Hemos
pasado unos días en Teruel que es una ciudad muy pequeña con algunas
construcciones interesantes. Es una ciudad que se caracteriza por aglutinar
gran número de construcciones mudéjares y ha sido declarada como Patrimonio de
la Humanidad por la UNESCO como mejor conjunto mudéjar conservado.
Salimos
de Albacete en dirección a Teruel donde llegamos, por una carretera espantosa,
a la hora de comer.
Nos
instalamos en el hotel Botánicos (ver crítica en Tripadvisor:
https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g580279-d6507916-r610612079-Gran_Hotel_Botanicos-Teruel_Province_of_Teruel_Aragon.html)
y bajamos a comer a la calle principal a la que se accede directamente desde la
quinta planta del hotel. La zona más famosa de tapeo, El Óvalo, se encuentra
justo al lado. Hay un montón de bares de tapas y terrazas con menú del día muy
barato (sobre 13€) y muchísimos platos ricos para elegir. Nos decantamos por uno
que se llama Tapas y Copas y que es muy recomendable: el servicio estupendo,
muy rápido y la comida exquisita (al día siguiente volvimos y la comida estaba
rica pero el servicio muy lento)
A
Teruel la llaman "la ciudad de las torres" por las muchas que posee,
algunas de estilo mudéjar son verdaderas obras de arte. A unos metros del hotel
se encuentra la famosa Torre de El Salvador, al lado de la iglesia del mismo
nombre que guarda la escultura en mada del Cristo de las tres manos (que fue
rescatada por los turolenses flotando en una riada que amenazaba la ciudad y
las viviendas en una enorme tormenta; cuando la sacaron del agua ceso la
lluvia. La figura debía de ser parte de un grupo escultórico porque conserva en
el costado una mano que lo agarra, de ahí que le llamen "de las tres
manos")
La
torre es una torre mudéjar con la típica estructura de ladrillo y azulejos, el tipo llamado
"doble torre", una externa y otra interna con la escalera entre ambas.
La
leyenda de las torres del Salvador y San Martín nos lleva al Teruel del S XIII
por el que dos grandes amigos, Omar y Abdalá, caminaban despreocupados sin
saber que su vida iba a cambiar en el instante en el que contemplaron, asomada
a una ventana, a la bella Zoraida.
Empezó
entonces una competición por el amor de la joven y la amistad acabó
convirtiéndose en odio. Según algunos ella les pidió que cada uno construyera
una torre; según otros estaban ya trabajando en ellas, la cuestión es que el
padre de Zoraida prometió la mano de su hija a aquel que acabara antes las que
hoy son la Torre de San Martín y la del Salvador.
Las
torres se elevaban mientras los dos rivales las cubrían de andamiajes para que
no pudiese seguirse bien desde el exterior la evolución de la obra. Había
turnos que llegaban hasta la noche, multitud de obreros y un esfuerzo nunca
antes visto en la ciudad. Omar
fue más rápido, pero el día que anunció su victoria y descubrió su obra la
ciudad, congregada a sus pies para contemplarla, vio no sólo una bellísima
torre sino que se dio cuenta que esta, sorprendentemente, estaba ligeramente
inclinada. El propio Omar, al darse cuenta del error terrible que había
cometido, subió a lo más alto de su torre y se arrojó al vacío acabando con su
vida.
Del
otro lado la torre de Abdalá se terminó unas semanas después y se mostró a todo
Teruel tal y como la vemos hoy en día: tan bella como perfectamente recta y, lo
que resultó sorprendente, con un notable parecido a la de San Martín.
Por
supuesto, Abdalá se casó con Zoraida, si bien la leyenda no alcanza a contarnos
si fueron felices el resto de sus días o si, quizá, el recuerdo del desdichado
Omar ensombreció su felicidad.
De
camino hacia el hotel de vuelta pasamos por el jardín de la iglesia de San
Pedro (parte trasera del mausoleo de los amantes), donde en verano instalan una terraza de verano
con concierto al aire libre.
Viernes,
10 de agosto
Después
del desayuno nos dirigimos a ver la catedral, pero se está celebrando una
misa y no se puede entrar así que decidimos visitar el Museo Provincial que es
gratuito y está instalado en un palacio precioso de 4 plantas; presenta un
recorrido por las edades de la ciudad y la etnografía de la zona. Es muy
interesante y merece la pena la visita. Está muy bien diseñado. Tiene varias plantas y desde la superior se puede acceder a una azotea con unas vistas espectaculares de la ciudad.
Y desde
el museo encaminamos nuestros pasos a "la joya de la corona", el
Mausoleo de los Amantes que alberga las momias de los famosos amantes de
Teruel, Isabel y Juan (conocido como Diego por el teatro barroco). Se halla en
una capilla anexa a la iglesia de San Pedro, en un edificio moderno realizado
para exponer los sarcófagos de mármol que encierran los cuerpos.
Hay
varios tipos de entradas, según lo que se quiera visitar. Recomendamos la
entrada completa (9€) con la que se visita el mausoleo, el claustro mudéjar, la
iglesia de San Pedro y la torre mudéjar, con un recorrido por el ándito que es
una pasarela defensiva para la guardia que rodeaba la iglesia por la parte
superior. La iglesia y la torre no se pueden visitar por libre, así que la
visita guiada es la única forma de acceder a ellas.
La
iglesia, la primera construida en Teruel, data del siglo XII, aunque fue
reformada tal como la conocemos hoy en el XIV y es una maravilla; en nuestra
opinión es la más bonita de la ciudad con una perfecta fusión de arte mudéjar,
hebreo y cristiano (gótico), reflejo de las tres culturas que habitaron la
ciudad.

La
torre es una torre cristiana, es decir, hueca por dentro donde está la escalera
(a diferencia de las mudéjares) y desde arriba hay una vista bonita de la
ciudad.
El
mausoleo es tal cual lo imaginábamos: unas estatuas muy finas y elegantes
talladas en mármol y cargadas se simbología en cada detalle. Los laterales
están labrados y a través de los agujeros se pueden ver las momias.

La historia o leyenda de los amantes de Teruel cuenta la absurda y ñoña historia de amor entre dos jóvenes turolenses, Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla (también identificado como Diego de Marcilla), conocido a partir de las recreaciones del teatro barroco como Diego.
Es
custioso que los cuerpos momificados de la pareja han estado expuestos en
numerosos lugares como vitrinas, arcones, capillas... e incluso en un templete
en el que los colocaron de pie sujetos por unas maderas en la espalda para que
estuvieran tiesos y además, para que lucieran más presentables, les tejieron y
colocaron unas faldas de ganchillo.
Terminada
la visita de todo el complejo nos acercamos a la zona del Óvalo a comer y luego
a descansar un rato.
Por la
tarde volvemos al centro a visitar lo último que nos queda por ver, los aljibes
mozárabes, pero han cerrado así que nos dirigimos a la famosa "escalinata" que es una de las imágenes más conocidas de la ciuadad.

Obra del ingeniero turolense José Torán de la Rad (1888-1932), la emblemática edificación se construyó a comienzo de los años veinte (entre 1920 y 1921), para salvar el desnivel existente entre la «Estación del Ferrocarril Central de Aragón» y el casto antiguo de la ciudad.
En su fabricación destacan los
elementos típicos del mudéjar -el ladrillo de barro cocido y la piedra
tallada-, así como las decoraciones cerámicas coloreadas (de predominio verde y
blanco) de gusto neo-mudéjar, culminadas en los estilizados torreones de la
parte alta. Tampoco faltan las alusiones al modernismo de la ciudad, visibles
«en los delicados diseños de forja de las farolas que jalonan el recorrido».
«La Escalinata» constituye una «exaltación de la ciudad y su historia», bien
patente en el altorrelieve de Los Amantes de Teruel -situado en el frontispicio
de la placeta principal, entre el escudo de la ciudad y la fuente.
Obra del ingeniero turolense José Torán de la Rad (1888-1932), la emblemática edificación se construyó a comienzo de los años veinte (entre 1920 y 1921), para salvar el desnivel existente entre la «Estación del Ferrocarril Central de Aragón» y el casto antiguo de la ciudad.
Subimos
a a Plaza del Torico, que está animadísima a todas horas, y nos sentamos en una
terraza, Rokelín (que tiene varios locales en la ciudad e incluso una tienda de
delicatessen), a picar algo.
Sábado,
11 de agosto
Hoy
vamos a visitar la zona colindante con la provincia de Castellón que se llama
El Maestrazgo y que nos recomendaron en la oficina de turismo. Al parecer hay
pueblos muy bonitos.
El día
amanece nublado y, de hecho, nos cae algún chaparrón durante el camino.
De
entre todos los pequeños pueblecitos recomendados solo hemos visitado que
estaba muy bien y todos tienen oficina de turismo. Las oficinas funcionan muy
bien y tienen visitas guiadas gratis, pero tienen el problema de que no se puede
visitar por libre ninguno de los edificios de la localidad, es decir, o vas con
la visita guiada o solo se puede contemplar el exterior de los edificios más
emblemáticos.
Los
tres pueblos que hemos visitado son Cantavieja, Mirambel e Iglesuela del Cid,
en ese orden debido al horario de las visitas pese a que geográficamente
Cantaviaja (que es el lugar al que llega la carretera general) queda entre
Mirambel (al norte) e Iglesuela (al sur) así que llegamos a Cantavieja, luego
subimos a Mirabel, para después regresar a Cantavieja, visitarla y bajar a
iglesuela para después volver a subir a Cantavieja y regresar a Teruel. Un poco
caos pero todo está muy cerquita y pudimos aprovechar todas las visitas guiadas
que son muy recomendables porque se pueden ver los edificios, iglesias y museos
que de otro modo es imposible ya que siempre están cerrados, además de las
pertinentes explicaciones de las guías.
IGLESUELA DEL CID |
Cantavieja
es la capital de la comarca del Maestrazgo y se encuentra en una situación
privilegiada, sobre una colina. Nada más llegar nos dirigimos a la oficina de
turismo donde nos informaron de los horarios de visitas en todos los pueblos de
alrededor. Como la de Cantavieja (todos los días a las 11:00 y 16:15) de la
mañana ya no la podíamos hacer porque había empezado, cogimos el coche y nos
subimos a Mirambel donde todos los días sale una visita guiada desde la oficina
de turismo a las 12:30. Aun llegábamos a tiempo!! Cantavieja la veríamos en la
visita de la tarde.
NOTA:
En todos los pueblos hay pequeñas oficinas de turismo que realizan visitas
guiadas gratuitas y que merecen mucho la pena.
Mirambel
es un pueblo precioso y muy, muy bien conservado. Sus
orígenes militares y medievales y siempre han estado vinculada a las órdenes
del Santo Redentor y del Temple. La intensa actividad política del XIX vivió en
Mirambel alguno de los episodios Carlistas más notables. Tanto es así que Pío
Baroja lo recuerda en su libro La venta de Mirambel. Es interesante visitar el Museo de las Guerras Carlistas en
el vecino Cantavieja.
Lo
que más llama la atención al llegar es la puerta de acceso en la muralla
llamada El portal de las Monjas (por ser una parte del antiguo convento de las
Agustinas) que es el lugar más fotografiado del lugar: un precioso arco con
dependencias sobre él y cerrado por una
celosía de barro cocido con dibujos geométricos. Este monumento debe ser
contemplado desde dentro de la muralla porque desde la parte exterior pasa desapercibida
su belleza. Desde él se accede a la
calle Mayor.
Pasamos
la mañana recorriendo sus calles con las explicaciones de la guía y recorriendo
los más emblemáticos monumentos: El castillo templario, la muralla, el convento
de las Agustinas, el Ayuntamiento, la Iglesia de Sta. Margarita, la nevera, la
casa del pastor…; así como otras nobles casas de estilo renacentistas como la Casa
Aliaga (enorme palacio, hoy en venta) y
la Casa Castellot, al lado; la de los Julianes, la Casa Barceló, la de Sota o
la Casa Masas. Según íbamos paseando, encontrábamos unas marcas con placas en
determinados lugares; la guía nos explicó que eran los puntos concretos en los
que se había rodado alguna de las escenas de la película Tierra y Libertad de Ken Loach en los años 80. En la oficina de
turismo se puede conseguir un folleto (“Ruta Tierra y Libertad”) en el que
figura un plano del pueblo con la localización de esos lugares, las fotos y una
pequeña explicación de cada una.
Al
terminar la visita era la hora de comer y decidimos volver a Cantavieja y picar
algo allí para estar a tiempo a las 16:30 que empieza la visita guiada.
El
sol ya bajaba cuando emprendimos el camino hacia Iglesuela del Cid (declarada Bien de Interés
Cultural en 2002) y que resultó ser el más bonito de los
tres. La Iglesuela tiene un casco histórico pequeño pero repleto de monumentos
y de bellos rincones para fotografiar, y además una rutita por el exterior de
las murallas que merece también mucho la pena.
Como sucede en todos estos
pueblos del Maestrazgo, no se puede visitar el interior de ninguno de los
edificios históricos si no es con la visita guiada así que nos conformamos con
recorrer las callejas y admirar las construcciones desde el exterior: la Plaza
de la Iglesia de la Purificación (XVII) con la Torre Campanario y la Torre de
los Nublos (último vestigio del antiguo castillo de los templarios), el Portal
de San Pablo (en la antigua muralla) o las varias casas nobles del siglol XVI
como la Casa Blinque (frente
a la iglesia y en la que destaca el arco de sillería de medio punto, el cual
presenta en su dovela central el «tau», emblema de la Orden del Temple.

La
fachada está protegida por un singular pórtico apoyado en un pilar
cuadrangular, el cual, aunque fechado en 1729, puede ser mucho más antiguo,
posiblemente entre románico y gótico), la Casa de las
Notarias, la Casa Aliaga o Casa Grande, la Casa Guijarro o la de los Agramunt
(frente a una hornacina de la Virgen del siglo XVIII).
Dejando el casco antiguo y saliendo del pueblecito se puede llegar dando un agradable paseo por los huertos hasta una fuente-lavadero muy curiosa; las vistas de la muralla desde el exterior son preciosas.

Dejando el casco antiguo y saliendo del pueblecito se puede llegar dando un agradable paseo por los huertos hasta una fuente-lavadero muy curiosa; las vistas de la muralla desde el exterior son preciosas.
La
arquitectura de piedra seca de La Iglesuela del Cid, visible en la totalidad
del término municipal, ha sido declarada Bien de Interés Cultural en 2002. La
técnica constructiva de la piedra seca ha sido utilizada en el mundo
mediterráneo desde la Prehistoria hasta nuestros días en construcciones de
variada tipología. La piedra seca se consigue mediante la superposición de
piedras sin unión de argamasa. Con esta técnica se levantan casas que pueden
medir hasta 10 m de diámetro, sin que existan estructuras de fijación. En
origen sirvieron como refugio a campesinos y pastores, pero también se usaron
como establos o almacenes agrícolas.
En
la Iglesuela se pueden observar, por una parte, muros secos de losas calizas
que, con interesantes peculiaridades constructivas, han servido para mantener
el ganado alejado de los campos parcelados así como para delimitar fincas y
caminos; por otra parte, hay centenares de cabañas redondeadas, llamadas «casas
ibéricas» y que, elaboradas con el mismo material, servían de refugio a
campesinos de pequeños establos y como de almacén de equipos agrícolas. Estas
últimas son exclusivas de la región del Maestrazgo.
De
los tres pueblos, Cantavieja que es el más conocido es el que menos nos ha
gustado porque casi no tiene nada. El mejor sin duda es Iglesuela del Cid (de
hecho ahí está el Parador de Turismo); después Mirambel y, el último,
Cantavieja. Si tueviéramos que elegir uno nos quedamos sin duda con Iglesuela.
MIRAMBEL |
Domingo, 12 de agosto
Tras el desayuno emprendemos el viaje de regreso a Albacete que, dicho sea de paso, es bastante pesado porque las carreteras son regulares.
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