Jueves, 7 de diciembre
Hoy se cumplen 5 años de nuestra boda y nos vamos a pasar el puente de la Inmaculada a Venecia para celebrarlo.
Pese a que en estos día todo triplica el precio, hemos encontrado unos billetes no excesivamente caros, con la compañía low cost Volotea, para la ciudad de los canales.
El vuelo sale a las 15:30 desde el aeropuerto de Alicante lo cual, viniendo de Albacete, resulta bastante cómodo.
El avión ha salido en punto y el viaje es corto; incluso hemos aterrizado con media hora de antelación.
En el aeropuerto hemos cogido el transporte acuático (empresa Alilaguna) que tiene varias líneas que conectan el aeropuerto con varias zonas de Venecia e islas; en nuestro caso, la línea naranja nos ha dejado directamente en el puente de Rialto, muy cerca de nuestro alojamiento, el hotel Dimora Dogale (ver crítica en Tripadvisor:
https://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g187870-d9716434-r549177280-Dimora_Dogale-Venice_Veneto.html#CHECK_RATES_CONT). La opción del transporte acuático es algo más cara que el autobús hasta la plaza de Roma y después el vaporetto, pero mucho más cómoda. Nos ha costado 26€ el billete de ida y vuelta. Los billetes se sacan en la misma terminal (también se pueden conseguir con algún descuento en la web de la compañía Alilaguna), antes de las pasarelas automáticas que conducen a la zona de embarque. Está muy bien señalizado, no hay pérdida.
En una hora y media hemos llegado al hotel sin problemas (desde el puente gracias a Google Maps y la eliminación del roaming en la UE). Hemos dejado las cosas y nos hemos tirado a la calle para ver Venecia "la nuit" (que ahora en invierno es a las 16:30 cuando empieza a anochecer y a las 17:00 ya es noche cerrada).
Nos hemos dirigido lo primero directamente a la plaza de San Marcos y luego hemos pasado el resto de la tarde recorriendo sin rumbo las callejas y canales de esta preciosa ciudad.
La verdad es que pensábamos que estarían mucho más iluminados los edificios por la noche, pero todo es bastante fantasmagórico y lúgubre lo que le da un aire extraordinariamente romántico y atractivo. Paseando por las calles desiertas en una noche de invierno, con la bruma y el frío, uno parece haber sido transportado en el tiempo varios siglos atrás.
Todo es tan decadente y al mismo tiempo tan encantador!! Es indescritible la sensación de recorrer las placetas y callejas desiertas, subiendo y bajando puentecillos que atraviesan los canales, con la tenue luz de las pocas farolas amarillentas que alumbran levemente el camino y oyendo el retumbar de nuestros pasos sobre el pavimento. Parecíamos los únicos habitantes de una ciudad fantasma que aún vive en el pasado.
Todo es tan decadente y al mismo tiempo tan encantador!! Es indescritible la sensación de recorrer las placetas y callejas desiertas, subiendo y bajando puentecillos que atraviesan los canales, con la tenue luz de las pocas farolas amarillentas que alumbran levemente el camino y oyendo el retumbar de nuestros pasos sobre el pavimento. Parecíamos los únicos habitantes de una ciudad fantasma que aún vive en el pasado.
De vuelta a zonas más transitadas, cerca del Gran Canal, hemos cenado en un coqueto e íntimo restaurante, Marco Polo, en la calle Salizzada San Lio, que conduce desde Rialto al hotel. Muy bien, pizza -¿cómo no?-, vino y cerveza.
Y así termina el día de nuestro 5° aniversario en Venecia.
Viernes, 8 de diciembre
Hoy parece ser que la lluvia no nos va a dar tregua y estará cayendo el día entero. Pero Venecia es Venecia y nunca decepciona.
Tras el desayuno en el hotel nos hemos encaminado hacia el único lugar que teníamos interés de ver en este viaje: la Peggy Guggenheim Collection, que no conocíamos. Desde el hotel tenemos que cruzar al otro lado del Gran Canal y lo hacemos a través del puente de la Academia hasta llegar al cual recorremos emblemáticos lugares de la ciudad como el teatro La Fenice o el Palazzo Pissani.
El museo se halla ubicado en la que fuera la mansión de la rica heredera : el Palazzo Venier dei Leoni, que compró en 1948 y donde vivió hasta su muerte en 1979 (está enterrada en el jardín). Su colección de pinturas fue abierta al público en 1951. Se dice que Marguerite, más conocida como Peggy, nunca fue tan rica como su tío Solomon Guggenheim, el creador de la fundación y el museo Guggenheim de Nueva York, aunque ella también venía de esta familia estadounidense enriquecida con la minería. Cuando su padre, Benjamin, murió en 1912 en el naufragio del “Titanic”, Peggy se lanzó a frecuentar el ambiente artístico de Londres y París. En la década de 1920 en el barrio de Montparnasse conoció a personalidades como Man Ray, Marcel Duchamp y Tristan Tzara.
Tras el desayuno en el hotel nos hemos encaminado hacia el único lugar que teníamos interés de ver en este viaje: la Peggy Guggenheim Collection, que no conocíamos. Desde el hotel tenemos que cruzar al otro lado del Gran Canal y lo hacemos a través del puente de la Academia hasta llegar al cual recorremos emblemáticos lugares de la ciudad como el teatro La Fenice o el Palazzo Pissani.
El museo se halla ubicado en la que fuera la mansión de la rica heredera : el Palazzo Venier dei Leoni, que compró en 1948 y donde vivió hasta su muerte en 1979 (está enterrada en el jardín). Su colección de pinturas fue abierta al público en 1951. Se dice que Marguerite, más conocida como Peggy, nunca fue tan rica como su tío Solomon Guggenheim, el creador de la fundación y el museo Guggenheim de Nueva York, aunque ella también venía de esta familia estadounidense enriquecida con la minería. Cuando su padre, Benjamin, murió en 1912 en el naufragio del “Titanic”, Peggy se lanzó a frecuentar el ambiente artístico de Londres y París. En la década de 1920 en el barrio de Montparnasse conoció a personalidades como Man Ray, Marcel Duchamp y Tristan Tzara.
Excéntrica y apasionada, Peggy llegaría a ser una de las más influyentes coleccionistas. En 1938 abrió una galería de arte en Londres y aconsejada por Duchamp apreció las vanguardias europeas de su tiempo, desde el surrealismo al arte abstracto, el futurismo o el expresionismo. Los nombres de Brancusi, Calder, Kandinsky, Max Ernst o Jean Arp, no eran tan conocidos en Inglaterra. Esas obras no tenían muchos compradores, “así empecé mi colección”, diría ella.
La
villa es impresionante y en la veintena de salones que albergan la
colección hay obras de más de doscientos artistas; es casi un resumen de
las vanguardias europeas y estadounidenses del siglo XX. No faltan
obras del surrealista Max Ernst, uno de los esposos de Peggy, además de
pinturas del expresionista Jackson Pollock, de Picasso, Dalí, Kandinsky,
Man Ray, Mondrian y varios italianos, como Giorgio de Chirico, Umberto
Boccioni, Giacomo Balla y Giorgio Severini. También está allí el
argentino Lucio Fontana.
La Peggy Guggenheim Collection es considerada por mucho el mejor museo de Italia en arte moderno europeo y americano.
La
entrada cuesta 15€ y no dan ni un plano con ella lo cual parece
bastante caro, aunque merece la pena pagar ese dineo por ver tanto la
casa como la colección. Las habitaciones privadas no se visitan pero hay
algunas fotos de la propietaria en diferentes estancias con las que nos
podemos hacer una idea de cómo era. Sí se puede salir a la terraza
sobre el Gran Canal y visitar también el patio.
Al salir del museo continuamos
paseando hasta la famosísima y fotografiada iglesia de La Salute y
llegamos hasta la Punta della Dogana.
Volvemos
sobre nuestros pasos buscando un lugar para tomar café, cosa que
hacemos en un cafetín bajo el puente de la Acedemia. Desde ahí
continuamos callejeando hasta Ca ' Razzonico, en el barrio de Dorsoduro.
Se trata de unos de los palacios barrocos más bonitos de Venecia y
actualmente alberga las colecciones del llamado Museo del siglo XVIII
veneciano. El Palacio Ca' Rezzonico fue construido a mediados del siglo
XVII por Baldassare Longhena, el arquitecto de la familia Bon.
Posteriormente el palacio fue adquirido por la familia Rezzonico y
restaurado por Giorgio Massari. En el siglo XVIII vivió en Ca' Rezzonico
su habitante más notable, el Papa Clemente XIII.
Actualmente
el Palacio Ca' Rezzonico alberga en su interior el Museo del Settecento
Veneziano, un museo que cuenta con tres plantas y contiene todo tipo de
objetos que recuerdan la forma de vida de los nobles que vivieron en
siglos pasados: vajillas, figuras, mobiliario, tapices...; incluso se
puede visitar el dormitorio de la señora que posee un vestidor enorme.
Es impresionante también la sala de baile, que tiene la anchura del
propio palacio, y los frescos de cualquiera de las salas, en especial el
que fue encargado para el enlace matrimonial del propietario. La
entrada cuesta 10€.
Al salir son sobre las 15:00 y
comenzamos a buscar un lugar para comer, pero nos damos cuenta de que
aquí rige el horario europeo y no hay forma de encontrar un restaurante
ya que todos cierran a las tres. Al fin, después de mucho andar, damos
con uno que resulta ser algo bastante surrealista: un indio, que sirve
comida italiana y es atendido por una camarera china: Ganesh. Esto sí que es
multicultura.
Después de
comer vamos a visitar Ca' Pessaro que cierra a las 17:00, según
internet; pero no dicen que la taquilla cierra una hora antes, por lo
que cuando llegamos ya no podemos entrar. Así que decidimos acercarnos a
la Ca' D Oro que cierra más tarde. La caminata para llegar es bastante
considerable dado que tenemos que bajar hasta el puente de Rialto y
volver a subir. La zona, en especial la Strada Nova que discurre
paralela al Gran Canal desde Rialto hacia el norte. El palacio se
caracteriza por sus ventanas ojivales y su fachada es probablemente la
más sorprendente y trabajada de los palacios que se encuentran a orillas
del Gran Canal.
La
construcción del Ca' d'Oro comenzó a mediados del siglo XV, con un
estilo gótico-renacentista. El edificio es también conocido como la Casa
Dorada ya que en su origen la fachada estaba decorada con pan de oro.
En la actualidad el mármol también le aporta una tonalidad brillante.
Actualmente,
el Palacio Ca' d'Oro alberga la Galería Giorgio Franchetti, colección
que comenzó con las adquisiciones del Barón Franchetti a finales del
siglo XIX y que ha aumentado desde su cesión al estado italiano en 1916.
No es especialmente interesante.
Lo
que verdaderamente llama la atención es el sótano que está abierto al
canal y en el que se puede contemplar un patio encantador con una
escalinata y, especialmente, el pavimento que está realizado con cientos
de motivos en mosaico de vistosos colores.
Salimos del palacio y sigue
lloviendo; hoy el tiempo no nos ha acompañado y no ha dejado de llover
ni un minuto. ¡Ya cansa tanta agua!
Volvemos
hacia Rilato por la misma calle que continúa superanimada y hacemos una
parada en un pequeño café a tomar un chocolate caliente.
Volvemos
al hotel, descansamos un poco y luego volvemos a la calle para
disfrutar del ambiente nocturno de la ciudad, aunque con los paraguas en
mano ya que sigue cayendo una lluvia cansina.
Sábado, 9 de diciembre
Hoy
amanece con un sol brillante pero un día frío. El buen tiempo nos anima
a salir rápido para aprovechar la luz que, tras el día brumoso de ayer,
nos parece espléndida.
Lo primero que hacemos es ir a
visitar Ca'Pesaro (Galería Internacional de Arte Moderno) ya que ayer no
lo conseguimos. El palacio es interesante y magnífico y cuenta con tres
plantas que albergan el Museo de Arte Moderno y en la planta superior
un Museo Oriental.
Merece muchísimo la pena pagar los 10€ de la entrada por ver las obras de todos los grandes del siglo XX.
Durante
el recorrido pasamos por el mercado de Rialto que a esta hora está en
pleno apogeo: gente, puestos, gritos, barcas que cruzan el canal
cargadas de víveres...
Toda una explosión de color y sonido. Daba pena dejar atrás todo esto para adentrase en los silenciosos callejones que conducían a Ca'Pesaro que construido en la segunda mitad del siglo XVII por voluntad de la rica familia Pesaro. Fue obra de Baldassarre Longhena, el arquitecto veneciano más importante de le época, al que se debe también la creación de la Iglesia de la Salute y de Ca’ Rezzonico. Además de los Pesaro, el palacio fue propiedad de la familia Gradenigo y, después, fue utilizado por los Padres Armenios Mechitaristas como colegio. Adquirido por la familia Bevilacqua, perteneció a la duquesa Felicita Bevilacqua La Masa, que quiso darle la función de sede del museo y lo donó, con esta finalidad, a su ciudad.
Toda una explosión de color y sonido. Daba pena dejar atrás todo esto para adentrase en los silenciosos callejones que conducían a Ca'Pesaro que construido en la segunda mitad del siglo XVII por voluntad de la rica familia Pesaro. Fue obra de Baldassarre Longhena, el arquitecto veneciano más importante de le época, al que se debe también la creación de la Iglesia de la Salute y de Ca’ Rezzonico. Además de los Pesaro, el palacio fue propiedad de la familia Gradenigo y, después, fue utilizado por los Padres Armenios Mechitaristas como colegio. Adquirido por la familia Bevilacqua, perteneció a la duquesa Felicita Bevilacqua La Masa, que quiso darle la función de sede del museo y lo donó, con esta finalidad, a su ciudad.
El
palacio tiene tres plantas y conserva excelentes frescos de artistas
como Bambini, Pittoni, Crosato, Trevisani y Brusaferro. El fresco más
famoso, “Zefiro y Flora” de Tiepolo, fue trasladado en 1935 al Museo de
Ca’ Rezzonico. Una de las zonas más espectaculares del museo es su
enorme vestíbulo, construido alrededor de un pozo típico veneciano.
Actualmente,
la Galería de Arte Moderno de Venecia conserva pinturas y esculturas de
los siglos XIX y XX, con obras maestras de Klimt, Chagall, Miró,
Kandinsky, Klee y Moore. Además del Pop Art como Andy Warhol, Roy
Lichtenstein, además de Jeff Koon, Entre las pinturas más importantes
del museo, hay que destacar “Giuditta II (Salomé)” de Klimt, adquirida
por el Ayuntamiento de Venecia después de su participación en la Bienal
de 1910, edición en el que el artista austríaco expuso 22 obras.
Además
de las obras de famosos artistas internacionales, entre las obras de la
colección se encuentran las pinturas y esculturas de los grandes
maestros italianos del siglo XX, como Boccioni, De Pisis, Sironi,
Morandi, De Chirico y Burri.
En
la tercera planta contiene una importante colección de obras de arte
oriental, alrededor de 30.000 piezas, compuesta originalmente por los
objetos recogidos por Enrique de Borbón, conde de Bardi , durante sus
viajes por el Lejano Oriente entre 1887 y 1889 . La colección, después
de muchas vicisitudes, finalmente pasó a ser propiedad del Estado
italiano.
En la
actualidad, los valiosos objetos se exponen en la tercera planta de Ca'
Pesaro, que resulta un espacio muy reducido y lo que impide un disfrute
adecuado, aunque a su favor tiene el interés por el entorno histórico.
La colección incluye entre sus piezas una enorme cantidad de laca
japonesa del periodo Edo (1603-1868), y muchas espadas japonesas
guardadas en sus envolturas originales.
Al terminar la visita, que es
impresionante para quien guste del arte moderno, nos tomamos un café con
muffin de arándanos en la cafetería. No se puede abandonar el palacio
sin sentarse a degustar un expresso en la terraza o en una de las
mesitas interiores en las ventanas que dan al canal. Pasamos allí un
rato muy agradable descansando y observando el ajetreo en el canal.
Continuamos
el paseo volviendo sobre nuestros pasos para visitar una de las 10
joyas imprescindibles de la ciudad: Santa María de los Milagros que es
una de las iglesias más hermosas de Venecia. Es una construcción del
Renacimiento temprano, enclavada entre una pintoresca plaza y un canal,
en medio del distrito residencial de Cannaregio, alejada del bullicio de
los turistas. El templo es de dimensiones reducidas y se caracteriza
por su cúpula, formando un conjunto que ofrece unas fotografías
maravillosas desde el exterior. El interior es muy bonito, un espacio
ideal para recogerse en calma durante media hora y escapar así del
ajetreo del centro veneciano.
La Iglesia de Santa María de los Milagros es una de las más hermosas de Venecia, toda construida en mármol. Es una construcción del Renacimiento temprano, enclavada entre una pintoresca plaza y un canal, en medio del distrito residencial de Cannaregio, alejada del bullicio de los turistas. El templo es de dimensiones reducidas y se caracteriza por su cúpula, formando un conjunto que ofrece unas fotografías maravillosas desde el exterior. El interior es muy bonito, un espacio ideal para recogerse en calma durante media hora y escapar así del ajetreo del centro veneciano.
La Iglesia de Santa María de los Milagros es una de las más hermosas de Venecia, toda construida en mármol. Es una construcción del Renacimiento temprano, enclavada entre una pintoresca plaza y un canal, en medio del distrito residencial de Cannaregio, alejada del bullicio de los turistas. El templo es de dimensiones reducidas y se caracteriza por su cúpula, formando un conjunto que ofrece unas fotografías maravillosas desde el exterior. El interior es muy bonito, un espacio ideal para recogerse en calma durante media hora y escapar así del ajetreo del centro veneciano.
Se trata
de una iglesia de gran significado histórico para los venecianos
católicos: las primeras personas que venían aquí eran peregrinos que
traían ofrendas a un icono de la Virgen María, del que se decía que
realizaba milagros. Entre otros, habría devuelto la vida a un hombre
ahogado. Fue encargado por un noble para su casa pero pronto se corrió
la voz de que era milagrosa y tuvo que ponerla a disposición de los
peregrinos. Al cabo, se recolectaron fondos suficientes para erigir un
templo en honor de esa Virgen. Las obras se iniciaron en 1481, bajo la
dirección y el diseño de Pietro Lombardo, que se convertiría en uno de
los fundadores de estilo renacentista en Venecia.
En
el interior, la luz se derrama desde encima del gran altar, para
iluminar y llevar al centro de atención la imagen de la Virgen María,
conocida como María de los Milagros (I Miracoli). Si te fijas podrás
apreciar que la soberbia paleta de rosas, blancos y grises del mármol
exterior tiene continuidad de puertas adentro, con los laterales
revestidos de paneles rectangulares pulidos. Alza la vista y verás 50
cofres cuadrados, adornados uno por uno con la imagen de un profeta
vestido de veneciano. Tómate tu tiempo para observar la escalinata de
mármol, decorada con figuras de la Virgen María y sus ángeles tallados
en los pasamanos. Es una iglesia pequeña y encantadora.
Desde
ahí, subimos hasta la parte más al norte de la ciudad ( justo frente a
la isla del cementerio) , el Campo de San Giovanni y Paolo donde se
halla la espléndida iglesia del mismo nombre y al lado la Escuela Grande
de San Marco que hoy alberga el Museo de la Medicina h un hospital en
uso. Se trata de una plaza grande, abierta y espectacular con ambos
imponentes edificios presidiéndola.
Damos
un paseo por el barrio que a esa hora y con el buen día estárepleta de
gente. Comemos en un pequeño restaurante en una callejuela de los
alededores.
Pasamos el resto de la tarde
callejeando hasta llegar a la plaza de San Marcos y el Palacio Ducal,
recorremos toda la ribera desde la que vemos agardecer sobre las cúpulas
de La Salute. Un espectáculo indescriptible.Una vez puesto el sol vamos a tomar un chocolate al emblemático Café, inaugurado en 1720 que tiene fama de ser el más antiguo de Italia; pero está a rebosar y recorrenos la plaza buscando otro café.
Justo en el lado de enfrente conseguimos una mesita al lado de la ventana en el Café Quadri, de 1775, que fué frecuentado por ilustres personajes históricos, como Lord Byron, Balzac, Marcel Proust, Alejandro Dumas y Richard Wagner, y en la actualialidad, por los más prestigiosos directores o actores de cine que cada año participan en la Mostra de Venecia.
No es el Floria, pero tiene los mismos desorbiyados precios que él: 13€ por un café latte y otros 13€ por un chocolate, acompañados de unos minivasitos de agua y 6 minipastitas de un cm. cada una. Eso sí, los camareros pulcrísimos y la atención excepcional; todo cuidado al detalle (tiene una estrella Michelín) La verdad es que nos ha merecido la pena gastar ese dineral por el placer de estar allí sentados disfrutando del ambiente. Genial.
Pasamos
las últimas horas recorriendo el centro, grabando en nuestras retinas
las imagenes de esta ciudad de ensueño. Compramos unos bocatas, volvemos
al hotel a recoger las maletas y volvemos a Rialto a tomar la barca de
Alilaguna que nos traslada en 45 minutos al aeropuerto. Allí tenemos que
coger un taxi hasta el hotel donde pasaremos la noche, el Westner
Titian (ver crítica en Triladvisor) que está a 1 km. del aeropuerto. El
hotel tiene servicio de transfer (1,5€/persona) que habíamos contratado,
pero nuestra hora era las 23:00 y llegamos bastante antes así que nos
dineron que el conductor no estaba todavía. Intentamos coger el bus 5,
pero era un timo ya que vale 8€ por salir del aeropuerto (siempre había
costado el precio normal del bus urbano), y da igual si te bajas en la
primera parada o vas hasta Venecia. El taxi tampoco fue barato (15€) sin
poner el taxímetro, pero a esas horas no había nada más que pagar (OJO
con los taxistas que son, como el nuestro. unos sinvergüenzas
estafadores)
Vimos la tv
un poco, el canal Internacional, y descansamos hasta las 05:30. Nos
recogerán a las 06:00 para llevarnos al aeropuerto.
Domingo, 10 de diciembre
A
las 06:00 salimos hacia el aeropuerto y a las 07:00 estábamos
embarcando. El viaje de vuelta fue perfecto. La compañía Volotea
funciona de maravilla y llegamos incluso antes de la hora.
Tomamos un café, recogemos el coche en Noroparking (genial y muy barato: los 4 días por 10€) y vuelta a casa.
0 comentarios:
Publicar un comentario