Martes, 24 de julio
Salimos
de Barajas, la T4, con Iberia y destino Dakar. La terminal tan
farragosa como siempre y el avión sale con media hora de retraso porque
han encontrado en la bodega muchas maletas cuyos dueños no han subido al
avión y las tienen que sacar del aparato.
Llegamos
sobre las 21:30, hora de Dakar que son 2 menos que en España. Al llegar
nos espera Salam que va a ser nuestro "guía, chófer y servicio de
seguridad", según nos ha dicho en un español que habla perfectamente.
Salam trabaja para la agencia local Optimus Voyage, pero también es guía
independiente. Si queréis visitar Senegal con una persona seria,
responsable, competente, informado y muy agradable, podéis enviarle un
mail (incluso os puede peparar la ruta, reservar hoteles y organizar
todo, y mucho más barato que por agencia o viaje organizado. Es una
persona muy, muy recomendable)
abdousalamfall2001@yahoo.fr. Nosotros tenemos su móvil, si lo queréis podéis contactar con nosotros a través del blog.
O
sea, que vamos a recorrer el país durante 14 días solos los tres.
Genial, ya que esperábamos un grupo (contratamos el circuito online en Atrápalo
que a su vez lo contrata con Optimus Voyage que es una agencia local),
pero ha resultado un viaje privado con guía por el país. Estupendo.
Desde
la nueva terminal de Dakar (que acaban de inaugurar a 48 kms. de la
ciudad) nos lleva una hora llegar al barrio donde está nuestro hotel,
Casa Mara (ver crítica en Tripadvisor:
Compramos agua y nos acostamos para estar mañana frescos.
Primera cuestión importante: el cambio está a 65 (100€ = 65.000 francos); más o menos, el cálculo es que 1000 francos son 1,5€
Segundo:
se puede comprar una tarjeta para el móvil por 15€, que sirve para
conectarse a internet, 24 horas durante un mes desde que se activa.
Miércoles, 25 de julio
Hoy
hemos salido sobre las 09:00 en dirección al Lago Rosa que hoy no se
veía rosa (según Salam debe hacer mucho sol y viento para que adquiera
ese color)
Por el camino hemos realizado algunas paradas en mercados tradicionales de localidades de carretera y también hemos parado para ver algún baobal de tronco robusto y de bastante antigüedad.
Por el camino hemos realizado algunas paradas en mercados tradicionales de localidades de carretera y también hemos parado para ver algún baobal de tronco robusto y de bastante antigüedad.
El lago tiene ese tono rosado debido a
las enormes cantidades de sal rosa que hay en su fondo; de hecho, es una
salina pública, es decir, cualquiera puede ir a extraer sal de él.
Hemos
dado un paseo por la orilla para ver cómo trabajan y hemos podido
constatar que es un trabajo durísimo especialmante para las mujeres que
son las que se pasan todo el día descargando con espuertas de goma la
sal de las barcas y dejándola en la orilla. Y les pagan por una jornada
de trabajo 3€!!!!
Salam nos ha informado de que las mujeres tienen prohibido extraer la sal o adentrarse en el lago para cargar la barca; solo se les permite descargarla desde las barquitas y amontonarla en la orilla.
Hemos visitado también la zona donde finalizaba el famoso rallie Paris-Dakar, donde se sitúa lo que fue el pódium y que se conserva intacto.
Terminado
el recorrido por la salina y tras escapar sin comprar mada de todas las
vendedoras de recuerdos y baratijas nos hemos acercado a un hotelito
bastante coquetón, Chez Salim, desde donde hemos tomado un vehículo
(parecido a un todoterreno gigante de la guerra mundial) completamemte
destartalado, en el que había unas 8 filas de asientos dobles, pero que
ha sido solo para nosotros, y nos han llevado por las dunas que rodean
el lago a hacer, según nos ha parecido, una etapa del rallie
Paris-Dakar, conduciendo el tal Salim como un poseso por la arena.
Finalmente hemos terrminado en una playa maravillosae infinita de aguas
turquesas. Esta miniexcursión se puede contratar en el mismo hotel.
De regreso hemos comido bien, a precio de turista: 11€ el menú del día) en este mismo alojamieto.
De regreso hemos comido bien, a precio de turista: 11€ el menú del día) en este mismo alojamieto.
Después hemos emprendido un
viaje de cuatro horas hasta Loumpoul. El viaje, aunque largo, ha sido
muy interesante porque durante el trayecto hemos ido atravesando
muchísimas aldeas y poblados lo que nos ha ofrecido una visión muy
cercana de la vida cotidiana de la gente en zonas que un turista no
suele visitar.
La mayoría de estos poblados se abastecían de agua por medio de pozos comunitarios en los que se podía ver a las muneres sacando agua.
La vida en estas zonas es supertranquila: niños jugando, madres sentadas en el suelo a la sombra charlando y hombres tumbados apaciblemente en el suelo dormitando o dejando pasar el tiempo. En otros, había mercados o puestos callejeros y en ellos había un gran bullicio con los gritos y el movimiento continuo de los cuerpos de los sengaleses que gesticulanmuchísimo al hablar. Estamos en la temporada del mango y se podían ver tenderetes de este producto por todas partes. SenegL también es u. gran productor de cachuetes.
Así de entretenidos en la contemplación de cuanto veíamos a nuestro paso llegamos a Lompoul y Salam propuso acercarnos a visitar la zona de la playa en la que se puede ver cómo preparan el pescado que ellos llaman ahumado, pero que realmente es salado.
La pequeña aldea de Lompour Sur Mer estaba
ambientadísima (mercadillo, mucha gente y música en la calle a toda
pastilla) y se trata de un pequeño poblado de pescadores.
Es una visita imprescindible acercarse a la playa en la que se pueden ver las embarcaciones con las que salen a pescar y que tienen una forma alargada y todas están decoradas (pintadas) con motivos variopintos, especialmente escenas de la vida diaria o de parajes conocidos del país y relacionados con el agua, en vivos colores. Para acceder a esta zona hay que pagar una tasa de entrada. Junto a las barcas las mujeres esperan en la playa que lleguen las embarcaciones con la recogida del día para comprar el pescado, bien para comer o para salar y vender. La zona del preparación y salado del pescado está junto a la playa y son una especie de mostradores o mesas de obra, con rejillas encima. Bajo ellas hay unas espuertas enormes de agua con sal; el pescado es sumergido en las espuerta durante dos días y luego se saca y se coloca e tendido so re las rejillas para aue se seque al sol. Es curioso. Y huele bastante mal en todo el lugar.
Es una visita imprescindible acercarse a la playa en la que se pueden ver las embarcaciones con las que salen a pescar y que tienen una forma alargada y todas están decoradas (pintadas) con motivos variopintos, especialmente escenas de la vida diaria o de parajes conocidos del país y relacionados con el agua, en vivos colores. Para acceder a esta zona hay que pagar una tasa de entrada. Junto a las barcas las mujeres esperan en la playa que lleguen las embarcaciones con la recogida del día para comprar el pescado, bien para comer o para salar y vender. La zona del preparación y salado del pescado está junto a la playa y son una especie de mostradores o mesas de obra, con rejillas encima. Bajo ellas hay unas espuertas enormes de agua con sal; el pescado es sumergido en las espuerta durante dos días y luego se saca y se coloca e tendido so re las rejillas para aue se seque al sol. Es curioso. Y huele bastante mal en todo el lugar.
Finalizada la
visita nos dirigimos a una zona de Lompour Village (el pueblo) en la
que habíamos quedado con los chicos del capamento en el que vamos a
pasar la noche para dejar nuestro coche y tomar un todoterreno que nos
llevaría al desierto en el que se ubica nuestro alojamiento: Ecolodge
Lompoul (ver crítica en Tripadvisor:
https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g4481526-d4455908-r610599145-Ecolodge_de_Lompoul-Lompoul_Thies_Region.html) Nos colocan junto al
conductor en la parte delantera y Salam se instala junto con un grupito
de franceses en la parte de atrás; y así todos apretujados salimos
zumbando, y trotando por las dunas nos internamos en el desierto. Por el
camino paramos para coger un matojo de menta para el té con el que nos
obsequieron.
El campamento es un lugar espléndido, no demasiado grande. Esta entre unas dunas altas donde los que quieran pueden tirarse con tablas que alquilan en el lodge. También se pueden realizar paseos en quads o camellos por las dunas. Nosotros nos instalamos y nos tumbamos en unas hamacas a disfrutar de este lugar apacible e inigualable. Cuando se aproximó la hora del ocaso, subimos a la duna más alta par ver la puesta del sol y disfrutar de las vistas; aunque estaba un poco nublado y no fue tan espectacular, merece la pena estar un rato contemplando el desierto. Solo sobraba un grupito de treintañeros (aunque parecían adolescentes) gritones belgas haciendo el tonto y destrozando ese mágico entorno.
A
continuación, los nativos nos ofrecieron un espectáculo de percusión con
tambores al aire libre y después cenamos en una jaima, sopa de
verduras, cus-cus y crepe, y nos retiramos pronto a dormir.
Jueves, 26 de julio
El
día amanece un poco nublado, y es que estamos en la temporada de
lluvias ( junio, julio, agosto y hasta el 15 de septiembre) aunque no
nos ha llovido todavía (y según parece no lo hará hasta dentro de unos 5
días) pero se nota en el ambiente y en el cielo que se avecinan las
tormentas. Salir de la tienda y ver las dunas con el cielo en diferentes
tonos de gris es impresionante.
Tras el desayuno
que tomamos en la jaima-comedor esperamos, contemplando el desierto, a
que llegue el vehículo todoterreno que nos debe trasladas hasta el
pueblo donde ayer dejamos nuestro coche, para emprender el camino hacia
el norte que nos llevará a St. Louis, ciudad construida en una isla en
la desembocadura del río Senegal.
El recorrido es más corto que el de ayer, pero igual podemos contemplar por el camino multitud de poblados y aldeas y ver la forma de vida de los senegales; incluso hemos cruzado una familia de nómadas que se trasladaban con todos sus enseres en dos carros y un enorme rebaño de cabras.
Este país nos recuerda, en cierto modo, a lndia. Hay que obviar la basura que se puede ver por todos lados y la suciedad, pero haciendo esto se puede disfrutar del país, sus tierras y sus gentes y contemplarlo en toda su belleza y magnitud. Aquí todo es color. Y la gente es muy amable. El país tiene bastante potencial turístico, pero aún le queda mucho, muchísimo por hacer, especialmente en cuestión de limpieza. El día que despegue será un destino turístico de primer orden; pero a día de hoy no. Está todo sucio, descuidado y destartalado.
Proseguimos
nuestro camino disfrutando del recorrido y haciendo alguna parada, por
ejemplo, para contemplar uno de los tres baobab más grandes del país
cuyo tronco está hueco pudiéndose acceder a su interior gratis (los
otros dos cobran 1000 francos por entrar, o sea, 1,5€) Para rodearlo,
serían necesarias más de 10 personas cogidas de la mano. En esta zona
hay muchos baobab e incluso vemos bosques enteros de esta especie que es
el símbolo del país.
Llegamos a St. Louis (ciudad colonial, hoy Patrimonio de la Humanidad) sobre las 12:30. Es una ciudad que fue colonia francesa y mantiene ese aire decadente colonial. Nos dirigimos al hotel, Siki Hotel (ver crítica en Tripadvisor:
https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g304072-d1937440-r610599901-Siki_Hotel-Saint_Louis_Saint_Louis_Region.html), una antigua casa colonial que
fue prostíbulo y que se ha reconvertido en un hotel muy bonito; nos
instalamos, descansamos un poco y quedamos con Salam para comer juntos.
Nos propone hacerlo en un restaurante local y muy popular a la vuelta
del hotel que se llama La Linguere . Un sitio muy, muy recomendable.
Está lleno, especialmente de locales y algún huésped del hotel como
nosotros. Tomamos el plato típico senegalés (equivalente a la paella
aquí) que consiste en una especie de cocido de arroz, verduras (yuca,
zanahoria, berenjena, col y nabo) con pescado y aderezado con perejil
picante y hojas de hibisco. Estaba muy rico. Y nos ha costado 4000
francos!!!! (o sea, 6€ los dos platos y una botella grande de agua).
Genial.
Después de comer nos acercamos al hotel a
tomarnos un café expreso en el bar y descansar un rato hasta las 16:00
en que nos recogeran para dar un paseo en calesa de dos horas por la
ciudad.
La calesa llega puntual y con ella Mohamed,
el guía-calesero, que no habla español, así que se viene Salam con
nosotros para hacer de traductor.
Recorremos la ciudad al completo, los tres barrios más conocidos: el francés, el portugués y el de los pescadores, y cruzamos los tres puentes que unen ambas partes del río. Lo más llamativo es el barrio de los pescadores, atestado de gente, especialmente niños, en la calle ya que, según Salam, las casas son tan diminutas y viven tantas peronas en ellas que no caben así que pasan el día en la calle y duermen por turnos (lo que llamamos "camas calientes"). Este barrio es una lengua de terreno entre el río y el mar, con una calle principal muy larga de las que salen otras pequeñitas y cortas a ambos lados que terminan en el agua. Lo que más sorprende es la zona del puerto (que es realmente playa) de donde parten y a donde vuelven las barcas con la recogida del día: había un bullicio increíble, grupos enormes de mujeres elegían a gritos los pescado directamente bajado de las barcas. El hedor que se producía por el pescado era casi insoportable debido a los restos de peces descompuestos que había por doquier. Fue curioso pero un poco desagradable.
Recorremos la ciudad al completo, los tres barrios más conocidos: el francés, el portugués y el de los pescadores, y cruzamos los tres puentes que unen ambas partes del río. Lo más llamativo es el barrio de los pescadores, atestado de gente, especialmente niños, en la calle ya que, según Salam, las casas son tan diminutas y viven tantas peronas en ellas que no caben así que pasan el día en la calle y duermen por turnos (lo que llamamos "camas calientes"). Este barrio es una lengua de terreno entre el río y el mar, con una calle principal muy larga de las que salen otras pequeñitas y cortas a ambos lados que terminan en el agua. Lo que más sorprende es la zona del puerto (que es realmente playa) de donde parten y a donde vuelven las barcas con la recogida del día: había un bullicio increíble, grupos enormes de mujeres elegían a gritos los pescado directamente bajado de las barcas. El hedor que se producía por el pescado era casi insoportable debido a los restos de peces descompuestos que había por doquier. Fue curioso pero un poco desagradable.
Terminado el paseo la calesa nos dejó en el hotel y salimos con Salam a dar un paseo por la ciudad a pie. Recorrimos muchas zonas, especialmente del centro (palacio del gobernador, Correos, plaza de la Independencia y el famoso Hotel de la Poste en el que se alojaban los pilotos entre los que destaca el famoso escritor Antoine de Saint-Exupéry, autor de El principito), y otras callejas donde muchos artesanos realizaban sus trabajos de hojalata, madera, tela...
Finalmente nos sentamos a
descansar en un local llamado Flamingo, muy recomendable; una terraza
sobre el río con el puente de Faidherbe, de hierro, al fondo (el sitio
tiene también un restaurante y piscinas, la única piscina de la ciudad).
Nos tomamos unos refrescos en este sitio y volvimos al hotel a cenar:
gazpacho andaluz!!!!
INFORMACIÓN ADICIONAL: Hemos encontrado el blog de un viajero que relata muy poéticamente la visita que hizo a St. Louis, exacta a la nuestra; además se alojó en el mismo hotel y cuenta la historia de quién fue Siki. Merece la pena echar un vistazo:
Viernes, 27 de julio
Hoy
dejamos St. Louis para dirigirnos a la zona de Barbarie donde
visitaremos el Parque Natural de la Lengua de Barbarie. Tardamos
bastante tiempo en llegar al lodge ya que la carretera es pésima, aunque
la están arreglando. De camino recogemos a Anta, que será nuestra guí
en la excursión al parque.
Llegamos a nuestro
alojamiento, Ocean & Savana (ver crítica en Tripadvisor:
El complejo es impresionante de bonito (aunque no podemos decir lo mismo de la tienda que es verdaderamente asquerosa). Nos instalamos y enseguida nos espera Salam para hacer una excursión en barca a motor (pero lenta y silenciosa) por el río para visitar el parque natural de Lengua de Barbarie que fue creado en 1976 para proteger esta área que abarca 2.000 Ha. y que se ubica en la desembocadura del río Senegal. El nombre de Barbarie viene de una palabra en la lengua mayoritaria de aquí, el Uolof, que es "barbari" y significa "chumbera" por la gran cantidad de ellas que hay en la zona.
https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g304072-d1759658-r603822764-Campement_Lodge_Ocean_Savane-Saint_Louis_Saint_Louis_Region.html)
que se encuentra a la orilla del río, en un enclave natural
espectacular.
El complejo es impresionante de bonito (aunque no podemos decir lo mismo de la tienda que es verdaderamente asquerosa). Nos instalamos y enseguida nos espera Salam para hacer una excursión en barca a motor (pero lenta y silenciosa) por el río para visitar el parque natural de Lengua de Barbarie que fue creado en 1976 para proteger esta área que abarca 2.000 Ha. y que se ubica en la desembocadura del río Senegal. El nombre de Barbarie viene de una palabra en la lengua mayoritaria de aquí, el Uolof, que es "barbari" y significa "chumbera" por la gran cantidad de ellas que hay en la zona.
La
Lengua de Barbarie es una larga lengua de arena que Constituye el lugar
de anidamiento de numerosas aves como son los pelícanos blancos, los
cormoranes, las garzas reales, garcetas y patos entre otros. Para el
avistamiento de flamencos rosas hay que ir en enero. La barca recorrió
durante mucho tiempo el río en el que pudimos ver muchas especies de
aves, especialmente varias colonias de pelícanos.
La piragua, como ellos llaman a las barcas, nos acercó a la orilla donde desembarcamos en una península que es una gran duna de arena con algún matorral para llegar al Océano Atlántico y contemplar sus agitadas aguas. Y allí estábamos solos Salam, Anta y nosotros disfrutando de aquel paraíso en la tierra. No se veía un alma hasta donde alcanzaba la vista. Es increíble.
La piragua, como ellos llaman a las barcas, nos acercó a la orilla donde desembarcamos en una península que es una gran duna de arena con algún matorral para llegar al Océano Atlántico y contemplar sus agitadas aguas. Y allí estábamos solos Salam, Anta y nosotros disfrutando de aquel paraíso en la tierra. No se veía un alma hasta donde alcanzaba la vista. Es increíble.
De
vuelta en el lodge aprovechamos el tiempo para darnos un baño relajante
en la piscina hasta la hora de comer. Tomamos el menú del día y nos
echamos la siesta. El resto de la tarde la pasamos disfrutando del
complejo paseando, contemplando el río, tumbados en las hamacas y
finalmente leyendo un rato y viendo atardecer en una cama balinesa.
Cenamos
un pescado muy rico que aquí llaman capitán, con mucha molla y pocas
raspas. Nos sentamos un rato a leer en salón al aire libre junto a la
piscina y nos retiramos a dormir. Mañana tenemos por delante un viaje
largo hasta Simal y saldremos temprano.
Sábado, 28 de julio
Hoy
ha sido un día bastante pesado ya lo hemos pasado casi entero en el
coche de viaje. Abandonamos Ocean & Savane a las 08:00 de la mañana
en dirección a la zona de Saloum, al poblado de Simal dinde se encuentra
situadi el Ecolodge Simal, donde pasaremos dos noches.
Durante
el camino hemos visto lo de siempre: baobab, palmeras, poblados,
mercados, puestos de mango, etc. Lo único especial es que hemos parado
para visitar un poblado de casas de paja perteneciente a la tribu Peulh,
que son nómadas (aunque estos se habían quedado aquí sedentarios por
los niños y los colegios). Previamente Salam ha comprado caramelos para
darles a los niños como agradecimiento a sus padres por dejarnos visitar
el pueblo y las casas.
Los niños, por lo menos 15 o 20 no dejaban de agarrarnos y tocarnos la piel; la verdad es que no hay ningún blanco salvo en los hoteles (y no muchos) y nuestro color de piel les llama la atención (según nos han dicho, en algunos poblados los niños corren despavoridos de miedo al ver un blanco).
Hemos dado una vuelta por el poblado y visto alguna cabaña. Todos, grandes y pequeños, nos daban la mano y nos agarraban y ha llegado a ser un poco agobiante.
Hemos saludado al jefe del poblado y, cuando ya nos íbamos, nos dice Salam que el jefe iba a coger un coche (a parar uno en la carretera que es la costumbre aquí) para ir a otro pueblo de viaje, en nuestra misma dirección, a visitar a sus parientes, y que si nos importaba que viniera con nosotros. Obviamente hemos dicho que no nos importaba y hemos continuado viaje con un pasajero ilustre. Al llegar a su destino lo hemos dejado y hemos proseguido nuestro camino otra vez solos los tres.
Los niños, por lo menos 15 o 20 no dejaban de agarrarnos y tocarnos la piel; la verdad es que no hay ningún blanco salvo en los hoteles (y no muchos) y nuestro color de piel les llama la atención (según nos han dicho, en algunos poblados los niños corren despavoridos de miedo al ver un blanco).
Hemos dado una vuelta por el poblado y visto alguna cabaña. Todos, grandes y pequeños, nos daban la mano y nos agarraban y ha llegado a ser un poco agobiante.
Hemos saludado al jefe del poblado y, cuando ya nos íbamos, nos dice Salam que el jefe iba a coger un coche (a parar uno en la carretera que es la costumbre aquí) para ir a otro pueblo de viaje, en nuestra misma dirección, a visitar a sus parientes, y que si nos importaba que viniera con nosotros. Obviamente hemos dicho que no nos importaba y hemos continuado viaje con un pasajero ilustre. Al llegar a su destino lo hemos dejado y hemos proseguido nuestro camino otra vez solos los tres.
Hemos
parado en Auchamp a comprar algunas galletas y después hemos comido en
un local, La taverne des pêcheurs (sitio bonito y agradable con terraza,
pero con millones de moscas) y a continuación hemos visitado la llamada Isla de las Conchas (Fadiouth Joal),
lugar donde nació el primer presidente de Senegal y donde hay un poblado
muy coqueto llamado también Joal. Se trata de una zona de marismas con
una isla en el centro a la que se llega por un puente de madera. Justo
al lado del restaurante se encuentra la oficina de turismo en la que se
puede contratar un guía en cualquier idioma para visitar la isla con
opciones de llegar a ella en barca o atravesando el puente que la une a
tierra firme.
A través de Salam contratamos a Jean Gregorie que habla bastante bien español y que pertenece al sindicato de turismo oficial de la zona. Nuestra visita no incluye barca y son unos 15€. La isla es muy pequeña y curiosamente el 90% de la población es católica y el resto, musulmana. Visitamos el pequeño pueblecito recorriendo sus calles con las explicaciones de nuestro guía. Básicamente, los primeros que llegaron a la isla fueron los misioneros católicos que se encargaron de evangelizarla, es decir, imponerles su religión aniquilando la suya, pues la población era animista (adoraban y creían en la naturaleza); después llegaron los musulmanes y curiosamente todos convivieron en armonía lo cual sucede hasta el día de hoy. En la isla hay una iglesia católica enorme, y cruces, vírgenes y otros símbolos del catolicismo por las calles (también viven en ella de continuo dos sacerdotes), pero también una mezquita grande y otra pequeñita. Sorprende oír que los musulmanes ayudaron económica y físicamente en la construcción de la iglesia y, posteriormente, los católicos hicieron lo mismo. Las explicaciones de Jean Gregorie no dejaban de sorprender ya que nos contó que hoy día todos se llaman "hermanos", se ayudan, se casan entre ellos e incluso todos participan de las fiestas religiosas de ambas religiones; no hay conflicto ni problema sino respeto y tolerancia. Pero lo más curioso es el cementerio de la localidad que se ubica en una islita anexa con unas vistas increíbles, a la que se accede también atravesando un puente de madera; lo especial del lugar es que es un cementerio cristiano y musulmán y están juntas en el mismo recinto las tumbas de unos y otros, obviamente respetando las tradiciones de cada uno (mirar a la Meca y enterrar sin ataud sino envuelto en una tela de 7 metros, los musulmanes; y con ataud,los cristianos).
Hoy día hay turistas a los que les gusta y sorprende tanto este cementerio que piden ser enterrados aquí y, de hecho, vimos varias tumbas de extranjeros.
El nombre de Isla de las Conchas viene de que el suelo de toda la isla, incluida la del cementerio, es de conchas. Hay que decir que la isla se encuentra en el centro de una laguna de agua salada en la que sube y baja la mare cada 6 horas; cuando está baja muchas mujeres caminan por la arena buscando berberechos y almejas que después secan al sol. A eso se dedica la población de la isla. Cuando llegaron aquí los primeros pobladores, ya encintraron las conchas.
A través de Salam contratamos a Jean Gregorie que habla bastante bien español y que pertenece al sindicato de turismo oficial de la zona. Nuestra visita no incluye barca y son unos 15€. La isla es muy pequeña y curiosamente el 90% de la población es católica y el resto, musulmana. Visitamos el pequeño pueblecito recorriendo sus calles con las explicaciones de nuestro guía. Básicamente, los primeros que llegaron a la isla fueron los misioneros católicos que se encargaron de evangelizarla, es decir, imponerles su religión aniquilando la suya, pues la población era animista (adoraban y creían en la naturaleza); después llegaron los musulmanes y curiosamente todos convivieron en armonía lo cual sucede hasta el día de hoy. En la isla hay una iglesia católica enorme, y cruces, vírgenes y otros símbolos del catolicismo por las calles (también viven en ella de continuo dos sacerdotes), pero también una mezquita grande y otra pequeñita. Sorprende oír que los musulmanes ayudaron económica y físicamente en la construcción de la iglesia y, posteriormente, los católicos hicieron lo mismo. Las explicaciones de Jean Gregorie no dejaban de sorprender ya que nos contó que hoy día todos se llaman "hermanos", se ayudan, se casan entre ellos e incluso todos participan de las fiestas religiosas de ambas religiones; no hay conflicto ni problema sino respeto y tolerancia. Pero lo más curioso es el cementerio de la localidad que se ubica en una islita anexa con unas vistas increíbles, a la que se accede también atravesando un puente de madera; lo especial del lugar es que es un cementerio cristiano y musulmán y están juntas en el mismo recinto las tumbas de unos y otros, obviamente respetando las tradiciones de cada uno (mirar a la Meca y enterrar sin ataud sino envuelto en una tela de 7 metros, los musulmanes; y con ataud,los cristianos).
Hoy día hay turistas a los que les gusta y sorprende tanto este cementerio que piden ser enterrados aquí y, de hecho, vimos varias tumbas de extranjeros.
El nombre de Isla de las Conchas viene de que el suelo de toda la isla, incluida la del cementerio, es de conchas. Hay que decir que la isla se encuentra en el centro de una laguna de agua salada en la que sube y baja la mare cada 6 horas; cuando está baja muchas mujeres caminan por la arena buscando berberechos y almejas que después secan al sol. A eso se dedica la población de la isla. Cuando llegaron aquí los primeros pobladores, ya encintraron las conchas.
También
hemos visitado el baobab sagrado que tiene varios soglos de antigüedad y
es el lugar donde los animistas se reunían para sus ritos.
El
poblado está bastante limpio y cuidado y las casas tieneen agua
potable, cada una con un contador. El primer presidente de Senegal nació
en este lugar y cuando llegó al poder lo primero que hizo fue traer el
agua corriente y la luz eléctrica a la isla. Ahora, debido al auge del
turismo, hay una especial atención al tema de la basura y la suciedad y
en cada casa se ha conseguido poner un cubo de basura que es recogido
los viernes por jóvenes voluntarios.
Finalizada la
visita reemprendimos el camino en dirección a la región de Saloum,
atravesando bosques impresionantes de baobab y de palmeras de coco.
Llegamos
al Ecolodge Simal (ver crítica en Tripadvisor:
https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g3860061-d2553462-r603821704-Ecolodge_de_Simal-Simal_Fatick_Region.htm ) aún a
tiempo de darnos un agradable baño en la piscina antes de la cena que
tomamos en unas mesas dispuestas sobre la arena a la orilla del río.
Domingo, 29 de julio
Desayunamos
en las mismas mesas en las que anoche cenamos, pero hoy con un calor y
un sol asfixiante. Esta mañana tenemos una excursión en barca por el río
para ver los manglares y las aves que habitan este ecosistema.
A
las 09:00 nos subimos a la barca desde la playita del mismo ecolodge y
emprendemos el recorrido que dura unas dos horas; hemos tenido suerte ya
que se ha nublado y no hacía demasiado calor. El paisaje es
espectacular y durante el mismo hemos avistado bastantes aves como
cormoranes, garzas, garzas reales, martín pescadores, gaviotas,
pelícanos... Los manglares son lo más curioso ya que aquí los plantan
para cultivar ostras que es a lo que gran parte de la población se
dedica por aquí, ademas de la pesca y cultivo de cacahuete. Las zonas de
manglares son extensísimas. Merece mucho la pena la excursión. También
hay algunos criaderos de gambas. A la vuelta hemos remolcado a un
pescador que iba a remo y finalizaba la faena.
Al
acabar el paseo nos han dejado de nuevo en la playita del lodge y hemos
pasado el resto de la mañana, hasta la hora de comer, en la piscina.
La comida ha estado muy bien: ensalada, pescado recién cogido y mango, a la sombra, bajo los árboles a la orilla del río.
Hemos
descansado un rato y nos hemos dado un baño en la piscina antes de las
17:30, hora en que hemos quedado con Salam para visitar el poblado de
Simal. Es una aldea grande al lado del río. De nuevo nuestro acompañante
ha comprado una bolsa de chupa-chups y nos los daba para irlos
repartiendo a los niños del pueblo.
El poblado está
bastante limpio para lo que suele verse y tiene agua corriente y luz, o
sea, que está bastante bien. Las casas son de paja, de palma y alguna
de obra. Durante una hora y media hemos recorido las calles, saludado a
todo el mundo, repartido caramelos a los niños, visitado el molino de
grano, especialmente mijo y cacahuetes, el dispensario, una merecería y
poco más. Nos ha llamado la atención una construcción que ya vimos ayer
en la Isla de las Conchas y que se llama "La plaza de la justicia": de
trata de un tejado de paja soportado por unos pilares de madera bajo el
que se disponen, o construyen, unos bancos; sirve para solucionar los
conflictos que puedan surgir entre vecinos ya que, antes de acudir a la
policía, es obligado venir aquí y debatir el asunto con el jefe del
poblado para encontrar una solución y quedar como amigos. Si el
conflicto no se resuelve y media la policía, esas familias tendrán
inquina durante más de 50 años. Es un lugar reservado a los hombres en
el que no pueden entrar ni mujeres ni niños; si el conflicto se origina
entre una mujer y un hombre, o dos mujeres, se colocan unos bancos fuera
del recinto para que se sienten ellas. La Plaza de la Justicia se ubica
junto a un árbol sagrado.
También hemos pasado
por la casa de un curandero-sanador famosísimo al que vienen a consultar
personas de todos sitios; los días de consulta, por lo visto, la zona
está llena de gente. La consulta tiene un lrecio raro:2500 francos y,
además, hay que comprar un pollo que vale otros 2500 y que el curandero
mata y utliliza en el ritual de sanación. Al final del día entierra y
quema todos los pollos muertos. La gente de esta lna es muy creyente de
estas cosas de santería, amuletos, mal de ojo... En la valla de un campo
de yuca hemos visto colgada un botella con un poco de agua y conchas y
Salam nos ha explicado que nadie se atrevería a entrar con ese fetiche
en la puerta porque si alguien lo hace sufrirá una desgracia. Así que
todo el terreno está más que protegido con una botella de plástico con
dos dedos de agua y unas conchas sumergidas. La. verdad es que oyéndolos
hablar con tanta convinción da un poco de miedo.
De
vuelta al lodge Salam ha propuesto pasar por el mercado que se ubica
tras él. Hemos mirado algún puesto pero es muy agobiante la presión para
comprar y mirar y entrar; creo que nos hacemos mayores y lo que antaño
no nos producía agobio ahora casi llega a molestarnos. Entendemos que es
su cultura y que viven del turismo y que para ellos 3€ es mucho dinero y
todo eso; pero resulta, repito, agobiante y nosotros, que hemos
comprado toda suerte de figuras, cuadros, cacharros, recuerdos y demás,
ahora no compramos nada en los viajes. Lo dicho, nos hacemos viejos.
A las 20:30 cenamos y nos retiramos a dormir porque mañana hay que levantarse bastante temprano.
Lunes, 30 de julio
Hoy
es el día que más temprano salimos, a las 07:30 porque tenemos 410 kms.
por delante hasta Tambacounda y las carreteras aquí son malas y con
badenes en cada población que atraviesan.
Salimos a
la hora prevista e iniciamos el viaje contemplando un paisaje que ya es
habitual. A los largo de la carretera contemplamos numerosos poblados
y, previa compra de caramelos para los niños, paramos a visitar uno de
nómadas (la tribu conocida como Paulh); el grupo estaba formado por dos
familias que viajaban juntas; había algún hombre, pero eran casi todo
niños y mujeres ya que los hombres estaban con el ganado. Nos dineron
que se quedarían allí dos meses y luego se desplazarían. Los Peulh son
nómadas y muy, muy pobres; no tienen casi nada salvo su ganado, los
carros, unas cabañas que montan con paja y lona y algunos muebles (camas
y sillas) y cacharros para comer. Cuando deciden acampar, el
propietario de la tierra se lo permite gratis y el agua pueden cogerla
también gratis de los pozos. Tampoco pagan luz porque no tienen. Había
un joven cargando el móvil con pequeñas placas solares, que también
hemos visto en algunos poblados.
Tras despedirnos y darles a todos caramelos retomamos la carretera para, varias horas después, visitar otro poblado, en este caso de la tribu Wolof cuyas cabañas no están íntegramente construidas con paja sino que usan el barro para las paredes y solo ponen paja en el techo; además son cuadradas y no redondas como la mayoría.
Damos una vuelta por las casitas y volvemos a repartir caramelos: como aquí hay tantos niños Salam los pone en dos filas, pequeños y mediaños. Igual que en el poblado Peulh, solo están aquí ahora las mujeres y los niños ya que los hombres están el el campo trabajando. Hacemos una breve parada en un mercado junto a la carretera de cestos y objetos hechos con rama de palmera y continuamos.
Llegamos a Tambacounda sobre las 15:00, nos acomodamos en el hotel Relais Tamba (ver crítica en Tripadvisor:
https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g1602157-d2700781-r603820917-Le_Relais_de_Tamba-Tambacounda_Tambacounda_Region.html) y vamos directamente a comer en el mismo hotel
(hay carta con gran variedad de platos y bebidas): tomamos sopa de
cebolla (riquísima), espaguetis boloñesa y ensalada de patatas cocidas,
tomate y jamón.
Después descansamos un poco y a las 17:30 salimos con Salam a visitar la ciudad o, mejor dicho, el mercado.
Aquí
las ciudades, al menos las que hemos visitado, no tienen una plaza que
haga de centro, ni casas o edificios monumentales (salvo alguna casa de
la etapa colonial medio derruida y, en general, abandonadas) y lo que se
considera el centro es donde se congrega la mayor parte de la
población, es decir, el mercado que es lo que siempre visitamos. En esta
ciudad es enorme y, aunque ya están cerrando cuando llegamos, aún hay
mucha gente y mucho jaleo. Al llegar preguntamos por una peluquería para
lavarme el pelo y nos dicen que, si tengo champú, es mejor que me lo
lave yo misma porque el de las peluquerías puede estar en mal estado y
caérseme el pelo. Alucinante! Aunque, después de pasar por alguna de
ellas, creo que es mejor así.
Pasamos por un puesto
de coco, que son mucho más pequeños que todos los que hemos visto hasta
ahora, y me tomo un agua, aunque me la ponen en una bolsita lo que da
un poco de aprensión. Recortemos las callejas y tenderetes del mercado
en el que hay de todo, desde pescado o carne (la carne no se veía de
todas las moscas que había sobre ella) hasta sastres que confeccionaban
los atuendos que lucen las mujeres aquí. Incluso pasamos por dos enormes
puestos de plantas medicinales cuyo dueño conocía todas y cada una de
ellas y encontraba el remedio adecuado para cada dolencia; porque aunque
aquí hay hospitales y farmacias , aún son muy dados a creencias en
curanderos, amuletos y plantas.
Tras la visita del
mercado, en el que había ya a esas horas un olor bastante desagradable,
nos dirigimos a la ciudad e hicimos un pequeño recorrido a pie. La
estación es una parada obligatoria. Es un edificio colonial, muy
estropeado y sin conservación, que antaño tuvo mucho movimiento pero que
actualmente solo abre un día a la semana, el único en que pasa un tren
que va a Mali. Junto a ella, en la explanada que antiguamente tenía
mercancias y movimiento de viajeros ahora juegan al fútbol los niños.
Hablando sobre niños, nos ha impactado mucho la enorme cantidad de "niños de la calle" (así se les llama) que hay por las ciudades. Van en grupitos y todos llevan un bote de plástico con asa para las limosnas que les dan. Hay cientos. Según nos ha contado Salam, son niños que no viven en estas ciudades y muchos e ellos tienen padres, pero los dejan a cargo de un maestro que les enseña el Corán. Es decir, que viven separados de sus familias -según Salam- para que no puedan estar con sus madres y eso los distraiga del estudio del libro sagrado; pero lo peor es que ese "tutor-maestro" les enseña el Coran y les da cama, pero el resto del día se lo pasan mengigando por las calles, además no los alimentan y los niños tienen que pedir y buscarse la comida si quieres comer. Es tristísimo y yo dudo mucho de todo lo que nos ha contado. ¿A nosotros nos parece exlotación infantil clarísima. ¡A saber lo que les hacen a estos niños!
Hablando sobre niños, nos ha impactado mucho la enorme cantidad de "niños de la calle" (así se les llama) que hay por las ciudades. Van en grupitos y todos llevan un bote de plástico con asa para las limosnas que les dan. Hay cientos. Según nos ha contado Salam, son niños que no viven en estas ciudades y muchos e ellos tienen padres, pero los dejan a cargo de un maestro que les enseña el Corán. Es decir, que viven separados de sus familias -según Salam- para que no puedan estar con sus madres y eso los distraiga del estudio del libro sagrado; pero lo peor es que ese "tutor-maestro" les enseña el Coran y les da cama, pero el resto del día se lo pasan mengigando por las calles, además no los alimentan y los niños tienen que pedir y buscarse la comida si quieres comer. Es tristísimo y yo dudo mucho de todo lo que nos ha contado. ¿A nosotros nos parece exlotación infantil clarísima. ¡A saber lo que les hacen a estos niños!
Damos
una última vuelta, ahora en coche, por la ciudad, cuyas calles están
repletas a ambos lados de cientos de puestos de todo lo imaginable, y
volvemos al hotel para pasar el resto de la y tarde en la piscina.
A
la hora de la cena empiezo a notar problemas estomacales que culminan
en una diarrea muy molesta que se acompañó más tarde de vómitos y
malestar. Pido un poco de arroz blanco, pero no puedo comer ya que se me
empieza a revolver el estómago. Dejo a mis acompañantes cenando y me
retiro. No sé si habré tomado algo que me ha sentado mal o son los
efectos del Malarone (pastillas contra la malaria que al final decidimos
tomar con bastantes reservas, pese a los efectos secundarios que tiene y
que son muy frecuentes). Mañana dejaré de tomarlas.
Martes, 31 de julio
Hemos
pasado una noche fatal ya que Domingo también se encuentra mal, con los
mismos síntomas. No hemos pegado ojo. Estaremos 24 horas sin comer y
pediremos que nos expriman limones para hacer una limonada alcalina e
irla bebiendo a lo largo del día. y, por supuesto, dejamos hoy de tomar
Malarone ya que esta medicación para la malaria puede ser la causante
de nuestra indisposición.
A la hora convenida (que
ha sido media hora más tarde en consideración a mí que no me encontraba
bien anoche) vamos a desayunar, aunque nosotros no tomamos nada sino que
preparamos la limonada. Antes de abandonar la ciudad de Tambacounda
pasamos por una farmacia y compramos sobres de suero (de ese que se
prepara en un litro de agua) para evitar la deshidratación si no
mejoramos.
El viaje de hoy (de Tambacounda a Kedougou en
realidad, no son muchos kms. (210), pero hemos tardado 6 horas porque la
carretera, por llamarla así, es malísima; la verdad es que se ha
desprendido todo el asfalto de ella y hay unos baches que parecen pozos y
tramos de tierra con enormes agujeros así que hemos ido a 20-30 kms.
por hora.
Durante el recorrido vemos muchísimos poblados de cabañas de paja, esta es sin duda la zona en la que más hay. Es exactamente igual que vemos en los documentales de la tv.; parece que esa forma de vida ya no exista, pero es absolutamente real vivir en el siglo XXI como viven estas gentes: sacando agua del pozo, en cabañas de paja, muchos sin luz... Eso sí, en todo el país hay cobertura de teléfono.
Durante el recorrido vemos muchísimos poblados de cabañas de paja, esta es sin duda la zona en la que más hay. Es exactamente igual que vemos en los documentales de la tv.; parece que esa forma de vida ya no exista, pero es absolutamente real vivir en el siglo XXI como viven estas gentes: sacando agua del pozo, en cabañas de paja, muchos sin luz... Eso sí, en todo el país hay cobertura de teléfono.
Previa compra hoy de galletitas, hemos
hecho una parada en el trayecto para visitar un poblado de la tribu
Bámbara y hemos dado una vuelta por sus pequeñas callecitas viendo el
horno, la cocina (hay turnos entre las mujeres y cada día una de ellas
cocina para todo el poblado), el molino y otras dependencias, los
rudimentarios aperos de labranza de cacahuete y maíz.
Conforme nos hemos ido acercando a la zona de Kedougou, el punto más sureste, el paisaje se ha tornado increíblemente verde, todo era absolutamente verde y la vegetación muy frondosa. Hemos atravesado el río Gambia donde un grupo de mujeres lavaba la ropa y hemos dado un corto paseo por allí cruzando el puente que lo atraviesa.
Y, por fin, hemos llegado a nuestro hotel, el birrioso Relaik Bedik (ver crítica en Tripadvisor:
Salam
se ha ido a comer y nos ha propuesto ir esta tarde a visitar el mercado
y dar una vuelta por la ciudad; pero no estamos bien, llevamos más de
12 horas a base de limonada y todas las ciudades y todos los mercados
son iguales, así que hemos preferido descansar toda la tarde a ver si
nos recuperamos.
Por la noche, un problema familiar
nos obliga a plantearnos si volver a España o no, pero no sabemos la
urgencia exacta y preferimos esperar a mañana para que nos informan bien
del problema y decidir. Por lo pronto vamos a intentar cambiar el
billete de vuelta para tres días antes.
Miércoles, 1 de agosto
Hoy
salimos temprano. Estamos en la parte más al sur del país, en la
frontera con Gambia que incluso hemos cruzado hoy; en el punto más
alejado de Dakar, la capital.
Vamos
a visitar una cascada y una tribu, los Bedik, subgrupo de los Bassari,
que vive en las montañas, en la cordillera de Futa Djalon que es la zona
más montañosa del país ya que Senegal es completamente llano.
Salimos
un poco más tarde de lo previsto porque estamos intentando cambiar los
billetes y suspender la estancia de tres días en Dakar para volver a
España el día 3 por un problema familiar.
Hoy
vamos a utilizar para nuestros desplazamientos un todoterreno y un
chófer especializado para las "carreteras" por las que vamos a transitar
así a las 07:30 se presenta aquí Seidú (nuestro conductor) con un 4x4
destartalado y sucio (aunque, eso sí, ha puesto ambientador y huele
bien) en el que partimos los cuatro por lo que ellos llaman "carretera" y
nosotros pista en malas condiciones. Después de casi una hora y media
hemos llegado a un poblado peulh llamado Ibel, desde el que parte el
camino hacia la montaña y hemos dejado el coche. Salam y Seidú se han
quedado abajo y nosotros hemos emprendido la ascención con un guía local
que chapurreaba español; al parecer, el recorrido lo tiene que hacer
un guía local para favorecer que los jóvenes trabajen y no marchen a
Canaria en pateras, según nos han dicho. Si se viaja solo, el guía cobre
1000 (1,5€)
La subida es horrorosa (a no ser que se esté acostumbrado al trecking), son 3 kms. de ascensión con gran desnivel; y además hace un calor asfixiante. Una pesadilla. Esta excursión está totalmente desaconsejada para personas sin preparación física o mayores.
La subida es horrorosa (a no ser que se esté acostumbrado al trecking), son 3 kms. de ascensión con gran desnivel; y además hace un calor asfixiante. Una pesadilla. Esta excursión está totalmente desaconsejada para personas sin preparación física o mayores.
Por
fin llegamos cerca de la cumbre y nos encontramos al jefe que es quien
cobra entrada por acceder al poblado:1000 (1,5€). Unos metros más arriba
llegamos a una explanada a que se disponen todas las casas; nada más
llegar se nos aproxima una anciana que vende baratijas, entre ellas púas
de puercoespín. Le compramos unas cuantas por 500 francos (0,75 ct. de
euro)
Damos una vuelta por este poblado de 614 habitantes, que no se diferenci de otros muchos que hemos visitado anteriormente por lo qur consideramos que no ha. erecido la pena el esfuerzo enorme de la subida.
Además, este pueblo
tiene, debido al enclave, muchos turistas que los visitan cada día y que
reparten dinero entre la gente "a troche y moche" por lo que sus
habitantes se han espabilado mucho y son bastante "carotas". Después de
pagar la entrada y repartir a la gente nueces de coca que Salam había
comorado, le hemos preguntado a una mujer si se podían hacer fotos (más
que nada, por cortesía), y ha dicho que si no pagamos no (con toda la
cara); como no llevábamos billetes pequeños ni monedas, nuestro guía le
ha dado 500 francos (0,75€) y la individua ha dicho que era poco, que
con eso ni comían. Hay que tener en cuenta que el sueldo de un profesor
son 300€ y el de una persona que está de 07:00 a 19:00 llevando turistas
en calesa es de 3€/día. Pues sí, el turismo está desvirtuando todo.
Delante de nosotros un turista español le ha dado una moneda a una niña.
O sea, que como hay turistas que les sueltan por la cara 2 o 3€ sin
saber el nivel de vida de aquí, se han acostumbrado a la pasta.
Finalmente, he sacado el móvil y me he puesto a hacer fotos y algunos de ellos han salido corriendo.jjjjjjjjj
Con no muy buen sabor de boca hemos abandonado Bedik y emprendido la bajada que ha resultado muy dura.
El
coche estaba esperando a la sombra de un árbol y lo hemos cogido para
llegar hasta la famosa "cascada" que es la única de Senegal. La pista
para llegar hasta el campamento donde hemos comido es horrorosa,
intransitable, y toda llena de enormes charcos de agua; en algunos el
agua llegaba a las puertas de 4x4. Tras hora y media de viaje hemos
llegado a Dindefelos, al campamento, un lugar muy, muy cutre, con unos
aseos que... ¡mejor olvidar! La comida, bastante regular: arroz y pollo
(negro y tieso) que es la comida tipica de Senegal, y la que hemos
comido todos los días que no había pescado y arroz. El trato de la gente
es muy bueno, son amables.
Terminada la comida
hemos emprendido la ruta hasta la cascada que nos ha llevado más de una
hora por una senda de piedras también complicada. La cascada ha
resultado ser un paraje parecido a Lls Chorros de Albacete. Era bonito.
Había algunas personas que se han ido al ratito de llegar nosotros y nos
hemos quedado solos. Después de la caminata se agradece descansar al
fresco, bajo la cascada. Nosotros. o nos hemos bañado, pero debe de ser
muy agradable darse un chapuzón en sus frescas aguas.
La
vuelta se nos ha hecho algo más corta, pero aun así es una paliza de
día. Por el camino hemos recogido a una joven que caminaba por el bosque
con un bebé. Nos ha contado que venía del campo de trabajar. Lo más
impresionante es que tiene que hacer 30 kms. andando para llegar y otros
30 para volver a su casa, cada dos días, con un bebé a cuestas. En fin!
La
cuestión es que, después del palizón de llegar desde Tambacunda (8
horas), estar en este hotel, hacer hoy dos horas hasta la carretera que
queda cerca del poblado por una carretera penosa de tierra, la subida
al poblado de 1 hora y media con un desnivel enorme y un calor
asfixiante, la bajada de otra hora y media en la que se fuerzan tanto
las piernas que dan calambres, otra hora y media de una pista infame en
cuyos agujeros cabía una vacaa un campamento cutre "hasta decir basta y
que mejor ni describo, una comida espantosa (con pollo negro, tieso y
duro), otra caminata de una hora después de comer hasta la cascada e
idem a la vuelta desde la cascada al campamento, la pista infame y la
carretera penosa... ¿merece la pena visitar esto que es el punto más
alejado de Dakar? NO!! Absoluta y rotundamente, NO!! El circuito debería
acabar en Tambacunda; el resto es una pesadilla. El poblado no merece
el esfuerzo y la cascada es bonita, pero tampoco merece la pena.
Jueves, 2 de agosto
Hoy el día ha amanecido bastante nublado y con pinta de descargar agua. Salimos
temprano en dirección al norte. Nos alejamos de los paisajes del Senegal
más genuino y más sencillo, auténtico y primitivo para volver a "la
civilización" -dice Salam. Hoy ha sido un día horroroso: 12 horas en el
coche de viaje por unas carreteras horribles en algún caso y malas en
otros; para remate, en la parte buena de carretera nos ha caído una
tromba de agua (así hemos podido comprobar que es cierto que estamos en
temporada de lluvias)
Hemos parado por el camino para ver cómo trabajan en una de las aldeas los buscadores de oro y su sistema rudimentario para hacerlo.
Hemos parado solo a comer en Tamba, en el hotel donde la comida es mejor. Salam no ha comido sino que ha aprovechado para limpiar el coche que iba de barro y polvo como si hubiésemos participado en el rally París-Dakar.
Las carreteras son pésimas; la nacional 7 por la que hemos ido gran parte del camino y que conduce a Mali está llena de camiones (muchos de ellos con problemas y esperando uno o dos días que llegue ayuda) en sus socavones cabe una vaca.
La mitad del camino hemos aprovechado para intentar conseguir billetes de avión de vuelta para mañana. Al final tenemos unos no demasiado caros, vía Lisboa, con TAP, que sale mañana por la noche, a la una de la madrugada con escala de 4 horas en Lisboa y llegada a Madrid sobre las 12:00.
Hemos parado por el camino para ver cómo trabajan en una de las aldeas los buscadores de oro y su sistema rudimentario para hacerlo.
Hemos parado solo a comer en Tamba, en el hotel donde la comida es mejor. Salam no ha comido sino que ha aprovechado para limpiar el coche que iba de barro y polvo como si hubiésemos participado en el rally París-Dakar.
Las carreteras son pésimas; la nacional 7 por la que hemos ido gran parte del camino y que conduce a Mali está llena de camiones (muchos de ellos con problemas y esperando uno o dos días que llegue ayuda) en sus socavones cabe una vaca.
La mitad del camino hemos aprovechado para intentar conseguir billetes de avión de vuelta para mañana. Al final tenemos unos no demasiado caros, vía Lisboa, con TAP, que sale mañana por la noche, a la una de la madrugada con escala de 4 horas en Lisboa y llegada a Madrid sobre las 12:00.
Los viajes por carretera resultan pesados, pero a la vez entretenidos porque el paisaje que se contempla es maravilloso y uno no se puede resistir a hacer continuamente fotos del mismo: los poblados, mercados, los campos de mijo o algodón, los mercados, la gente y los numerosos bosques de baobabs.
Contuamente hay que parar en la carretera porque los animales van por libre y uno se puede encontrar pastores con sus rebaños de cabras, corderos o vacas atravesando la vía.
Llegamos a Kaolack tarde con el tiempo justo de cenar, ducharnos y dormir un poco. Nuestro hotel es bastante bonito, el Relais Kaolack (ver crítica en Tripadvisor:
Contuamente hay que parar en la carretera porque los animales van por libre y uno se puede encontrar pastores con sus rebaños de cabras, corderos o vacas atravesando la vía.
Llegamos a Kaolack tarde con el tiempo justo de cenar, ducharnos y dormir un poco. Nuestro hotel es bastante bonito, el Relais Kaolack (ver crítica en Tripadvisor:
https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g480238-d1127496-r603820536-Le_Relais_de_Kaolack-Kaolack_Kaolack_Region.html) Tuvimos un problema con la
habitación ya que nos dieron una de matrimonio con una minicama y, dada
la. paliza de viaje que nos espera mañana y la noche de vuelo sin
dormir, montamos un númerito hasta que nos cambiaron y nos dierron la
que ellos llamaron suite, que es una habitación genial que tienen
siempre preparada y reservada para cuando se queda el gerente en el
hotel, la número 136; así que, al final, tuvimos suerte.
Durante
la cena se oye el agua de la lluvia como si fuera el fin del mundo y la
enorme tormenta continúa. De repente el hotel se quedo sin luz y el
grupo electrógeno de emergencia se estropeó también. Así que nos
acostamos a oscuras.
Viernes, 3 de agosto
La última etapa hasta Dakar ha sido menos penosa ya que la distancia desde Kaolack era mucho más corta.
Ya que el vuelo sale muy tarde, hemos pensado aprovechar el día para ver la ciudad y la famosa Isla de Gorée, Patrimonio de la Humanidad.
Llegamos sobre las 11:30 a Dakar, justo
para coger el ferry de las 12:00 que lleva a la isla, pero como aquí no
se respetan mucho los horarios, habín cambiado la hora sin previo aviso y
tuvimos que esperar casi una hora. El ferry se coge en el puerto y
cuesta 5200 francos ida y vuelta (unos 6,5€)
La isla se conoce como Isla de los Esclavos y se encuentra frente a Dakar. Los europeos (franceses, portugueses y alemanes) se la disputaron como enclave militar y puerto comercial de seres humanos con destino a sus colonias americanas. Durante cuatro siglos, millones de cautivos cruzaron el Atlántico desde estas costas de África occidental hasta que en 1807 los británicos prohibieron su transporte. Es Patrimonio de la humanidad desde 1978 y hoy vive del turismo básicamente.
Durante
más de tres siglos fue el más importante mercado de esclavos para
aprovisionar de ellos a Estados Unidos de América, al Caribe y a Brasil,
principalmente. La isla fue invadida por portugueses en 1444, bajo cuya
bandera en 1536 se construyó la primera Casa de esclavos. Desde
entonces y hasta 1848, año en que Francia abolió la esclavitud, en esta
isla se estableció la base más activa del comercio de esclavos.
La casa más famosa es la que construyó un holandés en 1776, que aún se conserva, y que fue convertida en museo por la Unesco.
El
ferry atraca en un pequeño muelle y junto a él se puede contemplar una
pequeña playita encantadora de aguas cristalinas donde se está bañando
la gente. Enseguida se da uno cuenta de que está isla es un lugar
turístico de primer orden en el país: una explanada repleta de
restaurantes y tiendas de artesanía y recuerdos, y vendedoes por
doquier.
Decidimos comer en uno de los
restaurantes frente al mar, en la terraza. El lugar es muy agradable y
muy fresquito, cosa que se agradece con el agobiante calor que estamos
pasando.
Tras la comida recorremos las calles de
esta encantadora isla tristemente famosa por su pasado y subimos al
castillo donde se conserva un cañón que en su día se uso para evitar que
los alemanes tomaran el sitio. También se erige en la parte más alta un
enorme monumento que simula una vela y que es el símbolo de la isla.
Terminado
el paseo nos dirigimos a la famosa Casa de los Esclavos, el lugar más
visitado y conocido, pero los viernes abren a las 15:00 así que nos
sentamos en la terraza de un restaurante suspendida sobre las azules
aguas del Atlántico a tomar unos cafés. El café es exquisito en Senegal y
nos sabe a gloria; además el sitio es precioso y muy fresquito.
Antes
de llegar de nuevo a la casa pasamos por un emblemático monumento: una
escultura que representa una pareja de exclavos negros a tamaño real que
rompen sus cadenas, conmemorativo del final del espantoso mercado de
la esclavitud.
Es imposible precisar actualmente los enormes costos que para las naciones africanas significó este comercio. Se calcula que al menos veinte millones de personas, tanto hombres, como mujeres y niños, fueron secuestrados en sus aldeas, trasladados y vendidos a tratantes que se establecieron abiertamente en la isla de Gorée.
Es imposible precisar actualmente los enormes costos que para las naciones africanas significó este comercio. Se calcula que al menos veinte millones de personas, tanto hombres, como mujeres y niños, fueron secuestrados en sus aldeas, trasladados y vendidos a tratantes que se establecieron abiertamente en la isla de Gorée.
Entramos
en la casa y está repleta de turistas lo que minimiza el impacto aunque
incluso hoy día pone los pelos de punta recorrer sus dependencias. Aquí
los secuestrados eran aprisionados en calabozos, encadenados como
animales y colocados espalda con espalda, como sardinas enlatadas, para
esperar a que fueran vendidos, antes de que decayeran físicamente y
fueran sacados de ese lugar.
El diseño de la Casa
de esclavos tenía dos plantas: la inferior era la zona de los esclavos y
la superior estaba reservada al dueño y a los compradores.
La
planta baja, la más impactante, incluía una sala para hombres, otra
para mujeres, otra para mujeres jóvenes, otra para niños, y otra para
recuperar peso. Esta fue la que más nos impactó ya que nos contarin que
el peso mínimo de un esclavo debía ser de 60 kgs.; si pesaba algo menos
se le encerraba en esta sala donde lo engordaban (dándole mijo, maíz...)
hasta que alcanzara su peso, igual que se hace con los animales.
Se
tenía especial cuidado en que los llantos de los niños no pudieran ser
escuchados por sus madres, para evitar que éstas sufrieran y
perjudicaran su estado de salud.
En este mercado de
personas, las mujeres tenían un valor mayor que los hombres, siendo el
factor determinante la salud, el busto y la dentadura, los niños eran
evaluados por su dentadura y las condiciones en que se encontraban en el
momento de la transacción. Los niños carecían de nombre individual y se
les llamaba por las características de la dentición. Los hombres
deberían, como ya hemos comentado, pesar al menos 60 kilos. Todos los
esclavos eran exhibidos en las escalinatas exteriores de la Casa de los
Esclavos, donde eran manejados como animales para analizar y discutir su
precio. En lo alto de las escalinatas hay un balcón desde donde los
mercaderes y tratantes discutían del precio. En las delendencias
interiores se hacía el negocio y sellaban la compra.
Finalmente, los esclavos eran llevados desde los calabozos al punto en que serían embarcados. El pasillo que los conducía era conocido como El lugar de donde no se regresa, no era muy ancho, para facilitar el manejo de las personas y en la oscuridad del túnel, al final, se apreciaba la luz del sol y el mar. Este lugar era el último en que la familia podía verse, pues en lo sucesivo cada uno sería trasladado a diferentes lugares de América. Eran embarcados en botes para subirlos después a los barcos y los esclavistas frecuentemente utilizaban este momento para hacer limpieza y se eliminaban lanzando al mar los esclavos que estaban enfermos o no eran fácilmente vendibles. A izquierda y derecha de la "puerta sin retorno" se extienden dos galerías donde los esclavos esperaban a ser embarcados cusndo se llenaban los botes.
Finalmente, los esclavos eran llevados desde los calabozos al punto en que serían embarcados. El pasillo que los conducía era conocido como El lugar de donde no se regresa, no era muy ancho, para facilitar el manejo de las personas y en la oscuridad del túnel, al final, se apreciaba la luz del sol y el mar. Este lugar era el último en que la familia podía verse, pues en lo sucesivo cada uno sería trasladado a diferentes lugares de América. Eran embarcados en botes para subirlos después a los barcos y los esclavistas frecuentemente utilizaban este momento para hacer limpieza y se eliminaban lanzando al mar los esclavos que estaban enfermos o no eran fácilmente vendibles. A izquierda y derecha de la "puerta sin retorno" se extienden dos galerías donde los esclavos esperaban a ser embarcados cusndo se llenaban los botes.
La
verdad es que merece la pena la visita, y mucho. Pero la esclavitud es
un episodio bastante triste de la historia de la Humanidad. Salam nos
dijo que hay que perdonar lara evolucionar, pero no se puede olvidar.
Sus palabras se nos quedaron grabadas.
Finalizada
la visita volvimos al embarcadero y nos sentamos en una terracita a
tomar otro café u, al igual que todo el mundo, a hacernos una foto en un corazón gigante rojo que tiene de fondo el mar y que es una escultura moderna y chic que ya se ha constituido en punto necesario de foto para los que visitan la isla (me recuerda al LOVE de ciudades como NY).
Cogimos el ferry de las 16:30 y volvimos a la ciudad. Lo primero que hicimos fue ir a la agencia, Optimus Voyage, que es muy recomendable, y que nos tenían preparados los billetes de avión.
Cogimos el ferry de las 16:30 y volvimos a la ciudad. Lo primero que hicimos fue ir a la agencia, Optimus Voyage, que es muy recomendable, y que nos tenían preparados los billetes de avión.
El
resto de la tarde lo pasamos recorriendo la ciudad: el monumento al
Renacimiento Africano (que es una escultura enorme, megaescultura sobre
un monte, las dos cornisas (este y oeste), el centro, la casa del
Presidente, el Parlamento, la mezquita de la playa...
Lo
más llamativo es el monumento al Renacimiento. Para acceder a la
escultura se han de subir 198 escalones los cuales cada 18 escalones hay
un pequeño descansillo.
El Monumento al
Renacimiento Africano es una escultura de bronce de 49 metros de altura
construida con vistas al océano Atlántico en el suburbio de Ouakam y fue
diseñada por el arquitecto senegalés Pierre Goudiaby y levantada con
ayuda de Corea del Norte. El acondicionamiento de la ubicación elegida,
una colina de 100 metros de altura, empezó en 2006, y el comienzo de la
construcción de la escultura en bronce el 3 de abril de 2008. La
inauguración solemne del monumento tuvo lugar el 4 de abril de 2010,
coincidiendo con la Fiesta Nacional de Senegal, que ese año conmemoraba
el 50º aniversario de la independencia de Francia.
La
escultura está realizada con láminas de cobre de 3 centímetros de
espesor, y representa a 3 miembros de una familia, que salen de la cima
de una montaña: una estatua completa de una mujer joven, un hombre y,
sentado en su brazo derecho levantado, un niño que señala con su dedo al
mar, a los africanos al otro lado del Atlántico, en América.
Terminado
el paseo nos sumergimos en uno de los colosales atascos por la
carretera que nos llevaba al aeropuerto y allí nos despedimos de Salam.
El
resto de la noche la pasamos en aeropuertos y aviones hasta que a
mediodía del 4 de agosto desembarcábamos en Barajas e iniciamos el
camino de vuelta a casa.
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