Este año, el viaje de la
Semana Blanca de “las chicas” nos ha llevado a Amsterdam. El tiempo ha
acompañado y sorprendentemente ha sido muchísimo mejor que aquí en España. Solo
nos llovió la última mañana un poco, una lluvia suave, durante el tiempo de la
visita de algunos museos por lo que se podría decir que el clima ha sido
fabuloso, soleado y la temperatura muy agradable.
Viernes, 28 de
febrero
Salimos, como siempre,
de la puerta del instituto a las 14:30. Una parte del grupo, las afortunadas
jubiladas, ya se habían tomado un aperitivo antes; las curritas salimos justo a
tiempo de coger el bus que nos esperaba en la puerta para trasladarnos a la T2
de Barajas desde donde salió el vuelo a la hora en punto. Durante el trayecto
degustamos una fabulosa –y ya tradicional- empanada encargada por Carmen.
Al llegar al aeropuerto
de Amsterdam, nos esparaba (cartelito en mano) el taxista de la empresa de
shuttle privado que habíamos reservado
para los traslados desde el aeropuerto al hotel y que funciona
estupendamente; se merece un sobresaliente en puntualidad, seriedad,
amabilidad…¡y precio! Tienen servicio en la mayoría de los aeropuertos
importantes y en algunos de bajo coste, y ya digo que merece mucho la pena. La
web es http://taxi-traslados-aeropuerto.com/
En media hora
entrábamos en el Iron Horse, nuestro hotel, en el que tuvimos algunos problemas
con la reserva (dos de las cinco habitaciones no se correspondían con la
categoría que habíamos reservado) que se solucionaron al día siguiente. Ver
crítica en Tripadvisor http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g188590-d2651675-r197745341-Hotel_Iron_Horse-Amsterdam_North_Holland_Province.html
Sábado, 1 de marzo
Nos levantamos temprano
para comenzar a explorar la ciudad
cuanto antes. Hoy habíamos planeado una ruta de contacto durante todo el día.
Hay que decir que para elaborar el programa conté con las sugerencias de Yup,
el novio holandés de una amiga cuyas indicaciones fueron verdaderamente muy
acertadas.
El hotel se localizaba
en el barrio de los museos, a un paso del Rijks Museum, o sea, genial.
Comenzamos dirigiéndonos hacia la Plaza
del Teatro,Leidseplein, cruzando el canal, para admirar la fachada de este
edificio, el Stadsschouwburg. Continuamos hacia el este hasta Spiegelgracht
(Canal de Spiegel) para ver esta preciosa zona , uno de los rincones más
encantadores de la ciudad justo en la
parte de atrás del Rijks. Nos dirigimos posteriormente hacia el centro paseando
por Nieuwe Spiegelstraat hasta la Curva de Oro (Gouden Bocht) para llegar hasta
Bloemenmarkt, el famosísimo Mercado de las Flores al borde del canal de Singel.
Damos por allí una vuelta y compramos unos bulbos de tulipán –cómo no- y seguimos camino hacia el oeste por unas callecitas con tiendas preciosas: a través de Huidenstraaat y Runstraat llegamos al canal Prinsen donde visitamos el museo de la Casa-barco que es muy curioso (vale 3,70€, pero si se va engrupo de, al menos 10 personas, hay precio especial de 3€. Volvemos hacia el centro por otra de estas callecitas, Berenst. Wolvenstr. hasta Spui donde se encuentra el Beginjhof, un patio cerrado rodeado de casas del siglo XVII y XVIII que antaño se dedicaba a obras de caridad, en el que se encuentra la casa más antigua de Amsterdam, del 1477.
Damos por allí una vuelta y compramos unos bulbos de tulipán –cómo no- y seguimos camino hacia el oeste por unas callecitas con tiendas preciosas: a través de Huidenstraaat y Runstraat llegamos al canal Prinsen donde visitamos el museo de la Casa-barco que es muy curioso (vale 3,70€, pero si se va engrupo de, al menos 10 personas, hay precio especial de 3€. Volvemos hacia el centro por otra de estas callecitas, Berenst. Wolvenstr. hasta Spui donde se encuentra el Beginjhof, un patio cerrado rodeado de casas del siglo XVII y XVIII que antaño se dedicaba a obras de caridad, en el que se encuentra la casa más antigua de Amsterdam, del 1477.
Como ya es hora de
comer, entramos en un bar que se encuentra justo frente al embarcadero de
Rokin. Al salir, sin plan claro y algo
cansadas, decidimos tomar el barco de paseo y recorremos los canales en él
durante una hora. No está mal pero no hay opción en español y el barco va
atestado de gente (y los cristales están bastante rallados) Hay otras opciones
mucho mejores con otras empresas de cruceros por los canales que esta que
resulta cara y cutre. Pero, al menos, hemos descansado y hasta se puede dormir
un poco con el balanceo del barco.
Por la tarde nos
acercamos a la plaza Dam, el centro neurálgico de la ciudad y damos una vuelta
por la zona hasta que Nani tropieza en un bordillo, aterriza con sus huesos en
el suelo y se acaba el paseo. Una copa en la plaza del teatro y nos dirigimos al hotel.
Volvemos no muy tarde y
cenamos en un restaurante cercano.
Domingo, 2 de marzo
Hoy es el día reservado
para los museos. Comenzamos por el famoso Rijksmuseum, reabierto en el 2013,
tras más de una década de trabajos, y en el que sorprendentemente no había cola
para entrar por lo que en un “pis-pas” estábamos en sus salas. El museo en sí
no tiene gran variedad ni unos fondos excepcionales como El Prado, el
Metropolitan, el Louvre, British, Hermitage, D´Orsey…, nada que ver con estos.
Sus fondos son principalmente obra Rembrandt y Vermeer,
y poco más; demasiado local y monótono para mi gusto , por lo que no es
especialmente interesante aunque, por supuesto, hay que visitarlo, y, sobre
todo, después de la colosal reforma que han llevado a cabo dos arquitectos
españoles con un presupuesto
global que ha alcanzado los 375
millones de euros (la obra arquitectónica ha costado 200
millones)
El majestuoso
edificio – en mi opinión lo más impactante- creado en 1885 por Pierre Cuypers no
estaba preparado para afrontar los retos de esta institución en el siglo XXI.
Sus instalaciones habían quedado pequeñas y obsoletas y se hacía imprescindible
mejorar los servicios para acoger a los dos
millones de visitantes que se esperan cada año. Con el tiempo,
el edificio de Cuypers ha ido perdiendo su aspecto original: se fueron ocupando los
patios originales, y con ello se eliminó la luz natural. Dos arquitectos
sevillanos han sido los encargados del proyecto de reforma con el que se
plantearon el reto de rescatar todo lo valioso del edificio original,
eliminando intervenciones pasadas e incorporando las últimas tecnologías, pero
preservando el espíritu del XIX.
Tras no pocas polémicas y agrios
enfrentamientos con los ciclistas que se negaban a que la entrada del museo se
instalase en el Pasaje, una galería central con tres naves que ha sido siempre
paso de bicicletas, la solución pactada
con todas las partes llegó en 2009 después de que los arquitectos ofrecieran
hasta tres soluciones diferentes.
La intervención es
bastante neutra. La superficie total del edificio es de casi 30.000 metros cuadrados (10.500
son para exposición). Los patios vuelven ahora a abrirse, creando un
espectacular y hermoso atrio de 2.250 metros cuadrados. El museo cuenta con 80
salas de exposiciones, restaurante, café, tienda, auditorio y salas de
reuniones.
Al terminar
la visita nos dirigimos a un local en la plaza de los museos para tomar un café
y reponer fuerzas para el siguiente reto: El Museo de Arte Contemporáneo o el
Museo del Diamante. Aquí el grupo se dividió y cada cual se fue al que más le
apetecía. El de Arte, es bastante interesante y el de diamantes… curioso.
Agotadas porque
los museos cansan bastante, nos dirigimos al famoso barrio de Cuyp para comer.
En esta zona se puede visitar, de lunes a sábado, uno de los mayores mercados
de la ciudad, que hoy –obviamente- estaba cerrado. La zona es encantadora, un
barrio moderno y acogedor, salpicado de pequeñas tiendas y locales encantadores
para comer. Encontramos un lugar: The Dutch
Co. , en el que comimos a buen precio una comida estupenda (tartar steak,
hamburger…). El personal era joven, atento y muy, muy agradable. El lugar es
muy recomendable en la calle Frans Halsstraat 76. Su web: http://www.thedutchco.nl
Terminado el
suculento almuerzo continuamos la ruta por la ciudad en dirección centro hasta
la plaza Dam. Subimos desde aquí por la avenida Damrak contemplando los grandes
edificios que la bordean, entre los que se encuentra el de la antigua Bolsa, la
obra más importante de Berlage, hoy transformada en un centro cultural.
Continuamos
hasta la Central Station con idea de tomar un tranvía para dar una vuelta por
la ciudad en este medio. En una guía habíamos leído sobre la existencia del
tranvía 20 que recorría todo el centro y paraba en los edificios más emblemáticos
de Amsterdam, pero resultó que el tal tranvía no existía. Además las taquillas
y la oficina de turismo habían cerrado por lo que no pudimos llevar a cabo el
plan. Como nos encontrábamos cerca del Barrio Rojo decidimos visitarlo. Las
chicas ligeras de ropa se asomaban a los ventanales de sus pequeños garitos.
Estaba atardeciendo y las luces rojas comenzaban a encenderse por todas las
callejas del barrio más conocido de la capital holandesa.
Luego a la
estaciön central. Íbamos a coger el tranvía 20 pero ya no existe. Vamos al
barrio Rojo. Paseo, Copa en una cevecería, botellon senior. Camareras
superamables y nos indican una pizzería Da Giorgio, en la calle Wamoesstraat, 38. Cenamos allí, genial. No caro y muy rica la
comida. Su web: http://www.dagiorgio.nl/index.html
Luego llegamos
andando a la estación central que est muy cerca y cogemos el tram 1, que nos
deja casi en la puerta del hotel. 2,8€ nos cuesta el viaje ( valido para 1
hora) y se puede pagar en el tranvía. El sistema de los billetes es curioso
pues hay que pasarlo (tipo tarjeta) por la máquina al entrar …¡pero también al
salir! para que se abran las puertas.
Lunes, 3 de marzo
Hoy nos
levantamos con una lluvia suave, que cesaría por la tarde para dejar paso a un
sol resplandeciente. Decidimos que hay que visitar algún museo más aunque no
estamos de acuerdo en cuáles; por ello cada cual se va a ver lo que le apetece:
unas al Van Gogh; otras al del Diamante; y yo, al del gato.
Salimos del
hotel en dirección a la plaza de los museos pero por la famosa Cornelisz
Hooftstraat, la más pija de la ciudad donde se encuentran todas las grandes –y carísimas-
marcas. ¡Menos mal que aún no han abierto y nos conformamos con mirar los
escaparates!
Cada cual se
va después a su museo y quedamos a medio día para comer todas juntas.
El Museo del Gato o El Kattenkabinet (gabinete de los gatos) está situado en una maravillosa casa junto a los canales de Ámsterdam. El museo está dedicado íntegramente al papel de los gatos en el arte y la cultura a lo largo de la historia. Aquí pueden contemplarse pinturas, esculturas, carteles, y otros objetos relacionados con los gatos, naturalmente bajo la atenta mirada de sus habitantes felinos de carne y hueso (que alguno hay correteando por las salas). Esta colección dedicada a los felinos se fundó en memoria de un gato muy carismático, John Pierpont Morgan, el compañero de toda una vida del fundador del museo. Aunque no le apasionen especialmente los gatos, una visita las impresionantes estancias de esta mansión junto a los canales del siglo XVII, escenario de la película Ocean´s Twelve, es algo que no se puede perder.
El Museo del Gato o El Kattenkabinet (gabinete de los gatos) está situado en una maravillosa casa junto a los canales de Ámsterdam. El museo está dedicado íntegramente al papel de los gatos en el arte y la cultura a lo largo de la historia. Aquí pueden contemplarse pinturas, esculturas, carteles, y otros objetos relacionados con los gatos, naturalmente bajo la atenta mirada de sus habitantes felinos de carne y hueso (que alguno hay correteando por las salas). Esta colección dedicada a los felinos se fundó en memoria de un gato muy carismático, John Pierpont Morgan, el compañero de toda una vida del fundador del museo. Aunque no le apasionen especialmente los gatos, una visita las impresionantes estancias de esta mansión junto a los canales del siglo XVII, escenario de la película Ocean´s Twelve, es algo que no se puede perder.
El grupo que
visitó el Museo de Van Gohg quedó muy satisfecho con la actividad. A la muerte
de la esposa del pintor, Johanna,
su hijo, el ingeniero Vincent Willem van Gogh, heredó la colección de su padre,
que a disposición de varios museos en calidad de préstamo, hasta que en 1960
creó la Fundación Vincent Van Gogh, a la que la encomendó. Las pinturas se
exhibieron en exposición permanente en el Stedelijk Museum, hasta que en 1973
el Museo van Gogh abrió sus puertas. Consta de dos edificios. La construcción
original es obra del arquitecto holandés Gerrit Rietveld y fue inaugurado en 1973.
El arquitecto del ala de exposiciones fue Kishō Kurokawa, siendo terminada en 1999
por Gojko.
El
museo posee más de 200 pinturas de Vincent van Gogh, de todos sus periodos de
creación, y unos 400 dibujos. Entre las obras principales expuestas se
encuentran Los comedores de patatas, “La recámara de Arlés” y una
versión de “Los girasoles”. Además, el museo tiene la custodia de la mayoría de
las cartas del artista.
Una vez
reunidas de nuevo en Heineken Experience nos dirigimos hacia el norte por
Vijzelgratch, girando hacia la derecha
por Herengratch hasta Regukiersgratch desde donde se puede contemplar la
famosa vista de los 7 puentes. A continuación subimos hasta la plaza Rembrand y
visitamos el Teatro Tuschinski para acabar la ruta comiendo en un restaurante
muy popular y con el estilo de los países del norte de Europa (tipo IKEA, todo
con madera lisa y muy clara), De Jaren, muy grande y espacioso en el interior.
La comida, bien.
Dedicamos la
última tarde a pasear por la zona norte, el mercado de por mercado Waterlooplein, que estaba
cerrando y además lo que quedaba era bastante “cutre”. Mientras tomábamos café en un local enorme que nos
cogía de camino, cerca del mercado, dejó de llover y salió el sol, por lo que
el resto del paseo aun fue más agradable. Pasamos por la plaza Niewmark que
está rodeada de antiguas y preciosas fachadas. En el centro de la plaza hay un
pequeño castillo. Y llegamos a la Estación Central atravesando la concurrida y
animada calle Zeedijk (o sea, el Barrio Chino) en la que se puede admirar el
Templo He Hwa, una enorme pagoda que fue el primer templo budista chino de
Europa (inaugurado en el 2000). La zona es muy agradable con algunos rincones
espectaculares.
Una vez
en la estación decidimos que sería buena
idea cruzar a la zona norte en ferry (gratuito) y eso hicimos. Desde la
estación parten 4 líneas de transbordadores que llevan hasta las islas que se
encuentran al norte de la ciudad, atravesando la bahía. Tomamos el que salía
primero y nos llevó hasta el EYE, el museo del cine, un modernísimo edificio de
sorprendente arquitectura. El
nuevo Instituto de Cine holandés se
encuentra en la orilla norte del IJ,
justo enfrente de la Estación Central de Ámsterdam. El diseño del impresionante
complejo corrió a cargo de la empresa vienesa Delugan Meissl Associated
Architects, y alberga cuatro pantallas, 640 asientos y 1.200 metros cuadrados
de espacio para exposiciones. Luego
tomamos otro ferry de vuelta y un tercero que nos llevó a otra zona bastante
aburrida por lo que decidimos volver a la ciudad. El paseo corto pero bien.
Y de vuelta,
bajamos por Damrak hasta la plaza Dam, y de ahí a Spui (para hacer el botellón
senior en café Luxemburgo, un lugar bastante agradable) . Llegóa la hora de
nuestra última cena y nos arriesgamos a un sitio llamado Captain Zeppo´s, recomendado
en la guía (en Gebed Zonder End, 5), un lugar escondido en un pequeño callejon
pero muy bien indicado. Acertamos. Cenamos un pescado, sopa, berenjena y
chuletas de cerdo, todo muy muy muy rico aunque el servicio muy muy muy lento.
No es barato (de 21 a 25€ plato) pero el lugar es muy agradable y la comida fabulosa.
Volvimos al
hotel dando un paseo para así decir adiós a esta ciudad que, iluminada por la
noche, parecía de cuento de hadas.
Desayunamos
y tras dejar el equipaje preparado salimos a dar una vuelta por los alrededores
del hotel en espera de que vinieran a recogernos los taxis reservados.
A las 10 en
punto nuestro chófer nos esperaba en la puerta y tras un breve recorrido nos
dejaba en el aeropuerto de Schiphol. El vuelo salió sin retraso y el viaje fue rápido. En
unas horas cada cual estaba de nuevo en casa.
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