí nos dirigimos a la iglesia de San Severo (7€), quizá la más visitada de Nápoles, y que alberga el famosísimo Cristo Velatto.
(Fotos de Sansevero tomadas de Internet: http://www.ecowheelsitaly.com) |
No obstante, aún es más sorprendente la escultura situada a la derecha del altar que representa un hombre atrapado por una red.
La red, perfecta y delicadamente tallada en mármol, es la más espectacular que hemos visto. Por una puerta lateral se accede a una cámara subterránea donde se encontraba al principio el Cristo Velado y que hoy alberga un pequeño museo donde lo más llamativo son dos máquinas anatómicas: dos esqueletos, hombre y mujer, con todas sus venas, arterias y órganos conservados por medios artificiales. Parecen ramas.
Finalizada la visita, paseamos por el casco antiguo recorriendo sus calles repletas de gente y sus tiendecitas. Atravesamos la famosa calle de los belenes, en el barrio de Spaccanapoli; es la vía San Gregorio Armeno, donde se concentran los talleres y las tiendas de los artesanos belenistas que siguen haciendo sus maravillosas figuritas como las hacían sus antepasados en el siglo XVIII. En alguna de ellas se exponen belenes antiguos, verdaderas piezas de arte. Entramos en uno de esos talleres y contemplamos la obra.
En algunos, pueden
hacer un pastor con tu cara, con ropas antiguas o modernas, para colocar en
nuestro propio belén.
Durante el paseo por el casco antiguo podemos disfrutar de una de las escenas más famosas de esta ciudad: las estrechas (y no tanto) calles en las que los vecinos tienden sus ropas en cuerdas que atraviesan la calzada de un edificio al de enfrente.
Durante el paseo por el casco antiguo podemos disfrutar de una de las escenas más famosas de esta ciudad: las estrechas (y no tanto) calles en las que los vecinos tienden sus ropas en cuerdas que atraviesan la calzada de un edificio al de enfrente.
Sobre la una
llegamos a comer a la pizzería más antigua, conocida y concurrida de Nápoles,
La Antica Pizzería Da Michele. Un local muy famoso por su pizza y porque Julia
Roberts se come una pizza allí en Come, Reza, Ama (hay una foto colgada en la
pared). Está siempre a rebosar y en su puerta se agolpa la gente que es capaz
de esperar horas para conseguir mesa. Hay que pedir número al llegar y llaman
por orden. A esta hora no hay demasiada gente por lo que no tenemos que esperar
demasiado tiempo; aunque nos tenemos que sentar en tres mesas separadas.
Todo va muy
rápido en sus interior, el servicio y la comida, ya que solo tienen dos pizzas:
marinatta y margaritta, con opción doble de queso, y algo de beber (fanta,
cocacola, cerveza y agua). Pedimos las dos para probarla y la verdad es que
están deliciosas (una masa fina, elástica y delicada a la vez) y a precios muy
asequibles (4€). Al salir, la calle está a rebosar de napolitanos que esperan
su número para comer. Conviene llegar temprano, antes de las 13:00.
Tomamos un
café cerca (marca Passalacqua, que es de los mejores) y continuamos nuestra
ruta.
Bajamos
paseando por el Corso Umberto I y nos adentramos en el metro (línea 1) para ver
algunas estaciones muy bonitas y modernas, diseñadas por arquitectos
reconocidos.
Salimos del
metro en la calle Toledo, la calle más comercial de la ciudad y visitamos en
ella unas preciosas galerías cubiertas, las galerías Umberto I que son iguales
que las de Milán. Continuamos hasta la plaza del Plesbiscito que está
en el cruce de importantes calles como Vía Toledo, Vía Chiaia y el paseo
marítimo. Tiene forma de elipse y es una de las plazas mejores
trazadas de Europa ya que posee una simetría perfecta y alberga en sus ejes los
cuatro polos del poder: la iglesia, el reino, el gobierno y el militar.
En el lado
oeste se encuentra una columnata semicircular en cuyo centro se eleva la Basílica
de San Francisco de Paula, erigida por Fernando I como exvoto por la
reconquista del Reino después del dominio francés. La iglesia, comisionada a
Pietro Bianchi en 1817, fue completada en 1846 y realizada en estilo neoclásico;
la planta se inspira en las formas del Panteón de Agripa. El interior está
adornado con estatuas y pinturas del mismo período, excepto el altar mayor, del
siglo XVII, y algunas telas procedentes de los edificios de culto
preexistentes.
Frente a la
iglesia, aisladas en la plaza, se encuentran las estatuas ecuestres de Carlos
III y de su hijo Fernando I. La primera es obra de Antonio Cánova, que la
realizó entre 1816 y 1822. En el lado oriental de la plaza está situado el Palacio
Real; en el eje transversal se enfrentan el Palacio de la Prefectura y el
Palacio Salerno (siglo XVIII).
En la entrada a esta plaza se encuentra la cafetería más famosa de la ciudad, el Café Gambrinus (carísimo, 3,50€ un café solo). Nos sentamos en la terraza a tomar unos cafés pero los camareros no vienen a atendernos así que descansamos un rato y nos vamos. Bajamos hasta el Castel Nuovo, que es uno de los iconos de la ciudad.
En la entrada a esta plaza se encuentra la cafetería más famosa de la ciudad, el Café Gambrinus (carísimo, 3,50€ un café solo). Nos sentamos en la terraza a tomar unos cafés pero los camareros no vienen a atendernos así que descansamos un rato y nos vamos. Bajamos hasta el Castel Nuovo, que es uno de los iconos de la ciudad.
El castillo
está ubicado muy cerca del puerto de Nápoles y se puede visitar de lunes a
sábado de 9 a 19 horas (última entrada a las 18 horas). La leyenda dice que en
foso del castillo habitaba un cocodrilo que era alimentado con los prisioneros
condenados a muerte. Desde uno de los balcones del castillo se puede ver la bahía
de Nápoles.
Precio: 6 €. No admiten tarjetas de crédito
(sólo pago en efectivo).
En nuestro
caso no entramos porque no teníamos tiempo ya que queríamos visitar el museo;
solo nos hicimos unas fotos y cogimos el
metro para dirigirnos al Museo Arqueológico Nacional que es uno de los más
importantes de Europa en su género y que sería nuestra última visita del día.
Constituyen este museo cuatro núcleos
fundamentales: la Colección Farnesio, compuesta por objetos provenientes de Roma
y sus alrededores; las colecciones pompeyanas, con testimonios procedentes de Pompeya,
Herculano, Estabia, Boscoreale y otros antiguos recintos arqueológicos del área
del Vesubio, pertenecientes mayoritariamente a las colecciones borbónicas;
otros objetos pertenecientes a colecciones menores, adquiridas o donadas al
museo (por ejemplo, la colección Stefano Borgia, la Santangelo, la Stevens, la
Spinelli); objetos provenientes de excavaciones llevadas a cabo por la Dirección
General de Arqueología de Nápoles y Caserta (sección Prehistórica, Cumana,
Pithecusae, Neapolis)
El museo
alberga unas colecciones de escultura, mosaicos y frescos impresionantes,
además de todos los objetos encontrados en Pompeya, incluso se pueden ver dos
papiros rescatados de entre los más de mil que albergaba la Villa de los
Papiros; pero lo que más llama la atención (no existe en otros lugares) es El Gabinetto
Segreto, que fue creado en 1817 como Gabinete de Objetos obscenos,
con el fin de conservar las piezas artísticas de tipo erótico que se iban
descubriendo, a las que dada la estricta moralidad de la época sólo se podía
acceder mediante una autorización especial, siempre que el solicitante fuera
una «persona de edad madura y de moral reconocida». Hoy en la entrada hay un
cartelito que prohíbe la entrada a menores de 14 años.
Foto tomada de Internet: https://4.bp.blogspot.com |
Uno de los motivos más
llamativos son los falos de Príapo, exagerados hasta
la comicidad, y que constituyen un homenaje al símbolo que está en nuestro ADN:
la fertilidad, la generación, el Eros salvaje y primitivo. De hecho, en nuestra
visita a Pompeya pudimos ver cómo en la fachada, en la entrada, de muchísimas
casas lucía un pene tallado en la piedra como símbolo de felicidad del hogar. Los
falos, que aparecen en todas las formas y medidas, se alternan con escenas
eróticas o totalmente pornográficas en esculturas, frescos, objetos del hogar,
mosaicos. Destacan los pequeños frescos extraídos de los lupanares donde se
muestra de forma explícita la actividad sexual que se ofrecía en cada
habitáculo de estos locales y que se colocaba sobra cada puerta para informar a
los clientes que no hablaban latín. Son escenas e imágenes curiosas, preciosas,
muy bien conservadas y, dentro de la obcenidad, delicadas.
En el museo
estamos varias horas pero lo vemos bastante rápido. Recomiendo dedicar, al
menos, toda la mañana o la tarde para poder disfrutar de todo lo que expone. Al
terminar la visita nos despedimos de Ciro, que ha sido un excepcional Cicerone
y cuyos servicios puedo recomendar (dejo aquí el mail, con su permiso, por
supuesto, por si alguien quiere contactar con el directamente: ciroserrapica67@gmail.com
El museo se
encuentra muy cerca del hotel por lo que volvemos andando hasta él y buscamos
por los alrededores un lugar para cenar que finalmente es el restaurante Piazza
Bellini, justo a la entrada de la plaza del mismo nombre, frente al arco que
conduce a la plaza Dante. Nada del otro mundo, pero bien: un local sencillo, limpio
y con buen servicio. Cenamos pasta, ensaladas y tortillas de queso.
Martes, 28 de febrero
Hoy tenemos
la excursión por la Costa Amalfitana. La habíamos reservado desde España por
Internet con una empresa llamada Proyect Napoli Service (esta es su web: podéis preguntar por Enzo que habla perfectamente español: http://www.projectnapoliservice.it/index.php?myurl=en-about-us-claudio-enzo-carino&language=3 Ha resultado genial
porque el trato fue excelente, la ruta estuvo muy bien, el precio es muy bueno
y, además, uno de los jefes, Enzo, habla perfectamente español. Solo se necesita
contratar el minivan (nosotras éramos nueve) y el chófer (el propio Enzo me
recomendó no contratar guía ya que es innecesario en esta excursión) pues el
conductor conoce perfectamente la zona, hace las paradas en los sitios
adecuados, tanto localidades como puntos panorámicos para contemplar las vistas
o comprar productos típicos, y ofrece toda la información necesaria de lo que
hay que ver en cada sitio.
La excursión
incluye las tasas obligatorias de acceso a Positano (40€), Amalfi (20€) y Ravello (15€); incluido
también el aparcamiento obligatorio en Positano y Amalfi para minivan de 1 hora
en cada pueblecito (si quisiéramos estar más tiempo tendríamos que pagarle al
conductor el parking que es de 30€/hora)
A las 9 en
punto nos encontramos con Antonio, nuestro chófer, al volante de una minivan
preciosa y nuevecita. (IMPORTANTÍSIMO: TOMAR PASTILLAS PARA EL MAREO)
Comenzamos
la ruta por la Costa Sorrentina para a continuación cambiar a la Amalfitana;
visitaremos Sorrento (cuña del mejor limoncello), Positano, Amalfi y finalmente
Ravello.
La carretera
es impresionante y las vistas fabulosas durante todo el trayecto. La primera
parada la efectuamos antes de llegar a Sorrento, para tomar un café, en una
terraza con buenas vistas, tienda de productos típicos e incluso un cochecito
Fiat amarillo falso para hacer algunas fotos.
La primera localidad que visitamos es Sorrento: Desde su enclave, en lo alto de un
acantilado, se domina el mar, su bullicioso puerto, sus pintorescas bahías y
las vistas panorámicas de la costa de Amalfi y las colinas circundantes. Sorrento
ha sido un centro turístico de renombre desde época romana y aún lo sigue
siendo.
Hoy no había mucha gente pues estamos en temporada baja; durante los meses de verano, la carretera está intransitable y es prácticamente imposible encontrar sitio para hospedarse o comer.
Hoy no había mucha gente pues estamos en temporada baja; durante los meses de verano, la carretera está intransitable y es prácticamente imposible encontrar sitio para hospedarse o comer.
Tras un
agradable paseo volvemos, y algunas compras, volvemos al coche para continuar
hacia Positano (declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco) que es, junto con Ravello y Amalfi, las joyas de
la Costa Amalfitana y resume las esencias del Mediterráneo más glamouroso; se
ha consolidado como uno de los lugares preferido de famosos durante años:
Elisabeth Taylor, Richard Burton, Roberto Rossellini, Steinbeck, Picasso, Klee
o Zeffirelli sucumbieron a su encanto en el pasado.
“Positano te marca. Es un lugar de ensueño
que no parece real mientras se está allí, pero que se hace real en la nostalgia
cuando te has ido”. Así lo describía uno de sus más ilustres visitantes, el
novelista norteamericano John Steinbeck que lo visitó en 1953. Hoy lo
frecuentan estrellas como Olivia
Palermo, Poppy Delevigne, Gwyneth Paltrow, Karlie Kloss, Irina Sheik, Brandley
Cooper o nuestra Pe con su marido Bardem. No en vano se dice de Positano que es
el pueblo más romántico de Italia.
Hoy se puede
atravesar en coche por una única carretera (solo una dirección) pero hasta hace
poco sus calles eran exclusivamente empinados y estrechos callejones con
escaleras que bajaban a la playa.
Encaramado en una montaña, goza de una espléndida situación panorámica
en uno de los tramos más bellos de la costa con encantadoras casas de colores
pastel que conforman su hermoso centro y rodean la iglesia parroquial de Santa
María Assunta; sus callejuelas están flanqueadas por pintorescas tiendas llenas
de colorido, y sus numerosas playas son famosas en el mundo entero.
Dejamos
Positano para iniciar continuar hacia Amalfi,
localidad que da nombre a toda la costa. La arquitectura típicamente
mediterránea de Amalfi, integrada por callejuelas y casas blancas que se
desparraman unas sobre otras, hacen de éste uno de los centros turísticos más
famosos de Italia. Fue uno de los pueblos que más agradable nos pareció del
recorrido, entre otras cosas porque está situado a nivel del mar con fácil
acceso desde su preciosa playa a los lugares de interés.
El casco antiguo es impresionante, dominado por la impresionante catedral del siglo IX en la Piazza del Duomo. Está dedicada al Apóstol San Andrés cuyas reliquias se guardan en ella. Cuando llegamos estaba cerrada y no pudimos visitar el interior pero es posible hacerlo por unos 13€.
El casco antiguo es impresionante, dominado por la impresionante catedral del siglo IX en la Piazza del Duomo. Está dedicada al Apóstol San Andrés cuyas reliquias se guardan en ella. Cuando llegamos estaba cerrada y no pudimos visitar el interior pero es posible hacerlo por unos 13€.
Predomina el
estilo románico árabe-normando y ha sido remodelada varias veces, añadiendo
elementos románicos, bizantinos, góticos y barrocos. La catedral incluye la
Basílica del Crucifijo del siglo IX adyacente. Cerca de la basílica esta la
cripta de San Andrés. La catedral más nueva fue construida al lado de la
basílica más vieja que fue construida sobre las ruinas de un templo anterior.
Los restos de San Andrés fueron llevados a Amalfi desde Constantinopla en 1206
durante la Cuarta Cruzada por el Cardenal Pedro de Capua. En 1208, la cripta
fue completada y las reliquias fueron entregadas a la iglesia.
Damos unas
vueltas por el casco antiguo, hacemos unas compras y comemos en un local
moderno y muy agradable, con buenos precios y buena comida, al lado de la
catedral.
Finalizada
la comida continuamos ruta hacia Ravello, la última localidad que visitaremos
en esta excursión, y que se encuentra en un enclave más elevado que las otras
perlas de la costa amalfitana, gozando por ello de unas excepcionales vistas de la costa. El
pueblo es tranquilo y agradable, pero lo más característico son sus magníficas
mansiones y jardines pertenecientes a un gran número de ricas y nobles familias
(que tenían el título de patricios de Ravello) y a las cuales debe su fama;
Ravello ha atraído la atención de figuras internacionales como Wagner o
Virginia Woolf y hoy día es visitado por cientos de turistas. Pero Ravello no
es solo un lugar de veraneo sino que es conocida en toda Italia por los
festivales de música que tienen lugar en ellas en diferentes épocas del año: El
festival Ravello Festival envuelve a la ciudad en un aura festiva desde
junio hasta mediados de septiembre. La Villa Rufolo y otros espacios al aire
libre sirven de escenario para orquestas, ballet, exposiciones y eventos de
cine.
Los
conciertos no sólo tienen lugar en verano, sino también de marzo a octubre,
siendo los más importantes el festival internacional International Piano
Festival y las semanas conocidas como Chamber Music weeks cuando los
artistas más prestigiosos de Italia y el mundo entero se unen para convertir a
Ravello en la atracción más grande para los amantes de la música. El sitio web
www.Ravelloarts.org ofrece más información y en ella también pueden comprarse
las entradas para los conciertos.
Las villas
villas más conocidas que están abiertas al público son Villa Rufolo y Villa
Cimbrone. Nosotras visitamos la segunda que se encuentra a un corto paseo de la
Piazza Duomo, saliendo por el este (está bien señalizada);
Villa
Cimbrone se encuentra en un afloramiento rocoso conocido como
"Cimbronium", y es de esta característica del paisaje que la villa
toma su nombre. Las primeras referencias a la villa datan del siglo XI dC,
cuando la villa pertenecía a la familia noble Accongiogioco. Más tarde pasó a
la propiedad de una familia rica e influyente, el Fusco, que también se registró
en 1291 como propietario de la iglesia local de S. Angelo de Cimbrone. En una
etapa posterior de su historia, la villa se convirtió en parte del cercano
monasterio de Santa Chiara, y durante este período de la historia de la villa,
las armas papales del cardenal Della Rovere se colocaron en la antigua puerta
de entrada. A partir del siglo XVII la historia de la villa es incierta, pero
en la segunda mitad del siglo XIX la villa había pasado a la familia Amici de
Atrani.
Hoy, esta
villa que fue durante siglos una
aristocrática morada, es un elegante y exclusivo Hotel que incluye un
restaurante, ”Il Flauto di Pan” que ha recibido su primera estrella Michelin en
la guía de 2015.
De Villa
Cimbrone se ha dicho que ofrece las vistas más hermosas del mundo entero. Todo
esto puede disfrutarse desde el Belvedere
of Infinity, una terraza volada sobre el acantilado bordeada de
reproducciones de bustos clásicos desde la que se divisa toda la costa; un
lugar único en el mundo.
En 1976, el
escritor estadounidense Gore Vidal (que vivió en La Rondinaia , una casa
cercana) escribió sobre Villa Cimbrone:
“Hace
veinticinco años, una revista norteamericana me preguntó cuál era el lugar más
hermoso que había visto en mis viajes y dije la vista desde el mirador de la
Villa Cimbrone en un brillante día de invierno.”
Abandonamos
Ravello y volvimos a Nápoles por una infame carretera que consiguió revolver
varios estómagos. (Repito: imprescindible llevar pastillas para el mareo)
Al llegar a la ciudad pedimos a nuestro conductor que nos
dejara en la puerta del Duomo o catedral
que todavía no habíamos tenido ocasión de visitar.
En su
interior alberga el busto del patrón de la ciudad, San Genaro. El milagro que se le atribuye al santo es la licuefacción de su sangre. Cada 19 de
Septiembre, aniversario de su muerte, un sacerdote expone en el altar una
ampolla que contiene su sangre solidificada. Los feligreses empiezan a rezar y
la sangre, normalmente sólida y de color negruzco, se vuelve rojiza y aumenta
su volumen.
La sangre de San Genaro es expuesta 3 veces al año para la veneración: el sábado anterior al primer domingo de Mayo, el 19 de Septiembre y el 16 de Diciembre. La entrada es gratuita.
La sangre de San Genaro es expuesta 3 veces al año para la veneración: el sábado anterior al primer domingo de Mayo, el 19 de Septiembre y el 16 de Diciembre. La entrada es gratuita.
La catedral
es impresionante y nos gustó especialmente una de las capillas de estilo bizantino
que es una verdadera joya (a la izquierda del altar mayor).
Pero lo más importante es el batipterio considerado el más antiguo de Occidente, de finales del siglo IV, en cuyo techo podemos encontrar una muestra de increíbles mosaicos; se encuentra en una sala anexa (2€ la entrada)
Pero lo más importante es el batipterio considerado el más antiguo de Occidente, de finales del siglo IV, en cuyo techo podemos encontrar una muestra de increíbles mosaicos; se encuentra en una sala anexa (2€ la entrada)
Desde el
Duomo es fácil llegar al hotel y además está bastante cerca por lo que
decidimos pasear un rato por el centro hasta la plaza Dante. Una parte del
grupo se fue a ver una exposición de Caravaggio y el resto nos quedamos de
compras.
Cenamos muy
bien en un restaurante cercano a la plaza Dante: Pizza El Babá, en la calle
Toledo frente a Berska. Volvimos al hotel donde nos tomamos unos cubatas y unos
pastelillos típicos como despedida ya que era nuestra última noche.
Miércoles, 1 de febrero
Tras el
desayuno, preparamos los equipajes y los dejamos en el hotel para dar una
vuelta por la ciudad antes de ir al aeropuerto.
Nos
decidimos a coger uno de los funiculares que conectan la ciudad baja con la
parte alta; en concreto el funicular de Montesanto que sube al castillo. Tiene
tres paradas y hay que informarse bien de la primera que es un poco difícil de
encontrar, de hecho, nosotras nos la pasamos y lo cogimos en la segunda,
después de subir andando un gran trayecto por cuestas imposibles.
El barrio
que el viajero se encuentra al bajar en la parte alta parece de otra ciudad:
luminoso, moderno, señorial, limpio; nada que ver con la parte baja.
Tras un
corto paseo se llega al castillo de San Telmo, que no tiene nada de
especial, salvo las maravillosas vistas
de la bahía de Nápoles que se pueden contemplar desde sus murallas. Justo
debajo del castillo se encuentra la Cartuja de San Martín que posee entre otras
cosas, una amplia y curiosa exposición de pesebres napolitanos y una de las
iglesias barrocas más bonitas de la ciudad. Por desgracia estaba cerrada
(parece que por obras) y no pudimos visitarla.
Funicular de
Chiaia, que deja en el corazón de este barrio, el más chic de Nápoles. Nada más
salir de la estación ya se percibe el glamour en la gente, los edificios, las
tiendas, los escaparates, las cafeterías… Todo él es lujo y elegancia. Los
mejores diseñadores del mundo y las mejores marcas tienen aquí sus negocios.
Dimos unas
vueltas por el barrio, hicimos alguna compra y llegamos hasta el paseo marítimo
donde comimos en un local que estaba a rebosar, al lado del mar.
Hacía muchísimo calor y la comida resultó un poco cara. Pero como despedida estuvo fenomenal.
Hacía muchísimo calor y la comida resultó un poco cara. Pero como despedida estuvo fenomenal.
El tiempo
transcurrió deprisa y el metro no estaba cerca. Emprendimos el camino de
regreso al hotel y nos despistamos un poco; acabamos cruzando a pie un túnel
bastante largo que provocó malestar en algunos miembros del grupo.
No obstante, llegamos a su hora al hotel, justo para recoger el equipaje y dirigirnos al aeropuerto, unas en el transfer y otras en taxi (con el servicio del propio hotel de precio cerrado)
El avión
despegó a su hora e incluso aterrizamos en Madrid con antelación. El bus nos
esperaba y llegamos a Albacete sobre la 01:30; muy buena hora.
Aquí
finaliza el viaje de este año. Solo queda ahora pensar en nuestro próximo
destino.