Fitero se encuentra al sur
de la provincia de Navarra siendo el último pueblo de la misma, justo en el límite
de Navarra con La Rioja.
Viernes, 26 de julio
Llegamos al balneario de
Fitero (Navarra), al hotel G. A. Bécquer
(ver crítica en Tripadvisor: https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g1079489-d1110151-r962335154-Balneario_de_Fitero-Fitero_Navarra.html
)
Nos dieron la habitación 349 y hemos tenido
suerte porque es estupenda, con una terraza y unas vistas muy bonitas del
monte; además, estamos pared con pared con la 350 que es en la que estuvo
hospedado G. A. Bécquer.
Comimos muy bien, por
cierto, nada más llegar y a las 16:00 tuvimos cita con la médica para ver qué
tratamientos nos recomendaba y que fueron chorro lumbar, sauna, piscina de
chorros y baño de burbujas; además hemos cogido 4 masajes. Relax total. Hemos concertado
todos los tratamientos por la tarde para hacer excursiones por la mañana. Ya veremos.
Pasamos la tarde
descansando del viaje hasta la hora de la cena.
Sábado, 27 FITERO - TULEBRAS
Tras el desayuno nos
dirigimos al pueblo de Fitero
que está a unos 4 kms. del balneario. El
pueblo es grande y en él se encuentra Monasterio de monjes de Santa María la Real,
el primero en España de la orden del Císter, que es una joya. Fue fundado en 1140 por Alfonso VII de Castilla.
Para visitar el interior se accede a través del claustro (seguir indicaciones a la derecha de la puerta central) La entrada cuesta 2€ se puede realizar una visita guiada o por libre. En nuestro caso hemos elegido la visita libre en la que hemos recorrido la cocina medieval (donde hoy está la recepción y taquilla), el claustro bajo, el refectorio y la impresionante sala capitular. No hemos podido visitar la iglesia porque había una boda. No obstante, la mejor vista del monasterio es la de los ábsides desde una placita trasera. Para llegar hay que salir del edificio y entrar por una calleja a la izquierda de la puerta principal del templo y seguir las indicaciones que se encuentran en unas plaquitas metálicas en el suelo. La verdad es que es espectacular.
El monasterio en sí no es muy grande, pero sí lo es todo el complejo del mismo que cuenta con muchísimas dependencias hoy habilitadas para otros fines como un centro de salud, un asilo de ancianos, el ayuntamiento, una cafetería-cine…, de hecho, ocupa toda una manzana bastante grande. El pueblo de Fitero surgió con el tiempo alrededor de esta construcción.
Nos tomamos un café en el
paseo de San Raimundo y cogemos el coche en dirección a un pueblo llamado Tulebras
donde se encuentra el primer monasterio de monjas del Císter fundado aquí, Santa María de la Caridad.
El monasterio sigue en activo
hoy con 16 monjas que se dedican a artesanía culinaria (pastas, productos
procedentes de colmenas, vinos, aceites…)
La visita es gratuita pero se
puede dejar un donativo. Lo más relevante es el museo que es muy interesante y
lo explica perfectamente una de las hermanas; se puede recorrer también el
patio, la iglesia (pequeñísima) y la tienda. En el museo se exponen bastantes
piezas encontradas en la rehabilitación del antiguo monasterio cuando lo
restauraron las monjas con sus propias manos. Además de muchas otras piezas que
las hermanas escondieron enterradas bajo tierra en la guerra contra los
franceses para que no las robaran; gracias a ello se conservan. También hay
restos de edificios romanos y árabes que
aparecieron en el mismo momento.
En la tienda hemos comprado un
vino tinto roble de Navarra y otro de las monjas hecho de pasas.
Tras la visita hemos vuelto a
Fitero a comer ya que estar tarde comenzamos con los tratamientos de aguas. Los
tratamientos bien. Lo mejor, la piscina de chorros (un circuito con chorros de
agua de diferentes presiones y posiciones. Muy relajante)
Domingo, 28 BALNEARIO
Hoy ha sido un poco aburrido
el día. Si no se realizan excursiones el día entero en el balneario es muy
monótono y se hace demasiado largo. Tanto relax a mí me estresa.
Yo me he quedado en la piscina
y Domingo ha subido al mirador de Fitero donde se encuentra la ermita de la
Virgen de la Soledad, construida a finales del XVI. En la cueva se erigió una
imagen de la Virgen.
También junto al mirador se
encuentran los aireadores de agua (parecen una fuente de dos pisos) que sirven
para enfriar el agua cuando sale a demasiada temperatura y no es apta para el
baño. La temperatura oscila entre 32 y 52ºC, pero la media es de 50ºC
Por la tarde vamos a los
tratamientos, cena, lectura y a dormir.
Un día bastante –demasiado- tranquilo.
Lunes, 29 OLITE
Aprovechamos la mañana para
visitar el bonito pueblo de Olite y su famosísimo palacio-castillo.
Olite se
encuentra a 63 kms. de Fitero. Su origen se remonta a la época romana, momento
histórico en el que se creó el asentamiento primitivo de Olite. Y es que, según
los historiadores, los restos arqueológicos que se han encontrado pertenecen a
la época imperial romana (Siglo I D.C) Fueron varias las civilizaciones que
reutilizaron este asentamiento romano, todas ellas, lo moldearon a su gusto y
objetivos, pero sin duda alguna, la mayor y más llamativa reconstrucción fue la
que vivió a manos de Carlos III el Noble y su esposa Doña Leonor de Trastámara
en el siglo XV. Estos, reconstruyeron el Palacio Viejo y crearon el Palacio
Nuevo, conocido popularmente como el “Castillo de Olite”. Desde
entonces, los monarcas navarros siempre han estado vinculados de una forma muy
especial a Olite, hasta el punto que este núcleo urbano termino convirtiéndose
en la sede más visitada por los monarcas navarros a lo largo de toda la
historia. Hoy en día, el Castillo de Olite está considerado todo un referente a
nivel mundial. Una pieza arquitectónica, que junto al Palacio Viejo, la iglesia
de Santa Maria y el resto del conjunto medieval forman uno de los complejos
góticos mejor conservados del mundo.
Comenzamos por el castillo-palacio
real. Se puede elegir visitarlo por libre (4,40€), por libre con audioguía o
visita guiada (7,50€) Nosotros hemos cogido la visita guiada y ha sido un error
porque hemos estado casi una hora en dos salas con una explicación que ha
resultado pesadísima y con tanto dato que al final uno no recuerda nada. Es
mucho más recomendable, en nuestra opinión, recorrerlo por libre con audioguía.
Pero, de una u otra forma, merece muchísimo la pena. El palacio es una verdadera maravilla, y más parece un precioso palacio que un castillo defensivo, sin dejar de ser este último. Además desde las torres y miradores hay unas espléndidas vistas.
Entre el Parador y el
Castillo, adosada a este último, encontramos la Iglesia de Santa María la Real
(entrada 2€), una parroquia que destaca por su exterior más que por su
interior. Y es que, además del encantador patio con arcos que encontramos
frente a ella, destaca su fachada con un espectacular pórtico en el que es
visible la policromía original que ha sido recuperada tras su restauración.
Y justo al lado se encuentra el Palacio Viejo o Palacio de los Teobaldos que hoy alberga el Parador de Turismo. Durante la Edad Media el palacio fue sede real de los reyes de Navarra pero su origen se remonta a la época romana, donde constituía el “Praesidium” la fortaleza o núcleo del recinto amurallado primitivo de Olite.
Toda esta estructura fue declarada monumento nacional en 1925 y representa en la actualidad el complejo gótico civil mejor conservado de Navarra y Europa.
Nos tomamos un café en el
Parador y dimos un paseo por las calles del pueblo que, además, se encontraban
engalanadas por estar en fiestas.
Finalmente, hay que decir que Olite ostenta el título de capital del vino de
Navarra, y el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Navarra y su
Estación de Viticultura y Enología de Navarra (EVENA) llevan desde su fundación
en 1981 en esta localidad. Desde el castillo se divisa el Museo del vino de Navarra y algunas de las
innumerables bodegas y viñas que aquí se encuentran. Desgraciadamente no
nos ha dado tiempo a visitar ninguna pero gran parte de ellas ofrecen visitas y
catas.
Volvimos a Fitero a comer, a
descansar, recibir las aguas, darnos un baño en la piscina y poco más. Esta
escapada está siendo muy relajada y de poco ajetreo cultural.
Por la tarde nos hemos
apuntado a una actividad que ofrecía el hotel que consistió en una ruta de 2
horas por los alrededores con explicaciones
sobre el balneario Bécquer y el Virrey Palafox.
Subimos la cuesta que lleva al
Balneario Viejo (Virrey Palafox) para visitarlo y ver las ruinas de unas termas
romanas que aparecieron durante las últimas obras de reforma. Se conserva un
baño de piedra original. La guía ofrece mucha información tanto sobre las aguas
y manantiales como sobre el origen de los nombres de ambos balnearios.
El Virrey Palafox recibe el
nombre de Juan de Palafox, hijo
ilegítimo de don Jaime de Palafox y Mendoza (marqués de Ariza) y de
una mujer de ilustre familia que, para ocultar su estado, se retiró
al balneario de Fitero, en Navarra, y al dar a luz el 24 de junio de 1600,
para evitar el escándalo, tomó la depravada resolución de ahogar al niño en el
cercano río. Pero la mujer encargada del infanticidio fue descubierta y el niño
se salvó y fue criado por un viejo servidor de la casa de Ariza hasta que su
padre, al volver de Roma, lo ayudó y lo envió a las Universidades
de Alcalá y Salamanca. Su madre se hizo monja en la Orden
de las Carmelitas Descalzas.
Así pues, nació en Fitero
y fue educado y mantenido por una familia humilde durante seis años, aunque
finalmente fue reconocido por su padre y pudo estudiar en la universidad.
A partir de ahí comenzó una importante carrera que finalizó en Burgo de Osma
donde falleció y está enterrado.
El G. A. Bécquer recibe su
nombre del famoso escritor que, a instancias de su suegro que era médico, pasó
una temporada en este balneario para curarse de la tuberculosis que sufría.
Aquí escribió dos de sus leyendas: El miserere (ambientado en el monasterio de monjes
de Fitero, y que comienza: “Hace algunos
meses que, visitando la célebre abadía de Fitero y ocupándome en revolver
algunos volúmenes en su abandonada biblioteca, descubrí en uno de sus rincones
dos o tres cuadernos de música bastante antiguos cubiertos de polvo y hasta
comenzados a roer por los ratones. Era un Miserere.”) y La cueva de la mora
que comienza “Frente al establecimiento
de baños de Fitero, y sobre unas rocas cortadas a pico, a cuyos pies corre el
río Alhama, se ven todavía los restos abandonados de un castillo árabe…”
Continuamos la ruta hasta el
mirador de Fitero, en lo alto del monte, donde también se encuentra el
manantial del Bécquer y los aireadores de agua. Hay unas vistas bonitas desde
arriba.
Si se sigue subiendo se llega
a la ermita de la Virgen de la Soledad, a la que no subimos porque el calor era
horrible, y que realmente no es una ermita ya que los monjes no dejaron que se
construyera (cosa que quiso hacer Palafox, especialmente a esa Virgen ya que él
se sintió solo y abandonado por sus padres y vivió la soledad en primera
persona) Lo que sí hay es un techado con una imagen de la Virgen.
Martes, 30 CINTRUÉNIGO
- CORELLA - ALFARO
Hoy hemos dedicado la mañana a
visitar tres localidades de los alrededores que creemos que merecen la pena: Cintruénigo, Corella y Alfaro
Estos pueblos nos han
sorprendido porque nos los imaginábamos mucho más pequeños y son bastante
grandes; además, tienen unas construcciones en ladrillo muy interesantes sin duda
por la influencia mudéjar en la zona.
Llegamos
a Cintruénigo y damos unas vueltas por el pueblo para disfrutar
de las muchas fachadas tanto de de casas señoriales (muchas abandonadas o
deshabitadas pero que mantienen su belleza) como la Casa Ligués, la Casa Navascués o la Casa Loygorri, como de casas más comunes que también tienen
bonitas fachadas de ladrillo con puertas de colores y rejas de forja.
También nos ha gustado mucho la iglesia
parroquial, San Juan Bautista, aunque no hemos podido acceder al interior ya
que estaba cerrada. Fue construida en el siglo XVI y destaca por las
enormes dimensiones 45,5 metros de largo, 23,20 de ancho y 18,20 de altura hasta la
bóveda.
Nos tomamos un café y
emprendemos camino hacia Corella.
Corella es un
pueblo que tiene mucho que ofrecer pero que parece que no le interesa nada el
turismo. En pleno mes de julio estaba todo cerrado, incluido el museo y los
puntos de información turística, incluso la catedral. Sólo abren los sábados y
domingos y hacen una visita guiada. El resto de la semana no hay nada abierto.
Creo que están desperdiciando el potencial artístico y monumental del lugar. Así
que no hemos podido visitar nada. Todo lo hemos visto desde fuera, lo que se
llama un “recorrido panorámico”.
La ciudad posee un rico patrimonio arquitectónico barroco, donde destacan
el Palacio de los Sesma o Casa de las Cadenas, de la que existe
una réplica en el Pueblo español de Barcelona, el Museo de Arte
Sacro o las parroquias de San Miguel y la del Rosario.
Lo primero que hemos visto ha
sido la parroquia de San Miguel, la más antigua de Corella, que es un
templo de origen gótico erigido extramuros de la ciudad. Es una de las joyas de
barroco navarro debido a las remodelaciones que se llevaron a cabo hasta el
XVIII, incluyendo una exuberante ornamentación interior (que no pudimos admirar)
y en la guçia Repsol se dice que “ hoy
está considerado el templo barroco de más importancia en Navarra, con una
estructura cuidada y pensada y una decoración interior exuberante, con doradas
columnas cubiertas de follaje o, por ejemplo, imágenes de San Miguel junto a
varios demonios a sus pies que han sido abatidos por ángeles con armas”.
Desde ahí fuimos a la casa
en la que el escritor Mariano José de Larra pasó su infancia ya que su
padre era médico de esta localidad. Se
encuentra frente de la iglesia de San Miguel, en la intersección de las calles
del Santísimo y San Juan y es una pequeña casa de estilo barroco (siglo XVII),
de dos pisos, bastante sencilla, , que hoy está habitada (en venta) y en un estado deplorable. En la fachada expone
un escudo de alabastro del s. XVII con yelmo.
Continuamos el recorrido por
la Casa de los Arteta, imponente palacio del XVI con una preciosa y sobria fachada
renacentista en piedra.
Continuando hacia la plaza
García, pudimos admirar en el Palacio de Sesma, o Casa de las Cadenas, que hace esquina y tiene un gran escudo
tallado en el chaflán. Fue construido por encargo de Agustín de Sesma
y se concluyó en 1711. Se trata de un edificio de ladrillo de tres
plantas. En la baja destaca la puerta, ubicada a un lado de la
fachada. Dos pilares se sitúan delante la puerta y sobre ella cuelga una cadena enganchada
a la ménsula de hierro que sujeta el balcón de la primera planta en la que hay cinco
vanos con sus respectivos balcones; en la segunda, sobresale un alero apoyado sobre ménsulas de
madera y se abren cuatro ventanas.
El palacio se denominó
coloquialmente “Casa de las Cadenas” por las cadenas de hierro que cuelgan
sobre las puertas que fueron mandadas colocar por el rey Felipe V tras
su paso por Corella. Estas cadenas son el símbolo de derecho de asilo de la
casa.
Según se apunta en la web
del Ayuntamiento de Corella, la primera estancia del monarca en la
ciudad se produjo entre junio y octubre de 1711 y se explica por la
fama curativa de los ajos y microclima de Corella para la recuperación de la
reina María Luisa Gabriela de Saboya, enferma de tuberculosis.
Desde aquí, se llega
fácilmente al Museo de Arte Sacro, emplazado en el Monasterio de la
Encarnación, antiguo cenobio de benedictinas edificado en 1659, que fue transformado
en museo en 1975. Su aspecto actual
es obra de la remodelación que vivió en el año 2001.
Abarca arte sacro del
Renacimiento y del Barroco, fundamentalmente, al que se añade una parte
representativa de la obra del pintor corellano Antonio González Ruiz (1711-1788),
primer director de la sección de pintura de la Real Academia de Noble Artes de
San Fernando.
Hubiera estado bien que
estuviera abierto en julio, pero no era así. Hay una oficina de información
turística en el mismo edificio que también estaba cerrado. Sólo abren sábados y
domingos de 11:00 a 13:00; y sólo visitas guiadas a las 11:30 los mismos días.
Dimos una vuelta alrededor del edificio, hicimos unas fotos y continuamos la
ruta panorámica.
Después de callejear un poco
nos dirigimos a nuestra última visita de hoy: Alfaro
Lo más relevante de Alfaro
es la Colegiata de San Miguel Arcángel (un maravilloso y enorme edificio
y la única iglesia de España de estas dimensiones construida sólo con ladrillo);
y las cigüeñas (es el lugar del mundo donde anidan más cigüeñas en un único
lugar)
Comenzamos dirigiéndonos a la Plaza
de España a través de pintorescas calles con casonas de ladrillo, sin duda,
de influjo mudéjar aragonés.
Al llegar a la plaza quedamos
impactados por la colegiata, por su tamaño y su belleza. Fue declarada Monumento
Histórico Artístico Nacional en 1976.
El templo, de dimensiones
catedralicias, es una obra maestra del barroco aragonés de finales del XVI, es el santuario más grande de La Rioja y
la única colegiata de España realizada por completo en ladrillo.
Se accede a ella subiendo una
gran escalinata en forma de concha. Desgraciadamente está siendo restaurada (se
prevé que las obras finalicen a fines del 2024) y se encuentra cerrada al
público. No obstante, en ambas puertas han colocado unas rejillas metálicas a
través de las cuales se puede divisar el interior que es impresionante aun en
obras.
Sobre los tejados de la Colegiata se asienta la mayor colonia de cigüeña blanca sobre un único edificio que existe en el mundo (aproximadamente 700 ejemplares).
Justo frente al templo,
en el lado opuesto de la plaza, se encuentra el Centro de Interpretación de las Cigüeñas. Es pequeñito, pero
ofrece bastante información. La visita al centro concluye con un vídeo de una
media hora sobre el patrimonio natural de la zona. Chulísimo.
Desde este centro nos
dirigimos al Mirador de las Cigüeñas
al que se accede subiendo por una calle a la derecha del templo (donde hay un
bonito graffitti con el nombre de la localidad y unas cigüeñas) y girando luego
a la derecha por unas escaleras. La vista de los tejados de la iglesia repletos
de nidos es espectacular. Debe ser impresionante ver la llegada de más de 600
aves al caer la tarde. Nos han dicho en el Centro de Interpretación que
empiezan a llegar sobre las 20:30; desgraciadamente no estaremos en el pueblo a
esa hora. Aun así, merece mucho la pena subir a contemplar las vistas desde ese
mirador.
El pueblo de Alfaro tiene algunas
iglesias más para visitar pero no
tenemos tiempo así que desde el mirador volvemos callejeando un poco hasta el
coche y regresamos a Fitero.
Comemos, tomamos las aguas y
pasamos en la piscina el resto de la tarde. Ya nos estamos transformando en
anfibios.
Jueves, 1 de agosto TARAZONA
Hoy hemos visitado la
localidad de Tarazona de Aragón que se encuentra a unos 30 kms. de Fitero. La
verdad es que ya conocíamos esta localidad pero nos apetecía volver y hemos
constatado que está mucho más deteriorada que hace años; hay muchísimos
edificios y barrios en estado ruinoso.
Al llegar, se puede aparcar el
coche en un parking gratuito que hay junto al parque del Palacio de Eguarás,
que no queda retirado del centro.
Nos hemos acercado a la
oficina de turismo donde nos han dicho que sólo se podía visitar la catedral.
Todo lo demás sólo abre para visitas guiadas a horas concretas. En fin, no sé
qué pasa con estos sitios que están cerrados incluso en julio.
Así que, en primer lugar, nos
dirigimos a la catedral que es una maravilla tanto por fuera como por dentro,
aunque han tenido movimiento y todas las capillas están protegidas y aún en
restauración.
Precios y horarios aquí:
https://www.catedraldetarazona.es/turismo-catedral/horario-y-tarifas/
La catedral de Santa María
de la Huerta es una de las joyas del patrimonio mudéjar de Aragón que ha
estado 30 años de restauración por problemas estructurales y abrió de nuevo sus
puertas en 2011.
La catedral reúne un conjunto de estilos diversos, desde el primer gótico del siglo XIII hasta sus últimas manifestaciones del siglo XV, para enlazar con el renacimiento del siglo XVI, aderezados con la tradición constructiva del mudéjar aragonés. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931. El templo de planta basilical está presidido por una amplia cabecera con girola, cuenta con tres naves de diferente altura. Se edificó en estilo gótico francés pero conserva magníficos ejemplos de estilo mudéjar como el claustro cerrado todo él con celosía de yeso.
En el siglo XVI, el interior
del templo se renovó según la estética renacentista, con bellas pinturas
murales. Destacan especialmente las pinturas del tambor del cimborrio, un
conjunto de figuras humanas desnudas, por lo que se le ha calificado como la ‘capilla
sixtina del renacimiento español’. Este cimborrio es muy curioso ya que
(leyendo de derecha a izquierda) aparecen muchos de los dioses paganos romanos
y otras figuras como Paris y Helena. La interpretación es que en esa
representación está el mal que lucha continuamente contra el bien.
El retablo y las pinturas al
fresco son espectaculares y también el púlpito octogonal y el coro.
La última parte de la vista es
el claustro y el pequeño museo que se ha instalado en él. El claustro fue
realizado entre 1500 y 1529 y es una de las creaciones maestras de la
arquitectura mudéjar aragonesa en la que destaca el complejo sistema de yeserías
que recubren los ventanales.
Terminada la visita cruzamos
el río y subimos por la calle Mayor (peatonal) hasta el barrio de la
judería donde se encuentra el ayuntamiento, otra de las maravillas de Tarazona.
El edificio del Ayuntamiento fue edificado
junto a la muralla, apoyándose en ella, entre los años 1557 y 1563 en la Plaza
Mayor o del Mercado, para cumplir la función de Lonja, mirador de
bueyes y graneros puesto que esta ciudad ya contaba con un edificio para
las Casas del Concejo en la Plaza de la Magdalena, en el barrio del Cinto. Sin
embargo, sabemos que ya a mediados del siglo XVII el edificio de la Lonja
pasó a ser utilizado como Casa Consistorial propiamente dicha.
Siguiendo las características de toda Lonja, basadas a su vez en las de la arquitectura privada aragonesa, la de Tarazona contaba en su última planta con un “mirador” o galería de arquillos, con la función de falsa cuya estructura sirve para la protección del edificio, y rematado en un volado alero de madera. Desde este mirador la corporación municipal contemplaba los espectáculos taurinos que se celebraban con motivo de las fiestas patronales o de las particulares de cada gremio, así como de las manifestaciones religiosas, como el paso de la procesión del Corpus Christi por la plaza. Esta función de mirador de la Lonja fue perdiéndose a partir de los últimos años del siglo XVIII debido a la construcción de la plaza de toros sita al lado de la iglesia de la Virgen del Río, patrona de la ciudad.
Al exterior el edificio presenta
una decoración escultórica que lo hace único y original. No obstante, ha
sufrido numerosas obras y reformas que han hecho totalmente diferente su estado
actual del original. Pese a todo es un edificio espectacular.
Delante de él se han instalado
las típicas letras gigantes con el nombre de la localidad (para la foto)
Tomamos un café en la plaza y
bajamos por una de las calles de la judería para ver las “casas colgadas”,
una serie de casas construidas con saledizos para ganar algo de espacio, en la
que residían familias nobles y que forman un conjunto de viviendas edificadas
sobre el adarve de la muralla del barrio del Cinto. Sus fachadas posteriores
quedan colgadas sobre la calle Judería. Hoy las más antiguas son una ruina, de
hecho, la calle que lleva a ellas está cortada al paso por peligro de derrumbe.
Las nuevas no las hemos visto al no poder pasar por la calle desde las que se
pueden ver.
Hemos pasado el resto de la
mañana recorriendo las calles de la judería repletas de arcos, escaleras,
recovecos y callejones hasta llegar al mirador de San Prudencio desde el
que hay unas bonitas vistas de la ciudad con la catedral, la ermita de la
Virgen del Río y la plaza de toros que es muy curiosa por su forma octogonal
(debido a que en su construcción participaron ocho empresarios y cada uno hizo
su parte); en su momento se utilizaba como plaza de toros y viviendas y sacaban
dinero por ambos conceptos. Hoy día son sólo viviendas y el lugar al que se puede
acceder por cualquier puerta.
Desde aquí, la parte más alta
de la ciudad, comenzamos a bajar hasta donde hemos dejado el coche junto al río
y volvemos a Fitero.
El resto de la tarde lo
pasamos entre tratamientos de aguas, comida, piscina y masajes.
Viernes, 2 ÁGREDA
Hoy hemos conocido la ciudad
de Ágreda y nos ha gustado mucho, especialmente lo bien preparada que está para
el turismo. Nos dirigimos al llegar a la oficina de información turística en el
que una chica nos informó muy bien de todo lo que se podía visitar, horarios y
precios, y nos dio un plano con una ruta marcada para no perdernos nada. Descubrimos
con grata sorpresa que las calles están limpísimas, las fachadas cuidadas y hay
muchas indicaciones para los diferentes monumentos.
Es sin duda la población más
monumental de esta zona. Sus calles están salpicadas de templos y conventos del
XVII, construcciones populares y casas solariegas. El pueblo es pequeño y en
una mañana da tiempo de sobra para ver todo.
Algo que no nos gustó al
llegar fue que la plaza Mayor, que es muy pequeña, estaba a rebosar de
coches aparcados lo que desluce bastante; máxime cuando a 50 metros, junto a la
iglesia, hay zona de sobra para aparcar gratis. Ahí dejamos nuestro coche.
Dimos unas vueltas por la
plaza y tomamos un café en una de las terrazas, con coches por todas partes (bastante
desagradable). La plaza Mayor data del siglo XVI y fue en su origen un
lugar de encuentro entre los cuatro
recintos amurallados para lo que se cubrió el cauce del río Queiles mediante
una bóveda de cañón que dio origen a la plaza. En ella se construyó el
ayuntamiento de la villa en el mismo siglo. Destaca la galería
superior, abierta en la fachada principal.
Tras la visita a turismo, comenzamos
por la iglesia más grande del pueblo, junto a la plaza, la basílica de la
Virgen de los Milagros, patrona de Ágreda. Es de estilo herreriano y se
construyó entre 1554 y 1624; lo que más sorprende de ella es su gran tamaño y
sus líneas sencillas y austeras. En la fachada no hay ningún elemento
decorativo. El interior, también sobrio, está presidido por un retablo sencillo
con la imagen de la patrona. Nos ha llamado la atención una capilla con los techos y paredes de bonitos y
recargados relieves, muy diferentes al resto.
A la iglesia se accede a ella por la derecha, por una puerta lateral y la entrada es gratuita (casi todos los monumentos en Ágreda sin gratuitos)
Desde aquí entramos al barrio de la judería
(siguiendo el plano, por un arco y enseguida queda a la derecha la antigua
sinagoga que hoy es un restaurante que se llama La Sinagoga.
Continuando por esa misma
calle hacia abajo se llega a una de las zonas más monumentales: el arco de
Felipe II y el Palacio de los Castejón en el que se encuentran unos famosos
jardines que se pueden visitar.
La puerta se encuentra adosada
a uno de los torreones del palacio que data del siglo XVI y fue construida en
1573 para controlar posibles revueltas de moriscos. En ella destaca el escudo
de los austrias del que cuelga el Toisón de Oro.
El palacio de los Castejón
es el edificio más importante de la arquitectura civil de Ágreda y data del
XVII. Hoy es un centro cultural, y se puede visitar sin problemas. Tras pasar
la puerta se accede a un zaguán que da paso al patio de la casa que hace las
veces de salón de actos (hay mazmorras y otras dependencias que están cerradas,
a excepción de algunas que se utilizan como salas de exposiciones) Desde el
patio se accede a los famosos jardines, una de las atracciones de la localidad.
Los jardines son singulares y únicos jardines, recreados tal y como fueron
ideados en el siglo XVI. Se dividen en dos espacios perfectamente diferenciados
en cuanto al trazado: El Jardín Renacentista de Don Diego de Castejón y
El Jardín de la Memoria. Destacan las plantas aromáticas y los nudos que
forman los parterres.
Continuamos al ruta hasta
hasta la puerta del siglo X que se
mantiene en perfecto estado y es un arco de herradura por el que se accedía al
barrio moro. Desde aquí hay unas bonitas vistas de las huertas que los árabes
aterrazaron para optimizar el agua y siguen igual a día de hoy.
El paseo continúa por el borde
de la muralla hasta el Arco Emiral
(un arco del siglo VIII por el que se entraba a la alcazaba y que se conoce
también como Puerta del Agua) que es una fortificación presidida por el Torreón de
La Muela (declarado Bien de Interés Cultural en 1949), ambos
situados junto a los restos de la mezquita. Estas edificaciones constituyen uno
de los conjuntos más antiguos de arquitectura islámica de España.
Muy cerca de aquí se encuentra
el Centro de Interpretación de Ágreda, de reciente construcción; moderno
pero que no desentona en el conjunto. Es pequeño y cuenta con una original arquitectura.
El museo, situado en la calle Mezquitas del «barrio moro», junto a la Muralla
Árabe, permite entender las transformaciones que ha sufrido la villa de
Ágreda a lo largo de su historia. Cuenta con material visual como maquetas,
pósters… y audiovisual sobre la historia de la localidad.
Llegamos a continuación a la
plaza de San Miguel donde se encuentra el templo del mismo nombre, la iglesia
de San Miguel. Aquí hay una chica muy joven que ofrece dar la explicación
del templo que, por supuesto, aceptamos. Lleva sus apuntes y se le ve un poco
cortada, pero pone muchísimo interés y será una buena guía.
El edificio actual es
del siglo XVI, gótico. Fue levantado sobre uno anterior del que se conserva la
antigua torre-campanario románica almenada del siglo XII. Su gran y única nave
está sostenida por pilastras y encima de ellas, arcos apuntados con nervaduras
góticas adornadas con los blasones del fundador. Destaca una cúpula estrellada donde se puede contemplar una joya del
plateresco español, el retablo de San Miguel Arcángel, que es una
maravilla. Seis capillas y ocho altares laterales fundados por las familias
importantes de la Villa completan el templo. Una visita imperdible.
Hay que decir que todas las
iglesias de Ágreda son gratuitas, pero en las principales, las que tienen una
persona encargada para ofrecer explicaciones, se puede dejar un donativo en una
caja que hay en la mesita de entrada donde está la chica.
Desde aquí callejeamos un poco
pasando por delante del Convento de la Concepción, del siglo XVII, en
cuya iglesia se conserva el cuerpo incorrupto de Sor María de Jesús 8consejera
de Felipe IV) Hay un museo dedicado a su vida y obra y también se puede visitar la casa natal,
pero no tuvimos tiempo.
También pasamos ante el Convento
de las Agustinas, que parece cerrado, en el que destaca la cornisa mudéjar
y una torre maciza.
Lo último que visitamos es la
iglesia de la Peña, la más antigua conservada en Ágreda, consagrada en
1193. Su peculiaridad radica en el hecho de poseer dos naves, ambas cubiertas
por bóveda de cañón, siendo, por tanto, uno de los escasos ejemplos de templo
románico con doble nave. Desde 2002 la iglesia de Nuestra Señora de la Peña
acoge el Museo de Arte Sacro de la comarca.
Aquí también encontramos una
chica bastante joven, hermana de la anterior, que se ofrece a e El Museo, que se ubica en la propia iglesia que ya no se destina al
culto, posee un doble objetivo: conservar el patrimonio (hay piezas de otros
pueblos de la zona) y brindar la
oportunidad de su disfrute con su contemplación.
Entre las muchas obras que se
exponen, destaca una talla románica de la Virgen de La Peña, la pila bautismal
románica de una sola pieza con arcos entrelazados, el retablo anónimo de
Nuestra Señora de la Peña del siglo XVIII o las dos magníficas predelas (parte
inferior de un retablo) y una tabla con la Trinidad (ambas del siglo XV)
Desde aquí volvemos a la plaza
Mayor y regresamos a Fitero donde pasamos la tarde metidos a remojo (entre
baños y piscina)
Ágreda es, sin duda, la
localidad que más nos ha gustado de las que hemos visitado en este viaje.
Sábado, 3 TUDELA
Hoy es nuestro último día en
el balneario y pasamos la mañana en un pueblo que está muy cerca de Fitero pero
al que no hemos ido porque se encontraba en fiestas, Tudela. Por fin han
acabado y han abierto algunos de los edificios que queríamos visitar.
El centro de Tudela es
peatonal. Nos dirigimos en primer lugar a la oficina de turismo que está en la Plaza
de los Fueros. Allí nos dan un plano y nos explican un poco lo que se puede
ver.
Recorremos la plaza que es el
corazón de la ciudad, muy bonita y coqueta, y con mucho ambiente. Fue desde su
construcción en el XVII coso taurino, de
ahí las tauromaquias que adornan parte de los azulejos de la plaza. Además,
todas las fachadas de las casas que la
rodean muestran escudos de los pueblos de la Ribera en la planta tercera y de
familias ilustres (dueños de las casas), en la primera. Gran parte de ellos son
de cerámica policromada y algunos en piedra tallada. Todos son recientes; se
colocaron entre 1966 y 1971.
En el segundo y tercer piso hay
balcones salientes corridos para la visualización de los espectáculos. En el
cuarto, los balcones son independientes y sin voladura. Todos ellos poseen
balaustradas de hierro pintadas en color verde (antes, en rojo). El edificio
que más destaca en la plaza es la Casa del Reloj, testigo de excepción de todos
los acontecimientos de la ciudad. En uno de los lados se pueden ver las
fachadas de la Iglesia y el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, de 1549
que fueron remodeladas y se integraron en la dándole uniformidad al espacio
urbano. Una modificación importante tuvo lugar en 1941 al incorporar unos
porches en el piso inferior para conseguir mayor amplitud. En el centro
hay un kiosko de música. Es una plaza muy agradable.
Desde aquí nos dirigimos a la catedral
de Santa María, uno de los imprescindibles de la localidad, declarada Monumento
Nacional en 1884, junto a ella se
encuentra el Museo de Tudela en el Palacio Decanal o Casa del Deán.
Para visitar la catedral hay
que acceder a ella a través del museo que se encuentra en un lateral (está bien
señalizado). Se puede entrar cuando acaba el culto, pero sólo dejan unos
minutos y prácticamente obligan a entrar al museo si se quiere ver con
detenimiento.
La catedral de Tudela fue antigua colegiata del municipio y
comenzó a construirse hacia el año 1180 siguiendo las normas de la arquitectura
cisterciense y aprovechando los restos de una antigua mezquita. Tiene tres
puertas de acceso siendo la más vistosa la Portada del Juicio Final, mezcla de
románico y gótico. Muy hermosa.
El museo merece la pena y,
además de numerosas esculturas, contiene una interesante colección de orfebrería. Para
ser un museo de arte sacro (que suelen ser iguales y aburridos) éste es muy
interesante y expone piezas preciosas. Por lo demás, como todos los museos
religiosos. El precio incluye la entrada a la catedral y al claustro, además
del museo. Cuesta 4€. También se ofrecen visitas guiadas. Horarios y contacto
en https://turismotudela.com/portfolio/catedral-tudela/
Desde el museo se accede al claustro
románico que fue levantado a finales del S. XII y en cuya ejecución
intervinieron al menos tres escultores. Llaman la atención los hermosos
capiteles de las columnas con pasajes del Nuevo Testamento, muy bien
conservados. Ahora bien, todas las columnas
están tapadas con estores por lo que no se ve bien el jardín interior y además entorpece
muchísimo la vista del conjunto propio claustro. Suponemos que será sólo en
verano para proteger los capiteles.
Damos unas vueltas y
observamos los objetos expuestos en los corredores, y aún tenemos que esperar
un rato sentados para poder entrar al templo ya que en horario de misa no se permiten
visitas y se cierra la catedral por este acceso.
El interior es impresionante pero lo que más nos ha llamado la atención es
la barroca capilla de Santa Ana, patrona de la ciudad. Aparte de la belleza de
los adornos y tallados por toda ella destaca una hermosísima cúpula.
También es interesante el coro
de 86 asientos cuya silla
central oculta un curioso grabado. Parece ser que el artista tuvo algún
problema con el pago de la obra y esculpió dos cuervos picando los ojos de una
cabeza humana, en clara alusión al refrán: «Cría cuervos y te sacarán los ojos».
Por último, la reja del coro y el rosetón de la fachada son preciosos.
Finalizada la visita a Santa
María, nos dirigimos a dos de los palacios más bellos de Tudela: El Palacio
del Marqués de San Adrián y el Palacio del Marqués de Huarte, ambos
son hoy edificios públicos y se pueden visitar de forma gratuita.
El primero al que llegamos es
el Palacio del Marqués de San Adrián, hoy sede de la UNED y de la EOI. Es
el mejor palacio renacentista de Navarra ya que tiene un poco de todo:
patio de luces, alero espectacular, murales y siglos de historia en la que
aparece el mismísimo Goya, que retrató al marqués y cuya obra podemos ver en el
Museo de Navarra.
Se trata de un monumental
edificio de ladrillo de dos pisos y ático en galería. Su sobria fachada está
rematada por un espectacular alero de madera muy ornamentado.
En el interior, todo el edificio
se articula en torno a un patio cuadrado organizado en dos alturas. Éstas se
comunican mediante una colosal escalera que está decorada con unos frescos
renacentistas maravillosos que se encuentran totalmente restauradas y que están
realizados en un único tono, el gris; de ahí su nombre, grisallas. Son
excepcionales y originales tanto en su técnica como en su temática ya que en
España son escasos los conjuntos mitológicos bien conservados; en estos se representan diosas de la antigüedad clásica
junto a mujeres heroínas de la antigüedad grecorromana.
Finalizada esta visita nos
dirigimos al Palacio del Marqués de Huarte, que hoy alberga la
Biblioteca Pública y el Archivo de la Ciudad pero que en otros tiempos fue residencia
de insignes personalidades que visitaron Tudela como Carlos IV, Fernando VII o
Isabel II de Castilla. Lo primero que llama la atención es la fachada y la exuberante decoración pictórica de figuras
y motivos vegetales que rodea las ventanas y balcones.
En el interior lo más
destacable es la impresionante doble escalera imperial, considerada la más
bella de Navarra. Subimos por ella y desde ahí se pueden obtener perspectivas
diferentes del palacio, realzadas por los juegos de luces que se crean para
acentuar el efecto barroco del inmueble. Arriba encontramos una bóveda que
cubre el patio con una magnífica linterna y cuatro elementos colgantes que caen
del techo, de los que penden unos amorcillos barrocos.
En la planta baja hay un
pequeño museo que exhibe una hermosa berlina del S. XVIII perteneciente a los
marqueses de San Adrián.
Por último, queríamos visitar
la Casa del Almirante, un edificio palaciego construido entre
los años 1520-1560 del que curiosamente se desconoce el origen del nombre. Por
desgracia no pudimos visitarlo porque se encontraba cerrado. ¡En el mes de
julio que es cuando se supone que hay más turismo!
Nos dirigimos al coche para
acercarnos al puente del Ebro y subir después al mirador donde se yergue
una enorme estatua del corazón de Jesús (algo similar aunque más pequeño al de
Río de Janeiro). Al llegar al aparcamiento nos encontramos al controlador de
hora de zona azul que estaba haciendo fotos al coche y rellenando el impreso de
la multa. Le preguntamos cuánto nos habíamos pasado de hora (teníamos ticket
por el tiempo máximo permitido) y muy amable nos dijo que nos fuéramos y no nos
multó. Fue un detalle que nos sorprendió e hizo que nuestra visita a Tudela nos
dejara muy buen sabor de boca (lo que no habría ocurrido con una multa de
aparcamiento).
El puente tiene una longitud
de 360 metros distribuidos en 17 arcos. Se construyó en la Edad Media probablemente
sobre una construcción previa musulmana, y a lo largo de su historia ha
sufrido múltiples remodelaciones. Aunque la tradición asigna al rey Sancho VII
el Fuerte (s. XII) como promotor de esta magnífica obra, no se sabe si es una
reconstrucción de uno anterior musulmán, tal vez de la época de la
fortificación de la medina tudelana por Amrùs ben Yusuf (s. IX)
En sus orígenes, el puente del
Ebro contaba con tres torreones de vigilancia, uno en cada extremo y el de
mayor altura en el centro. En el siglo XIX desaparecieron y en su lugar han
colocado farolas. En 2022 concluyeron los últimos trabajos que han cambiado por
completo su imagen tras una inversión que superó los 1,5 millones de euros.
A nosotros son nos ha parecido
un puente especialmente bonito; hemos visto en internet fotos del puente
antiguo y era mucho más bello que el actual, aunque los desperfectos que
presentaba amenazaban su estructura y eso ha exigido las acciones acometidas.
Dejamos el puente y subimos por
el cerro de Santa Bárbara hasta el Mirador en coche por una
estrecha carretera que finaliza en un parking a los pies de la estatua del Sagrado
Corazón. Desde el mirador hemos disfrutado de unas hermosas vistas del valle
del Ebro, del río, el puente que lo cruza y la ciudad.
Finalmente, hay que comentar que Tudela ha sido sede de
Festivales Internacionales de arte urbano. De hecho, algunos edificios,
como el Mercado de Abastos que pudimos ver, están también decorados con
grafitis. En este blog: https://semecaelacasaencima.com/arte-urbano-tudela/
se indica una ruta muy detallada, con un recorrido de 4 kms., para ver los murales
de las ediciones pasadas.
El mirador ha sido nuestra última parada en Tudela; no hay más tiempo. En fin, nos han quedado bastantes cosas por conocer (palacios, iglesias, callejas, ruta de los grafitis…) y es una ciudad que nos ha encantado, así que será necesaria una segunda visita para recorrerla con menos prisa.
De vuelta a Fitero, comemos y
al agua otra vez. Mañana saldremos temprano para llegar pronto a Albacete