Jueves, 4 de julio
Quedamos con nuestros amigos, para aprovechar bien el tiempo, en el bonito pueblo de Villanueva de los
Infantes, conocido coloquialmente como Infantes. Tras dar una vuelta por la
plaza Mayor nos dirigimos a la oficina de turismo que se encuentra muy cerca, en
la casa Rueda, donde nos ofrecen información de lo que se puede visitar y nos
proporcionan un mapa.
La casa Rueda es una típica casa solariega manchega del siglo XVII
transformada en centro turístico en la que también se pueden contemplar
exposiciones temporales; en esta ocasión, se presentaban todos los cuadros de
un concurso de pintura sobre el mismo `pueblo en el que figuraban tanto las
obras ganadoras como las del resto de participantes. Algunas eran muy interesantes.
La primera visita del día es la Casa de la Pirra (C/ Don Tomás el médico, 42), que se caracteriza por tener un balcón corrido de púlpito con esquinera redondeada, único en la villa.
La casa perteneció a un caballero de la orden de San Juan y actualmente se muestra como un museo ya que alberga en su interior multitud de objetos de la época.
Para visitar la casa hay que avisar por teléfono ya permanece cerrada y sólo se abre cuando hay visitantes (a nosotros nos lo han gestionado desde la oficina de turismo) La dueña es una señora muy amable que muestra la casa y todo lo que contiene aportando algunas explicaciones. La visita es gratuita. En la entrada hay un zaguán que da acceso a un patio cuadrado con columnas y con escaleras para subir al corredor superior repleto de objetos y trastos curiosos. Merece la pena una visita.
Desde aquí nos dirigimos de nuevo a la plaza Mayor para visitar la Iglesia
de San Andrés, el Ayuntamiento y la Casa Rectoral.
La iglesia fue construida en el siglo XVI, sobre la antigua ermita de La Moraleja y son muy interesantes sus tres portadas, dos platerescas (muy bonitas) y la principal clasicista. Ésta se enmarca en un arco de medio punto que cobija la imagen de San Andrés y el escudo de los Austrias. )
El interior es una síntesis de estilos siendo principalmente un proyecto gótico de una sola nave, dividida en tramos cubiertos por bóvedas de crucería. Destaca el púlpito que es un bello ejemplo plateresco totalmente recubierto de relieves en sus cuatro caras (con ánforas, ave fénix, esfinges, etc., además del colosal órgano del XIX situado a los pies de la nave central, uno de los más grandes de Europa.
Dentro de la Iglesia también son visitables los museos parroquiales, con dos salas de exposiciones permanentes. En una se exhiben los mantos de Nuestra Señora de la Antigua, junto con otros objetos y reliquias de interés, y la otra alberga relevantes tallas, reliquias parroquiales, archivos históricos y vestimenta sacerdotal. Finalmente, se puede bajar a la cripta en honor de Santo Tomás, que fue descubierta en 1955 y data de 1646.
Es importante destacar que en la cripta de la capilla de la familia del Busto reposan los restos de Francisco de Quevedo. El escritor permaneció enterrado en este lugar durante 150 años tras su fallecimiento en 1645. Tras distintos avatares de sus restos y una vez identificados por la Escuela Legal de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid fueron depositados de nuevo en la cripta en mayo de 2007.
El horario de visitas es de lunes a sábado de 11:30 h a 12:30 h y de 17:00 h a 18:00, y los domingos de 13:00 h a 14:00. La entada vale 2€ (reducida 1€)
Terminada la visita continuamos callejeando para disfrutar de las preciosas fachadas renacentistas y casas señoriales que esconde Infantes, como la Casa del Arco (un precioso edificio neoclásico del XVII con fachada de columnas con balcón superior enmarcadas en un arco)
La Casa de los Estudios que cuenta con un coqueto patio de pilares de escasa altura y que fue colegio mayor donde impartió clase Bartolomé Jiménez Patón, insigne gramático y amigo de Quevedo, o la Casa del Caballero del Verde Gabán, con balcón de forja esquinero, en la que se inspiró Cervantes y que describe en el capítulo XVIII de la segunda parte del Quijote (sólo se puede ver a través de una cancela)
Casa de los estudios |
Casa del Caballero del Verde Gabán |
Otro edificio recomendable es el Convento de Santo Domingo, donde se conserva la celda en la que murió Francisco de Quevedo el 8 de septiembre de 1645, pero desgraciadamente permanece cerrado por ahora.
El autor es Okuda
San Miguel, pintor y escultor especializado en arte urbano, que realiza
obras de gran formato con figuras fragmentadas en formas geométricas y fuerte
policromía; en esta ocasión ha
querido realizar un enorme mosaico universal formado por cientos de coloridas
banderas de países que no existen con las que trata de expresar que todos somos
uno; todas las razas, todos los géneros, todas las banderas están
representadas. El lugar es sorprendente y espectacular por lo que resulta una
visita muy recomendable si se visita esta localidad.
Agotados de la caminata nos sentamos en una terraza de la plaza a tomar el aperitivo.
Comemos en un restaurante sencillo pero que tiene bastante fama de buena comida casera, Casa Pedro (https://casapedroinfantes.es/) y que resultó un acierto; después nos dirigimos al parador para instalarnos. Pasamos el resto de la tarde en la piscina disfrutando del maravilloso día de verano.
Damos una vuelta por Manzanares, que está bastante muerto, y volvemos al
alojamiento a cenar.
Viernes, 5 de julio
Hoy hemos reservado una visita que teníamos muchas ganas de realizar pero
que nunca se había dado la oportunidad: el yacimiento de la Motilla del Azuer
en Daimiel, el más representativo de la Edad del Bronce en La
Mancha (2200-1300 a.C.), dentro
de una tipología de asentamiento único en la Prehistoria, las motillas.
El precio de la entrada es de 10€ e incluye la entrada al Museo Comarcal (sala de la Edad del Bronce), así como el servicio de transporte de ida y vuelta al yacimiento que se hace en un microbús. Lo mejor es reservar en la web ya que el número de visitantes se limita a las plazas del microbús que son 18 y al yacimiento sólo se puede acceder con guías. La duración total es de unas 2 horas y hay varios turnos que se pueden consultar en la web (https://www.motilladelazuer.es/es. La visita incluye un recorrido guiado a la sala de la Edad de Bronce del Museo Comarcal de Daimiel, el desplazamiento en autobús a la motilla (10 km) acompañados de un guía-intérprete, la visita guiada a la motilla del Azuer y regreso al punto de partida.
Las motillas reciben su nombre porque forman una elevación artificial dentro de un espacio circundante eminentemente llano.
La motilla consta de dos espacios diferenciados. El primero de ellos corresponde con un recinto interior fortificado, integrado por una serie de murallas concéntricas en torno a una torre central cuadrangular, que protegía un conjunto de estructuras donde se gestionaba y controlaba las actividades económicas del yacimiento. De entre estos elementos destacan los grandes silos de almacenaje, con una capacidad en torno a los 6 m³, donde se conservaban productos como cereales, trigo y cebada, o leguminosas como lentejas, guisantes o chícharos; además de hornos para la cocción de la cerámica, el tostado de cereales o la producción metalúrgica. También está documentada documenta la presencia de una cabaña ganadera con ovejas y cabras principalmente.
Especialmente significativo es
el gran patio trapezoidal situado
al este de la fortificación, y en cuyo interior se encuentra un pozo para la
obtención de agua. Es la estructura hidráulica más antigua documentada en la
Península Ibérica. Satisfacía así las necesidades de la población a través de
la perforación de las terrazas del río hasta llegar al nivel freático.
Al exterior del núcleo fortificado se emplazaban las viviendas de forma oval o rectangular, en un diámetro de unos 50 metros; y también los enterramientos se distribuyen en esta área del poblado. Los difuntos eran inhumados en posición lateral flexionada en fosas simples o bien revestidas por muretes de mampostería. Algunos niños han aparecido en el interior de vasijas.
En resumen, se trata de una visita imprescindible si se recorre la zona, aunque recomendaríamos visitarla en primavera u otoño porque hay hacía tantísimo calor que no nos ha lucido mucho el recorrido a pleno sol.
Volvemos al museo y desde allí nos dirigimos a un pequeño pueblecito que ya conocíamos pero que es una pequeña joya: San Carlos del Valle, conocido por los alrededores como El pueblo del Cristo.
Nada más acercarse a San Carlos,
ya desde la carretera, se puede apreciar su grandeza monumental. La cúpula de
su iglesia atrae la atención y sirve de guía hacia la Plaza Mayor, una de
las más bellas y grandes de Ciudad Real y de España, un capricho
artístico que contrasta con la sencillez del entorno. El artífice de este
importante conjunto patrimonial fue el arquitecto Juan Alejandra Núñez de la
Barrera que comenzó la obra de la iglesia en 1713.
Pese a que la intencionalidad aparente era dar respuesta a unas necesidades populares de devoción al Santo Cristo, el verdadero objetivo fue construir un gran conjunto que simbolizara el poder de la Corona Española; la combinación de la devoción religiosa y de la exaltación de la realeza es lo que confiere a San Carlos del Valle su originalidad arquitectónica. El conjunto se configura en torno a la iglesia con la intención de crear una plaza que sea el marco idóneo para la fiesta religiosa y pagana, pero dominada por la gran magnitud del templo que servía como telón de fondo que decoraba el escenario de la fiesta configurado por la plaza. La Plaza Mayor es un recordatorio de los recintos cerrados que se reservaban para los espectáculos, tales como los corrales de comedias.
En un lado de esta se ubica el Ayuntamiento, con una bonita fachada de balcón corrido voladizo sobre ménsulas de madera.
En el ángulo opuesto está la Casa Grande de la Hospedería, que data del siglo XVIII, y que hoy es un buen restaurante donde hemos reservado para comer, Hospedería Santa Elena. La Casa Grande era un antiguo parador donde los viajeros que iban de o simplemente querían visitar al Santo Cristo, paraban a descansar o a pernoctar. Los paradores eran muy frecuentes en los lugares de tránsito, especialmente si poseían pozos de agua y caballerías. El parador que más tarde sería la Casa Grande de la Hospedería ya era una auténtica joya en su estado original, hasta el punto de que existen documentos que dicen que el Rey Felipe IV descansó allí el 15 de abril de 1624.
La plaza se cierra lateralmente con la más imponente construcción: la Iglesia del Santísimo Cristo del Valle. Todo el conjunto fue declarado BIC en 1993.
Damos unas vueltas por el pueblecillo, hacemos unas fotos y entramos a la hospedería a comer. El restaurante Santa Elena (https://hospederiasantaelena.com/restaurante/) se ubica en el antiguo edificio pero a día de hoy es un local moderno, con decoración de diseño, ambiente agradable y comida de autor. (Aparte de la carta tienen varios menús para elegir: del día, de autor… Es un sitio muy recomendable.
Finalizada la comida nos despedimos de nuestros amigos, que siguieron su viaje por la provincia, y nosotros volvimos a casa.
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